Nota previa del editor de este blog: Este texto puede ser leído en clave italiana o extendido a nuestro espacio europeo y, particularmente, nacional. Y ahora yo me pregunto ingenuamente: ¿Existe alguna relación entre la voluntad de acabar con la negociación colectiva de los convenios laborales en Italia y en el resto de la UE con el entreguismo de CCOO y su comparsa, UGT, en estos reeditados Pactos de la Moncloa que ahora se perpetran contra la clase trabajadora? ¿Es el miedo a perder la representatividad social y la negociación de los convenios, es decir de la supervivencia del modelo sindical de concertación, lo que explica la actitud negociadora de CCOO y UGT? ¿Es casual que la revista “Sin Permiso” haya publicado este artículo? ¿Será la postura de un sector de la izquierda alternativa tan calculada como la de IU mientras se perpetra otra infamia por parte del sindicalismo mayoritario contra los trabajadores? De momento, en una y en otra, el silencio resulta atronador. ¿Entre lo viejo y caduco y lo nuevo, que necesita nacer, debe haber siempre tanta sutileza y medias tintas? Sinceramente, en la extrapolación española que puedo hacer, no me ha hecho feliz este artículo que comparto con vosotros. Os sugiero su lectura, por larga que os parezca.
“Fuera de Italia, la ofensiva radical de Marchionne contra el sindicalismo de clase es seguida desde hace tiempo con entusiasmo y minuciosa atención por los más destacados medios de información del capitalismo global como el Financial Times o The Economist. Es natural que sea así. La clase social a la que sirven estos medios tiene la suficiente visión como para comprender perfectamente que las luchas de clase que se están dando a nivel nacional, y que superficialmente pueden aparecer desconectadas entre sí, en realidad forman parte de una lucha global por reconfigurar las relaciones de clase. Ellos saben lo que anda en juego. ¿Lo sabemos nosotros?”
“Los derechos están basados ante todo en deberes. Estamos acostumbrados a exigir solo derechos y no nos acordamos nunca de nuestros deberes. Desde un punto de vista ético y moral, creo que la jerarquía entre estos dos conceptos es importante. Cuando se habla de derechos en este país, se esta creando una confusión enorme. Seamos sinceros; los derechos deben de estar basados ante todo en deberes” – Sergio Marchionne, gerente de FIAT
El capitalismo siempre ha salido de sus crisis con cambios substanciales, reconfiguradores de las relaciones de fuerza entre la clase trabajadora y el capital, cambios que, por lo general, han resultado favorables al segundo. A medida que el mercado mundial va recuperándose de esta última “gran recesión”, nada ejemplifica mejor esta tendencia histórica que los ataques radicales contra el marco existente de negociación colectiva que se vienen produciendo estos últimos meses en los diversos países del viejo continente europeo.
En España todo el mundo está al corriente de lo que se prepara con la reforma del marco de negociación colectiva propuesto por el gobierno “socialista”. Pero quizá sea menos conocida la reciente imposición por parte del triunvirato Comisión Europea-FMI-BCE de una reforma radical del marco de negociación colectiva en Grecia -permitiendo la adhesión prácticamente voluntaria de las empresas, frente a la obligatoriedad anterior, a los convenios colectivos-, como parte de las condiciones para que su gobierno socialdemócrata pueda seguir disfrutando de la ayuda financiera de sus vecinos de la UE.
En Italia...modelo FIAT-Marchionne‟ y la ofensiva contra el marco de negociación colectiva
En Italia, el ataque frontal contra el marco de negociación colectiva no viene liderado por un gobierno, sino por Sergio Marchionne, el director italo-canadiense que dirige simultáneamente la FIAT y la Chrysler. El año pasado, Marchionne condicionó los nuevos planes de inversión en las fabricas FIAT de Mirafiore (Turín) y Pomigliano (Nápoles) a la firma de dos convenios laborales de empresa distintos al margen del convenio nacional del metal italiano. Un ataque en toda regla contra el actual marco de negociación colectiva italiano por parte de la principal empresa del país que, como afirmó entusiasta el ministro de trabajo de Berlusconi, promete “crear escuela”. Si la ofensiva de Marchionne tiene éxito, muchos analistas consideran inevitable que la ruptura con los convenios nacionales por parte de las empresas se extienda, o que los convenios nacionales se “flexibilicen”, o que se vacíen hasta tal punto de contenido, que dejen de tener sentido.
El plan de Marchionne tiene otro objetivo no menos importante: marginar de una vez por todas a los “rojos” de la FIOM -federación del metal de la CGIL-, que desde hace tiempo es el sindicato de clase que más molestias le causa a la patronal italiana.
Nadie podría haber expresado mejor los sentimientos de la patronal sobre lo que hoy representa la FIOM que Giampaolo Galli, el director general de la Cofindustria (la asociación de la patronal italiana). En una entrevista del 30 diciembre en el diario de la Cofindustria Il Sole 24 Ore, Galli dice: “Sí; la FIOM representa un problema que hace daño a las empresas y a los trabajadores (…) En el sector del metal, y sobretodo en las grandes empresas, la FIOM opone una fuerte resistencia a la innovación y a la competitividad”. Todavía mas directo se mostró el vicepresidente de la Cofindustria, Alberto Bombassei, cuando en una entrevista del mismo 30 de diciembre en La Repubblica declaraba: “La FIOM tiene comportamientos extremistas. No saben lo que significa el trabajo. No han trabajado nunca. Estos señores viven en otra época”. Lo que no les conviene explicar a los señores de la patronal es por qué si la FIOM hace tanto daño a los trabajadores y si sus dirigentes viven totalmente desconectados del sentir de estos, es hoy la FIOM, con sus más de 363.000 afiliados, el sindicato del metal con más afiliados de Italia -más afiliados que la suma de los tres siguientes mayores sindicatos de metal- y por qué, además, desde 2009 ha empezado a crecer de nuevo en numero de afiliaciones después de cinco años de declive.
El plan Marchione, el sindicalismo corporativo de impronta norteamericana y el sindicalismo de clase europeo
Pero antes de adentrarme en las consecuencias colaterales para la política y el sindicalismo de clase en Italia del plan Marchionne, es necesario describir algo más el contexto. Hace aproximadamente un año, Marchionne anunció un ambicioso plan de futuro para las operaciones de producción de automóviles de la FIAT en Italia, que bautizó como el plan “Fabrica Italia”. El plan consiste en transformar la producción italiana, hasta ahora orientada principalmente al mercado interior nacional, en una plataforma flexible de exportación hacia el mercado exterior y, en particular, hacia el mercado norteamericano, gracias a una alianza con la Chrysler. La visión del proyecto “Fabrica Italia” es que la FIAT duplique la actual producción anual de vehículos en Italia, hasta llegar a los 1.4 millones de vehículos en 2014, de los cuales 1 millón serían producidos para la exportación.
Marchionne prometió que si los trabajadores italianos -a los que tildó de “improductivos”- mostraban disposición a cambiar su “ética de trabajo” y a seguirle en su visión de “Fabrica Italia”, “concedería” a cambio a las plantas Italianas de la FIAT la producción de nuevos modelos de automóviles, con inversiones de hasta 20.000 millones de euros a medio plazo, que garantizarían el futuro del empleo en todo el sector.
Para poner su visión en marcha, Marchionne condicionó la concesión de la producción del nuevo FIAT Panda a la fabrica de Pomigliano (que llevaría aparejados 700 millones de euros en nuevas inversiones) y de los nuevos modelos de Jeep y Alfa Romeo a la fabrica de Mirafiori (1,000 millones de euros en nuevas inversiones) a una reforma radical de las condiciones de trabajo y de las relaciones laborales en las dos fábricas.
Marchionne pretende crear dos nuevas empresas (“newcos”), con participación de la FIAT y la Chrysler, en las fábricas de Mirafiori (5.500 trabajadores) y Pomigliano (4.600 trabajadores), desvinculándolas de la Cofindustria. Al constituirse fuera de la Cofindustria, las dos “newcos” no estarán obligadas a aceptar el convenio nacional del metal italiano, firmado entre la Confindustria y las principales centrales sindicales del país, lo que les deja las manos libres para desarrollar convenios de empresa propios y crear su propio marco de representación sindical de empresa.
Al constituirse fuera de la Cofindustria, las dos “newcos” también se sitúan fuera del acuerdo de 1993 entre la Confindustria y las principales centrales sindicales del pais que regula el marco de representación sindical en las empresas. Este marco, conocido como RSU (Representación Sindical Unitaria), se basa en la elección de un comité de delegados sindicales por parte de los trabajadores de cada empresa, que es el único que tiene derecho de negociar los convenios de empresa y representar a los trabajadores. Los delegados en la RSU son elegidos proporcionalmente de acuerdo al número de votos obtenidos en la empresa, pero la tercera parte de los delegados lo son, también de manera proporcional, entre las candidaturas de los sindicatos firmantes del convenio nacional del sector.
El sistema RSU “molesta” a Marchionne - o hace la fábrica “ingobernable”, según afirma-, por dos razones fundamentales. Primero, porque le obliga a negociar también con sindicatos que no firmen sus convenios de empresa. Segundo, porque concede a los sindicatos que no son parte de sus convenios de empresa una libertad “ilimitada” de agitar a los trabajadores dentro de las fábricas contra los acuerdos.
Al sacar a sus dos “newcos” de la Cofindustria, la FIAT pretende sustituir el sistema de RSU por su interpretación del viejo sistema de representación sindical contenido en el Estatuto de los Trabajadores italiano, llamado RSA (Representación Sindical en las Empresas, de acuerdo con sus siglas en italiano). Según la interpretación de Marchionne, este sistema concede el derecho de representar a los trabajadores exclusivamente a los sindicatos que hayan firmado un convenio con la empresa.
Votar para no votar nunca más
El modelo de relaciones laborales que Marchionne tiene en mente está en parte basado en el acuerdo que firmó con la United Auto Workers Union (UAW) en las fábricas de Chrysler de EE UU, cuando la empresa norteamericana salió de la bancarrota y FIAT adquirió el control sobre ella, tras obtener el 20% de sus acciones en julio del 2010.
En las plantas de Chrysler de EE UU el sistema de representación sindical implica que el sindicato con más votos adquiere automáticamente el monopolio de representación de los trabajadores ante la empresa. Esto significa que a Marchionne le basta negociar los contratos con un solo sindicato, la UAW, y que, después de firmarlos, tiene garantizado que todos los trabajadores los tienen que aceptar, a menos que quieran sufrir medidas disciplinarias. Nada ejemplifica mejor el sindicalismo de empresa en el que ha degenerado hoy la UAW que la definición que da este sindicato de cual es su principal objetivo:
“En el marco de la competencia global, la única vía que garantiza la seguridad del empleo es fabricar los productos de mejor calidad y ofrecer los mejores servicios al mejor precio para el consumidor. Para promover el éxito de nuestros empleadores, la UAW esta comprometida con la innovación, la flexibilidad, la producción eficazmente ajustada, los niveles más altos de calidad mundial y la reducción continua de costes. A través del trabajo en equipo y la solución imaginativa de los problemas, construimos nuestra relación con los empleadores sobre la base del respeto, objetivos compartidos y la vivencia de una misión común"
A cambio de sacar a Chrysler de su concurso de acreedores y de prometer proteger los niveles de empleo en sus fábricas, Marchionne consiguió que la UAW se comprometiese a no hacer huelgas hasta el 2015 y que aceptase reducciones radicales en las condiciones salariales (de hasta 50% para los nuevos empleados) y de trabajo. El acuerdo entre Marchionne y la UAW fue sometido a referéndum entre los trabajadores y obtuvo el 80% de votos a favor.
Aunque en Italia Marchionne se encontró también con sindicatos que aspiraban a jugar el mismo papel corporativo que la UAW, el gran problema es la existencia de un sindicato de clase como la FIOM, que por su peso y afiliación tiene la capacidad potencial de dinamitar cualquier intento de cooptación de los sindicatos mas colaboracionistas. Frente al “problema FIOM”, Marchionne simplemente ha decidido adoptar una estrategia para aislarla y expulsarla de sus fábricas.
Marchionne comenzó a llevar a la práctica esta estrategia firmando un acuerdo el 15 de junio con los sindicatos CISL, UIL, FISMIC y UGL en la fábrica FIAT de Pomigliano [1]. Los sindicatos firmantes de este acuerdo básicamente se comprometen a aceptar la creación de una “newco” en la fábrica, con un convenio de empresa desvinculado del convenio nacional del metal, a cambio de recibir 700 millones de euros en inversiones y arrebatarle la producción del nuevo FIAT Panda a la fábrica polaca de Tychy de la FIAT. Los firmantes también aceptaban sustituir el sistema de RSU por el de RSA. La FIOM y COBAS se negaron a firmar.
El 22 de junio la FIAT trató de legitimar el acuerdo, organizando un referéndum entre los trabajadores de Pomigliano en el que se les preguntaba si estaban dispuestos a abandonar “voluntariamente” el convenio nacional y adherirse individualmente a un nuevo convenio de empresa, a cambio de garantizar las nuevas inversiones y el futuro de sus puestos de trabajo.
He aquí un ejemplo inmejorable del significado del concepto de “libertad” en la economía de “mercado”, por el cual el trabajador es “libre” de escoger entre la pérdida de su puesto de trabajo o un acuerdo con el patrón que rebaja sus derechos. Para el “mercado”, los trabajadores son también “libres” para vender su libertad, ya que aceptando el nuevo acuerdo los trabajadores se negaban a sí mismos el derecho de protestar o ir a la huelga en contra de lo aceptado en tales condiciones y renunciaban al derecho de volver a poder elegir democráticamente a sus representantes bajo el sistema RSU. Se vota para no votar nunca más, como dijo el secretario de la FIOM, Maurizio Landini.
A pesar de que el 62% de los trabajadores votaron a favor del plan de Marchionne en su referéndum, este puso el grito en el cielo a los pocos días, ya que esperaba que al menos el 80% de los trabajadores hubiesen votado SÍ, como había sucedido en EEUU en la Chrysler. El 62% era una mayoría demasiado exigua para garantizar la paz social que exigía Marchionne antes de comprometer millones en inversiones. Durante algunos días, los dirigentes de los sindicatos firmantes se echaron a temblar, temiendo que, a pesar de su total flexibilidad en punto a renunciar a los derechos adquiridos de los trabajadores, Marchionne finalmente decidiese no cumplir con su parte del acuerdo.
Pero Marchionne finalmente optó por seguir adelante con el plan, y no solo eso, sino que decidió aplicar el modelo Pomigliano a la fabrica FIAT de Mirafiori, donde se decía que esta vez se conformaría con que un mero 51% de los trabajadores de Turín votasen a favor en un futuro referéndum. Contra aquellos que habían insistido en que Pomigliano era un caso “especial” e “irrepetible”, la FIOM siempre mantuvo que Pomigliano era solo el comienzo de un nuevo modelo, que se extendería como un reguero de pólvora.
El 23 de diciembre del 2010, la FIAT de Mirafiori firmó otra vez un acuerdo con la CISL, UIL, FISMIC y UGL que rompía con el acuerdo nacional de la industria del metal Italiana, excluyendo una vez más al sindicalismo “rojo” representado por la FIOM [2].
En respuesta a semejante agresión, el 29 de diciembre el Comité Central de la FIOM votó a favor de declarar una huelga general el 28 de enero en todo el sector del metal en Italia contra los acuerdos de Marchionne y hacer campaña activa en favor del NO en el referéndum “à la Pomigliano” que FIAT planea celebrar en la fábrica de Mirafiori entre el 18-20 de enero. La FIOM ha declarado formalmente que, aunque venza el SÍ en el referéndum de Mirafiori, no se sentirá vinculada al mismo. Para la FIOM es y será ilegitimo, porque hay derechos irrenunciables que no pueden estar a disposición de la patronal, por muchos referenda que organice ésta. Estas propuestas de acción de la dirección de la FIOM obtuvieron 102 votos a favor y ninguno en contra en el Comité Central, aunque hubo 29 abstenciones por parte de la minoría opositora liderada por Fausto Durante, con la que simpatiza la actual secretaria general de la CGIL, Susanna Camusso. La minoría de Durante está a favor de hacer campaña por el NO en el referéndum en Mirafiori, pero defiende que si ganase el SÍ, la FIOM debería aceptar el resultado para poder entrar de nuevo en los órganos de representación de la empresa y, así, no abandonar el deber de representar a los trabajadores, sean cuales sean las circunstancias.
La repuesta sindical a los planes de Marchionne ha profundizado aun más la división existente entre las tres principales centrales sindicales del pais. El presidente de la FIOM, Chremaschi, ha llegado a afirmar que los secretarios generales de la CISL y la UIL son la vergüenza del sindicalismo italiano y varios otros dirigentes del la FIOM han tachado a los sindicatos firmantes del acuerdo de Marchionne de sindicatos amarillos. El numero dos de la CISL ha replicado diciendo que Cremaschi instiga a la “violencia” y hace “terrorismo” con sus declaraciones.
Para comprender el alcance de los acuerdos cocinados por Marchionne es util separar el contenido del convenio firmado con la FIAT en dos grandes partes. La primera de estas se refiere a cambios en las condiciones de trabajo en si y la segunda se refiere a lo que a los patronos les gusta llamar cambios en la “gobernabilidad” de la fabrica, o cambios en el marco de la representación-libertad sindical y de libertad de huelga de los trabajadores.
Como explicaré más adelante, la izquierda política y sindical italiana más moderada ha centrado sus criticas por lo general en los cambios que conciernen a la gobernabilidad, y en muchos casos, han aceptado de buen grado los cambios en las condiciones de trabajo. En su mentalidad reformista y burocrática no hay problemas con el contenido de lo que se persigue, pero sí con las formas, como si los dos aspectos pudiesen separarse.
Pero antes de entrar en el debate político que ha suscitado el acuerdo dentro de la izquierda italiana, quisiera referirme al contenido concreto de las dos partes del acuerdo y tratar de ponerlo en su contexto.
El acuerdo Marchionne: qué significa “flexibilidad en el trabajo”
El objetivo principal de los cambios en las condiciones de trabajo que establece el acuerdo es básicamente aumentar la “flexibilidad” y la intensidad de los horarios de trabajo, más que reducir los costes salariales absolutos de producción. Lo cierto es que, en la práctica, los salarios de los trabajadores probablemente aumentarán debido al mayor recurso a las horas extras y a los turnos nocturnos en las nuevas modalidades de trabajo.
Como es sabido, los costes salariales en general no son la principal preocupación de la patronal del automóvil desde hace ya bastante tiempo. El automóvil es una industria caracterizada por altísimos niveles de productividad, intensiva en capital, materiales intermedios e I+D, con un exceso de capacidad productiva instalada considerable, donde la estimación típica es que los costes salariales representan entorno al 15-20% del coste total de producción. El hecho de que el primer productor automovilístico de Europa sea Alemania, donde se produce el 36% de los automóviles del continente, y donde los trabajadores del automóvil gozan de los salarios mas elevados, evidencia esta característica del sector [3].
La productividad del sector es tal, que un aumento en el uso de la capacidad productiva instalada enseguida reduce el peso relativo de los costes labores en relación con el de los costes totales y la facturación. Las cifras que suele dar la prensa, comparando el número de automóviles producidos al año con el número de trabajadores para establecer que los trabajadores son más o menos productivos, son totalmente engañosas. La productividad así medida depende totalmente de los modelos específicos que la empresa le ha asignado producir a cada fábrica y el consiguiente nivel de utilización de la capacidad instalada. Para los patrones, más importante que los costes laborales del automóvil es la capacidad que tienen de intensificar al máximo el uso de los distintos factores de producción cuando los pedidos aumentan o, dicho de otra manera, tener la fabrica trabajando 24 horas al dia al máximo de capacidad y al ritmo más veloz posible para poder rentabilizar los enormes costos fijos de producción.
Sin embargo, las máquinas no trabajan sin los trabajadores; de aquí la necesidad de total subordinación del tiempo de estos últimos a los cambiantes imperativos de la producción de la empresa (lo que la patronal llama “flexibilidad”), lo que constituye el objetivo prioritario de los patrones. En la planta de Mirafiori, por ejemplo, actualmente existe una sola modalidad de horario laboral que consiste en dos turnos de día de ocho horas cada uno, con una duración de cinco días a la semana (modalidad conocida como el 2x5).
El nuevo acuerdo del 23 de diciembre pretende añadir tres modalidades de trabajo nuevas. Dos de estas modalidades están compuestas de tres turnos diarios de ocho horas cada uno y, en ambos casos, uno de los tres turnos es de noche. Bajo la modalidad de los tres turnos diarios que se solapan durante el día, la fábrica está más o menos trabajando las 24 horas del día en los períodos de máxima demanda. En una de estas dos nuevas modalidades, los tres turnos diarios se realizan durante cinco días a la semana, y en la otra, durante seis días. La última de las tres modalidades nuevas establece dos turnos diarios de diez horas, cada uno durante seis días a la semana. El acuerdo detalla que los directivos de la fábrica podrán pasar de una a otra de estas cuatro modalidades de trabajo con un mero preaviso de 15 días a los trabajadores.
Para rematar, el nuevo acuerdo extiende el número máximo de horas extras que la patronal puede exigir a cada trabajador de 40 a 120 horas anuales, con la posibilidad de añadir otras 80 horas extras con el consentimiento de los sindicatos que hayan firmado el acuerdo y que, por lo tanto, tengan derecho a representar a los trabajadores.
Los 40 minutos de la pausa a que actualmente tienen derecho los trabajadores de Mirafiori, como parte de su jornada laboral diaria básica de ocho horas, serán reducidos a 30 minutos a cambio de un aumento salarial bruto mensual de 45 euros al mes. El patrón obviamente le saca mucho más valor durante esos 10 minutos extra al trabajador que el aumento que le paga por ello.
El acuerdo de Mirafiori también pretende reducir las tasas de absentismo laboral, aumentando las penalizaciones sobre los tabajadores que recurran “excesivamente” a las bajas por enfermedad, aunque estén justificadas por un médico. Es decir, en ocasiones serán los patrones y no el médico los que decidan si un trabajador esta capacitado para trabajar a pesar de estar enfermo.
Los cambios referentes al absentismo laboral encajan perfectamente con las demás modificaciones que persiguen aumentar la intensidad del trabajo, ya que los patronos - que no son tontos- anticipan que si exprimen aun más las vidas de sus trabajadores van a aumentar las probabilidades de que estos caigan enfermos o simplemente traten de salvaguardar algo de tiempo para recuperarse de la insufrible intensidad de su trabajo por turnos. Para contrarrestar este efecto indeseable de la imposición de su llamada “flexibilidad” horaria sobre los trabajadores, la empresa, lejos de aflojar alguna que otra tuerca, escoge apretarlas todas aún más.
Como sabe todo trabajador que haya sufrido en sus carnes un régimen laboral de turnos intensivos, el absentismo laboral, justificado o no por enfermedad, es una de las pocas válvulas de escape que tienen los trabajadores ocasionalmente cuando la intensidad de su trabajo se hace insoportable. A menudo, los patrones más pragmáticos lo toleran, precisamente porque saben que no conviene empujar al trabajador hasta límites insufribles cuando el trabajo es particularmente intenso. Los patrones saben que las válvulas de escape pueden también serles útiles para “gobernar” mejor sus centros de trabajo y, en ocasiones, escogen hacer la vista gorda, reservándose también la libertad de cerrarle esta válvula al trabajador e invocar el castigo disciplinario cuando le convenga a él por otras razones.
A la nueva FIAT multinacional de Marchionne, con sus métodos “científicos”de explotación del trabajo, todas estas consideraciones le tienen sin cuidado. Los trabajadores existen precisamente para llevarlos hasta el limite de sus fuerzas y desahacerse de ellos lo más rápidamente posible cuando sus vidas dejen de resultarle “rentables” a la empresa. En la FIAT, la tasa de absentismo es actualmente del 8%, y Marchionne pretende reducirla hasta el 6% en 2011, hasta el 4% en el 2012 y hasta el 3.5% en el 2013. Obviamente reducir las tasas de absentismo a esta velocidad, aumentando al mismo tiempo la intensidad del trabajo, solo puede conseguirse a base de aumentar la presión disciplinaria sobre los trabajadores de manera brutal.
El acuerdo Marchionne: qué significa “gobernabilidad de las fábricas”
Como dicho, la segunda parte del acuerdo de Mirafiori concierne a la mejora de la “gobernabilidad” de la fábrica, dado que el aumento de la intensidad del trabajo naturalmente también lleva a los patrones a anticipar un importante aumento del descontento de sus trabajadores. Aquí la idea fuerte directriz de Marchionne sobre la gestión de este predecible aumento del descontento no pasa por hacer concesiones en otras áreas a fin de mitigarlo, sino que se centra básicamente en la forma de aumentar la represión dentro de la fábrica de quienquiera que ose recurrir a la protesta abierta contra el nuevo régimen laboral.
Lo que más temen Marchionne y los sindicatos que han firmado su acuerdo es que, conforme se aplique el nuevo sistema de trabajo, quede suelto un sindicato como la FIOM dentro de la fábrica que capitalice y pueda ofrecerle una plataforma de protesta al descontento que inevitablemente crecerá entre la plantilla con las nuevas prácticas laborales. De aquí que algunos de los sindicatos firmatarios insistan en que es imprescindible encontrar alguna forma de cooptar también a la FIOM o hacerla aceptar de una u otra manera el nuevo acuerdo.
En cualquier caso, cada trabajador individual de Mirafiori quedará vinculado a través de su contrato individual al nuevo acuerdo laboral de Marchionne, de modo que si cualquiera de ellos decide hacer huelga para protestar contra las condiciones de trabajo contenidas en el acuerdo, podrá ser despedido por infringir su contrato. Los sindicatos que no hayan firmado el acuerdo de Marchionne (es decir, la FIOM) no tendrán derecho a representantes ante la empresa. El sistema de elección de delegados de empresa queda sustituido por otro por el que solo los sindicatos que apoyen el acuerdo de Marchionne podrán nombrar delegados de empresa de manera paritaria. Si alguno de los sindicatos firmantes decide protestar contra el acuerdo en algún momento, según las condiciones de éste la FIAT puede negarle el derecho de convocar asambleas de fábrica, no reconocer las horas sindicales de sus delegados y dejar de recoger la cuota de afiliación de sus miembros a través de la nómina de los trabajadores afiliados.
La reacción de la izquierda italiana
Nada refleja mejor el estado actual de la izquierda italiana que la reacción de sus distintos componentes ante la ofensiva de Marchionne. Los dirigentes del principal partido de oposición, el Partido Democratico (PD), han hecho una vez más honor al carácter e ideología invertebrados de su partido expresando al menos cuatro posiciones políticas distintas sobre el tema.
Las distintas posiciones del PD sobre este tema en realidad son un reflejo de la inconsistente amalgama de ideologías e intereses contrapuestos que nutren a este partido. Lejos de reflejar una visión política de la realidad social, elaborada de manera independiente, las distintas posiciones de sus dirigentes no son más que ecos de las distintas posiciones ya expresadas por los verdaderos actores del conflicto social. Dicho de otra manera, los dirigentes del PD no han hecho más que plagiar las distintas declaraciones sobre el conflicto hechas ya por la Cofindustria, Marchionne, la direccion de la CGIL, CISL, UIL, FIOM, etc.
El ex-primer ministro y ex-comunista Massimo D´Alema, por ejemplo, ha pedido el voto a favor del acuerdo de Marchionne en el referéndum de Mirafiori del 18-20 de enero, ya que aunque no considere oportuno excluir a los sindicatos que se opongan al acuerdo de los órganos de representación sindical, las condiciones de trabajo que estipula el acuerdo sí le parecen positivas.
Otro ex-comunista y ex-ministro, Piero Fassino, candidato del PD a la alcaldía de Turín (donde está la fábrica de Mirafiori), también ha pedido el voto a favor de Marchionne en el referéndum. El ex-secretario general de la CGIL, Sergio Cofferati, hoy eurodiputado del PD (que como el mismo se apura en declarar, no es precisamente un “radical” ni un “rojo”), sin embargo ha apoyado la posición de la FIOM y se ha adherido a la recién creada asociación “Trabajo y Libertad”, junto a Bertinotti, Rossanda, Mario Tronti y otras personalidades de izquierda, para promover los intereses de la clase trabajadora contra la deriva autoritaria del capitalismo.
Entre los partidos de izquierdas que abiertamente apoyan las posiciones de la FIOM se encuentran la Italia de los Valores (IdV) del ex-juez Di Pietro, que declara directamente, por ejemplo, que Mirafiori ha vuelto a la época del fascismo con el acuerdo de Marchionne. El partido Socialismo y Libertad (SeL), del popular gobernador de la región de Puglia, Nichi Vendola -partido formado a partir de la escisión del sector “bertinottiano” de Refundación Comunista-, también se ha convertido en portavoz de la lucha de la FIOM. Vendola, cuya estrategia política se basa en proponerse todos los días al electorado de izquierdas como candidato alternativo a la direccion del PD para liderar un frente amplio de la izquierda italiana, ha declarado que el apoyo a la FIOM contra Marchionne debe de ser uno de los ejes irrenunciables sobre los que construir cualquier frente electoral de la izquierda italiana contra Berlusconi.
Los hoy extraparlamentarios partidos de la Refundación Comunista, el Partido de los Comunistas Italianos y los Verdes también hacen campaña abierta a favor de la FIOM aunque desde su última debacle electoral estas fuerzas han quedado considerablemente marginadas en la vida política italiana.
A modo de conclusión: la absoluta centralidad hoy del conflicto capital/trabajo
Para aquellos en la izquierda que desde hace tiempo hablan de la pérdida de la centralidad de la clase obrera industrial, el conflicto actual de la FIAT no puede sino romperle todos los esquemas. Si la clase obrera industrial en los países avanzados ha muerto, si ha dejado de ser relevante y por lo tanto solo falta que la izquierda se despida de ella (como pronosticaba Andre Gorz en su famoso libro de los años 80), ¿cómo es posible que el conflicto de un puñado de obreros en dos fábricas italianas esté monopolizando el debate político del país de esta manera y haya ya obligado a todas las fuerzas políticas a definirse en referencia a él? ¿No será más cierto el supuesto contrario? ¿No será que ha llegado la hora de que sea la clase trabajadora y sus sindicatos de clase los que se despidan de las fuerzas políticas de la izquierda mayoritaria, porque éstas han dejado de representar, siquiera remotamente, sus intereses en el debate político y ante la sociedad? Una pregunta no menos relevante para España que para Italia, ya que en los dos países la patronal desde hace tiempo cuenta con los dos partidos mayoritarios de derechas e „izquierdas‟ para representarles.
Fuera de Italia, la ofensiva radical de Marchionne contra el sindicalismo de clase es seguida desde hace tiempo con entusiasmo y minuciosa atención por los más destacados medios de información del capitalismo global como el Financial Times o The Economist. Es natural que sea así. La clase social a la que sirven estos medios tiene la suficiente visión como para comprender perfectamente que las luchas de clase que se están dando a nivel nacional, y que superficialmente pueden aparecer desconectadas entre sí, en realidad forman parte de una lucha global por reconfigurar las relaciones de clase. Ellos saben lo que anda en juego. ¿Lo sabemos nosotros?
NOTAS:
[1] La CISL, que es la segunda fuerza sindical en Italia después de la CGIL, es el viejo sindicato demócrata-cristiano. La UIL que es la tercera fuerza sindical en Italia, es el viejo sindicato socialista. La FISMIC es el viejo sindicato de empresa de la FIAT, y UGL es el heredero del antiguo sindicato fascista.
[2] El diario Liberazione publicó el 28 de diciembre que en la fábrica de FIAT-Mirafiori, la FIOM obtuvo en las últimas elecciones al RSU el 22% de los votos, situándose como el segundo sindicato con mayor representación, por detrás de la CISL (25%), pero por delante del FISMIC (19%), UIL (13%), la UGL (13%) y COBAS (7%). [3] Un trabajador medio de la planta emblemática de Volkswagen en Würzburg, por ejemplo, recibe un salario neto mensual de 1,700 euros o 500 euros más al mes que su homólogo en la FIAT de Mirafiori.
*Álvaro Rein es un analista económico que colabora regularmente con Sin Permiso en temas relacionados con política financiera e industrial europea, la Unión Europea y China.
9 de enero de 2011
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