19 de septiembre de 2016

TASA DE GANANCIA Y NEOLIBERALISMO

Alejandro Nadal. Bandera Roja Canarias

En su evolución, las economías capitalistas siempre han mostrado que su necesidad de crecer es acompañada por periodos de crisis y estancamiento. Esta es la historia del capital: que las mismas fuerzas que impulsan su desarrollo son las que conllevan un ingrediente de inestabilidad y crisis. Y la era moderna no es ninguna excepción.

El surgimiento del neoliberalismo no es el resultado del triunfo del capitalismo, como siempre se le ha presentado, sobre todo a partir del colapso de la Unión Soviética. En realidad la historia es muy diferente. El neoliberalismo es la respuesta a un gran fracaso de dimensiones históricas, a saber la incapacidad del capital para mantener tasas de ganancia adecuadas.

La economía estadounidense proporciona un excelente caso de estudio de laboratorio. Otras economías capitalistas siguen trayectorias similares. Los tiempos y magnitudes varían, pero en esencia estamos hablando de un proceso general. En Estados Unidos el capital comenzó a percatarse a finales de la década de 1960 que la tasa de ganancia ya no era lo que había sido en las dos décadas anteriores. Al tomar conciencia de este hecho el primer reflejo del capital fue el que siempre le acompaña: buscó por todos los medios a su alcance aumentar la tasa de explotación de la fuerza de trabajo. El pacto social que había mantenido mejores prestaciones salariales y sociales para la clase trabajadora y que había nacido a raíz de la Gran Depresión comenzó a ser percibido como un estorbo por la clase capitalista.

En la década de 1970 la clase capitalista comienza a desplegar una vigorosa campaña para desmantelar poco a poco ese paquete social que perduró durante la primera fase de la posguerra. El primer paso fue desencadenar una ofensiva en contra de todo lo que fuera sindicatos y oliera a organizaciones relacionadas con negociaciones salariales. El resultado es que a partir de 1973 comienza en Estados Unidos un periodo de estancamiento del salario real. Pero no tardó muchos años la clase capitalista en darse cuenta que se requería algo más.

El capital necesita expandirse constantemente. Es por así decirlo, su esencia y para lograrlo utiliza dos caminos importantes (no son los únicos). El primero consiste en eliminar las restricciones institucionales que frenan su expansión. La desregulación en todos los ámbitos, pero sobre todo en lo que concierne a la circulación del capital, fue una de las primeras prioridades en los años de 1970. El colapso del sistema de Bretton Woods abría nuevas esferas de rentabilidad, pero para aprovecharlas era necesario eliminar los obstáculos a la circulación del capital. Entre 1973 y 1995 se desencadena un gigantesco proceso para desregular la cuenta de capital de la balanza de pagos en casi todos los países del mundo.

El segundo camino consiste en ocupar los espacios de rentabilidad que anteriormente habían sido ocupados por otro tipo de arreglos institucionales. Con la privatización el capital privado irrumpió en el ámbito de todo tipo de actividades que anteriormente habían sido responsabilidad de instituciones públicas. Privatizar y desregular fueron los dos grandes arietes con los cuales el capital emprendió la ofensiva contra el antiguo pacto social heredado de la Gran Depresión.

El neoliberalismo pudo restablecer niveles más aceptables (desde la perspectiva del capital) de la tasa de ganancia. Esto es claro en las diversas mediciones sobre tasas de remuneración al capital: la caída que se registra desde 1966 se mantiene hasta los años 1980, pero se recupera entre 1984-1997. La tasa de ganancia crece 19 por ciento entre 1982 y 1997 y alcanza su punto más alto en varias décadas hacia finales del milenio. Diversos factores explican esta evolución en la tasa de ganancia, pero destacan tres: la mayor explotación de la fuerza de trabajo en Estados Unidos, la ampliación de las relaciones de explotación de otros componentes de la fuerza de trabajo a escala mundial mediante la globalización y, por supuesto, la canalización de las inversiones hacia sectores improductivos (especulación y desarrollo de bienes raíces).


Pero las fiestas no duran para siempre. A partir de 1998 la tasa de ganancia comienza a erosionarse nuevamente: en los diez años que van de 1998 a 2008 se reduce 6 por ciento. La canalización de inversiones hacia la especulación inmobiliaria y en el sector financiero puede maquillar la caída en la tasa de ganancia, pero no la puede detener. Los episodios de inflación en el precio de las acciones de las empresas de alta tecnología y después en la esfera inmobiliaria acabaron por llevar a los estallidos (y recesiones) de 2000 y ahora de 2007. La súper crisis que sufre la economía mundial el día de hoy es resultado directo de esta serie de mutaciones en las formas de acumulación de capital bajo el neoliberalismo en su afán por contrarrestar la caída en la tasa de ganancia. Desde esta perspectiva, las explicaciones de la crisis en términos de deficiencia de la demanda agregada se quedan en la superficie.

13 de septiembre de 2016

LOS MITOS DEL "MILAGRO SOCIALISTA" NORUEGO

Ariel Zunino. La Izquierda Diario

He descubierto que las raíces de nuestra vida moral están completamente podridas, que la base de nuestra sociedad está corrompida por la mentira”, escribía el noruego Henrik Ibsen en Un enemigo del pueblo. Quizás viendo un mundo que se empezaba a construir con norte en la riqueza de pocos y en base a la explotación de otros; países que aparecen como imperios construidos en base al esfuerzo nacional, pero que en realidad sus cimientos están socavadas en la rapiña de naciones más débiles y menos dotadas de recursos.

Noruega suele ser llamada “el ultimo socialismo del siglo XXI”, con un ingreso promedio de 57.300 dólares anuales por habitante, educación pública y bilingüe, uno de los impuestos a la renta más altos, una fuerte presencia del estado que garantizan seguridad social para sus habitantes y uno de los estándares de vida más altos del mundo, la ubican en el imaginario social, como un modelo al cual todos los países podrían aspirar sin la necesidad de cambiar el sistema político por uno más justo.

Hasta 1969, cuando se realizó el primer hallazgo de una gran reserva de petróleo en el mar del norte, Noruega vivía de la pesca y de una incipiente producción agropecuaria. Con un clima favorable para la producción agrícola, el problema que se le presentaba era la poca extensión de tierra y un clima duro que no permitía que se poblara la totalidad su territorio. Fue en ese año cuando los noruegos vieron que sus mares, ricos en fauna, les podían proveer del oro negro que había vuelto ricas a otras naciones.

Conocedores de que los precios del petróleo fluctuaban, en 1990 el gobierno decidió crear el Goberment Pension Found para contrarrestar las fluctuaciones futuras del precio del crudo; en realidad no es un fondo de pensiones, ya que sus ingresos no derivan del salario de los trabajadores, sino que recauda sus ingresos del excedente generado por permisos de explotación, impuestos al petróleo y dividendos por la participación del estado en la petrolera nacional STATOIL.

Statoil, la petrolera off shore mas grande del mundo

La compañía noruega de petróleo Statoil, establecida en 1972, es la mayor compañía de su país. Mientras que figura listada en la Bolsa de Valores de Nueva York, el estado noruego aún mantiene la mayor parte de su propiedad, lo que hace que pueda controlar sus operaciones alrededor del mundo.

Es la compañía con mayor cantidad de operaciones off shore del mundo, en febrero de este año compro el 11.93 % de la petrolera sueca Lundin Petroleum por 497 millones de Euros. Está presente en más de treinta países en el mundo y sus principales operaciones en América son en Brasil, en donde tiene el 60 % de participación en la cuenca de Campos y participa en un 50 % en los trabajos de exploración en Sao Bernardo, en la cuenca de espíritu Santo.

En Venezuela tiene el 9% de participación del proyecto de extracción de crudo extra pesado en la franja del Orinoco. Está intentando obtener los permisos para explotar los pozos petroleros en Anaran (Irán), en donde el costo de extracción por barril es de menos de un dólar.

La ilusión del modelo noruego

El fondo Noruego del petróleo (como se lo conoce coloquialmente), es el mayor fondo soberano del mundo. Con un valor estimado de 850.000 millones de dólares, invierte su mayoría en la bolsa, operando con un volumen que sostiene el 1,05 % de los mercados bursátiles del mundo y el 2,15 % de las reservas europeas, es decir que es el mayor propietario de valores en Europa (Dr. Javier Santiso, “Fondos soberanos”, 2012).

Gestionado por el Norges Bank Investment Management, y amparado en su increíble volumen de operaciones, durante la crisis del 2008, mientras las bolsas europeas sufrían increíbles caídas y los trabajadores de países como España, Grecia, Irlanda, Italia y Reino Unido perdían sus viviendas y sus empleos, el fondo noruego aprobó aumentar sus posiciones bursátiles de un 40 % a un 60 %. Las economías de los países más afectados por la crisis le presentaban una oportunidad única, acciones de empresas y deuda soberana en sus niveles más bajos, mercados inmobiliarios derruidos con gente desalojada de sus viviendas y bancos con grandes deudas, hacían las delicias de un fondo millonario que quería comprar bajo y vender alto.

Esta crisis, le permitió invertir 7.000 millones de euros en la bolsa española, aumentando durante el 2015 un 8,15 % su posición en este mercado y adquirir 9.412 millones de euros en bonos soberanos británicos. Es decir, hacerse acreedor de la masiva deuda externa de los países que se vieron más afectados por el derrumbe, deuda que no pesa sobre los gobiernos o sobre las grandes empresas, sino que pesan sobre la clase trabajadora de esos países.

No es difícil entender por qué Noruega presenta tan ventajosas condiciones para sus habitantes, grandes recursos naturales que representan miles de millones de dólares reinvertidos en las bolsas del mundo, una población de poco más de cinco millones de personas y una política de expansión económica a fuerza de dólares provenientes de la renta, hacen bastante simple a la ecuación.

A pesar de sus millones, Noruega se está viendo afectada por la caída del precio del petróleo y por el sacudón mundial que ocasiono el Brexit. El fondo noruego había invertido en deuda soberana británica 9.412 millones de euros y un 1 % en el mercado inmobiliario del Reino Unido, tiene una participación del 8,9 % de Great Portland Estates que es dueña de 3.700 millones de libras del desarrollo inmobiliario Ingles. La caída de la bolsa y en especial la incertidumbre que generó en el mercado inmobiliario, hicieron que en 2016 por primera vez en su historia y durante dos trimestres consecutivos, Noruega haya tenido que retirar dividendos del fondo para cubrir el déficit fiscal.

Todo este blindaje y aparente estado benefactor, muestra su verdadera cara, cuando ante el primer síntoma de recesión, la petrolera Statoil despidió a 20.000 empleados en todo el mundo. Al parecer el fondo que prometía cuidar a sus ciudadanos ante una fluctuación de los precios del petróleo, operó más preocupado por mantener márgenes altos e índices positivos.

Si una de las economías más fuertes del mundo, con altos estándares de vida, con miles de millones de dólares generados por sus enormes recursos naturales, ocupando los mayores volúmenes de operaciones en las bolsas del mundo -tal es así que cualquier amenaza noruega de retirar sus posiciones en la bolsa europea podría llegar a hundir los mercados nuevamente-, no puede garantizar el empleo a sus trabajadores, entonces no parece ser el modelo a seguir dentro del capitalismo.

De acuerdo al periodista Helge Hiram Jensen:

La única razón por la cual Noruega puede sostener su sistema, es que su micro Estado es dueño (o es adueñado por) una empresa de petróleo que lucra con el calentamiento global, y que opera en el mercado como cualquier empresa transnacional. La única razón por la cual Noruega puede controlar sus yacimientos petrolíferos es porque se alinea con EE.UU., incluso contribuyendo a guerras neo-coloniales en Afganistán o Libia.
Tal es así que en 2011 Noruega se unió a EE.UU., Reino Unido y Francia en la operación Freedom Falcon, bombardeando al pueblo libio”.

Estas economías que se pretenden proteccionistas, no son más que semi-periferias que tomando ventaja del sistema colonial, con un aparente cuidado de los suyos, explotan y rapiñan al resto de las naciones. Los increíbles volúmenes con los que opera su petrolera, socavan las soberanías de las naciones que tienen petróleo para abastecer las arcas del mayor fondo europeo que con un solo movimiento puede hundir nuevamente los mercados y arrastrar más trabajadores a la miseria.

Estos fondos son ahora los nuevos acreedores de las deudas que trabajadores británicos y españoles deberán pasar años pagando con sus salarios, las nuevas escuelas noruegas y los nuevos paraísos turísticos del norte se pueden medir con el sudor de los explotados a los que les toco estar del otro lado de la crisis, y todavía no es suficiente para garantizarle el empleo a los noruegos.

Todo esto nos plantea una pregunta: si en países ricos, que basan su subsistencia en la expoliación y el drenaje de plusvalía repatriando las remesas de utilidades de las empresas con capital noruego que están en otros países, no es posible garantizar el empleo a la totalidad de sus habitantes, y aun así debe basar su subsistencia en la explotación de otras naciones. ¿Cómo pueden sobrevivir, entonces, las demás naciones que quedan subordinadas y sin recursos?

La respuesta es que no hay un capitalismo bueno ni eficiente, un sistema que basa su misma existencia en la explotación del hombre para generar riquezas, no puede garantizar la subsistencia del género humano, y lo que se nos presenta como casos testigos de que se puede modificar el sistema sin arrancarlo de cuajo e imponer uno más justo, son apenas ilusiones, que miradas de cerca, terminan develando como el más fuerte sobrevive con la sangre del más débil, por ejemplo: el “milagro” noruego.