11 de mayo de 2015

LA FARSA POLÍTICA ESPAÑOLA Y SU CIRCO ELECTORAL

Por Marat
1.-Algunas pinceladas respecto al bazar político español: 
"Toda la vida en las sociedades donde rigen las condiciones modernas de producción se manifiesta como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que antes se vivía directamente, se aleja ahora en una representación." (Guy Debord. “La sociedad del espectáculo”)

Una sociedad en la que el tiempo y la distancia respecto a los acontecimientos, como medios necesarios para la reflexión, ha sido sustituida por la inmediatez, el titular y el tuit es ya una sociedad posthistórica, una sociedad que ha perdido la capacidad de producir sentido/significado, y la conciencia de necesidad del mismo, para ser sustituida por una emisión constante de estímulos en forma de significantes performativos. El signo político como unión entre significado y significante hace mucho que ha dejado de operar porque los significados ya no existen y no hay referentes anclados en la realidad a los que remitirse.

La muerte de la política se manifiesta en la constante reproducción de la realidad social como mera representación teatralizada de sí misma. El show político es un constante realitiy al que cada vez más se le ve más la maquinaria infernal de la tramoya. Sin embargo, y a pesar de la creciente conciencia de pura simulación de la realidad en el escenario político, el sistema aún funciona porque ya no existe un enemigo real que le sustituya. La carcasa vacía que constituye hoy el parlamentarismo y la representación política se parece mucho a esa sensación de verdad-mentira que se expresa en la idea de guerra permanente entre los tres superestados -Eurasia, Oceanía y Estasia- de la novela de Orwell "1984". Sea o no cierta, en la medida en que una novela de ficción pueda contener "verdad", la existencia de esa guerra mundializada, uno no deja de tener la sensación de que es todo un inmenso espejismo, una telerrealidad representada ante un público/población para justificar la dictadura del Gran Hermano. Esta tendencia hacia el simulacro y la sociedad del espectáculo es una realidad innegable en el mundo actual en el que vivimos.

La banalización de la realidad social, el entrelazado de la exhibición de la desigualdad con el entretenimiento más alienante, la morbosa presentación de dolor ajeno, producto de esa desigualdad, junto con la presentación de recetas a cuál más falsa, inútil y tramposa para “mitigarlo”, que no erradicarlo, es parte del simulacro político. Todas las facciones que admiten la mentira del circo parlamentario como espacio de la acción participan de esa gran patraña, con la necesaria diferencia, para que parezca que hay disputa, de que unas bendicen el mecanismo económico del sistema y otras pretenden hacer creer a las víctimas del capitalismo que les mueve un espíritu humanista, una empatía con su aflicción y hasta, algunos, en el colmo de un fingido candor, un deseo de emancipación.

El capitalismo en su etapa senil se niega a erradicar la injusticia social, la pobreza y la explotación del ser humano. En su loca carrera hacia la supervivencia del más fuerte, sólo la concentración de la riqueza, nacida de la actividad económica y especulativa, es su horizonte. Una perspectiva que ya no planifica en el tiempo el crecimiento ni el desarrollo de las sociedades humanas como base de su expansión sino que se limita a intentar la conservación el mayor tiempo posible del actual “status quo”

Puesto que no puede ni pretende resolver sus contradicciones fundamentales, el capitalismo necesita del espectáculo, la representación teatralizada de nuevos jalones de la mentira que oculte que la pobreza de amplias capas de la clase trabajadora y la ausencia vital de posibilidades para sus vidas es la única realidad tangible.

En ese proceso hacia la falaz construcción de un trampantojo que esconda nuestra existencia nacional y colectiva real, los señuelos que el capitalismo patrio envía a los golpeados por la crisis para mandarlos a combatir contra molinos de viento han jugado un papel fundamental: lograr que la rabia colectiva quedase atrapada en el Mar de los Sargazos de un supuesto reformismo regenerador de la nada, de un bucle permanente hacia el descubrimiento de sucesivas “alternativas” políticas que son un camino tan cegado como la vagina de una sirena. Es el mismo que desde que la clase trabajadora existe ha sido puesto en marcha por el poder del capital en cada momento en el que su crisis le ha azotado de un modo especialmente virulento.

La trampa más perfecta que ha construido el capitalismo a lo largo de su historia ha sido el parlamentarismo. El “civilizado” ring de un combate inexistente en el que las reglas del juego parlamentario exigen la aceptación de condiciones que niegan la posibilidad de derribar el sistema económico en el que se asienta, si no es mediante una mayoría parlamentaria que no puede obtenerse porque el chantaje y la violencia latente o manifiesta del poder económico sobre la representación del “poder popular” lo impide. Y si esa mayoría parlamentaria llegase a producirse, el sistema tiene ya establecidas sus fórmulas para que nada cambie.

Marx, Lenin, Rosa Luxemburgo y otros revolucionarios admitieron que los parlamentos burgueses debían ser empleados como trincheras desde las que hacer resonar la denuncia tanto frente a la hipocresía burguesa como a la reformista de una “democracia” formal opuesta a las necesidades reales de la clase trabajadora. Ello no les impidió denunciar el “cretinismo parlamentario” que tendía a olvidarse de que la razón de ser primordial de una organización revolucionaria estaba en la lucha extraparlamentaria y, en muchos casos, ilegal y clandestina. Algo que los reformistas de toda condición han “olvidado” para lograr la respetabilidad de los detentadores del poder capitalista.

En cualquier caso, no estaría de más recordar que han existido otros comunistas, algunos ignorados y despreciados por la propia historiografia oficial comunista, como es el caso de Amadeo Bordiga que planteó desde el II Congreso de la III Internacional una posición abstencionista respecto al parlamentarismo burgués, no exenta de argumentos sólidos que merecen ser discutidos. Para Bordiga, la labor parlamentaria tendía a absorber las energías y recursos del partido, conduciendo al abandono del trabajo de masas, convirtiendo a este en un engranaje de comités electorales centrados en la conexión con los “electores”. Por otro lado, Bordiga evidenciaba el modo en el que en la prensa burguesa sería desbaratado el intento del partido revolucionario de proyectar al exterior su actividad parlamentaria, al deformar aquella intencionadamente su mensaje. ¿Les suena?

Una visión mecanicista opondría ambas tesis, la leninista del “parlamentarismo revolucionario” y la abstencionista de Bordiga de un modo maniqueo y absoluto.

Creo que ese tipo de reduccionismos son simplistas y absurdos si olvidan los marcos históricos y las características de las sociedades en las que se producen.

Lenin tuvo razón al evocar su experiencia del “parlamentarismo revolucionario” en el contexto de la revolución rusa. La situación histórica era lo bastante explosiva, la crisis del régimen zarista era lo suficientemente madura y el partido bolchevique era sobradamente antagónico como para ser un elemento fulminante del parlamentarismo burgués.

Pero en 1920, año del II Congreso de la Internacional Comunista, tras el aplastamiento de las revoluciones húngara de Bela Kun y de la espartaquista alemana, la ola revolucionaria estaba agotándose en Europa, como así lo reconoció Lenin poco más tarde. Quizá en ese momento la crítica de Bordiga al “parlamentarismo revolucionario”, que apuntaba a los inicios de la socialdemocratización de los PPCC europeos, tuviera algún sentido, a pesar de que su llamada al abstencionismo pudiera incluso ser percibida, en un primer momento, como un salto en el vacío entre el bolchevismo y la nada.

Me pregunto si en un momento como el actual en el que el lamentable espectáculo de la farsa política española ha llegado a tales niveles de degradación y la evidencia de que no es posible reformar el capitalismo desde una perspectiva socialdemócrata – lo que nos ofrecen todas las opciones con posibilidades de gobierno es liberalismo o social-liberalismo descarnados y cínicos- no será un momento válido para volver a recuperar las tesis abstencionistas de Bordiga, mientras se intenta reflexionar sobre los necesarios pasos a dar para la reconstrucción de un discurso y de un instrumento emancipadores.

2.-Hablemos de política electoral: el rifirrafe Podemos vs Ciudadanos resucitará el viejo bipartidismo: 
Si volvemos sobre nuestra realidad nacional, encontramos que un amplio sector de nuestra sociedad está tan harto del gobierno antisocial del PP, de su política de recortes, del empobrecimiento de extensas capas sociales -con especial ruido entre las llamadas clases medias, mientras las trabajadoras continúan sin voz social ni política- que está dispuesto a “comprar” el falso relato “empoderado” de una salida de su situación ante la crisis que no va a producirse.

No se producirá porque la supuesta recuperación tiene los mismos pies de barro “burbujeante” que los años de esplendor -turismo, construcción y consumo- No se producirá porque gran parte del paro es ya estructural e irreparable. No se producirá porque los indicadores internacionales de la actividad económica mundial son pesimistas.

Y, fundamentalmente, no se producirá porque frente a 5 millones de parados, la transferencia más brutal que se recuerda de las rentas del trabajo a las del capital y el empobrecimiento galopante de amplios sectores de la sociedad española, el supuesto e indefinido discurso “constituyente” -que ya no se escucha- y “empoderado”, las reformas compasivas a la situación calamitosa de las familias, pomposamente llamadas “rescate ciudadano”, son pellizcos de monja que ni siquiera pinchan en la capa más superficial de la piel de un capitalismo absolutamente desigualitario y apenas aliviarán la situación de aquellas.

Esto sin contar que el ejemplo Syriza, en la que un Tsipras y Varoufakis “postureros”, improvisan dos discursos antagónicos que ponen de manifiesto el embuste de su mensaje supuestamente radical. Mientras en sus vuelos de Atenas a Bruselas redactan sus tácticas de negociadores comprensivos y sosegados con las instituciones europeas y los poderes fácticos, en sus vuelos de regreso hacia Grecia escriben los discursos de resistentes Leónidas a su ejército de espartanos en el paso de las Termópilas de la Toika. La estrategia es inconsistente porque deja ver con claridad que en la manga no llevan otra cosa que tácticas dilatorias sin auténtica voluntad de lucha frente al capital europeo. Sacar a relucir que una salida de Grecia del euro y su vuelta al dracma es una amenaza para la UE, porque el efecto de ello sobre la economía europea en forma de subida de los tipos de interés y de crisis financiera abriría el paso a formaciones de ultraderecha en Europa, carece de capacidad de presión real porque la realidad es que Bruselas y sus capitalistas hace tiempo que no se creen la amenaza, la ultraderecha europea ya existe y es fuerte y, lo más importante, ésta es el ejército de reserva político del capital.

Esa estrategia “antiausteridad” y de presión hacia un cambio de modelo de “salida de la crisis” esgrimida por la autodenominada “izquierda europea” (GÜE y PIE) y algún otro advenedizo "ni de izquierdas ni de derechas” está condenado al fracaso.

La derecha gobernante en la instituciones europeas concederá lo que ya esté dispuesta a conceder previamente y mantendrá, quizá ligeramente rebajadas, sus políticas de austeridad y desmonte del Estado del Bienestar. Su correlación de fuerzas se lo permite y lo hace, no por una cuestión de mera aritmética parlamentaria, sino precisamente porque el campo de batalla no excede ni un ápice de la legalidad institucional, el nivel de enfrentamiento está previamente restringido a una civilizada negociación por parte de esa llamada izquierda. 

En cuanto a sus desideologizados aliados, sus propuestas anticrisis o contracíclicas experimentan una contínua rebaja: del impago de la deuda a su "reestructuración" y de ésta a su "evaluación" y de la "renta básica" a la nada, acompañada por la aceptación de la enseñanza concertada, a la que han ido los recursos detraídos a la pública). La lucha de clases, desde el lado de los trabajadores, ha sido previamente desactivada por el reformismo sindical y político. 

Lo que se opone desde esas “izquierdas” y los empoderados que renuncian a ser izquierda es un supuesto antagonismo de intereses entre la llamada Troika y los “ciudadanos” en genérico (independientemente de la clase social, los intereses, el papel en la producción y la afectación o no de la crisis a cada uno de esos “ciudadanos”). Afirmar que Troika y capital, por un lado, y ciudadanos y clases populares y trabajadoras, por el otro, forman dúos sinónimos es simplemente una mentira porque la Troika no es sino el consejo de administración del capital pero no el capital mismo, que emplea de pantalla a dichas instituciones, y los ciudadanos son tanto los opresores como los oprimidos, los capitalistas como los trabajadores. El colmo de la desideologización es ese término espurio de "la gente", coleguismo expresivo carente de valor explicativo alguno y ajeno a cualquier referencia a la estructura social. La última pirueta de estos ilusionistas de saldo es la de haber pasado de la visión de lo colectivo a lo personal. Apelan a "las personas", lo que conecta con el planteamiento egoísta, insolidario e individual del "¿qué hay de lo mío?", desplazando del relato político el "nosotros", en lo que podría ser un guiño hacia un clientelismo político de nuevo tipo, el de los seguidores de "lo nuevo". 

El gran sarcasmo al que se enfrenta el reformismo ciudadanista es que ha acabado por nacer de él una marca electoral de futuro, Ciudadanos, que se apropia no sólo del concepto sino de la ideología subyacente a esta idea. Rehuir la lucha de clases es poner biombos a la realidad y muros protectores de los privilegios de los capitalistas, desviando las figuras reales en conflicto de intereses hacia un destino distinto a aquél en el que se encuentra el poder real: en el mundo de la producción y en las grandes corporaciones. Si se pretende combatir la desigualdad, disparar contra el intermediario del capital es poco menos que inútil porque a éste le basta con cambiar de recadero, como ya está haciendo al promover nuevas figuras políticas con similar función pero lenguaje aparentemente nuevo.

El papel de la llamada “izquierda europea” y de los partidos “empoderados” no es otro que, como el visir Iznogud, ser el califa en lugar del califa, recrear los nuevos Partidos Socialistas en lugar de los Partidos Socialistas aún vigentes. Pero el recorrido de esa operación es corto porque, en su versión más radical, acaba en la socialdemocracia -los partidos socialistas actuales son social-liberales, no socialdemocrátas- y el neokeynesianismo de la reformada socialdemocracia empoderada, en caso de ponerse en práctica, en el mejor de los casos será meramente coyuntural y el impacto de la inversión desde los Estados tendrá un efecto de creación de nuevas burbujas, al estar la economía mundial fuertemente financiarizada y el sector financiero desregulado. Las expectativas de crecimiento del 3% de la economía USA son a corto plazo (2 años), deben mucho no sólo al pasado “quantitative easing” sino a la anterior bajada del crudo, y al retorno a sus bajas tasas de paro que se producen dentro de un mercado en el que éstas siempre han sido bajas, incluso en períodos recesivos recientes en comparación con la UE y específicamente con la Europa Mediterránea. Por otro lado, la recuperación del consumo y del mercado minorista es en dicho país muy limitada.

Aunque la recuperación de la actividad económica, incluso en España, fuera más sostenida en el tiempo, la pérdida de derechos sociales y de protección a las clases trabajadoras sería ya irreversible dentro de los límites de reforma del sistema. Se ha configurado un nuevo sistema de recuperación de la tasa de beneficio del capital que implica un nuevo modelo de crecimiento sin Estado del Bienestar, o completamente jibarizado. La recuperación para lo público de los sectores privatizados sería imposible por el altísimo coste para los Estados que supondría la indemnización por expropiación de los sectores privados que entraron a saco en los servicios. Aquellos, los Estados, no podrían asumir el gasto público sin gravar de forma muy acusada a las rentas del capital y a las grandes familias. Ningún partido de izquierda reformista ni de formaciones ideológicamente amorfas estaría dispuesto a asumir el coste desestabilizador para sus gobiernos que ello supondría, salvo en el caso de que carezca de posibilidades reales de llegar al gobierno, en cuyo caso podría permitirse algunos brindis electorales al sol, si bien de carácter paulatinamente menguante ante la convicción de que para ganar votos hay que moderar las propuestas. ¿Les suena? 


Esto como respuesta a la primera parte del texto “La centralidad no es es el centro”, aparecida en el diario digital Público del “asaltacielos”, ahora presto a asaltar el centro y mañana...quizá la derecha, Pablo Iglesias. Se empieza de incendiario y se acaba de bombero...torero. Respecto al resquemor reflejado en dicho texto, por las veloces y voraces dentelladas de Ciudadanos al mercado electoral potencial podemita, volveremos más tarde.

Sin embargo, el capitalismo está siendo capaz de continuar vendiendo el mismo giro de la noria de la “ilusión” bajo formas que pueden parecer nuevas pero son tan viejas como el achacoso esquema de partidos de su caduco, pero aún con capacidad de generar espejismos, sistema burgués.

Al agotamiento del modelo modernizador felipista que acabó noqueado bajo la crisis de los años 80, pero con la apariencia de que eran principalmente los escándalos de sus 14 años de gobierno lo que le abatía, le sucedió el aznarato, que creó parte de las causas de la siguiente crisis económica nacional -el ladrillazo- y apareció desalojado del gobierno bajo el peso del Prestige, la guerra de Irak y el 11M. Le sucedió un zapaterismo ridículo, montado en una nueva cresta de la ola de falsa recuperación económica que abría de consumirse en la jactancia patética (recuerden la analogía de la  Champions League de Zapatero) de un Presidente insignificante que acababa con todas sus promesas. Ahora la pretendida recuperación, que sólo es una suma de bajas tasas de intereses, débil recuperación del consumo y división de cada puesto de trabajo en varios, es anulada como reclamo del voto por la difusión “urbi et orbe” de la corrupción galopante del actual gobierno. Su extenuación recuerda una más de tantas operaciones de recambio político como ha organizado el capitalismo español desde que en 1973 decidió elevar a los cielos la posibilidad de autoperpetuarse la dictadura con unos toques de maquillaje democrático y occidental.

La estrategia actual del capitalismo europeo y específicamente español respecto al supermercado de ofertas electorales varias no es otra que la de ganar tiempo. La indefinición respecto a cuál será la evolución de la crisis capitalista a medio plazo -si habrá o no recuperación real, con qué su alcance y capacidad de absorción del desempleo por el mercado de trabajo-, así como los efectos de dicha crisis a medio plazo sobre la estabilidad social y política en los países de la UE y en concreto en España -el reflujo de la movilización social puede ser coyuntural-, hace que el capital contemple la necesidad de disponer de diferentes opciones políticas a las que pueda echar mano cuando las actuales parecen quemadas (PP) o aún están en fase en restablecimiento (PSOE). El capitalismo español estaría contemplando y actuando en base a a la eventualidad de diferentes escenarios políticos posibles. En el momento político actual español estaríamos hablando de “disidencia política controlada” o de “regeneración”. Si se prefiere, de “refrescamiento” de las élites políticas nacionales.

En un primer escenario, al que llamaremos de cierta recuperación del crecimiento y de una parte del empleo (de baja calidad), los nuevos partidos -Podemos y Ciudadanos- han cumplido/están cumpliendo un papel de retención de voto que antes iba al PSOE y al PP, mientras se prepara un plan de remozamiento de los partidos antiguos mediante diversos toques cosméticos que consigan hacerles un adecuado “lifting” y los devuelvan con nuevos bríos al circo electoral. Nadie dé por acabados definitivamente a los viejos partidos porque esto, de momento, no es Grecia, ni parece que vaya a serlo a corto plazo, salvo nuevo cataclismo mundial.

La defenestración del mangante Rato y la renuncia de Griñan y Chaves a repetir electoralmente iría en esa dirección, seguramente complementada con una estrategia de “revelación” de todo o parte de los ya 715 nombres acogidos a la amnistía fiscal del Gobierno del PP e investigados actualmente, tras las municipales y autonómicas, si el resultado de éstas fuese demasiado negativo para el partido de Gobierno. Si las expectativas electorales así lo exigieran, se sacrificarían algunos peones políticos y de altos cargos de la administración, encausándoles, pero “dentro de un orden”, para generar la sensación de que el sistema político se "autodepura" para incrementar la confianza y lograr una cierta homeostasis.  Los empresarios que pudiera haber en dicha lista podrán seguramente seguir durmiendo tranquilos porque esto de la “regeneración” y la “transparencia” no va con ellos, faltaría más.

De momento, dentro del escenario 1, la foto fija preelectoral obtenida es la de un bipartidismo disminuido, con dos escuderos (Ciudadanos y Podemos) que flanquean su paso y cargan con la reserva de unos votos que, de no existir como sus depósitos temporales, hubieran podido acabar en la abstención o en otros partidos con un retorno probablemente más imprevisible.

Se dirá que el voto no es de nadie, salvo del que lo emite y que ningún partido puede arrogarse la propiedad del mismo de modo permanente. Muy cierto. Pero no lo es menos que Podemos hoy busca el voto desencantado del PSOE, tras haber estado a punto de acabar con el de IU, aunque antes pretendía recogerlo de todos lados, hasta que apareció Ciudadanos, que le cortó la expansión de "partido todoterreno". Mientras, su nuevo competidor naranja pretende, en primer lugar, captar el voto errante del PP, aunque también lo hace del PSOE y del propio Podemos.

Y habrá quien afirme que ello no enfeuda a las dos nuevas formaciones al PP y al PSOE y que muy bien podrían acabar sustituyéndoles. Cierto que todo fluye y nada permanece atado a un supuesto determinismo que dicte que las cosas son perennes pero Podemos y Ciudadanos son mucho más producto de un marketing comunicacional ajeno, el de los medios del capital, que de méritos propios y que esos mismos medios del capital regulan la velocidad de subida de los respectivos soufflés y también su bajada. 

Ahora que se ha puesto de moda recurrir a la analogía bélica de la "guerra ralámpago" (blitzkrieg) de la Wehrmacht para hablar de los rápidos ascensos en la expectativa de voto de "lo nuevo", suele "olvidarse" que este planteamiento tiene sus inconvenientes, siendo el primero de ellos el de que para funcionar como estrategia requiere de una debilidad absoluta del "enemigo", ese término del ideólogo nacionalsocialista Carl Schmitt tan del gusto de los señores Iglesias y Monedero, en una situación de crisis sistémica tal que lo acerque a una situación  de prederrumbe (la Rusia prerrevolucionaria de la I G.M.). Esto representa mucho más que una crisis económica, política e incluso cultural y moral. De no ser así, el llamado enemigo reacciona. Por otro lado, la blitzkrieg no funciona bien en una situación de parlamentarismo fuertemente asentado (incluso si existe un grado alto de cuestionamiento de la representación que, al final, no es tanto de ella como de las figuras que lo conforman) y con varias convocatorias electorales muy cercanas entre sí (europeas, autonómicas y municipales y nacionales) porque obliga a un constante reajuste de las tácticas que jalonan la estrategia general. De ahí la constante rebaja programática de Podemos, en cuanto ha encontrado resistencias mediáticas y políticas a sus propuestas iniciales. Al final, la guerra relámpago de Podemos puede que se haya encontrado con el "general invierno", aunque sea en primavera, y sus tropas se encuentren atrapadas en el barro. 

Hasta el propio Podemos admite el estancamiento de su ascenso electoral, cuando en realidad se deshincha velozmente y no por su frenazo en las elecciones andaluzas sino por efecto de sus propias contradicciones internas, un rápido deterioro de la marca que lleva a su descrédito y, de modo importante, una menor pleitesía comunicativa en medios que antes les eran muy proclives y que pronto han encontrado un nuevo juguete en Ciudadanos. 

El ascenso y descenso de Podemos como proceso artificialmente generado se confirma retrospectivamente cuando se observa que el meteórico escalamiento de Ciudadanos ha experimentado el mismo mecanismo de proyección mediática de un holograma con escaso cuerpo real previo como partido. La duda estriba no en que a Ciudadanos le suceda lo mismo sino en cuánto tiempo se producirá el desinfle respecto al tiempo tardado por Podemos. En el caso de Ciudadanos, una marca de derecha ultraliberal con algunas pinceladas "progresistas", su desinfle podría venir de su oportunismo táctico que pudiera plasmarse en alianzas de "geometría variable" (aquí con el PP, allí con el PSOE). Es cierto que la consigna de todos contra el PP le favorece pero la mayor parte de sus votos provienen de ese espectro ideológico. Veremos qué sucede en Andalucía tras el 24- nacional.

De cualquier forma, el sistema de producción en serie de partidos políticos está ya establecido. Se empieza inventando una marca y luego los medios harán el resto. La necesidad social de gregarismo bajo el que ampararse en tiempos de incertidumbre y la ambición de otros por hacer carrera política acabarán por poner la base social de votantes y afiliados. Del mismo modo, los que hoy llegan mañana se irán, buena parte de ellos a las organizaciones previas de las que venían, incluida una IU cuya anunciada muerte creo demasiado arriesgada. Es el camino de ida y vuelta de los arribistas y de quienes buscan un cementerio de los elefantes en el que reposar. Hoy y ayer. He aquí un ejemplo.

La difusión amplificada comunicacionalmente de las encuestas preelectorales dirigirán el voto de personalidades “oportunistas” que juegan a caballo ganador, como sucede con los grandes equipos de fútbol, que logran una prima de seguidores sólo por liderar la liga, de sujetos con limitado criterio crítico y propio, de defraudados por otras opciones electorales y de quienes ante una situación de cataclismo, como es el actual empobrecimiento de amplias capas de la población española por las políticas del PSOE primero y del PP después, creen que cualquier cosa nueva es infinitamente mejor que la vieja. Olvidan que el auténtico poder, el económico no se presenta a las elecciones, que no se le tuerce el brazo ni se le condiciona desde las administraciones y que si se tiene alguna posibilidad de tocar gobierno es porque se ha pactado previamente con aquél los límites de la política "alternativa". Mismos o muy parecidos perros con collares menos diferentes de lo que a simple vista parece.

En otro orden de cosas, es llamativo que el lenguaje “regeneracionista” o de transparencia de Podemos (los elementos “progresivos” de su programa político, que no debe confundirse con el de cada coyuntura electoral, son mero excipiente para contentar a su supuesto sector izquierda), tan coincidente de fondo con el de Ciudadanos, se haya ido quedando en una denuncia, sin más, de la corrupción pepera y "socialista" (básicamente en el caso de los ERES de Andalucía). Pareciera que la denuncia de la corrupción vaya liquidando paulatinamente el eje central del relato político de ambas formaciones hasta el punto de dar la impresión de que hay una huida hacia delante del tipo “echemos a estos del PP -el discurso antiPPSOE va desapareciendo rápidamente para quedar, en el caso de Podemos, en mera retórica antiPP- y luego ya veremos qué hacemos”. La ambición de cargo devora toda pulsión mínimamente reformista, por pequeña y sistémica que ésta sea. 

Recuperemos el aludido artículo de Pablo Iglesias en el panfleto digital Público. Sobre él cabe extraer dos conclusiones fundamentales:
  • La primera, que Pablo Iglesias pretende volver por dónde Zapatero pretendió hacerlo en su día: la recuperación del relato “socialdemócrata” como antídoto contra las consecuencias sociales de la austeridad.
PERO
    Se olvida del “pequeño detalle” de explicar porqué su admirado Zapatero (“referente mundial de la izquierda” en palabras suyas) pegó un giro a la derecha social-liberal primero y abiertamente liberal después. Cuando el capital dice “salta”, y en esta crisis lo ha dicho alto, claro y muchas veces, los gobiernos y quienes aspiran a llegar a ellos se tiran desde el trampolín más alto, ellos y a todo un país tras ellos. El recurso a la acusación de traición es muy pobre, demasiado manido y denota gran pereza intelectual. La realidad es que los gobiernos de las democracias burguesas carecen de mecanismos para afrontar el chantaje del capital y su atonomía frente al Estado. Esa y no otra ha sido la causa de que la socialdemocracia haya dejado de serlo. En cada crisis capitalista se ha ido dejando jirones de una identidad que, después de todo, se basaba en el pacto social con el capital, pues la socialdemocracia es eso en esencia: pacto social. 
  • La segunda, que la desolación por el golpe tremendo que han sufrido las aspiraciones de Podemos a alcanzar el gobierno a manos de la aparición de Ciudadanos pone en evidencia que hay mucha más similitud ideológica entre ambos partidos de lo que el señor Iglesias está dispuesto a admitir. 
    Por mucho que Pablo Iglesias se empeñe en que Ciudadanos es el "recambio"  o el plan renove del PP y que Podemos es “el cambio” (expresión del PSOE en 1982), lo cierto es que cuando sabemos que Podemos se plantea cómo meter la bandera rojigualda (la monárquica que Franco recuperó en su dictadura) en sus actos, quedan ganas de cantarle aquello de “Banderita tu eres roja, banderita tu eres gualda” (https://www.youtube.com/watch? v=tGQ_FUyzctk), una enseña con la que, por cierto, también se identifica mucho el PSOE, como con la Monarquía, aunque éste tiene más dignidad que la de regalarle al joven monarca una copia de "Juego de Tronos".
Por mucho que el hartazgo de amplios sectores de la sociedad española hacia un partido, el PP, cuyos antecedentes más remotos están en Godsa -en la que era una pieza muy importante el señor Verstrynge, mentor del señor Iglesias-, una trama oscura de intereses de lavado de dinero negro, tráfico de influencias y financiación opaca, y cuya evolución posterior como partido ha sido el de una organización criminal, nacida para delinquir y transferir lo público a lo privado, no es suficiente dicho empacho para apoyar a un partido cuyas posiciones y propuestas políticas son tan cambiantes a “izquierda” y derecha, como el circuito más zigzaguante que pueda existir de Fórmula 1. Al final te das un leñazo importante, sobre todo si esperabas ser el primero en entrar en la meta. Es lo que ocurre cuando sólo se mira por los tres retrovisores de rédito electoral del vehículo-partido y no a la carretera de un proyecto coherente.

El problema del regeneracionismo de Podemos es múltiple.

Por un lado, le ha salido un competidor que juega en su mismo campo, lo hace con menos contradicciones discursivas (de momento) y con un relato que gusta más a ese sector que ya existía representado en la hoy mortecina UPyD y en el oscilante “centro” (derecha mal disfrazada) que bascula entre PP y PSOE. Ciudadanos podría tener más éxito que Podemos porque retiene mejor que éste el voto errante del PP y del PSOE, a Podemos se le están notando los costurones, y parece internamente (de momento) un partido con menos contradicciones y más cohesión internas. Si a ello unimos los escándalos podemitas, la jaula de grillos que es, el lío de los mil nombres municipales y el estigma “bolivariano” que tan bien ha manejado la Brunete mediática, entenderemos bien tanto los miedos a Ciudadanos que expresa la encíclica última (“La centralidad no es el centro”) del pontífice Iglesias como la pataleta de una de las referencias pensantes de Podemos menos conocidas pero no por ello poco influyente. Me refiero al señor Fernández-Liria, del círculo Complutense: La carta que nos queda: republicanizar el populismo”. En ellas, ambos expresan su preocupación (más veladamente en el caso del señor Iglesias, consternado por el guirigay discursivo centralidad/centro en el que está atrapada la secta podemita) por el modo y la velocidad en el que se está desinflando su partido-soufflé por el efecto de la irrupción Ciudadanos.

Quizá sin saberlo, el hallazgo más novedoso se encuentre en el del señor Fernández-Liria en su texto-elegía de lo que “pudo” ser y “no será”.

Fernández-Liria hace hincapié en un aspecto que yo mismo vengo notando después de escribir mi despedida del blog, que hoy reanudo, sin saber si habrá o no posterior entrega. 

Me refiero al hecho de que Podemos, como marca del supermercado de ofertas electorales, está sometido a las leyes del marketing y de su comunicación: todo producto, como los seres vivos, nace, se desarrolla y muere, aunque sea pronto para anunciar la muerte de Podemos. Está por ver si también se reproduce, pero en forma de mitosis. 

A mí personalmente, parece que también al señor Fernández-Liria y, según el mismo confiesa, a muchos espectadores (porque Podemos es parte de la sociedad del espectáculo) nos aburre soberanamente (en mi caso y en el de muchos otros hasta la irritación). Cada vez que uno enciende el televisor o lee la prensa y ve a al sumo pontífice Iglesias, que acabará de cura de pueblo cascarrabias, los obispos Errejón, Luis Alegre, Teresa Rodríguez y la del resto de monaguillos podemitas de ocasión, pegamos un bostezo que nos desencaja las mandíbulas y cambiamos a la Teletienda, mucho más entretenida.

Antes, la presencia de un tertuliano de Podemos en la televisión disparaba las audiencias; ahora, cada vez hay más gente que cambia de canal: se les nota demasiado que no se atreven a decir nada definido, salvo el sempiterno monotema de la lucha contra la corrupción” (Carlos Fernández-Liria. “La carta que nos queda: republicanizar el populismo”)

Vamos, que Podemos aburre hasta a las ovejas y no sólo por el exceso de sobreexposición, que hace unos meses detectaron ellos mismos y han tratado de paliar, ellos o sus mecenas digitales, sino porque, además de su discurso ambiguo, todoterreno, ni de izquierdas ni de derechas, no tienen nada que decir.

Y de ello ya no les salvan ni las jaimitadas de la propuesta de dar a cada niñ@ en las escuelas valencianas un vaso de zumo de naranja, ni las chorradas del lama Monedero tocando los cuencos tibetanos en los primeros cursillos espirituales de Podemos. Seguramente ha experimentado una epifanía.



Au contraire”, el exceso de exposiciones grotescas a las que nos tiene acostumbrados Podemos (http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/02/podemos-quiere-matarnosde-risa.html) está provocando que decrezca raudamente la simpatía hacia la secta, incluso entre el sector más friki de seguidores de la serie “The Big Bang Theory”, y el personal pase a decir cansinamente cuando es sometido a algún tipo de información podemita “¡vaya panda de gilipollas!”.

Volviendo por un momento al señor Monedero ,y en beneficio de su propia salud mental y de un mayor respeto por sí mismo, cabe decir que su dimisión-defenestración le será, con el tiempo, provechosa. De momento, es cínico que haya apelado en su crítica pre-"dimisionaria" a una vuelta a los círculos a los que fustigó de modo absolutamente inmisericorde en Junio del pasado año tras el primer conato de rebelión de las bases en su encuentro con el sanedrín podemita en Lavapiés. Fue entonces cuando el “intelectual” -últimamente esta palabra se ha degradado mucho a partir de a quienes se les aplica- Monedero dijo aquello de “los círculos no son democráticos”, lo que no era sino un modo de deslegitimar las asambleas del pseudomovimiento devenido partido oligárquico. Paradojas del destino, que se burla del sainete de Dúo Pimpinela representado por dos de las almas de Podemos, los Anticapitalistas de Miguel Urbán y Monedero, unos y otro coinciden ahora en un tramposo llamamiento a la voz de las bases, cuando las dos partes han manejado en distintos momentos el argumento de la necesidad de la organización por encima de un asambleismo estéril.

Monedero se despachaba hace unos días con aquello de “a veces nos parecemos a los que queremos sustituir” en un calentón de boca que, a pesar de venir del cínico que venía, no dejaba de estar justificado en la evolución de Podemos desde su prediseño, ajeno a un debate colectivo y público, y pactado entre los trotskos de Izquierda Anticapitalista y los tuerkeros, hasta su electoralismo absoluto, su desvergüenza ideológica y su capacidad para admitir a todo sujeto trepa y carente de escrúpulos morales, pasando por sus juegos de pactos oportunistas, sus variaciones programáticas al socaire de las encuestas  y su juego respecto a Ciudadanos, frente a los que ya representan la farsa de enfrentamiento que antes hicieron PP y PSOE. 

Del patético papel de enamorados representado por el hijo de un “tarjetablack”, Ramón Espinar (Podemos) con Inés Arrimadas (Ciudadanos), donde los periodistas hubieron de recordarles que tenían que marcar diferencias, a la negativa del señor Iglesias a compartir Chester con el paladín “ciudadanista” señor Rivera, vamos acercándonos a la vieja performance de enfrentamiento PSOE y PP.

Acabando con el asunto del señor Monedero sólo me cabe recordar aquella estrofa del sabio Enrique Santos Discépolo cantada por el eterno Gardel

"Fiera venganza la del tiempo, 
que le hace ver deshecho 
lo que uno amó... "


Sólo me cabe una duda: ¿quien tiene más fuerza y razón para declamarlo, Juan Carlos Monedero respecto a Podemos o estos frente al primero?

No se fíen ustedes del "postureo" calculado del NO PACTO. Las elecciones andaluzas y las municipales/autonómicas estaban demasiado cerca unas de otras. Si el PP no sufre una debacle total, cosa improbable pero no imposible, las elecciones no serán adelantadas respecto a noviembre en más de dos meses. Con el verano de por medio, podría mantenerse la interinidad de gobierno de los entes locales y autonómicos hasta septiembre. Entonces será cuando los partidos habrán de retratarse. Iremos viendo, según se acerquen las generales, de qué modo Podemos se reconvierte hacia el sentido de la gobernabilidad, acercándose al PSOE, y los ultraliberales Ciudadanos con pintas de modernillos, y mucho coqueteo con el fascismo patrio, harán lo mismo, hora al PP, hora al PSOE. Será entonces cuando entendamos mejor que en España más de 100 años de alternancia liberales-conservadores no es gratuita. De momento, "El Confidencial" ya anuncia el pacto de los claudicantes de la progresía. El artículo se titula "Bases de Podemos, IU y PSOE promueven un pacto de "frente amplio" contra el PP". No se sorprendan cuando vean que el PSOE alterna en una misma ciudad/pueblo o Comunidad Autónoma pactos con Podemos e IU por un lado y con Ciudadanos por el otro. E incluso cuando los pstoree a todos ellos y veamos que los cacareos de gallos de corral enfrentados por la tetosterona electoral se quedan en amancebamiento múltiple. Les sugiero que si andan ustedes con ganas de bloguear (¡viva la destrucción del idioma!) repasen dos artículos de este desaprensivo que les deja sus dolorosos partos desde hace años:
Si se los saltan, tampoco morirán entre terribles sufrimientos. Simplemente adelanto en ellos lo que les he anunciado un poco más arriba y está pasando. ¿Que tal lo de tragarse lo de PPSOE se queda en PP? ¿Bicarbonato?

Lo contrario, prolongar una situación de desgobierno o provocar una nueva llamada a las urnas sería no tan suicida para el PP y el PSOE como para Podemos y Ciudadanos. Para Podemos porque el tiempo corre en su contra y daría fuerza a la acusación del partido del gobierno y su Brunete mediática de que son antisistema. Justo lo que el partido de los círculos quiere demostrar que no es cierto, con su esfuerzo centrista. Para Ciudadanos porque estaría negando esa pátina de sensatez, moderación y diálogo que pretende transmitir.  

Si un aprendizaje cabe extraer de este época de operaciones de laboratorio político es que el concepto de soberanía popular y la autonomía de la política frente a los poderes económicos es una ficción. El poder del capital a través de los canales de formación de la opinión y troquelamiento mental destruye organizaciones políticas, con la colaboración interna, obviamente, y erige otras de la nada. Del fulgor y gloria de IU y UPyD hemos pasado a su ruina política, también por disparates propios, y de la más absoluta nada hemos pasado a formaciones con un 15% de expectativa de voto y líderes de cartón piedra pero muy telegénicos. Aquella frase de Alfonso Guerra, cuando sólo existía una televisión -«Prefiero un minuto de televisión que 100.000 militantes»- se ha vuelto profética, mucho más en una era de decenas de canales televisivos, Internet, prensa digital a mansalva, foros y redes sociales, con sus "community managers" profesionales y sus gregarios con trabajo de balde, ilusión a raudales y algunas ambiciones inconfesables.

En este escenario, el más inmediato, la persistente persecución de Podemos a su propio trasero ideológico, que está en Ciudadanos, muy bien podría acabar en una reedición del viejo bipartidismo PP-PSOE -coyunturalmente debilitado-, esta vez con escuderos.

Pero volvamos a la idea de los escenarios de la que empecé a hablarles hace muchos párrafos.

3.-Siempre hay una bala en la recámara del capital:
Habría un segundo escenario, el de la extensión “sine die” de la crisis capitalista, la cual incluso podría llegar a profundizarse en función de la evolución de la situación económica en países centrales como USA, Alemania y China, cuya desaceleración del crecimiento es ya más que palpable. Tengamos en cuenta que hasta el pasado febrero China era la mayor poseedora de bonos estadounidenses de deuda -acaba de ser superada ligeramente por Japón- y de una cantidad no desdeñable de la deuda europea. El efecto de que China vaya desprendiéndose de dicha deuda para contener el alza del yuan y las dificultades de recolocación de una deuda con intereses a la baja está por estudiar pero bien pudiera materializarse en una crisis de liquidez. A ello debiera añadirse la posibilidad de que las descomunales cifras de inyecciones de dólares en USA en el pasado y, menores pero que van a continuar manteniéndose en el tiempo -de euros en la UE-, hayan generado burbujas financieras que acaben por estallar más pronto que tarde.

Si este escenario de mantenimiento de la crisis mundial, tras un paréntesis de débil recuperación, que puede estar llegando a su fin (la caída de la confianza inversora en Alemania en Abril, la situación de la economía rusa y la rápida profundización de la crisis en países como Brasil o Argentina n o son datos positivos), se produce, estaremos ante un más que probable aumento de la desestabilización social y política derivada de un incremento de la depauperación de las condiciones de vida, el crecimiento del desempleo y la reducción de los salarios para la clase trabajadora.

En ese eventual marco económico, social y político el maquillaje “regeneracionista” y anticorrupción, destinado a aliviar tensiones sistémicas y a desviar la rabia social contra los efectos de la crisis capitalista sobre las clases trabajadoras, no funcionará porque enchironar a algunos políticos no da de comer a los sectores empobrecidos ni paga las hipotecas. Calienta pero no alimenta.

En esa circunstancia, la función de las nuevas ofertas políticas actuales bien podría ser la de actuar, a su pesar pues buscan la máxima “respetabilidad” institucional, como factores que incrementen la deslegitimación y desestabilización del sistema político, al evidenciar que no son fuerzas que vayan a mejorar la situación de las clases trabajadoras sino que pueden llegar a ser sus nuevos verdugos.

En el escenario hipotético  de profundización de la crisis, Ciudadanos podría actuar a corto plazo como profiláctico para una clase media que se conformaría, en un primer momento, con un cierto grado de “regeneración” política, al obtener las cabezas de unos cuantos “funcionarios” políticos del sistema.

Dado que hablamos de una crisis estructural del capitalismo, esas clase medias, desprovistas de una dominancia de la clase trabajadora y de las organizaciones de las que ésta carece hoy, se radicalizarán a medio plazo en sus posiciones políticas. Éstas no se inclinarán hacia un proyecto socialista puesto que intuyen que sólo en el capitalismo pueden subsistir, aunque no sea ante cualquier capitalismo sino ante determinado modelo de capitalismo. Ignoran que su evolución tiende a eliminarlas como superfluas y, cuando llegan a detectar su fin como clase, añoran el pasado y sobre él edifican su modelo social y político.

Puesto que la socialdemocracia ya no podrá ofrecérselo, porque el capital hegemónico no avanzará en la dirección de la reconstrucción del Estado del Bienestar sino de la selva, la clase media central (ejecutivos intermedios, profesionales independientes bien remunerados, sectores de la pequeña y mediana burguesía empresarial) podrían llegar a optar por un modelo político que defienda cierto nivel de protección social -corporatismo- y una negación de la democracia representativa como consecuencia de su hartazgo de lo que consideran culpa de los políticos respecto a su situación de clase. Serán la base activa de un proyecto ya abiertamente fascista, no simplemente populista en el que Ciudadanos ya no jugaría un papel más que subalterno o incluso marginal, dado que su perfil liberal le aleja de una oferta económica que proteja a las baqueteadas clases medias.

Los sectores de las clases medias en riesgo de descenso social que mantengan su apoyo a Podemos (parte de los profesionales y de la mal llamada clase media-baja, representada por segmentos en decadencia) experimentarán una contradicción entre cierta conciencia de depauperación social y de que la evolución del capitalismo se convierte en el enemigo de su supervivencia y la imposibilidad de asumir una conciencia de clase decisiva, capaz de trascender sus propios intereses para representar los del conjunto de excluidos por el capital. La naturaleza de unos estratos que perciben la precariedad pero no se consideran explotados y el hecho de que la conciencia de clase es siempre externa a la misma (a través de las organizaciones revolucionarias que hoy no existen) se lo impide. Las previsibles tensiones internas, que seguramente irán en aumento en el proceso de derechización de Podemos entre los sectores reaccionarios y de "izquierda" podemitas, provocarán un abandono de parte de dichos estratos sociales, que pueden experimentar un nuevo sentimiento de orfandad política a la búsqueda de representación.

Si se produjese un giro a la izquierda de Podemos, cosa harto improbable porque su necesidad de crecer electoralmente les modera a gran velocidad, dicha organización podría llegar a retener cierta base social y de voto entre la clase trabajadora pero, dado la dirigencia de Podemos representa ante todo los intereses de las clases medias que sienten su supervivencia amenazada, y son las que tienen expresión política y voz mediática, dicho sector popular quedará mudo, como hasta ahora lo ha estado durante todo el período de la crisis capitalista.

Por lo demás, ni las clases medias en riesgo de laminación ni la clase trabajadora aspiran a una sociedad que represente algo alternativo a un mejor nivel de vida y de consumo para unas y otra. Ello les unce al carro capitalista.

En cualquier caso, y ante la imposibilidad actual y a medio plazo de construir un proyecto de partido, una propuesta política, una capacidad de poner en crisis, no el sistema de partidos dentro de la estructura política de la democracia burguesa, sino el sistema capitalista, lo que se abre en el caso de profundización de la crisis económica y sistémica es una fosa entre la razón (1789) y la locura (1922 y 1933). Y el camino abierto hacia una nuevo fascismo que ya no vestirá los trajes SS de Hugo Boss sino los de un alternativismo que no les pertenece pero bajo el que se camuflan crecientemente. 

Lo que la izquierda deje vacío lo ocupará el fascismo. Un repaso a los años 30 en Alemania sería ilustrativo.

La decepción que Ciudadanos y Podemos pudieran dejar en ese escenario de corrupción galopante y crisis sistémica aún más profunda abonaría el perfecto escenario social para un mayor cuestionamiento al sistema de partidos. De la “regeneración” al rechazo, no a los partidos sino a la propia idea del sistema de representación. Puede que entonces veamos qué otras caras tiene "lo nuevo", se llame VOX o de otro modo.

4.-A falta de propuestas alternativas, una inmediata y personal
Seguramente, en medio del momento preelectoral y tan falsamente presentado como crítico, a muchos de ustedes les asalte la “urgencia” del “sí, lo que usted quiera contarme pero ¿qué haría ante las próximas elecciones municipales y autonómicas?”

ABSTENERME. Esa es mi respuesta. No el voto en blanco, ni nulo, que es la eterna cantinela de los que sólo censuran el sistema electoral, a lo sumo el régimen de partidos, pero balan como borregos ante el sistema económico que sustenta el cretinismo parlamentario, la democracia burguesa y, como mínimo, el circo electoral que nos ofrece como farsa el capital para entretenernos.

A lo largo de mi vida me he abstenido algunas veces más de las que he votado. El derecho al voto no puede convertirse en una obligación que tape la boca y la razón de protesta del abstencionista. Ese es el discurso de los lacayos con alma de súbditos antes que de sujetos soberanos cuya decisión de votar o no no puede depender sólo del forceps prediseñado sino también del sujeto y sus circunstancias. Someterse a ese tipo de chantajes es ruin. Nuestra palabra, la de todos, es parte del carácter inteligente y autónomo del ser humano y condicionarla a meter o no una papeleta en una urna es un discurso propio del poder y de sus siervos.

Si la democracia se limita a votar cada cuatro años a unos partidos, algún referéndum y a hacer uso de la participación digital, controlada por quien determina cuál es la pregunta, y manipula incluso el resultado final, es una vulgar patraña.

Ejercer la democracia es opinar todos los días, no ser multado ni encarcelado por hacerlo, desafiar ese riesgo, decidir mucho más allá de lo meramente institucional, plantearse no hacerlo, ser respetado sin críticas absolutistas se vote o no, comprometerse o no en otros muchos ámbitos que el de acudir a las urnas, opinar, y, sobre todo, ejercer la libertad de ser más allá de votar o no en unas elecciones. El resto es plebiscitar un sistema determinado de control social y político.

Y ahora voy a explicar porqué me voy a abstener en esta ocasión.

¿Recuerdan ustedes lo que decía la reforma del artículo 135 de la Constitución, que nos endosó el ex Presidente Zapatero, ese que tanto le gusta al señor Iglesias? Se lo voy a recordar yo

1. Todas las Administraciones Públicas adecuarán sus actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria.

2. El Estado y las Comunidades Autónomas no podrán incurrir en un déficit estructural que supere los márgenes establecidos, en su caso, por la Unión Europea para sus Estados Miembros.

Una Ley Orgánica fijará el déficit estructural máximo permitido al Estado y a las Comunidades Autónomas, en relación con su producto interior bruto. Las Entidades Locales deberán presentar equilibrio presupuestario.



La actual situación económica y financiera no ha hecho sino reforzar la conveniencia de llevar el principio de referencia a nuestra Constitución



3. El Estado y las Comunidades Autónomas habrán de estar autorizados por Ley para emitir deuda pública o contraer crédito.



Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta. Estos créditos no podrán ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la Ley de emisión.



El volumen de deuda pública del conjunto de las Administraciones Públicas en relación al producto interior bruto del Estado no podrá superar el valor de referencia establecido en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.



4. Los límites de déficit estructural y de volumen de deuda pública sólo podrán superarse en caso de catástrofes naturales, recesión económica o situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control del Estado y perjudiquen considerablemente la situación financiera o la sostenibilidad económica o social del Estado, apreciadas por la mayoría absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados.



5. Una Ley Orgánica desarrollará los principios a que se refiere este artículo, así como la participación, en los procedimientos respectivos, de los órganos de coordinación institucional entre las Administraciones Públicas en materia de política fiscal y financiera. En todo caso, regulará:



a) La distribución de los límites de déficit y de deuda entre las distintas Administraciones Públicas, los supuestos excepcionales de superación de los mismos y la forma y plazo de corrección de las desviaciones que sobre uno y otro pudieran producirse.



b) La metodología y el procedimiento para el cálculo del déficit estructural.



c) La responsabilidad de cada Administración Pública en caso de incumplimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria.

6. Las Comunidades Autónomas, de acuerdo con sus respectivos Estatutos y dentro de los límites a que se refiere este artículo, adoptarán las disposiciones que procedan para la aplicación efectiva del principio de estabilidad en sus normas y decisiones presupuestarias.

Esto para quienes intenten colar el camelo de alguna syrizada o “rescate ciudadano”. Cuiden sus traseros, si su “ilusión” consigue sustituir la sodomización que el PP ejerce por otra pseudoprogre.

Bueno, pero como vamos a ganar las elecciones en noviembre, derogaremos ese artículo. La estupidez humana carece de límites, como el universo, como bien dijo Einstein.

En primer lugar para reformar la Constitución, aunque sea en un solo artículo, se requiere de 3/5 partes del Congreso o, lo que es lo mismo, de al menos 210 diputados. En el caso del Senado, son necesarios al menos 159 senadores. ¿De verdad creen ustedes que la composición futura de las dos cámaras facilitará la obtención de esas cifras? ¿En qué país creen que viven? Pero incluso si existiera numéricamente esa cifra que lo hiciera posible, creen ustedes que los partidos encargados de llevar a cabo tal derogación la aplicarían? Saben ustedes que ni Podemos, ni el PSOE, ni tampoco IU se han comprometido hasta hoy en abolir la LOEPFS (Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Fiananciera)? Les sugiero que lean el contenido de esta ley que les he puesto en el enlace y se empapen en ella porque es la que desarrolla el reformado artículo 135 de la Constitución -con el voto de PSOE y PP- del que antes les he hablado. 

Por otro lado, si en alguna esfera es especialmente notoria la pérdida de soberanía nacional de los países de la UE es en la económica. La Comisión Europea y el BCE definen los marcos y límites del juego económico en cada país. Ellos, junto con el FMI, determinan las políticas anticrisis y de austeridad que los países aplican con un margen de maniobra prácticamente inexistente en tanto que se pertenezca a la UE y el euro y se admitan las reglas del “juego democrático-burgués”. Y si no que no se lo pregunten a Syriza, sus políticas de privatizaciones, sus más que “pobres” medidas antiausteridad, su amnistía fiscal a los grandes defraudores y la propuesta de Varoufakis de crear un “banco malo” para absorber los activos tóxicos. ¿Les son familiares las dos últimas medidas?

Cuando las soluciones, siquiera coyunturales, son aplicadas lo mismo desde la derecha más reaccionaria que desde la pretendida izquierda, es que la segunda no se comporta como tal. El sacrificio del hamletiano Varoufakis, que dudaba entre aprovechar el momento para poner en jaque al capitalismo europeo o ayudarle a salir de su crisis, destituido de su papel de interlocutor en las reuniones con los acreedores del FMI y de la UE, rol que ahora asume el propio Tsipras, deja claro cuáles son los límites de acción para las opciones reformistas en los países mediterráneos; en realidad de cualquier país que no sea la propia Alemania. Si alguien cree que cambiando de marca en los gobiernos va a cambiar la orientación de sus políticas económicas demuestra palmariamente que ilusión viene de iluso...o de cínico.

Participar hoy en el simulacro político que representa el juego electoral es simple y llanamente complicidad. Me preocupa especialmente cuando ésta la ejercen las víctimas de la crisis capitalista, aunque entiendo la necesidad psicológica de creer en una salida al dolor de sus vidas cotidianas. Pero no deja de ser un asunto de fe y una mentira, dos conceptos que con harta frecuencia suelen ir juntos porque la fe no es otra cosa que una esperanza, sin datos objetivos reales en que asentarse, en que las cosas serán diferentes a como son en realidad. Si hay una salida a la opresión de clase, la explotación y la pobreza hoy que los parlamentos han perdido cualquier posibilidad mínima de ser mecanismos de transformación social, si es que alguna vez hubo una por pequeña que ésta fuera, no pasa ya por la acción política legal y respetuosa de las reglas del juego.

Una parte de ustedes dirán que mi comportamiento electoral no ofrece alternativas. ¿Acaso esperan ustedes que las propuestas emerjan desde lo individual cuando lo colectivo no las ofrece? ¿Niega eso la legitimidad de la crítica o la posibilidad de que el diagnóstico sea certero? También me reprocharán que con mi abstención favorezco la continuación del PP en el Gobierno. ¿Prefieren ustedes una des-”ilusión”, mayor que la del segundo gobierno Zapatero, con un gobierno “antiausteridad” que continúe con la misma, por mor del poder del capital y de la UE, y que, tras su descrédito, abra el camino a una opción abiertamente fascista como depositaria de una rabia incrementada y, desde hace mucho tiempo, desviada hacia donde no se cuestione el capitalismo? Yo por mi parte no voy a ser cómplice de esta pantomima electoral y mucho menos del descrédito al que las opciones antiausteridad van a someter a la idea de izquierda a partir de las banderillas, los rejonazos, el estoque y el descabello a lo PP a la clase trabajadora. Lo mismo el "quedar para septiembre" les ayuda a reflexionar sobre para qué sirve tanta moderación y viaje al centro.

No, no soy ningún purista del todo o nada, cómodamente instalado en ningún sillón, sino alguien hastiado de que cuando “la indignación” ha tomado forma política haya acabado convertida en permanente carrousel de rebajas oportunistas para alcanzar el gobierno. Para ese viaje no hacen falta tantos disfraces. Algunos ya conocimos eso en la transición política. Sólo que entre ese momento y el actual hay una enorme diferencia. La clase trabajadora no había sufrido entonces tal nivel de agresión ni de lejos. Pues bien, cuando el capitalismo ha vuelto a niveles de agresión contra los asalariados que recuerdan los tiempos dickensianos, lo que nos ofrecen como alternativa los llamados progresistas o antiausteridad es un eterno viaje al centro.

Pero hombre, ¿se va usted a abstener ahora cuando en las pasadas elecciones europeas de hace un año pidió el voto para IU? SÍ y por muchas razones.

No voy a dar mi voto a Podemos ni al PSOE a través de una IU que acepta converger con una única condición: hacerlo con sus siglas.

La reacción de la dirección de IU frente a su intento de fagocitación por Podemos se ha limitado al mencionado intento de salvar las siglas. El Manifiesto “la militancia con Cayo” (Lara) es una penosa muestra de claudicación e indefinición ideológicas y cobardía políticas, bajo la aparente contundencia de la nada: esconderse tras un coordinador general cuya reacción antiPodemos ha sido tímida, sin duda por estar en minoría dentro del Comité Federal de una IU saboteada, entre otros, por una dirección del PCE entregada a la supervivencia profesional de su cúpula transmigrando a Podemos.

Si dicho Manifiesto hubiera querido ser realmente una oportunidad frente al giro derechizado, ciudadanista y desnaturalizado que ha significado su entrega a los Ganemos y Ahoras varios y a candidatos como Luis García Montero, que propone pactos postelectorales con Podemos y el PSOE, habría planteado la urgencia de una Conferencia extraordinaria de IU que diese lugar a una reorientación política, un giro a la izquierda y hacia la clase trabajadora, la necesidad de plantear una ruptura con sus sectores más entreguistas a esa pandilla de aventureros y de sepultureros de las ideas de izquierda llamada Podemos y otros ciudadanismos desclasados. Todo ello junto con una definición clara de cuál es su política de alianzas, con quienes y en qué se basa.

No voy a votar a una IU que mantiene en su dirección a sujetos como Manuel Monereo, un auténtico caballo de Troya al servicio de Podemos.

No voy a votar a una IU que va con Podemos en 10 capitales de provincia, que se disuelve en confluencias ciudadanistas con podemitas o sin ellos  y que para el Ayuntamiento de Madrid desconozco si apoya una o dos candidaturas (Raquel López-IUCM o Ahora Madrid,) según qué instancias y dirigentes de IU se pronuncien al respecto. 

No voy a votar a una IU que tiene por candidato a Presidente de Gobierno a un pinchaúvas (Alberto Garzón), profesional de la política del estilo de los fabricados en serie por el marketing político (joven, modernillo, neutro, "prudente", como le gusta decir a las señoras de derechas,...) que sigue empeñado en converger y entenderse con los podemitas a toda costa. No intenten darme lecciones aclaratorias o se las devolveré yo ciento por uno.

IU es una opción socialdemócrata. No considero el término socialdemócrata como un insulto que arrojar a nadie, aunque creo que ya no hay espacio para la socialdemocracia porque el Estado capitalista carece de herramientas de intervención económicas.

Dicho esto, siempre que he votado a IU ha sido contra el PSOE porque éste último es la entrega más indecente de la clase trabajadora al capital. Cuando no lo he hecho, me he abstenido o he votado una candidatura comunista.

Esta vez no votaré tampoco a una organización comunista. Serán pocas las que se presenten a estas elecciones del 24-M y, por otro lado, creo que son muy conscientes la mayoría de ellas de la camisa de fuerza que representa el sistema electoral en el camino hacia una ruptura con el capitalismo.

Habría apoyado esta opción si los grupos comunistas hubiesen querido avanzar hacia una unidad orgánica, a partir de un debate ideológico útil y leal, sin trampas fundamentalistas que impidiesen el encuentro, y en base a una voluntad de construcción.

No es cosa de un día lograr dicha unidad pero han dispuesto de 8 años desde el inicio de la crisis capitalista para avanzar en esta dirección. El resultado de no hacerlo ha sido el de que hoy la mayoría de esas organizaciones son mucho más minúsculas, sufren una creciente perplejidad ante una realidad que hace mucho no comprenden, más allá de un diagnóstico más o menos correcto de la parte económica de la crisis capitalista, y un doctrinarismo y dogmatismos de museo que no puedo compartir. El marxismo no es eso y el horizonte comunista, si no reverdece, se irá alejando más y más, justo cuando es más necesario.

Por eso y por mucho más, el 24-M me iré a hacer senderismo, si no me rompo antes una pierna.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Puede que también le interese: 

4 de marzo de 2015

UN NAUSEABUNDO OLOR A CLOACA

Por Marat

Este será seguramente mi último artículo, no sé si de modo definitivo o por un largo tiempo. Ya no me quedará más que decir tras él. Estoy seco pero, si no lo estuviera, estoy convencido de que mis palabras tendrían el mismo eco que han tenido hasta ahora: el de llegar a un reducido círculo cuya posibilidad de influir en la sociedad española es prácticamente nula. 

Cuando uno constata que la sociedad en la que vive va por un lado opuesto al que percibe como necesario y que nada que diga o haga frente a ello podrá impedirlo, sólo le queda el silencio, no del cómplice sino de quien ha comprendido lo inútil de su oposición a la letanía formateada para que los bobos la repitan como loros. Como decía aquella frase gamberra de mi infancia, “Cien mil millones de moscas no pueden equivocarse: coma mierda”

Quien no quiera caer en la psicosis política que acompaña a todo el que defiende un punto de vista opuesto al del resto debe dejar de clamar en el desierto, como un loco cuyas palabras no interesan a nadie o sólo a los que como Bevilacqua, el protagonista de las novelas de Lorenzo Silva, y su colección de soldaditos de plomo, conformamos ese ejército de soldados derrotados. Sí, derrotados pero insumisos a aceptar el último signo de la derrota, el que consiste en dar por buena la mentira construida por el poder económico y  difundida por sus siervos políticos y mediáticos de que es posible un capitalismo de rostro humano y que basta el fetiche del voto para revertir todo lo destruído durante estos años.

Hoy ningún discurso que vaya contracorriente y que, por tanto, no cuente con el beneplacito del poder mediático del capital tiene la menor oportunidad de abrirse paso y de llegar a conformar una corriente de opinión con peso suficiente para alcanzar alguna relevancia. El simulacro de democracia digital, de pluralismo informativo y de cuento chino de descentralización de la comunicación no es otra cosa que una patraña amparada en la falsedad de que son posibles las voces discordantes frente a las oficiales de la comunicación tradicional y vertical pero el engaño es tan burdo que se desmonta cuando lo que los ciberactivistas bendecidos “crean” en las redes es rápidamente cobijado por los aparatos de comunicación tradicionales. Y es que redes sociales y medios tradicionales pertenecen al poder económico y distinguen muy bien a qué deben dar difusión y a qué silenciar. 

Mientras tanto, la idolatría de “lo nuevo” (comunicación digital, neolenguajes políticos, ofertas electorales) conduce a amplios sectores sociales a devorar con fruición y sin sentido crítico ni capacidad de duda alguna la desinformación que les inoculan. El flujo constante de la comunicación es ruido sin contenido real pero revestido de innovación y modernidad. Los mensajes que se convierten en dominantes son los que los líderes de opinión y community managers previamente designados vehiculan, los que, a su vez, son repetidos sin procesamiento mental previo por los fans, y que el poder mediático recoge como relevantes. El resto se pierde ahogado por la sinfonía atronadora de lo "pertinente".

El sarcasmo de todo ello consiste en vender como libertad de opinión la sutil inquisición contra el disidente, al que ya no es necesario aplicar garrote vil. Basta con ignorarle, marginarle, hacerle sentir que no forma parte de la comunidad de creyentes y, si persiste en su posición, insultarle, inventar mentiras contra él, tirarse el pedo en su cara de falsear suciamente sus palabras o provocarle del modo más indecente con la intención de que salte y caiga al nivel de la bajeza de la chusma censora  que lo ataca. 

El miedo a verse marginado por la tiranía de las mayorías fabricadas por los medios performadores de la opinión crea cobardes, dóciles marionetas que callarán para no verse lapidados por la enmaquetada “opinión pública”, miserables infrahumanos incapaces de sostener una opinión propia, calculadores súbditos -pues nadie lo es tanto como esa masa amorfa de “ciudadanos” indiferenciados-, dispuestos a plegarse a la corriente dominante, pusilánimes que hoy callarán por miedo y que mañana dejarán de pensar para repetir el mantra del momento: gente, casta, empoderamiento o cualquier otra patraña que el demagogo oportunista del momento les haga recitar. 

Hoy no existen espacios de pensamiento, reflexión y debate. Lo que domina de norte a sur, por tierra, mar y aire, es el adocenamiento de los devotos, la desesperada “ilusión” del pobre iluso que mañana se desilusionará y buscará un nuevo pastor porque él es carne de rebaño, el devoto fanatizado por su demanda de mentiras que alivien sus miedos o desgracias; el pequeño hombrecito del que habló Wilhelm Reich que “está orgulloso de sus grandes generales, pero no de sí mismo.” (“Escucha hombrecito”)

Si alguna vez el ser humano se elevó por encima de la mera creencia, la superstición, el fanatismo o el pensamiento esotérico, por el esfuerzo de unas minorías, nunca de las masas, que sólo son carne de cañón, hoy a vuelto a caer a la altura de la bestia asustada, del pensamiento mágico, en las garras  del chamán y del cuentista que vuelve a manipularlos con artes cuasi místicas y formas de fe religiosa.

“Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real. La exigencia de renunciar a las ilusiones sobre su condición es la exigencia de renunciar a una condición que necesita de ilusiones. La crítica a la religión es, por tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas, cuyo halo lo constituye la religión.” (K. Marx.  "Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel"

Ciertamente la política ha adquirido su merecido lugar en el estercolero de la ruin humanidad pero lo que vale para la política valdría para cualquiera de las actividades que debieran elevarnos dentro de la categoría humana. Y sin embargo, pensamiento, ciencia, filosofía, conocimiento han degenerado de las peores formas, subyugadas bajo el interés del poder pequeño o grande o de la rendición a la opinión populista de los idiotas.

Hoy la posibilidad de golpear las conciencias ya no existe. Hace mucho que vivimos un proceso de transferencia del conocimiento, y cada vez más, del pensamiento desde el ser humano hacia un lugar externo a él, que ya no controla, las máquinas. Los centros de control informático, la robotización, los espacios indexados, la nube, la red como proveedora de desinformación y de significados, son la nueva conciencia del mundo. Los estúpidos que reproducen y divulgan lo que “encuentran”, algo a lo que en realidad son conducidos, son sus esclavos.   

El mundo hace mucho tiempo que debiera haber cambiado de base. En cada una de las crisis del capitalismo, sus recetas han mostrado su rostro más feroz frente a los más débiles. Desde que existen las clases trabajadoras éstas han sido las víctimas de un sistema económico de depredación. Hubo un tiempo en el que éstas le presentaron batalla y pretendieron un mundo mejor. Tras 1929 la clase trabajadora se hubiera entregado si no es porque se había producido una revolución social y proletaria en Rusia en 1917 que marcaba el horizonte de las luchas. Hoy, cuando la realidad más cruel del capital debiera hacer visible su condición criminal, nadie parece querer reconocerse ni como explotado, ni como proletario, ni como trabajador. Todo quisque es clase media- Los papás de quienes quieren una salida capitalista a la crisis que les permita continuar teniendo el segundo coche a la puerta del chalé no son distintos de sus piji-hijos abocados a vivir peor que sus progenitores-. De la clase obrera nadie habla porque las”izquierdas” que deben representarla hace mucho que viven como sindicalistas, concejales, diputados o cualesquiera otra forma de integrarse en el sistema a su costa. Y, desde hace mucho tiempo, no aspiran sino a un capitalismo menos salvaje que les permita diferenciarse frente al liberalismo más criminal. Ya nadie es socialista o comunista -eso sólo es una etiqueta que no compromete a cambiar nada de base- ni esa expresión que estuvo de moda hasta no hace mucho, anticapitalista. Ahora la progresía vergonzante es sólo antineoliberal y pretende, que ya no lo hace, corregir, como Caritas, los peores excesos del egoísmo capitalista, como si la perversidad del capitalismo fuese debida a que no son todos los potentados tan generosos como Bill Gates. ¡Qué cosas!

En una sociedad en la que los entusiasmos van y vienen, se elevan y decaen a la velocidad de la luz -¿donde están todos quienes se entusiasmaban con Siryza, Tsipras y Varoufakis hace apenas un mes? Desde que llegaron al gobierno han aceptado todas las imposiciones de la UE, han negociado la prórroga del rescate que pacto Samaras y ahora negocian un tercer rescate-, mudan certezas y principios al ritmo de las modas y de los dictados mediáticos y se organiza la sustitución de viejos bipartidismos de siglas por otros nuevos de tiempos verbales y nombres comunes para que nada cambie, intentar abrir un discurso que deje al margen la lucha por ocupar el mero ropaje de la institucionalidad para disparar contra el corazón mismo del sistema económico es quimera porque hoy el ruido comunicacional lo pervierte todo; expulsa todo lo que no esté dentro del campo semántico de lo previamente codificado como aceptable. 

La última perla del “radical” Tsipras, primer ministro de “la mayor potencia europea”, acusando a las “dos potencias mundiales” - Portugal y España-, de haber intentado “llevar la negociación - con la UE- al abismo” tiene todos los rasgos de un chiste de Gila adaptado por Chiquito de la Calzada. Que don Alexis se “olvidase” de que Alemania y en concreto frau Merkel es quien manda, decide e impone en la UE y que el resto de miembros, incluidos las “3 grandes potencias” mencionadas, son los 27 enanitos de esta peculiar y sádica Blancanieves, coloca al citado no en la posición del enanito Gruñón sino en la de su colega Tontín. Cuando el embustero fabula su patraña con tan poco arte e imaginación, para defenderse de las críticas internas de su propio partido por su rendición sin paliativos ante el Eurogrupo, se está colocando a la altura de aquel Presidente español, que ahora se niega a ser enterrado por la historia en humilde y decoroso silencio, que decía, mientras la crisis empezaba a golpear con fuerza a España, que su "Gobierno ha situado a España en la Champions League de las economías del mundo".

Siempre he creído que una de las diferencias fundamentales entre la derecha y la izquierda debía de ser la verdad de ésta frente a la mentira de la primera. Desde hace tiempo sé que ambas son dos patas del mismo sistema, el capitalista, porque si la derecha no se corta lo más mínimo en ser más derecha que nunca, la izquierda, o casi toda ella, ha dejado de serlo hace tiempo. La falacia del señor Tsipras no sirve ni como intento de “ayuda” a sus socios de Podemos porque tiene el efecto de igualar a los dos en la misma práctica de la mentira cuando se les pilla en un renuncio.    

En una sociedad en la que se ve sólo con el ojo que interesa, se escucha sólo por el oído al que llega lo que se quiere oir y se alterna el botón “on”/ “off” según convenga, el adulador de masas, el demagogo, el mentiroso compulsivo, el carente de escrúpulos es el actor principal. Basta con que ese flautista de Hamelín toque la melodía, amplificada comunicacionalmente, en la que suene la consigna sencilla, adaptada al mínimo común denominador del más tonto de su audiencia, y repita, repita, repita, hasta que el cerebro de sus oyentes deje de funcionar y la comunión de los memos acabe convencida de que le están diciendo no ya lo que le gustaría escuchar, algo siempre ingenuo y superficial, sino de que es precisamente eso lo que realmente se corresponde con sus intereses.  

Vivimos en una sociedad en la que el líder de un partido ya no tan inmaculado ni tan pujante afirma que “el Parlamento Europeo - al que él y los suyos se presentaron el año pasado, siendo varios de ellos elegidos- es una pérdida de tiempo” y que "los programas de debate político se han convertido en los verdaderos parlamentos" y el público se lo premia con un incremento de las expectativas de voto y de las audiencias de las tertulias a las que su formación acude.

Vivimos en un feedback permanente de sondeos de opinión-"tertulianadas"-sondeos que señala la banalización de la política, la perversión del lenguaje y sus conceptos, la falta de vergüenza y de ética política de los nuevos actores políticos y la manipulación del soberano, el pueblo, que ha alcanzado profundas simas de estupidez individual y colectiva.  

Una sociedad que obtiene sus opiniones políticas principalmente de las tertulias televisivas en las que el griterío de gallinero, las interrupciones, la frivolización de los contenidos del debate, en un tono que es el mismo de los programas de telerelaidad y casquería al estilo de Gran Hermano o Sálvame; una sociedad en la que “periodistas” como García Ferreras o Jesús Cintora condicionan las opiniones políticas de un modo tan descarado y manipulador como los debates de TeleMadrid o el Cascabel al Gato; una sociedad en la que bufones como el Gran Wyoming o Jordi Évole trivializan la realidad social y política, disfrazando su estilo de programación crítica, es una sociedad enferma.

Una sociedad en la que lo dramático de la vida cotidiana, del dolor y la opresión, de la desigualdad y de las consecuencias sociales de la crisis del capitalismo se entremezlca con lo grotesco de “El caloret” o del “Candy Crush” y en la que los medios masivos dicen a la tropa de ciberbobos lo que debe ser “trending tonting”, mientras gran parte de aquella se suma a la puerilización de la realidad, es una sociedad despreciable y, muy probablemente, incapaz de salir de una enajenación mental en la que se siente cómoda y de la que demanda crecientes dosis de espectáculo con el que doparse. 

La reaccionaria anticomunista Hannan Arendt, pensadora tan del gusto de ciertos trotskistas, escribió sobre “la banalidad del mal” bajo el nazismo. Se trata de un concepto controvertido por cuanto que teoriza sobre el hecho de que los grandes criminales nazis de los campos de exterminio no eran necesariamente seres dominados por una perversidad moral basada en la crueldad y el odio sino funcionarios obedientes que no se cuestionaban la justeza ética de las órdenes que cumplían dentro de la administración del III Reich. De ahí la idea de que el mal se banalizaba, al depender de un origen que no estaba en unas motivaciones profundas sino en la simple obediencia a la autoridad de la que emanaba el poder, como cualquier funcionario que se precie. Es obvio que ha de haber algo más profundo que esta explicación sobre el germen del horror, ya que la obediencia debida no puede ser eximente del crimen, por mucho que se haya sumergido a una sociedad o a un individuo en el no cuestionamiento ético de sus actos si se corresponden con las órdenes que emanan de la autoridad. Y es que el ser humano es, por su naturaleza, un ser reflexivo, que piensa en algunas ocasiones sobre sus decisiones y comportamientos, lo que une al proceso intelectivo un inevitable imperativo moral. 

En los tiempos que corren encuentro una relación distinta entre maldad y banalidad a la que planteaba Hannah Arendt. Ya no se trata de que los orígenes del mal puedan estar en “razones” o motivaciones más triviales que el carácter o la personalidad de los sujetos sino de que existe una perversidad intrínseca en la banalización de la vida cotidiana, del pensamiento, en la necedad de consignas vaciadas de sentido, en la trivialización de cuestiones que afectan radicalmente a nuestras vidas, en la puerilidad con la que se fijan posturas y se debaten ideas, en una comunicación que establece un mínimo común denominador intelectual en las ideas que propaga, “adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida”. Hoy cabe decir que la producción mediática de sentido adopta fielmente los once principios de la propaganda expuestos por el líder de propaganda del partido nazi, Jospeh Goebbels. El objetivo no es otro que la producción industrial en masa de imbéciles en lugar de individuos conscientes. De un modo u otro, esto ha sido siempre así pero en la actualidad ha alcanzado la cumbre de sus objetivos. Podría hablarse entonces del triunfo sin paliativos de "la maldad de lo banal"  

Entiéndanme, no estoy satanizando a la sociedad en genérico. Sólo constato la enorme capacidad del hombre y la mujer comunes para aceptar el engaño, para soportar la manipulación y su terrible ceguera para no verlas. Seguramente, los medios de manipulación y de embrutecimiento de masas hayan experimentado un nivel tal de sofisticación que uno no lo note, si escoge su canal de preferencia para tragarse los embustes. Seguramente la inmediatez, el bombardeo de desinformación y la masividad especial de la red tengan en sí mismos condicionantes tan poderosos que sea muy difícil mantener un sentido crítico frente a ellos. Pero colocar los determinantes de la falsificación de la realidad como eximentes absolutos de la conciencia individual y de la responsabilidad de cada ser humano ante el mantenimiento de un mínimo de sentido crítico y de capacidad racional sólo es un intento de justificar la minoría de edad mental permanente en la que vive la gran mayoría de la sociedad y sus individuos. No vale el mismo recurso a la alienación, como explicación de la dominación de clases y del poder económico, en una sociedad formada por individuos analfabetos, como era la del siglo XIX, y en otra con alto grado de alfabetización y formación académica, como la actual, por mucho que el opio mental se haya generalizado. Forzosamente la víctima ha de tener una parte de consentidora, no siempre inconsciente, sino cómplice de su situación. No hay relación sadomasoquista que no nazca de una cierta forma de pacto previo, como viene a señalarnos Deleuze. 

Podríamos volver sobre los conceptos de alienación, falsa conciencia, intereses objetivos y subjetivos o incluso sobre los principios de tesis, antítesis y síntesis de la dialéctica clásica, hegeliana y de la específica marxista. Nos explican lo que sucede pero no el cómo cambiarlo. Seguramente muy pocos hayan ido más allá que György Lukács en su “Historia y conciencia de clase”

Tras la caída del muro de Berlín y después de la Unión Soviética, dos hechos que le parecen maravillosos al “honrado” Juan Carlos Monedero, las ideas progresistas, de igualdad, revolución social y construcción de una sociedad más justa bajo parámetros no capitalistas se vinieron abajo. No afectó sólo a los partidos comunistas sino a la idea misma de progreso en sentido histórico, de avance hacia el fin del capitalismo. Francis Fukuyama se vengaría del pensamiento marxista en su obra “El fin de la Historia y el último hombre”. Antes los postmodernos, los Daniell Bell, los Baudrillard, le habían precedido bajo el signo del pesimismo histórico, del mismo modo en que la escuela reaccionaria de “los nuevos filósofos” (Bernard-Henri Lévy, André Glucksmann,...) habían hecho su revisionismo histórico contra la filosofía de la praxis. 

Hoy las llamadas izquierdas son aún más integradas que hace 40 años. Apenas quedan apocalípticos. Sus políticos son personas cuyos horizontes se agotan en la idea de “gestión” y su perspectiva de futuro no pasa más allá que de hacer más soportable este sistema económico y de un  simple slogan, “sí se puede”. Pero, ¿qué coño es lo que se puede cuando hasta el mismo slogan fue fabricado para la elección presidencial del último inquilino de la Casa Blanca, uno de los emperadores más agresivos contra los pueblos de toda la historia USA? ¿Recuperar alguno de los derechos sociales perdidos tras la llegada al gobierno del representante del momento de la olgarquía capitalista, Mariano Rajoy? ¿Esa es la mezquina utopía de las izquierdas? Parece que sí y para quien tuviera dudas al respecto el modo en que la socialdemocráta “izquierda radical” griega se ha rendido al poder del capital europeo a la primera de cambio debiera bastarle como respuesta. La vida me resulta demasiado corta para malgastarla en algo tan mezquino.

El rastro de decepción y frustración colectivas que traerán las opciones reformistas, ya se llamen Syriza, Podemos, Ganemos o cualesquiera otras variantes de nombres que inventen, o IU, si finalmente no desaparece y se integra en ese proceso de “cambio” -¡qué casualidad, cambio como en 1982!- será tal que la próxima “ilusión” de “la gente” desclasada será ya optar por organizaciones abiertamente fascistas donde aún no lo han hecho. ¿De verdad creen ustedes que todo el esfuerzo de “cambio” ha de agotarse en elegir qué partidos serán los encargados de aplicar las medidas económicas, antisociales y represivas contra las clases trabajadoras? ¿Es hasta ahí donde llega su rabia? Teniendo en cuenta que hace casi 4 años se “ilusionaron” con la “indignación” que decía tonterías del calibre “no soy antisistema, el sistema es antiyo”, que se ilusionaron con las “primaveras árabes”, que trajeron los inviernos yihadistas, y que se entusiasmaron con la inexistente “revolución islandesa”, no sé de qué carajo me sorprendo. Es fácil acusar de maximalistas a quienes nos negamos a considerar respetable el minimalismo de quienes se contentan en reclamar unas migajas y en dosificar el ritmo de los azotes.  Pero no deja de ser cierto que quienes se conforman tienen tanto de víctimas como de cómplices y, en algunos casos, mucho más de lo segundo que de lo primero. 

Hace un año decidí defender a IU frente a Podemos, no porque me identificase con dicha organización, a la que deje de pertenecer hace 23 años, sino porque quedaban en ella ciertos rasgos ideológicos de clase, a pesar de su ciudadanismo y de ser una coalición de reformistas, y porque esperaba encontrar entre sus bases un mínimo de masa crítica suficiente para hacer frente a la secta podemita. 

Pronto vi que el carácter socialdemócrata de IU no se limitaba a lo que yo ya sabía, el conjunto de su dirección federal y la gran mayoría de sus federaciones autonómicas, sino también a un sector muy mayoritario de sus bases, lo que me indicaba hasta qué punto estaban pervertidos los valores de izquierda no comunista sino socialista radical dentro de la misma. Las primarias internas de esta organización en Madrid, donde fue elegida quien luego sería una tránsfuga y ya entonces submarino de Podemos, junto con su escudero, y las federales en las que se optaba por el juvenil caballo de Troya de la organización, empeñado en converger de cualquier forma con la secta podemita, me confirmaron que la gran mayoría de las bases de IU no eran sino sujetos desideologizados, estúpidos y carentes del más elemental principio de resistencia, lo que les llevó a la paradoja de elegir a sus asesinos sobre el supuesto de salvar a su organización de una extinción que, de cualquier modo, habrá de producirse porque en su interior lleva las claudicaciones que la matarán.

Según los meses fueron pasando y el asentamiento fabricado por los poderes fácticos de Podemos se iba consolidando, así se quebraba la voluntad en IU de ser y de existir. Y eso sucedía entre dirigentes, representantes con sueldo o vocación de tenerlo y quórum más que suficiente de bases. Tampoco es algo que me sorprendiese demasiado. Recibí sus caricias, al igual que de otras “izquierdas” durante el tiempo en que denuncié la involución político-ideológica que representaba el 15M, a la que ellos mismos contribuyeron mediante el pacto de nacimiento de ese engendro con la extrema derecha liberal de este país. 

De las denuncias contra los ataques que representaba Podemos a las siglas de IU, apenas contra los valores reaccionarios que representa aquél, se fue pasando al debate de cómo entregarse a la nueva formación. Que si pacto entre organizaciones, que si el Ganemos ciudadanista y anticlase como espacio de encuentro, que si no renunciar a las siglas, que si el “partido instrumental” para entregar siglas, armas y bagaje a un Podemos para el que sólo valía la rendición y la selección de “cuadros” (menudos cuadros de tan endeble condición resistente). 

Nadie se equivoque. No estoy defendiendo a los de las tarjetas black de IU ni a los responsables políticos de que este escándalo se produjese, por mucho  que vayan defensores de las siglas, que no de combatientes contra la peste podemita, y que, en mi opinión, pueden acabar encausados en cosas más gordas como la venta de los antiguos terrenos del Real Madrid o una Fundeste que debe tanto a Caja Madrid. 

Nunca existió en esa casa una tercera opción, limpia, comunista, defensora de principios políticos y articulada. Visto el modo en el que finalmente Cayo Lara ha ido reculando en sus resistencias, callando, otorgando y bendiciendo al nuevo liquidador fui concluyendo que aquella casa carecía de habitaciones aseadas porque se asentaba en el pestilente lodazal del oportunismo más zafio. Ni siquiera la más absoluta minoría en un órgano de dirección descarga de la responsabilidad de denunciar públicamente un proceso de desideologización de una organización que continúa usando el slogan -"el poder de la gente"- que evidencia que, en lo ideológico es precursora de la infección podemita. 

Y sí, durante unos meses hubo resistencia entre una minoría de las bases de IU, resistencia que compartí, no por IU, sino por mis convicciones de lo que representa Podemos. Pero una parte muy significativa de esa resistencia era mera expresión de patriotismo de siglas (con lo que yo quiero a IU y lo que le están haciendo y cosas así) y la otra, la mejor con diferencia, no era capaz de cuestionar hasta qué punto esta organización ha sido la mentora de todo el proceso que va desde el 15M hasta Podemos ni en qué medida su visión de “proceso constituyente” es la nada frente al capital, como así ha demostrado Syriza en un plis plas. 

Por cierto, y sólo a modo de ilustración: la señora Tania Sánchez ya no le vale a Podemos ni como traidora a su organización de origen. Los podemitas han decidido que no pactan con ella porque ya no tiene nada que ofrecerles. Su papel era el dañino y ya lo hizo. Roma no paga ni a las amantes del cesarillo de ocasión. 

En el mes de Enero decía que
“En los últimos tiempos, siempre lo ha sido, pero últimamente más que nunca, la política nacional se ha convertido en un inmenso estercolero, un lodazal en el que los políticos demuestran ser perdularios de la peor condición, Pedronavajas en barrio de putas, matones de esquina, payasos vocacionales, un patio de Monipodio en el que el tonto sin complejos ni escrúpulos es el rey, maleantes que merecen ser tratados como carne de presidio, imbéciles sin el menor sentido del ridículo, desleales Brutos a su partido y a sus compañeros, vulgares funcionarios del capital que les coloca donde está -solo el ignorante dice que lo hace “el pueblo”, ese villano que vota lo que le dicen que debe votar-. Y de esa condición no hay partido, organización política o coalición que se salve. Eso sin hablar de corrupción económica porque creo que la peor es la de tipo moral, ya que de ella vienen todos los males. Es el signo de una crisis de capitalismo que no es mera crisis económica sino degradación general de los valores mínimamente humanistas, lo que permite medrar al más trepa, al más canalla, al más idiota con soberbia suficiente para pisar fuerte y decir “aquí estoy yo”. El majadero y el sinvergüenza a menudo van de la misma mano” 

Para el necio todo el párrafo anterior se sintetiza en la exclusiva idea de corrupción. Y es muy cierto, más allá de dónde la coloquen las encuestas como preocupación de los españoles, que es un problema nacional grave. Pero también lo es que se está usando como luz de gas contra las angustias vitales de quienes sufren la crisis capitalista en su propia desesperación. En la medida en que ésta se usa como acicate a la ira social, sirve para tapar la nada en la que se ahoga nuestro presente colectivo.

Quienes esperan que un cambio de gobierno traería, si no la restitución de todo o parte de los derechos económicos y sociales, sí al menos una regeneración moral de la vida política y social, confiarán en vano. La corrupción no es sólo económica sino también ética y hunde sus raíces en el modelo de desarrollo económico español (muy ligado a la especulación inmobiliaria y financiera) y en los procesos de privatización de lo público llevados a cabo en estos últimos años.

Nadie se engañe. Dentro del papel económico que España y los países mediterráneos juegan en la UE y a nivel mundial, esos son los parámetros en los que deben moverse: vertedero de aguas fecales, ya sea de la economía sumergida o del lavado del dinero negro de las mafias, ahora ya no autóctonas sino internacionales. 

Los procesos judiciales que estamos viviendo frente a la multitud de casos de corrupción son sólo una parte minúscula del gran iceberg sumergido en las aguas residuales del capitalismo y que conectan las tuberías de las alcantarillas económicas del sistema económico capitalista con el sistema político. 

No cabe ser ingénuo, salvo que el autoengaño sea una coartada de complicidad con el sistema económico. Apelar a la honradez de los políticos cuando la corrupción es sistémica, el sistema es un todo integral en el que lo institucional y lo económico pertenecen a una estructura única y las pretendidas nuevas alternativas ya nacen con sus dosis de corrupción y aproximación a los poderes económicos es estúpido.

Al mirar cómo empresas demoscópicas y medios de comunicación han jugado a la bolsa de los valores políticos menguantes y crecientes he comprendido desde hace mucho tiempo que era necesario hablar también del juego de las apariencias “políticas”.

Creo que hace mucho tiempo tanto los dirigentes políticos de siempre como los de  "lo nuevo" son incapaces de decirnos la verdad. La verdad es que el capitalismo ha mutado desde el pacto social, que hizo cuando le convenía crecer y tener muchos consumidores, hasta éste en el que lo principal es salvar los muebles del sistema económico. Desde los años 70 del pasado siglo se ha ido agotando un modelo de acumulación y ya sólo era posible sostener el crecimiento mediante el consumo a crédito. La financiarización de la economía se vino abajo en cuanto la arquitectura “de salto” acumulativo se agotó al aparecer los primeros signos de impagos. 

Desde entonces, los dirigentes políticos bien nos venden una recuperación cada vez más diferida en el tiempo, bien un mundo precario, bien una vuelta a los felices años del crecimiento. Tres mentiras que lo son por no insistir sobre el hecho principal: que el capitalismo, independientemente de que pueda tener breves períodos de recuperación del beneficio, está ya agotado y que sólo una propuesta política que centre sus objetivos en su derribo puede llegar a ofrecer algo más que falsas esperanzas a sus víctimas. Estas tres falacias serán administradas según conveniencias de lecturas de anticipación económica y de oferta política concreta dentro del sistema. En cualquier caso, la inmundicia futura que se nos ofrece no es sino un espejismo para quienes teman el fin de un mundo como el de aquél que da sentido a los valores materiales en los que centran sus vidas.

Sí esto es lo que sucede en el mundo real, el económico, que es el que de verdad afecta a nuestras vidas, en el político sólo queda un espectáculo realmente depresivo, excepto para los que se entretienen con programas del nivel de la “Teletienda”

Hoy, el debate acaba siendo si el sistema bipartidista del 78 será sustituido por uno nuevo o, si en lugar de dos actores políticos principales pasaremos a 3 y medio o cuatro. Y no faltarán los mentecatos que compren tales escenarios, bien por entretenimiento, bien por el principio de que si no hay hostias podría haber napolitanas. Pero esos “pasteles” no son otra cosa que “procesos constituyentes” o, lo que es lo mismo, la repetición de lo que se vendió entre 1976 y 1978. Y a la mayoría de la población le gusta porque lo compró entonces con la UCD primero y, más tarde, con el PSOE. 

Es llamativo que los dos partidos emergentes (Podemos y Ciudadanos) que pretenden sustituir el antiguo bipartidismo del PP y el PSOE compartan una misma definición: lo “nuevo” (ellos) frente a lo “viejo” (PP y PSOE), en lugar de izquierda frente a derecha, que no tiene porqué corresponderse en absoluto con los dos partidos del actual bipartidismo. 

En aquella “nueva matemática” que estudiamos en la enseñanza primaria quienes hoy somos cincuentones existía un tipo de representación de la misma llamada “diagramas de Venn”, en homenaje a su creador, John Venn. Dentro de las representaciones de los diagramas de Venn existe una relación entre dos conjuntos llamada de “intersección”, que es lo que sucede cuando entre esos dos conjuntos hay elementos comunes.  

Pues bien, entre el conjunto Podemos y el conjunto Ciudadanos hay una relación de “intersección” mucho mayor de la que algunos pretenden ignorar. 

En primer lugar comparten la definición ideológica antes mencionada.

En segundo lugar, comparten gran parte de su base social: clases medias predominantemente urbanas.

En tercer lugar comparten el origen del voto, proveniente fundamentalmente del PSOE, el PP y parte de ex votantes de UPyD e IU.

Llegados aquí cabe preguntarse si esa relación de intersección entre ambos partidos no tiene también mucho de relación de inclusión y si aquella expresión tan popularizada de PPSOE no merece también aquí ser aplicada: PODANOS.

“Y qué ocurrría entonces? ¡Bah! Negociaciones punteadas con inocuos tiros de fusil, y luego todo seguirá lo mismo, pero todo estará cambiado” (“El gatopardo”. Guseppe Tomasi di Lampedusa)

Cuando en una sociedad unos hacen el papel de gobierno y oposición, escondiendo que carecen de soluciones y de alternativas dentro del capitalismo y de su respeto a las reglas del juego legal, y otros se indignan por lo perdido pero no por las causas reales de esas pérdidas, limitándose a culpar a unos políticos que simplemente hacen como que administran una realidad sobre la que no tienen control ni autonomía alguna, o hacen como que se ilusionan con un cambio de caras de los protagonistas, estamos ante el agotamiento de la política tal y como la hemos conocido. Quienes dicen que gobiernan o que van a gobernar y quienes creen ser gobernados desde la instancia política están profundamente envilecidos y no parece haber modo de que salgan de la pestilente alcantarilla en la que viven. 

El mundo de las apariencias y el de la realidad poco o nada tienen que ver. Mientras en la feria de las vanidades cada actor es un bufón que representa un papel ya muy deteriorado de tanto ejercerlo, pero que repite sempiternamente a falta de un libreto realmente nuevo, en el mundo real, toda esa tramoya no es sino un edificio de cartón piedra que probablemente no acabe cayendo con el estruendo y el clamor con el que lo hizo la casa Usher sino deshaciéndose en una amalgama de papel mojado por la ciénaga en la que se asienta.

La descomposición del sistema político-institucional a la que iremos asistiendo de modo acelerado tras el fracaso de las promesas económicas, cada vez más rácanas y de cortos vuelos, y también, y de un modo particular, tras el fiasco de la pretendida regeneración moral nacional, traerá una creciente demanda de autoritarismo y una justificación de la tiranía como búsqueda del hombre providencial, demanda que ya se aprecia hoy en la devoción hacia cierto “liderazgo fuerte” y que mañana se justificará desde la exaltación de la voluntad de poder. 

No hay salida a la crisis del marco legal institucional desde ningún “proceso constituyente” porque éste está viciado de antemano, al limitarse a la esfera política y rehuir el hecho de que el enorme pestilencia social que nos ahoga viene de un sistema capitalista que, en su etapa senil descompone, al parasitarlos, todos los demás elementos de la estructura sistémica global. Y no la hay tampoco porque no existe ni la subjetvididad colectiva que desee poner fin a este sistema económico de dominación ni las fuerzas políticas que realmente deseen destruirlo. Es sobre la complicidad colectiva de opresores y oprimidos, de víctimas y victimarios de la que nace todo este nauseabundo olor a cloaca. 

Pero de todo esto ya he hablado, de una u otra forma, demasiadas veces y soy muy consciente de que sólo ha llegado a los previamente convencidos, a ese ejército de soldados derrotados del que antes les hablé, y de que cualquier insistencia en una difusión minoritaria de ideas opuestas a las dominantes frente al ruido de los bulos mediáticos, los carismas digitalmente fabricados y los anhelos de mentiras que calmen las desesperanzas, es inútil. Y frente a ese vano esfuerzo sólo me queda el silencio, lo único que debe hacerse cuando no se es capaz de mejorar aquél.   

Intentaré seguir comprometido con las luchas que se dan en el plano de lo real en las que siempre he estado, lo que escapa a la majadería de las redes sociales, en las que la saturación de mensajes, griterío, insultos y copia y pega irreflexivo de tonterías es el peor veneno que existe para quién aún siga creyendo en la necesidad de un proyecto transformador. 

El blog ya no se actualizará. Los artículos que hay en él quedarán a disposición de quienes, a pesar  todo, puedan encontrar en ellos alguna reflexión que les aporte algo, por poco que sea. 

Bon voyage, mes amis.  

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Puede que también le interese "La farsa política española y su circo electoral"http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/05/la-farsa-politica-espanola-y-su-circo_11.html

"Dile la verdad, no la engañes"http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/05/dile-la-verdad-no-la-enganes.html