4 de enero de 2015

EL OSCURO HUECO ECONÓMICO EN AFGANISTÁN

Hedelberto López Blanch.
Fotografía: Virgilio Ponce
Hedelberto López Blanch. Cubainformación

Cuando se cumplen 13 años de la invasión estadounidense a Afganistán y aunque resulte difícil creerlo, Washington  ha gastado o despilfarrado un billón de dólares en su hipotética reconstrucción, según cálculos del diario inglés Financial Times.

El rotativo agrega que además del millón de millones de dólares derrochados, la administración norteamericana deberá asumir nuevos gastos para que el régimen de Hamid karsai pueda mantenerse en el poder con la ayuda de las tropas del Pentágono.

Recopilando datos de varias agencias financieras y Organizaciones No Gubernamentales, Financial Times señala que también, la guerra y ocupación en Irak le ha costado a la Casa Blanca la enorme cantidad de 1 700 000 millones, mientras en ambos países perdura la inseguridad, la corrupción y la falta de atenciones básicas de la población. En total 2 700 000 millones.

Uno de los principales suministradores de datos oficiales ha sido el inspector general especial para la Reconstrucción de Afganistán, John Sopko quien aseguró que lo gastado por Estados Unidos en esa nación, es mayor que el costo del ambicioso Plan Marshall para reconstruir Europa occidental después de la Segunda Guerra Mundial.

Este inspector, aprobado en el cargo por la Casa Blanca y el Congreso, informó que miles de millones de dólares se han perdido o robado en proyectos que a menudo tenían poco sentido en las condiciones de Afganistán.

Desde lanchas rápidas para una nación que no tiene acceso al mar, numerosos equipos de guerra y autos civiles obsoletos, aviones oxidados que aparecen en cualquier parte del país o un programa de plantación de soja en una nación cuyo pueblo esta acostumbrado a consumir trigo, son algunas de las acciones que han servido para ocultar los grandes desfalcos y estafas.

Sopko, que fue nombrado hace dos años junto a un equipo de 200 personas, acusó en una conferencia a las agencias estadounidenses de tirar dinero por el desagüe y catalogó de “descarada” la corrupción de funcionarios afganos y estadounidenses.

En su declaración, el inspector general para Afganistán sentenció: “Hemos construido escuelas que se han derrumbado, clínicas donde no hay médicos; hemos construido carreteras que se deshacen a pedazos. Es grotesco y todo se ha realizado sin ninguna supervisión”.

En un enorme proyecto para cultivar soja, sin discutirlo con las autoridades afganas, Washington ha gastado 34,4 millones de dólares, lo que Sopko catalogó de “una actitud prepotente de Estados Unidos” porque esos pobladores no atienden esos cultivos.

Y resulta lógico que a los ciudadanos de ese país asiático no les interese atender la soja pues para que la mayoría de sus pobladores logren obtener algún dinero para sobrevivir del grave desastre que ha dejado la invasión estadounidense y los constantes ataques y enfrentamientos armados con los diferentes grupos armados, deben dedicarse al cultivo de la amapola.

La proliferación de la producción de opio ha ascendido en 3 000 % desde que los talibán fueron expulsados del gobierno en 2001. En 1999 el talibán ilegalizó ese cultivo y dos años más tarde la planta estaba prácticamente erradicada, indicó un informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de las Naciones Unidas.

Datos de Organizaciones no Gubernamentales indican que el gobierno presidido por Hamid Karzai, obtiene el 25 % del Producto Interno Bruto (PIB) del negocio de la droga.

La cifra alcanza a cerca de 3 000 millones de dólares y con la producción total proveniente de las distintas fuentes se abastece el 90 % del mercado europeo y el 40 % del estadounidense.

Con un país destruido y empobrecido, muchas familias afganas tratan de sobrevivir con el negocio del opio. De sus 30 000 000 habitantes, carecen de empleo el 65 % de la población económicamente activa; el analfabetismo se cifra en 80 %; la carencia de agua potable y alcantarillado es casi generalizada en todo el territorio; el 50 % de los niños padecen malnutrición y a diario mueren 600 por enfermedades evitables; 22 millones sobreviven del cultivo de la amapola.

En ese sentido, Sopko señaló que el programa estadounidense de lucha contra los estupefacientes “ha sido un fracaso pues desde 2001 a la fecha han crecido las hectáreas cultivadas y las cifras de exportación de esa droga”.

Lo que le faltó explicar a Sopko es que los campesinos cosechan la planta de amapola y recolectan su leche, pero después se debe realizar un tratamiento químico para el que se necesita disponer de laboratorios, procesar el líquido y convertirlo en heroína o morfina.

El productor afgano no cuenta con dinero ni capacidad para procesar la droga y el negocio pasa a manos de los llamados Señores de la Guerra que controlan las distintas regiones del país, así como de integrantes del gobierno impuesto por Estados Unidos. También participan miembros de las fuerzas de ocupación y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana.

Para sacar el opio de Afganistán es necesario tener  transportes y grandes contactos para atravesar fronteras y ponerlo a disposición de los consumidores en las naciones occidentales.

A 13 años del inicio de la ocupación, las promesas de reparar las viviendas y construir otras nuevas se han desmoronado y los tres pequeños hospitales erigidos se encuentra sin techo, con falta de agua y sin personal profesional para la atención asistencial.

En definitiva, el gran perdedor ha sido el pueblo afgano mientras muchos invasores se han llenado sus bolsillos.

2 de enero de 2015

DE BERNSTEIN Y KAUTSKY A LA TEORIA Y PRÁCTICA MARXISTAS DE LENIN

Miguel Urbano Rodrigues. La Haine

Releí hace días textos de Eduard Bernstein y de Karl Kautsky.

Fue un trabajo útil. El revisionismo de ambos ayuda a comprender luchas y desafíos del presente.

Bernstein inició la campaña. Veía en el marxismo solamente un método para estudiar problemas sociales y sostuvo que era posible llegar al socialismo sin revolución, mediante conquistas irreversibles de la clase obrera resultantes de reformas del capitalismo. Su famosa sentencia «El movimiento es todo, la meta final nada» motivó la réplica de Rosa Luxemburgo, para quien la meta, el socialismo, era todo.

En la social democracia alemana, en ese tiempo marxista, las tesis del llamado «socialismo evolutivo» de Bernstein sembraron confusión, pero no recibieron inicialmente el apoyo de Kautsky.

El líder del Partido Social Demócrata -SPD- solamente cambió de posición en vísperas de la I Guerra Mundial.

Partido más votado en l912, el SPD dio entonces un giro a la derecha. Kautsky, al empezar la guerra imperialista, decidió apoyar a la burguesía alemana. Eso lo hizo blanco de una crítica devastadora de Lenin. El revolucionario ruso, que en su juventud lo había admirado, pasó a identificar en el «un renegado».

La polémica que en la época dividió el SPD tuvo por palanca la Cuestión del Estado.

Para Kautsky el Estado era una máquina que, aun en manos de la clase dominante, seria conquistada por el proletariado.

Para que destruir el estado burgués -argumentaba- si durante la lucha pasaría a manos de la clase obrera?

Partiendo de Marx, la posición de Lenin era antagónica*.

En su libro El Estado y la Revolución, escrito en dos meses en Finlandia, después de las Jornadas de julio, el gran revolucionario fustigó a Kautsky. Las tesis del dirigente del SPD conducirían si fueran aplicadas a la integración gradual de las organizaciones obreras en el sistema del mecanismo capitalista.

Kautsky, citando fuera del contexto la hipótesis formulada por Marx de que en Inglaterra, excepcionalmente, los trabajadores podrían llegar al poder por vía pacifica, defendió con Bernstein una estrategia según la cual la revolución ya no era necesaria para la toma del Poder. Como afirmó Bukarine, un sector amplio de la social democracia alemana utilizaba aun «una fraseología marxista, una capa verbal marxista, pero ya sin ningún contenido marxista».

Transcurrido un siglo, y desaparecida la URSS, la ofensiva revisionista se repite con un lenguaje diferente. El Partido de la Izquierda Europea-PIE, que reúne a la mayoría de los partidos comunistas del continente, invoca también a Marx, pero su ideología es -como ocurría con la social democracia alemana- inseparable de una práctica oportunista.

La burguesía europea reaccionó con simpatía a la formación del PIE. Identifico en él, desde el inicio, un instrumento de neutralización de la combatividad de la clase obrera.

En el plano internacional las posiciones que viene asumiendo son también muy negativas. Sus dirigentes, ante las críticas de organizaciones que responsabilizan a los partidos del PIE por la crisis del Movimiento Comunista Internacional, contestan que el mundo cambió profundamente desde la época en que Marx escribió El Capital. Según ellos colocar la cuestión de la vía para el socialismo y la temática del Estado recurriendo a textos suyos es negar la propia esencia del marxismo.

De la argumentación de esos revisionistas se trasparenta desconocimiento del marxismo.

El marxismo no es solamente una metodología científica creada para la transformación del mundo; es simultáneamente el instrumento indispensable para alcanzar ese objetivo revolucionario.

Precisamente por haber comprendido que el marxismo no era una ideología estática, si no dinámica, Lenin supo extraer las lecciones implícitas en las profundas alteraciones que el capitalismo presentaba en el inicio del Siglo XX. La creación del partido de nuevo tipo, el Bolchevique, fue una de ellas, desde luego decisiva para la victoria de la Revolución Rusa de Octubre de 1917.

En vida de Marx el capitalismo tradicional, de Adam Smith y Ricardo, no evolucionaba todavía hacia lo que Lenin definió en su libro como «imperialismo, estadio superior del capitalismo». Solamente a fines del siglo XIX el colonialismo asumió un papel decisivo en las estrategias imperialistas.

El leninismo, hijo del marxismo, no habría sido posible si su creador, además de notable estratega, no fuera también un táctico atento a todos los aspectos innovadores de las sociedades del comienzo del Siglo XX.

«En gran parte -advirtió- los errores resultan de un hecho: las palabras de orden, las iniciativas que eran totalmente correctas en determinado periodo histórico y determinada situación, son mecánicamente transferidas a otro contexto histórico para otra situación con otra relación de fuerzas».

Lenin concluía de eso que era necesario plantear cuestiones que «permitiesen una síntesis de la destrucción de lo antiguo y de la construcción de lo nuevo, una síntesis de esos aspectos en un todo nuevo».

La obra teórica de Lenin tiene para los comunistas una importancia que aumenta a cada año. La derrota transitoria del Socialismo no disminuye su significado.

Ella nos ayuda a establecer puentes entre el tacticismo capitulador de los revisionistas de inicios del siglo XX y las opciones ideológicas y el discurso político de los oportunistas del Partido de la Izquierda Europea que, enmascarados de marxistas, son hoy instrumento inconsciente de las clases dominantes y del imperialismo.


* El debate sobre la Cuestión del Estado no perdió actualidad. Sigue motivando intensos debates ideológicos. Los defensores de la vía institucional rumbo al socialismo afirman que no es necesario destruir el estado burgués, solamente transformarlo mediante reformas revolucionarias.

Pero la vía llamada pacifica no fue hasta hoy exitosa en ningún país. En el Chile de la Unidad Popular cuando dos partidos marxistas, el Socialista de Allende y el Comunista, llegaron al gobierno por vía electoral, un golpe militar sangriento puso término a la experiencia.

En la Venezuela Bolivariana el contexto es diferente. El gobierno de Chávez, con el apoyo del Ejército, hizo cambios muy positivos en la sociedad. Pero Venezuela sigue siendo un país capitalista. Con Maduro el futuro inmediato se presenta cargado de amenazas. Lo mismo ocurre en Bolivia.