19 de julio de 2014

ALEMANIA Y ESTADOS UNIDOS: UNA BRECHA SIN PRECEDENTE

Fotografía de T.J. KIRKPATRICK (BLOOMBERG)
Immanuel Wallerstein. La Jornada

El 10 de julio, el gobierno alemán demandó el retiro inmediato del jefe de la misión de la CIA en Berlín. Tal exigencia no es inusual, aun entre aliados ostensibles. Lo que es inusual es que deba ser anunciado públicamente y con tanta fanfarria. ¿Qué es lo que da cuenta de lo que algunos ya están llamando una brecha sin precedente en las muy cercanas relaciones entre Estados Unidos y la República Federal Alemana desde 1945?

En tan sólo un día el asunto fue la ocasión para dos textos importantes: un editorial en Los Ángeles Times y un reportaje en el periódico alemán Der Spiegel. Ambos son pesimistas en torno a si tal brecha sin precedente pueda ser reparada con prontitud, si es posible repararla.

El editorial de Los Ángeles Times, escrito por Jacob Heilbrun, se titula La ruptura germano-estadounidense. La palabra ruptura es inequívoca. O casi. Tras una revisión panorámica de varios comentarios alemanes, Heilbrun finaliza con esta admonición: “Si Obama es incapaz de controlar el espionaje en Alemania puede descubrir que está ayudando a convertir en adversario a un aliado. Para Obama, decir auf wiedersehen a un aliado de muchos tiempo le asestará un golpe a la seguridad nacional estadounidense que ninguna cantidad de información secreta podrá justificar”.

Si Heilbrun parece tener muy poca esperanza de que su punto de vista sea escuchado en Washington, palidece ante el reportaje principal de Der Spiegel de la misma fecha. Este largo texto se intitula: La opción de Alemania: ¿Será Estados Unidos o Rusia? Una sección del reportaje tiene por título: La gota que derramó el vaso. Cita a alguien que no está en la izquierda o a alguien que haya promovido relaciones más cercanas con Rusia. Menciona, en cambio, a un promovente de la economía de libre comercio, conservador y pilar de las relaciones con Estados Unidos, alguien que es cabeza de una organización conocida como el Puente Atlántico. En un tono de desesperación, dice: "Si (los más recientes alegatos acerca del espionaje) resultan ser ciertos, es tiempo de que esto se detenga". Nótese que el escrito dice que es tiempo de que esto se detenga, no de que haya ulteriores discusiones o negociaciones al respecto. Sólo detenerse.

Un último detalle punzante: el embajador estadounidense en Alemania no habla alemán. El embajador ruso es tan fluido en alemán, que casi no se le nota el acento. La entrada a la oficina del embajador estadounidense está protegida con el nivel más alto de seguridad posible, sobrepasando aun la que gobierna la entrada a la Oficina Oval de la Casa Blanca. La entrada a la embajada rusa es tan casual, que ocasiona desconcierto.

¿Es esta brecha sin precedente tan repentina e impredictible? Por ahora, cada uno de los periódicos importantes y menores en Alemania, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y otras partes está publicando esta historia, analizando las causas y predicando entorno a la solución. Sobre todo, casi todos los artículos buscan a quien culpar. Los sospechosos principales son la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y el presidente Obama. Pero, ¿acaso son simplemente las poco sabias decisiones de la NSA o de Obama? En otras palabras, ¿podría haber sido diferente? Bueno, seguramente en los detalles. El gobierno estadounidense ha sido estúpido y muy torpe. Sin embargo, el problema es estructural. No son los errores coyunturales ni la estupidez de quienes detentan el poder en Estados Unidos.

El problema básico es que Estados Unidos está y ha estado por algún tiempo en decadencia geopolítica. No le gusta esto. En realidad no lo acepta. Con seguridad no sabe cómo manejarlo, es decir, minimiza las pérdidas para Estados Unidos. Así que intenta restaurar lo irrestaurable –el liderazgo estadounidense (léase: la hegemonía) en el sistema-mundo. Esto hace de Estados Unidos un actor muy peligroso. No es pequeño el número de agentes políticos en Estados Unidos que llaman a alguna suerte de acción decisiva –sea lo que esto pueda significar. Y las elecciones estadounidenses pueden depender en gran parte de cómo juegan este juego los actores políticos estadounidenses.

Eso es de lo que se están percatando los europeos en general y ahora la canciller Angela Merkel. Estados Unidos se ha vuelto un socio muy poco confiable. Así que aun aquellos que en Alemania y otros países de Europa tienen nostalgia por el cálido abrazo del mundo libre, con renuencia se están uniendo a los menos nostálgicos en decidir cómo sobrevivir geopolíticamente sin Estados Unidos. Y eso los está empujando a la alternativa lógica: a un techo europeo que incluya a Rusia.

Y conforme alemanes y europeos en general se mueven inexorablemente en esta dirección, tienen sus dudas. Si ya no pueden confiar en Estados Unidos, ¿podrán realmente confiar en Rusia? Y lo más importante, ¿podrán hacer un arreglo con los rusos que los rusos encuentren importante y necesario cumplir? Pueden apostar que eso es lo que se está discutiendo en los círculos internos del gobierno alemán hoy, y no cómo reparar la brecha irreparable de confianza con Estados Unidos.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Puede que también le interese:



17 de julio de 2014

LOS OPORTUNISTAS NO NACEN: SE HACEN

La crisis es a los oportunistas lo que la mierda a las moscas. Proliferan en esos ecosistemas. Por eso nunca hay sólo un único oportunista sino varios

Juan Manuel Olarieta. Diario-Octubre

Ni siquiera eso es cuestión de cromosomas: los oportunistas se hacen. Pero no se hacen a sí mismos, como ellos creen, sino que el Estado burgués -quienes llevan sus riendas- los hacen porque los necesitan. Ellos sólo se dejan hacer. Son los sujetos pasivos.

Un Estado necesita su oposición, como el organismo necesita sus propios anticuerpos. Si la burguesía no tiene una oposición, la crea como un traje a la medida porque necesita un determinado tipo de oposición, una oposición domesticada, no una oposición verdadera. Si no hubiera oposición, tampoco habría democracia. Es más, lo que demuestra que hay democracia es que hay oposición, ese tipo de oposición leal que es tan necesaria para la supervivencia del moderno Estado monopolista.

Pero nadie se convierte en oposición de la noche a la mañana. Los aspirantes a opositores tienen que pasar su Via Crucis; no se lo dan todo hecho sino que tienen que poner algo de su parte. En fin, tienen que demostrar cierta valía, cumplir determinadas funciones que son paradójicas: pronunciarse en contra del Estado que defienden.

Se les llama oportunistas porque son gentes sin principios, o sea, que al principio son muy radicales pero acabarán adocenados. Los oportunistas aparecen cuando al Estado, lo mismo que al mando a distancia, se le acaban las pilas y se echa de menos un recambio. Su ascenso es el termómetro que detecta el malestar social. La gente está harta, descontenta y reniega de todo, pero sobre todo del viejo andamiaje oficial, de los gastados partidos e instituciones. Hacen falta caras nuevas, modernas, que digan cosas que no estamos acostumbrados a escuchar. A veces ni siquiera son necesarias migajas para ilusionar a la gente y que todo vuelva a su cauce.

La crisis es a los oportunistas lo que la mierda a las moscas. Proliferan en esos ecosistemas. Por eso nunca hay sólo un único oportunista sino varios al acecho de su oportunidad, a la espera del momento de trepar. A medida que la crisis se profundiza, los oportunistas se multiplican como la gangrena. No debe sorprender que algunos de ellos logren un puñado de votos porque el gran oportunista de los tiempos recientes siempre fue Felipe González, que logró 10 millones de ellos en 1982.

Los del PSOE de hace 30 años sí que eran oportunistas de verdad, no los de ahora. Aquello sí que fueron campañas de imagen, no el circo de ahora. Para ser oportunista hay que ser joven, tener recorrido por delante, ya que, de lo contrario, no te da tiempo para dar el cambiazo. Los viejos no cambian, mientras que a Felipe González le pusieron de “primer secretario” con 33 años. Se preparaba la transición.

Hasta que ocupó su cargo, la secretaría del PSOE era colectiva, algo que está reñido con el marketing moderno, eso que procede de las universidades gringas y que llaman “liderazgo”. La política burguesa es electoralismo puro; votamos a personajillos y fantoches, no a partidos, ni a programas. ¿Cómo promocionar a una dirección colectiva? De ahí que con Felipe González en el PSOE se acabaran los órganos colegiados de dirección.

El oportunista es fruto de un diseño. En la transición los oportunistas como Felipe González exhibían una cuidada imagen descuidada: pelo largo, patillas y chaqueta de pana. Lo de menos es lo que uno sea; lo que vale es una imagen que sea nueva, distinta. Por eso en tiempos de la transición al PSOE se le llamaba “renovado”. Ya no era el de la guerra, sino un partido a la última moda, lo mismo que la movida madrileña y su lema “Enamorado de la moda juvenil” que cantaba Radio Futura:

"Y yo caí enamorado de la moda juvenil
de los precios y rebajas que yo vi
enamorado de ti.
Sí, yo caí enamorado de la moda juvenil
de los chicos, de las chicas, de los maniquís
enamorado de ti."

En la transición la tele no era tan importante y quienes te vendían eran periódicos y revistas. Por ejemplo, el Congreso del PSOE en Suresnes lo promocionó hasta Pedro Rodríguez, un conocido columnista del diario de los sindicatos franquistas “Pueblo”, que hizo una reseña del mismo en octubre de 1974. El PSOE necesitaba al franquismo casi tanto como el franquismo al PSOE.

Como toda la política burguesa y demás modas, los oportunistas son de usar y tirar. Tienen fecha de caducidad. Más tarde o más temprano se quedan obsoletos para que la rueda de la política siga funcionando. Son la respiración asistida: estiran un poquito más la agonía, necesitan ganar un tiempo precioso que les permita llegar hasta las próximas ilusiones.

Sí, he escrito ilusiones y no elecciones porque la política burguesa vive de ilusiones más que de elecciones. Me imagino que el lector se habrá apercibido, como yo, de lo siguiente: todos los partidos políticos quieren cambiar las cosas, lo cual significa que todos ellos reconocen que las cosas están mal. Es más, hay partidos y elecciones precisamente porque hay que cambiarlas. Sin embargo, las cosas no van a cambiar nunca mediante los votos, porque para eso están las elecciones: para que todo siga como hasta ahora. De lo contrario, ¿con qué cambio nos engañarían en las siguientes elecciones?

Para quienes votan, la verdadera elección es sólo una: o bien votas a alguien que nunca va a poder poner en marcha su programa electoral, porque nunca va a gobernar, o bien votas a alguien que va a traicionar su programa electoral en cuanto gobierne. Ésta última es siempre mayoritaria, es decir, que la mayoría vota a un oportunista que le va a engañar. Pero casi todos saben que hablar de elecciones y engaños es un redundancia. Lo importante es la ley de la transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos: el engaño es mayor cuantos más sean los votos. No me refiero a hayan engañado a más votantes sino al aspecto cualitativo del fraude, que se convierte en un fiasco. Las elecciones de 1982 son el mejor ejemplo de ello.

Pero, ¿como lograr muchos votos? Los que buscan votos en la blandenguería política se equivocan de estrategia. En la transición Felipe González, el PSOE y la UGT eran extremistas y radicales, la izquierda de la izquierda. A nadie se les calentaba la boca tanto como a ellos. Cuando Felipe González se oponía a la reforma del franquismo para exigir la ruptura, le acusaban de incitar a la violencia, o sea, al terrorismo. Pero en la política burguesa no importa lo que digan de tí; el caso es que hablen. En eso los tiempos no han cambiado nada: si los franquistas te atacan es para promocionarte.

No hay más que recordar los mítines de Felipe González en contra de la OTAN, entonces el asunto de moda: “OTAN de entrada no”, fue el lema de la campaña electoral que recaudó 10 milones de votos. Naturalmente que muy poco después Felipe González nos metió en la OTAN de cabeza y otro del mismo equipo, Javier Solana, fue secretario general de la OTAN, que fue el criminal que ordenó el bombardeo de Yugoslavia con armamento radiactivo, y así sucesivamente.

De Suresnes (1974) al gobierno (1982) sólo transcurrieron ocho años. Pero mientras en París prometieron construir el socialismo, en Madrid lo que hicieron fue iniciar la reconversión industrial. En Suresnes el PSOE se pronunció en contra de la Unión Europea, pero quien introdujo a España en ella fue el gobierno de Felipe González…

Etcétera. ¿O hay que seguir contando batallitas?

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Quizá también le interese:
La paradójica patraña de la "ilusión democrática"http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/07/la-paradojica-patrana-de-la-ilusion.html

“Guárdame los votos, Pablo, que en unos meses pasaré a recogerlos. Pedro Sánchez”:  http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/07/guardame-los-votos-pablo-que-en-unos.html

"Oligarquía, afiliación de aluvión y opacidad ideológica en Podemos":  http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/08/oligarquia-afiliacion-de-aluvion-y.html