14 de julio de 2014

CAÍDA DEL COMERCIO MUNDIAL ACELERA LA "DESDOLARIZACIÓN" DEL PLANETA

El Blog Salmón

La desaceleración del comercio mundial continúa a sus anchas a medida que la caída de la demanda configura la tendencia global del declive del comercio. Se han minimizado los efectos de la caída de la demanda, así como se han minimizado los efectos del alto desempleo. Muchos han pretendido hacer creer que "todo continuará igual o mejor" con el alto desempleo. Pero el impacto que el desempleo tiene en la demanda resulta desastroso para el conjunto de la economía mundial. En este aspecto, la caída de la demanda mundial de bienes no solo afecta la demanda mundial de comercio marítimo sino también la demanda de las divisas con que este comercio mundial funciona

Durante décadas, todo el comercio mundial ha operado con los dolares de Estados Unidos. De hecho, todas las compras de petróleo o gas natural se realizan con dólares. El hecho de que la rusa Gazprom esté sugiriendo a sus clientes comenzar a operar con monedas distintas del dólar rompe una tradición de medio siglo. Si añadimos que el presidente de la petrolera francesa Total SA señaló que "no hay ninguna razón para seguir negociando el petróleo en dólares", invitando a transar el petróleo en euros, veos que el declive del dólar está en plena marcha. La compra de petróleo en euros no sólo otorgaría una fuerte apetencia por la moneda europea sino que aceleraría el desplazamiento del dólar.

En las actuales circunstancias, el dólar cae por el significativo descenso del comercio mundial (como refleja el Baltic Dry Index), y también por el efecto sustitución que comienza a generar en otros países el respaldo a otras monedas como el Yuan chino, el rublo ruso o la rupia india para realizar transacciones. Debemos recordar que durante más de 40 años el petróleo se ha cotizado y transado exclusivamente en dólares, lo que le ha dado a Estados Unidos la hegemonía monetaria y financiera que hoy tiene. Sin embargo, pensar que se pudiera transar en otra moneda era casi una herejía hace una década. Toda la invención de la guerra de Irak con todos los pretextos de arnas químicas y o terrorismo no fue más que una guerra en represalia a la intención de Saddam Hussein de transar el petróleo en euros, como se lo formuló a Europa el año 2000. Por eso que decir ahora que "No hay ninguna razón para seguir pagando el petróleo en dólares", es una señal del cambio de los tiempos y del fastidio que genera la hegemonía monetaria de Estados Unidos.

Estados Unidos puede comenzar a ser aislado por donde más le duele: las relaciones monetarias basadas en el billete verde. Y esta operación anti-dolar puede verse fortalecida esta semana cuando los países BRICS declaren la creación de su propio banco de desarrollo. Un banco que pretende competir con el Banco Mundial y enfocarse en los problemas que al Banco Mundial no le interesan. el desarrollo de los países emergentes y la cooperación a espaldas de las instituciones como el Banco Mundial o el FMI dominadas por Estados Unidos. Las instituciones residentes en Washington siempre ha defendido los intereses de Estados Unidos en desmedro del resto del mundo. Por eso el banco de los BRICS puede significar un cambio radical en la hegemonía del dólar y de Estados Unidos.

13 de julio de 2014

MUNDO POST CRIMEA: SEXTA CUMBRE DE LOS BRICS EN FORTALEZA (BRASIL)

Estación compresora de gas en Kovalivka, Ucrania
Alfredo Jalife-Rahme. alfredojalife.com

Resulta significativo que la sexta cumbre de los BRICS en Fortaleza (Brasil) suceda en un escenario de fractura geoestratégica entre las tres superpotencias vigentes: Estados Unidos, Rusia y China, tripolaridad que acepta el general Martin Dempsey, jefe de las fuerzas armadas conjuntas de Estados Unidos.

La cumbre de Fortaleza sería la más importante de todas por su localización en el continente americano y sus históricos alcances que sepultan la caduca doctrina Monroe en un ambiente de nueva multipolaridad.

La cartografía geoestratégica ha cambiado dramáticamente en los recientes meses en el "mundo post Crimea", que ha acentuado las tendencias esbozadas en 2008 durante la guerra de Rusia contra Georgia y que tuvo como epílogo la secesión de Osetia del Sur y Abjasia.

A partir de la guerra entre Georgia y Rusia se trazó la primera "línea roja del Kremlin" en la etapa de su restauración relativa por el presidente Vlady Putin, quien ha jugado a las mil maravillas la carta de los hidrocarburos y los oleo/gaseoductos como arma disuasiva para impedir el desmembramiento de lo que quedó de Rusia después de la disolución de la URSS y también con el propósito de frenar el irredentismo de la tripleta Estados Unidos/OTAN/Unión Europea (UE) en la "periferia inmediata" de Moscú.

El "mundo post Georgia", desde el punto de vista del posicionamiento militar, representó las tendencias que se iniciaron en la primavera de 2004 cuando Estados Unidos y sus aliados no pudieron controlar el petróleo de Irak, lo cual dio lugar al nuevo barómetro de la geoeconomía planetaria con el inicio irreversible del alza del crudo, que se ha quintuplicado desde entonces a más de 100 dólares el barril y que llegó a un notable pico de 150 dólares.

No se puede entender el "mundo post Georgia" de 2008 sin el inicio ascendente e irreversible de la cotización del oro negro a partir de 2004, considerando que Rusia es la máxima potencia gasera del planeta, seguida por Irán, luego por Qatar y en cuarto lugar por Turkmenistán.

Se deduce así que el "arma petrolera" no va sola y que necesita de la cobertura de 4 mil 300 bombas nucleares hoy en manos de Rusia.

Mucho más que China, Rusia ha vuelto a mostrar su dentadura militar, lo cual empuja al incipiente orden multipolar y, en paralelo, a la irresistible expansión del bloque de los BRICS que apunta a incorporar como nuevos miembros a Irán y Argentina.

La secuencia crono-geopolítica es pasmosa: irresistible alza petrolera a partir de la primavera de 2004; nacimiento de los BRICS (oficiosa en 2006 y oficial en 2009), que de un bloque cuatripartita pasó a uno pentapartita; y el "mundo post Georgia" en 2008.

Tal es la inicial plataforma multipolar que luego se concatenó con el reciente "mundo post Crimea" de 2014.

Se pudiera argumentar que el Grupo de Shanghai, como contrapunto a la expansión oriental de la OTAN en la década de los 90 del siglo pasado, epitomizó el mínimo vital del poder y la geografía de Rusia que restañaba sus heridas después de la "catástrofe geopolítica" (Putin dixit) cuando Moscú solamente esperaba la oportunidad propicia para detener la ofensiva en sus fronteras por la tripleta de Estados Unidos/OTAN/UE.

La oportunidad para detener la vertiginosa caída vertical de Rusia se la brindó la doble debacle militar de Estados Unidos en Afganistán y, sobre todo, en Irak, cuando Bush hijo no pudo controlar el pletórico petróleo de ese país en la primavera de 2004.

El "mundo post Crimea" ha acentuado la recuperación relativa del vital espacio geopolítico de Rusia en su "periferia inmediata", lo cual ha llevado a la reincorporación de la superestratégica península de Crimea y a su preponderancia militar en el Mar Negro, los cuales desencadenaron tanto el acuerdo gasero histórico de Rusia con China como la eclosión de la Unión Euroasiática con Bielorrusia y Kazajstán.

Hoy la batalla mercantil cunde ferozmente en los dos océanos que bañan las costas de Estados Unidos, quien busca controlar las dos terceras partes del comercio mundial mediante sus dos polémicos tratados: 1) la Asociación Transpacifica (TPP, por sus siglas en inglés), destinado a cercar, si no a contener, a China y, de paso, a Brasil y al Mercosur y, desde luego, a toda el ALBA; y 2) la Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés), mediante la cual Estados Unidos busca atraer en su trampa a la UE, hoy fracturada económica y políticamente, mediante el espejismo de la burbuja del fracking y su shale gas para que rompa sus relevantes lazos energéticos con Rusia.

No todos los proyectos mercantilistas de Estados Unidos han sido exitosos, como lo demuestran sus mayúsculos fracasos recientes: a escala local el fenecido Plan Puebla-Panamá y a escala regional la sepultada ALCA.

Hoy asistamos a "neorregionalismos" mediante la formación de bloques regionales con sus respectivos liderazgos: Estados Unidos (con la absorción de Canadá y México); Brasil (con el Mercosur y en lucha por controlar a Unasur y al ALBA); Alemania (atormentada con su dilema ontológico: controlando lo que quede de Europa o quizá creando la anhelada "ruta de la seda" con China y Rusia; China (con el ASEAN-10, si es que no lo descarrila antes Estados Unidos atizando el fuego en los mares del Sur y Este de China) y Rusia (Unión Euroasiática).

Las fortalezas y vulnerabilidades de cada uno de los cinco miembros de los BRICS afectan al todo.

Aun dentro de los BRICS existen niveles y gradientes de poder que no son equiparables entre todos sus miembros, como es el rubro nuclear, donde exhibe en su seno a una superpotencia atómica de la talla de Rusia (a la par de Estados Unidos) y a potencias medianas como China (con 250 bombas) e India (de 80 a 100).

Notablemente, Sudáfrica poseía seis bombas nucleares antes de que los gobiernos post apartheid las desmantelaran en forma unilateral y voluntaria, mientras Brasil tiene prohibido en su Constitución adoptar las bombas atómicas pese a que posee el know-how para fabricarlas.

Dada la anárquica coyuntura presente del desmantelamiento unipolar estadounidense –a partir de la confrontación entre el G-7 y los BRICS: desde Ucrania hasta el nuevo califato del siglo XXI–, la sexta reunión cupular de los BRICS en Fortaleza simboliza la aceleración propicia para encaminar el nuevo orden multipolar que asienta como nunca el singular momento histórico de Sudamérica como nuevo gran actor geopolítico.