13 de abril de 2014

LA PASIONARIA DE BERLÍN

La caída del Muro la convirtió en la última defensora del comunismo en Alemania
Hoy Sahra Wagenknecht lucha por derribar el capitalismo.
Mediática y combativa, defendió a Putin en la crisis de Ucrania 

Enrique Müller. El País

Sahra Wagenknecht, actual vicepresidenta del partido alemán La Izquierda y la figura más mediática y polémica de su organización, tenía solo 20 años cuando vivió el peor momento de su vida. En la noche del 9 de noviembre de 1989 se enteró por la radio que el famoso muro de Berlín comenzaba a derrumbarse, pero la joven, en lugar de salir a la calle y dejarse llevar por las multitudes que empezaron a cruzar los pasos fronterizos, como lo hizo Angela Merkel, se encerró en su cuarto embargada por una profunda tristeza y se puso a leer Crítica de la razón pura, la obra capital de Kant.

“No tenía nada que festejar. Yo quería una RDA diferente, mejor. Mi esperanza quedó destruida aquella noche”, reveló años más tarde y cuando su combativa dialéctica comunista le había ayudado a salir del anonimato y se había convertido en una figura prominente en el antiguo Partido del Socialismo Democrático, que surgió de las cenizas del viejo partido comunista del país de la hoz y el martillo.

No ha sido la única frase polémica que ha pronunciado Sahra Wagenknecht a lo largo de su exitosa carrera política, que la ha convertido ahora en una combativa dirigente del partido La Izquierda y asidua participante en las tertulias políticas de la televisión germana. Es cierto, la diputada de 44 años está en camino de convertirse en un nuevo icono de la izquierda alemana, una moderna Rosa Luxemburgo (su ídolo de toda la vida) que nada contra la corriente y que no tiene miedo, gracias a sus convicciones de defender las causas menos defendibles que se multiplican en el planeta.

¿Qué político alemán, por ejemplo, se habría atrevido a defender la actitud que asumió Vladímir Putin en la peligrosa crisis que afecta a Ucrania y Crimea y que tiene al mundo occidental al borde de un ataque de nervios? ¿Alguien se habría atrevido, por ejemplo, a denunciar que la poderosa canciller alemana bendijo la llegada al poder en Kiev de un Gobierno golpista integrado por grupos fascistas y antisemitas?

Nadie, excepto Wagenknecht, una moderna Pasionaria comunista, que lo hizo con una vehemencia que provocó incluso un profundo malestar en las filas de su partido. La combativa dirigente defendió la anexión de Crimea a Rusia y denunció “la política exterior hipócrita” del Gobierno alemán, al defender al “Gobierno fascista” de Kiev, y recordó que los principales violadores del derecho internacional eran Estados Unidos y sus más cercanos aliados, como Alemania.

Sus polémicas afirmaciones provocaron agrias reacciones del presidente del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), el superministro Sigmar Gabriel, quien la acusó de ser una nostálgica de las viejas prácticas que imperaban en Moscú cuando aún existía la Unión Soviética. Peor aún, el SPD congeló un estratégico acercamiento con La Izquierda para formar una gran alianza de centro izquierda que le permita acceder al poder en 2017.

Wagenknecht sigue imperturbable. ¿Qué otra actitud podía asumir una mujer que siempre fue una rebelde con causa y que tuvo el coraje de rebelarse para no vestir el uniforme militar en la escuela? La ansiedad le impedía comer cuando la obligaban a participar en las acampadas de defensa civil, una actitud que fue tachada como huelga de hambre por los inspectores del régimen.

Bajo la peligrosa sospecha de ser una disidente, le prohibieron estudiar en la universidad. A pesar del castigo, la joven se alistó en el partido y se encerró en su cuarto para educarse a sí misma. Solo después de la caída del Muro pudo acceder a la universidad, y cuando terminó sus estudios, en 1996, decidió buscar una nueva vida en la política con un discurso que parecía haber desaparecido en la noche mágica del 9 de noviembre de 1989. La joven se transformó en la última defensora del comunismo en un país donde Lenin, Marx y Stalin eran detestados y donde sus antiguos compatriotas soñaban con el bienestar capitalista que les ofrecía Bonn. “La RDA fue la comunidad más pacífica y humanitaria que existió en toda la historia alemana”, dijo en uno de sus primeros discursos.

Pero la vida da muchas vueltas y la joven dejó de defender al régimen que gobernó en su primer país durante 40 años y se propuso una meta más ambiciosa, cuando la plaga de la crisis mundial atacó a los países capitalistas.

Sahra Wagenknecht, una autodidacta en muchas ramas del saber humano, decidió escribir un libro que la catapultó a la fama y la convirtió en una estrella de la televisión. Libertad en lugar de capitalismo fue el título de su libro que se publicó en mayo de 2011, un frío análisis que admite los aportes que hizo Ludwig Erhard, el padre de la economía moderna de Alemania, y donde se atrevió a señalar que el marco constitucional alemán permite superar el capitalismo e instaurar un sistema socialista que impida que las grandes empresas que cotizan en la Bolsa de Fráncfort sigan imponiendo sus reglas.

La crisis de la deuda en la zona le ofreció otro frente de batalla. “La Unión Europea es una democracia de fachada que solo defiende los intereses de las grandes empresas y bancos”, dijo no hace mucho. “La UE es un poder antidemocrático, neoliberal y militarista”, añadió.

Sus declaraciones convencieron al irreverente periódico Die Tageszeitung a escribir una frase que combina el sexismo con el halago. “Sahra Wagenknecht es el rostro más bonito del comunismo y tiene la cabeza más inteligente del anticapitalismo”, señaló el periódico. “Ella es la más izquierdista de La Izquierda”.

Sin dejarse impresionar por las críticas ni por los halagos, solo tiene una meta por delante. Acabar con el capitalismo que impera en su país y recuperar los principios del socialismo para crear una sociedad más justa. La meta es casi una utopía, pero la hermosa diputada sigue conquistando admiradores a través de la televisión y de los foros políticos.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
El País, vocero de la reacción liberal y anticomunista tanto en Europa como en América Latina, dedica una semblanza, en su sección Gente a Sahra Wagenknecht, dirigente comunista de un partido excomunista nacido de la extinta RDA.

Sorprende la ignorancia de su periodista Enrique Müller que, con apellido de origen alemán y todo, se atreve a afirmar que la RDA era el país de la hoz y el martillo. Les he puesto en ese punto de su afirmación el enlace a la bandera de la antigua Alemania del Este para que vean hasta qué punto el título de periodista avala decir tonterías propias de ignorante. 

No me gusta tener que coger noticias de lugares como El País porque cuando escriben para hablar del socialismo como sociedad, del comunismo como aspiración humana o de un comunista como persona lo hacen para cubrirles de barro y deformarlos pero creo que Sahra Wagenknecht es un ejemplo de coherencia, principios políticos y voluntad de lucha, por encima del cálculo y de las conveniencias políticas, algo distinto a lo que sucede en su propio partido y en sus socios europeos, incluido el español. Al último teatro de bronca escenificada en Andalucía me remito

Sahra Wagenknecht no se avergüenza de lo que es, ni de aquello en lo cree, ni tampoco de aquello por lo que lucha, como tampoco del mundo del que viene y en el que forjó sus convicciones y su conciencia. Y ello refuerza las mías.

Ello a pesar de que Sahra, quizá por el deseo de ver hasta dónde es posible tensar las instituciones burguesas y crear contradicciones en su interior que las hagan saltar, caiga en la ingenuidad, como otros que en España, que no debieran sostener tal tesis porque ya han podido comprobar lo que ha dado de sí, de creer que la Constitución alemana permite abrir el paso al socialismo. El socialismo sólo llegará de la destrucción del capitalismo y de su Estado y de la construcción de uno de y para la clase trabajadora. 

De hecho, es una burda mentira lo que cuenta en su artículo Enrique Müller de que las declaraciones de la diputada comunista sobre Crimea, Putin y Ucrania y el nuevo gobierno, nazifascista en este país, apoyado por la señora Merke,l haya congelado ningún proyecto de gobierno SPD-Die Linke para 2017. Sigmar Gabriel y el SPD, cuando han tenido la oportunidad de pactar un gobierno de izquierda en el Bundestang, han optado por reeditar de nuevo otra gran coalición con la CDU, a pesar de que Die Linke había rebajado buena parte de sus líneas rojas programáticas. Ese pacto llegará sólo cuando Die Linke haya tirado por la borda todo su pasado. La memoria sobre Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht sabe y recuerda el papel del SPD en sus muertes. Esa es la tolerancia del Estado alemán, de las derechas y de los pseudosocialdemócratas sobre cualquier proyecto de construcción del socialismo en Alemania.

De un comunista busco que me sirva como ejemplo para lograr llegar a serlo yo algún día. Creo que Sahra Wagenknecht, a la que he leído en alguna entrevista y de la que conozco algún otro aspecto como parlamentaria y luchadora es eso, un ejemplo. 

Un ejemplo nada tiene que ver con un icono, como pretende El País o con un pastor, al contrario de lo que sucede en España y en tantos lugares con quienes en su mente servil de gregarios ignoran esa estrofa de La Internacional que dice "Ni en dioses, reyes, ni tribunos/está el supremo salvador./Nosotros mismos realicemos/el esfuerzo redentor". En España tenemos tantos coleteros, califas o jueces que montan un partido porque les han cerrado su carrera judicial que ya no caben más mesías en el camarote de los Marx Brothers. Todos ellos creen superada la dialéctica izquierda-derecha y el socialismo como esperanza más noble y bella de la humanidad es algo que no va con ellos.

De Sahra Wagenknecht me interesa, además de su condición de ejemplo, su capacidad  de suscitar interés por y deseo de una sociedad socialista, no su belleza, que ciertamente me impresiona, ni si recuerda a Dolores Ibarruri (Pasionaria) o a Rosa Luxemburg, mujeres ambas de extraordinarias convicciones, talante humano y voluntad de lucha.

Los otros aspectos tienen más de anécdota y de "literatura" de lo que desgraciadamente suele entenderse por periodismo, como fábrica de ídolos y mitos para empequeñecer a los mortales:

 “Yo no sé muchas cosas, es verdad. 
Digo tan sólo lo que he visto. 
Y he visto: 
que la cuna del hombre la mecen con cuentos, 
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, 
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, 
que los huesos del hombre los entierran con cuentos, 
y que el miedo del hombre... 
ha inventado todos los cuentos...”
(León Felipe. "Sé todos los cuentos")

12 de abril de 2014

CRISIS PSOE-IU EN ANDALUCÍA: FUESE Y NO HUBO NADA

Susana Díaz (PSOE) y Diego Valderas (IU). "Teatro,
lo vuestro es puro teatro....estudiado simulacro"
Por Marat

Decíamos ayer...
A mediados de Abril de 2012, poco antes de la formación del pacto de Gobierno andaluz entre PSOE e Izquierda Unida, afirmaba “...el previsible acuerdo PSOE-IU en torno a la formación del próximo gobierno andaluz bascula entre un pacto de legislatura y un acuerdo de gobierno, polarizándose especialmente hacia el segundo.

Lejos de ser cualquiera de las fórmulas el origen de un espacio de resistencia frente a las políticas liberales del PP y de la clase social a la que éste representa, ambas pueden representar el canto del cisne de la coalición que dirige Cayo Lara. 

En el marco de un PSOE que lanza mensajes confusos de colaboración y entendimiento y, a la vez, de confrontación –líneas rojas de sanidad y educación, que podría fácilmente a romper con su insistencia en demandar pactos en dichas materias-, de unos sindicatos mayoritarios que lanzan el aviso a IU de que la mera votación de investidura a Griñán limitaría a la coalición al “derecho a la pataleta” y, principalmente, de un PP que amenaza con intervenir a las Comunidades Autónomas si no se pliegan a sus políticas brutales de austeridad y recortes sociales, la esperanza de una política autónoma y alternativa frente a este estado de cosas es un espejismo interesado al que, tal vez, algunos deseen sucumbir por sus ansias de tocar poder. Nadie con dos dedos de frente se imagina un gobierno presidido por un dirigente del PSOE abanderando una rebelión institucional y social. Son de sobra conocidos los límites de la disidencia de este partido. El miedo a ser desbordado ante una posición de protesta guarda su acomodada viña.

En la esfera política la más que posible alianza de IU con el PSOE andaluz, sea mediante pactos de gobierno o de legislatura, puede significar el abrazo del oso definitivo de los social-liberales a la coalición socialdemócrata.

No es previsible una resistencia institucional de un PSOE que abandere desde la Junta de Andalucía las resistencias a la destrucción de los restos del Estado social por el PP y la clase cuyos intereses defiende el gobierno.

Para ello el PSOE necesitaría recurrir a una movilización permanente de la sociedad andaluza; movilización a la que no está dispuesto porque podría sobrepasar sus compromisos de “partido responsable” con el sistema económico y constitucional del capital.

Ante lo que seguramente será un amago de disenso controlado por parte de este partido en las instituciones autonómicas andaluzas y una aceptación tácita de las reglas de juego que le impongan el Estado central, el PP y las fuerzas económicas del capital, el compromiso de grado 1 (pacto de gobierno) o de grado 2 (pacto de legislatura) que IU seguramente firmará con dicho partido supondrá tensiones internas que pueden romper la coalición dirigida por Cayo Lara a nivel federal o bien poner fin a su carácter de alternativa a la izquierda del PSOE o ambas cosas a la vez. La ruptura de dichos pactos, si quiere evitar el coste político que supondría mantenerlos en el escenario dibujado anteriormente, sería más difícil de explicar ante las bases sociales de las izquierdas que el anuncio de impedir el acceso del PP al gobierno andaluz, limitándose a dar su voto a la investidura de Griñán, en caso de aceptación de algunos puntos irrenunciables (defensa de la sanidad y la enseñanza públicas, cobertura del desempleo agrario, investigación sobre casos de corrupción en la Junta,...), y paso posterior a una posición parlamentaria independiente.

Por otra parte, resulta un tanto inexplicable que las bases sociales y el entorno próximo a IU contribuyesen a extender la afirmación sobre la identidad política PSOE-PP (PPSOE) y ahora su dirección andaluza, con el beneplácito de la federal se empeñen en ganar el referéndum entre las bases para un programa de acuerdos con el PSOE. Este, por mucho que el sectarismo y la estupidez coaligadas se empeñen en afirmarlo, no es lo mismo que el PP y el paso de los días no hace más que confirmarlo. Pero la distancia no es tan grande, como la experiencia del último gobierno Zapatero y la timorata “oposición” capitaneada por Rubalcaba demuestran, como para justificar un cheque de confianza a modo de pacto de IU con el PSOE. Una cosa es no caer en el absurdo extremeño y otra confiar en que el PSOE haya cambiado, cuando los hechos no permiten extraer, en absoluto, tal conclusión. El anhelo de la coalición socialdemócrata de demostrar que es opción de gobierno puede costarle muy caro, sobre todo cuando ocuparlo es algo cada vez más alejado de tener poder. Éste es algo hoy privativo de los centros de decisión económica capitalistas. Frente a ello, él único poder real político actual es el que da hacerse fuerte en la calle, como lo están demostrando el sindicalismo y la izquierda griegos.

IU no es una izquierda de la que quepa esperar la revuelta obrera y el proyecto socialista. Lo suyo no pasa de la construcción de una nueva institucionalidad “constituyente” y pacatamente reformista. Pero es una corriente política muy necesaria en la movilización social y de los trabajadores, mucho más cuando a su izquierda falta todavía mucho tiempo para construir una auténtica y poderosa izquierda revolucionaria.

Si se arroja al barranco, se despeñará. Si es capaz de situarse como instrumento de cierre del acceso del gobierno andaluz al PP y, a la vez, como grupo político independiente frente al PSOE y sin otros compromisos que apoyarle en lo que coincida con su programa, mientras moviliza la calle, será parte de la solución frente a las agresiones que sufren los trabajadores y no del problema que podría llegar a ser con el “pacto de progreso” andaluz.”

Una tormenta en un vaso de agua:
Dicho pacto ha sufrido su primera crisis escenificada en menos de dos años y su amago de “suspensión temporal” -pretendida mezcla de sentido de responsabilidad y de dignidad por parte de IU- se produce ante la firma y aprobación del decreto por parte de la Presidenta Susana Díaz, figura en ascenso dentro del PSOE a nivel nacional, que desposeyó a la Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía en manos de IU (Elena Cortés) de competencias en materia de adjudicación de viviendas, tras la acogida provisional de 8 de las 22 familias desalojadas de la Corrala Utopía 

En las primeras horas de la madrugada del sábado 12 de Abril se ensaya un nuevo capítulo del culebrón de la “supuesta ruptura”. Tras idas y venidas, prologadas reuniones de urgencia entre los socios, reuniones en solitario de la dirigencia andaluza de IU, con el Coordinador General nacional Cayo Lara incluido, apelaciones del señor Anguita a la dignidad de IU tras la humillación infligida por el PSOE, actitudes de enredador del PP andaluz en “patriótico” sentido de la responsabilidad, dispuesto a apoyar la labor de Gobierno del PSOE-A (posible ensayo de una “grosse koalition” a nivel nacional y de la UE), Susana Díaz se desdecía de la retirada de competencias en materia de adjudicación de viviendas a la Consejera de Fomento y Vivienda Cortés y se las  devolvía.  

Claves para entender un baile de la yenka
En el baile la yenka equivale a lo que en política son las idas y venidas, los pasos adelante y atrás, algo parecido a lo que ha sucedido en apenas 48 horas entre los socios del gobierno andaluz. 

En realidad, cabría hablar de una puesta en escena, una performance, la simulación pactada de un desencuentro, un como si, destinado no tanto a reorganizar el equilibrio interno de fuerzas dentro del pacto de gobierno -de una Susana Díaz que, de alguacila del anterior gobierno en solitario PSOE de la Junta, ha pasado a estrella ascendente dentro del social-liberalismo español (¡cómo andará el PSOE para que esta iletrada sea hoy un personaje con posibilidades de candidata a la presidencia del gobierno del Estado español!) y de una IU, cuyo trágala hasta el jueves ha sido más que lamentable- como de intentar mejorar la imagen que a cada uno de los socios le connota la ligazón con el otro. 

La prensa del régimen, los bancos, la derecha del PP y, en general, los poderes fácticos andaluces, españoles y hasta europeos pusieron en el ojo del huracán a Elena Cortés, la Consejera de Fomento y Vivienda de IU, cuando ésta anunció en su día (abril de 2013) el conocido como Decreto Antidesahucios (Ley de la Función Social de la Vivienda) que ponía el bien social de la vivienda por delante de la especulación bancaria, al prever el realojo en régimen de alquiler de desahuciados -durante no más de 3 años, todo hay que decirlo- en viviendas vacías en manos de los bancos y la multa de hasta 9.000 euros si estos se negasen a alquilarlas. Hasta de bolchevique se tildó a la Consejera del Gobierno, por hacer lo que algunos gobiernos capitalistas europeos, con más sensibilidad social que el PP y antes que el PSOE, no habían hecho. Luego las cosas no llegaron tan lejos, entre otras razones porque el Gobierno del PP recurrió contra dicha Ley y Bruselas puso el grito en el cielo porque ello podría suponer la quiebra de los bancos españoles. He aquí una de las claves principales para entender el porqué de esta bronca por el “realojo provisional” (no durante un máximo de 3 años, como prevé la ley, ni definitiva en una vivienda pública) de sólo 8 de las 22 familias desahuciadas.

El llamamiento de Susana Díaz a cumplir la legislación vigente tiene que ver con su respeto a y acatamiento de las “leyes superiores” del gobierno del PP en España (ya dije en su día, en el artículo entrecomillado que abre éste, que el PSOE  no llevaría a cabo ninguna resistencia institucional contra las leyes del gobierno central desde la Junta de Andalucía). Su alusión a que estas personas no podían pasar por delante de las 12.000 familias andaluzas en lista de espera para la concesión de una vivienda es falaz y sucia. Y lo es porque lo que se había hecho era sacar a esas 8 familias de la calle -hay que preguntarse qué pasará con las 14 restantes-, no concederles una vivienda pública y porque cabe preguntarse si entre esas 12.000 familias de las que hablaba la señora Díaz había también personas en “riesgo de exclusión social”, que es a lo que la Consejera de Vivienda se ciñó cuando realojó provisionalmente a esas 8.  

Desconozco hasta qué punto existe relación con esta bronca entre socios con la coartada de los desahuciados de la Corrala Utopía y dos hechos concretos sucedidos en este año 2014. 

El primero de ellos es que a mediados de Enero el Banco de Santander ha concedido 500 millones de euros a la Junta de Andalucía para que ésta pueda hacer frente a las “tensiones de tesorería”

El segundo es que, hace tan sólo unos días, la Junta -en concreto la Consejera de Fomento y Vivienda, Elena Cortés- expedientaba con multas de hasta 11,1 millones de euros a ocho bancos, entre ellos el Santander, por no registrar el número de viviendas desocupadas que estos poseen.

¿Molesta Elena Cortés a la señora Susana Díaz y a sus planes de subordinación entusiasta al capital? Estoy por afirmar que sí, tras el conocimiento de estas dos noticias que un amigo colgaba ayer en una red social pero no me atrevo a afirmar lo que no he podido comprobar con mis ojos ni mis oídos ni nadie podrá hacerlo porque este tipo de felonías políticas se hacen pero no se dicen. En todo caso, bien podría ser el asunto de la Corrala Utopía una cortina de humo sobre los motivos de la crisis, como afirma mi amigo.

La realidad es que muy poco más que la aprobación de dicha Ley Antidesahucios puede exhibir IU como éxitos de su cogestión gubernamental con el PSOE. 

La realidad es mucho más triste. IU no ha conseguido que se mantuvieran las inversiones sociales en los últimos presupuestos del Gobierno andaluz. Por el contrario, la dotación presupuestaria de la Consejería de Fomento y Vivienda, en sus manos, se ha visto reducida. 

El Banco de Tierras (para la expropiación de fincas improductivas) que pretendía IU se ha quedado en un Observatorio de Tierras para el estudio de la situación de las fincas “públicas”, lo no es otra cosa que tragar con que te den gato por liebre y encima sin apenas recursos económicos. 

El Impuesto sobre Grandes Superficies para fomentar el pequeño comercio se lo ha echado atrás la señora Susana Díaz.

La Garantía de Servicios Básicos de luz y agua a familias con pobreza energética se lo ha echado también atrás la Presidenta de la Junta, vinculando esta medida a lo que hiciera el Gobierno del Estado. 

A cambio IU ha tragado con recortes salariales a funcionarios y despidos de empleados públicos de la Junta y recortes en inversiones sociales.

Así mismo, y a pesar de las iniciativas parlamentarias de IU para investigar en profundidad el caso de los EREs, lo cierto es que el propio PSOE-A los dinamitó y hoy vemos cómo amplios sectores de la sociedad andaluza y española, que no son en absoluto de la caverna, se preguntan qué hace IU en un gobierno que no es demasiado diferente en lo económico y social del existente al frente del Estado -los matices no son para tirar cohetes en absoluto- y porqué sigue gobernando con un partido, el PSOE-A carcomido por la corrupción. 

Nadie busque en las supuestas presiones de la CUT, aún integrada en IULV-CA, referente político del SAT, razones para esta puesta en escena del tour de force de IU en Andalucia con su socio el PSOE. Si el SAT es fuerte, dentro de lo que el sindicalismo andaluz en su conjunto puede serlo hoy, la CUT es muy poco, fuera de Marinaleda y menos lo sería aún fuera de IU. Y eso Gordillo y Cañamero lo saben, a pesar de sus periódicas disidencias que parecen bordear una ruptura que en más de 20 años no se ha producido. En la calle hace mucho frío.

Estamos a 43 días de las elecciones europeas, unas elecciones que tienen un peso político mucho mayor que el que los proabstencionistas están dispuestos a admitir. Son unas elecciones que podrían constituir el primer test serio de debilitamiento del PP y de reconfiguración del mapa político español. Y eso IU lo sabe muy bien. 

Como sabe también que la fuerza de su ascendente en los sondeos preelectorales se está frenando, no sólo por la aparición de extrañas ofertas políticas mediáticamente proyectadas, sus broncas internas en tantas comunidades autónomas y no sólo por las listas, la tensión entre su excesivo electoralismo y su llamamiento a la movilización, sus vínculos con un sindicalismo desacreditado como el de CCOO sino por el penoso papel de sujetavelas que está haciendo en Andalucía, que puede ser el espejo anticipado de lo que sería un gobierno nacional PSOE-IU. Todo ello explica que IU haya querido hacerse ahora el “hombrecito” y haya amagado con un puñetazo en la mesa (suspensión temporal del pacto) sin fuerza de convicción alguna, lo que se ha demostrado con el hecho de que en menos de 48 horas las aguas hayan vuelto al cauce de la sumisión de IULV-CA al PSOE-A.

Si en IU hubiese alguien con capacidad dirigente que no confundiese tacticismo con estrategia no habría firmado ese pacto con el PSOE o cuando menos el jueves les habría mandado a la mierda. Se habría hecho respetar esta organización, no como ahora que, bajo su pretendido sentido de la responsabilidad, ha hecho el ridículo más espantoso al volver a un redil que poco bueno puede ofrecer a la clase trabajadora andaluza y española.