4 de febrero de 2014

EVIDENCIAS DE QUE NO SON LOS “CIUDADANOS” LOS QUE PAGAN LA CRISIS SINO LA CLASE TRABAJADORA

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:

El tonto medio es el que repite aquello que otros convierten en expresiones de moda por aquello de que representa el “espíritu del tiempo”, que diría los románticos alemanes y que integraría como concepto el filósofo Hegel.

La derecha cacarea el concepto “ciudadano” sin ton ni son, tratando de que tomemos conciencia de que sólo somos eso, “ciudadanos”, la pseudoizquierda claudicante la ha aceptado como propia, hace ya bastante tiempo, repitiendo el mantra cada segundo y medio, la autodenominada izquierda revolucionaria ya se va sumando al carro del “ciudadanismo” por aquello de “si no puedes con tu enemigo, únete a él”, que el oportunismo lingüistico te hace más “moderno” y a lo mejor los aquejados de "ciudadanitis" se olvidan de que hubo un tiempo en que te sentías orgulloso de ser comunista. 

Hubo incluso un programa llamado “Ciudadanos” en el Canal de Televisión Cuatro que acabó siendo cancelado, tras un breve, y lamentable en audiencia, recorrido.

En este interminable período de la crisis capitalista, por mucho que repita la derecha, su brazo mediático y los grandes empresarios, que ésta está acabando, cualquier plataforma  de reformismo cosmético que se precie no puede dejar de incluir en su nombre el término “ciudadanos”, si lo que quiere es remachar que en el contexto de la crisis el problema está en la corrupción, la falta de “democracia real” (como si hubiera alguna en la historia o en el mundo que pudiese decir “yo soy el ejemplo de lo que es una democracia real”), la falta de transparencia en la actividad pública, la ausencia de “democracia participativa” (con unas cuantas ILPs, unas asambleitas agitando las manitas y unos cuantos referenda se soluciona el problema de la no participación para esta gente), unas “primarias” en los partidos, “un proceso constituyente” (de esto menos porque ya lo meten menos en sus estribillos de danzantes cantores) y unas gotitas de “transversalidad” y “empoderamiento” -¡qué cool y moderno!-, un concepto que los movimientos interclasistas pusieron en la circulación de la moda hace años y, por fin, ¿cómo no?, el “99%” todos ciudadanos, sin matices de clases que afeen la “unidad” frente al 1%, como si en ese 99% no hubiera al menos un 10% de sectores uncidos por interés, estructura social y papel en la producción (perdón por la grosería de emplear esta expresión, señoritos modelnos), al carro de los intereses de ese hipotético sólo “1%”. ¿Los integrantes de ese inventado “1%” no son también ciudadanos de sus países?

En ocasiones he visto y escuchado emplear el término “ciudadanos” como equivalente de “consumidores”, lo que es coherente con el hecho de que buena parte de la protesta “molona” se dirija hacia el sector servicios, más concretamente financiero y energético, en tanto que los “protestantes” se autoperciben como “clientes”

Hay incluso quienes hablan de “huelga ciudadana” e incluso de “huelga general ciudadana”. ¿Será que los empleados de Coca-Cola en Fuenlabrada, Alicante, Asturias y otros centros de la marca USA en España son ciudadanos pero no trabajadores? ¿Será que los empleados de la limpieza en Alcorcón están haciendo una huelga de ciudadanía? ¿Será que los 6 millones de parados en España han sido despedidos de la empresa Ciudadanía S.A.? ¿Será que en el barrio de Gamonal en Burgos las condiciones materiales de vida y el carácter de clase de sus habitantes no tenían importancia alguna en el detonante de su protesta? ¿Será que las crecientes protestas, manifestaciones y huelgas en torno a EREs, privatizaciones y despidos son ciudadanas? ¿Será que los que iban a las manifestaciones mareadas, en las que estaban presentes los sindicatos, de toda orientación y pelaje, no eran ante todo trabajadores del sector público y usuarios, muy mayoritariamente trabajadores, de sus servicios? ¡Ah no, es que yo gano un buen sueldo y soy clase media! ¿Qué pasa, que el sueldo te lo pagas tú, que no estás contratado en una empresa o no eres un autónomo dependiente de esa empresa? ¿A qué clase crees que pertenecerás y perteneces si despiden de una empresa? ¿A la burguesa? Perdón, hay que decir clase media amplia y alta, que eso de burgueses y trabajadores es una antigualla.

Cuando a las huelgas de la clase trabajadora se adosan los “apoyos ciudadanos”, como estamos viendo últimamente, lo hacen supuestamente para impedir que esas huelgas queden sin el apoyo “ciudadano” o para que no se emplee a estos últimos contra el derecho a la reivindicación de esos trabajadores pero la realidad es que se le pone sordina al carácter de lucha de clases que entraña la protesta, mezclándose el concepto de usuario de los servicios con el de la lucha nacida desde el centro de trabajo, sin unir el hecho de que los usuarios se esos servicios son muy mayoritariamente trabajadores que se verán abocados, en uno u otro momento, a salir a la calle en defensa de su puesto de trabajo o de sus conquistas de clase.

No es la mera solidaridad ciudadana la que se necesita sino la alianza desde los trabajadores de unos miembros de la clase con otros, forjar la unidad solidaria de las luchas particulares de unos sectores de la clase trabajadora con la lucha general de la misma y eso se hace desde el sindicalismo y desde una posición política que sitúe la lucha de clases en el centro de las resistencias contra el capitalismo; algo que hace mucho tiempo no sucede en el sindicalismo ni en las izquierdas pero que necesita ser recuperado con urgencia.

Lo que los reivindicadores del término “ciudadanos”, izquierdas degeneradas y otros 15Memos, recalcitrantes o en proceso de amnésico camuflaje sobre su pasado reciente, no desean es que se hable de clase trabajadora, de lucha de clases entre empresarios y trabajadores, de socialismo, de… porque entonces se les jode el concepto “hegemonía”, -olvidándose de que las hegemonías no vienen dadas, no son conceptos estadísticos ni estáticos, se construyen mediante la lucha ideológica y de clases- otro término de papagayo, el único concepto de Gramsci que conocen, junto con las frases aquellas sobre “lo nuevo y lo viejo”, sin entender en absoluto su significado anclado en la dialéctica marxista, o sobre la necesidad de “instruirse, conmoverse, organizarse”. No les reproduciré las frases exactas para que no las repitan como loros sin tener ni puta idea de lo que están diciendo. Conocer un pensamiento y al pensador es mucho más que meterse en el Google a buscar “frases de…”.

La revolución, ese término tan prostituido por quienes jamás querrían una revolución que mereciese tal nombre y que cambiara radicalmente el orden social y económico en el que se asienta el auténtico poder y las relaciones sociales que lo expresan, no la traerán los naïf del tipo soy un hombre mágico que vive en el país feliz, en la casa de gominola de la calle de la piruleta, ni las ideologías de comeflores y mingafrías desclasados. La traerá la clase trabajadora –empleada en un banco, en una gasolinera, en un call center, de pasante en una notaría, en la mensajería, en la recogida de basuras o en el sector de la automoción, por citar sólo algunos ejemplos de lo que es la clase trabajadora- o no la traerá nadie porque ella es la explotada y oprimida, no por un 1% sino por todo empresario con empleados, que son más que ese 1%, pero que siguen siendo una minoría

Señores, han de ser los propios burgueses y capitalistas quienes les ilustren sobre a quién afecta, de verdad, la crisis capitalista y quienes la pagan. Veremos cuántos de los que hoy lean este artículo y puedan llegar a compartir su contenido no dicen hoy más de 10 veces la palabra ciudadanos. Se admiten apuestas. En este mundo del consumo fácil de información y de pereza intelectual todo se comparte, una cosa y su contraria.

Venga, a disfrutar de ciudadanía un ratito.

LA SEGURIDAD SOCIAL PIERDE 184.031 AFILIADOS EN ENERO


La Marea

Un total de 184.031 personas dejaron de trabajar en España durante el mes de enero, según los datos de afiliación a la Seguridad Social dados a conocer esta mañana por el Ministerio de Empleo. Al finalizar el mes de enero había un total de 16.173.610 personas cotizando, lo que supone un retroceso del 1,13% respecto a finales del mes de diciembre.

La cifra, que el Gobierno vende en su nota de prensa como “Enero registra el menor incremento de paro desde 2007”, demuestra una evolución en la destrucción de empleo y, en algo mucho más grave, la disminución de afiliados a la Seguridad Social.

En números fríos, en España el paro registrado en el mes de enero creció en 113.097 personas respecto al mes de diciembre, lo que sitúa el número total de personas en búsqueda activa de empleo en 4.814.435. De ellas, casi la mitad (más del 40%) no recibe ningún tipo de prestación y/o ayuda.

Pese a estas cifras, el ministerio de Fátima Báñez resalta que “en los últimos 5 años, el paro registrado en el mes de enero ha crecido por término medio en 152.837 personas”. Además, resaltan que se formalizaron 1.259.240 nuevos contratos, un 14,29% más que el mismo mes de 2013. Es decir, para el Gobierno, es un dato malo, pero menos malo.

Lo cierto es que el fin de la campaña navideña y la continuación de la crisis de la construcción arrastran los datos. Por sectores, la pérdida de afiliados a la Seguridad Social se ha dejado notar especialmente en el comercio (36.000 menos) y la hostelería (24.0000 menos), seguidos de la construcción (21.000 menos) y la industria (21.000 menos).


EL OBSERVATORIO DE SEGUIMIENTO DE LA REFORMA LABORAL DESMIENTE AL GOBIERNO: LOS SALARIOS BAJARON UN 10%

Diariocrítico/EFE 

Los salarios se han reducido un 10% de media desde el inicio de la reforma laboral hace ahora dos años, según los resultados del tercer Observatorio de Seguimiento de esta reforma, presentado hoy y procedentes de 200 encuestas a otras tantas empresas, en su mayoría con más de 50 empleados.

El tercer Observatorio, puesto en marcha por el Club de Excelencia en Sostenibilidad, la Fundación Sagardoy y Adecco, también ha estimado en 26 días la media de indemnizaciones por despidos colectivos procedentes.

Según ha expuesto, en rueda de prensa, el director de Relaciones Laborales de la Fundación Sagardoy, Jesús Mercader, "estos datos demuestran que las indemnizaciones abonadas se están reduciendo en línea con los objetivos de la reforma laboral si bien siguen siendo superiores a los 20 días previstos para el despido procedente".

Por su parte, el responsable del Club de Excelencia Juan Alfaro y el secretario general de Adecco,Santiago Soler, han señalado que aunque la reforma "va bien" y las grandes empresas han hecho sus ajustes, "hay que seguir trabajando y seguir haciendo retoques".

El Observatorio también ha puesto de manifiesto un ligero aumento de las contrataciones a tiempo parcial y del contrato de formación y aprendizaje, especialmente en las firmas de mayor tamaño. Así las compañías con más de 50 empleados han duplicado esta última modalidad de contrato, pasando del 8,1 % al 16,6 %.

Mercader ha explicado que el Observatorio ha evidenciado "una reducción en el número de empresas que no han realizado ningún ajuste en su plantilla o en las condiciones de trabajo" y ha precisado que se ha pasado del 28 % al 23,8 %.

Respecto a la media de indemnizaciones que se sitúa en 26 días, Mercader ha explicitado que sólo en el 10,6 % de los casos se ha abonado la indemnización legal de 20 días.

Este experto en Relaciones Laborales ha avanzado que el barómetro evidencia un mayor recurso a las Empresas de Trabajo Temporal (ETT) y, de hecho, la mitad de las compañías encuestadas han contratado o piensan hacerlo a través de las ETT.

Mercader ha subrayado que los resultados demuestran que las empresas que han necesitado despedir por razones objetivas han acompañado estas medidas de otras de flexibilidad interna, como la movilidad funcional o el tiempo de trabajo.

De las empresas encuestadas, casi un tercio ha reducido la jornada por debajo del 15 % de las horas totales, atendiendo al artículo 34.2 del Estatuto de los Trabajadores.

Además, ha informado de que, según este barómetro, los despidos colectivos "siguen siendo notablemente menos frecuentes que los despidos de carácter individual, representando sólo el 24 % del total".

El Observatorio ha corroborado que los despidos siguen respondiendo, en su mayoría, a razones económicas, técnicas, organizativas o de producción.

Así, el 77 % de las empresas que despiden por razones objetivas utilizan otras medidas de ajuste y el 34 % combina acciones de flexibilidad externa e interna, mientras que un 35 % recurre a medidas que no afectan a la cantidad de trabajo.

En la rueda de prensa, el secretario general de Adecco ha hecho hincapié en que "los grandes bloques de la reforma se van cumpliendo" y ha destacado, por ejemplo, "el capítulo de la flexibilidad y la moderación salarial".

Soler ha puesto de relieve que "los ajustes fuertes ya se han hecho y la reforma cumple, en general, sus objetivos" si bien ha admitido que las reformas laborales no generan empleo "y sí suponen palancas que ayudan a dinamizar los cambios fruto de cómo va la evolución de la economía".

En este contexto, Soler ha reiterado que "una reforma única y exclusiva no ayudará a solucionar el problema" y ha abogado por "retoques continuos y un futuro de reformas más gordas".

Soler ha puesto el foco sobre las políticas de empleo y ha apelado a "redefinir" el sistema, dinamizar el empleo joven y abrir una reflexión sobre el sistema de formación, "que dista mucho de lo que las empresas necesitan".

3 de febrero de 2014

UCRANIA: EL SILENCIO QUE FAVORECE EL AUGE DEL FASCISMO

Alberto Pradilla. Naiz

Europa tiene que recuperar los momentos de gloria que tuvo hace 400 ó 500 años. Necesitamos una nueva reconquista». Andrei Tarasenko, de 31 años, es el líder del Pravy Sektor, una alianza ultraderechista levantada durante los primeros días de la ocupación de «Euromaidan», la plaza que concentra las protestas en el centro de Kiev, y que se está haciendo fuerte en un campamento donde, progresivamente, el carácter paramilitar se impone. Cada vez más uniformes, cada vez más desfiles marciales, cada vez más entrenamientos y una estética castrense que se complementa con los cascos, escudos artesanales o robados a los antidisturbios y palos. Si en lugar de estacas exhibiesen armas hablaríamos ya de un miniejército en el centro de Kiev. Sin embargo, al menos entre los detractores del presidente, Viktor Yanukovich, todo el mundo mira aquí para otro lado u observa a las «fuerzas de choque» con simpatía. En parte, porque comparten sus ideas sobre un renacimiento nacional basado en alejarse de Rusia y recuperar valores como el orden o la moral. Por otro, porque al margen de palabras, los ultras se han ganado un sitio por derecho propio en la barricada, donde ejercen como barrera que repele las embestidas de los antidisturbios. Así que del «no soy tan extremista» se ha pasado al «laissez faire» que les convierte en los grandes beneficiados del progresivo descrédito de una clase política en manos de los mismos oligarcas que controlan el país desde la caída de la URSS. Es con este silencio, con la comprensión, con la tolerancia al considerarlo un «mal menor» en un contexto de caos e incertidumbre, como se construye el fascismo. Como dijo un pensador (precisamente conservador) como Edmund Burke, «la única cosa necesaria para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada».

Frente a la simplista imagen proyectada desde diversos medios internacionales de que en Ucrania se juega un partido entre proeuropeos y fieles a Moscú, Tarasenko evidencia que existen matices. Porque, para él, lo de Europa es secundario. «Lo verdaderamente importante es que Ucrania sea un país que se preocupe por sí mismo», insiste. De hecho, da la sensación de que, al menos en este momento, ni siquiera ve con buenos ojos sumarse ahora a una unión que considera «sometida al totalitarismo liberal». ¿A qué se refiere exactamente con ese concepto? A la «desnacionalización» entre instituciones que trascienden a los gobiernos y a la «descristianización», las grandes lacras que, en su opinión, se han convertido en los «signos de Sodoma» para el continente.

Contra el «totalitarismo liberal»
«No puedes llevar la cruz, las están retirando de los colegios públicos», protesta este antiguo estudiante de Económicas que, según cuenta, fue expulsado de la universidad por cuestiones relacionadas con su militancia. Su ideología se basa en tres principios: «Dios, Ucrania y libertad». Y aunque el primero y el tercer concepto puedan parecer antagónicos, Tarasenko los une con un contundente «Dios debería de estar por encima de los humanos». El peso de las diferentes confesiones cristianas ortodoxas es patente, tanto entre los opositores como entre quienes defienden al mandatario. Son cruces distintas, pero tienen el mismo peso. También la religión sirve para rechazar las acusaciones de antisemitismo: «las tres religiones monoteístas tenemos que buscar lazos en común», afirma, cuando se le pregunta por los ataques a judíos que se incrementaron en las últimas semanas.

En «Euromaidan», las banderas de la UE y de Ucrania compiten en número con las rojinegras, que han simbolizado los movimientos de «nacionalistas ucranianos» desde su surgimiento a principios del siglo XX. Entre ellos destacó el Ejército Insurgente de Ucrania, liderado por Stepán Bandera, que combatió a la URSS y terminó aliado con Adolf Hitler para declarar la independencia. Cierto es que, durante un breve período, la ocupación nazi condujo a Bandera y los suyos a los campos de concentración del III Reich, pero el avance del Ejército Rojo los terminó exonerando y acabaron nuevamente peleando, codo con codo, junto a Hitler. Toda esta iconografía ha resurgido (probablemente nunca se marchó) entre las barricadas y las tiendas de campaña del centro de Kiev. Porque el anticomunismo es otra de las bases que mueven al Pravy Sektor y sus aliados. «Esa ideología se construye a través del odio a la gente. En el futuro, el Partido Comunista no estará permitido», afirma Tarasenko, que vaticina un futuro «nuevo Nüremberg» para ajustar cuentas.

«Si somos fascistas, hay miles de ellos»
Consciente de que grupos como el suyo o como Spilna Sprava («Causa Común», uno de los colectivos ultras que ocupó la semana pasada el Ministerio de Justicia) ganan progresivamente adeptos, Tarasenko saca pecho. «¿Son ustedes fascistas?» «Si lo somos, tendrán un problema, porque hay cientos de miles de personas que piensan como nosotros», responde. No hay más que pasearse por ese microcosmos opositor para comprobar que, entre la liturgia nostálgica con muchas referencias al pasado cosaco, crece la simbología ultraderechista, con referencias al «white power», que se ha reforzado con la progresiva (para)militarización de la zona.

«Nosotros estamos en la vanguardia de la revolución. No solo en las barricadas, sino también ideológicamente», afirma el líder del Pravy Sektor, que no se separa de un inmenso guardaespaldas. «La gente no solo nos sigue por los cócteles molotov. También porque comparte nuestras ideas», insiste. Si uno pregunta entre quienes, al menos en apariencia, se mantienen a distancia de esos grupos que desfilan y se adiestran, encuentra un «sí, pero» como respuesta más crítica. Y, en general, una creciente simpatía. «Sin ellos no tendríamos nada de esto», dice Tania, estudiante de Medicina, mientras señala las barricadas de hielo y los autobuses calcinados que forman la primera línea frente a los antidisturbios. También afirma estar de acuerdo con muchas de las afirmaciones de Tarasenko. «Son extremistas, pero ahora, nuestros aliados para expulsar al presidente», añade Valery Bidnoshev, director de una agencia de cooperación con fondos europeos. Y eso que se refiere a Slovoda, la formación ultra que, junto a UDAR y Batkivschina, configuran el triunvirato opositor.

La falta de expectativas, la certeza extendida entre buena parte de la población de que ni siquiera unas nuevas elecciones cambiarían absolutamente nada, es su caldo de cultivo. Tarasenko se reafirma: «no vale con ciertas concesiones. Hay que cambiarlo todo». Yuyislav, uno de los jefes de la tienda de campaña del Pravy Sektor en el corazón de «Euromaidan», insiste en esta tesis: «solo hay una opción, cambiar el país». Apenas se le ven los ojos, entre el grueso abrigo militar y una capucha con la que se cubre el rostro. Descansa junto al fuego a la espera de que le llegue el turno de colocarse en la barricada o custodiar alguno de los accesos a la plaza. Asegura que está aquí porque «todos los gobiernos de los últimos 23 años han sido corruptos». Y se reafirma en la idea de que, en tiempos de caos, «son los radicales quienes toman fuerza. Ya lo vimos con Hitler».

Exmilitares en afganistán como líderes de las fuerzas de choque
Comenzaron como «fuerzas de autodefensa» pero cada vez más se asemejan a grupos paramilitares. Son entrenados por antiguos soldados que combatieron en Afganistán con el uniforme de la URSS o que estuvieron presentes en la guerra de los Balcanes. No permiten acceder a sus cuarteles generales (como, por ejemplo, el ubicado en el Ayuntamiento) ni a sus tiendas, aunque verles desfilar o realizar instrucción no es difícil. Están por todos lados en la zona ocupada por los opositores a Viktor Yanukovich. Frente al descrédito de los partidos, han cogido fuerza. Y solo aceptan la renuncia del presidente, aunque tampoco dejan claro qué harían el día después. «¿Armas? Seguro que las tenemos. Y si ellos disparan, nosotros responderemos. Aunque nadie te lo confirmará», afirma una de las jóvenes que duerme a diario en el cuartel general de la oposición. Por ahora, aunque se han disparado, las escaramuzas se han limitado a los cócteles molotov. Pero el riesgo está latente, porque se sabe quién dispara el primero pero no cuándo acaba.