28 de junio de 2013

EL OCASO DE LAS LIBERTADES

Por Marat

"Nadie combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La libertad ha existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, otras veces como derecho de todos." (Karl Marx)

Desde el auge de los fascismos en los años 30 del pasado siglo no habían sufrido las libertades democráticas tal ataque en todos los frentes.

Sufren las libertades ese ataque cuando los derechos sociales  –pensiones, cobertura de desempleo, educación, sanidad,…-conquistados  hace mucho tiempo por la clase trabajadora son erradicados a través de las decisiones del brazo político del capital. No hay libertad allá donde el empobrecimiento de millones de personas les arroja bajo el yugo del reino de la necesidad.

No hay libertad allá donde la justicia es un cruel sarcasmo al ver sometida una independencia que nunca ha existido, pues la ley que administra es siempre la que dicta la clase dominante, a la claudicación de jueces, magistrados y fiscales a los intereses, casi siempre económicos, de los representantes de gobiernos corruptos.

No hay libertad donde esos mismos jueces actúan de forma lacayuna como cuerpo, subordinándose de un modo infame ante los poderes económicos y los gobiernos que les sirven, callando de forma colectiva ante el acoso y defenestración pública de aquellos jueces que sí tienen un mínimo sentido de la justicia y de la decencia.

No hay libertad allá donde el insulto del gobernante de turno contra las víctimas de sus políticas queda impune ante la pasividad de unos jueces que miran para otro lado.

No hay libertad allá donde millones de personas son espiadas en sus comunicaciones con el fin de detener a “peligrosos terroristas” antes de que lleguen a siquiera a planificar sus “crímenes” . Como en una adaptación al mundo real de la película MInority Report. El “crimental” de la novela 1984 lo es sólo por disentir del actual régimen de dominación del mundo.

No hay libertad allá donde la corrupción se convierte en el principal medio a través del que los servidores políticos del capital reciben su salario del crimen por privatizar todo lo que un día fue público.

No hay libertad allá donde los fiscales actúan como abogados defensores de los corruptos si estos son de sangre regia o representan a los testaferros políticos del poder económico.

No hay libertad allá donde se cercena la libertad de información mediante la compra de voluntades, el despido laboral, el silenciamiento del periodista díscolo, la represión al  informador o fotoperiodista que cubre la protesta social.

No hay libertad allá donde la protesta en forma de manifestación o de ejercicio de las libertades de expresión y de opinión, de reunión,… son reprimidas por la violencia policial o por una ley injusta, que es la ley del poder del capital.

La libertad de hoy, como la de ayer,  es, como afirma la cita de Karl Marx, “el privilegio de algunos”. Es su libertad de explotar, de expulsar al infierno del paro a millones de trabajadores. Es su libertad para el expolio privatizador de las conquistas históricas de la clase trabajadora, a lo que eufemísticamente llaman “libertad de empresa” y a la que no se llega sin una dosis mayor o menor de corrupción para encontrar atajos, competir con ventaja, cambiar leyes, acercar a sus intereses las voluntades de los gobernantes o simplemente conseguir, por las más variadas vías, que sean elegidos aquellos que mejor los representan, aquellos que son “de los suyos”.

Para que la libertad sea un “derecho de todos”  es necesario que la clase que sufre de un modo más intenso y directo, la trabajadora (la más amplia de todas), las salvajes caricias del capitalismo en su providencial crisis, comprenda que junto a la lucha contra la expropiación forzosa de sus derechos sociales necesita unir su lucha por la defensa de sus libertades, porque son suyas, nadie se las regaló y las necesita como el aire que respiramos 13 veces por minuto para poder desenvolverse en la protesta social con un mínimo de posibilidades de no ser masacrada.

Por ese mismo motivo la campaña “Paremos la criminalización de la protesta social por vía de Código Penal” debe ser apoyada, divulgada y sentida como propia por tod@s aquell@s que nos oponemos a que el capital y sus representantes políticos nos impongan grilletes y mordaza, después de empobrecernos hasta límites que hace muy poco no sospechábamos. 

27 de junio de 2013

ESCLAVOS RUMANOS Y BÚLGAROS EN ALEMANIA

Casetas en medio del campo rodeadas de alambre de 
espino en la región de Bremen donde viven los 
trabajadores / Captura del documental de la ARD.
Un equipo de TV destapa un nuevo escándalo de explotación laboral

Cientos de trabajadores son empleados en condiciones de esclavitud

Viven en el campo hacinados en casetas rodeadas de alambre de espino

Carmela Negrete.eldiario.es

“Esclavos asalariados en Alemania” es el título del documental que emitió el lunes la televisión pública alemana, Das Erste. En dicho reportaje muestran las condiciones laborales y de habitabilidad de cientos de trabajadores provenientes de Europa del este, sobre todo de Rumanía y de Bulgaria, en varios mataderos alemanes. 

En eldiario.es exponíamos hace unos meses cómo a un grupo de enfermeros españoles les ofrecieron trabajar en la industria cárnica con condiciones similares a las descritas en el reportaje. Por suerte, no se vieron obligados a aceptar el empleo. Aunque a Aurora y a los otros enfermeros les ofrecieron vivir en un piso patera, lo más trágico de la historia que relata el reportaje no es la existencia de dichos alojamientos masificados en casas particulares.

El reportero se acerca a uno de los centros de albergue para trabajadores de la empresa Wiesenhof, una de las mayores productoras de carnes de Alemania, en la región de Bremen. Allí comprueba que, además de encontrarse en medio del campo y sin transporte de línea, las casetas en las que se alojan cientos de trabajadores se encuentran vigiladas y rodeadas por alambre de espino. El periodista trata de entrar en las instalaciones y el servicio de seguridad se lo impide. “Vengo a visitar a un conocido, ¿porqué no puedo entrar, no son personas libres las que ahí viven, no pagan un alquiler?” “Porque el propietario no quiere”, obtiene por toda respuesta.

“Nos levantaban a las dos de la mañana, trabajábamos hasta las cinco y nos mandaban otra vez a dormir. A lo mejor a las siete nos necesitaban otra vez y nos volvían a despertar”, asegura a la cámara un trabajador rumano que no quiere ser reconocido. Los empleados no podían abandonar el recinto sin que el superior lo supiera, además de tener que dar explicaciones constantemente sobre las ausencias y las actividades que llevaban a cabo en su tiempo libre.

“Nos tenían controlados todo el tiempo, incluso entraban en los cuartos a ver si estábamos durmiendo”, explica otra trabajadora que tiene miedo de mostrar su cara. Ella se atrevió a denunciarlo y su superior le soltó: “¿No tienes miedo de ir a un abogado y explicarle lo que os pasa? Te lo digo porque cuando salgas a la calle te puede atropellar un coche... O alguien puede que te apalee en medio de la noche y entierre tu cuerpo en la tierra, a varios metros de distancia de tu cabeza”

Los cuartos llenos de camas, los trabajadores sin intimidad alguna. Al parecer existía un control interno que debería garantizar que cada trabajador duerme en un cuarto o como mucho en cuartos de dos camas. “¿Avisan de cuándo van a realizar el control?”, pregunta el periodista a la empresa que se encarga de certificarlo. “Sí”, responden, “por razones de privacidad”. Así que, según, los trabajadores, cuando venía el control les obligaban a esconder las camas en el sótano y cuando se iban, las volvían a sacar. 

De 600 a 700 euros ganaban al mes por un trabajo a jornada completa que, en ocasiones, realizaban en medio de la noche o los fines de semana. Todo ello gracias a la legislación europea que permite contratar en origen. De hecho, estos trabajadores disponían de un contrato con una empresa de trabajo temporal búlgara o rumana, que les prometió un salario de unos mil doscientos euros mensuales. Los que tenían contrato. Otros seguían esperándolo después de meses y meses viviendo en dichas condiciones.

En los últimos años, las empresas que aparecen en el reportaje han despedido a numerosos trabajadores locales y han contratado en origen a través de agencias a personas procedentes de Rumanía y Bulgaria. En el documental van más allá y aseguran que estas compañías que realizan la selección están conectadas con las cárnicas alemanas donde los empleados trabajan. La fiscalía alemana está investigando el caso después de llevar a cabo registros a lo largo y ancho del país, aunque como publica incluso el conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung, "se sabía desde hace años que esto ocurría"


Este no es el único escándalo que se conoce en las últimas semanas. Otro reportaje causaba indignación hace menos de un mes. El programa de investigación Monitor, también de la televisión pública, exponía las miserables condiciones laborales que sufren miles de cuidadoras, principalmente polacas, que cuidan a personas dependientes las veinticuatro horas en Alemania. Y en febrero saltaba a la luz otro caso de explotación laboral masiva, esta vez en la empresa Amazon, en el que varios cientos de españoles se encontraron inmersos.