7 de junio de 2013

LA MUERTE DEL JOVEN MERIC DESTAPA EL NEOFASCISMO FRANCÉS

A la caza de homosexuales e izquierdistas

La ocupación de las calles de París por la ultraderecha usando como pretexto la ley de uniones homosexuales desemboca en la muerte de un joven de izquierdas brutalmente agredido. Un estudio constata la creciente derechización de las opiniones públicas europeas en materia social.

Dabid lazkanoiturburu. Gara

La brutal agresión neofascista que provocó la muerte al joven de izquierda Clément  Meric, un estudiante de 19 años, es la última de una serie de ataques perpetrados por unos movimientos que han encontrado un caldo de cultivo ideal en una Francia hundida en una crisis económica feroz y tensionada por la oposición visceral de los sectores retrógrados al derecho a la unión entre parejas del mismo sexo.

El suceso tuvo lugar el miércoles por la tarde en el céntrico barrio parisino de la estación de Saint Lazare, donde se había organizado un mercadillo de ropa. Un grupo de jóvenes con estética skinhead llegó y comenzó a provocar a un grupo en el que se encontraba el joven estudiante de Ciencias Políticas. Uno de ellos le propinó al menos un fuerte golpe con un puño americano y la víctima cayó al suelo tras golpearse la cabeza con un poste. Ingresada en el hospital con diagnóstico de muerte cerebral, falleció ayer.

El ministro francés de Interior, Manuel Valls, anunció la detención de cuatro jóvenes, entre ellos «el autor probable» de la agresión, y el Partido de Izquierda pidió abiertamente la disolución de los grupos de extrema derecha, que están multiplicando los ataques en las últimas semanas tanto en la capital como en otras ciudades del Estado francés.

Todo el arco político francés denunció los hechos, incluso el presidente, François Hollande, de visita en Tokio. Hasta la líder del ultraderechista Front National, Marine Le Pen, se apresuró a desmarcarse del «terrible e injustificable» ataque.

Lo cierto es que, como recuerda la izquierda, la agresión contra el joven Meric ha salido a la luz pública por lo dramático de sus consecuencias, pero se enmarca en una creciente oleada de ataques que ha tenido como objetivo preferente, que no único, a los homosexuales. Al calor de las multitudinarias manifestaciones contra la ley Taubira (bautizada con el nombre de la ministra de Justicia y principal proponente), y que pillaron a contrapié tanto a la derecha clásica de la UMP como al Front National, han reaparecido con fuerza grupúsculos de extrema derecha decididos a pasar a la acción.

La virulencia y el éxito en participación (cientos de miles de personas en cada convocatoria) de la oposición a esta ley igualitaria ha sorprendido tanto dentro como fuera del Estado francés. No obstante, un repaso a la historia francesa que repare en el peso de las fuerzas reaccionarias sirve para situar la cuestión. Como recuerda Bernard Schmid en Viento Sur, se trata de «sectores que van más allá de su tradicional actitud de defensa del orden social existente de forma pasiva». El autor añade que «la memoria de la ruptura revolucionaria de los años 1789-1793, y la forma como el orden burgués se impuso al ancienne régime (entre otros instrumentos, con la guillotina) han hecho que este campo esté dispuesto a movilizarse contra los cambios que considera catastróficos o que le conducen al abismo».

Y no hay duda de que la ley de igualdad de las personas del mismo sexo en el ámbito del reconocimiento legal de su unión es, a ojos de este sector, uno de ellos. Un sector que tiene continuidad histórica tanto en la Francia colaboracionista del régimen de Vichy como en el indudable peso político del Front National, extrema derecha homologada, como en amplios sectores del electorado de la UMP (sarkozysmo).
El cuestionamiento por parte de los opositores a la ley Taubira, ante la que oponen la primacía de una supuesta «ley natural» (lo que les permite proseguir con sus protestas pese a su aprobación) ha resucitado viejos fantasmas.

El suicidio en la catedral de Notre Dame de uno de los teóricos de la extrema derecha francesa, acompañado de un testamento-llamamiento para ir más allá de la protesta contra los homosexuales, debía haber encendido, más allá del simbolismo e individualismo de la acción, bastantes alarmas.

Dominique Venner, ensayista y prolífico autor de obras que defienden el supremacismo europeo, se disparó en la sien con una pistola el 21 de mayo, cinco días antes de la manifestación, nuevamente multitudinaria, contra la ley de igualdad de los homosexuales. En su mensaje, hacía un llamamiento a proseguir con la lucha pero alertaba de un «peligro» mucho mayor: el de que «Francia caiga en manos de los islamistas».

Venner, militante de la organización paramilitar de las OAS (grupos de choque en la Guerra de Argelia), era uno de los principales teóricos e impulsores del autodenominado «nacionalismo revolucionario francés». Lo que nos devuelve directamente a la muerte del joven Meric, que la Policía imputa al grupo «Juventud Nacionalista Revolucionaria».

Este movimiento, fundado en 1987, está formado actualmente por bandas «neonazis» con estética skinhead y supone una amalgama que combina una visión en la que priman los estados nación con elementos socializantes (aunque ferozmente anticomunistas).

Salvando las distancias geográficas y políticas, este grupo se reclama émulo del Movimiento Nacional Bolchevique, liderado por el ruso Eduard Limonov, una suerte de mezcolanza entre paneslavismo y estalinismo que tiene su correspondencia en el ámbito estético (hoz y martillo en lugar de la esvástica sobre un fondo igualmente negro).

Si Limonov luchó junto a las milicias serbias en el cerco de Sarajevo (Bosnia), la Juventud Nacionalista Revolucionaria francesa no tiene empacho alguno en reivindicar modelos como el baazismo (iraquí y sirio) e incluso en alabar a figuras como el desaparecido Hugo Chávez y al presidente iraní, Mahmud Ahmedineyad. Asegura compartir con estos últimos su antiimperialismo (frente a EEUU).

En el ámbito nacional (siempre francés, por supuesto), rechaza el liberalismo económico y aboga por un modelo económico corporativo y orgánico en la línea de lo que fueron movimientos como el fascismo italiano en sus inicios o el falangismo español.

Y es que muchas veces se pasa por alto el componente (o la excusa) socialistoide de este tipo de movimientos a lo largo de la historia, incluido el nacional-socialismo hitleriano.

Estas últimas reflexiones quedarían en unos insuficientes apuntes históricos si no fuera porque la situación que vive el Estado francés, y en general buena parte del continente europeo, no revistiera circunstancias de urgencia como las que dieron pie a la emergencia de aquellos movimientos fascistas.

Ayer mismo se conoció que la tasa de paro en el Hexágono ascendió en el primer trimestre del año al 10,4%, el nivel más alto desde 1998. Y la situación tiene todos los visos de empeorar.

Ante ello, la izquierda y los sindicatos han cedido todo el protagonismo y el escenario a la reacción, como ha quedado patente con las protestas anti-gays.

Muchos lo fiaron todo a la llegada al Elíseo del «socialreformista» Hollande, quien en un año de legislatura ha generado una insatisfacción general que ha llegado a cifras igualmente récord.


Hora es de que la izquierda se ponga las pilas para arrebatar la calle a sus actuales ocupantes y evitar que sus «grupos de choque» sigan sembrando de pánico, y muerte, las calles de París, Toulouse, Marsella...

6 de junio de 2013

SOBRE EL HAMBRE

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:

El hambre es uno de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis.

Tener hambre no es tener un sano apetito ni ganas de comer. Sufrir hambre es una etapa de un camino que conduce a la muerte –otro de los Jinetes del Apocalipsis- y, cuando posee dimensión epidémica, no nace del accidente, del azar o de factores ligados a la voluntad humana sino de la injusticia, la desigualdad, la opresión de unos seres humanos sobre otros, el reparto desigual de la riqueza, y mucho más desigual de la pobreza, y de una situación social, económica y política que lo amparan, protegen y promueven. Pero esto ya lo saben ustedes.

En diferentes momentos históricos la vieja “civilizada Europa”, madre de dos Guerras Mundiales, ha conocido el hambre. Uno de esos momentos más recientes fue “el hambre de la patata”, la Gran Hambruna Irlandesa, de 1845 a 1849. Entre dos millones y dos millones y medio de personas murieron entonces por efecto de esta devastadora lacra. Más de dos millones de irlandeses emigraron a Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Chile, Argentina y Australia en lo que se conoció como la Diáspora Irlandesa. Otros dos millones de personas se desplazaron dentro del país huyendo de las zonas de mayor hambruna. Sus efectos continuaron durante décadas y la población de Irlanda todavía no ha recobrado los niveles previos a la hambruna. Entre 1841 y 1851 la población del país disminuyó de 8,2 a 6,6 millones. Irlanda perdió una cuarta parte de su población. No es cierto que este desastre humano (no humanitario porque de humanitario no tiene mucho) se deba al mildiú, la ineficiencia económica o los métodos inadecuados de cultivo, como nos quieren contar los grandes maquilladores históricos. Estos sólo fueron factores facilitadores.

La realidad es que la propiedad de la tierra irlandesa era en el siglo XIX británica, siendo los campesinos irlandeses sus aparceros. Los irlandeses cultivaban el trigo que se exportaba a Inglaterra, mientras ellos se alimentaban de los productos de la huerta familiar: patatas, que sufrieron la devastación del mildiú y una pérdida radical de las cosechas. Fue el sometimiento irlandés bajo los británicos la causa de que la enfermedad de la patata tuviera tan trágicas consecuencias. Los patatales morían y los trigales disfrutaban de grandes cosechas pero los irlandeses no podían acceder a este alimento pues pertenecía a los terratenientes ingleses. No se sabe de ningún terrateniente británico que abriera sus despensas a los hambrientos irlandeses. La corona inglesa no tomó medida paliativa alguna con sus súbditos irlandeses literalmente muertos de hambre. Que los irlandeses murieran o emigraran aseguraba aún más el dominio inglés en un territorio hostil y fuertemente cruzado de un sentimiento nacional independentista. Mientras tanto, los terratenientes británicos siguieron exigiendo a sus aparceros el pago del arriendo.

Desconozco los efectos cuantitativos de los períodos de entreguerras (entre la I y la II G.M.) con la crisis de la Gran Depresión en Europa y USA pero sabemos que la mortalidad se incrementó notablemente, el crecimiento vegetativo se estancó e incluso se convirtió en negativo. Las grandes ciudades rusas y parte de su territorio rural se vieron desabastecidas de alimentos, por la falta de brazos campesinos, empleados en la I Guerra Mundial, el envío de gran parte de la producción agrícola al frente para alimentar a las tropas y el creciente incremento de los alimentos. En Alemania y en otros países de la Europa central, pero también de las grandes ciudades USA, la gente caía desmayada de hambre por las calles. El desempleo conducía al suicidio por desesperación y a la muerte por hambre. Mientras tanto, a un lado y otro del Atlántico,  los grandes terratenientes agrícolas quemaban las cosechas para impedir que los precios agrícolas bajaran.

Esta imagen desapareció de las ciudades del centro del capitalismo con la expansión económica tras la II G.M. y la recuperación de las grandes tasas de ganancia del capital, que practicó una política económica de cierta “redistribución de la riqueza” que permitiese el consumo de masas. Durante unos sesenta años el hambre en el mundo ha sido cosa principalmente de negros africanos pero como eran pobres y disfuncionales para el capitalismo de consumo de masas parecían no existir como denuncia que alzase su voz, salvo para el gran negocio de la caridad y la “solidaridad” profesionalizada de ONGs y otros vividores a costa de la pobreza ajena.

Hoy, la crisis global del capitalismo, ha vuelto a colocar el hambre en las calles y ciudades de Europa y USA, casi siempre como cifras abstractas, en ocasiones como rostros que el sensacionalismo mediático aprovecha para vender más periódicos o aumentar la cuota de pantalla de las cadenas televisivas  y para recordarnos que si nos rebelamos y perjudicamos el clima social –ya sabemos que el capitalismo es cobarde y gusta de la tranquilidad, que viene de tranca- las cosas pueden irnos aún peor a los desposeídos, por lo que nos conminan a callar y trabajar, los que aún tienen trabajo y a esperar resignadamente, como Godot, la mágica recuperación de los beneficios empresariales que son, según ellos, los que nos dan de comer. Mientras tanto, algo de pan nos dejarán caer las organizaciones caritativas de las iglesias y grupos nazi-fascistas como Amanecer Dorado en Grecia o España 2000 por estos lares, realizando unos y otros su “benefactora” propaganda por alimentos, eso sí, siempre limitada a nacionales.

Ni el hambre es culpa de quienes la padecen, como nos dicen los liberales que nos recuerdan cada día que sólo el esfuerzo y el trabajo es causa del progreso de las naciones (curioso discurso de quienes viven del trabajo y la miseria ajenos, la cultura del pelotazo y la corrupción), ni su existencia nace del azar o los desastres naturales. Es inducido por el capitalismo, del que sus víctimas tendemos a señalar su carácter criminal sólo cuando la situación se vuelve insostenible para nosotros y al que aceptamos pasiva o entusiásticamente cuando nos caen algunas migajas de sus banquetes.

Hoy he encontrado algunos textos sobre el hambre en distintos lugares del mundo que deseo compartir con ustedes. ¡Bon appétit!

DESNUTRICIÓN INFANTIL, EFECTO DEVASTADOR DE 5 AÑOS DE CRISIS ECONÓMICA EN ESPAÑA

En Andalucía firman decreto para garantizar tres comidas al día a los niños

Más de 28 por ciento de los menores no se alimentan como aconseja Naciones Unidas

Armando G. Tejeda. La Jornada

El hambre y la pobreza se han extendido sin piedad entre los niños españoles. En Andalucía, la región con mayor desempleo y desigualdad en el país, se puso en marcha un plan para atajar un fenómeno que amenaza con llevar a la exclusión a buena parte de la sociedad, el cual consistirá en dar desayuno o merienda a alrededor de 50 mil menores en los próximos meses.

Este programa llegará a 5 por ciento de la población infantil andaluza, gracias a un decreto del gobierno de coalición del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) e Izquierda Unida (IU), en el que se declaró obligatorio que todos los niños coman tres veces al día. El almuerzo consistirá en una torta de chorizo, un jugo de frutas, galletas, mantequilla y una manzana.

Como en los peores años de la posguerra o de la gran depresión de principios del siglo XX, España vive una pesadilla que no da tregua y que enfrenta a la población con el pasado, cuando la gente se alimentaba de pan, chorizo y vino. Es la peor cara de la crisis que afecta a este país desde hace cinco años y que ha multiplicado el desempleo: 27.1 por ciento, es decir, casi seis millones de personas; la pobreza, que afecta ya a 25 por ciento de la población, y la desnutrición infantil con dos de cada cinco niños mal nutridos.
Los últimos informes, tanto públicos como de organizaciones internacionales, confirman que la crisis y sus efectos devastadores han provocado un enorme incremento en la desnutrición infantil. En el conjunto del país más de 28 por ciento de los niños no se alimentan como aconseja la Organización de Naciones Unidas, mientras en la región de Andalucía la cifra alcanza 35 por ciento.

Este panorama fue el detonante para que el pasado abril, en un gesto insólito de los gobiernos autonómicos de España, la Junta de Andalucía, por medio de la Consejería de Igualdad, aprobara un decreto de lucha contra la exclusión social, en el que se desarrolla una línea de trabajo alimentaria que se enfoca en la desnutrición infantil, al garantizar, por ley, que todos los niños de la región coman tres veces al día, y deja un margen legal al gobierno para dotar los recursos que hagan posible dar de comer a los niños más pobres y con más desnutrición (5 por ciento).

El plan tiene un presupuesto de 16 millones de euros y se apoyará también en las ONG que trabajan en la región para hacer más eficiente el reparto, así como de los centros escolares, donde también se distribuirán los paquetes de alimentos. La consejera de Igualdad, Susana Díaz, explicó en su día que este plan de trabajo pretendía poner rostro a la crisis a través de nuestros menores, que son los más vulnerables en un momento de mucha debilidad y de una crisis brutal como la que estamos viviendo. Hay que reconocer que casi seis de cada cien infantes en Andalucía están situación de pobreza extrema, algo ante lo que hay que ser contundentes, porque estamos influyendo en el desarrollo y el futuro de los niños.


EL HAMBRE AUMENTA EN GRAN BRETAÑA

Matt Carr. IPS

Los drásticos recortes a la seguridad social implementados por el gobierno de coalición tienen un impacto cada vez más notorio en Gran Bretaña, donde las medidas de austeridad que buscan hacer frente a la crisis financiera hacen estragos entre los sectores más vulnerables.

Un relevamiento publicado en el sitio web Netmums concluyó que, con regularidad, una de cada cinco madres británicas no tiene qué darles de comer a sus hijos. Actualmente, miles dependen de organizaciones benéficas y bancos de alimentos de emergencia para alimentarse a sí mismas y a sus familias.
En los últimos 12 meses, The Trussell Trust, el mayor operador de bancos de alimentos en Gran Bretaña, dijo haber suministrado alimentos a 350.000 personas, lo que representa 100.000 más de lo previsto y supone un aumento de 170 por ciento en relación al año anterior.

Las personas recurren a bancos de alimentos por muchos motivos. Algunas están subempleadas, otras son víctimas de violencia doméstica. Otras sucumbieron ante usureros que se aprovechan de los pobres ofreciéndoles préstamos con intereses exorbitantes. Pero la mayoría están sin empleo, y les quitaron o recortaron los beneficios sociales a consecuencia de la arremetida del gobierno contra lo que considera una población de vagos y “parásitos”.

Todos estos factores alimentaron lo que The Trussell Trust llama una “epidemia” de hambre, que se vuelve cada vez más visible en localidades de todo el país.
Clay Cross, por ejemplo, es un pequeño pueblo de 5.000 habitantes en las colinas de la zona rural del norte de Derbyshire, que otrora fue un centro de la industria británica del carbón.

Como muchos pueblos y aldeas del área con un pasado extractivo, Clay Cross pasó épocas duras desde el cierre de su mina en los años 80, pero en los últimos tiempos las cosas empezaron a empeorar mucho más.

Una noche, IPS visitó el banco de alimentos local de The Trussell Trust, en la iglesia de Saint Bartholomew. En su interior, voluntarios exponían parte de las dos toneladas de alimentos donados por comerciantes durante una recolección de dos días en varios supermercados Tesco el fin de semana anterior.

El banco de alimentos se inauguró apenas en agosto de 2012, pero desde entonces atendió a 1.147 personas, y está abriendo otros en las cercanías.

Uno de sus clientes era David, quien ahora trabaja como voluntario para el Trust. Extaxista, durante 12 años se dedicó a cuidar de forma permanente y remunerada a su esposa discapacitada. Pero el año pasado, cuando ella falleció, perdió su salario de cuidador y permaneció siete semanas sin ingresos, mientras esperaba los beneficios por desempleo. En ese tiempo vivió gracias a tres sacos de provisiones que le dio el banco de alimentos, recordó.

Los retrasos en los pagos de beneficios son algunos de los motivos más comunes para que la gente recurra al banco de alimentos, y muchos de quienes lo hacen se sienten profundamente avergonzados y humillados.

El coordinador del proyecto, James Herbert, y su equipo, están dispuestos a superar estas reservas y a dar la bienvenida a quienes se acercan, pero también les indigna el hecho de que se requieran esos servicios.

“Es reprensible. El gobierno local y nacional debería estar avergonzado de dejar a las personas en una situación en la que tienen que depender de una organización benéfica para alimentar a sus familias”, planteó.

La mayoría de los usuarios del servicio llegan al Trust enviados por organizaciones de caridad o por agencias del gobierno, con cupones que les permiten retirar alimentos apenas tres o cuatro veces.

Bernard (nombre ficticio) acaba de llegar, enviado por primera vez de su centro de empleo local. Mentor voluntario de 38 años, trabajaba con jóvenes infractores, y gozó de beneficios por desempleo hasta hace dos semanas, cuando se los recortaron porque no se postuló a uno de los trabajos ofrecidos por su centro local de empleo.

Según él, nunca recibió el ofrecimiento, y apeló la decisión. Si tiene éxito, puede recibir un fondo semanal de 29 libras (45 dólares) por penurias económicas o la plena restauración de sus beneficios de 71 libras (110 dólares). De lo contrario, no recibirá nada por otras seis semanas, aunque vive en un apartamento sin gas, ni electricidad, ni alimentos.

“Si soy un parásito, soy un parásito, pero a fin de cuentas, ¿qué más voy a a hacer? ¿Voy a salir a robar para sobrevivir? Si en el siglo XXI, en una de las naciones más avanzadas del mundo, la gente tiene que acudir a bancos de alimentos, hay algo que no está del todo bien, ¿no?”, planteó.

Colin Hampton, coordinador del Centro para Trabajadores Desempleados de Derbyshire, coincidió: “La situación es peor ahora que en los años 80. Las personas vienen a nosotros pidiendo alimentos en situaciones desesperadas, y nosotros las enviamos a los bancos de alimentos. Pero aunque apreciamos que la gente intente ayudar, nuestra mayor preocupación es que, a menos que expresemos nuestra indignación, esto se convertirá en la norma, y las personas necesitan preguntar por qué está ocurriendo esto”, dijo.

El primer ministro británico David Cameron elogió el trabajo de The Trussell Trust, pero los bancos de alimentos son consecuencia directa de políticas gubernamentales diseñadas para quitar beneficios sociales sin importar las consecuencias. El parlamentario laborista Peter Hain acusó al gobierno de “aterrorizar” a los desempleados de su distrito obligándolos a elegir entre morir de hambre y realizar trabajos mal pagados.

El sistema de la Ley de Pobres, del siglo XIX, tuvo otrora una actitud similarmente punitiva y disuasiva hacia los trabajadores industriales pobres. Actualmente, el hambre es una consecuencia de la pobreza manufacturada en la séptima economía más grande del mundo, y los más vulnerables vuelven a ser victimizados y castigados.

En estas circunstancias, los bancos de alimentos pueden ser un sustituto conveniente de la asistencia reglamentaria, habilitando a los herederos políticos de la difunta (ex primera ministra) Margaret Thatcher (1925-2013) a despojar aún más la red de seguridad social partiendo de la idea de que la población puede estar hambrienta, pero por lo menos no se está muriendo de hambre.


RECORTES FISCALES EN ESTADOS UNIDOS APUNTAN A LOS MÁS POBRES

Matthew Charles Cardinale. IPS

El Congreso legislativo de Estados Unidos está a punto de hacer recortes de miles de millones de dólares al Programa de Asistencia Nutricional Complementaria, comúnmente conocido por sus cupones de alimentos, que abarca a millones de pobres e indigentes.
Los aportes se reducirían en noviembre, cuando expiren los que habían sido incluidos, en versión aumentada, en la Ley de Recuperación y Reinversión de 2009, o paquete de estímulo federal.

La merma será de entre ocho y 25 dólares por mes y por individuo, dependiendo del tamaño del hogar que integre. El beneficio promedio ya es tan bajo que llega a 1,46 dólares por comida por persona.

Pero eso no es suficiente para el actual Congreso, que busca exprimir aún más el dinero del programa de emergencia alimentaria.

Grupos como los Demócratas Progresistas de Estados Unidos han hecho circular por Internet una petición para oponerse a los recortes.

“Hay una puja por poner fin a los derechos de ayuda social y, si eso ocurre sin importar qué fórmula usen, la gente resultará perjudicada”, dijo Joyce Dorsey, primera vicepresidenta de la Asociación Nacional de Acción Comunitaria, a IPS.

“Todavía es difícil hallar empleos o quien lo tiene no recibe un salario que le permitan a una persona llevar un nivel de vida adecuado, entonces naturalmente necesita asistencia”, agregó.

Actualmente, 47,5 millones de personas reciben ayuda alimentaria de emergencia a través del Programa de Asistencia Nutricional Complementaria (SNAP, por sus siglas en inglés), según los datos más recientes del Departamento de Agricultura, lo cual equivalen a más de 15 por ciento de los habitantes de Estados Unidos.

El debate se centra en la Ley de Reforma Agrícola, Alimentos y Empleos de 2013, conocida comúnmente como Ley Agrícola, que el Congreso suele volver a aprobar cada cinco años para fijar las políticas nacionales en materia de agricultura, nutrición, conservación y silvicultura.

El Comité de Agricultura de la Cámara de Representantes, liderado por el opositor Partido Republicano, aprobó el 15 de mayo recortes por casi 21.000 millones de dólares al SNAP. El cambio de requisitos para postularse para recibir la ayuda que conlleva el proyecto implicará una pérdida de beneficios para casi dos millones de personas, entre ellas niños y niñas.

Se trata de personas que hoy pueden solicitar cupones de alimentos porque sus ingresos líquidos están bajo la línea de pobreza, aunque tengan bienes o ingresos brutos que los sitúen por encima del umbral de postulación al SNAP.

Actualmente, las leyes federales permiten que estas personas accedan al SNAP si se consideran aptas para beneficiarse de otro programa estatal bajo la Ayuda Temporal para Familias Necesitadas.

Según el Centro sobre Prioridades Presupuestarias y Políticas, se verán impactados muchos hogares de bajos ingresos de Estados Unidos que poseen un automóvil modesto. Esto también puede incluir a familias trabajadoras con altos costos en materia de cuidado de niños o a ancianos con costosas facturas médicas.

El proyecto de la Cámara de Representantes también elimina los pagos de incentivos del SNAP a estados que han mejorado la precisión en los pagos y la entrega de servicios, y recorta los fondos dedicados a educar sobre nutrición.

Además, restringe una opción que permite a los estados aprobar familias para beneficiarse del programa si estas ya califican para recibir ayuda en materia de calefacción por ser de bajos ingresos, algo que también hace la versión del Senado sobre la Ley Agrícola.

El 14 de mayo, el Comité de Agricultura del Senado, liderado por el gobernante Partido Demócrata, aprobó en una audiencia recortes al SNAP por 4.100 millones de dólares.
“Esto frena los pagos excesivos a un pequeño número de individuos en el programa (…) que pueden reclamar una cobertura para calefacción que no tiene, o ayuda alimentaria, para recibir beneficios” que están por encima de lo previsto, dijo Cullin Schwarz, portavoz de la senadora demócrata Debbie Stabenow, presidenta del Comité.

Schwarz dijo a IPS que los estados están usando tácticas administrativas, como calificar a personas para pagos por separado de ayuda energética de menos de 10 dólares anuales, supuestamente con el único propósito de aumentar sus posibilidades de postularse a los cupones de alimentos.

“Quince estados brindan una suma muy pequeña de ayuda para calefacción en el hogar, de apenas un dólar por año”, lo cual “no ayuda realmente a nadie a pagar por ese servicio”, sostuvo.

En caso de aprobarse el proyecto del Senado, la Oficina de Presupuesto del Congreso estima que 500.000 personas recibirán, en promedio, 90 dólares menos.
Pero la oficina de Stabenow insiste en que este no es un recorte a la estructura de beneficios. “Obtendrán exactamente lo que se suponía que obtendrían en el programa basado en sus gastos reales”, dijo Schwarz.

Ante la pregunta de qué considera que resultará de las negociaciones entre las dos cámaras, Schwarz respondió: “Si los republicanos pueden presentar maneras adicionales de reducir el gasto que no reduzcan los beneficios estándar o perjudiquen a familias verdaderamente necesitadas… estamos abiertos a discutirlas”.

La senadora demócrata Kirsten Gillibrand propuso una enmienda para quitar los recortes al SNAP de la Ley Agrícola, y compensar los costos limitando los reembolsos por seguros de cultivos a los proveedores.

“Las familias que viven en la pobreza, nuestros niños, nuestros veteranos, nuestros ancianos, parte de nuestro personal activo, sufrirán si recortamos los cupones de alimentos. Creo que no deberíamos equilibrar la deuda o el déficit sobre las espaldas de estos estadounidenses que trabajan duro y que simplemente tienen hambre”, dijo Gillibrand durante la audiencia.

La enmienda fue rechazada. Más de la mitad de los demócratas se unieron a casi todos los republicanos para vetarla.

Sin embargo, una enmienda propuesta por el senador republicano David Vitter para que violadores, pedófilos y asesinos no puedan ser beneficiarios del SNAP, fue aprobada por unanimidad.