28 de enero de 2013

¿POR DÓNDE ESTALLARÁ NUESTRO MAGNÍFICO DESORDEN?

Rafael Poch. La Vanguardia
Una política anticrisis alternativa que no incluya una clara posición antibelicista y antimilitarista estará coja desde su inicio

La estabilidad económica y militar del mundo reposa sobre bases muy frágiles. La crisis global empuja a las naciones hacia el recurso militar. Eso es tan viejo como la humanidad y la pregunta de si la actual crisis desembocará en una gran guerra no tiene nada de excéntrica. La cuestión puede formularse al revés: un conflicto militar de envergadura podría ser desencadenante de una fase muy superior de general hundimiento económico, el “big bang” de una crisis económica mundial. Tenemos dos escenarios servidos.

Uno en el Mediterráneo Oriental, que apunta hacia Irán y el Golfo Pérsico. El otro en Asia Oriental, con un cerco militar contra China. En ambos escenarios se está jugando con fuego.

En el Mediterráneo Oriental, desde el norte de África hasta Oriente Medio, tenemos una considerable concentración de países que atraviesan crisis muy diferentes pero todas ellas profundas.

En Libia la intervención occidental ha dejado un país fragmentado cuyas chispas han prendido en Mali. En Egipto la revuelta civil continua porque ninguna de las grandes cuestiones que planteó se han resuelto. En Grecia la política alemana está destruyendo una sociedad a la que se empuja a la revuelta. En Chipre, otro miembro de la Unión Europea en crisis, la decisión de explotar reservas marítimas de gas con ayuda israelí es discutida por Turquía, reavivando las antiguas tensiones militares entre turcos y griegos. Y todo eso no es nada comparado con la guerra civil siria.

Fomentado por occidente y los países árabes integristas amigos, con armas, dinero y propaganda, la guerra civil de Siria tiene como principal problema un frente de potencias occidentales y monarquías integristas reaccionarias del Golfo que se opone enérgicamente a cualquier acción diplomática y está decidido a un cambio de régimen.

El conflicto de Siria lanza desestabilizadoras fracturas, étnicas y religiosas, hacia todo su entorno, desde Líbano, hasta Turquía, pasando por Jordania. El principal problema del régimen de el Azad, es, sin embargo, ser aliado de Irán.

La presunta ambición nuclear de Irán es, contemplada históricamente, una lógica reacción al hecho nuclear israelí, y al doble rasero con el que las grandes potencias nucleares pisotean el acuerdo de no proliferación (NPT) de 1968. Es también reacción a la sistemática negación de la antigua propuesta, de Egipto, Irán y otros, de crear una zona libre de armas de destrucción masiva en Oriente Medio, a la que Washington, por no hablar de Israel, se opone activamente. El “problema nuclear iraní” sirve también para diluir la ignominia palestina, paradigma de cuestión colonial en el siglo XXI que inflama el demencial “conflicto de civilizaciones”.

El segundo escenario es el de Asia Oriental, particularmente desde que Obama anunciara, en noviembre de 2011, su reforzada atención militar allá. Existe un riesgo de conflicto que tiene a China como objetivo.

Durante muchos años la política de Pekín estuvo presidida por el principio que Deng Xiaoping formuló en los noventa, la necesidad de ser prudentes y humildes en política exterior para no malograr el gran objetivo estratégico de la nación, su modernización y desarrollo. Ese era también el relleno de la doctrina de la “pacífica emergencia de China” de Hu Jintao. Las cosas han cambiado por la extrema necesidad energética de China, de la que depende el propio objetivo estratégico de Pekín: sin rutas libres y despejadas en los océanos índico y pacífico del sur, así como en los estrechos de Indonesia, no hay perspectiva posible de mantener el crematístico desarrollo chino tal como está planteado.

Ahí es donde el fortalecimiento del cerco aeronaval a China propugnado por Obama, con el fortalecimiento de las alianzas antichinas en la región, las ventas de armas a Taiwán y el pulso naval y aéreo entre China y Japón por las islas en disputa, así como el siempre abierto escenario de un cambio de régimen en Corea del Norte y el apoyo de Washington a las reivindicaciones territoriales de Vietnam y Filipinas contra China, colocan a Pekín en una situación nueva.

China está dejando claro que no va a permitir dejarse encerrar en una esquina y los tonos que sus políticos militares y medios de comunicación están lanzando ya son muy diferentes de los de hace pocos años. Cualquier día la chispa de un incidente con Japón alrededor de las islas del Mar de China Oriental puede dar lugar a un serio conflicto.

Cualquier conflicto militar de envergadura, sea en el Mediterráneo Oriental y Oriente Medio, en un arco que va desde Grecia hasta Irán, pasando por Siria, sea en Asia Oriental, desde la península coreana, hasta Vietnam y Filipinas, con el pleito chino-japonés por las islas como detonante, supondría un golpe definitivo a la economía global.

En el mundo de hoy, con sus grandes flujos económicos internacionales, todo está interrelacionado. Es en China donde la industria del automóvil alemana, y la exportación germana en general, está salvando estos días sus balances. Cualquier hundimiento comercial en Europa sería fatal para China y viceversa. Algo parecido puede decirse de Estados Unidos. En este sentido es inaudito el desinterés que el análisis y seguimiento de la crisis económica demuestra hacia los temas militares, ignorando las estrechas relaciones existentes entre ambos vectores.

Hoy más que nunca, la pregunta ¿por donde estallará militarmente la actual crisis económica? es muy pertinente. Por eso, una política anticrisis alternativa que no incluya una perspectiva profundamente antibelicista y antimilitarista estará coja desde su inicio.

26 de enero de 2013

CONTRA LOS DESPIDOS EN EL SECTOR BANCARIO


Iniciativa de Clase

LOS TRABAJADORES DE BANCA SE MOVILIZAN CONTRA ALGO MÁS QUE LOS DESPIDOS EN EL SECTOR
Los sindicatos del sector de banca han puesto cifras de pérdidas a los puestos de trabajo. A los miles de despidos que se han venido sucediendo en los últimos años en los que se han realizado fusiones de entidades financieras y, por tanto, cierre de miles de sucursales, hay que añadir los miles de nuevos despidos que la patronal AEB quiere aplicar en el “nuevo proceso de saneamiento” y que alcanzarían la cifra total de 40.000 empleos perdidos por las continuas fusiones y las mal llamadas nacionalizaciones. 

La TROIKA ha diseñado un plan que acompañará al rescate financiero. Este plan, ejecutado por el Gobierno del PP, pasa por echar a la callen a miles de trabajadores, utilizando un método pernicioso que va a incidir no sólo en los despidos sino también en la deuda pública, en las prestaciones de desempleo  y en la  sostenibilidad de la Seguridad Social.

DISEÑO DE UN PROCESO
La Banca es el sector  del capitalismo que más ventajas está sacando de su propia crisis. Hay quién dice que esta crisis se podía haber evitado. Decir esto equivale a decir que “con otro tipo de políticas llevadas a cabo no habría crisis” y llegado a este punto esta afirmación llevaría implícito que el capitalismo puede encontrar soluciones a las crisis que históricamente y cíclicamente le sacude, y sobre todo una salida a los problemas que su propio sistema le plantea. Por tanto nosotros no vamos a hacer responsables a los gestores de la banca de la crisis del capital. Quedarse sólo en juzgar a los dirigentes de la banca y meterlos en la cárcel – que también hay que hacerlo - es dar pábulo a la teoría antes mencionada sobre la aplicación de otras políticas. 

Con la crisis actual, una gran parte del capitalismo se ha refugiado en el sector financiero. Desde este sector sigue aplicando, aún con más fuerza, políticas contra la clase trabajadora con dos fines; uno continuar con su explotación histórica y acumular más capital y dos someter a los trabajadores a condiciones de esclavitud con condiciones salariales y laborales que escenifiquen el que más vale tener un “trabajo”, sea en las condiciones que sea, que no tenerlo.

Para conseguir estos planes el capitalismo tiene la necesidad de derrotar a los trabajadores. Por este motivo, además de atacar a sus condiciones de vida lleva en su agenda también la destrucción de sus organizaciones con el único fin de que el trabajador no pueda organizarse y de esa manera hacer viables sus políticas.

EL SECTOR FINANCIERO MARCA EL CAMINO DE A SEGUIR AL RESTO DE LOS SECTORES DEL CAPITALISMO.
Decíamos al principio que además de los despidos de trabajadores, el sector financiero va hacer que la Deuda Pública aumente, además de incidir directamente en las prestaciones desempleo y en la sostenibilidad de la Seguridad Social.

Veamos en qué condiciones y con qué modelos la banca va a efectuar su llamado “saneamiento”.

La TROIKA ha impuesto un rescate al sistema financiero. Ese rescate, como todos sabemos, se va a convertir en  Deuda Pública. Por tanto, este primer punto del saneamiento de la Banca lo vamos a pagar todos con nuestros impuestos.

Además del rescate, el sector financiero impone que las entidades en peligro de desaparecer sean nacionalizadas. Pero esta nacionalización está lejos  de lo que los trabajadores pretendemos al pedir la NACIONALIZACIÓN DE LA BANCA. El único fin de la mal llamada nacionalización de las entidades bancarias que se pretende llevar a cabo, no es sino realizar un saneamiento de dichas entidades con dinero público para después regalárselas de nuevo al sector financiero por el estratosférico precio de ¡¡UN EURO!!

El plan del sector continúa con el despido de miles de trabajadores. En el 90% de estos despidos se van a llevar a cabo mediante el fraudulento proceso de EREs. Es decir, vamos a pagar los despidos el resto de los trabajadores. Evidentemente los EREs van a significar un  gran desembolso de dinero público por la antigüedad y los derechos adquiridos de la gran mayoría de los trabajadores y un aumento muy notable en las prestaciones de desempleo. Una vez llegado a este punto el Gobierno – que previamente va autorizar estos EREs – tendrá los argumentos necesarios para pegarle otro tajo más a las prestaciones por desempleo basándose en la falta de recursos para poder hacerse cargo de las mismas.

El plan no acaba aquí. Continúa y finaliza “temporalmente” con la contratación  de trabajadores que sustituyan a los despedidos. Las nuevas contrataciones vienen acompañadas de salarios muchos más bajos, menor cotización a la Seguridad Social por parte de las entidades financieras y menos derechos para los nuevos trabajadores, lo que significa menos cantidad a cotizar por la parte empresarial a la Seguridad Social. Estamos hablando de más de un 58% en el descenso de las cotizaciones por parte del sector financiero. Evidentemente el negocio para la banca es inmejorable a la vez que se deteriora enormemente la Tesorería de la Seguridad Social.

DEBEMOS UNIFICAR LAS LUCHAS PARA ACABAR CON LOS CONTINUOS ATAQUES A LOS TRABAJADORES.
Este panorama es el que está sobre la mesa con los despidos de los trabajadores de banca. Vamos a dejarnos ya del discurso de los ataques de los mercados, vamos a dejarnos ya de banca ética, vamos a dejarnos de que los activos tóxicos son los culpables de la crisis, vamos a dejarnos ya de desviar la atención y vamos a poner el dedo en la yaga. Contra estos planes tenemos que luchar desde todos los sectores. En primer lugar le corresponden a los sindicatos no entrar en el terreno que propone el capital financiero. Las organizaciones sindicales no pueden aceptar como bueno negociar el número de despidos que pretenden llevar a cabo los banqueros. No vale con decir: en lugar de “diez” hemos conseguido que sean “cinco” los despidos. No vale decir que la “mayoría de los trabajadores son despedidos con mejores condiciones que las que impone la reforma laboral”. Ha llegado la hora de frenar los planes de miseria que el capitalismo quiere imponer para seguir existiendo. No basta con paros parciales, ni huelgas en bancos “nacionalizados”. Las organizaciones sindicales de clase deben unificar la lucha de los trabajadores de todos los sectores. Si no actuamos de esta manera podemos llegar a una situación de desmembramiento total de la unidad de los trabajadores contra la política que hoy marca el capitalismo. El sector financiero marca el paso al resto de los sectores del capital y les está diciendo como deben actuar.  Los ataques a los trabajadores van a continuar. Dar una respuesta desde el punto de defensa de la clase trabajadora está en las manos de los que se reclaman de la clase trabajadora.