16 de diciembre de 2012

ALFON LIBERTAD

La vida de un joven de 21 años se consume entre los barrotes de una prisión. Alfonso Fernández salió de su casa el pasado 14 de noviembrepara ir junto a su novia a uno de los piquetes de su barrio, Vallekas. A escasos metros de su domicilio fueron detenidos y llevados directamente a la Brigada de información, donde sufrieron interminables interrogatorios extrajudiciales por parte de varios policías encapuchados que no pararon de amenazar, utilizando incluso posibles consecuencias contra su familia, novia y amigos con el fin de buscar información o una autoinculpación de un delito que no han cometido. Ambos son acusados de tenencia de explosivos, delito para el que el artículo 568 del Código Penal establece penas de 4 a 8 años. Al margen de las contradicciones y diferentes versiones policiales para demostrar que portaban algo que en realidad nunca llevaron encima, en el material explosivo que supuestamente les requisaron no han encontrado ni una sola huella de ninguno de los dos detenidos, como ratificó el propio fiscal ante el juez, y eso que fueron muchas y minuciosas las pruebas que realizaron. Tampoco encontraron nada que sostenga esta acusación en los registros a ambos domicilios, en los que la Brigada de Información, siempre encapuchados, volvió a atosigar a las familias, como si no tuvieran bastante con ver a sus hijos tratados como verdaderos terroristas.

Estas detenciones fueron utilizadas como excusa para registrar uno de los puntos de reunión de Bukaneros, grupo de seguidores del Rayo Vallecano al que solía acudir Alfon para animar al equipo de su barrio. Tampoco encontraron nada que pudiera argumentar la acusación de tenencia de explosivos, pero ya había logrado la Delegación del Gobierno criminalizar a un colectivo cuyas reivindicaciones sociales están alcanzando cada vez más notoriedad pública. Perfecto montaje para matar varios pájaros de un tiro.

Aún así, y pese a todas las evidencias de tratarse de un nuevo montaje policial, Alfon no sólo no es puesto en libertad (como su novia, a la espera de juicio), sino que tras presiones de instancias más altas el juez decide enviarlo a prisión preventiva. El propio fiscal reconoce que no existe riesgo de fuga, ya que el joven tiene arraigo familiar y cumple con las premisas para no poder ser aplicado el riesgo de fuga, pero entonces se sacan de la manga una supuesta ‘alarma social’, que no sólo es absolutamente falsa sino que también es ilegal, ya que no consta en la ley de enjuiciamiento criminal para aplicar la prisión preventiva, siendo el único detenido el 14-N en toda Europa en esta
situación.

Pero no sólo les basta con secuestrarlo, sino que a los pocos días le aplican el régimen FIES, que supone entre otras muchas cosas la intervención de todas las comunicaciones, incluidas las que tiene con familia y abogado, restricciones severas, hostigamientos… Una cárcel dentro de la cárcel, declarado ilegal no hace mucho y denunciado por numerosos organismos a nivel mundial. La escalada represiva va más allá, dedicándose la Brigada de Información a acudir a domicilios, a puestos de trabajos y a hacer seguimientos a varios amigos de Alfon por el simple hecho de haberle escrito a prisión.

La Audiencia ha rechazado el recurso contra la prisión preventiva, aceptando la ilegalidad de la ‘alarma social’ como principal motivo, pero inventándose ahora el de ‘riesgo de fuga’, el mismo que el propio fiscal reconoció no existir desde el principio. No solo existe montaje policial alimentado por intereses políticos, sino cobertura judicial para llevarlo a cabo.

Es muy fácil encarcelar y torturar a un joven de clase obrera, mientras políticos y empresarios corruptos gozan de total impunidad o mientras el estado indulta a miembros de las fuerzas de seguridad acusados de torturas.

Es por todo ello que familiares, amigos y compañeros de Alfon, así como todas las organizaciones y colectivos firmantes, exigimos su libertad inmediata y la absolución de todos los detenidos el 14-N.



15 de diciembre de 2012

TURISMO DE FAVELA


NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG

El artículo que les presento tiene cierto sabor cristiano, a ONG alterglobalización, de esas que hablan de pobreza e injusticia social pero no van a la raíz del problema, que no es otro que la existencia del sistema capitalista mundial, fuente de toda desigualdad humana.

Aún así me ha parecido interesante reproducírselo aquí por lo que tiene de crítica a esa mentalidad hipócrita del viajero cosmoputita, a lo Phileas Fog que, no contento con su deseo de visitar los 194 países, que aproximadamente la ONU reconoce como tales, antes de diñarla, desea además ser original y darse una patina de “contacto cultural profundo” con la realidad hard de esos países y vivir experiencias “emocionantes de la muerte”, ya sea viendo un talibán de cerca o aspirando el rancio olor de la pobreza en las favelas de Río de Janeiro. Lástima que ni los talibán ni los pobres de las favelas practiquen el canibalismo. Así, las experiencias del viajero mirón-cosmoputita serían más intensas.  

Les dejo, sin más, con este breve pero interesante artículo. 
Turismo de favela.
Jesús Jiménez Prensa. Alainet

Existe el turismo de miseria. Existe en Brasil, en India, en Sudáfrica, en México y en Kenia, de momento. Es el turismo que refleja la pobreza, la marginación, y sobre todo la desigualdad. Que la busca y quiere fotografiarla. Que se asienta en la seguridad de sentir un miedo inacabado, de ver armas, quizás drogas, y saber que todo está asegurado, que la realidad empieza cuando los blancos se hayan ido.

Cuando nos hayamos ido. Es fácil escribir en una computadora conectada al mundo, pero al menos esto se extiende y genera información. Quizás un no o un rechazo por los blancos que pagan este tipo de turismo. Turismo o periodismo. Al menos periodismo.

El turismo fue desde siempre una actividad económica que reflejó las desigualdades del mundo, especialmente las del Norte y el Sur, las de Occidente y no Occidente. Los alemanes viajan a India, los estadounidenses a Tailandia. Los británicos a las Islas Canarias. Los del norte de Italia al sur y Calabria. Los españoles a las playas de Túnez. Los franceses a sus antiguas colonias. Buscan sol y buenas temperaturas, pero siempre la mejor oferta al menor coste. Y así hasta que el orden del mundo quizás se altere.

En Brasil el turismo en las favelas de Río de Janeiro empezó en 1992, con la empresa Favela Tours. Hoy día la empresa realiza dos viajes al día. Un viaje que se inicia con la recogida de los turistas en sus respectivos hoteles, donde una furgoneta con aire acondicionado les llevará hacia las colinas donde se extiende la favela de Rocinha, una de las más grandes de Río, con cerca de 70.000 habitantes.

Del hotel a las callejuelas serpenteantes de la favela, de la furgoneta acondicionada al calor sofocante. De la comida del buffet del hotel al arroz y judías de los cariocas de Rocinha. Del ascensor al sudor de llevar la compra hasta arriba. La desigualdad explotada, convertida en curiosidad explotadora por el turismo de la desigualdad. Algo falla.

Otra empresa es Don’t be a gringo! Be a local (¡No seas un extranjero! Sé de la ciudad), creada en 2003. La idea que ofrecen es que Río de Janeiro debe ser visitado al completo, con favela incluida, como si fuese algo para coleccionar. No te lleves a casa una parte de la ciudad, llévatela toda en tu cámara fotográfica. Su viaje dura tres horas, se sube en moto hasta lo alto de la colina y se baja a pie. Lo bueno es que en el paquete se incluye las conexiones desde el hotel y un guía que habla sobre la vida en la favela.

Los turistas son todos blancos, vestidos para el calor y de colores. Todos sonríen cuando los fotografían. Son felices. No tienen miedo y saben que eso que ven se acaba luego y rápido, en menos de tres horas. Que esos niños negros que les ofrecen una batucada con cubos y baquetas artesanales de madera se quedarán allí y se acabó. Ellos volverán a sus países de blancos, donde podrán contar que estuvieron en una favela carioca, y que no les pasó nada, pero vieron todo.

Se hacen plaquitas de recuerdo para vender a los turistas, se permite hacer fotografías a las casas y a las personas. Incluso una vez, cuenta la socióloga brasileña Bianca Freire Medeiros en su libro sobre el turismo de favela, una turista blanca levantó la tapa de una sartén para ver lo que estaba cocinando aquella mujer de la favela. Le tuvieron que decir que eso no se hacía, que aunque pareciese un zoológico, pues podían hacer fotos a los negros, llevarse recuerdos a casa y recibir la ayuda de un guía especializado, pero no tenían derecho a inmiscuirse en sus vidas, pues lo mismo se llevaban un susto. Ante todo respeto y cada uno a lo suyo.

“Algo que les interesa mucho a los turistas son los rostros. En la favela de Rocinha los negros son los más fotografiados. A través de las fotografías de los turistas se tiene la impresión de que la favela es negra. Esto demuestra que la pobreza tiene cara y tiene color. La pobreza es negra”, escribe Medeiros. Y duele.