28 de abril de 2012

"EN EL MARCO DEL CAPITALISMO NO PUEDE HABER SOLUCIONES"

Entrevista a Kostas Papadakis, responsable de relaciones internacionales del KKE (Partido Comunista Griego). Gara

Kostas Papadakis, miembro de la dirección del Partido Comunista de Grecia (KKE) y responsable de Relaciones Internacionales del partido que ha estado en primera línea en las protestas contra los recortes sociales defiende alianzas sociales a nivel de base para luchar por un cambio de sistema.

Desde la firma del primer memorándum de medidas económicas para poder acceder al préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE), en mayo de 2010, y tras los continuos y cada vez más profundos recortes del gasto público, la sociedad griega ha ido abandonando su tradicional apoyo a las políticas europeas impuestas desde Bruselas al tiempo que ha fortalecido un movimiento de clara ruptura con el neoliberalismo.

Entre los partidos que han visto crecer su peso en la sociedad griega se encuentra el Partido Comunista de Grecia (KKE). El KKE es la tercera fuerza política en el actual Parlamento griego, y los sondeos sobre intención de voto para las próximas elecciones legislativas le auguran el doble del apoyo conseguido en los comicios de 2009.

Denostado tanto por la derecha y los grandes medios de comunicación, como por el movimiento libertario, el Partido Comunista griego emplea un lenguaje duro contra cualquiera que favorezca o legitime el actual sistema económico. Pero ha mantenido firme y en primera línea a su numerosa militancia en todas y cada una de las huelgas y manifestaciones convocadas contra las políticas antisociales.

En la situación actual ¿qué acciones identifica el Partido Comunista de Grecia como prioridades para la izquierda?
Desde hace años, el KKE ha dejado de identificar las fuerzas políticas del país con los conceptos de «izquierda», «derecha» o «centro». Estos conceptos no corresponden a las condiciones políticas actuales. Si en el pasado el concepto de «izquierda» significaba la ruptura con la clase dominante, hoy en día partidos que se autodefinen de «izquierda» participan con placer en la administración del capitalismo, en las guerras imperialistas y apoyan la Unión Europea imperialista. Desde este punto de vista, el KKE prefiere hacer referencias de clase y no utilizar conceptos cuyo significado es obsoleto. Dicho lo cual, nuestra prioridad en estos momentos es organizar la lucha para impedir las medidas antiobreras, para que no se apliquen en la práctica los recortes en los salarios, las pensiones, la eliminación de los derechos laborales, para derrocar la política antipopular del gobierno. En esta lucha estamos dando prioridad a la agrupación de las fuerzas sociales de la clase obrera, del campesinado, de las capas medias en las ciudades, en una gran alianza social que no solo se enfrente a los monopolios y el imperialismo, sino que también abra el camino al poder y la economía popular.

¿Qué significa para Grecia el segundo memorando de medidas económicas convenido con el FMI y sus acreedores?
El nuevo memorando, igual que el anterior, no tiene nada que ver con la enorme deuda pública del país. Es parte de la política coordinada por la burguesía griega, en cooperación con la Unión Europea y el FMI, con el objetivo de reducir aún más el precio de la fuerza de trabajo. El objetivo de esta política es asegurar la rentabilidad para el gran capital en Grecia, cargando el peso de la crisis sobre las espaldas de la clase obrera y de los demás sectores populares. Luchamos para que los trabajadores, que no tienen ninguna responsabilidad de la crisis capitalista, entiendan que deben organizarse mejor y enfrentarse de modo aún más intenso al capital y a las políticas que implementan recortes, según contempla el memorándum, y que aseguran los intereses de la oligarquía.

¿Qué alternativas políticas proponen para sacar a Grecia de la actual situación?
Se ha demostrado en la práctica, a través de la larga experiencia de los trabajadores y de los desempleados, que en el marco del capitalismo no puede haber soluciones a favor del pueblo. Nosotros llamamos al pueblo a luchar para conquistar el poder, para que los medios de producción de la industria se conviertan en propiedad popular, para que la tierra, las grandes empresas en el sector agrícola y el comercio monopolista se socialicen. En base a estas relaciones, la socialización de los medios de producción y la planificación económica, se abrirían grandes posibilidades infrautilizadas, asegurando la prioridad y satisfacción de las necesidades sociales básicas bajo un control obrero y popular. Este poder es el que garantizaría la soberanía y la verdadera retirada de todas las alianzas imperialistas, como la UE y la OTAN.

¿Sería posible algún tipo de acuerdo con otras fuerzas de izquierda?
Nuestra propuesta política promociona objetivos de lucha particulares, la agrupación y lucha de los trabajadores a través de «Comités Populares» en los barrios y los sindicatos de clase, para impedir las medidas antipopulares. Este desarrollo de la lucha de clases, desde la alianza social a nivel de base, es la principal preocupación para el KKE, no una política de aglutinación artificial de partidos con diferentes estrategias políticas.

¿Y de cara a las próximas elecciones?
La esperanza para los trabajadores no está en una confusa «unidad de la izquierda» sino en un partido fuerte y en la formación de una alianza social que luche por una economía y un poder popular. El acuerdo con partidos que algunos denominan de «izquierda» incluye políticas diametralmente diferentes, y no significa ninguna «ganancia». Esto no le interesa al KKE. Inicialmente sembraría la esperanza de que puede haber solución sin entrar en conflicto con el sistema capitalista, sin la retirada de la OTAN y de la UE, pero ello traería la disolución de este «proyecto», lo que generaría la decepción de los trabajadores.

27 de abril de 2012

LA FALSEDAD DEL BIEN COMÚN

Juan Manuel Aragüés. El Periódico de Aragón

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Pocas veces se puede ser tan brillante con tan pocas palabras como lo es el profesor Aragüés en este artículo; al menos yo no lo logro en, los para muchos, mis infumables textos.
Recomiendo encarecidamente la lectura de esta breve proclama, ya que incluso entre las izquierdas hace mucho que penetró ese virus llamado "bien común" que niega precisamente lo que parece defender.

LA FALSEDAD DEL BIEN COMÚN:
La idea de bien común, asimilable a la de interés general, está presente en la teoría política desde la antigua Grecia. Parte de un presupuesto antropológico previo, la igualdad de los seres humanos. En la medida en la que los seres humanos somos iguales en naturaleza, tenemos intereses compartidos que desembocan en un bien común.

El discurso de la Modernidad, al menos de la Modernidad dominante de los Descartes, Kant o Hegel, desde una posición también de defensa de una esencia humana compartida, reafirma esta idea de un bien que es común para toda la sociedad, entendida, a la manera liberal, como agregado de individuos iguales.

Este presupuesto teórico dominante durante siglos en nuestra cultura se ha convertido en un lugar común casi incuestionable en el discurso político sistémico. Así, es preceptiva, para todo gobernante la declaración de que ejerce su acción en busca del bien común. Cualquier medida que se adopte lo será siempre en defensa del bien común. La profunda agresión que el gobierno de Partido Popular está perpetrando contra la ciudadanía es también justificada apelando al bien común, a los intereses del país. Claro que, en algunos casos, resulta tremendamente complicado entender cómo el deterioro de los servicios públicos más básicos, como la sanidad y la educación, puede formar parte de un proyecto tendente al bien común.

EN REALIDAD, la cuestión tiene bastante de teórica, pues el bien común no es sino una construcción ideológica que pretende camuflar la diversidad de intereses que atraviesan las sociedades. Frente a esa idea de igualdad de los seres humanos que han defendido las filosofías dominantes desde la antigüedad, hay otra tradición, que nace con los sofistas, con Epicuro y Lucrecio, se desarrolla con Spinoza y que, desde presupuestos materialistas, teoriza el carácter diferencial de los seres humanos. Esa tradición desemboca, en los siglos XVIII y XIX en una serie de filósofos, con Marx a la cabeza, que subrayan la diferencia de los intereses de los individuos en función de su posición social. De manera muy esquemática, argumentan que no son los mismos los intereses del amo y del esclavo, del señor y el siervo de la gleba, del capitalista y el trabajador. Y así describen la sociedad no como un lugar uniforme, sino atravesado por intereses diversos, en ocasiones contrapuestos. Desde esta perspectiva, el pretendido bien común no es sino una construcción, una estrategia de quienes ostentan el poder para gobernar en función de sus intereses presentándolos como si fuesen de todos. Me parece que no hay descripción más ajustada de lo que está sucediendo, pues resulta evidente, por poner un ejemplo, que el interés del banquero no es el mismo que el de la ciudadanía de a pie. Incluso podríamos decir que son contrarios, pues al beneficiar a la banca, los Estados no están haciendo sino debilitarse a sí mismos. La teoría de que si a los poderosos les va bien al resto nos irá bien, pues podremos mantenernos con las migajas de su banquete, se ha mostrado, además de tremendamente injusta, falsa.

EL CAPITALISMO es una teoría política solo construible desde el desprecio a la mayoría social. Incluso cuando funciona más o menos bien lo hace para un porcentaje ínfimo de la población mundial y, por sus propios presupuestos, no puede ser desarrollado sin generar una profunda brecha social. Esa brecha social, esa falla geológica y política que creíamos alejada de nosotros, está resquebrajando la tierra bajo nuestros pies. Y la solución de los políticos sistémicos, que, como el mono ese que se tapa los ojos, las orejas y la boca, se niegan a mirar a la realidad cara a cara y se refugian en construcciones teóricas obsoletas, consiste en seguir alimentando a la Bestia, inmolándole cada vez mayores cantidades de euros, más servicios sociales, más, en última instancia, seres humanos. Con los resultados que constatamos día a día: nada de nada.

Frente a ese inexistente bien común, que camufla el interés de los poderosos, sí que es posible detectar, describir, teorizar y buscar, el bien de la mayoría. No se trata de reformar el sistema, pues sus presupuestos lo hacen inviable. Las reglas del juego están hechas para beneficiar a los menos, por lo que no cabe más que crear otro juego, con otras reglas. Se trata de construir un nuevo sistema que parta de esa idea de la mayoría, que busque el beneficio de los más y no tema, para ello, enfrentarse a los menos. La crisis nos coloca ante esa disyuntiva. Solo la potencia de la ideología puede mantener viva esa idea del bien común, el análisis de la realidad nos coloca ante un profundo conflicto de intereses entre los pocos, muy pocos, y los muchos. La historia de la humanidad es la de ese conflicto, en el que, casi siempre, los menos se han impuesto a los más, argumentando, en ocasiones, que representaban a todos. Ese todos, el bien común, es irreal, falso, ideológico. Pero sí que hay una amplísima mayoría que puede construir una nueva realidad a partir de sus intereses colectivos. Ahora bien, para ello hay que arrancarles los privilegios, y el dominio del pensamiento, la economía y la política, a aquellos que controlan el sistema.

Juan Manuel Aragüés es Profesor de Filosofía en la Universidad de Zaragoza.