9 de febrero de 2012

CRISIS, CLASE MEDIA Y HASTA SAMPEDRO (JOSE LUIS) INDIGNADO

El blog de la sala de máquinas. Rebelión

Hay una gran ficción que se ha activado con fuerza en el entorno de la crisis económica: la vilipendiada clase media. Fíjense que, gracias a las teorías económicas humanistas a lo Sampedro, la dicotomía clásica de la modernidad (esa que nos diferenciaba según la distinción fijada en el contrato de trabajo, obrero/empresario) se ha transformado ahora, como en una deslumbrante reconcepción mágica del panorama, en la dualidad cuasi-ética super-especulador-multimillonario-hijodeputa / ciudadano normal que solo quiere vivir en paz y tranquilo. Esta dicotomía, que funciona porque es muy fácil de aprender y porque puede ilustrarse con mucho gracejo en las redes sociales, nos convoca a todos en esa clase media abocetada por el estado del bienestar. Nuestra labor, si acaso, pasa por añorar sus buenos tiempos y empeñarnos en demandar la integridad de aquellas leyes del trabajo, en general, que protegían la dignidad de los ciudadanos medios, nosotros, casi todos.

Lo que las teorías humanistas de Sampedro, el indignado, no cuentan es que el nuevo orden productivo hace tiempo que viene dejando atrás cualquier dicotomía formal en su funcionamiento, inhabilitando, así, la consiguiente trasposición cuasi-ética: por un lado Botín y por el otro nosotros, la clase media, sí, aunque... tal vez no haya que irse hasta Botín para encontrar los desajustes del sistema, porque... ¿de qué clase media hablamos? Están ustedes rodeados por una clase media que, gradualmente, imperceptiblemente, sin hacer ruido, sin grandes fallas, sin mucho lustre, acumula derechos, salarios, dividendos y otros beneficios que, de repente, la transfiguran en clase alta… altísima: asalariados exitosos, ahorradores con varios inmuebles en la cartera, personal que medra y acumula diez cargos, personal estatutario que asienta derecho subjetivo tras derecho subjetivo, jefes de servicio, de sección o de baldosa, directores generales o directores en general, responsables de esto o de eso otro aún más importante, catedráticos meritorios y eméritos como Sampedro… buena gente, en definitiva (tan buena gente que los sindicatos solo se toman en serio su causa y no la de esos otros indeterminados, el resto). Ellos son el corazón de la clase media. Visto que el resto compartimos con ellos ciertas características (el teléfono móvil, no tener un yate de más de 8 metros de eslora y no ser máximos accionistas de multinacionales), y visto que todos queremos alcanzar su estatus (algunos lo conseguirán y otros caerán desde él), consideramos que, tras oír a Sampedro, puestos a trazar dicotomías, ellos, la clase media que nos rodea –esos con los que tomamos café de vez en cuando– son de los buenos. No nos enteramos, gracias a clasemedistas como Sampedro, de que las contradicciones del capital han deshabilitado ya cualquier estructura real de economía global –en la que unos pocos príncipes maquiavélicos moverían los hilos– para habilitar tantas economías como individuos, es decir, tantas clases sociales como sujetos jurídicos.

Es en esta batalla caótica donde cada uno defiende su propia valía, cada uno construye su victoria y cada uno lucha por esos ya escasos derechos laborales como por una camiseta que lanza el futbolista estrella a la grada… Y una vez construida y asentada la victoria, todos la llaman derrota para que la despistada izquierda siga luchando por leyes formales que aboceten el utopos soñado: un lugar de trabajo común y homogéneo. Se trata de leyes que, aplicadas, garantizan el bienestar de algunos –los que ya son estables–; se trata de leyes inadaptadas e incapaces de poner freno a la colonización capitalista de otros muchos –los inclasificados–. Porque hace tiempo que las dicotomías no agotan la complejidad social y laboral. Porque hace tiempo que deberíamos luchar por un derecho social que trascienda estabilidades privilegiadas y selectas, como las de la alta clase media. Pero ni Sampedro, ni la izquierda, se quieren enterar.

8 de febrero de 2012

LA USAID EN BOLIVIA

José Steinsleger. La Jornada

La notable entrevista con el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera (Luis Hernández Navarro, La Jornada, 7/2/12), sacudió al yermo escenario político de México y llenó de enseñanzas a las conciencias del país que reconocen su identidad nacional en la única América posible: la triétnica, la insurgente.

En la misma edición, Luis publicó un sentido homenaje a quien fue látigo del México envilecido y entreguista, y brújula del digno y combativo: el insobornable Luis Javier Garrido.

García Linera habló en nombre del presidente Evo Morales, gran tlatoani que tuvo el coraje de expulsar al embajador de Washington Philip Goldberg, a la oficina antidrogas de ese país (DEA, por sus siglas en inglés) por conspiración y narcotráfico, y a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) por el desvío fondos multimillonarios hacia los grupos separatistas que buscan la desestabilización del país andino-amazónico.

Para el vicepresidente de Bolivia, la USAID es una entidad racista, de derecha e imperialista (19/6/10), y para el presidente una agencia de penetración ideológica-política en organizaciones sociales que buscan consolidar intereses específicos del imperialismo en territorio nacional (23/6/10).

Pese a ello, ninguna de esas fuerzas del neocolonialismo imperial ha dejado de operar. Según los alcaldes del departamento amazónico de Pando, la USAID y sus agentes violan leyes financieras y están involucradas en el lavado de dinero.

Añaden: Decenas de organismos no gubernamentales, colonizadas y colonizadoras, operan en nuestros territorios y varios millones de dólares circulan clandestinamente por las comunidades.

¿Es muy probable (como relativizó un chamán de los movimientos sociales), o la USAID categóricamente alienta por la izquierda a ciertos movimientos que se oponen a proyectos del gobierno boliviano?

Juan Ramón Quintana, ex ministro de Evo, aseguró que la caminata de un millar de indígenas amazónicos que en 2011 recorrió 600 kilómetros con rumbo a La Paz, en protesta por el trazado de una ruta que divide en dos una reserva ecológica, fue financiada por la USAID.

William Mozdzierz, el encargado de negocios de la embajada estadunidense, negó la acusación, al tiempo de reconocer que sus funcionarios recababan información directa de los movimientos sociales (Afp y Dpa, 25/8/11).

Documentos desclasificados del gobierno yanqui prueban que la USAID fomenta conflictos entre partidarios del desarrollo (¿extractivistas?) y defensores del medio ambiente (imperialismo verde).

Legítimas (o no), las demandas de ambos grupos se dirimen en territorios ricos en petróleo como los del Parque Nacional Aguaragüe, donde Petróleos de Venezuela (PDVSA, asociada a la boliviana Petroandina) invirtió 115 millones de dólares de un total de 888 millones en la búsqueda de nuevos campos de gas y petróleo.

Las riquezas de Aguaragüe representan, casualmente, 90 por ciento de las exportaciones de gas y constituyen una fuente vital de fondos que el gobierno utiliza para encarar la pobreza y desarrollar la economía del país (Federico Fuentes, Bolivia Rising, septiembre 2011).

Por otro lado, ningún boliviano ignora que Mark Feierstein, el director de USAID para América Latina y el Caribe, fue uno de los asesores electorales del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, prófugo de la justicia por una masacre de campesinos.

Empresas contratistas de USAID en Bolivia, como Casals & Associates Inc (asociada a la llamada Oficina para las Iniciativas hacia una Transición (¿?, OTI), cuentan con clientes como Radio Martí, Voz de las Américas y Worldnet Televisión (Televisión Martí).

Durante tres años (2004-07), Casals repartió 18.8 millones de dólares a más de 450 organizaciones bolivianas que trabajaron en las iniciativas de la Asamblea Constituyente, el fomento del separatismo en Santa Cruz y Cochabamba, y algunas comunidades indígenas que, por equis causa, mantienen sus diferencias con el gobierno.

En un artículo de la revista cubana Entorno (julio 2007), Néstor García Iturbe anticipó que la estrategia de Washington en Bolivia se encaminaba a dividir las fuerzas revolucionarias, aplicando la política de regresión que tuvo éxitos en tiempos de Ronald Reagan: poner de manifiesto la ingobernabilidad del país, para instaurar la intervención humanitaria de las fuerzas armadas de Estados Unidos.

El objetivo principal de este plan apuntaría a la eliminación de la coalición de la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA). García Iturbe precisa: Cada gobierno que caiga será un golpe contra Cuba, sus relaciones internacionales, sus posibilidades de desarrollo económico y el bienestar de su pueblo.

En enero pasado, el senador Isaac Ávalos manifestó sentirse molesto porque la USAID continúa conspirando en Bolivia. Ávalos denunció la formación de una bancada de seis diputados indígenas liderados por Pedro Nuni y dos legisladores de la oposición, que se desmarcarían del Movimiento al Socialismo, la coalición de partidos y movimientos que respaldan a Evo Morales