29 de junio de 2018

UNA REFLEXIÓN CON MOTIVO DE LA MUERTE DE DOMÉNICO LOSURDO


Por Marat

Se ha ido una de las referencias del pensamiento marxista, con la que se podía coincidir o no, en cuanto a su visión del mundo actual. Hablo de Doménico Losurdo.

Con el paso del tiempo, estoy convencido de que gran parte de sus obras serán reivindicadas por quienes vemos en la necesidad del pensamiento para la acción la urgencia de que los intelectuales apuesten por nuestra clase, la trabajadora, en esa lucha.

Si tuviera que destacar algunas de esas obras, señalaría, entre otras, “Autocensura y compromiso en el pensamiento político”, “La comunidad, la muerte, Occidente”, “Democracia o bonapartismo: triunfo de la decadencia del sufragio universal”, “La cultura de la no violencia” (especialmente interesante al descubrir quien era Gandhi y lo que se ha ocultado de su pasado).

En mi opinión su mejor obra no fue la más conocida: “Stalin. Historia y crítica de una leyenda negra”. Su reivindicación del secretario genera, del PCUS no es precisamente algo que tenga que agradecerle la clase trabajadora a nivel mundial.

Digo esto porque mi pregunta es sencilla:

A quienes, sin embargo, revindican la figura de Stalin a través de la última obra de Losurdo que acabo de citar, tengo una pregunta que hacerles: ¿en qué creen exactamente que nos beneficia a los comunistas su defensa para conquistar espacios de credibilidad y apoyo dentro de nuestra clase, la trabajadora? Esa pregunta se la hago a quienes reivindican hoy la figura de Stalin. Tengo la misma para los de que defienden la figura de Trotsky y sus viajeros interlestares entre la revolución permanente y las cien mil nuevas identidades ajenas a la clase trabajadora.

Solo conozco un camino, el que nos marcó Marx y que Lenin y Rosa Luxemburg siguieron con distinto éxito pero con el acierto de saber que, sin el poder de los sóviets o los consejos obreros, a pesar de los encontronazos entre ambos, no habría socialismo.

No habrá democracia socialista sin que sean los trabajadores los dueños de su futuro.

Eso no me impide, en absoluto, defender el legado de la URSS como primer intento de demostrar que era posible una sociedad no capitalista o como victoria, que no fue del secretario general, sino de todo el pueblo soviético contra el fascismo, o darme cuenta de que desde que ese Estado desapareció a la clase trabajadora nos están haciendo retroceder a velocidad sideral.

Para algunos, la URSS no existiría sin Stalin. Son los que consideran que hubo un Rambo rojo milagroso que hizo todo en nombre del proletariado mundial. Desprecian a la clase trabajadora, a su capacidad colectiva de lucha y al hecho de que no era tan fácil acabar con el legado de Octubre. Por eso la URSS es mucho más que un personaje concreto. Por eso es posible reivindicar la URSS sin reclamar la figura de quien hizo desaparecer al primer comité central del partido comunista bolchevique. Tranquilos quienes deseáis enviarme al Gulag. Con una anticipación de este texto ya me han enviado algunos “comunistas”. sus sanas intenciones. Sé lo que son y lo que significan. Más o menos lo mismo que los que reivindican a una oligarquía latinoamericana que en el pasado pactó con la que derrotó en su día y con lo peor de la jerarquía católica y a la que abandonaron sus mejores cuadros revolucionarios.

El socialismo es otra cosa. Es la dictadura de la clase trabajadora sobre el capital, no simplemente de un partido que habla en nombre de toda la clase. Ésta siempre deberá estar en oposición contra cualquier forma de poder que intente suplantarla, por mucho que distinga a los partidos del capital de aquellos que son sus amigos mas próximos como clase.

El socialismo por el que algunos luchamos vuelve a Marx, es hijo de Lenin y de Rosa Luxemburg, tiene mucho que agradecer a los pensadores del siglo XX y XXI, como Losurdo, aunque no compartamos todo de su pensamiento.