Germán
Gorraiz López. Diario
Octubre
La
entrada en escenarios de recesión de países como Noruega, Canadá,
Brasil, Rusia y Finlandia debido al desplome de las commodities y
ciertos indicadores macroeconómicos recientes de países como China
o EEUU han alertado del riesgo de que el estancamiento económico se
adueñe de la economía mundial en el 2016 lo que aunado con la
reciente subida de tipos de interés del dólar, hará que los
inversionistas se distancien de los activos de renta variable y que
los bajistas se alcen con el timón de la nave bursátil mundial,
derivando en una psicosis vendedora que terminará por desencadenar
el estallido de la actual burbuja bursátil.
Dicha
burbuja sería hija de la euforia de Wall Street (y por extrapolación
del resto de bolsas mundiales) tras las políticas monetarias de los
grandes bancos centrales mundiales que han inundado los mercados con
centenares de miles de millones de dólares y euros con la esperanza
de relanzar la economía, más aún cuando las colocaciones sin
riesgo ( deuda de EEUU o de Alemania), no retribuyen nada a los
inversionistas lo que aunado con un posible repunte del precio del
crudo debido a factores geopolíticos desestabilizadores (Ucrania,
Libia, Siria e Irak), podría producir un nuevo crash bursátil.
En
el escenario europeo, si la Deuda Pública y privada prosigan su
vuelo por la estratosfera, los salarios permanecen congelados o con
incrementos inferiores al IPC, el crédito bancario sigue sin fluir
con normalidad a unos tipos de interés reales a pymes, autónomos y
particulares y no se aprovecha la bajada del precio del petróleo y
la dilación en los plazos para reducir el déficit público de los
países para implementar medidas keynesianas de inversión en Obra
Pública y reducir el desempleo, la economías europeas se verán
abocadas a un peligroso cóctel explosivo,(el DDD), cuyos
ingredientes sería una deflación en los precios que impedirá a las
empresas conseguir beneficios y a los trabajadores incrementar sus
sueldos así como a una subida de las tasas de interés reales que
agravarían los problemas de sobreendeudamiento público y privado
aunado con un desempleo rayando el 11%, lo que podría generar una
década de estancamiento rememorando la Década perdida de la
economía japonesa.
Respecto
a EEUU, la previsible subida de tipos de interés por la Fed podría
provocar un nuevo crash bursátil mundial pues el nivel suelo de las
Bolsas mundiales, (nivel en el que confluyen beneficios y
multiplicadores mínimos), se movería en la horquilla de los
11.000-12.000 en Mercados Bursátiles como el Dow Jones, a años luz
de los estratosféricos techos actuales. Dicho estallido provocará
la consiguiente inanición financiera de las empresas y tendrá como
efectos benéficos el obligar a las compañías a redefinir
estrategias, ajustar estructuras, restaurar sus finanzas y
restablecer su crédito ante el mercado (como ocurrió en la crisis
bursátil del 2000-2002) y como daños colaterales la ruina de
millones de pequeños inversores todavía deslumbrados por las luces
de la estratosfera, la inanición financiera de las empresas y el
consecuente efecto dominó en la declaración de quiebras.
En
cuanto a los países emergentes (BRICS, México, Corea de Sur y
Tigres asiáticos), sufrirán un severo estancamiento de sus
economías, con la entrada en recesión de países como Brasil y
Rusia y raquíticos crecimientos anuales del PIB (rozando el 4% en el
caso de India y China) tras un decenio espectacular con tasas de
crecimiento superiores a los dos dígitos), debido al desplome del
precio del crudo y a la brutal constricción de las exportaciones por
la contracción del consumo mundial , lo que conllevará la
devaluación de sus monedas para incrementar sus exportaciones así
como una drástica reducción de sus Superávit que acelerará la
agudización de la fractura social, el incremento de la inestabilidad
social y un severo retroceso de sus incipientes libertades
democráticas. Mención especial merece China que estaría inmersa en
una crisis económica identitaria al tener que implementar una amplia
batería de reformas estructurales. Así, entre las fragilidades de
su economía se encuentran la todavía limitada integración
financiera internacional, su aislamiento y control del aparato
estatal en el ámbito interno, así como una asignación de recursos
económicos poco eficiente provocada por el paternalismo público y
un insuficiente nivel de desarrollo de las redes de distribución,
marketing y venta. Los desafíos están centrados en vencer la alta
dependencia de China respecto de la demanda de las economías
desarrolladas y la incierta capacidad de la demanda privada para
tomar el relevo una vez que se agoten los estímulos públicos.
Respecto
a América Latina y el Caribe, la contracción de la demanda mundial
de materias estaría ya provocando el estrangulamiento de sus
exportaciones y la depreciación generalizada de sus monedas debido a
la fortaleza del dólar, lo que se traducirá en aumentos de los
costes de producción, pérdida de competitividad, tasas de inflación
desbocadas e incrementos espectaculares de la Deuda Exterior que
podrían terminar dibujando un escenario de estancamiento económico
secular que obligará a una gran parte de su población a vivir por
debajo del umbral de la pobreza. Así, según la Directora Gerente
del FMI, Lagarde, “la fortaleza del dólar junto con la debilidad
de los precios de los productos crea riesgos para los balances y
financiación de los países deudores en dólares”, de lo que se
deduce que las economías de América Latina y Caribe estarán más
expuestas a una posible apreciación del dólar y la reversión de
los flujos de capital asociados, fenómeno que podría reeditar la
“Década perdida de América Latina” (Década de los 80),
agravado por un notable incremento de la inestabilidad social, el
aumento de las tasas de pobreza y un severo retroceso de las
libertades democráticas. Finalmente, un posible rally alcista de los
precios del crudo debido a factores geopolíticos ( Siria, Libia,
Irak, Arabia Saudí, Irán), aunado con inusuales sequías e
inundaciones y la aplicación de restricciones a la exportación de
los principales productores mundiales para asegurar su
autoabastecimiento, podría desabastecer los mercados mundiales de
productos agrícolas básicos para la alimentación.