Portada del semanario Der Spiegel del 22 de Diciembre de 1968: hace 45 años Alemania ya debatía si ilegalizar o no al partido neonazi NPD. Un debate que continúa hoy. Der Spiegel |
750 casos no resueltos desde 1990 podrían alterar pronto la estadística oficial. Muchos asesinatos o agresiones aparecen camuflados como peleas de bandas o efectos del alcohol.
El uno de agosto de 2008 un vagabundo fue asesinado a golpes de contenedor de basura por dos “borrachos” en la localidad alemana de Dessau. Eran borrachos especiales. En sus móviles había esvásticas y frases como, “Los judíos son nuestra desgracia”.
Un testigo declaró que uno de los implicados había calificado a la víctima de “pordiosero que no se merecía otra cosa”, informa el diario Jünge Welt. Sin embargo, el homicidio no engrosó la estadística oficial-policial como “violencia de extrema derecha”.
¿Cuantas personas han muerto en Alemania desde 1990 a manos de los neonazis? Oficialmente 60. Lo dice el ministerio del interior. Según dos grandes medios nacionales, el diario Tagesspiegel y el semanario Die Zeit, la cuenta es errónea, en realidad son 152. Según la Fundación Amadeu Antonio, que lleva el nombre de una de esas víctimas, son 184, con nombres y apellidos. En cualquier caso, muchos muertos. Pero pueden ser más, muchos más, y el caso del vagabundo así lo sugiere.
En noviembre de 2011 se destapó que las muertes de nueve emigrantes asesinados a quemarropa a lo largo de seis años, y que la policía atribuyó a “ajustes de cuentas”, “mafia”, etc, habían sido obra de un grupo neonazi llamado NSU.
Presionado por la vergüenza del caso NSU, la serie de asesinatos racistas, atracos y atentados terroristas más importante registrada en Alemania desde 1990, destapada entre todo tipo de irregularidades policiales, el ministro del interior, Hans-Peter Friedrich, se comprometió a realizar una revisión. La Oficina Criminal Federal (BKA) ha examinado 3300 casos no resueltos de asesinatos o intentos de asesinato, por si pudieran ser obra de nazis.
Se trata de casos en los que las víctimas fueron; mendigos, vagabundos, izquierdistas, homosexuales o extranjeros de piel oscura. Tras el examen se han localizado 746 casos de asesinato, consumado o tentativa, con indicios de entrar en la categoría de delitos de neonazis.
Aunque el portavoz de la BKA se ha apresurado a advertir que, “no todos tienen que ser necesariamente obra de extremistas de derecha”, la pregunta de si las víctimas reales de los neonazis en Alemania entre 1990 y 2011, fueron 60, como afirma la dudosa estadística oficial, o, digamos, quinientas, flota en el aire. La respuesta, dicen, se tendrá en el segundo trimestre de 2014.
Comentando esta situación la líder del grupo parlamentario verde en el Bundestag, Katrin Göring-Eckardt, dice que las autoridades “han errado por completo la amplitud del problema”, mientras que la presidenta de la Fundación Amadeu Antonio afirma que el gobierno ha jugado a la baja el fenómeno y le emplaza, “a afrontar el hecho de que la violencia de extrema derecha es un problema monumental”.
Un artículo editorial del izquierdista Jünge Welt mencionaba ayer de un “Cártel de silencio”: “Las autoridades, los políticos municipales y la policía presentan en sus informes como actos de gamberrismo bajo influencia del alcohol, o como peleas entre bandas juveniles las agresiones neonazis con lo que se niega la existencia de bandas neofascistas locales”, señalaba. Cuando los acusados de tales hechos esconden su militancia, sus delitos no figuran en la estadística como obra de neonazis.
De esta forma se confirma la que ha sido la tesis clásica del Estado alemán durante décadas: que el principal peligro proviene de la izquierda.
En Alemania unos 13.000 militantes neonazis agresivos protagonizan anualmente unos mil ataques, dice Hajo Funke, experto de la Universidad Libre de Berlín que colabora en el proceso de ilegalización del partido neonazi NPD emprendido por la cámara alta ante el Tribunal Constitucional. El sentido de la ilegalización sería, “dar a la policía un incentivo inequívoco para que reprima la violencia e intimidación de los nazis”, explica Funke a La Vanguardia. Aún más que la ilegalización, lo que Alemania necesita es una reforma radical de su aparato de seguridad.