(¿Por qué no me afilio al Partido Laborista?) "En primer lugar, es un partido de clase, y de una clase que no es la mía. Si yo he de defender intereses parciales, defenderé los míos. Cuando llegue la lucha de clases como tal, mi patriotismo local y mi patriotismo personal estarán con mis afines. Yo puedo estar influido por lo que estimo que es justicia y buen sentido, pero la lucha de clases me encontrará del lado de la burguesía educada". (John Maynard Keynes. De su conferencia “¿Soy un liberal?” recogida en “Ensayos en persuasión”, 1925).
(Tras su viaje a la URSS en 1925) “¿Cómo puedo adoptar un credo que, prefiriendo el barro a los peces, exalta al proletariado grosero por encima de la burguesía y la intelectualidad que, sean cuales sean su defectos, representan la calidad de vida y sin duda la semilla de todo progreso humano?”. (John Maynard Keynes, “Una visión corta de Rusia”, 1925)
Keynes no era laborista y mucho menos comunista. Esto es algo que saben todos aquellos a los que la crisis capitalista ha sometido a un curso intensivo y acelerado de economía. Excepto, según parece, las “izquierdas sistémicas” (1) que lo revindican día sí y día también, recitan fervorosamente el nombre de los apóstoles keynesianos, postkeynesianos, neokeynesianos–Krugman, Stiglitz, Bernanke, Minsky,...-, inspirados en tan docto credo, programas y alternativas para la salvación del sistema económico.
La salvación y supervivencia del sistema capitalista; ésta y no otra fue la motivación de Keynes al elaborar sus teorías económicas. Ésta y no otra es la intención de sus renombrados discípulos actuales.
La política contracíclica keynesiana, experimentada por primera vez como terapia contra la Gran Depresión del 29, ejecutada en el New Deal de Roosevelt, aplicada como doctrina fundante del Nuevo Orden Económico Internacional surgido en Breton Woods tras la II G.M. y en vigor hasta el asalto a los Estados iniciado por Tatcher y Reagan, se sustenta en 4 pilares básicos:
a) La centralidad del consumo o demanda y su mantenimiento o incremento que, junto con la inversión productiva, será la base que potenciará el crecimiento y el pleno empleo.
b) Una política monetaria que organice el flujo de inversiones y que se concreta en situaciones de crisis y recesión en bajos tipos de interés que permitan un más fácil acceso al crédito y, en consecuencia, a la inversión.
c) En ausencia de inversión privada suficiente es el Estado el que debe adoptar un papel de inversor. Este planteamiento no tiene nada de soviético. Para Keynes el protagonismo de la inversión debe corresponder siempre al sector privado y el Estado debe de intervenir sólo cuando es necesario por falta de entusiasmo inversor de los capitalistas ante una situación de crisis económica. Cuando la actividad privada se recupere el Estado debe retirarse. En este punto las diferencias entre un sector de los liberales actuales y el keynesianismo es difícil de detectar. No en vano Keynes era miembro del Partido Liberal británico, algo que muchos de quienes lo exaltan sin conocerle apenas seguramente desconocerán.
d) Y muy importante dentro del esquema teórico de intervención contracíclica propuesto por Keynes: la necesidad de regulación del sistema financiero para evitar que éste se vuelva disfuncional al sistema económico.
Pero resulta que el recetario keynesiano no funciona en la actual crisis capitalista ¿Por qué digo esto? Vayamos a cada uno de los puntos anteriores para comprobar lo que acabo de afirmar:
1) En primer lugar esta crisis capitalista no es de subconsumo sino fundamentalmente de sobreproducción, aunque tiene componentes inversores ligados a la especulación financiera.
Desde 1970 hasta finales de los años 90 la producción mundial de bienes y servicios (PIB mundial) se ha disparado, aunque con comportamientos irregulares de subidas y descensos, con una marcada caída en 2009, año en el que la crisis sistémica se expresó con todo su impacto.
Basten los gráficos de la producción industrial y de servicios en España y en la zona euro de 1996 a 2011 que presentamos a continuación para constatar cómo la situación de sobreproducción y, en consecuencia, de sobreoferta se va volviendo insostenible al aproximarse la primera década del nuevo milenio y de forma más acentuada una vez iniciada la actual crisis sistémica del capitalismo
Producción de la industria manufacturera
Sectores como el del automóvil o construcción de viviendas (con 6 millones de pisos vacíos en España) son sólo una muestra de una capacidad de producción y, en consecuencia, de oferta muy por encima de las necesidades reales en unos casos y de la capacidad de absorción por la demanda en general.
Paradójicamente, la evolución de los salarios ha sido desde bastantes años antes de la crisis decreciente en términos relativos (en relación a su capacidad adquisitiva) (2) y en términos absolutos a partir del estallido de la crisis, tanto en los países más desarrollados como en la mayoría de los emergentes.
Entonces, ¿cómo es posible que se mantuviera una sobreproducción capitalista durante los períodos expansivos previos y posteriores a los ciclos de crisis?
Les responderé con otra pregunta a su vez. ¿Se han preguntado ustedes alguna vez cuando se produjo la gran eclosión de las tarjetas de crédito? Fue en 1970, justo tres años antes de la primera de las grandes crisis capitalistas tras el crack del 29. Tras la crisis del 73 ya nada volvería a ser igual para los ciclos capitalistas de expansión y contracción. Recomiendo en relación a esta cuestión la lectura de interesantísimo articulo, que ya tiene algún tiempo, de Jorge Beinstein, “La crisis en la era senil del capitalismo. Esperando inútilmente al quinto Kondratieff” (3).
En estos 40 años de alternancia sucesivamente acelerada de crisis y crecimientos del capitalismo el consumo a crédito, bien sea mediante las populares tarjetas VISA, MASTERCARD, AMERICAN EXPRESS u otras, o a través de los préstamos personales bancarios, ha sido el modo de intentar mantener una demanda que de modo natural se hubiera situado por debajo de las capacidades de producción del sistema capitalista, dado el descenso paulatino de la capacidad adquisitiva de los salarios.
Conforme los salarios descendían y los precios de los productos y servicios se iban encareciendo la vida a crédito se fue convirtiendo en la forma habitual de pago entre amplios sectores de las clases trabajadoras y medias. Ello hasta el punto de que el crédito “revolving” (el más caro, con intereses que oscilan entre el 10 y 24%) se fue implantando entre sectores con dificultad de acceso a los créditos normales por riesgos de insolvencia, las clases trabajadoras con menor capacidad económica.
Todo este tinglado de sobreproducción con consumo sobreinducido se mantuvo hasta que la burbuja pinchó por su punto más débil: las hipotecas subprime. Y el tinglado acabó viniéndose abajo y la sobreproducción devino crisis de producción.
2) En la mayoría de los países centrales del capitalismo en crisis los créditos ya son muy bajos y en algunos rondan el 0% de interés, con lo que difícilmente habría margen de maniobra para el crédito a la inversión productiva; ello en un contexto en el que la oferta difícilmente podría encontrar una favorable acogida en un mercado con decreciente capacidad de demanda.
3) En cuanto al papel de inversor para estimular la economía, lo cierto es que las políticas liberales han hecho caso omiso de sus principios para comportarse como keynesianos un tanto peculiares: salvataje del sistema financiero, ayudas a la industria del automóvil, préstamos a fondo perdido a sectores energéticos estratégicos (eléctricas,...), etc. La administración Obama ha sido más puramente keynesiana en algunos casos, emprendiendo importantes proyectos de obra pública con la modernización de su vetusto sistema de carreteras, y practicando un keynesianismo perverso en el resto: inyectar dinero en sectores económicos clave para salvarlos pero sin control estatal.
El problema es que ese papel inversor de los Estados no ha ido destinado a incentivar la economía y el consumo sino a salvar sectores clave en la misma: los bancos en un sistema financiero que prefiere prestarle dinero a los Estados con las ayudas obtenidas de estos, en lugar de realizar su actividad natural, el préstamo a particulares y empresas.
Cuando los Krugman, los Bernake o los Stigliz piden más intervención del Estado en la economía real del sistema parecen no entender que la economía real es esto: un sector financiero que atiende a su propia esencia de ser, la usura -y no hay usura más lucrativa que la que pueda practicarse a los Estados- y sectores productivos industriales del todavía primer mundo que están siendo barridos por la oferta de países emergentes con mano de obra más barata y masiva y a los que los Estados sólo pueden darles oxígeno para prolongar lentamente su agonía si no quieren comportarse como liberales puros y dejarlos morir.
Por otro lado, las propias transnacionales crearon las crisis de sus empresas en los países centrales del capitalismo al deslocalizar la producción hacia el Tercer Mundo y los países emergentes, despidiendo a cientos de miles de trabajadores y contribuyendo a una menor capacidad de consumo de los productos que anteriormente fabricaban en aquellos países. Y eso es algo que difícilmente podrán parar las políticas keynesianas de incentivación de la inversión porque no harían otra cosa que alimentar a la bestia del chantaje de las transnacionales hacia los trabajadores de los países centrales del capitalismo que exigirán nuevas condiciones salariales y de trabajo más y más lesivas para sus empleados. Salvo que la intervención del Estado en la economía fuese definitiva –mediante la nacionalización de sectores estratégicos- y no transitoria y durante el período de la crisis capitalista pero eso es algo de lo que los keynesianos –liberales moderados- no quieren ni oír hablar. ¡Apartad de nosotros la tentación bolchevique!, gritan a coro.
4) El último punto, el relativo a la regulación del sistema financiero indica hasta qué punto los keynesianos han dejado de comprender el mundo en el que viven.
La estructura financiera y monetaria de Bretón Woods, en gran medida creada a imagen y semejanza de las teorías económicas de Keynes, ha sido demolido por la globalización del mercado financiero mundial y su desregulación, iniciada a partir de Nixon (fin del respaldo del dólar en el oro) y acelerada desde la época de Tatcher y Regan (consulten información sobre el Consenso de Washington): la desaparición de los tipos de cambio fijo, la ruptura de la paridad oro-dólar, la inestabilidad internacional de las tasas de interés, el creciente desarrollo de las operaciones bancarias fuera de balance, la privatización de las agencias de calificación de riesgo, participadas por grandes entidades de inversión, la creciente concentración de los mercados financieros en muy pocos intermediarios que mueven ingentes cantidades de dinero en muy poco tiempo, atacando a economías nacionales grandes y pequeñas a través de gigantescos conglomerados financieros, la opacidad del sistema financiero y bancario internacional con sus intocables paraísos fiscales, la excesiva titulación de la deuda a través de mercados secundarios, el abuso de instrumentos derivados, la desaparición de las fronteras entre banca de depósito y banca de inversión (donde existía previamente),...así lo evidencian.
El nuevo mundo liberal a escala global mundial ha dejado sin resortes de intervención a los Estados. Las sucesivas cumbres del G-20 y de Presidentes de la UE y su parálisis en la toma de decisiones así lo evidencian.
A estas alturas seguir sosteniendo el argumento de la falta de voluntad política de los gobernantes para intervenir sobre los mercados es una falacia estúpida propia de ignorantes y oportunistas políticos que tratan de esconder el hecho de que los políticos profesionales, como casta con unos intereses de permanencia en la dirección del sistema político, se están garantizando con su inacción el pase a la reserva, desplazados por los chicos del maletín de Goldman Sachs, Monti y Papadopoulus ahora, y mañana de cualquier otro “gestor” financiero de los globalistas del Nuevo Orden Internacional (NOW). Los suicidios políticos individuales pueden darse pero los colectivos no.
Los keynesianos tienen otros problemas añadidos a su dificultad para comprender el mundo de la globalización capitalista y financiera mundial configurado tras el fin de Bretton Woods.
Un primer problema nace de su visión aristocratizante y elitista de la economía, la política y la vida en general. Pretenden que en el momento actual el Estado y los políticos vuelvan a intervenir sobre la economía, impulsándola y, sobre todo, regulando su actividad pero no son capaces de decirnos de dónde saldrá esa fuerza conativa de los Estados sobre las formidables fuerzas económicas mundiales que concentran mucha mayor liquidez de dinero que el conjunto de los gobiernos del mundo. Quisieran que esa intervención política se produjese pero no son capaces de admitir que sin la entrada en escena masiva de las masas trabajadoras como fuerza de choque contra el capitalismo desbocado es imposible porque sólo ellas pueden tanto mover como parar el mundo. Pero eso podría ser peligroso para la estabilidad de un sistema que se basa en el pacto social; pacto social que estimuló el propio keynesianismo.
Prefieren entrar por la puerta de atrás y apelar al ciudadano, desde su énfasis en el consumo dentro de su modelo teórico. Es menos connotador de la posibilidad de la lucha de clases que la apelación a la presión por parte de los trabajadores. Roosevelt fue más inteligente que ellos y en USA se alió parcialmente con los sindicatos, a través de la Warner Act, para hacer presión sobre las grandes corporaciones. Pero eso fue en USA donde la tradición izquierdista de los sindicatos era más limitada. A pesar de ello los keynesianos actuales han aprendido bien la lección de cómo la crisis del 29 activó la combatividad de las izquierdas y los sindicatos, aunque no llegara toda la sangre del capitalismo al río, y no quieren correr el riesgo de que ahora ocurra.
Una segunda fuente de los problemas teórico-prácticos de los keynesianos radica en que obvian que el daño hecho por el capitalismo al que pretenden volver a regular es tan grande que para llevar a cabo una intervención suficientemente eficaz sobre la economía ésta ha de ser tan profunda, radical y audaz que desbordaría con mucho la legitimidad de las constituciones burguesas, tan respetuosas con la iniciativa privada, la libertad de empresa y la propiedad privada. ¿Se atreverían los señores keynesianos a apostar por un modelo de planificación económica de capitalismo de Estado tan avanzado como el que fue en su día el de la Francia de de Gaulle? Esperen, no me contesten. NO. Señores keynesianos, sus medias tintas en economía son tan pudorosas ante esta crisis como una cataplasma en el cuerpo de un enfermo terminal de cáncer.
Otra de sus hipótesis fallidas estriba en no comprender que los Estados se han quedado sin resortes legales para domeñar a un capitalismo que actúa contra ellos trasladándoles sus deudas, una vez rescatado, temporalmente, de su crisis financiera. Cualquier intento de controlar al capitalismo deberá ser por la fuerza.
Hay que añadir a todo lo anterior que los keynesianos no entienden que su llamada a que los principales gobiernos del mundo intervengan globalmente para regular el capitalismo desbridado va directamente contra su creciente tendencia a actuar bajo la doctrina Sinatra “My Way”.
La desconfianza entre gobiernos de países miembros de la zona euro (países más ricos frente a los PIIGS), de los miembros de la zona euro con los que no lo son dentro de la UE (Gran Bretaña frente a Alemania y Francia), de Europa frente a USA, de USA frente a China, de USA y Europa frente a los BRIC y otros países emergentes,...pronto se irá materializando en políticas crecientemente proteccionistas de unas áreas geográficas económicas frente a otras e incluso de unos países pertenecientes a dichas áreas frente a otros socios de las mismas. Las tensiones dentro de la UE y de las cumbres del G-20 son evidencias que así lo señalan. No parece esa la tendencia que marque un creciente clima de cooperación necesario para establecer acuerdos que supongan el renacimiento de un Bretton Woods II.
Cuando la amenaza de la crisis avanza en forma de efecto dominó sobre el conjunto de las economías nacionales del planeta y los gobernantes constatan que no parece haber antídoto conocido contra la pandemia, lo que se impone entre ellos es un conjunto de reacciones que integran el más variado abanico de comportamientos: pánico (de momento aún controlado), cautela excesiva, medidas desesperadas, improvisación, inmovilidad, confusión, enfrentamiento del todos contra todos,...Por más que se empeñen los keynesianos, la salida que escoge el capitalismo y sus gobiernos vuelve a ser de nuevo, como en la Gran Depresión, el conflicto y, posiblemente a corto-medio plazo, la guerra.
Ignoro si alguna de estas reflexiones pasó por la cabeza del señor Paul Krugman cuando trabajaba en Enron, la empresa energética que defraudó a USA mediante la creatividad contable de su ingeniería financiera, auténtico paradigma de las consecuencias de la desregulación, o al señor Ben Bernanke, neokeynesiano nombrado por George W. Bush (el hijo tonto del primer Bush que ocupó la Casa Blanca) Presidente de la Reserva Federal USA (FED); la misma FED que “ha impulsado la liberalización del mundo bancario y de ese modo ha querido destruir el sistema bancario europeo” (4) y el mismo señor Bernanke que fue acusado de falta de transparencia en su actuación como presidente de la FED y de presionar al “Bank of America Corp. –para que- completara la compra de Merrill Lynch” (5), comportándose él mismo como un lobbysta. Desconozco también si el señor Joseph Stiglitz ex vicepresidente y ex economista jefe del Banco Mundial, brazo bancario del FMI, y participante el pasado verano “indignado” en el I Foro del M 15-M, habrá pensado en cuestiones similares a las que señalo.
Sinceramente tengo la impresión de que los economistas keynesianos, neokeynesianos, postkeynesianos y toda la larga taxonomía de estos liberales moderados, no lejanos a la tradición de Stuart Mill, mantienen con los llamados neoliberales, los monetaristas y los seguidores de la escuela austriaca (anarcocapitalistas incluidos), muchos de ellos no lejanos al pensamiento de David Ricardo, una pelea amañada de antemano. Una pugna entre liberales moderados y radicales pero liberales, al fin y a la postre.
Ellos, los keynesianos, se han agarrado un berrinche descomunal al ser desplazados de sus espacios de poder –los que van más allá del ámbito académico- en las instituciones financieras, bancarias, organismos internacionales y, en general, cercanos tanto al poder económico como a los gobiernos, a los que rondan cantando bajo su ventana, en la espera de que estos comprendan, antes de que sobrevenga el desastre definitivo, que ellos son la última trinchera de defensa del sistema capitalista.
Olvidan que aquellos marxistas que no nos escondemos tras ninguna escuela económica enemiga de la lucha de clases vemos en la crisis sistémica actual del capitalismo la oportunidad para deshacernos no sólo del llamado neoliberalismo, que es la vuelta al liberalismo decimonónico y a lo que él representa para los trabajadores, sino directamente del capitalismo y de todas las tribus de economistas liberales que lo defienden, incluidos los keynesianos.
Si este es el retrato real de los keynesianos. ¿a qué juegan aquellas izquierdas que los reivindican?
Para entender esta cuestión cabría volver a la expresión “izquierdas sistémicas” que hice al principio del artículo y que definí en la nota (1) del mismo. Para acompañar esta categorización nada mejor que la distinción entre las izquierdas que hacía el tristemente desaparecido marxista Adolfo Sánchez Vázquez y que reproducía el miembro del PRD Adolfo Gilly en un artículo recientemente publicado (6). Decía así Sánchez Vázquez en relación con las izquierdas:
“Izquierda puede ser un término equívoco. Me parece preferible usarlo en plural: no la izquierda sino las izquierdas. Tendríamos así al menos cuatro izquierdas: una izquierda democrática, liberal, burguesa, connatural al sistema capitalista; una izquierda socialdemócrata, que quiere mejorar las condiciones sociales dentro de los marcos de ese mismo sistema; una izquierda social, que es crítica del capitalismo pero no le ve una alternativa, representada sobre todo por los movimientos sociales (el movimiento antiglobalización está dominado claramente por los keynesianos, como lo prueba su línea claramente reformista: el texto entre paréntesis es mío); y una izquierda socialista, opuesta al capitalismo, que propone una nueva organización de la sociedad.”
Actualmente la izquierda socialiberal, de abandonada matriz socialdemócrata, los excomunistas (pueden llevar el nombre comunista en su denominación) que abandonaron el marxismo, aunque periódicamente lo reivindican para satisfacer a una parte de sus bases situadas a la izquierda de la organización, y buena parte de la autodenominada “izquierda radical” –la de militancia social movimientista- recita los últimos gorgoritos del día de los Krugman, los Stiglitz,... y de sus respectivos delegados nacionales. El lector de cada país podrá poner el nombre que corresponda a esos discípulos de Keynes que pululan alrededor de las izquierdas sistémicas y dentro de ellas y que marcan sus partituras económicas y las letras musicales que ensalzan las leyes reveladas del maestro británico.
Paradójicamente, la evolución de los salarios ha sido desde bastantes años antes de la crisis decreciente en términos relativos (en relación a su capacidad adquisitiva) (2) y en términos absolutos a partir del estallido de la crisis, tanto en los países más desarrollados como en la mayoría de los emergentes.
Entonces, ¿cómo es posible que se mantuviera una sobreproducción capitalista durante los períodos expansivos previos y posteriores a los ciclos de crisis?
Les responderé con otra pregunta a su vez. ¿Se han preguntado ustedes alguna vez cuando se produjo la gran eclosión de las tarjetas de crédito? Fue en 1970, justo tres años antes de la primera de las grandes crisis capitalistas tras el crack del 29. Tras la crisis del 73 ya nada volvería a ser igual para los ciclos capitalistas de expansión y contracción. Recomiendo en relación a esta cuestión la lectura de interesantísimo articulo, que ya tiene algún tiempo, de Jorge Beinstein, “La crisis en la era senil del capitalismo. Esperando inútilmente al quinto Kondratieff” (3).
En estos 40 años de alternancia sucesivamente acelerada de crisis y crecimientos del capitalismo el consumo a crédito, bien sea mediante las populares tarjetas VISA, MASTERCARD, AMERICAN EXPRESS u otras, o a través de los préstamos personales bancarios, ha sido el modo de intentar mantener una demanda que de modo natural se hubiera situado por debajo de las capacidades de producción del sistema capitalista, dado el descenso paulatino de la capacidad adquisitiva de los salarios.
Conforme los salarios descendían y los precios de los productos y servicios se iban encareciendo la vida a crédito se fue convirtiendo en la forma habitual de pago entre amplios sectores de las clases trabajadoras y medias. Ello hasta el punto de que el crédito “revolving” (el más caro, con intereses que oscilan entre el 10 y 24%) se fue implantando entre sectores con dificultad de acceso a los créditos normales por riesgos de insolvencia, las clases trabajadoras con menor capacidad económica.
Todo este tinglado de sobreproducción con consumo sobreinducido se mantuvo hasta que la burbuja pinchó por su punto más débil: las hipotecas subprime. Y el tinglado acabó viniéndose abajo y la sobreproducción devino crisis de producción.
2) En la mayoría de los países centrales del capitalismo en crisis los créditos ya son muy bajos y en algunos rondan el 0% de interés, con lo que difícilmente habría margen de maniobra para el crédito a la inversión productiva; ello en un contexto en el que la oferta difícilmente podría encontrar una favorable acogida en un mercado con decreciente capacidad de demanda.
3) En cuanto al papel de inversor para estimular la economía, lo cierto es que las políticas liberales han hecho caso omiso de sus principios para comportarse como keynesianos un tanto peculiares: salvataje del sistema financiero, ayudas a la industria del automóvil, préstamos a fondo perdido a sectores energéticos estratégicos (eléctricas,...), etc. La administración Obama ha sido más puramente keynesiana en algunos casos, emprendiendo importantes proyectos de obra pública con la modernización de su vetusto sistema de carreteras, y practicando un keynesianismo perverso en el resto: inyectar dinero en sectores económicos clave para salvarlos pero sin control estatal.
El problema es que ese papel inversor de los Estados no ha ido destinado a incentivar la economía y el consumo sino a salvar sectores clave en la misma: los bancos en un sistema financiero que prefiere prestarle dinero a los Estados con las ayudas obtenidas de estos, en lugar de realizar su actividad natural, el préstamo a particulares y empresas.
Cuando los Krugman, los Bernake o los Stigliz piden más intervención del Estado en la economía real del sistema parecen no entender que la economía real es esto: un sector financiero que atiende a su propia esencia de ser, la usura -y no hay usura más lucrativa que la que pueda practicarse a los Estados- y sectores productivos industriales del todavía primer mundo que están siendo barridos por la oferta de países emergentes con mano de obra más barata y masiva y a los que los Estados sólo pueden darles oxígeno para prolongar lentamente su agonía si no quieren comportarse como liberales puros y dejarlos morir.
Por otro lado, las propias transnacionales crearon las crisis de sus empresas en los países centrales del capitalismo al deslocalizar la producción hacia el Tercer Mundo y los países emergentes, despidiendo a cientos de miles de trabajadores y contribuyendo a una menor capacidad de consumo de los productos que anteriormente fabricaban en aquellos países. Y eso es algo que difícilmente podrán parar las políticas keynesianas de incentivación de la inversión porque no harían otra cosa que alimentar a la bestia del chantaje de las transnacionales hacia los trabajadores de los países centrales del capitalismo que exigirán nuevas condiciones salariales y de trabajo más y más lesivas para sus empleados. Salvo que la intervención del Estado en la economía fuese definitiva –mediante la nacionalización de sectores estratégicos- y no transitoria y durante el período de la crisis capitalista pero eso es algo de lo que los keynesianos –liberales moderados- no quieren ni oír hablar. ¡Apartad de nosotros la tentación bolchevique!, gritan a coro.
4) El último punto, el relativo a la regulación del sistema financiero indica hasta qué punto los keynesianos han dejado de comprender el mundo en el que viven.
La estructura financiera y monetaria de Bretón Woods, en gran medida creada a imagen y semejanza de las teorías económicas de Keynes, ha sido demolido por la globalización del mercado financiero mundial y su desregulación, iniciada a partir de Nixon (fin del respaldo del dólar en el oro) y acelerada desde la época de Tatcher y Regan (consulten información sobre el Consenso de Washington): la desaparición de los tipos de cambio fijo, la ruptura de la paridad oro-dólar, la inestabilidad internacional de las tasas de interés, el creciente desarrollo de las operaciones bancarias fuera de balance, la privatización de las agencias de calificación de riesgo, participadas por grandes entidades de inversión, la creciente concentración de los mercados financieros en muy pocos intermediarios que mueven ingentes cantidades de dinero en muy poco tiempo, atacando a economías nacionales grandes y pequeñas a través de gigantescos conglomerados financieros, la opacidad del sistema financiero y bancario internacional con sus intocables paraísos fiscales, la excesiva titulación de la deuda a través de mercados secundarios, el abuso de instrumentos derivados, la desaparición de las fronteras entre banca de depósito y banca de inversión (donde existía previamente),...así lo evidencian.
El nuevo mundo liberal a escala global mundial ha dejado sin resortes de intervención a los Estados. Las sucesivas cumbres del G-20 y de Presidentes de la UE y su parálisis en la toma de decisiones así lo evidencian.
A estas alturas seguir sosteniendo el argumento de la falta de voluntad política de los gobernantes para intervenir sobre los mercados es una falacia estúpida propia de ignorantes y oportunistas políticos que tratan de esconder el hecho de que los políticos profesionales, como casta con unos intereses de permanencia en la dirección del sistema político, se están garantizando con su inacción el pase a la reserva, desplazados por los chicos del maletín de Goldman Sachs, Monti y Papadopoulus ahora, y mañana de cualquier otro “gestor” financiero de los globalistas del Nuevo Orden Internacional (NOW). Los suicidios políticos individuales pueden darse pero los colectivos no.
Los keynesianos tienen otros problemas añadidos a su dificultad para comprender el mundo de la globalización capitalista y financiera mundial configurado tras el fin de Bretton Woods.
Un primer problema nace de su visión aristocratizante y elitista de la economía, la política y la vida en general. Pretenden que en el momento actual el Estado y los políticos vuelvan a intervenir sobre la economía, impulsándola y, sobre todo, regulando su actividad pero no son capaces de decirnos de dónde saldrá esa fuerza conativa de los Estados sobre las formidables fuerzas económicas mundiales que concentran mucha mayor liquidez de dinero que el conjunto de los gobiernos del mundo. Quisieran que esa intervención política se produjese pero no son capaces de admitir que sin la entrada en escena masiva de las masas trabajadoras como fuerza de choque contra el capitalismo desbocado es imposible porque sólo ellas pueden tanto mover como parar el mundo. Pero eso podría ser peligroso para la estabilidad de un sistema que se basa en el pacto social; pacto social que estimuló el propio keynesianismo.
Prefieren entrar por la puerta de atrás y apelar al ciudadano, desde su énfasis en el consumo dentro de su modelo teórico. Es menos connotador de la posibilidad de la lucha de clases que la apelación a la presión por parte de los trabajadores. Roosevelt fue más inteligente que ellos y en USA se alió parcialmente con los sindicatos, a través de la Warner Act, para hacer presión sobre las grandes corporaciones. Pero eso fue en USA donde la tradición izquierdista de los sindicatos era más limitada. A pesar de ello los keynesianos actuales han aprendido bien la lección de cómo la crisis del 29 activó la combatividad de las izquierdas y los sindicatos, aunque no llegara toda la sangre del capitalismo al río, y no quieren correr el riesgo de que ahora ocurra.
Una segunda fuente de los problemas teórico-prácticos de los keynesianos radica en que obvian que el daño hecho por el capitalismo al que pretenden volver a regular es tan grande que para llevar a cabo una intervención suficientemente eficaz sobre la economía ésta ha de ser tan profunda, radical y audaz que desbordaría con mucho la legitimidad de las constituciones burguesas, tan respetuosas con la iniciativa privada, la libertad de empresa y la propiedad privada. ¿Se atreverían los señores keynesianos a apostar por un modelo de planificación económica de capitalismo de Estado tan avanzado como el que fue en su día el de la Francia de de Gaulle? Esperen, no me contesten. NO. Señores keynesianos, sus medias tintas en economía son tan pudorosas ante esta crisis como una cataplasma en el cuerpo de un enfermo terminal de cáncer.
Otra de sus hipótesis fallidas estriba en no comprender que los Estados se han quedado sin resortes legales para domeñar a un capitalismo que actúa contra ellos trasladándoles sus deudas, una vez rescatado, temporalmente, de su crisis financiera. Cualquier intento de controlar al capitalismo deberá ser por la fuerza.
Hay que añadir a todo lo anterior que los keynesianos no entienden que su llamada a que los principales gobiernos del mundo intervengan globalmente para regular el capitalismo desbridado va directamente contra su creciente tendencia a actuar bajo la doctrina Sinatra “My Way”.
La desconfianza entre gobiernos de países miembros de la zona euro (países más ricos frente a los PIIGS), de los miembros de la zona euro con los que no lo son dentro de la UE (Gran Bretaña frente a Alemania y Francia), de Europa frente a USA, de USA frente a China, de USA y Europa frente a los BRIC y otros países emergentes,...pronto se irá materializando en políticas crecientemente proteccionistas de unas áreas geográficas económicas frente a otras e incluso de unos países pertenecientes a dichas áreas frente a otros socios de las mismas. Las tensiones dentro de la UE y de las cumbres del G-20 son evidencias que así lo señalan. No parece esa la tendencia que marque un creciente clima de cooperación necesario para establecer acuerdos que supongan el renacimiento de un Bretton Woods II.
Cuando la amenaza de la crisis avanza en forma de efecto dominó sobre el conjunto de las economías nacionales del planeta y los gobernantes constatan que no parece haber antídoto conocido contra la pandemia, lo que se impone entre ellos es un conjunto de reacciones que integran el más variado abanico de comportamientos: pánico (de momento aún controlado), cautela excesiva, medidas desesperadas, improvisación, inmovilidad, confusión, enfrentamiento del todos contra todos,...Por más que se empeñen los keynesianos, la salida que escoge el capitalismo y sus gobiernos vuelve a ser de nuevo, como en la Gran Depresión, el conflicto y, posiblemente a corto-medio plazo, la guerra.
Ignoro si alguna de estas reflexiones pasó por la cabeza del señor Paul Krugman cuando trabajaba en Enron, la empresa energética que defraudó a USA mediante la creatividad contable de su ingeniería financiera, auténtico paradigma de las consecuencias de la desregulación, o al señor Ben Bernanke, neokeynesiano nombrado por George W. Bush (el hijo tonto del primer Bush que ocupó la Casa Blanca) Presidente de la Reserva Federal USA (FED); la misma FED que “ha impulsado la liberalización del mundo bancario y de ese modo ha querido destruir el sistema bancario europeo” (4) y el mismo señor Bernanke que fue acusado de falta de transparencia en su actuación como presidente de la FED y de presionar al “Bank of America Corp. –para que- completara la compra de Merrill Lynch” (5), comportándose él mismo como un lobbysta. Desconozco también si el señor Joseph Stiglitz ex vicepresidente y ex economista jefe del Banco Mundial, brazo bancario del FMI, y participante el pasado verano “indignado” en el I Foro del M 15-M, habrá pensado en cuestiones similares a las que señalo.
Sinceramente tengo la impresión de que los economistas keynesianos, neokeynesianos, postkeynesianos y toda la larga taxonomía de estos liberales moderados, no lejanos a la tradición de Stuart Mill, mantienen con los llamados neoliberales, los monetaristas y los seguidores de la escuela austriaca (anarcocapitalistas incluidos), muchos de ellos no lejanos al pensamiento de David Ricardo, una pelea amañada de antemano. Una pugna entre liberales moderados y radicales pero liberales, al fin y a la postre.
Ellos, los keynesianos, se han agarrado un berrinche descomunal al ser desplazados de sus espacios de poder –los que van más allá del ámbito académico- en las instituciones financieras, bancarias, organismos internacionales y, en general, cercanos tanto al poder económico como a los gobiernos, a los que rondan cantando bajo su ventana, en la espera de que estos comprendan, antes de que sobrevenga el desastre definitivo, que ellos son la última trinchera de defensa del sistema capitalista.
Olvidan que aquellos marxistas que no nos escondemos tras ninguna escuela económica enemiga de la lucha de clases vemos en la crisis sistémica actual del capitalismo la oportunidad para deshacernos no sólo del llamado neoliberalismo, que es la vuelta al liberalismo decimonónico y a lo que él representa para los trabajadores, sino directamente del capitalismo y de todas las tribus de economistas liberales que lo defienden, incluidos los keynesianos.
Si este es el retrato real de los keynesianos. ¿a qué juegan aquellas izquierdas que los reivindican?
Para entender esta cuestión cabría volver a la expresión “izquierdas sistémicas” que hice al principio del artículo y que definí en la nota (1) del mismo. Para acompañar esta categorización nada mejor que la distinción entre las izquierdas que hacía el tristemente desaparecido marxista Adolfo Sánchez Vázquez y que reproducía el miembro del PRD Adolfo Gilly en un artículo recientemente publicado (6). Decía así Sánchez Vázquez en relación con las izquierdas:
“Izquierda puede ser un término equívoco. Me parece preferible usarlo en plural: no la izquierda sino las izquierdas. Tendríamos así al menos cuatro izquierdas: una izquierda democrática, liberal, burguesa, connatural al sistema capitalista; una izquierda socialdemócrata, que quiere mejorar las condiciones sociales dentro de los marcos de ese mismo sistema; una izquierda social, que es crítica del capitalismo pero no le ve una alternativa, representada sobre todo por los movimientos sociales (el movimiento antiglobalización está dominado claramente por los keynesianos, como lo prueba su línea claramente reformista: el texto entre paréntesis es mío); y una izquierda socialista, opuesta al capitalismo, que propone una nueva organización de la sociedad.”
Actualmente la izquierda socialiberal, de abandonada matriz socialdemócrata, los excomunistas (pueden llevar el nombre comunista en su denominación) que abandonaron el marxismo, aunque periódicamente lo reivindican para satisfacer a una parte de sus bases situadas a la izquierda de la organización, y buena parte de la autodenominada “izquierda radical” –la de militancia social movimientista- recita los últimos gorgoritos del día de los Krugman, los Stiglitz,... y de sus respectivos delegados nacionales. El lector de cada país podrá poner el nombre que corresponda a esos discípulos de Keynes que pululan alrededor de las izquierdas sistémicas y dentro de ellas y que marcan sus partituras económicas y las letras musicales que ensalzan las leyes reveladas del maestro británico.
Las izquierdas keynesianas, muy mayoritarias en el conjunto de lo que culturalmente llamamos izquierdas, abogan por soluciones económicas de este tipo como alternativa a la crisis del capitalismo, aún a sabiendas de que no son viables al hacerlas imposibles la globalización, la ausencia de resortes reguladores de intervención y la carencia de poder de las instituciones políticas, porque si abandonaran a Keynes y a su apóstoles tendrían que asumir que la única posición coherente es lo que Marx nos recuerda de nuevo: la necesidad de una revolución socialista, hoy a escala mundial porque mundial es la crisis capitalista y es necesario oponer una fuerza tan poderosa como la formidable que aún mantiene el capital. Pero eso les obligaría a una autocrítica sobre la trayectoria que han seguido hasta ahora: unos social-liberales, otros reformistas, otros meros radicales coordinadores de movimientos antiglobalización en los que la Iglesia Católica, los movimientos tipo ATTAC y los que pretenden otra globalización “más justa” son la fuerza determinante.
Para las “izquierdas sistémicas” el keynesianismo es una cómoda parada a la espera de que la crisis capitalista escampe porque no creen que sea posible la revolución social y, probablemente, ni siquiera la deseen.
Esto explica la obsesiva y sistemática declaración de antineoliberalismo por una parte de esas izquierdas, sin aludir al capitalismo, como si lo que llaman neoliberalismo no fuera una de las muchas estrategias del capitalismo y una declaración de anticapitalismo vacía, por otro sector de las “izquierdas sistémicas” que, cuando se concreta en su programa económico, es puro destilado Keynes.
En su fuero interno aún confían en que sea posible una fase de recuperación económica mediante una etapa expansiva que permita abrir un ciclo de luchas reformistas y salariales que permita recuperar el nivel de vida perdido por los trabajadores y la restitución de un Estado del Bienestar que, en realidad, ha muerto para siempre.
Las izquierdas, si lo son, no necesitan en el momento actual presentar un programa económico de gestión de la crisis capitalista, que no podrán llevar a cabo porque la fuerza ya no está en las instituciones políticas, sino empezar a tomar en cuenta las palabras de la Secretaria General del Partido Comunista Griego (KKE), Aleka Papariga, seguramente uno de los que mejor está entendiendo la esencia real de la situación actual:
“Cuando decimos al pueblo que el sistema capitalista –refiriéndonos al sistema capitalista de Europa que ha cumplido todo su ciclo– hoy objetivamente no puede dar soluciones, que ha dado todo lo que podía dar, esto significa que no esperen que el KKE participe en el sistema político burgués, en un gobierno de gestión de un sistema que no puede dar nada.” (Entonces habla del derrocamiento del sistema, sugiere el periodista que la entrevista) “Por supuesto” (7)
“Cuando decimos al pueblo que el sistema capitalista –refiriéndonos al sistema capitalista de Europa que ha cumplido todo su ciclo– hoy objetivamente no puede dar soluciones, que ha dado todo lo que podía dar, esto significa que no esperen que el KKE participe en el sistema político burgués, en un gobierno de gestión de un sistema que no puede dar nada.” (Entonces habla del derrocamiento del sistema, sugiere el periodista que la entrevista) “Por supuesto” (7)
Ignoran que cuando renuncian a preparar la revolución social, que cuando se centran en la demanda de reedición de un nuevo pacto social, que cuando emiten un discurso dirigido a las clases medias y el “ciudadanismo”, olvidando que los capitalistas han planteado una lucha de clases que nos lleva a la situación de la clase obrera en la Inglaterra de Engels, están abonando el terreno a cualquier salida progresista a la crisis, incluso reformista, porque han negado toda fuerza transformadora a un proyecto emancipador de los trabajadores. Y las banderas que no se levanten desde una izquierda revolucionaria se acabarán izando desde el color negro o pardo de los demagogos y oportunistas que agitarán un populismo reaccionario que ya no irá contra el capital, aunque lo haga nominalmente, sino contra aquellos sectores a los que sea posible satanizar –inmigrantes, minorías étnicas, mujeres, pobres y excluidos,...-para expresar una rabia colectiva que suelte presión a una olla que acabará por explotar.
NOTAS:
(1) En varios artículos he empleado la expresión “izquierdas sistémicas”. Hora es de que defina, siquiera provisionalmente y como primera aproximación al concepto, la misma.
Por “izquierdas sistémicas” entiendo aquellas cuyas identidades de origen se vieron metabolizadas por el pacto social tácito o expreso que establecieron con el poder económico y político en el proceso de creación y asentamiento de los Estados del Bienestar en los países centrales del capitalismo.
El desarrollo del Estado del Bienestar, a cuya edificación contribuyó el modelo keynesiano de estímulo a los mercados desde el Estado, exigía a cambio una paz social en lo sindical y político, paz social que fue garantizada por la socialdemocracia primero, buena parte de los partidos comunistas (fundamentalmente los de estrategia eurocomunista) después y, como última aportación desde finales de los años 90 del pasado siglo, de buena parte de la autodenominada “izquierda radical”.
De este modo, lo que en origen fue una izquierda de matriz marxista o influida por el marxismo, en mayor o menor medida, pasó lenta pero inexorablemente a integrar el keynesianismo como variante económica e ideológica de lo que Bernstein y otros reformistas habían postulado con anterioridad: que en el desarrollo del sistema capitalista la lucha pacífica de los trabajadores iría posibilitando la transición hacia el socialismo, ahora por la vía del bienestar. Lo cierto es que Keynes jamás pretendió el socialismo ni nada que se le pareciera sino la consecución de toda la potencialidad del capitalismo.
Pero el derribo y muerte del Estado del Bienestar a manos de un capitalismo globalizado que no necesita ni quiere un pacto social porque sabe que no tiene nada que temer de unas agónicas “izquierdas sistémicas” ha dado la puntilla definitiva a dichas teorizaciones y a las estrategias de mera acomodamiento al capitalismo de aquellas.
Es previsible que las “izquierdas sistémicas” desaparezcan con el propio Estado del Bienestar.
(2) http://dwt.oit.or.cr/images/stories/boletines/B4_informeMundialdeSalarios.pdf Datos oficiales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
(3) http://www.espai-marx.net/ca?id=1091
(4) Entrevista al economista Marcello De Cecco: “La FED debilitó nuestro sistema”: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-185275-2012-01-12.html
(5) http://online.wsj.com/article/SB124597417288857355.html#mod=2_1362_leftbox
(6) http://www.jornada.unam.mx/2012/01/02/opinion/013a2pol
(7) http://es.kke.gr/news/news2012/2012-01-05-sinentefxi-aleka/
(1) En varios artículos he empleado la expresión “izquierdas sistémicas”. Hora es de que defina, siquiera provisionalmente y como primera aproximación al concepto, la misma.
Por “izquierdas sistémicas” entiendo aquellas cuyas identidades de origen se vieron metabolizadas por el pacto social tácito o expreso que establecieron con el poder económico y político en el proceso de creación y asentamiento de los Estados del Bienestar en los países centrales del capitalismo.
El desarrollo del Estado del Bienestar, a cuya edificación contribuyó el modelo keynesiano de estímulo a los mercados desde el Estado, exigía a cambio una paz social en lo sindical y político, paz social que fue garantizada por la socialdemocracia primero, buena parte de los partidos comunistas (fundamentalmente los de estrategia eurocomunista) después y, como última aportación desde finales de los años 90 del pasado siglo, de buena parte de la autodenominada “izquierda radical”.
De este modo, lo que en origen fue una izquierda de matriz marxista o influida por el marxismo, en mayor o menor medida, pasó lenta pero inexorablemente a integrar el keynesianismo como variante económica e ideológica de lo que Bernstein y otros reformistas habían postulado con anterioridad: que en el desarrollo del sistema capitalista la lucha pacífica de los trabajadores iría posibilitando la transición hacia el socialismo, ahora por la vía del bienestar. Lo cierto es que Keynes jamás pretendió el socialismo ni nada que se le pareciera sino la consecución de toda la potencialidad del capitalismo.
Pero el derribo y muerte del Estado del Bienestar a manos de un capitalismo globalizado que no necesita ni quiere un pacto social porque sabe que no tiene nada que temer de unas agónicas “izquierdas sistémicas” ha dado la puntilla definitiva a dichas teorizaciones y a las estrategias de mera acomodamiento al capitalismo de aquellas.
Es previsible que las “izquierdas sistémicas” desaparezcan con el propio Estado del Bienestar.
(2) http://dwt.oit.or.cr/images/stories/boletines/B4_informeMundialdeSalarios.pdf Datos oficiales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
(3) http://www.espai-marx.net/ca?id=1091
(4) Entrevista al economista Marcello De Cecco: “La FED debilitó nuestro sistema”: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-185275-2012-01-12.html
(5) http://online.wsj.com/article/SB124597417288857355.html#mod=2_1362_leftbox
(6) http://www.jornada.unam.mx/2012/01/02/opinion/013a2pol
(7) http://es.kke.gr/news/news2012/2012-01-05-sinentefxi-aleka/
Attac, IU, DRY...... y ahora tú también,
ResponderEliminarllevo leyéndote mucho tiempo y te agradezco que ahora escribas un poco más asequible a gente como yo, con poca o casi nula cualificación académica y menos bagaje intelectual. Y te agradezco, sobre todo que escribas porque estoy necesitada de información de aquí y de allá. De forma natural me siento inquieta pero perdida, por eso lo del jueguecito de andar de "picaflor" a ver lo que encuentro, a ver si algo, alguien me ayuda a ubicarme ante mis inquietudes recientemente suscitadas en relación a la política.
Tú, en vez de ayudar a aclararme, haces que me fije con más detenimiento a lo que ciertos movimientos, en los que estoy involucrada de alguna forma, defienden y que yo creía satisfarían mi desubicación. Y cuando parece que esto o aquellos son la horma para mi zapato, aparece Marat que me rompe todo el tenderete y que se convierte en otra horma. Conclusión: no estoy preparada para establecerme en ningún sitio, he de seguir escuchando, leyendo, y he de seguir aprendiendo a ser más crítica. Si tú sigues escribiendo como lo haces ahora, más claro, menos denso, me ayudarás en esta ardua tarea en la que estoy ahora enfrascada, puesto que lo que escribes me interesa y se me hace coherente a mi flaco entender.
Gracias por escribir.
Josefa
Josefa, no es mi intención amargarle la ilusión a nadie, ni el deseo de ubicarse y tomar posición política, ahora que tan necesitados estamos de ella.
ResponderEliminarMe limito desde mi posición ideológica de comunista marxista a expresar mis puntos de vista, con la infrmación de que dispongo, qe seguro que no será toda, ya que nadie la tiene.
En todo caso, te pido disculpas por mis anteriores espesuras sintácticas. Es un problema que intento corregir pero no me es fácil, quizá porque son muchas las cosas de las que quiero hablar y la realidad percibida, aunque intente expresarla de un modo sencillo, es demasiado compleja para que ese objetivo me sea siempre posible.
Gracias a ti por leerme.
Hola a todos, he leído ya varios artículos y me parecen muy interesantes. Por ejemplo, los que tienes sobre el 15-M. El de hoy también es muy interesante, pero ya que estoy escribiendo, has comentado que los keynesianistas no pueden aplicar sus reformas porque les falta el agente (los trabajadores) que las introduzca. Sin ellos, es muy difícil que puedan aplicar sus recetas. Eso parece cierto, pero ¿qué hay de los comunistas?¿ Ves que sí que tienen ese apoyo? ¿Ves algún partido comunista en el ámbito español que pueda llevar alguna tarea revolucionaria? Me parece que el PCE está más en la linea de Keynes que de Marx.
ResponderEliminar¿Qué hacer?
EAJ.
Hola Unknown:
ResponderEliminarEspero no haberte dado la impresión en mi artículo de que los trabajadores debieran apoyar las medidas keynesianas porque creo que el keynesianismo es la última trinchera de supervivencia del capitalismo, por mucho que sus medidas fueran mucho menos agresivas para los trabajadores a corto plazo, y siempre que se pudieran llevar a cabo, lo cuál no lo veo factible, tal como he expuesto en mi artículo.
Pero la cuestión es que la situación actual de crisis del capitalismo y la progresiva y rápida depauperación de las condiciones de vida de los trabajadores exigen que se enarbole la bandera de la revolución social.
El problema es el que tú señalas. Hoy no hay sujeto revolucionario (la clase trabjadora) porque no hay organización que la lidere: el partido obrero o comunista (hablo en genérico). Obviamente el PCE no lo es. Sus propuestas no son marxistas sino, como tú bien apuntas, sino keynesianas.
Desgraciadamente creo que tampoco los hay a su izquierda ni por capacidad organizativa (el propio PCE es una organización residual en número de militantes e influencia social) ni por la capacidad de construir un relato actualizado del marxismo que sea capaz de definir las tareas que tenemos por delante los revolucionarios, conectar con los sectores más conscientes de los trabajadores, estabecer una estrategia de luchas y levantar un programa máximo ilusionante de ruptura con el capitalismo mediante su derrocamiento.
Pero no soy pesimista. Sin perder el contacto con la realidad, el pesimismo no nos ayuda en nada e induce al derrotismo.
Creo que una de las tareas más urgentes que tenemos por delante los revolucionarios es la reconstrucción de un partido comunista capaz de superar nuestros errores históricos, los viejos y estériles enfrentamientos entre comunistas y de definir un proyecto de lucha y organización de los trabajadores capaz de asumir los retos que tenemos por delante.
No sé si lo habrás leído pero estas cuestiones las he abordado en un artículo anterior, que he enlazado al final de éste: "Construir el presente, dibujar el futuro"
Es suficientemente significativo el hecho de que cinco millones de parados en este país y las "gratificaciones" que se están acometiendo a los trabajadores en forma de recortes en derechos laborales nos echasen a la suma de unos y otros a la calle.
ResponderEliminar¿Que más nos tiene que pasar?. No encuentro otra solución y cada vez que pienso y hablo de ello acabo diciéndome: es imposible. ¿Que le pasa a la gente?, ¿nos tendrán que estar apretando el cuello hasta la asfixia para tener algún tipo de reacción?
Seguramente la solución a la que hago referencia, una rebelión en masa y en contra del opresor desencadenaría en una lucha tormentosa, pero ¿no será menos tormentoso para los que se queden en el camino, para los que nos quedemos perdidos?.
No entiendo que pasa, sinceramente. ¿Por qué esa señora, señor parados de larga duración, desahuciado hasta de su dignidad es capaz de retener toda su rabia e indignación?, ¿por qué a los que todavía trabajamos y nos sorprenden cada dos por dos con una nueva agresión a nuestros derechos como trabajadores haciéndonos responsables de sus tropelías, por qué no nos levantamos ya en masa y dejamos que fluya de una vez por todas ese grito retenido en nuestras gargantas?.
No puedo creer que no exista rabia, que no haya indignación por parte de una mayoría. Entonces, por qué aprendemos con tanta diligencia lo que es la prima de riesgo, o la deuda soberana, o la pública, o.... qué nos debe importar eso más que nuestra dignidad, nuestra seguridad como personas?, ¿qué está pasando?
Claro que estoy de acuerdo cuando dices: Creo que una de las tareas más urgentes que tenemos por delante los revolucionarios es la reconstrucción de un partido comunista capaz de superar nuestros errores históricos, los viejos y estériles enfrentamientos entre comunistas y de definir un proyecto de lucha y organización de los trabajadores capaz de asumir los retos que tenemos por delante.
Pero, cómo hacer eso?. Superar viejos y estériles enfrentamientos para crear una lucha organizada. Ya lo creo que es una tarea urgente. Te diría que es tan urgente casi como imposible, y perdóname si parezco pesimista, es que con la que tenemos encima y todavía hay mucha gente (yo diría la mayoría) que ni siquiera se les pasa por la mente movilizarse por algo y menos si huele a rojo.
¿Qué miedo pueden sentir tantos millones de parados para que no se rebelen ya?.
Ya ves, soy un cúmulo de preguntas moviéndome en la medida que puedo y cuanto más me muevo lo veo más negro. Quizás sea cuestión de tiempo formar y levantar la bandera de la revolución para que esto despegue, es necesario porque a estas alturas del capitalismo, éste nos traga.
El tiempo corre, y la historia continua , no hay tiempo que perder. . Es necesaria una fuerza de vanguardia que vaya por delante de esos jodidos de la vida (5,4 millones de parados). Y no me refiero al 15 M , naturalmente. Cuando una minoria se establece en la dirección revolucionaria correcta, se convierte necesariamente en mayoria
ResponderEliminarExtraordinario! mis más sinceras felicitaciones por este artículo. Te he descubierto por PUBLICO y espero con entusiasmo poder leer otros artículos publicados en este blog. Una aclaración o mejor dos. Para Josefa, la compañera de la que he leído el primer comentario, decirle que pienso se subestima, la redacción de su comentario es clara y precisa, muy por encima de esa "poca cualificación académica" a la que alude. Me quiero referir a ella para comentarte MARAT que pienso no se puede conseguir expresar con más sencillez y mayor alcance la situación de las izquierdas y su burguesía asimilada en este artículo, extenso por necesario, nunca cansino ni lioso, ni complicado. De nuevo, Felicidades y Mushas Gracias por ofrecernos tu docto punto de vista.
ResponderEliminarLa segunda aclaración es que me considero Liberal convencido y muy próximo a la escuela austriaca.
Con esto no quiero más que hacerte llegar mi admiración por enseñarme e ilustrarme con tu opinión y sobre todo por enviarme una esperanza de que hay una base intelectual que defiende con garantías opiniones contrarias a la mía.Te lo comento porque no he visto esa "sustancia" en por ejemplo, el 15M al que seguía en su inicio, allá por abril del 2011 y con el que asistí a esa primera manifestación de la que cogió su nombre.
Gracias de nuevo, recibe un cordial saludo
Los maestros zen utilizan los koan para enseñar a sus discípulos, es como una "colleja" que les hace despertar.
ResponderEliminarCreo que artículos como este cumplen una función parecida; a menudo nos instalamos en una forma de pensamiento y permanecemos ahí, cómodos y tranquilos.
A mí me pasa con los postkeynesianos.....
Gracias, mi pensamiento económico aún está en formación, soy nuevo en esto, pero con las crisis se aprende a desaprender.
Permanezco atento.
Saludos cordiales.
Queridxs amigxs,
ResponderEliminareste artículo tiene errores de bulto... Por poner solo uno:
"4) El último punto, el relativo a la regulación del sistema financiero indica hasta qué punto los keynesianos han dejado de comprender el mundo en el que viven.
La estructura financiera y monetaria de Breton Woods, en gran medida creada a imagen y semejanza de las teorías económicas de Keynes, ha sido demolido por la globalización del mercado financiero mundial y su desregulación, iniciada a partir de Nixon (fin del respaldo del dólar en el oro) y acelerada desde la época de Tatcher y Regan (consulten información sobre el Consenso de Washington): ...."
Cualquiera que lea unas páginas de un libro de historia donde se cuente la creación de BW, sabe que se enfrentaron dos posiciones, una la de Keynes, defendiendo los intereses de UK, y otra la del Sr. White, defendiendo los intereses de USA. Es bien sabido que el sistema que se creó en BW estuvo basado en la propuesta de USA, y se crearon las instituciones que hoy conocemos (FMI, Banco Mundial, OMC (se planeó, pero no creó hasta años después)), y no lo que defendía Keynes (la creación del bancor y demás). Esto fue principalmente porque USA salió de la 2GM fortalecida, y siendo acreedora de europa. Concretamente poseían el 80% de las reservas de oro. Por eso pudieron imponer su visión, donde se perfiló el dólar como la moneda de reserva que es hoy. Sabiendo que Keynes defendía los intereses de UK, esto no lo hubiera permitido.
Más cosas, si hay una escuela que presta especial atención al sector financiero y sus interrelaciones con el sector real, son los post keynesianos. Una de las mejores explicaciones de lo que ha sucedido, está en Minsky, un POST keynesiano. Ignorar este hecho puede venir o por mala fe, o por desconocimiento, pero es un interesante debate. Poner en el mismo plano a Minsky que a Stiglitz es querer emborronar las escuelas de pensamiento. Minsky es crítico con el capitalismo, y por eso en su descripción de este sistema, se puede observar como lo describe como un sistema inherentemente inestable. Es más, gracias a la interrelación entre el sector financiero y el sector real, Minsky explica cómo el primero lleva sistemáticamente a la catástrofe al segundo (siempre, porque esta inestabilidad es inherente al sistema capitalista).
Kalecki, precursor de las ideas de Keynes, fue un economista comunista que describía el sistema de acumulación capitalista como una de las fuentes de las crisis a las que el sistema se veía comprometido.
En fin, podemos hablar sobre el texto, pero me parece que el odio hacia el estado y el capitalismo (que compartimos) ciega al autor en algunos párrafos, de forma que lo que defiende son más deseos que realidades.
Las diferencias entre "keynesianos" son tan grandes, que unos apoyan al capitalismo, y otros recetan políticas económicas para acabar con él.
salud
Agradezco al señor BlackSmoke su desinteresada información acerca de Bretton Woods (aspecto secundario y no cetral de este artículo) y el papel jugado en él por Keynes y por el representante USA Harry D. White. El principal aspecto en el que no fueron aceptadas las propuestas de Keynes en Bretton Woods fue el de no incluir el bancor como moneda universal, con soporte en las más fuertes del mundo, emitida por el International Clearing Union y cuyo objetivo sería el de la transferencia de excedentes de los países con superávit a los países deficitarios, logrando un crecimiento del comercio mundial pero evitando la deflación. Cierto que este punto es muy importante pero cierto también lo es que Roosevelt fue el principal político en aplicar lo central de las teorías keynesianas, intervención pública en la economía, estímulo del consumo, favorecimiento del crédito, etc. y eso estuvo presente en los acuerdos de Bretton Woods.
ResponderEliminarUna cuestión recurrente de los keynesianos ha sido la de olvidar las implicaciones de la política en la economía, cosa que veo que a usted le sucede también. Si USA impuso el FMI frente al International Clearing Unión, el dólar frente al bancor y un sistema de corresponsabilidad más equilibrado y democrático entre todos los países es porque al acabar la II G.M. el país emergió como la primera superpotencia del mundo y lógicamente optó por un sistema que le permitiese que el resto del mundo financiase su deuda.
La economía no se aplica en un tubo de ensayo, amigo BlackSmoke. Generalmente las decisiones, hasta esta gran crisis, las tomaban los políticos y ellos decidían qué aspectos aplicar de una escuela teórica y cuáles no. Keynes, que presidía la delegación británica en Bretton Woods aprendió que Inglaterra ya no dictaría el orden financiero mundial, aunque fuese clave en su desregulación en los años 70.
Éste era un artículo global, no un libro.
Que Minsky hable de inherencia de las crisis al sistema capitalista tampoco es algo novedoso. Cuando a Keynes le dijeron aquello de que sus recetas evitaban la crisis a medio plazo pero no a largo, él respondió: "A largo plazo todos estaremos muertos". Él mismo lo sabía.
Veo también en usted una tentación a convertir a los postkeynesianos en anticapitalistas. Eso me recuerda la ingenuidad e ignorancia de ciertos marxistas que vieron en el estructural-funcionalismo norteamericano una teoría que podía ser de provecho para el marxismo poque usaba algunas categorías similares. Craso error: la clave está siempre en los presupuestos teóricos y en los objetivos y fines. Y el conjunto de los keynesianos y sus derivaciones no buscan el fin del capitalismo, aunque algunos sepan que no es una formación eterna y así lo admitan- Éste suele ser el problema de los teóricos que pretenden ser originales y se dedican a mezclar cuestiones que son antagónicas.
En cuanto a lo de mi odio al Estado, afirmar eso es simplemente ignorante. Como marxista no odio al Estado. Creo que éste tiene siempre un carácter de clase. Creo por tanto en el derrocamiento del Estado capitalista para construir otro socialista.
Le sugiero escriba un artículo alternativo pero también le pido que no tenga la mala fe de la que me acusa y discuta los asuntos centrales, sin tomar el rábano por las hojas. Estaría feo.
En el trasfondo de todo esto hay una crisis mucho más importante y mucho más real, la crisis ecológica y la energética, y curiosamente ni marxistas, ni keynesianos, ni muchos menos neoliberales hablan de ella. Ninguna receta basada en el crecimiento puede ser una solución. Nuestra sociedad y nuestra civilización, cuna de Marx y Keynes, basaron su "prosperidad", en la explotación casi mágica del petróleo y este será cada vez más caro de extraer. Topamos ya con límites del planeta, entre todos tendremos que ponernos a pensar como hacerlo porque crecer ya no se puede y es más vamos a decrecer. La cuestión es como lo hacemos si ordenadamente o como...porque si no nos esperará, primero el fascismo y después la barbarie.
ResponderEliminarAsí que decrecer: that is the question.
http://cursolimitescrecimiento.wordpress.com/about/
Llamativamente, Elena, tu gurú Serge Latouche ha admitido recientemente que, aunque el decrecimiento no está teniendo lugar, no le falta mucho (http://www.diagonalperiodico.net/Decrecimiento-te-guste-o-no.html), aunque ciertamente no de la forma que él -y yo también en gran medida- estima correcta y positiva. Ello viene de la crisis capitalista. Nace como crisis de sobreproducción y acaba en descenso de producción y de consumo.
ResponderEliminarNadie niega que consumimos varias veces lo que el planeta puede producir pero, dado que pronto llegaremos a un punto crítico de subproducción a nivel mundial y de subconsumo consiguiente, sería bueno que los "decrecentistas" no contribuyéseis a crear armas ideológicas para que el capital durante el período de la crisis capitalista encuentre motivos para disciplinarnos más a los trabajadores hacia el camino de la miseria. Ya han encontrado el filón abierto del capitalismo verde que alguien les abrió. Otro más, no gracias.
Quiero decir con esto que la opción de la sobriedad, para que sobreviva la especie (es por lo que me importa el planeta) me parece obligado pero que oigo cantos de sirena verde que empiezan a escarmarme precisamente porque éste es un momento cojonudo para que el capitalismo nos hable de autodisciplina decrecentista solidariamente humanista. O llámalo como quieras.
En cuanto a lo de que los marxistas no hemos hablado de ella te sugiero que leas "La alternativa" de Rudolf Bahro (1972), donde ya seguía las tesis de "comunismo sin crecimiento" bastante antes de que tu profeta Latouche nos deslumbrara con el asunto.
PS: No suelo determinar cuál es el ámbito del debate pero creo el artículo ya lo marcaba por sí mismo. Si te apetecía colocar tu sintonía, completamente ajena a la cuestión, podías haber tenido la delicadeza de esperar a que escribiera algo que tuviera que ver con el asunto, cosa que ya he hecho o trabajártelo en los medios masivos de comunicación como enlace. Sin duda tendrías más audiencia que la ofrece este modesto blog.
Te pones a la defensiva. El ambito de tu artículo está muy claro pero puesto que hablas de crecimiento económico yo introduzco este nuevo concepto que es muy oportuno y por cierto absolutamente anticapitalista, ¿o es qué acaso crees que en una sociedad más sobria monstruos como Appel tendrían sentido?
ResponderEliminarY por cierto no leí jamás al autor que mencionas si he leido, sin embargo, a Jorge Riechman, te recomiendo su ensayo: "Biomímesis. Ensayos sobre imitación de la naturaleza, ecosocialismo y autocontención" seguramente lo conocerás porque es un esbirro del capital(me permito una pequeña ironía)
Por otro lado cierra tus comentarios si no te gustan otras voces, considero que mi aportación es más que pertinente y de hecho muy relevante, porque tu análisis sobre la ineficacia de Keynes es incompleto si no hablas de la cuestión ecológica, si el motor de la economía es el consumo y la producción industrial, esto topa con los límites de este planeta, Keynes se equivocaba no se puede crecer infinitamente, ni se puede producir infinitamente.
Te recomiendo el enlace anterior de un congreso en la UVA el septiembre pasado, sobre los límites del crecimiento, tal vez cambie tu visión sobre el decrecimiento, los ponentes son académicos de indiscutible reputación y con buena carga ideológica, por supuesto hacia la izquierda.
Por último Marx fue un gran pensador, pero el mundo no se acaba en Marx,ni los retos a los que tenemos que enfrentarnos son los mismos que él enfrentó, hay mucha gente exprimiéndose el coco para lograr articular una utopía, algo que perseguir para lograr un mundo mejor.
¿Qué tal si nos escuchamos, debatimos y nos ponemos a pensar como lograrlo?
De todos modos como no soy bienvenida, no volveré a participar, muchas gracias.
Elena, respecto a lo que decidas hacer en relación con tu participación o no en este blog forma parte de tu libre decisión.
ResponderEliminarAl autor que menciono no lo has leído porque lees dentro de los materiales que te suministra tu entorno (lo conozco bien por dentro). Rudolf Bahro -te puedo dejar el libro si prometes devolvérmelo, que yo sé cómo hice parte de mi biblioteca- fue un dirigente de la RDA que abandonó el SED y en la RFA inició el contacto con el incipiente grupo de Los Verdes en el que estaban gente tan valiosa como Petra Kelly y Gert Bastian, a quienes los "realos" criticaron como "fundis" y los fueron apartando hasta su trágico final. Desprendidos de la memorias de su origen Los Verdes alemanes la han llegado a ser la basura que son hoy; esa gente que apoya las guerras imperiales USA. Rudolf Bahro fue un comunista no dogmático que, desde el marxismo se abrió a nuevos desafíos para la izquierda sin olvidar la lucha de clases como elemento central porque el truco de que destruido el planeta ya no habría posibilidad alguna de revolución le sonaba a chantaje por parte de quienes no la querían.
Respecto a si cierro o abro mis comentarios seré yo quien lo decida. Ya tuve que cerrarlos cuando los camperos del 15-M que movían las manitas en sol en plan Hare Krisnah recibieron estopa de mi parte porque no les gustaban mis artículo sobre ellos. Esto no es un medio de pago ni un medio generalista. Es un blog y forma parte de mi libertad cerrarlo, abrirlo o borrar un comentario, cosa que no he hecho con el tuyo.
Keynes (combato lo keynesiano) nunca habló de "crecimiento ilimitado" SENSU ESTRICTU COMO ELEMENTO CENTRAL DE SU TEORÍA. Que Keynes haya sido elemento clave (no exclusivo) en la formación de los Estados del Bienestar y que estos requiriesen para su mantenimiento del funcionamiento de una amplia clase media desde el consumo no justifica tu afirmación. Te mandan desde el grupito político ese a combatir con las 4 chorradas de la Vivas y vas indocumentada.
Me parece bien que quieras colocarme tu teoría de la que, en el fondo no estoy tan lejano. Lo que me toca las narices es tu soberbia, propia de tu bisoñez, a pesar de tu ignorancia y que utilices foros que no van de tu palo para colocarlo aunque sea a capón. Yo hablaba de que KEYNES Y LOS KEYNESIANOS SON LA ÚLTIMA TRINCHERA DEL CAPITALISMO Y QUE NO TIENEN LA SOLUCIÓN A LA CRISIS DESDE SUS PROPIOS ARGUMENTOS. El marco era ese ¿vale? Cúrrate un artículo y lo difundes. Tómate el esfuerzo y no aproveches esfuerzos ajenos para colocar tu mantra. Es poco ético.
PS: Por supuesto que el mundo no se acaba en Marx pero tengo serias dudas de que conozcas algo sobre Marx y el marxismo lo suficiente para saber si esta corrriente de pensamiento tiene o no respuestas. Más que nada porque ya conozco las que me pueden ofrecer los alterglobalistas. Te recomiendo al respecto el interesante artículo de de Michel Chossudvsky: "Fabricando disidencia.Globalistas y élites controlan los movimientos populares". Muy documentado.
No me refería al libro de Rudolf Bahro, que buscaré y añadiré a la lista, me refería a Sergio Latouche, del que no he leído nada. Soberbia poco, pero tozuda un rato. :-)Insisto la crisis ecológica está intimamente relacionada con el desarrollo industrial, con el módelo de consumo en el que nos movemos y como tu ya sabes y lo explicas muy bien, mejor que yo, el precursor fue Keynes. Entonces si tu argumentas las razones por las cuales los Keynesianos no tienen la solución a la crisis, una de ellas y quizás la más importante es que ES QUE ES MATERIALMENTE IMPOSIBLE CRECER, hemos traspasado con creces algunos de los límites de este planeta y además en las próximas décadas no vamos a tener a nuestra disposición ese petróleo barato del que disponíamos con lo cual el crecimiento es imposible.
ResponderEliminarY mi mantra, como tu dices, es uno de los desafíos más trascendentes a los que nos vamos a enfrentar, algo que debiera preocuparnos y mucho, porque o hacemos algo y tomamos conciencia de ello o será muy doloroso. Ya lo dije al principio o hacemos algo o nos espera el fascismo primero y después la barbarie y después...
Otra cosa Marat, no me envía nadie y no tienes ni idea en que circulos me muevo, me ha caído muy bien tu ofrecimiento de prestarme un libro, pero luego te has ido torciendo, cosa que no entiendo puesto que sólo estamos charlando. Además tu mismo dices que no estás tan lejos de mi postura. En cualquier caso gracias por tu oferta que declino, aunque buscaré el libro y olvidaré los adjetivos calificativos que cariñosamente me dedicas. Saludos.
http://www.crisisenergetica.org/article.php?story=20111018210244440
Quería hacer este comentario en referencia al diálogo que con gran atención he seguido entre Marat y Elena. Sin hacer juez de nada, me gustaría incluir mi opinión personal no sobre el fondo sino sobre la forma. Marat, creo que pierdes toda la defensa cuando le dices "Te mandan desde el grupito político ese..." o que no viene al tema su exposición en el comentario éste específico. Creo pensar que Elena solo expresa su opinión, ampliable en un post por tu parte, pero complementaria en la sustancia del tema.
ResponderEliminarElena espero sigas participando en "este modesto blog" según el mismo Marat para así " si nos escuchamos, debatimos y nos ponemos a pensar como lograrlo".
Marat, a veces, estos "modestos blogs" son más ilustrativos y enriquecedores intelectualmente que esos medios masivos de comunicación a los que haces referencia. Y creo que es por eso por lo que Elena ha introducido el tema, para presentar y debatir sobre su propuesta.
Es de agradecer tu esfuerzo para mantener este blog y tienes todo el derecho para cerrar comentarios, yo seguiré viniendo porque me identifico con el fondo, con la búsqueda de una solución para esta Sociedad en la que me integro y a la que veo enferma. Pienso que los tres buscamos lo mismo, aunque sigamos caminos distintos.
Mushas gracias Elena por tus aportaciones y espero seguirte por aquí de nuevo.
Mushas gracias Marat por dar esta oportunidad, por tu trabajo y dedicación y por tus "koan"-collejas, creo que aunque afortunadamente tu pensamiento siempre estará en formación, nunca se es nuevo en esto.
Gracias a tí Javi
ResponderEliminarMarat, una parte de la culpa de que Elena haya venido a discutir aquí es mía, porque sé que las cosas que yo escribo (sobre los límites ecológicos y de recursos del planeta, desde una perspectiva científica) le han influido (ahora me dirá que no y habré metido la pata hasta el fondo). Estoy bastante de acuerdo con la valoración que haces del keynesianismo y particularmente de Keynes, el cual evidentemente no era de izquierdas, sino más bien un conservador que quería abrir la mano para que el sistema no se fuese al carajo. Eso no es óbice para que, desde mi experiencia profesional, opine que los límites naturales no sólo existen sino que se están manifestando ya (y sobre eso si quieres podemos discutir) y que van a hacer imposible mantener el crecimiento, al menos el basado en el consumo material (y del otro no tenemos mucha constancia a gran escala). Lo cual abre la puerta a un debate más interesante, en el cual estoy seguro que todos estaríamos del mismo lado de la trinchera.
ResponderEliminarSalu2 cordiales,
Antonio Turiel
Sí Antonio tu blog, es en gran parte el causante de mi pequeña cruzada, porque te asombras cuando constatas cuan dependientes somos del petróleo y asusta mucho más reflexionar sobre como nos las apañaríamos sin él y tu con tu trabajo lo dejas muy claro.
ResponderEliminarEso sin hablar del estado del planeta, y para mí esto no es una cuestión de mira que buena soy que me preocupo por la naturaleza..., no, es una cuestión de justicia social, porque si no lo hacemos bien y llega un momento que los recursos energéticos, así como los servicios que nos prestan los ecosistemas se convierten en escasos y caros...¿Qué vamos a hacer, merendarnos los unos a los otros? Y eso me preocupa, y por eso no pierdo ninguna oportunidad de introducirlo donde yo creo que falta.
Bueno en cualquier caso opino como Javi, estos sitios suelen ser más enriquecedores y encuentras información mucho más valiosa que los medios de difusión masiva.
Así que gracias a los dos que os preocupáis de mantener uno con vuestro esfuerzo.
Keynes era un tipo listo que sabía que la propensión marginal al consumo está inversamente relacionada con el nivel de renta, y que el consumo es la sabia del capitalismo. Desde luego, de izquierda no era...
ResponderEliminarTambién es cierto que en la actual deriva capitalista planetaria, donde el Cambio Climático es ya irreversible y donde estamos a punto, si no lo hemos hecho ya, de superar los límites físico-ecológico-biológicos, la lucha de clases cobra todo su significado y es notoria y evidente como nunca antes: el capital, la acumulación, frente al trabajo.
Y no es menos cierto que el capital, la oligarquía cleptócrata, va tomando posiciones en aras de imponer su "gestión", su solución capitalista de huida hacia adelante: la creación de una súper clase de ricos en ghetos de ricos, a costa del sudor, la sangre y la vida, literlamente, de todas las que por decisión u omisión sólo contamos con nuestro trabajo, físico, intelectual o ambos.
De acuerdo.
Pero, ¿qué hacemos...?
Por un lado, el trabajo, las trabajadoras, ¿quiénes somos...? ¿Los currantes del campo, las fábricas, la construcción y las obras de ingeniería y arquitectura...? ¿Los profesores en primaria, secundaria o la universidad...? ¿Los cuadros intermedios y directivos de PYME...? ¿Son currantes las que con el esfuerzo de su trabajo de 12 ó 14 horas diarias destinan su ahorro a la compra de varias viviendas con el fin de obtener suculentas plusvalías especulativas...? ¿Son currantes quienes juegan en bolsa o destinan a fondos de inversión su ahorro...?
Las trabajadoras actuales tienen poco que ver, en estilo de vida y en conciencia de clase, con las trabajadoras de hace un siglo.
Por otra parte, ciertamente, los movimientos "altermundistas" en particular, y "populares" en general, no son homogéneos en su composición. En estos movimientos se encuentran desde los reformistas posibilistas hasta los radicales revolucionarios, pasando por los innumerables infiltrados.
Hace 5 años, éramos 12 monos mal avenidos los que tratábamos de desenmascarar el plan maestro del capital. Hoy somos miles de monos, pero igual de mal avenidos, y todos seguros de haber alcanzado la verdad y la solución indiscutibles.
Salud y fuerza.
La conciencia de clases va a venir para los nuevos y a volver para los más viejos, de la mano de las penurias. Ya no son tantos los trabajadores con ese nivel de vida que apuntas. Ya va al paro tanto trabajadores en bancos como arquitectos; maestros, interinos y después vendrán los funcionarios, no es sólo problema de la clases medias bajas y de los pobres. Por eso el momento parece ideal para recobrar la conciencia de lo que nunca dejamos de ser. Meros trabajadores que venden su esfuerzo a un sistema capitalista que cuando no te necesita, te mata.
EliminarUna de las cosas que me frena de los peak oil no es lo que piden que es razonable y lógico. Lo que me raya es que culpabilicen a la población como si cuando nacimos alguien nos hubiera dado a elegir entre ser saqueadores o saqueados. Como si ya todo no tuviera dueño antes de que naciéramos. Como si alguien nos hubiese preguntado de qué manera queremos obtener nuestros biens, expoliando el planeta para que nos resulte más barato al bolsillo? Eso es falso. Nunca intervinimos en ninguna de estas dediciones. Sólo fuimos peones y ahora les sobramos. El planeta se salvará si las personas se revelan y acaban con el sistema capitalista. Las soluciones van de la mano.
El peak oil es un hecho científico, y como tal no tiene per se ningún sesgo ideológico; otra cosa es el que le dé la persona con la que hables, que podrá arrimar al ascua a su sardina, pero que tanto lo haría con este tema como con cualquier otro de naturaleza meramente factual. Hay gente que pretende moralizar con el peak oil, como con el cambio climático o con el ecologismo en general. Tal actitud les desacredita a ellos, no la seriedad del problema en sí.
EliminarLa mayoría de la gente que yo conozco en el campo de los peakoilers son de orientación comunista o prácticamente, y su crítica se centra en esta otra (una más) externalidad del capitalismo salvaje e irreflexivo. Lo curioso es que en algunos casos su anticapitalismo es sobrevenido de la conciencia de estos problemas. También te digo que no es lo mismo los viejos peakoilers de hace una o dos décadas con la gente que llega nueva al tema, igual que no son iguales los ecologistas de antes y de ahora.
Salu2.
Estoy con Antonio, tanto el cénit del petróleo como el Cambio Climático son hechos científicos, y por tanto ideológicamente neutros.
EliminarSigo a Marat desde hace tiempo, y su trabajo me parece bien documentado y muy consistente ideológicamente.
Digo "ideológicamente" porque sí hay casi siempre en sus artículos una cosa que personalemnte me chirría y considero una equivocación en estos momentos y tal como van las cosas. Se trata de una actitud, que además percibo bastante extendida, bien sea incoscientemente, por amplios sectores de la izquierda.
Es la actitud de la confrontación y el conflicto, no contra el capital, pues esta confrontación es lícita y legítima, ¿cómo no había de serlo?; sino contra ideas o aproximaciones que, en muchas ocasiones, como comenta Antonio, llegan al mismo punto por caminos diferentes.
El capital no va a claudicar de sus privilegios, ni nos va a entregar la llave de las cadenas con las que nos somete, de manera voluntaria y pacífica. Precisamente por eso, y porque, tal como exponéis, sus propias contradicciones intrínsecas están generando el contesto histórico que abre la oportunidad para su derrocamiento y destierro definitivo de la faz del planeta, más que nunca debemos luchar contra él desde la unión y el consenso de las fuerzas.
Será en breve, o quizás nunca; porque si dejamos pasar la ventana de oportunidad que se abrirá, es muy probable que las fuerzas autoritarias más reaccionarias y populistas se impongan, y el capital y su lógica se perpetúen hasta el colapso.
Sinceramente creo que más que nunca debemos recordar que "el enemigo de mi enemigo es mi amigo".
Salud y fuerza.
Pero es que, Jokin_Zabal@, yo niego la mayor y afirmo que suelo confrontarme con ideas que no llegan al mismo punto por caminos diferentes sino a puntos divergentemente opuestos y, precisamente por ese motivo suelo combatirlos.
ResponderEliminarComo ejemplo te sugiero que leas el interesante artículo que un marxista chileno ha escrito y que he subido a mi blog hace un rato: LAS RAÍCES IDEOLÓGICAS BURGUESAS DEL CIUDADANISMO: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com/2012/01/las-raices-ideologicas-burguesas-del.html.
En cuanto a la otra cuestión a la que posiblemente te refieras y que ha dado lugar a distintas controversias en el hilo generado por este artículo mi confrontación ha tenido que ver principalmente con una cuestión de forma, aunque no deja de estar presente otra de fondo: pasar de carrerilla por la cuestión que aquí se plantea para ir a colocar otra cuestión distinta que es la del decrecimiento es poco elegante intelectualmente pero además tiene un tufillo interclasista subyacente que es la de subordinar la lucha de clases a la ecológica y por ahí sí que no paso. Soy muy consciente de que no hay futuro para la Humanidad sin la cuestión medioambiental pero no trago con que me intenten dar gato por liebre y es lo que suelen hacer quienes hacen de su discurso político un eje central en el ambientalismo. Cuando la lucha de clases queda relegada lo que parece una crítica al modelo de desarrollo capitalista se convierte en un tigre sin dientes ni uñas.
Así pues puedo asegurarte que el enemigo de mi enemigo no es necesariamente mi amigo, en primer lugar porque no está claro hasta qué punto es su enemigo y lo que se cuestiona no es tanto el sistema económico y las relaciones de dominación que genera como su modelo de desarrollo, y en segundo porque la historia nos ha dado miles de ejemplos de que el enemigo de mi enemigo no es necesariamente mi enemigo, entre otras cosas porque puede que dispute por los mismos intereses que su enemigo (lucha por la hegemonía intersistémica).
Sí, Marat, estoy de acuerdo contigo las más de las veces, pero...
EliminarLas generalizaciones dejan fuera muchos matices... Porque en los movimientos populares habemos de todo, y en los que participo hay una gran batalla interna por visualizar la lucha de clases y el origen del mal. Aunque sí, no es fácil, más cuando se ha convertido en característica "progresista" la posesión universal de la razón y la lucha ideológica enconada, en vez de apuntar en bloque hacia los intereses hegemónicos.
Y el reconocimiento de esa realidad, tal como está, y va, la vorágine, lleva ineludiblemente aparejado el reconocimiento del riesgo de una lucha intestina de tod@s contra tod@s.
Creo que eso sólo beneficia al capital, y si pretendemos activar la verdadera conciencia de clase para, de ahí, pasar a la acción, de alguna manera tendremos que empezar a sumar...
De momento, voy a distribuir tu artículo por ATTAC, a ver qué reacciones suscita, pues este debate ya lo hemos tocado varias veces. Tampoco tengo claro a estas alturas que podamos emprender la revolución que se requiere directamente desde la situación actual, y quiero pensar que ponerle cierto bozal al capital puede ser un primer paso, pero no lo sé. Igualmente pienso que la degeneración climática y energética pueden incrementar la presión de manera que la gente se dé cuenta de lo que hay en realidad en el fondo. En cualquier caso, desde luego deberemos estar ahí para ofrecer la respuesta ante el incremento de la incertidumbre y la confusión de las masas.
Con todo, seguimos...
Salud y fuerza.
No todo el mundo desde tu misma posición ideológica piensa como tú, mira por ejemplo lo que dice Esther Vivas:
ResponderEliminar“Y para nosotros anticapitalismo y ecologismo son dos combates que tienen que ir estrechamente unidos. Cualquier perspectiva de ruptura con el actual modelo económico que no tenga en cuenta, como elemento central, la crisis ecológica está totalmente destinada al fracaso. Y a la vez, toda perspectiva ecologista sin una orientación netamente anticapitalista, de ruptura con este sistema, está totalmente desorientada, se queda en la superficie del problema y al final puede acabar siendo un instrumento al servicio de las políticas de marketing y del capitalismo verde. Hay que desmarcarse del ecologismo institucionalizado y situar el combate ecologista en una lógica de cambio de sistema. No queremos poner un barniz verde al actual modelo sino que queremos cambiarlo.
Frenar el cambio climático y atajar la crisis ecológica global, implica modificar de raíz el modelo de producción, distribución y consumo, y no simples medidas o retoques cosméticos. Las soluciones a la crisis ecológica pasan por tocar los cimientos del sistema capitalista. Por tocar el “disco duro” del este modelo.
El capitalismo (..) es incompatible con la preservación de los equilibrios del ecosistema. Hay muchos ejemplos que nos muestran como la lógica capitalista es responsable de la crisis ecológica y cómo una política ecologista seria debe enfrentarse a los intereses privados de las grandes empresas”
Y con respecto a disgregar la lucha de clases de la cuestión ambiental, esa separación la haces tú, porque probablemente la motivación más profunda que anima a cualquier defensor del decrecimiento es un sentido de la justicia social mucho más amplio que abarca a todas esas personas que en este planeta mal viven o ni siquiera sobreviven, esa bomba de miseria humana que un día estallará, y en ese sentido te dejo con otra mujer Vandana Shiva:
“Hacer la paz con la Tierra siempre ha sido un imperativo ético y ecológico, que se ha convertido ahora en un imperativo para supervivencia de nuestra especie.
La violencia contra el suelo, la biodiversidad, el agua, la atmósfera, el campo y los campesinos produce un sistema alimentario marcial que no puede dar de comer a la gente. Un billón de personas sufre hambre.(..)Hay tres niveles de violencia implicadas en el desarrollo no sustentable. El primero es la violencia contra la Tierra, que se expresa en la crisis ecológica. El segundo es la violencia contra gente, que se expresa en la pobreza, la indigencia y el desplazamiento. El tercero es la violencia de la guerra y el conflicto, cuando los poderosos echan mano a los recursos que están en otras comunidades y países para satisfacer su apetito que no tiene límites.
Cuando cada aspecto de la vida es comercializado, vivir se hace más caro, y la gente se empobrece, incluso si ganan más de un dólar al día. Por otra parte, la gente puede ser rica en términos materiales, incluso sin economía monetaria, si tienen acceso a la tierra, si los suelos son fértiles, si los ríos están limpios, su cultura es rica y mantiene la tradición de construir casas y prendas bonitas, buena comida, y hay cohesión social, solidaridad y espíritu comunitario”
“Tenemos que escoger. ¿Obedeceremos las leyes de mercado de la codicia corporativa o las leyes de la Madre Tierra para mantener los ecosistemas terrestres y la diversidad de los seres vivos?
Las necesidades en alimentación y agua de la gente sólo pueden satisfacerse si se protege la capacidad de la naturaleza para producir alimentos y agua. Suelos y ríos muertos no dan alimento ni agua.
Por ello, defender los derechos de la Madre Tierra es el más importante de los derechos humanos y de las luchas por la justicia social. Es el más amplio movimiento pacifista de nuestra época”
Dime Marat, ¿Dónde está el tufillo interclasista en las palabras de Vandana? Porque si ella representa a alguien es precisamente a los desposeídos de este mundo.
Jokin, son las urgencias del momento en el que vivimos las que nos obligan a algunos a aparecer como los duros e intransigentes en la lucha por abrir los caminos de la guerra de clases contra el capital.
ResponderEliminarLa distinción entre lo que, en otras palabras, consideras disparar contra otras posiciones de izquierda diferentes a las mías y lo que crees que debiera concentrarse sobre el campo de nuestros enemigos de clase es falaz.
Desgraciadamente hace ya mucho tiempo que en el campo de la izquierda se asumió el gradualismo como estrategia, el pacto social para el Estado del Bienestar como estación Termini, el interclasismo como planteamiento para luchar por una hegemonía que nace muerta si no es de clase, el ciudadanismo como suave confrontación desde la democracia del derecho a los servicios públicos frente a la lucha de clases. Esta crisis capitalista no es una más. Es, ante todo, la más sangrante transferencia de las rentas del trabajo a las del capital y la vuelta al viejo modelo liberal de la relación contractual amo-esclavo.
De ATTAC poco espero. Representa un viejo esquema ya muerto. No hay lugar para un capitalismo de rostro humano.
Elegir el camino de la más dura confrontación no es plato de buen gusto. Significa hoy estar en el ojo del huracán, ser tildado de radical y sectario, darte cuenta de cuánta distancia hay entre el proyecto en el que crees y lo que hoy es un “consenso social de valores”, que diría el reconvertido Habermas. Pero no hay otro camino. Ya no es hora de templar gaitas a unas izquierdas burguesas que no saben bien si temen más a lo que pueden perder o a que no les guste lo que pueden ganar. Ellas no me representan
Veamos Elena:
ResponderEliminarPara que te quede claro dónde estoy yo y dónde están los que, según tú, andan en mi misma posición ideológica. Esther Vivas nunca tuvo nada que ver ideológicamente conmigo, aunque cuando militaba en una organización hermana de la suya yo fuese una persona disciplinada y reprodujese quizá uno o dos artículos suyos. Desde Mayo de 2011 yo ya no milito en Izquierda Anticapitalista (IA) porque sigo teniendo claro que soy comunista y no un turista alterglobalización Porto Alegre.
Esto es algo en lo que tengo que emplearme unas 20 veces por semana para aclararlo, mas no importa. Se seguirán manipulando unas supuestas cercanías políticas mías a quienes no me siento en absoluto próximo.
Jamás, durante el período en el que yo milité en IA leí un solo documento, artículo, declaración, posición política, panfleto, texto o alegato de Esther Vivas en el que se evidenciara que, para ella, la lucha de clases fuera el elemento central de su posición política. Y la lucha de clases no se establece en ningún combate simbólico o espectral entre el modelo de desarrollo capitalista y el que ella preconiza, sino en cuestiones más tangibles como el papel de las clases trabajadoras (no hablo de obreros fabriles), la organización del partido de clase, obrero, comunista o como quieras llamarlo, la lucha ideológica, los procesos de acumulación de fuerzas, las políticas de alianzas,...Esther Vivas de eso ni habla y, si lo hace, es como tú: una frase y a lo que ella le importa.
Por tanto, te ruego, por favor, que no me hables de Vandanas Shivas, paces con la Tierra o “urbis et orbis” Lo tuyo es socialismo fabiano, utopía de falansterios, cristianismo indignado, caridad de jesuita y centralidad del sujeto político en la Madre Tierra. Ésta puede vengarse si la tratamos mal pero la lucha de clases es algo muy distinto a lo que tu “predicas”
A ver, si no es mucho pedir cuál es tu prueba del algodón para saber que discurso es realmente revolucionario y cual es "sistémico". Yo no lo veo tan claro en muchos casos, pues me parece que acusas de querer un "capitalismo humanizado" a gente que en muchos casos reniega del capitalismo. Igual el tema se reduce a valoración de la moral de individuos u organizaciones, sea con conocimiento de causa o sin él.
ResponderEliminarYo creo que el que alguien crea verdad algo de lo que diga un keynesiano no significa que esa persona comparta el objetivo e interés de Keynes, que como bien dices era reformar el capitalismo para prolongarlo. Puede ser que en aras de la claridad ideológica necesaria para una revolución socialista, haya que desterrar de nuestras mentes todo lo que proceda del keynesianismo. No lo sé, pero puede ser. Pero aún en ese caso la persona que haga algún caso a dichas ideas puede ser simplemente un anticapitalista equivocado, despistado, que apoya ideas no eficaces para la revolución; pero ello no lo convierte necesariamente en un reformista ni mucho menos en el tipo de reformista que era Keynes.
Tú mismo mencionas la importancia para la economía actual de la desaparición de la diferenciación entre banca comercial y banca de inversión. Pues bien, ese es un argumento usado por keynesianos. ¿Te convierte eso en un servidor del reformismo? No, porque usas un dato con un objetivo distinto. Ése es el quid de lo que trato de decir.
Un saludo.
Tranquilo, EnteJuan, no “es mucho pedir” solicitarme una “prueba del algodón” de lo que afirmo respecto a la izquierda sistémica.
ResponderEliminarEn primer lugar, y para no explayarme en exceso, te sugiero que leas mi artículo anterior a éste, “POR UNAS IZQUIERDAS QUE NO NOS AVERGÜENCEN”, en el que aclaro las diferencias entre “izquierda sistémica” e izquierda revolucionaria. Si has tenido la paciencia de leer este artículo relativo al keynesianismo creo yo que no te pediré demasiado esfuerzo sugiriéndote que busques dichas diferencias en el citado. Nada debe darse nunca por supuesto y el debate no debe producirse tampoco sin las referencias necesarias.
Renegar del neoliberalismo lo hacen muchos, pero eso no es lo mismo que renegar del capitalismo. Mal se reniega del capitalismo cuando los programas políticos y electorales de esas izquierdas sistémicas son keynesianas. El keynesianismo nunca llevará al socialismo porque el socialismo no es Estado del Bienestar ni estímulo de la economía desde lo público sino gestión social de los medios de producción y distribución por los trabajadores y el keynesianismo entiende que la función del Estado –y o de lo público, que no es lo mismo que social pero está más cerca de ello que lo privado- debe de ser siempre subsidiaria de lo privado y secundaria frente a ello. Así pues mal se compadecen las dos cuestiones que señalas: “que alguien crea verdad algo de lo que diga un keynesiano no significa que esa persona comparta el objetivo e interés de Keynes”.
En todo caso, no se trata de “algo de lo que diga un keynesiano” sino de la publicación, número tras número de textos keynesianos en publicaciones de esas izquierdas que, según tú, reniegan del capitalismo. Te sugiero que leas los artículos keynesianos y de economistas keynesianos que se publican en medios como “Rebelión” o “Sin Permiso”, por ejemplo. Lo que suele publicarse de autores keynesianos no es “algo de lo que diga un keynesiano” sino análisis keynesiano del momento capitalista actual y, en muchos casos también, propuestas políticas keynesianas. ¿Que ellos no saben que recurrir al keynesianismo es optar por mantenerse en una dialéctica de “capitalismo humano”? Puede ser...si estoy dispuesto a creerme que los Reyes Magos no son los padres. A estas alturas sostener que se pueda ir de keynesiano y de revolucionario, si por tal entendemos el objetivo de construcción del socialismo, sólo puede sustentarse en dos cuestiones: ignorancia profunda de lo que significa la izquierda revolucionaria, cinismo del más abyecto o ambas cosas a la vez. Estoy seguro que no es tu caso en ninguna de las tres posibilidades.
En cuanto a tu capciosa pregunta sobre mi mención en el artículo a “la desaparición de las fronteras entre banca de depósito (término más preciso que el de banca comercial) y banca de inversión” creo que convendría ser más riguroso en los conceptos. En primer lugar, este es un aspecto del análisis sobre la desregulación financiera (que no es privativo del keynesianismo), nunca una prognosis. El proyecto es lo que le hace a uno keynesiano o no, lo mismo que la globalidad del análisis y no de una de sus partes. Eso sería tomar el rábano por las hojas. ¿Qué Marx partiera de su debate con los liberales, admitiendo alguno de sus presupuestos le hace liberal? Liberal sería si admitiera la centralidad de su teoría. Desde el keynesianismo se niega que ésta sea una crisis de sobreproducción y ese es un aserto central para definir dónde está uno políticamente porque situarse ahí o en una crisis de consumo o en una crisis fundamentalmente financiera conlleva concepciones políticas antagónicas y proyectos radicalmente diferentes. Pero éste último es asunto que deberías investigar por ti mismo ya que ningún aprendizaje se extrae sin esfuerzo.