31 de enero de 2011

"LA CORPORACIÓN" Y LA IZQUIERDA ESPAÑOLA



 
Por Marat

1) El Estado –corporativo- del Bienestar:

Los modelos de Estados surgidos tras la Segunda Guerra Mundial en el occidente capitalista tuvieron en su matriz refundacional un doble génesis:
§         La necesidad de superar las crisis sistémicas del capitalismo, y sus efectos de inestabilidades sociales y políticas, aceptando como inevitables las de tipo cíclico, siempre útiles para la regeneración del edificio económico. La experiencia de la crisis del 29, la Gran Depresión USA y su correlato en la Europa de entreguerras tuvieron un efecto desestabilizador de las democracias liberales, de grandes conflictos de clases y de auge de los movimientos obreros, las izquierdas revolucionarias y los fascismos. Se trataba de incorporar a las clases trabajadoras al consumo de masas, creando una gran base de compradores de bienes y servicios que fuesen una sólido sustento económico para la reproducción del sistema y, a la vez, se incorporasen a la “ideología del propietariado”, aburguesando su conciencia social
§         La necesidad de legitimar el nuevo orden surgido tras la gran conflagración mediante la creación elementos de consenso social y cuyo hito más sobresaliente fue la aprobación a finales de 1948 de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”. Ésta, llamada también “Carta Internacional de los DDHH, incorpora un menú declarativo que integra jurisprudencia de tipo social y económico: derecho al trabajo, a la vivienda, a la protección contra el desempleo, a las vacaciones periódicas pagadas, a la sanidad, a la educación, a la cultura, a la protección en caso de enfermedad, invalidez y vejez (pensiones). El matiz de menú declarativo no es ocioso. Forman parte de la declaración fundante de los DDHH pero no necesariamente se convierten en efectivos. Dependen de la voluntad del ejecutivo. Por su carácter universal era Naciones Unidas la que comprometía a los Estados firmantes de dicha declaración pero ya sabemos cómo funciona la ONU y cuándo y qué cosas son para ella de obligado cumplimiento y cuáles y cuándo no.

En todo caso, en los dos puntos anteriormente señalados se encuentran las principales fuentes de origen de los Estados del Bienestar, si bien hay otros antecedentes de los que ya hemos hablado en alguna otra ocasión (1) pero que por lo que respecta al contenido del presente texto no vienen al caso.

Para su funcionamiento de un modo estable la forma capitalista del Estado del Bienestar requería de órganos estables que dieran refuerzo al consenso o pacto social permanente en que el nuevo modelo de Estado necesitaba asentarse. La contrapartida del “bienestar social” para amplios sectores de la población había de ser la paz social o el pacto tácito o expreso de que los límites del sistema político, social y económico no serían desbordados por ninguno de los actores que conformaban dicho pacto social y especialmente por las organizaciones de los trabajadores: sindicatos y partidos de izquierda.

Lo que originariamente, por razón y naturaleza estaba llamado a romper el status quo pasará, de este modo, a convertirse en parte de la estructura legitimadora del Estado y el sistema económico capitalista.

Acompañando a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial surge la corporativización del Estado del Bienestar, a través de asociaciones empresariales y sindicales, con entidad consultiva y de creación de consenso, mediante pactos a tres bandas con los gobiernos. Múltiples órganos dan vida al modelo corporativo de Estado del Bienestar: mesas de negociación empresarios-sindicatos-gobierno, elecciones sindicales y de directivas empresariales, para dar ritual democrático y legitimar su papel, las negociaciones colectivas de los convenios, Consejos Económicos y Sociales, sistemas opacos de financiación de los sindicatos mayoritarios, etc.

Un tercer elemento de la corporativización del Estado del Bienestar estaría en los partidos políticos, a los que se integraba en el sistema por la puerta de atrás: pensiones de los diputados, posibilidad de los altos gobernantes provenientes de los partidos de actuar como lobbystas una vez abandonado su puesto político, financiaciones de campaña y de partido poco transparentes, intereses de partido en la elección de órganos judiciales de origen, en los más de los casos, no democrático,...

Durante mucho tiempo este sistema funcionó, con sus más y sus menos (mayo del 68 en varios países europeos en los que los sindicatos mayoritarios y los partidos de la izquierda oficial actuaron como fieles desactivadores, inicio de los ataques liberales del tatcherismo durante la década de los 80 del pasado siglo,...). Todo iba bien hasta que estalló la madre de todas las crisis capitalistas (financiera, industrial, de consumo, energética, medioambiental, alimentaria).

2) Toma forma “La Corporación”
Al tipo más común de negocio cuando hay múltiples socios se le llama corporación.

Más de 50 años de cooperante integración de objetivos entre los miembros que componen las elites políticas, empresariales, sindicales y burocráticas han creado una comunidad de intereses, valores y creencias –proclamadas o tácitas-, un espíritu corporativo de casta.
Equipos de trabajo, debate y relación que mantienen entre sí más puntos de contacto, vivencias, aficiones,... que con las bases que les han encumbrado hasta los ámbitos de poder que ocupan, grupos humanos cooptados por los aparatos administrativos del Estado corporativo del Bienestar, largas curricula de agentes sociales profesionalizados en su función, estructuras cuyos miembros están más preocupados por sus supervivencias y por su proyección dentro de ellas,...conforman hoy lo que sin ánimo de exageración en el análisis ni riesgo de falta de rigor en su definición podemos llamar “La Corporación”.

“La Corporación”, una especie de megaestructura que integra el proceso consensual de la suma de entidades desde las que sus miembros ascienden, no se limita a ser una cúpula en el vértice de la pirámide del poder. Se ramifica vertical y horizontalmente en un entramado complejo de delegaciones, ámbitos territoriales y niveles hasta las pequeñas migajas ( tarjetas VISA del partido/sindicato, comidas de negociación,...sueldos de liberado en un mercado laboral difícil, acceso a pequeños privilegios que dependen de estar cerca de los canales de información sobre el modo de obtenerlos) que compran voluntades y actúan como catapulta de lanzamiento de nuevos cachorros que renueven y perpetúen la pervivencia de “la Corporación”, clave para la paz social en el Estado capitalista. 

“La Corporación” tiene intereses objetivos ligados a la pervivencia del sistema capitalista, de donde nace y a cuya perpetuación e intereses sirve pero posee también apegos y objetivos propios de sus miembros, una especie de aventureros políticos que, ante el cambio de escenario hacia el fin del Estado del Bienestar, buscan su propia conservación como casta de poder, ante la constatación de que el futuro puede obligarles a abandonar la palestra histórica. Conforman, por tanto, un núcleo de poder evidentemente reaccionario.

“La Corporación” no tiene sede social,  o tiene tantas que ninguna aparece como la sede principal, ni está legalizada en el Registro de Asociaciones del Ministerio del Interior, ni es miembro activo y declarado de las diversas asociaciones y grupos de presión. Nunca escucharán a quienes a ella pertenecen admitir su existencia. Su nombre circula sigilosamente, entre susurros, de boca a oído de sus “hermanos numerarios”. “La Corporación” se envuelve en un espeso manto de silencio que la protege. Su ley máxima es la “omertá”.

Pero no nos equivoquemos, “la Corporación” no es una balsa de aceite, carente de tensiones internas. En su interior se viven pequeñas guerras civiles, luchas de poder, enfrentamientos entre las diversas facciones que la componen y que tienen que ver con el mantenimiento o ampliación de las cuotas de poder obtenidas por cada grupo en litigio y no con factores de tipo ideológico, al menos para una parte de sus componentes, por lo que a esto último se refiere.

Aclaremos este último punto, tomando como referencia el caso español, que nos es más próximo, porque es crucial para entender qué se mueve hoy dentro de “la Corporación” y cuál es el carácter de sus luchas internas.

La estrategia de los países de capitalismo avanzado, y específicamente de la UE, –los socios más recientes, provenientes del “socialismo real”, accedieron al capitalismo por la vía de descapitalizar socialmente el Estado y de recapitalizar privada de sus servicios antes de entrar en la Europa de los mercaderes- para afrontar la crisis sistémica es la de la voladura del Estado del Bienestar y la progresiva conversión en servicios de pago de los que antes fueron públicos.

En este contexto de ruptura con las bases materiales en las que se basaba el pacto social –los derechos y las conquistas sociales- la permanencia del sindicalismo mayoritario y burocratizado dentro de las estructuras de poder de “la Corporación” se hacía muy difícil y presentaba rasgos de disfuncionalidad, no porque aquél se sintiese incómodo en el pacto social o con su modelo sindical negociador. La razón principal era que el Gobierno nada tenía que ofrecer sobre el mantenimiento del Estado del Bienestar o la retirada de sus planes de recortes sociales que el sindicalismo domesticado pudiera presentar a su base social como un éxito de su política de concertación.

Pero como en un pacto entre cojos y mancos, el Gobierno PSOE, para aplicar su programa social reaccionario necesitaba del simulacro socialdemócrata del pacto social como CCOO y UGT precisaban con urgencia ser entronizados de nuevo como los interlocutores decisivos para que el plan pudiese ser aprobado con alguna “legitimidad” (2).

Lo decisivo no estaba en el intercambio de cromos del pensionazo por una reforma laboral modificada bajo la fórmula de un despido por causas estructurales, que siempre acabarán siendo estructurales para justificar dicho despido, ni en una supuesta flexibilidad de la edad de jubilación, en un mercado laboral de empleo precario, discontínuo, escaso y “flexible” que impedirá reunir los 38,5 años necesarios para jubilarse con el 100% de la pensión y que supondrá tener que hacerlo muy por encima de los 67 años aprobados, si no se quiere cobrar una pensión de mierda.

La clave está en el ataque antisindical desde patronal, PP y Gobierno, que en su reforma laboral ya había dañado la obligatoriedad y universalidad de los convenios colectivos, y en la evidencia de que el Gobierno no negociaría nada que limitase el impacto de las medidas antisociales previstas. Ello convertía al modelo sindical de negociación y concertación en irrelevante para los sectores más a la derecha de “la Corporación”: oposición del PP y patronal de la CEOE. Eso ponía en peligro el estatus de casta de quienes después de muchos años de no pisar un centro de trabajo más que para calentar a la galería afiliada, aún esperaban jubilarse de sindicalistas. Dicho de otro modo, el fin próximo del Estado del Bienestar tiende a negar la necesidad de pertenencia a la hermandad de “la Corporación” a unas burocracias caras para el Estado y la patronal a las que han perdido hace tiempo el miedo porque su aburguesamiento de larga trayectoria les había convertido en gordos tigres de papel que más que miedo daban risa o lástima a sus socios corporativos.

No en otra clave se entiende la convocatoria de Huelga General del pasado 29-S, en la que a pesar de la resistencia a luchar y la apatía de buena parte de sus cuadros sindicales de empresa, CCOO (UGT es sólo el aparcadero de los poco cualificados “socialistas” que no sirven para hacer política en el partido) echó el resto en esa jornada.

El objetivo era dar un toque de atención a sus socios de “la Corporación” y decirles: “aun somos necesarios. Todavía podemos hacer una Huelga General. Si nos mandáis al paro, nos echamos al monte”.

Ni que decir tiene que esa gente nunca se echará al monte porque no hay en ellos otra aspiración que no sea la de encontrar un acomodo al sol del sistema capitalista, trabajar poco y mantener sus privilegios de casta. En realidad mientras ellos sigan bien instalados el retroceso de los derechos de los trabajadores hacia el siglo XIX les importa más bien poco.

De este modo se entienden a quienes justificaban que no se hiciera una nueva Huelga General con “argumentos” basados en que eran los trabajadores los que no deseaban movilizarse, cuando fueron los dirigentes de sus sindicatos y ellos mismos quienes se ocuparon de tirar por la borda el capital de lucha acumulado el 29-S con su denodado esfuerzo desmovilizador desde el día siguiente hasta el día del acuerdo sobre pensiones. O la “inteligente” descalificación de las luchas griegas y francesas contra las políticas de recortes sociales, en base a que, en su opinión no habían logrado nada. Si algo ha logrado ese rosario de huelgas generales ha sido despertar la conciencia de la clase trabajadora de una parte de los países europeos y hacerles ver que las luchas deberán ser sostenidas en el tiempo porque la crisis capitalista será muy larga y profunda.

Los discursos antihuelga de los “sindicalistas” lacayunos contra las organizaciones que sí estuvieron en lucha y movilización los días previos y posteriores al 27-E son casi calcados a los de los esquiroles que actuaron como piquetes tóxicos antihuelga antes del 29-S. “La historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa”

Lo que un día fue un sindicalismo luchador (me refiero a CCOO. UGT no tiene categoría, ni siquiera como material de esquirolaje, para ser mencionada) se ha convertido en una cueva de parásitos en riesgo de paro porque el Estado capitalista y el patrón empiezan a no necesitarlos. Y, después de la traición a los trabajadores efectuada con el acuerdo sobre el pensionazo aún menos, ya que si poca legitimidad moral conservaban entre los trabajadores antes de la pasada Huelga General del 29-S, ahora la que tienen es ninguna y sí un gran rechazo entre asalariados y parados.

Para amortiguar el impacto de su descrédito han escenificado un ritual del cortejo con avances y retrocesos, amagos de riña de novios y requiebros mimosos, de gestión de los tiempos en las palabras y en los silencios, de momentos de supuesta tensión y peligro del acuerdo. ¿Se acuerdan del numerito aquél montado con la propuesta del Gobierno de prolongar la vida las centrales nucleares a cambio de prolongar la edad de jubilación y de las declaraciones tan “dignas e irritadas” de Fernández Toxo de que “alguien en el Gobierno está trabajando para no llegar a un acuerdo”? (3) Convenía transmitir el mensaje de “escollos en la negociación” para disimular la evidencia de que estos apuñaladores del sindicalismo y la movilización hacía ya mucho que habían decidido  dejar la dignidad de los trabajadores con los pantalones y calzoncillos muy por debajo de sus rodillas.

Mientras tanto la derecha oficial del PP, aparentemente incómoda por un triunfo del Gobierno, disfrutaba de saber que tras esta entrega indecente del derecho al disfrute de una vejez digna, a cambio de la supervivencia de una casta mafiosa, será mucho más difícil movilizar a los trabajadores contra las agresiones que perpetrarán contra ellos cuando alcancen el poder próximamente, una vez que el sindicalismo de clase ha recibido el más duro golpe de quienes debieran proteger su dignidad y combatividad.

3) Eso que llamamos izquierda:  
El papel de la izquierda es el de transformar la sociedad en el sentido del progreso, la justicia social, la igualdad y la profundización de unos valores democráticos que no sean un mero ritual de representación política sino que alcancen de lleno el orden económico. Los límites de esa transformación no son los mismos durante los períodos de paz social –Estado del Bienestar- que en momentos en los que la crisis del capitalismo implica el acoso y derribo de todas las conquistas sociales duramente arrancadas por la lucha de clases de generaciones y generaciones de trabajadores.

En el primer caso, la transformación social se ve limitada por las posibilidades de lucha que deja el sistema, que rara vez van más allá de pequeños avances de tipo gradual. En el segundo, la necesidad de agudizar la lucha de clases y la confrontación contra el sistema capitalista exige giros marcados a la izquierda.

En cualquier caso, la posición que adopte la izquierda en relación con el constructo al que hemos dado el nombre de “la Corporación” define qué es hoy izquierda y qué derecha.

Izquierda y derecha mantienen una relación dialéctica entre sí, en la que las premisas que una defienda frente a la otra, y viceversa, definen el lugar que ocupa cada una de ellas. Y en esa relación dialéctica “la Corporación” actúa como segmentadora de lo que cada actor político es, más allá de sus enunciados públicos.

En este sentido cabe avanzar que la izquierda es, recurriendo al lenguaje de la otrora nueva matemática, un conjunto vacío. Ese conjunto tiene nombre pero le faltan elementos. Explicaré porqué digo esto.

El PSOE hace muchos años que dejó de ser un partido de izquierda. Su progresismo se limita a ser una respuesta a las demandas expresivas de libertades civiles (derechos de los homosexuales, ampliación de la ley del aborto, mayor presencia de la mujer en los órganos de poder político,...). Lo mismo que en los años 80 del pasado siglo reivindicaba el Partido Radical Italiano o que suelen asumir los partidos liberales. En los económico ha sido un modernizador de las estructuras productivas (reconversión industrial), un muñidor de la concentración del poder financiero (bancario) y un poder político con el que el que los plutócratas han convivido muy gustosamente (Emilio Botín: “a mí con los socialistas me va muy bien”, dicho durante el período de Gobiernos de Felipe González). 

Sus políticas de igualdad (cheque bebé, ley de dependencia, hoy ambos sin fondos) son formas de captación clientelista del voto por cuotas o segmentos sociales. Las auténticas políticas de igualdad habrían tenido que ocuparse, entre otras cuestiones, de la dignificación de los salarios en un país con un 70% de la población activa ocupada mileurista y menos que mileurista, en el que el salario mínimo interprofesional es de 641,50 €. Políticas que hiciesen que la crisis la pagase quien la había producido tampoco formaban, obviamente, parte de su agenda.

En la actual crisis ha asumido, con la más absoluta desvergüenza, las demandas de los 37 grandes del Ibex (reunión de Noviembre de 2011) sobre pensiones, cajas de ahorros y sector energético.

Su reforma laboral está a la altura de las realizadas por los principales gobernantes europeos, subordinados a las exigencias del FMI, el BCE y Bruselas.

Respecto al clan de “la Corporación” el PSOE es su principal promotor, potenciando el oscurantismo en las deliberaciones reales y los pactos a largo plazo que se han venido produciendo y se producirán en los próximos tiempos con sindicatos y patronal. Tanto uno como otros miembros de ese grupo de chantaje sobre los trabajadores españoles sustraen la capacidad de decidir a los afectados sobre cuestiones que, por su envergadura, les competen directamente (reforma laboral, pensionazo, próximo plan  de empleo juvenil) y sobre lo que debieran tener voz y voto (capacidad de decidir en referéndum), ya que será la amplia masa laboral del país la sacrificada por el saqueo de sus derechos en beneficio del capital. El PSOE es el principal auspiciador de este grupo mafioso, que actúa como expresión política de los intereses del capital.

A su izquierda, Izquierda Unida, es la expresión más palmaria de las contradicciones entre el discurso político, de izquierda, y su práctica, cercana a un sector de la cúspide  de “la Corporación” (CCOO y UGT) y copartícipe de la misma en sus estratos inferiores, de acuerdo a su baja representación política.

Para IU, el paulatino deterioro que habían conocido las relaciones entre la organización y CCOO, impulsada en sus primeros años de vida por el PCE (principal organización de IU), durante la etapa de Antonio Gutiérrez como secretario general del sindicato y, de modo aún más marcado, durante la de Fidalgo, significó un hecho dramático. Suponía perder su principal área de influencia y su conexión más directa con el “movimiento obrero” organizado y la casi ruptura con uno de sus principales rasgos de identidad.

Con la llegada de Fernández Toxo a la dirección de CCOO, la de IU establece algunos acercamientos al núcleo dirigente del sindicato, acercamientos que habían sido imposibles durante el “mandarinato” de José María Fidalgo. Toxo, que hasta su nombramiento había sido un jerarca obediente a Fidalgo se destapaba ahora, no como sindicalista de izquierda, que nunca lo fue, sino como un nuevo secretario general algo menos indigno que el “apaleado (por vendeobreros) de Sintel”. Ahora vemos lo que ha dado de sí su recorrido. La salida de Julio Anguita, demasiado radical para estos sindicalistas de alfombra, de la Presidencia de IU y el posterior período “realista” de la nueva dirección de IU, más próxima a entendimientos con el PSOE (referencia política de CCOO y UGT) facilitaría dicha aproximación.

El período previo a la Huelga General del 29-S pasado, con una larga etapa de abandono del trabajo sindical de base, el aletargamiento de la vida interna de las secciones sindicales, la sustitución de la movilización y la lucha por la influencia mediática, buena parte de ella de dudosa eficacia (videos del Chiquilicuatre, declaraciones de Toxo de que “la huelga general es una gran putada”), la convocatoria de la huelga de funcionarios por correo electrónico, el aburguesamiento y el gandulismo sindical de buena parte de los delegados de empresa...hicieron más necesario que nunca el apoyo de los partidos de izquierda y los movimientos sociales y ciudadanos a dicha convocatoria. Sin ese apoyo la huelga, probablemente, habría fracasado.

La presencia de Toxo y Méndez en la fiesta del PCE, unos días antes (18 de Septiembre pasado) de la Huelga General, pudo crear a este partido y a IU el espejismo de que el acercamiento a los sindicatos mayoritarios era aún mayor del previsto. Nada más lejos de la realidad. Simplemente, como en otras ocasiones, son la muleta de la que se sirven cuando han de aparentar el simulacro de presionar por la izquierda al Gobierno PSOE.

Pero aquí no hay víctimas ingenuas ni inocentes sino utilizaciones mutuas. Entre pillos anda el juego.

CCOO y UGT sabotearon, desde el día siguiente de la Huelga General, sabotear todo la fuerza social recogida en esa jornada de lucha. Se trataba de desmovilizar con su silencio sospechoso (mientras tanteaban su regreso a las mesas negociadoras de “la Corporación”), de acallar y pacificar a sus afiliados, algo bastante fácil, por otro lado, de hacer que el tiempo fuese convirtiendo en retazos de un sueño borroso que un día no lejano hubo una Huelga General en España. Eran las 30 monedas de plata de su traición, el coste que debían pagar para volver a convertirse sus dirigentes en personajes estrella de un “sindicalismo del sí señor”.

En todo ese tiempo la dirección federal de IU criticó la política del Gobierno del PSOE, opinó que era necesaria otra Huelga General y no dijo esta boca es mía respecto a la actitud desmovilizadora de CCOO y UGT. ¿Casualidad? ¿Ustedes lo creen? Yo no. ¿Hizo presión desde la movilización, como en su día realizó (28 de Junio de 2010), tras su asamblea de refundación, en la que concentró a 15.000 personas en la Plaza Mayor de Madrid? Yo no he visto muchas en ese período. ¿Y ustedes? Lo cierto es que a IU no se le pueden pedir las mismas exigencias que a otras organizaciones políticas a su izquierda mucho más débiles.

Pero la cosa no acaba aquí.

El 8 de Enero del presente año se iniciaron las conversaciones sobre la reforma de las pensiones entre Gobierno, por un lado, y CCOO y UGT, por el otro. Desde el principio se hizo palpable una “extraña sintonía” que indicaba que habían existido contactos previos y que los tiras y aflojas, los entendimientos y desencuentros, iban a ser algo así como el tongo de un combate de pressing catch entre “Demoledor Man” y “La Bestia Parda de Barbate”: torpe espectáculo para la galería. Negarlo entonces y negarlo ahora es estupidez o cinismo, o ambas cosas a la vez. Y eso se entendió muy bien cuando llegaron las rebajas de Enero y Gobierno y sindicatos mayoritarios hablaron de pactos globales que fueran más allá de la reforma de las pensiones. Se trataba de que los últimos se hicieran para el Estado más necesarios que nunca, no fuera que acabase cerrándose el grifo de las subvenciones.

Pues bien, IU volvió a las andadas, cuando lo que estaba sucediendo era algo más que claro y su dirección lo sabía porque muchos de sus cuadros políticos lo son, a su vez de CCOO: crítica a las propuestas del Gobierno sobre los años de cotización necesarios para cobrar íntegramente la pensión y los 67 años de edad de jubilación, alusión a la necesidad de una Huelga General, sin mucho entusiasmo (de nuevo, ausencia de campaña federal al respecto). Mutismo sobre la actuación de CCOO y UGT. Vale, admitimos confianza y respeto a las decisiones de los sindicatos mayoritarios como mentira piadosa.

¿Y una vez alcanzado el pacto entre Gobierno y CCOO y UGT sobre la reforma de las pensiones, que dijo Cayo Lara o IU Federal al respecto? “Miró al soslayo, fuese y no hubo nada”, que diría Cervantes.

¿Qué explica este comportamiento de IU? Sencillamente que la máxima de “pillar cacho” se impone sobre el ser consecuente, que perder la mínima influencia que creen haber recuperado sobre CCOO está por encima de un comportamiento realmente de izquierda, que supondría no dejar de denunciar la traición de clase cometida por estos quintacolumnistas del capital y romper con ellos, para apostar por un auténtico sindicalismo de clase, aunque sea más débil. Al fin y al cabo, el argumento de que la mayoría de los trabajadores organizados estén en CCOO y UGT para justificar su no ruptura con ellos es tan bueno como el de que la mayoría de los trabajadores votan PSOE y PP.

Es lo mismo que sucede cuando se critica la política del Gobierno PSOE pero se callan sus corruptelas urbanísticas (Sevilla), porque IU ostenta una tenencia de Alcaldía en la ciudad, o se mantienen pactos municipales y autonómicos en “gobiernos de progreso” que aplican recortes sociales (Asturies) como lo hace el Gobierno de la nación. Demagogia y oportunismo, decir una cosa y hacer otra. ¿Es eso izquierda? Yo creo que no.

Es obsceno estar obsesionado con no perder la escasa presencia parlamentaria, autonómica y municipal, estar todo el día con el raca-raca de pedir que a uno le voten (como si en un Parlamento futuro dominado por el PP tener más escaños cambiase algo), no hacer nada para ganarse a pulso de luchas en la calle ese voto y no ser consecuente cortando en cualquier escala de la representación pública las relaciones con los neoliberales a los que condenan.

Más bien lo que se detecta es un discurso antineoliberal, sin ir mucho más allá, con propuestas puramente keynesianas, como las del PSOE antes de la crisis (pretendiendo heredar su voto, en vez de impulsar una conciencia radical de izquierda), de una organización con una visión pequeñoburguesa (compartida por toda su dirección, no por una parte de ella) de lo que significa izquierda, que se obsesiona por no perder su cuota ínfima de poder en los alrededores de “la Corporación”.

Cuando la crisis sistémica del capitalismo demuestra que no hay salidas dentro del mismo, entender que la demandada “dictadura de los trabajadores” (Cayo Lara.13 de Noviembre de 2010) pasa por porque se aplique la Constitución deja bien a las claras que el carácter izquierdista de sus dirigentes se agota en el ratón que produjo el parto de los montes.

¿Y la izquierda a la izquierda de la izquierda?

En ella hay de todo, como en botica. Pero en general, se observa un esfuerzo por colocar la lucha de clases en el centro de las resistencias contra los recortes de derechos sociales que impone el capital y sus esbirros políticos y sindicales, una voluntad de lucha y confluencia con las múltiples movilizaciones que se han experimentado alrededor de la fecha del 27-E y que parecen tener intención de continuar, con las dificultades derivadas de hacerlo tras la imposición del pensionazo. Sin su concurso, la importancia de las movilizaciones, acalladas por falsimedia y los “periodistas” en nómina de los poderes económicos, políticos y mediáticos, hubiera sido indudablemente menor.

Le faltan muchas cosas imprescindibles –claridad estratégica, definición de objetivos políticos más allá de las consignas, reforzamiento de la unidad de acción, superación de sectarismos entre todos los que sí luchan,...- pero en ella están los mimbres de las revueltas que, más temprano que tarde, han de venir, a medida que se agudice la crisis y las contradicciones sociales que su agudización estimulará.

En lo sindical, las organizaciones de tipo alternativo necesitan ahondar mucho más en sus esfuerzos por superar la división en múltiples grupos atomizados que, unidos en un proyecto que vaya más allá de la mera confluencia de luchas, más o menos unitarias, podrían poner en jaque al desacreditado sindicalismo de burócratas, vividores y pisaalfombras de edificios nobles. Es necesario avanzar desde la unidad de acción a la unidad orgánica, superar las divisiones provenientes de estériles diferencias que, las más de las veces, ocultan un espíritu del chiringuito y un temor a superar el síndrome de Peter Pan. Cuando hay unidad de acción se pone en evidencia que es posible mover la calle, al menos casi tanto como lo han hecho CCOO y UGT en esa penosa procesión de delegados sindicales del 18 de Diciembre en la que Toxo amago con la Huelga General.   

No quiero dejar pasar por alto la incongruencia de un sector de la izquierda alternativa que, si aunque critica abiertamente el pacto de las pensiones y la actitud sindical durante las negociaciones, así como el rechazo de CCOO y UGT a realizar una segunda Huelga General, diversifica riesgos, apostando a su vez por el sindicalismo combativo y permaneciendo dentro del burocrático y entreguista de CCOO.

Como si se tratase de jóvenes “skaters” montan a la vez sobre dos monopatines que se mueven simultáneamente en direcciones opuestas. La posibilidad de que su credibilidad política acabe por trastabillar y darse el gran morrón contra el suelo, quedando en evidencia el discurso sobre el “hacer lo que se dice y decir lo que se hace”, y que todo el mundo pueda ver su doble apuesta como puro oportunismo, es casi certera.

Establecer una equidistancia crítica, modulada, hacia la derechización más vil del sindicalismo de CCOO y UGT y el “sectarismo” existente en el sindicalismo combativo, desautorizando a ambos a similar nivel es falaz y sucio. Nunca alcanzarán las evidentes insuficiencias y defectos del sindicalismo alternativo la abyección de la que son poseedores exclusivos estos nuevos sindicatos verticales.

Si se admite, en privado, que CCOO y UGT son irrecuperables para la lucha, como han demostrado la limitación y escasez de las disensiones internas provocadas por el acuerdo sobre la ley de pensiones, ¿para qué permanecer dentro cuando hacerlo es dar un aval, por acción u omisión, a sus prácticas internas? ¿Qué utilidad tiene para la clase trabajadora no hacer un llamamiento a abandonarlos en masa para afiliarse al sindicalismo alternativo? ¿Qué eso no pasa porque lo que hacen muchos de los que se desafilian de CCOO es pasarse al sindicalismo gremialista y amarillo? ¿Cuál es la diferencia HOY entre la práctica sindical de los mayoritarios y los llamados amarillos? ¿Qué eso suceda no indica hasta qué punto la práctica sindical de CCOO y UGT derechiza a sus afiliados? ¿Acaso debilitarlos no sería, quizá, la única posibilidad de que tomaran nota sus miembros más conscientes y dieran una batalla por cambiarlos? ¿No será que los motivos por los que se diversifican riesgos, poniendo los huevos en cestas distintas son otros y menos explicables de un modo airoso?

Cuando no se está abierta y decididamente enfrentado a un tipo de práctica antiobrera y cuando se calla, ante lo que debiera convertirse en denuncia activa, se está haciendo, consciente o inconscientemente, un guiño desde fuera de “la Corporación” a ésta. No se transforma el mundo si no se entiende que éste ha de ser cambiado de base y que contemporizar, en lo más mínimo, con quienes nos traicionan tiene un punto de complicidad. El sistema nos integra cuando permitimos que lo haga. Pactar con él, siquiera treguas para tomar aire o los términos y límites de la confrontación, lleva directamente a acabar siendo parte del mismo. Y CCOO y UGT son el sistema, en su brazo sindical.

Para terminar, volvamos a la definición de la izquierda hoy como conjunto vacío. Cabe hablar de partidos que se dicen tal y son pura derecha, de partidos que pretenden ser de izquierda pero están integrados en el sistema porque les preocupa más el cacho institucional que hacer de la institución sólo un barómetro del crédito ganado en la calle y de partidos que, desde fuera del sistema, lo condenan y combaten pero mantienen un píe dentro de su puerta, a través de una relación con lo que es parte intrínseca e irrecuperable para la lucha. Esa es hoy la realidad de la práctica totalidad de lo que culturalmente llamamos izquierda, su drama y su limitación para llegar a ser.

A riesgo de ser acusado de moralista diré que la base moral de un proyecto revolucionario y anticapitalista y la consecuencia con ella es tan importante como el proyecto mismo porque nos señala la práctica a seguir.

Sólo desde una regeneración moral de la izquierda, desde la constatación de que ser antisistema no puede ser simplemente una bonita etiqueta sino una práctica necesaria, desde una ruptura absoluta con lo que ha unido su supervivencia como organización a la pervivencia del propio sistema, porque de él se alimenta en dinero, poder e influencia, será posible ganarse la credibilidad y el respeto de una creciente mayoría que ha deslegitimado ya a esa “Corporación”, que no es otra cosa que la parte más parasitaria de las estructuras políticas y económicas del capitalismo. Y ese es el primer reto para reconstruir hoy a la izquierda, sus valores y su praxis: la credibilidad.     





NOTAS:


28 de enero de 2011

UNA REFORMA QUE REDUCIRÁ LA CUANTÍA DE LAS PENSIONES UN 20%


Los sindicatos aceptan una propuesta denostada hace sólo unos días. El Ejecutivo lo tiene en bandeja: además del consenso político, Zapatero podrá exhibir un pacto social.

Expansión.com
Los sindicatos han pasado página. A pesar de que las centrales han venido calificando la medida del Gobierno de retrasar la edad de jubilación como una “ofrenda a los mercados” a todas luces “injusta e innecesaria”, finalmente han dado su brazo a torcer al apalabrar un “principio de acuerdo”, según anunció ayer triunfante el Gobierno, para reformar el sistema público.
Aún se desconoce la letra pequeña de este acuerdo, pero las dos medidas que ya están atadas –elevar a los 67 la edad legal de retiro y ampliar el periodo de referencia para calcular la pensión– supondrán en conjunto un recorte medio de las futuras prestaciones del entorno del 20%, según los primeros cálculos de los analistas.
La primera dentellada viene por la vía de subir de 15 a 25 años el periodo de referencia para calcular la pensión. Eso es así porque, habitualmente, un trabajador acumula el mejor salario en los últimos años de su vida. Al ampliarse esa horquilla, se incorporan ejercicios con bases más pequeñas, lo que presiona a la baja la pensión. Diego Valero, profesor de la Universidad de Barcelona, estima que cuando entre de lleno esta novedad –que se implantará gradualmente a partir de 2016 ó 2018– las prestaciones perderán de media un 10,7%, aunque matiza que el recorte exacto dependerá de la carrera profesional de cada uno.
Así, para una pensión media de 887,6 euros al mes, la bajada será de 94,9 euros mensuales, más de 1.100 euros en un solo año. Por contra, la Seguridad Social ahorrará con la medida dos puntos del PIB, según se desprende de los cálculos que envió el propio Ejecutivo a Bruselas a principios del pasado año.
El segundo ingrediente estrella de esta reforma, la jubilación a los 67 (de la que sólo se podrán librar los trabajadores que demuestren tener 38,5 años cotizados), también tendrá un impacto importante. Gracias al retraso en dos años de la edad de retiro, las arcas públicas ahorrarán dos puntos de PIB, pero la peor parte se la lleva el trabajador, que verá reducida su pensión entre el 12% y el 15% de media, según los autores de un estudio realizado conjuntamente por la Universidad de Extremadura y la de Valencia premiado por la Fundación Edad & Vida y Vida Caixa.
En conjunto, las dos medidas citadas se traducen en un recorte del 22,7% de las pensiones, una cifra algo inferior a la que llegan los profesores del IESE Díaz-Giménez y Díaz-Saavedra cuyos cálculos, por cierto, citó el histórico sindicalista de UGT José María Zufien en La Factoría.
Para estos economistas, aumentar la base reguladora hasta los 20 años (la que sirve para calcular la cuantía de las pensiones) reduciría la prestación media un 6%. Éste fue el primer escenario que barajó el Gobierno, pero finalmente la franja se ha subido a los 25 años, lo que equivaldría a una reducción del entorno del 8%. A la vez, según estos economistas, al retrasar dos años la edad legal de jubilación se estaría hablando de un ajuste equivalente a otro 10% adicional. En total, apuntan a un recorte del 26% de las pagas, sin tener en cuenta posibles efectos correctores que suavicen su impacto.
Con este apretón de tuercas el Gobierno espera poder ahorrar cuatro puntos de PIB a partir de 2030 (40.000 millones). De este modo, el gasto en pensiones, que está previsto que se sitúe en el entorno del 16% hacia 2050, se conseguiría mantener en el 12%. Actualmente, supera el 9% del PIB.
La reforma de la que todos renegaron ante los micrófonos
-13 de febrero de 2010. La vicepresidenta Salgado aclara a la opinion pública que “ampliar el periodo de cotización para el cálculo de la pensión no es ni va a ser una propuesta del Gobierno”. Salía así al paso de las críticas vertidas sobre la “ambiciosa” reforma que el Ejecutivo prometió a Bruselas.
-18 de diciembre. Los secretarios generales de CCOO y UGT, Fernández Toxo y Cándido Méndez, alertan de que el conflicto social se “recrudecerá” si el Gobierno sigue adelante con la intención de elevar la edad de jubilación a los 67 años, tal y como había señalado Zapatero un día antes.
-18 de febrero de 2011. Los sindicatos insisten en que la ampliación de la edad de retiro es una “línea roja” en las negociaciones. Toxo señala que Zapatero “tiene en sus manos evitar una nueva huelga general”. “Es una medida injusta e innecesaria”, apunta. Y acto seguido añade que la jubilación a los 67 es “una ofrenda a los mercados”.
-5 de enero. “No tenemos ninguna intención de convocar una huelga general”, admitía el secretario general de UGT de Catalunya, Josep Maria Álvarez. “Pero si el Gobierno busca la confrontación, entonces tendremos que estudiarlo”.
La letra pequeña
La mitad de los trabajadores afiliados a un sindicato tiene más de 50 años; no les afectará la jubilación a los 67.

Las centrales podrían justificar así una reforma incómoda para sus bases.
http://www.expansion.com/2011/01/28/economia/1296171369.html


27 de enero de 2011

LA DEUDA PÚBLICA DE ESTADOS UNIDOS SE ACERCA AL PUNTO DE NO RETORNO


Marco Antonio Moreno | elblogsalmon

De acuerdo a las últimas estimaciones, la economía de Estados Unidos crecerá este año un 3,0% versus el 2,4% de los países europeos. Sin embargo, el peligroso nivel de endeudamiento que tiene la primera economía del planeta  puede echar por tierra la recuperación económica. Las previsiones anteriores para el crecimiento de Estados Unidos estaban en torno al 2,5%. Pero el nuevo plan de estímulo por 900.000 millones de dólares le permite un salto adicional de medio punto porcentual.


¿Es razonable endeudarse un 6% del  PIB  para obtener un beneficio de apenas el 0,5 por ciento? Como puede apreciarse, los multiplicadores no están funcionando en la economía y esto demuestra que las debilidades son profundas y  la proximidad al círculo de acreción, o punto de no retorno, se hace cada día más evidente. El déficit fiscal de Estados Unidos superó el 10% y la deuda pública llegará en marzo al tope permitido por el Congreso: 14,3 billones de dólares, igualando al PIB  del país. La gráfica toma el período 1940-2010 y nótese el fuerte incremento de la deuda a partir de los años 80.

La deuda de Estados Unidos es  dos veces mayor a la deuda de toda Europa, y el déficit fiscal de los 17 países del euro alcanzará un promedio de 4,6 por ciento de la producción económica en 2011, frente al 6,3 por ciento el año pasado. A modo de ejemplo, el déficit del Estado español cerró el 2010 con una cifra  menor a lo esperado, producto del riguroso ajuste presupuestario.
El alto déficit que vive Estados Unidos ha dejado de ser un problema transitorio y ha pasado a ser estructural, lo que puede significar un aumento de los bonos del gobierno, una situación que puede incrementar el costo de refinanciación de la deuda y hacer vivir en carne propia a Estados Unidos el ya conocido drama griego. Esto, en circunstancias normales, claro. Por eso la Reserva Federal y el Tesoro han aplicado dos estrategias para evitar el trauma de un colapso mayor en la economía estadounidense.

Por una parte, el secretario del Tesoro, Timothy Geithner solicitó al Congreso aumentar el límite de la deuda pública fijado en 14,3 billones de dólares. La deuda pública de Estados Unidos llega hoy a 14,07 billones de dólares (ver gráfica y ver el  reloj de la deuda de EE.UU, y tocará su techo en marzo. A partir de ese momento la crisis puede entrar en nueva fase cuando se demuestre la insolvencia de Estados Unidos. La Oficina de Gerencia y Presupuesto de la Casa Blanca estima que la deuda pública llegará el año 2015 a 19.683 mil millones de dólares.  Esta deuda no incluye la enorme deuda de los estados, municipios y distritos.

A su vez, la Reserva Federal, ha iniciado un ambicioso plan para ocultar sus déficit de tal manera de dar total elasticidad a sus pasivos, en lo que deja a Estados Unidos bajo una  dictadura monetaria para intentar revertir la crisis.

INQUILINOS EN HUELGA EN VARSOVIA


Sebastian Frei / Varsovia (Polonia) Martes 25 de enero de 2011.  Número 142
 

LIBERALIZACIÓN. Más de 10.000 edificios nacionalizados en 1946 están en proceso de ser reprivatizados por parte de los herederos de los antiguos propietarios.



POLONIA: LAS REPRIVATIZACIONES DE EDIFICIOS PÚBLICOS HAN PROVOCADO UN INCREMENTO ESPECTACULAR DEL COSTE DEL ALQUILER

Un Comité de vecinos de la capital polaca ha asumido la lucha contra privatizaciones, gentrificación y alquileres abusivos e impulsa una huelga de inquilinos.

Sebastian Frei / Varsovia (Polonia)
Martes 25 de enero de 2011.  Número 142
Las condiciones de vida en el barrio de Praga son duras. Jakub, del Comité de Defensa de Inquilinos, cuenta que hay casas sin calefacción, putrefactas y húmedas. Jakub explica que hay personas que calientan sus pisos con fuegos abiertos, lo que es causa frecuente de incendios; además, “el aire en los pisos húmedos perjudica la salud, provoca enfermedades respiratorias, por eso los más desesperados abren las ventanas en vez de calentar el piso, incluso en invierno, ya que es preferible el frío antes que la humedad” denuncia este vecino del barrio de Praga.
En octubre de 2010 dio comienzo una huelga de alquiler para denunciar las consecuencias de la privatización de la vivienda pública en Polonia. La huelga, convocada por el sindicato ZSP, es sólo una faceta de la lucha de inquilinos en este barrio, ubicado en una zona céntrica de Varsovia. El Comité de Defensa de los Inquilinos surgió en 2009 gracias al impulso un grupo de vecinos que había evitado la privatización de su edificio mediante protestas públicas. A partir de entonces, los activistas de este movimiento, al que se han sumado cientos de inquilinos, convocan asambleas en el barrio y prestan apoyo a vecinos afectados por las privatizaciones y los desalojos.

La huelga se planteó como una reacción al incremento de alquileres que ha llegado a ser del 300%. Agnieszka, una vecina que se encuentra en huelga desde un año, cuenta que en un mes el precio de su alquiler subió de 800 zloty, unos 200 euros, a 3.500. Tal incremento es ilegal, pero los inquilinos tienen que protestar por escrito en un plazo de 30 días, hecho que muchos de ellos desconocen. Como explica Jakub, del Comité de Defensa de Inquilinos, la convocatoria de huelga “trató de forjar una postura colectiva y ofensiva para hacer frente a una situación que muchos están afrontando solos. Según algunos sondeos, en determinadas zonas de Varsovia, un 60% de los inquilinos no es capaz de pagar el alquiler, pero prefieren no llamar la atención”.
Desalojos ilegales
Cada activista del Comité tiene sus propias experiencias en la reprivatización del mercado inmobiliario. La propietaria del piso de Mateusz le cortó la calefacción y la luz, además de impedirle el acceso al retrete. La arrendadora alegó presuntas obras, que jamás se llevaron a cabo, como causa de las molestias. En una entrevista con la televisión local, tras el desalojo ilegal de otro inquilino, esta misma propietaria declaró que éste “no es humano, no es una persona”.
Este desalojo ilegal no es un caso aislado. “Un día nos encontramos con una mujer totalmente apática sentada en el patio de su casa junto a sus muebles; había sido desalojada y no sabía adonde ir”, cuenta Laura. Aunque un desalojo sin aviso previo ni orden judicial es ilegal, los propietarios salen impunes porque la ley no prevé ninguna sanción en su contra.
No todos los inquilinos pueden ser desalojados. Maciej, quien tampoco puede pagar el alquiler, comparte un piso con sus dos hijos y su nieta. Como está prohibido el desalojo de niños, las autoridades tuvieron que ofrecerle un piso, de una sola habitación, para las cuatro personas. Ahora la familia no sólo vive en condiciones infrahumanas, sino que también convive con la amenaza de la separación: el Gobierno considera que el hecho de compartir una habitación con tres personas es perjudicial para el desarrollo de la niña y podría ordenar su ingreso en un orfanato.
Los inquilinos afrontan esta situación mediante bloqueos, manifestaciones, campañas y ejerciendo presión política sobre la administración central y el Ayuntamiento. Laura resume los diversos resultados de estas acciones: “Ha habido victorias, derrotas y algo a medio camino entre las dos cosas. En comparación con los miles de afectados no somos muchos activistas, pero los movimientos sociales lo tienen difícil en Polonia, porque todo lo colectivo recuerda a la época comunista y es rechazado de antemano”. Además, los activistas denuncian el bloqueo informativo por parte de los grandes medios de comunicación, “que suelen informar sobre casos aislados escandalosos, pero no critican la política neoliberal del Gobierno”.
A pesar de las dificultades, los activistas han conseguido pisos en buen estado para algunos inquilinos, la cancelación de desalojos e incluso la anulación de la privatización de un edificio. A esto se suma que la presión política ha conseguido que el Parlamento rechazara una ley que hubiera liberalizado aún más el mercado de la vivienda. Además, tanto en otros barrios de Varsovia como en otras ciudades polacas, están surgiendo movimientos similares.

EL AÑO QUE VIVIREMOS PELIGROSAMENTE

Michael T. Klare. TomDispatch.com


El aumento de los precios de las materias primas y los fenómenos meteorológicos extremos amenazan la estabilidad global

Introducción del editor de TomDispatch

Era un muchacho pobre de 26 años que trataba de sobrevivir y de pagar por la educación de sus hermanas. Enfrentaba cara a cara casi todos los días y de manera humillante la profunda corrupción del régimen tunecino, en forma de sobornos que no se podía permitir sólo para mantener su pequeño puesto y el poder de una burocracia de impedírselo a su antojo. Frustrado, para protestar, se empapó en gasolina y se inmoló por el fuego (aunque la muerte tuvo lugar días más tarde).
Su nombre era Mohamed Bouazizi; provenía de la ciudad de Sidi Bouzid, de la cual jamás habéis oído hablar; y la suya es una historia terrible. Ahora se le conoce en todo Oriente Medio como el hombre que inició la revolución tunecina e indudablemente formará parte de la historia, junto con Thich Quang Duc, el monje budista que se sentó tranquilamente en una calle de Saigón en junio de 1963, e inició una tormenta de fuego política al inmolarse para protestar contra un gobierno sudvietnamita respaldado por EE.UU.; y Jan Palach, el estudiante checo que hizo lo mismo en la Plaza Wenceslao de Praga en enero de 1969 como reacción ante la invasión soviética de su país. En los tres casos, otros siguieron sus dolorosos ejemplos. En los tres casos la cosa terminó mal, tarde o temprano, para los que estaban en el poder.
En todo el Oriente Medio actual, aumentan las inmolaciones y nerviosos autócratas respaldados por EE.UU. escuchan el estruendo que viene desde abajo, como el de los manifestantes que se dice que corean: “¡Somos los próximos, somos los próximos, Ben Alí, dile a Mubarak que es el próximo!”
Tras los eventos de Túnez, como en los recientes disturbios en Argelia, Jordania y otros sitios, está el creciente coste de cosas indispensables para la gente. En Argelia, los jóvenes manifestantes que incendiaban edificios también coreaban: “¡Traednos azúcar!”. Como señala Michael Klare, colaborador regular de TomDispatch y autor reciente de Rising Powers, Shrinking Planet, hemos entrado en la era de las revueltas por los recursos, y no hay vuelta atrás. Tom
El año que viviremos peligrosamente
El aumento de los precios de las materias primas y los fenómenos meteorológicos extremos amenazan la estabilidad global
Michael T. Klare
Preparaos para un año escabroso. Desde ahora los precios en aumento, las fuertes tormentas, las graves sequías e inundaciones y otros eventos inesperados pueden causar estragos en el tejido de la sociedad global, produciendo caos e inquietud política. Comencemos por un hecho simple: los precios de los alimentos básicos ya se acercan o exceden de sus niveles máximos en 2008, el año en el qu estallaron fuertes disturbios en docenas de países de todo el mundo.
Por lo tanto no es sorprendente que los expertos en alimentos y energía comiencen a advertir de que 2011 podría ser el año en el que viviremos peligrosamente, y lo mismo podría ser en 2012, 2013, etc., en el futuro. Hay que añadir los costes disparados de los granos que mantienen viva a tanta gente empobrecida, un aumento similar de los precios del petróleo -que de nuevo se acercan a niveles no vistos desde los meses de punta de 2008–, y ya se pueden escuchar los primeros ruidos del peligro inminente de que colapse la débil recuperación económica. Y esos crecientes precios de la energía agregan más leña al descontento global.
Los precios de los alimentos, combinados con inmensos niveles de desempleo juvenil y una profunda desconfianza hacia gobiernos autocráticos y represores, han provocado disturbios y protestas masivas en Túnez que, para sorpresa del mundo, expulsó al presidente dictador Zine al-Abidine Ben Alí y a su corrupta familia. Y muchas de las tensiones sociales evidentes en ese país están presentes en todo Oriente Medio y en otros sitios. Nadie puede predecir dónde ocurrirá la próxima explosión, pero con el continuo aumento de los precios de los alimentos y otras presiones económicas, parece inevitable que haya más levantamientos. Puede que sean las primeras revueltas por recursos que capten nuestra atención, pero no serán las últimas.
En pocas palabras, los modelos de consumo global comienzan ahora a desafiar los límites de los recursos naturales del planeta. Las poblaciones siguen aumentando y de Brasil a India, de Turquía a China, también aparecen nuevas potencias. Con ellas viene la avidez por una vida más semejante a la estadounidense. No es sorprendente que la demanda de materias primas básicas esté aumentando significativamente, incluso mientras los suministros disminuyen en muchos casos. Al mismo tiempo el cambio climático, que en sí es un producto del uso desenfrenado de la energía, se agrega a la presión sobre suministros, y los especuladores apuestan a una tendencia progresivamente peor de la situación. Si se suman todos estos factores, el camino futuro aparece cada vez más escabroso.
Paneras sin pan
Comencemos por los alimentos, la materia prima más importante y volátil. Los precios de los alimentos disminuyeron en octubre de 2008, después del comienzo de la crisis financiera global, pero parece que fue una anomalía. El índice global del precio de los alimentos de diciembre de 2010, elaborado por la Organización de Agricultura y Alimentos (FAO) de la ONU, llegó a un récord de 215, un punto más que en la primavera de 2008. (En ese índice, basado en un “paquete” de alimentos básicos, una base de 100 representa los precios medios del período 2002-2004.) De hecho, algunos productos alimentarios, incluidos el azúcar, aceites comestibles y grasas, se venden ahora a precios sustancialmente superiores a los de 2008; otros, incluidos los productos lácteos, granos, y carne, se acercan peligrosamente a niveles récord.
Al comenzar el año 2011, los expertos en alimentos temen que, en pocos meses, los precios de los alimentos básicos aumenten por encima de umbral de 2008 y permanezcan allí, causando extremas penurias a gente pobre en todo el mundo. “Estamos a un nivel muy elevado”, dijo, preocupado Abdolreza Abbassian, economista de la FAO. “Estos niveles condujeron en el período anterior a problemas y disturbios en todo el mundo”.
Abbassian y sus colegas están especialmente preocupados por el aumento del coste del maíz, el arroz, y el trigo, los cultivos principales para miles de millones de personas en muchos de los países más pobres. Según la FAO, a finales de 2010, los precios internacionales de maíz y trigo ya se acercaron a su nivel máximo de 2008 (unos 260 y 340 dólares por tonelada métrica, respectivamente).
Los analistas atribuyen el aumento en los precios de granos a la creciente demanda en las naciones desarrolladas y en desarrollo, junto a una serie de eventos catastróficos relacionados con el clima y la especulación por parte de los inversores. Una extrema sequía y feroces incendios destruyeron el verano pasado un gran porcentaje de la cosecha de trigo en Rusia y Ucrania, mientras fuertes inundaciones en India y la inundación de un 20% de Pakistán dañaron partes importantes de la producción de granos de esos países. Al mismo tiempo, un clima inusualmente cálido y seco limitó la producción en una serie de áreas agrícolas cruciales.
Lo que hace tan preocupante el panorama actual son las señales de que la severidad y la frecuencia de sucesos meteorológicos extremos parecen estar aumentando. Sólo en las últimas semanas varios sucesos semejantes apuntan a serios problemas de suministro en el futuro. Los más significativos han sido las lluvias e inundaciones sin precedentes en Australia, que sumergieron un área más del doble de tamaño que California, causando estragos significativos en los cultivos de trigo. Australia es uno de los principales productores de trigo del mundo. Condiciones inusualmente secas en la región central de EE.UU. y Argentina también sugieren futuros problemas en la producción de granos y maíz. Es demasiado temprano para predecir el tamaño de las cosechas de granos y maíz de este año, pero muchos analistas advierten de que habrá una escasez de suministros, junto con altísimos precios.
Los analistas de las tendencias dominantes y los funcionarios gubernamentales se muestran reacios a atribuir este atropellamiento de sucesos climáticos extremos al calentamiento global. Inmensas variaciones en las precipitaciones pueden ser normales, especialmente en sitios como Australia, susceptibles a oscilaciones de la temperatura del océano como El Niño/La Niña, y los políticos temen asumir la responsabilidad de un problema tan masivo como el cambio climático. Pero la teoría del cambio climático ha sugerido hace tiempo que la tendencia al calentamiento –2010 empató con 2005 como año más caluroso registrado y nueve de los diez años más calurosos han tenido lugar en la última década– vendrá acompañada por un aumento en la frecuencia y severidad de las tormentas. Es difícil escapar a la conclusión de que los recientes sucesos, incluidas las inundaciones australianas, están vinculados al aumento de las temperaturas globales.
Vuelve la crisis de la energía
Los crecientes precios de los alimentos están siendo impulsados por inversiones especulativas así como por el aumento del precio del petróleo. En parte como respuesta a la disminución del valor del dólar, algunos inversionistas están colocando su dinero en futuros alimentarios (junto con el dólar y la plata) como un seguro especulativo. Al mismo tiempo el precio del petróleo se mueve hacia la marca de 100 dólares, haciendo que sea cada vez más rentable para los agricultores que pasen de la producción de maíz para el consumo humano a producirlo para fabricar etanol, lo que a su vez reduce la cantidad de superficie agrícola dedicada a los alimentos básicos. El petróleo tendría que caer por debajo de 50 dólares por barril para que el cultivo de maíz como producto alimentario sea competitivo con la producción de etanol –y no es probable que eso suceda-. Por lo tanto, incluso si se produce más maíz este año, habrá menos disponible para fines alimentarios y el precio de lo que quede tenderá a subir.
El precipitado aumento de los precios del petróleo ha sorprendido a los expertos. No hace mucho, el Departamento de Energía de EE.UU. (DoE) proyectaba una banda de fluctuación de precios entre 70 y 80 dólares por barril en 2011, pero al comenzar el año el petróleo ya empezó a venderse a más de 90 dólares el barril y algunos analistas predicen que llegará a 100 dólares antes de fin de año. Algunos hablan incluso de 150 dólares el barril y de precios de gasolina en la gasolinera de 4 dólares o más. Si los precios suben por encima de 100 dólares, los gastos de consumo globales podrían sufrir otra caída vertical.
“Los precios del petróleo entran en una zona peligrosa para la economía global”, dice Fatih Birol, economista jefe de la Agencia Internacional de Energía (IEA). “Las facturas por importación de petróleo se están convirtiendo en una amenaza para la recuperación económica”.
Como en el caso de los alimentos, el creciente coste del petróleo es producto de la creciente demanda, suministro insuficiente e inversiones especulativas. Según las últimas proyecciones de la IEA, el consumo global diario de petróleo en 2011 será de un promedio de 87,4 millones de barriles, un aumento de cerca de dos millones de barriles en comparación con el primer trimestre de 2010. Gran parte de la demanda adicional proviene de China, donde una nueva clase media compra automóviles a un ritmo récord, así como de EE.UU., donde los consumidores hasta ahora cautelosos vuelven lentamente a sus costumbres de conducción previas a 2008.
En días en los que la industria petrolera vive tasas de producción en decadencia en muchos campos petrolíferos existentes y descubre que es cada vez más difícil aumentar la producción, incluso dos millones de barriles adicionales por día podrían representar una imponente amenaza (y se espera más demanda en los próximos años). En EE.UU., por ejemplo, se ponen muchas esperanzas en la exploración petrolera en las aguas profundas del Golfo de México y mar adentro en Alaska, pero después del desastre de BP, ésta parece una perspectiva vana. La producción en México y en el Mar del Norte, dos sitios preferidos en los últimos años, enfrenta una aguda disminución, mientras otros productores claves, incluidos los de oriente Medio, se esfuerzan por mantener los actuales niveles de producción en los campos existentes.
Muchos analistas de la energía creen que el mundo se encuentra (o pronto llegará) en el pico del petróleo –el momento en el cual la producción global de petróleo llega a un máximo nivel diario sustentable y comienza una disminución irreversible a largo plazo-. Otros afirman que siguen siendo posibles mayores niveles de producción. Sea cual sea la realidad, en este momento la industria petrolera descubre que cada vez es más difícil, e incluso más costoso, aumentar la producción por encima de los niveles actuales. Esto, combinado, con la insaciable demanda, hace que los precios suban a las nubes.
En estas circunstancias, a los especuladores los vuelve a atraer el mercado petrolero como una apuesta bastante interesante. Tales especuladores ayudaron a aumentar los precios del petróleo a un récord de 147 dólares por barril en 2008, pero huyeron del mercado cuando los precios se derrumbaron al orientarse la economía estadounidense hacia la catástrofe. Ahora vuelven. “Los fondos de alto riesgo y los inversionistas privados están comprando instrumentos financieros vinculados al precio del crudo, y al hacerlo ayudan a aumentar los precios del petróleo”, informó el Wall Street Journal a finales de diciembre.
La mayoría de los analistas espera un aumento de los precios durante esta primavera o verano cuando los automovilistas estadounidenses vuelvan a las calles. “Tendremos una recuperación primaveral que nos llevará a entre 3,10 y 3,50 dólares por galón de gasolina en las estaciones de servicio de EE.UU.”, predijo Tom Kloza, analista petrolero jefe de Oil Price Information Service.
El aumento del precio de la gasolina, a su vez, afectará a los consumidores precisamente cuando muestran señales de volver a abrir sus billeteras. No menos preocupante es que países importadores de petróleo como EE.UU., Japón, y muchos de Europa, se enfrentarán a facturas crecientes por las importaciones de combustible, debilitando aún más unas economías que ya padecen una profunda debilidad.
Según algunos cálculos, los precios del petróleo agregaron otros 72.000 millones de dólares al gigantesco déficit de la balanza de pagos del año pasado. Europa tuvo que pagar otros 70.000 millones de dólares adicionales por el petróleo importado y Japón 27.000 millones. “Es una historia muy significativa”, dice Fatih Birol de la IEA sobre los últimos datos del precio del petróleo. “2010 hizo sonar las primeras campanas de alarma y los niveles de precio de 2011 podrían llevarnos a la misma crisis financiera que vimos en 2008”.
Aumentos de los precios de los alimentos que llevan a disturbios, protestas, y revueltas, crecientes precios del petróleo, un inmenso desempleo mundial y una recuperación colapsada. Todo parece el conjunto perfecto de condiciones previas para un tsunami global de inestabilidad y turbulencia. Sucesos como los de Argelia y Túnez nos dan sólo una idea de lo que podría parecer ese remolino, pero dónde y cómo volverán a estallar, y de qué forma, es una incógnita. Pero estamos seguros que todavía no hemos visto cómo podrían ser las revueltas por los recursos que, en los próximos años, podrían alcanzar una intensidad que apenas podemos imaginar en la actualidad.
Michael T. Klare es profesor de estudios de Paz y Seguridad Mundial en el Hampshire College. Su último libro es Rising Powers, Shrinking Planet: The New Geopolitics of Energy (Metropolitan Books).
Copyright 2011 Michael T. Klare
Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/175345/tomgram%3A_michael_klare%2C_resource_revolts/#more