No se trata pues de eso. Se trata de haber tejido relaciones con usuarios y el resto de trabajadores y trabajadoras de AENA (12.000 según datos del sindicato CGT) y de haber forjado una política de alianzas. Los trabajadores y trabajadoras de AENA son los primeros interesados en que la lucha de los controladores hubiera salido victoriosa, y también el resto de la clase trabajadora, pues en un contexto como éste necesitamos doblegar a este gobierno cuya política está llamada a pulverizar las condiciones de vida de toda la clase trabajadora y sus resistencias. Una señal de fortaleza de algún sector en este momento puede convertirse en un ejemplo contagioso cuando más se necesita de la combatividad de todos los que están padeciendo la crisis. Bien lo saben sindicatos de clase, combativos y dedicados a la lucha por las condiciones de los sectores más precarios de las clases trabajadoras, como CGT (AENA) o CoBas, que no han dudado en mostrar la solidaridad contra la represión de los controladores. En esa lucha, dirigida de otra manera, podrían haberse incorporado todos los trabajadores de AENA. El sindicalismo corporativo sólo nos empuja a la derrota de todos y todas. Se trata de fomentar la solidaridad y las alianzas entre los distintos sectores de la clase trabajadora.
El no haber tenido tampoco ninguna orientación de pedagogía previa hacia los usuarios, incluso preparando el conflicto en la prensa con días de anticipación ha facilitado el aislamiento de los mismos y la pérdida de la batalla ante la opinión pública, un aspecto clave en una lucha sindical en servicios como el transporte.
Pero ahora la urgencia no es la discusión sobre la táctica de los controladores. Ahora hay otra urgencia. Esto ha estallado tras un Consejo de Ministros cuyas decisiones - ¡esas sí! – deberían soliviantar a toda la población trabajadora. Los sindicatos deberían estar ya en pié de guerra, preparando una nueva Huelga General. CCOO y UGT deberían fijar de inmediato una fecha. ¿El 28 de enero, cuando el gobierno quiere aprobar la contrarreforma de las pensiones? ¡Cuando sea! Pero hay que saberlo sin tardanza y nunca debería ser más tarde de esa fecha. Si tenemos los ojos puestos en una Huelga General, en la necesidad imperiosa de parar de verdad todo el país, entenderemos lo grave y amenazador del ataque gubernamental contra los controladores. ¡Que nadie se deje engañar por el discurso acerca de los “privilegios”! Mañana, señalarán como aristócrata a un conductor de autobús, a una maestra o a quienquiera no esté en el paro. ¿Alarma? Habría que decretarla por las decenas de miles de familias que están a punto de ser desahuciadas, por los cientos de miles de desempleados sin recursos… ¿Irá el ejército a llevarles el rancho?
Ahora toca plantarse. La izquierda social y el sindicalismo no deben callar, ni achantarse. CGT y sindicatos más pequeños… se han posicionado ya. Pero el clamor debe extenderse. No hay que aceptar sanciones, despidos, ni inculpaciones por desobediencia a la autoridad militar. El gobierno es responsable de la situación que él mismo ha provocado.
¡Fuera el estado de alarma!
¡Y a preparar ya otra Huelga General!
¡ Ellos son 37 más el Gobierno, Nosotrxs millones!
7 de diciembre de 2010
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