7 de enero de 2020

2020 SE INICIA CON NUEVO GOBIERNO. LA REALIDAD DE LA CLASE TRABAJADORA SEGUIRÁ AUSENTE DEL DISCURSO POLÍTICO


Por Marat

Ya tenemos gobierno. Por una diferencia de 2 votos en el Congreso y a pesar de los sueños húmedos de la “leal oposición” y de la “democrática” prensa “constitucionalista” ("tamayazo" como deseo promovido), a la que sólo le ha faltado acusar de pederasta y violador de ancianas al ahora confirmado presidente. Todo se andará. El PP ya sigue la estela de Aznar cuando estaba en la oposición. Centro-derecha creo que lo llaman.

No es mi gobierno ni mi Presidente. No lo eran antes de formarse, no lo van a ser durante todo su futuro período vigente, del mismo modo que no lo ha sido ninguno de los existentes desde 1977. Todos ellos obedecen al capital y éste ya ha pactado con una parte del mismo (Iberdrola, Bankia, BBVA, La Caixa “et alter”). Sí, de una parte del Ibex 35, la única bestia negra del visir Iglesias, para el que la perversidad del capitalismo se agota en un sector de las más cotizadas de la bolsa y no en unas relaciones sociales de producción que van condenando, cada día un poco más, a crecientes sectores de la clase trabajadora al neoesclavismo.

De momento, entre la progresía de la falsa clase media y de los medios de empalagamiento de dicho ala al servicio de los intereses de la burguesía, ni más ni menos que la cada vez más fascistizada derecha y su Brunete mediática, algo ha ganado Sánchez y su socio principal: el apoyo redoblado de quienes ven en el comportamiento de un Casado que, no es que se haya echado al monte, sino que ya está ordeñando cabras en el Mont Blanc y de un Abascal que, tras pedir cárcel “per tutti”  ante tanto “traidor a España”, sólo le ha faltado gritar “a mí la Legión, fusilen a esos rojos”, la constatación de un falso o ellos o nosotros, cuando no hay ningún grupo en el Parlamento que defienda la destrucción del capitalismo y la lucha por una sociedad socialista. Es fácil caer en la tentación de reforzar lo rechazable, al menos desde una perspectiva de clase, sólo porque los fascistas han entrado en catatonía pistolera ¿Y Arrimadas? Arrimadas sigue siendo muy guapa. Cualquier sentimiento de ofensa por esta acotación por parte del feminismo, como decía un conocido hace muchos años, “me es hidráulico”. Vamos, que me importa entre 0 y nada. Arrimadas es como Rivera pero en robotina y con el disco de Albert rayado desde el hostión electoral de C´s. Tiene menos reflejos para cambiar el paso que un manatí con reuma.

Conocimos ya hace días el acuerdo (“Coalición Progresista” lo llaman sus actores) de PSOE y Podemos. Más allá de las promesas de derogación de los aspectos más lesivos de la Reforma Laboral -la de Rajoy, la que no se aplicó, no la de Zapatero, que es la que el PP puso en práctica. Como en tantas cosas el progrerío engaña a su devoto personal con absoluta desvergüenza y éste lo acepta con entusiasmado autoengaño-, reforma de la Ley Mordaza, subida del salario mínimo y de impuestos a los más ricos y a grandes empresas que pronto olvidarán sus votantes, como es habitual, ante la evidencia de que eran agua de borrajas, quedan cuestiones como la no resolución de la estabilidad del sistema público de pensiones o una solución integral para todos aquellos sectores sociales de las clases subalternas (millones de personas) que se han quedado descolgados de la falsa recuperación económica que ahora se acaba. Para unos y otros parches por cuotas, que es la forma de hacer minería de votos.

Más allá de todo ello, el preámbulo de “Coalición Progresista” PSOE-Podemos en sus aspectos sociales esconde algo que muy poca gente conoce. Es papel mojado.

La introducción a dicho acuerdo es clara. “Los Presupuestos Generales del Estado que se desarrollarán a lo largo de la misma se elaborarán tomando como base este documento y los consensos adquiridos en los últimos tiempos, adaptándolos al nuevo contexto macroeconómico”. ¿Y cuál es el “nuevo contexto macroeconómico”? El de una crisis capitalista que se recrudece en el que la Comisión Europea exige a España nuevos ajustes, en este caso por valor de 9.600 millones de euros.

Pero si la alusión al “nuevo contexto macroeconómico” no les parece a ustedes suficientemente aclaratorio, lean lo relativo al punto 10 del preacuerdo firmado en la primera quincena del pasado noviembre entre Sánchez e Iglesias, previo al acuerdo definitivo de diciembre:  “El Gobierno impulsará políticas sociales y nuevos derechos con arreglo a los acuerdos de responsabilidad fiscal de España con Europa”.

Y aún más, amigos, el visir Iglesias se abre las carnes y se sincera como en el confesionario de GH: “Hemos hecho un programa de Gobierno muy moderado pensando en Europa”. Recuerda a aquello de la autocensura de cuando Franco. Sacarán pecho y dirán que han logrado imponer al PSOE un programa socialdemócrata, todo lo socialdemócrata que le permita el capital europeo y el FMI. Vamos, casi como Tsipras el león de Atenas. O de Walt Disney.

¿Van entendiendo ustedes porqué digo que hay que escindir el término izquierda del concepto comunista? 

¿Recuerdan ustedes cómo empezó aquello cuando la crisis capitalista daba su primer coletazo en el país en 2008? Parecido a ahora. Empezaron por cantidades inferiores –como ahora con la exigencia de ajustes por 9.600 millones de euros- y éstas fueron “in crescendo”. Si no se entiende que bajo el capitalismo el gasto social es gasto improductivo si no genera rentabilidad  para quienes mueven a los títeres políticos de cualquier signo aparentemente distinto es que no se quiere entender que el prometido amejoramiento social es puro bulo.

Las cuentas no salen ahora porque las subidas de impuestos a las rentas más altas y corporaciones arrojarán un saldo menor muy limitado. Menos saldrán en un futuro cuando las advertencias de la Comisión Europea se conviertan en horcas caudinas para el gobierno salido del pacto-carambola y se impongan condiciones drásticas de recortes sociales y ajustes duros.

Cuando esto suceda y las asociaciones empresariales marquen el paso al futuro gobierno exigiendo menores cargas fiscales y laborales, mayor flexibilidad aún para el despido, contratos más a la carta y nuevas políticas de privatización sanitaria, instrumentos puente desde el sistema público de pensiones al privado, etc. veremos cómo el gobierno de progreso nos habla de medidas de transición ecológica, que pagarán los trabajadores, sacará adelante leyes de protección animal y antitaurinas, nuevas leyes de igualdad (entre hombres y mujeres, no entre clases, por favor), de leyes de emprendimiento,…mientras aplica los dictados que el capital le imponga.

No hay cuadratura posible del círculo de la “voluntad política” cuando la crisis capitalista conduce al poder económico a vampirizar las instituciones y la vida social y demuestra palmariamente que la “autonomía de la política” es una falacia dentro de un Estado de clase y hoy más que nunca.

No se trata de la cantinela que canallas e imbéciles gritaban hace años, “no es una crisis, es una estafa”. Es que el capitalismo no puede subsistir sin una ganancia suficiente que le garantice la acumulación necesaria para seguir reproduciéndose.

Las supuestas políticas sociales del gobierno de coalición PSOE-Podemos han necesitado de una investidura con la abstención de ERC y Bildu y el apoyo de PNV que ya ha significado que, más allá o acá de los contenidos reales de los acuerdos para la elección  por los pelos del nuevo gobierno, que dichas cuestiones sociales queden eclipsadas por un rebrote del choque de trenes entre la tribu reaccionaria nacionalista catalana, a medio plazo también posiblemente la vasca, y la española de Atapuerca.

Si les cabe a ustedes alguna duda en lo de Atapuerca, vean el tuit de hace unos días del dipsómano (borracho) nazi, y eurodiputado de VOX, Hermann Tertsch. Por cierto, en los 90 el alundido escribía en El País, un periódico durante tanto tiempo de referencia progre. Como sólo expresaba una incontenible y patológica baba anticomunista debía de resultarles un demócrata a los del ex falangista Polanco. Tan enfermiza esa emisión de hidrofobia que califica de comunistas a Iglesias y Garzón, con lo que lava la cara de dos saltimbanquis políticos y nos ofende a quienes sí somos comunistas y partidarios de la dictadura de clase del proletariado; justo la que le enviaría a él a la jaula de un zoológico junto con los orangutanes de los que no se ha separado familiarmente.  



En la dinámica vigente los progres del PSOE y de Podemos y su miniyó IU entran en un falso juego de pactos, sin contenido real (participación de la población catalana en consulta, que no referéndum y de una ERC que huye hacia adelante para imponerse a la bestia parda del hegemonismo cada vez más étnico del dúo cómico Puigdemont- Torrá), y la España imperial y eterna clama conjurada en Santa Alianza de PP-VOX más los restos del naufragio de C´s, amenazando con encabronar a la sociedad española en una falsa dialéctica amigo-enemigo, en el que la perdedora es la clase trabajadora que no genera discurso propio, ni tiene políticamente quien la escriba. Su realidad quedará enterrada bajo un manto de banderas, exaltaciones tribales y discursos a cuál más disparatado de otras identidades, las líquidas de las mil diversidades. 

En la inmensa ristra de tabernas que jalona el territorio español desde Lugo a Murcia, desde Gerona a Huelva, pasando, cómo no, por ese patio del Monipodio cuñado que es Madrid, se escucha el “quejío” de la bestia tribal, el  regurgitar del odio de todos contra todos y, lo que es peor, el creciente cabreo de los menestrales que necesitan dirigir sus frustraciones cotidianas, mediáticamente performadas por los indecentes voceros del fascio contra otros que seguramente son tan clases subalternas como ellos. Cuando no es así puede ser incluso peor: sectores marginados (menas,…) que sufren el depósito de tales cóleras.

El enfrentamiento político derecha-izquierda en el período del gobierno progre será fundamentalmente el de la cuestión nacional Cataluña-España, enfeudando a progres y a la fauna en extinción de grupúsculos pseudocomunistas, a la derecha reaccionaria y nacionalista catalana y dando a “constitucionalistas” (derecha pura y dura de PP y C´s y fascistas en proceso de VOX), combustible para su cruzada de reconquista patriotera mediante la siembra del odio.

Salvo estallidos derivados de un empeoramiento de la crisis capitalista y de las curas de caballo contra las conquistas de la clase trabajadora que aplique el inestable gobierno de coalición PSOE-Podemos, no veremos aparecer a la cuestión social en el horizonte próximo. Pero ante la falta de organización de clase y de discurso y orientación de las luchas en un sentido anticapitalista, las explosiones tendrán un efecto pasajero.

Por si fuera poco, los meses finales de 2019 nos traen un venturoso 2020 en el que las diversidades entran ya en el colapso diarréico más patético. Un apunte de por dónde podría ir la cosa nos la muestra la creciente inquina entre un sector de las feministas  y otro de los transexuales (estoy convencido de que en uno y otro lado hay personas sensatas que no pueden imponer su sentido común porque no buscan el ruido ni el enfrentamiento) y viceversa. Han abierto la caja de los truenos del todos contra todos en el ya parcelado e hipersegmentado mundo de las diversidades. Unos y otras, otras y unos han decidido utilizar el comodín del género, ese término envenenado en origen, que se retuerce en sus significados a conveniencia de los contendientes, que hoy trae sus coletazos a la bronca más incomprensible, salvo para iniciados, hasta convertir el campo de batalla en microtribus del “a por ell@s”. Acusaciones mutuas, cada cuál más absurda, pero enormemente útiles a los intereses del capital que se frota las manos en este sindiós de estupideces que contribuyen a tapar el discurso de clase. Hay guerras que sólo existen por el interés de ambas partes de mantenerlas, no de una sola. Hay guerras en las que nadie gana, salvo ciertos protagonistas en el mantenimiento del chiringuito en el que viven y en el deseo de adquirir cierta y dudosa notoriedad dentro de círculos concéntricos, cerrados e hiperminoritarios, al expresar sus egos revestidos de argumentación. Hay guerras que enfangan a los contendientes sin que ninguno de ellos salga limpio de las batallas. Hay guerras cuyo mejor destino es no darlas.

Y esperen, porque esta bronca irá a más y pillará por en medio a homosexuales y lesbianas, con los que, en principio no va la trifulca, pero que acabarán por recibir de uno y otro lado. seguramente sin comerlo ni beberlo.

Este tipo de pelea sectaria sólo contribuirá al desprestigio de un movimiento que se había basado en un eje interclasista y de identidades nacidas de lo sexual, a su mengua, al debilitar y romper sus alianzas, y a la desprotección ante el fascismo rampante de personas que han luchado por encontrar el respeto de la sociedad y una vida aceptable para sí mismas.  

Abascal en la tierra y Hayeck, con su ultraliberalismo, desde el infierno se parten el culo de risa.

En fin, que si no les gustó mucho 2019, 2020 se presenta como otro año más en el que las necesidades de la clase trabajadora quedarán pospuestas “sine die”, con la ovejuna complacencia de ella misma.

18 de diciembre de 2019

LAS VIVIENDAS CONTENEDORES DE ADA COLAU

Por Marat

En España el derecho constitucional a la vivienda tiene la misma eficacia que el derecho constitucional al trabajo –luego uno se entera que consiste, según los artículos 5 y 34 del Estatuto de los Trabajadores, en el derecho a la “ocupación efectiva del trabajador”, lo que significa que  se trata del “derecho que ostenta el trabajador a que el empresario le proporcione, en cumplimiento del contrato laboral suscrito, el desempeño de unas funciones acordes a su puesto de trabajo y a la categoría laboral contratada”, siempre que tenga trabajo, claro está.

Con el derecho constitucional a la vivienda sucede también como con el derecho que recoge el artículo 50 de la Constitución española (“Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad”) o con el derecho a la protección al desempleo del artículo 41 de la Constitución ( “Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo).

Son artículos meramente enunciativos. Carecen del desarrollo que los ampare y de los procedimientos y recorrido jurídicos que permitan denunciar y obligar a su cumplimiento.

La señora Ada Colau, alcaldesa de Barcelona por Barcelona en Común, miembro de En Común Podem y Cataluña en Común, eterna vividora de la profesión de activista,  (lo de ser militante es otra cosa muy distinta a la autopromoción de esta especie de youtubers de la política), al menos desde 2001, de la guerra del Golfo, el movimiento okupa –qué ironía frente a la última propuesta de “viviendas sociales” que acaba de perpetrar-, el movimiento antiglobalización y su figura emblemática dentro de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), cuando defendía la Dación en Pago, que no era otra cosa que el reconocimiento de la preeminencia de la deuda sobre el derecho vital a techo. Era un tiempo en el que ella comparecía en el Parlamento español como “activista de lo suyo” y decía cosas como que se condenaba a las víctimas de los desahucios a quedar fuera del sistema.

Hoy ella está dentro de ese mismo sistema, el capitalista, y propone que los desahuciados de la Ciutat Vella (barrio pobre y marginado de Barcelona. Siempre habrá un “ salado” que considere que lo merecen por marginales) vivan de 3 a 5 años en un una especie apilamiento de “containers”  -el término en inglés debe de ser uno de los raros casos en lo que la estupidez cool de los amanerados del lenguaje no ha degenerado sino que ha dado en “contenedores” en nuestro propio idioma- que dan lugar a un remedo de edificio.

En tiempos del ínclito Zapatero, el “referente progresista mundial”, según el peligroso “bolchevique” Iglesias –según la ultraderecha y la derecha democrática, que eligen al patético hombrecillo como peligroso agente comunista, se hablaba de “soluciones habitacionales” (María Antonia Trujillo y sus modelos de vivienda de 25 metros cuadrados). Hoy el portal propagandista de la especulación inmobiliaria ofrece soluciones habitacionales de 3 metros cuadrados, auténticos no zulos sino nichos para cadáveres semivivientes.

Son tiempos en los que a perder la intimidad teniendo que compartir casa con desconocidos se le llama “coliving”, a no poder permitirte un proyecto familiar se le llama ser “single” y a la sobreexplotación laboral ser “rider” o “economía colaborativa”.

Seguramente, los tipejos que hayan avalado la canallada de meter en contenedores a los desahuciados de la Ciutat Vella encuentren sostenibilidad ecológica a la utopía de vivir en un contenedor de Ada Colau por aquello de que no se emplea cemento, del mismo modo que ahora se presenta como moderno, “cool” y “ecológicamente responsable” a las nuevas ofertas de viviendas de madera.

Lo de menos es si quienes son alojados en tales soluciones habitacionales quisieran vivir en ese tipo de engendros o preferirían una casa convencional.

Lo de menos es que haya más de un millón de viviendas clásicas vacías porque la especulación pensó en el pelotazo antes que en si realmente se estaban ofreciendo casas al alcance de quienes necesitaban un lugar donde vivir.

Lo de menos es que vivamos en un estado de derecho de los intereses del capital en los que sus gobiernos, sean del tipo que sean, porque admiten sus reglas del juego, no hayan decidido que ninguna familia, anciano, joven o pobre deba vivir en la calle o en infraviviendas y que, por tanto, ocupar las vacías es un legítimo derecho. Pero creer tal cosa sería asumir que, bajo el capitalismo, puede haber otra lógica que la del beneficio empresarial.

Lo de menos es que el Tribunal Supremo haya declarado nulo el pelotazo propiciado por Ana Botella a través del antiguo Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA) que vendió 3.000 pisos de públicos a un fondo buitre y que en su día fue denunciado; denuncia que el digital en el que fue publicado decidió eliminar de su base datos

Lo de menos es que los progres ofrezcan lo mismo a los escolares valencianos que a los pobres, putas e inmigrantes del Barrio Gótico y alrededores de la Ciudad Vieja. Total, son la escoria de la sociedad, lo mismo que los niños de familias de clase trabajadora de la Comunidad Valenciana, cuyas escuelas se instalan por años en barracones. Total, son alevines de la clase obrera.

Yo me pregunto muchas cosas a partir de aquí:
  • ·         Me pregunto, por ejemplo, cuantos empresarios y miembros de las clases altas quisieran vivir en este tipo de soluciones habitacionales.
  • ·         Me pregunto por qué los arquitectos y urbanistas progres no tratan de convencer a los miembros de esas clase lo “nice” (seamos imbéciles bilíngües) que sería vivir dentro de esa pirámide de contenedores.
  • ·         Me pregunto cuándo se irán los Colau, los Iglesias-Montero, los Zapatero y demás chiripitifláuticos progres a gozar de una experiencia tan “powerful” para sus placenteras vidas.
  • ·         Me pregunto durante cuanto tiempo este tipo de granujas de una sociedad en descomposición seguirá impune.
  • ·     Me pregunto por cuántos individuos de la progresía considerarán que es mejor vivir en un apilamiento de contenedores que en la calle, justo lo que Felipe González afirmaba en su día cuando decía que era mejor un empleo inseguro que no tenerlo.
  • ·       Me pregunto si quienes tienen la posibilidad de sublevarse porque no están ante la disyuntiva de la calle o el contenedor son lo bastante inteligentes para darse cuenta de que esto es un proceso en el que primero el capital (y los lameculos progres como Colau)  va por los que no pueden siquiera decir NO y luego vendrán por los que podrían decirlo pero tampoco quieren dar la nota.
Todo “ciudadano de bien”, el que mira para otro lado, el que dice que se hace demagogia cuando se denuncian estos hechos, el que considera que tantos años de retroceso de las conquistas de la clase trabajadora no son como para “exagerar”, el que va  a lo suyo, el que traga carros y carreteras, el que admite que puede que hay algo de razón para encolerizarse pero no pasa de poner su pose de “crítico” en el bar, el que cree que organizarse contra todo ello es hacer paleocomunismo, es el que se condena a sí mismo y al resto a un regreso a la esclavitud, no son sino la evidencia de un mundo que se condena a sí mismo a regresar al peor de los pasados.

Vienen tiempos de lucha. Se generaliza la ira social contra la sobreexplotación, aunque aún no hayamos comprendido que la forma general de existencia de este sistema de dominación económico es la explotación del trabajo asalariado por parte del capital.

Los pueblos creen encontrar en la demanda democrática la solución a sus males. Como pueblos no pueden hallarla porque hay intereses antagónicos en su interior. La democracia que anhelan no logrará acallar la necesidad de igualdad, de pan y de dignidad en las vidas de los desheredados.

En el proceso hacia la emancipación de la necesidad de supervivencia para encontrar una vida digna cada paso que exprese la protesta debe considerar que no hay objetivo humano, por grande que sea, y por imperiosa que se venda su urgencia (la supervivencia de la humanidad frente a la amenaza fantasma de la destrucción planetaria) que, sin incluir la agenda de los desposeídos como inapelable e improrrogable, hace secundario el hecho de seguir vivos. La supuesta urgencia de salvarnos todos no puede condenar de nuevo a que bajo ese todos se oculte el regreso a unas condiciones de vida que las clases trabajadoras ya no van a admitir.