3 de junio de 2017

AFGANISTÁN: CUANDO SE DISIPE EL HUMO, CUANDO SE ASIENTE EL POLVO

Guadi Calvo. alainet.org

Aunque la cifra todavía es incierta se estima entre 100 muertos y cerca de 500 los heridos, que dejó el ataque del miércoles en Kabul en el barrio diplomático. Según las informaciones un camión cisterna cargado de 1500 kilos de explosivos, conducido por un suicida detonó en la Plaza Zanbaq, epicentro de lo que se conoce como la zona verde de la capital afgana, un sitio ultra controlado por las fuerzas de seguridad, ya que allí se encuentran numerosas embajadas, oficinas relacionadas con agencias y organismos internacionales, además de muchas viviendas particulares, donde residen altos funcionarios del gobierno, empresarios y ejecutivos de compañías extranjeras.

La magnitud de la explosión, producida a las 8: 30 hora local, momento del ingreso de la mayoría de empleados y funcionarios que se desempeñan en las dependencias de la zona, afectó varias embajadas, fundamentalmente la de Alemania, donde murieron un par de funcionarios locales, se escuchó a varios kilómetros de distancia, afectando a más de 50 vehículos, dejando un pozo de siete metros de profundidad.

El ataque producido en los comienzos del Ramadán, el mes sagrado del islam, y en plena ofensiva de primavera del Talibán, anunciada a fines de abril, forma parte de otros ataques en diferentes regiones del país y parece preanunciar una temporada de alta conflictividad.

Si bien el ataque todavía no se lo ha adjudicado ninguna de las organizaciones que operan en el país, aunque el Talibán no suele adjudicarse los atentados donde las víctimas son muy numerosas, como es este caso. La agencia de seguridad pakistaní, con aceitados contactos en Afganistán, sospechan fundamentalmente de la Red Haqqani, un grupo muy próximo a los Talibán fundado por Yalaludin Haqqani, en los años setenta, que en la actualidad contaría entre 5.000 y 15.000 hombres. El grupo fue financiado por la CIA, en los tiempos de la guerra contra la Unión Soviética, participa, además de acciones terroristas, en otros ilícitos vinculado al tráfico de opio y heroína.

Dada la magnitud del ataque el gobierno ha puesto en marcha una campaña de donación de sangre, mientras que todos los servicios sanitarios de la ciudad han sido colapsados tras la emergencia.

Son varias las embajadas dañadas entre ellas las de Francia, Alemania, Japón, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, India y Bulgaria. Mientras que el gobierno alemán se vio obligado a retrasar la partida del vuelo chárter que devolvía a su país, un numeroso grupo de afganos expulsados de Alemania.

El último atentado de magnitud en Kabul, se produjo el 8 de marzo pasado cuando la toma del hospital dejó 30 muertos y 45 heridos, ataque que se adjudicado al Daesh.
La situación se degrada día a día, desde el 2014, cuando el gobierno de Obama inició el repliegue final de sus tropas, dejando a Afganistán en una situación casi más crítica que antes de la invasión estadounidense de 2001. Un atentado de estas proporciones, como hacía muchos años que no se producían ya no solo en la capital sino en el resto del país, indicaría claramente el nivel de perfeccionamiento de los terroristas, no solo por la capacidad para fabricar explosivos de esas proporciones, sino el poder penetrar en un área extremadamente controlada, ya no solo por la seguridad afgana, sino también por agentes y mercenarios extranjeros. Esto evidenciaría claramente que la policía y el ejército afgano armado y entrenado por los Estados Unidos, han sido infiltrados por la inteligencia terrorista. Son varios los hechos producidos en el interior del país donde un infiltrado entre las fuerzas de seguridad ha logrado no solo asesinar hasta una docena de militares, sino escapar con su armamento.

Según Washington, 20 de los 98 grupos que tiene catalogados como terroristas a nivel mundial, operan entre Afganistán y Pakistán.

Algo más que una guerra
Washington mantiene en Afganistán un poco menos de 10.000 hombres, y los diferentes países europeos otros tres mil en total, asignados fundamentalmente a tareas de entrenamiento de las fuerzas afganas, y con un área muy restringida de intervención fuera de sus unidades. El presidente Trump estaba dispuesto a enviar hasta 5.000 hombres más para contener el avance talibán y colaborar con el presidente afgano Ashraf Ghani, no solo jaqueado por cuestiones de seguridad sino también por su rivalidad política con su segundo Abdullah-Abdullah.

El jefe del Pentágono, el general James Mattis, quien estuvo semanas atrás en Afganistán, lugar al que conoce muy bien ya que estuvo allí destacado siendo general activo, declaró que 2017 sería un año extremadamente difícil para el ejército afgano y para las dotaciones extranjeras desplegadas en ese territorio.

La seguridad viene deteriorándose cada vez más en todo el país al tiempo que los diferentes grupos que operan en territorio afgano particularmente Talibán y Wilayat Khorasan (Daesh) que aspira a conquistar Pakistán, Afganistán, la India musulmana y Bangladesh. Kabul, hoy controla menos del 60% de los distritos del país, dejando el resto en manos de los grupos wahabitas.

El último 25 de mayo en la cumbre la OTAN en Bruselas, Donald Trump exigió a sus socios más compromiso, además de más aportes económicos, lo que produjo nuevas y notorias rispideces con la jefa del ejecutivo alemán Angela Merkel, para reforzar entre otras, la misión de la organización en Afganistán.

Lo que se ve es que será muy difícil alcanzar los niveles de intervención de 2009 y 2010, cuando el despliegue internacional alcanzó su máxima cota de 130.000 hombres, los que las fuerzas de seguridad afganas, con cerca de 300.000 hombres, no han logrado suplantar.

Tanto el ejército como la policía afgana, cuyos integrantes reciben en promedio 300 dólares al mes contra los mil básicos de un combatiente talibán, son desde hace tres años duramente golpeados por el extremismo: en 2015 5.000 miembros de la seguridad afgana fueron asesinados, en 2016 casi 7.000, según fuentes oficiales desde el 1 de enero al 24 de febrero de este año las bajas alcanzaron los 807 militares.

Si bien el refuerzo norteamericano tendría que haberse producido hace 10 días, su demora se debe a la espera de la decisión de sus socios europeos, lo que parece no conformar las exigencias de Trump.

Washington necesita evitar el colapso de Kabul, pero también sostener esa guerra y de alguna manera controlarla ya que son muchos los intereses que confluyen en la región, como los de Pakistán, India, Irán, Rusia, que tiene una presencia creciente de Rusia, y China y su famoso “camino de la seda”, con el que Pekín se comunicará de manera más ágil con los mercados de Asia Central, Rusia, India y Medio Oriente. Un conflicto de proporciones en Afganistán alcanzaría para desestabilizar toda la región y esa es una carta que sin duda Trump intentará tener a mano.

China también está siendo afectada por la presencia del integrismo religioso en la provincia de Xinjiang, puerta asía Asia Central, donde opera el grupo MITO (Movimiento Islámico del Turkestán Oriental)

Kabul, es, desde hace años, una ciudad sitiada por fuera y por dentro: barreras, controles móviles, check points, perímetros de seguridad, zonas restringidas, detectores de explosivos, cámaras de vigilancia, seguridad privada, centenares de agentes de inteligencia occidentales, bunkers y panes de evacuación, son demasiados elementos para que un conductor se infiltre sin más y pueda producir semejante atentado.

Quizás alguien vinculado a la seguridad occidental le haya aportado las coordenadas necesarias para poder alcanzar su objetivo y presionar a los países díscolos de la OTAN, a una intervención más decidida en Afganistán.

Quizás eso alguna vez se sepa, quizás no, pero sea lo que sea habrá que esperar a que el humo se disipe y el polvo se asiente. 

31 de mayo de 2017

UN HUEVO EN LA CABEZA NO. UNA PATADA EN LOS COJONES, SÍ

El champú al huevo es muy nutritivo para el cabello
Por Marat

En tiempos de performances, posmodernos, oportunistas sin escrúpulos, postureos y selfies políticos, la indecencia del parlamentario del régimen burgués sí que tiene nombre: miserables aves de rapiña a la caza y captura de la fotografía del “periodista” de la prensa burguesa y progre y del voto desclasado del tonto de turno con cabeza de urna, que cree que sus problemas se resolverán cambiando de collar a los perros del capital.

Este comportamiento es tan viejo como la presencia de las facciones políticas progres de la burguesía con el fin de conducir las protestas de clase hacia su domesticación: la humanización del capitalismo, la basura del bien común, como si fuera posible que, en una sociedad dividida en clases, los bienes fueran comunes, la cosmetización del capital a través de reformas institucionales sin tocar la propiedad, la perpetuación del sistema. Es el papel que han hecho siempre las izquierdas dentro del capitalismo. Los reformistas bienintencionados y los que tocan de oído en la defensa del socialismo se empeñan en no entender que desde la Revolución Francesa lo que se llamó izquierda siempre estuvo dentro del sistema, con el fin de hacerlo más presentable.

En España, el PSOE lanzó el “OTAN, de entrada no” (trampa bien calculada, como su pregunta para favorecer el SÍ), luego fue al NO A LA GUERRA, para acabar metiéndonos en la de Yugoslavia, a través de Javier Solana, el pajillero de la OTAN, mantenernos en la de Afganistán y apoyar los bombardeos sobre Libia (ambos con la maravillosa Chacón, la segunda con el general podemita Julio Rodríguez).

Ahora los podemitas usan cualquier lucha de la clase trabajadora en beneficio de su único objetivo, que ya no es ni siquiera el de reformar el capitalismo porque la socialdemocracia demostró históricamente que no es posible y el muñeco del capital griego, Syriza (cada semana un canalla escribe un aberrante panfleto en una web progre limitando a la UE y Alemania los males de Grecia, callando el papel de Tsipras), han demostrado hasta dónde se llega respetando la legalidad del parlamentarismo burgués.

Esa indecente utilización lo han hecho en el caso de los trabajadores de Coca-Cola, con el permiso de sus dirigentes sindicales, que han permitido que sus manifestaciones y concentraciones fueran capitalizadas por Podemos o, más concretamente, por Pablo Iglesias, hasta el punto de que la prensa eclipsase el motivo de la protesta. ¿Culpa de los medios del capital? Sí. Pero mucha más culpa de quien se pone, para la foto, a la cabeza de una reivindicación, cuyos motivos no sufre como parlamentario blindado de penuria alguna. Y por supuesto del traidor a sus compañeros que se lo permite, sobre todo si juega con vidas y futuros ajenos.

Lo mismo han hecho con huelgas como la de telemárketing.

Curiosamente, a su concejal por Jaén, Andrés Bódalo, lo han abandonado como a un perro sarnoso, como si temieran de él algún contagio. Eso sí, con las payasadas de la famosa camiseta del indecente y oportunista Cañamero, por toda solidaridad con un dirigente de su sindicato. Sacrificarán y dejarán en el camino a quien sea, con tal de que no entorpezca de pillar cacho por parte de esa manada de aventureros.

Los podemitas intentaron destruir las Marchas de la Dignidad el año pasado, convocando su manifestación del Plan B, con el mismo recorrido de la manifestación en Madrid y a la misma hora. Pero con las reividincaciones más light que cabía imaginar. Como no pudieron lograrlo, entraron este año con sus queridas de IU a pretender rebajar sus reivindicaciones y, de no lograrlo, a vincular su payasada destituyente y su moción de censura de postureo a los objetivos de las mismas, que van mucho más allá y que apuntan a donde ellos no llegarán jamás. Dado que en las Marchas conviven posiciones sindicales combativas con las de quienes juegan a dos bandas, puede que logren destruirlas, sobre todo si cuentan con ese caballito de Troya domesticado y a su servicio que tienen, llamado SAT y su Cañamero-diputado.

Ayer, 30 de Mayo, en la manifestación de los taxistas contra la desregulación y salvaje precarización de su sector que significan las empresas de “economía colaborativa” (tomad bien común, idiotas que cacareáis como loros) Uber y Cabify, el Mesías Pablito recibió el tratamiento de champú al huevo.

En las pocas horas en las que ha transcurrido el suceso hasta el momento en que publico este artículo, ya he leido las estupideces de los “progres” de turno culpando al Hogar Social Madrid, una organización peligrosamente fascista, por inteligente, eficaz y bien dirigida, del ambiente que propició el huevazo que Público, boletín oficial giliprogre, ridículamente intentó minimizar, desviando el objetivo del proyectil. Fuera el Presidente de la Federación Profesional del Taxi de Madrid, Julio Sanz, o no el destinatario final del huevazo, lo cierto es que hubo reparto de dividendos y El Coleta, se llevó su cuota parte. Me dicen incluso que el lanzamiento del huevo partió de un miembro de dicha organización de extrema derecha. No lo sé. No lo he comprobado personalmente pero soy de los que creo que, con mucha frecuencia, cada uno cree o afirma aquello que corrobora sus posiciones. Independientemente de quién haya sido el autor, el acto puede estar expresando un hartazgo de los políticos-estrella. Y soy de los que piensa que no hace falta incluso tener una ideología definida para sentir y manifestar el cabreo que lo acompaña. 

Espero que lo del champú al huevo prospere y se extienda contra cada canalla oportunista que vaya a sacarse la foto a costa de las luchas de los trabajadores.

La causa de que en muchos países de Europa, pronto en España, la extrema derecha y el fascismo -no son los mismo, aunque se parezcan. Una es precursora del otro- ganen crecientes cotas de influencia entre la clase trabajadora no está en lo que algunos malnacidos posmodernos e identitarios de la nada proclaman: que la clase trabajadora se ha derechizado. La clase trabajadora pelea, en cada uno de los seres humanos de los que que se compone, por sobrevivir en situaciones en las que muchos de esos críticos de chichinabo no se sentirán, por desgracia. La tragedia de la clase trabajadora es que ya no cuenta ni con perspectivas de revolución social próxima que atemorice a su empresario ni con socialdemócratas honestos, tipo los años 20 del siglo anterior. La izmierda es la puta del sistema. No está para canalizar su rabia, ni siquiera para ser levadura sino para, en palabras de un tipejo llamado Varoufakis, el que le gusta a los Anticapitalistas de Podemos (¡Ojo, el que le gusta a los más avanzados de esa secta!), “estabilizar el capitalismo europeo"

El sector del taxi es muy particular. El Hogar Social Madrid ha entrado en él, dado que en ese sector hay amplios grupos de trabajadores con pensamiento de extrema derecha. Solo un cretino progre y un pseudorevolucionario se contentarían con esta explicación, sin preguntarse qué ha pasado para que, durante tantos años, haya ido creciendo este pensamiento dentro del sector del taxi, como dentro de tantos sectores de la clase trabajadora, sin que la izmierda haya hecho nada para evitarlo.

Toda batalla que ha abandonado la izmierda, convirtiéndose en progrechiruquera, en feminismo burgués, animalismo, especismo, antitaurinismo, postsexualismo del más aberrante posible, subrogacionismo, filoprostitucionalismo y mil repugantes ismos más que solo dividen la realidad frente a una amplísima clase explotada y empobrecida, o en un pseudocomunismo que jamás tuvo que ver ni con Marx ni con Lenin, sino con versiones fanatizadas de su pensamiento, la cubre ahora y cada vez más la ultraderecha, pronto el fascismo. Os lo habéis ganado a pulso.

La clase trabajadora, llevo todos los años de la crisis diciéndolo, no tiene quien la escriba. Los pequeñoburgueses hablan de ciudadanos, donde nunca se dé la lucha de clases, de gente, de personas, y de mil paridas más, que niegan la explotación y la sobreexplotación (un día os explico la diferencia de conceptos) en lo laboral, la imposibilidad, para muchos de lograr entrar en el mercado de la explotación para supervivir, la pérdida de sus viviendas, la imposibilidad de alcanzar una pensión por falta de cotización suficiente, la vejez con hambre, la falta de esperanza siendo joven,… Y vosotros os dedicáis a que no les corten el rabo a los perros o a que acaben con las corridas. Que os den por el culo, progres.

La clase trabajadora necesita volver a organizarse. Ha de hacerlo al margen de vosotros y contra vosotros, progres e “izquierda”. La clase trabajadora más pronto que tarde necesitará pensar en clave de identidad de clase, de lucha de clases, de poder para sí, de emancipación de la explotación y de una sociedad en la que pueda imponer su dictadura de clase, como la burguesía impone hoy la suya. Eso se llama socialismo. Para esto hacen falta comunistas, no izquierda, y comunistas de mente abierta y sin caspa.