1 de febrero de 2016

GOOGLE LO SABE TODO DE TI

Ignacio Ramonet. Le Monde Diplomatique

En nuestra vida cotidiana dejamos constantemente rastros que entregan nuestra identidad, dejan ver nuestras relaciones, reconstruyen nuestros desplazamientos, identifican nuestras ideas, desvelan nuestros gustos, nuestras elecciones y nuestras pasiones; incluso las más secretas. A lo largo del planeta, múltiples redes de control masivo no paran de vigilarnos. En todas partes, alguien nos observa a través de nuevas cerraduras digitales. El desarrollo del Internet de las cosas (Internet of Things) y la proliferación de objetos conectados (1) multiplican la cantidad de chivatos de todo tipo que nos cercan. En Estados Unidos, por ejemplo, la empresa de electrónica Vizio, instalada en Irvine (California), principal fabricante de televisores inteligentes conectados a Internet, ha revelado recientemente que sus televisores espiaban a los usuarios por medio de tecnologías incorporadas en el aparato.

Los televisores graban todo lo que los espectadores consumen en materia de programas audiovisuales, tanto programas de cadenas por cable como contenidos en DVD, paquetes de acceso a Internet o consolas de videojuegos… Por lo tanto, Vizio puede saberlo todo sobre las selecciones que sus clientes prefieren en materia de ocio audiovisual. Y, consecuentemente, puede vender esta información a empresas publicitarias que, gracias al análisis de los datos acopiados, conocerán con precisión los gustos de los usuarios y estarán en mejor situación para tenerlos en el punto de mira (2).

Esta no es, en sí misma, una estrategia diferente de la que, por ejemplo, Facebook y Google utilizan habitualmente para conocer a los internautas y ofrecerles publicidad adaptada a sus supuestos gustos. Recordemos que, en la novela de Orwell 1984, los televisores –obligatorios en cada domicilio–, “ven” a través de la pantalla lo que hace la gente (“¡Ahora podemos veros!”). Y la pregunta que plantea hoy la existencia de aparatos tipo Vizio es saber si estamos dispuestos a aceptar que nuestro televisor nos espíe.

A juzgar por la denuncia interpuesta, en agosto de 2015, por el diputado californiano Mike Gatto contra la empresa surcoreana Samsung, parece que no. La empresa fue acusada de equipar sus nuevos televisores también con un micrófono oculto capaz de grabar las conversaciones de los telespectadores, sin que éstos lo supieran, y de transmitirlas a terceros (3)… Mike Gatto, que preside la Comisión de protección del consumidor y de la vida privada en el Congreso de California, presentó incluso una propuesta de ley para prohibir que los televisores pudieran espiar a la gente.

Por el contrario, Jim Dempsey, director del centro Derecho y Tecnologías, de la Universidad de California, en Berkeley, piensa que los televisores-chivatos van a proliferar: “La tecnología permitirá analizar los comportamientos de la gente. Y esto no sólo interesará a los anunciantes. También podría permitir la realización de evaluaciones psicológicas o culturales, que, por ejemplo, interesarán también a las compañías de seguros”. Sobre todo teniendo en cuenta que las empresas de recursos humanos y de trabajo temporal ya utilizan sistemas de análisis de voz para establecer un diagnóstico psicológico inmediato de las personas que les llaman por teléfono en busca de empleo…

Repartidos un poco por todas partes, los detectores de nuestros actos y gestos abundan a nuestro alrededor, incluso, como acabamos de ver, en nuestro televisor: sensores que registran la velocidad de nuestros desplazamientos o de nuestros itinerarios; tecnologías de reconocimiento facial que memorizan la impronta de nuestro rostro y crean, sin que lo sepamos, bases de datos biométricos de cada uno de nosotros… Por no hablar de los nuevos chips de identificación por radiofrecuencia (RFID) (4), que descubren automáticamente nuestro perfil de consumidor, como hacen ya las “tarjetas de fidelidad” que generosamente ofrece la mayoría de los grandes supermercados (Carrefour, Alcampo, Eroski) y las grandes marcas (FNAC, el Corte Inglés).

Ya no estamos solos frente a la pantalla de nuestro ordenador. ¿Quién ignora a estas alturas que son examinados y filtrados los mensajes electrónicos, las consultas en la Red, los intercambios en las redes sociales? Cada clic, cada uso del teléfono, cada utilización de la tarjeta de crédito y cada navegación en Internet suministra excelentes informaciones sobre cada uno de nosotros, que se apresura a analizar un imperio en la sombra al servicio de corporaciones comerciales, de empresas publicitarias, de entidades financieras, de partidos políticos o de autoridades gubernamentales.

El necesario equilibrio entre libertad y seguridad corre, por tanto, el peligro de romperse. En la película de Michael Radford, 1984, basada en la novela de George Orwell, el presidente supremo, llamado Big Brother, define así su doctrina: “La guerra no tiene por objetivo ser ganada, su objetivo es continuar”; y: “La guerra la hacen los dirigentes contra sus propios ciudadanos, y tiene por objeto mantener intacta la estructura misma de la sociedad” (5). Dos principios que, extrañamente, están hoy a la orden del día en nuestras sociedades contemporáneas. Con el pretexto de tratar de proteger al conjunto de la sociedad, las autoridades ven en cada ciudadano a un potencial delincuente. La guerra permanente (y necesaria) contra el terrorismo les proporciona una coartada moral impecable y favorece la acumulación de un impresionante arsenal de leyes para proceder al control social integral.

Y más teniendo en cuenta que la crisis económica aviva el descontento social que, aquí o allí, podría adoptar la forma de motines ciudadanos, levantamientos campesinos o revueltas en los suburbios. Más sofisticadas que las porras y las mangueras de las fuerzas del orden, las nuevas armas de vigilancia permiten identificar mejor a los líderes y ponerlos fuera de juego anticipadamente.

Habrá menos intimidad, menos respeto a la vida privada, pero más seguridad”, nos dicen las autoridades. En nombre de ese imperativo se instala así, a hurtadillas, un régimen de seguridad al que podemos calificar de “sociedad de control”. En la actualidad, el principio del “panóptico” se aplica a toda la sociedad. En su libro Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, el filósofo Michel Foucault explica cómo el “Panóptico” (“el ojo que todo lo ve”) (6) es un dispositivo arquitectónico que crea una “sensación de omnisciencia invisible” y que permite a los guardianes ver sin ser vistos dentro del recinto de una prisión. Los detenidos, expuestos permanentemente a la mirada oculta de los “vigilantes”, viven con el temor de ser pillados en falta. Lo cual les lleva a autodisciplinarse… De esto podemos deducir que el principio organizador de una sociedad disciplinaria es el siguiente: bajo la presión de una vigilancia ininterrumpida, la gente acaba por modificar su comportamiento. Como afirma Glenn Greenwald: “Las experiencias históricas demuestran que la simple existencia de un sistema de vigilancia a gran escala, sea cual sea la manera en que se utilice, es suficiente por sí misma para reprimir a los disidentes. Una sociedad consciente de estar permanentemente vigilada se vuelve enseguida dócil y timorata” (7).

Hoy en día, el sistema panóptico se ha reforzado con una particularidad nueva con relación a las anteriores sociedades de control que confinaban a las personas consideradas antisociales, marginales, rebeldes o enemigas en lugares de privación de libertad cerrados: prisiones, penales, reformatorios, manicomios, asilos, campos de concentración… Sin embargo, nuestras sociedades de control contemporáneas dejan en aparente libertad a los sospechosos (o sea, a todos los ciudadanos), aunque los mantienen bajo vigilancia electrónica permanente. La contención digital ha sucedido a la contención física.

A veces, esta vigilancia constante también se lleva a cabo con ayuda de chivatos tecnológicos que la gente adquiere libremente: ordenadores, teléfonos móviles, tabletas, abonos de transporte, tarjetas bancarias inteligentes, tarjetas comerciales de fidelidad, localizadores GPS, etc. Por ejemplo, el portal Yahoo!, que consultan regular y voluntariamente unos 800 millones de personas, captura una media de 2.500 rutinas al mes de cada uno de sus usuarios. En cuanto a Google, cuyo número de usuarios sobrepasa los mil millones, dispone de un impresionante número de sensores para espiar el comportamiento de cada usuario (8): el motor Google Search, por ejemplo, le permite saber dónde se encuentra el internauta, lo que busca y en qué momento. El navegador Google Chrome, un megachivato, envía directamente a Alphabet (la empresa matriz de Google) todo lo que hace el usuario en materia de navegación. Google Analytics elabora estadísticas muy precisas de las consultas de los internautas en la Red. Google Plus recoge información complementaria y la mezcla. Gmail analiza la correspondencia intercambiada, lo cual revela mucho sobre el emisor y sus contactos. El servicio DNS (Domain Name System, o Sistema de nombres de dominio) de Google analiza los sitios visitados. YouTube, el servicio de vídeos más visitado del mundo, que pertenece también a Google –y, por tanto, a Alphabet–, registra todo lo que hacemos en él. Google Maps identifica el lugar en el que nos encontramos, adónde vamos, cuándo y por qué itinerario… AdWords sabe lo que queremos vender o promocionar. Y desde el momento en que encendemos un smartphone con Android, Google sabe inmediatamente dónde estamos y qué estamos haciendo. Nadie nos obliga a recurrir a Google, pero cuando lo hacemos, Google lo sabe todo de nosotros. Y, según Julian Assange, inmediatamente informa de ello a las autoridades estadounidenses…

En otras ocasiones, los que espían y rastrean nuestros movimientos son sistemas disimulados o camuflados, semejantes a los radares de carretera, los drones o las cámaras de vigilancia (llamadas también de “videoprotección”). Este tipo de cámaras ha proliferado tanto que, por ejemplo, en el Reino Unido, donde hay más de cuatro millones de ellas (una por cada quince habitantes), un peatón puede ser filmado en Londres hasta 300 veces cada día. Y las cámaras de última generación, como la Gigapan, de altísima definición –más de mil millones de píxeles–, permiten obtener, con una sola fotografía y mediante un vertiginoso zoom dentro de la propia imagen, la ficha biométrica del rostro de cada una de las miles de personas presentes en un estadio, en una manifestación o en un mitin político (9).

A pesar de que hay estudios serios que han demostrado la débil eficacia de la videovigilancia (10) en materia de seguridad, esta técnica sigue siendo refrendada por los grandes medios de comunicación. Incluso una parte de la opinión pública ha terminado por aceptar la restricción de sus propias libertades: el 63% de los franceses se declara dispuesto a una “limitación de las libertades individuales en Internet en razón de la lucha contra el terrorismo” (11).

Lo cual demuestra que el margen de progreso en materia de sumisión es todavía considerable…

NOTAS
(1) Se habla de “objetos conectados” para referirse a aquellos cuya misión primordial no es, simplemente, la de ser periféricos informáticos o interfaces de acceso a la Web, sino la de aportar, provistos de una conexión a Internet, un valor adicional en términos de funcionalidad, de información, de interacción con el entorno o de uso (Fuente: Dictionnaire du Web).
(2) El País, 2015.
(3) A partir de entonces, Samsung anunció que cambiaría de política, y aseguró que, en adelante, el sistema de grabación instalado en sus televisores sólo se activaría cuando el usuario apretara el botón de grabación.
(4) Que ya forman parte de muchos de los productos habituales de consumo, así como de los documentos de identidad.
(5) Michael Radford, 1984, 1984.
(6) Inventado en 1791 por el filósofo utilitarista inglés Jeremy Bentham.
(7) Glenn Greenwald, Sin un lugar donde esconderse, Ediciones B, Madrid, 2014.
(8) Véase “Google et le comportement de l’utilisateur”, AxeNet (http://blog-axe-net-fr/google-analyse-comportement-internaute).
(9) Véase, por ejemplo, la fotografía de la ceremonia de la primera investidura del presidente Obama, el 20 de enero de 2009, en Washington (http://gigapan.org/viewGigapanFullscreen.php?auth=033ef14483ee899496648c2b4b06233c).
(10) “‘Assessing the impact of CCTV’, el más exhaustivo de los informes dedicados al tema, publicado en febrero de 2005 por el Ministerio del Interior británico (Home Office), asesta un golpe a la videovigilancia. Según este estudio, la debilidad del dispositivo se debe a tres elementos: la ejecución técnica, la desmesura de los objetivos asignados a esta tecnología y el factor humano”. Véase Noé Le Blanc, “Sous l’oeil myope des caméras”, Le Monde diplomatique, París, septiembre de 2008.
(11) Le Canard enchaîné, París, 15 de abril de 2015.

28 de enero de 2016

HACIA LA TERCERA ASAMBLEA DEL ESPACIO DE ENCUENTRO COMUNISTA

Por Marat
1.-Un recorrido retrospectivo:
El 26 de Septiembre de 2015 se reunió en el CAUM (Club de Amigos de la Unesco, nacido ahora hace 55 años como centro de resistencia cultural antifranquista) un numeroso grupo de comunistas de todo el Estado, convocado bajo la idea de buscar un espacio de encuentro queenfatizase lo que nos une, tanto a comunistas sin partido como acomunistas con él. Un agrupamiento que estableciese un marco de reflexión y de trabajo político conjunto, capaz de crear un clima de confianza, complicidad, respeto y fraternidad entre nosotros y donde las diferencias políticas no significasen posturas irreconciliables sino posibilidades de un debate abierto, franco y que buscase el entendimiento y la unidad de acción.

Sabemos que hay quienes desean una rápida unidad de todos los comunistas en un sólo partido. Quienes dimos vida al proyecto de crear el Espacio de Encuentro Comunista (EEC) no rechazamos tal objetivo pero somos conscientes de que se alcance o no, no será un deseo rápido de lograr. Hay otros muchos pasos a dar y que, en la medida en que nos reúnan en la reflexión y el análisis político, la convivencia solidaria, el apoyo mutuo y la lucha política, habremos logrado metas muy importantes por las que merecerá la pena todo nuestro esfuerzo. Si esa unidad orgánica llegase algún día a producirse ha de haberse alcanzado con tales garantías de buen trabajo que no se produjera una vuelta atrás, ni desacuerdos históricos que más tarde diesen lugar a nuevas justificaciones de cisma. Hemos de recorrer aún un largo camino de complicidades, búsqueda de puntos comunes y aceptación natural de diferencias que no han de separarnos sino enriquecernos. Cualesquiera que fueran el número de etapas que el EEC en su desarrollo, y con vistas al acercamiento entre marxistas, llegue a cubrir con éxito, el trabajo merecerá la pena porque nos habrá trasladado al conjunto de comunistas que se impliquen en esta tarea a mejor lugar del que nos encontrábamos antes de intentarlo.

De aquella primera asamblea del 26 de Septiembre, el grupo promotor del EEC obtuvo el mandato de poner en marcha un proceso hacia la organización de ese espacio de encuentro entre comunistas que fuese generando una cierta articulación de este agrupamiento y una propuesta de temas sobre los que discutir a partir de las que pudiéramos ir facilitando el modo de entendernos y aproximarnos entre nosotros.

Ello nos condujo hacia la segunda asamblea, de carácter organizativo, del31 de Octubre en la Asociación de Vecinos “La amistad deCanillejas”. En ella, junto con la conveniencia de continuar la discusión abierta en la primera cita, la cuál no podíamos cerrar administrativamente porque el proyecto tiene mucho de necesario debate que vaya generando la síntesis superadora de nuestras diferencias, vimos la necesidad de proyectarla también hacia la acción y la presencia activa en las luchas de la clase trabajadora.

Así mismo tomamos conciencia de que debíamos alcanzar dos objetivos concretos:
  • La creación de un órgano coordinador de carácter eminentemente técnico y provisional, puesto que el grupo promotor del EEC aún no estaba legitimado por los demás comunistas del espacio para ser un órgano elegido y con funciones de dirección política que conectase con el conjunto de personas que se habían vinculado al proyecto en el primer encuentro.
  • La aprobación de 6 áreas de discusión que diesen lugar a otros tantos documentos
    • Programa político (no confundir con un programa electoral, como algunos hacen)
    • Movimiento Obrero
    • Internacional/Antiimperialismo
    • Mujer
    • Organización
    • Formación,
A partir del resultado de la discusión de dichos textos el EEC debería ir estableciendo puntos de coincidencia, reforzando lo que nos une, debatiendo sobre los aspectos en los que no coincidimos, sin cerrar la discusión en falso sino asumiendo que debíamos continuar trabajando sobre ello, pero con una profunda y leal voluntad de unidad en el proyecto de lucha por el socialismo y en la acción, marcando línea política común. 

De aquella asamblea salimos con una Comisión Gestora de carácter provisional cuyo cometido era el de llevar al EEC hasta su tercera asamblea en la que se debatieran los 6 documentos que deberían elaborarse antes del 15 de Enero (objetivo logrado). En estos momentos los textos han empezado a ser discutidos en grupos en distintos territorios para posteriormente volver a tratarlos en dicha asamblea, que se celebrará los días 12 y 13 de Marzo en la sede madrileña del sindicato CoBas. Dicha asamblea deberá dotar también al EEC de un órgano de coordinación estable que facilite tanto la extensión territorial y sectorial como la construcción del propio espacio y su presencia e impulso en las luchas y movilizaciones de nuestra clase, la trabajadora, con una voluntad muy clara: contribuir a la unidad de acción tanto de los comunistas “independientes” (no organizados en partido) como de los que sí lo están. Si el debate político leal y constructivo puede acercarnos, la lucha codo a codo puede ir forjando una unidad práctica solidaria entre comunistas y con nuestra clase.

En definitiva, la tercera asamblea debe deliberar sobre los primeros documentos políticos del EEC, los cuáles son materiales de arranque teórico del Espacio, con sus inevitables insuficiencias propias de la deficiente formación política y de análisis que padecemos hoy los comunistas y plantearse la forma de organización del mismo para intervenir políticamente y en lo concreto en el impulso y apoyo a la lucha de clases.

2.-Nueva etapa y nuevos desafíos
Cada paso dado por el EEC nos presenta nuevos retos. No puede ser de otro modo. Hasta ahora hemos recorrido la parte fácil del camino. Ahora viene lo complicado.

Es así porque vamos a pasar de la intención a los hechos.

El análisis en colectivo de los documentos evaluará no sólo nuestra capacidad de elaboración política, sino también y de un modo especial, el talante con el que abordamos la discusión política. Será muy distinto el resultado si la enfocamos desde posturas rígidas y dogmáticas, en forma de posición frente a posición, o como contraste de perspectivas con la voluntad de acentuar los puntos de coincidencia, si enfatizamos el continente o el contenido.


El modo en el que en el que afrontemos este reto en la tercera asamblea, nos aproximemos a las necesidades organizativas del EEC y la manera en que les demos respuesta, la forma que elijamos para organizarnos, tendrán una repercusión directa en cómo seremos percibidos, en el grado de comodidad con el que se sientan los miembros del EEC dentro del colectivo, especialmente quienes a su vez militan en organizaciones, destacamentos y partidos comunistas y en el futuro mismo de este agrupamiento de militantes.

Cuanto más fieles sean las estructuras del EEC a la filosofía de encuentro, de espacio compartido, de flexibilidad en la forma organizativa, de lugar común y acogedor para comunistas sin y con partido, dónde nadie tenga que dejarse el carné de su organización a la entrada, más posibilidades tendrá el proyecto de crecer y de convertirse en una referencia compartida, querida, deseable y de pertenencia para los comunistas en general.

Cuanto más rígidas fuesen esas estructuras, cuanto más cercanas a la forma de organizarse y de dotarse de una dirección clásica de partido, más dudas y suspicacias podrían producirse, mayores dificultades para que comunistas con partido se acercasen a lo que pudiera parecerles un esbozo de tal y más riesgos de que el proyecto del EEC se malograse. Necesitamos coordinarnos antes que dirigirnos y necesitamos agruparnos desde la base antes que crear núcleos territoriales y sectoriales al modo partido. Es obvio que el EEC no puede ser una especie de suprapartido de partidos. Ni sería democrático para los militantes de partidos que trabajasen dentro del EEC, al verse abocados a elegir entre dos lealtades/disciplinas, ni sería eficaz para los objetivos generales que pretendemos.

Pero a la vez es necesario sortear el riesgo de una visión de invitado-delegado que algunos militantes de organizaciones comunistas pudieran llegar a considerar como su aportación al EEC. Para que la idea del espacio y del encuentro funcione es necesario que los comunistas organizados en partidos lo sientan suyo, no se limiten a “enviar” a un miembro de su organización en calidad de “visitante” o de persona más o menos activa que participa en el EEC pero sin más compromiso de su organización con el debate y la unidad de acción que entre todos debemos forjar.

El ánimo fundacional del Espacio de Encuentro Comunista es el de un punto de encuentro conceptual, una propuesta de elaboración política, trabajo, formación y lucha en el que se participa no por bloques ni corrientes políticas, ni por delegación sino con un compromiso de trabajo militante puesto en común entre una amplia diversidad de comunistas sin y con partido.

Para que se contagie de forma amplia y general esa concepción de trabajo conjunto y solidario entre comunistas, para que se impregnen de esa visión tanto los que están organizados en partidos como los que no, es necesario que el proyecto no se sustente sobre todo en el trabajo de los comunistas sin partido sino que participen de él un considerable número de militantes organizados de modo más clásico. De otra forma no se romperían las inercias de los comportamientos estancos, las divisiones y recelos y los sectarismos entre nosotros. Por ese camino a lo sumo llegaríamos a la fórmula de las plataformas que históricamente no han sido capaces de superar los meros acuerdos cupulares, de compromisos mínimos ni de generar hábitos de trabajo conjunto por la base.

Esta nueva cultura de relación entre comunistas, lejos de debilitar a las organizaciones preexistentes, las reforzaría porque las dotaría de una base social de la que honestamente hemos de reconocer que apenas disponemos los comunistas actualmente.

Actuar de este modo es también un modo de compartir experiencias, conocimientos, recursos humanos, voluntades y energías conjuntas, independientemente de que en el presente las organizaciones comunistas existentes tengan sus propias tareas y objetivos.

Éste y no otro es el camino para que sea posible recuperar el prestigio y la influencia de la idea comunista dentro la clase trabajadora, algo tan necesario cuando el colapso de lo que se conoce como “la izquierda” no ha ido acompañado por un giro hacia lo que específicamente representamos los comunistas, marcados por una debilidad política y organizativa que aún no hemos superado, y nos ha afectado incluso a nosotros mismos, en ocasiones con la penetración de ideas reformistas en nuestras filas. Es cierto que lo anterior ha de ir acompañado de la capacidad de vencer otras insuficiencias políticas pero también lo es que la condición de marchar juntos se vuelve imperiosamente indispensable.

La formación política y de cuadros comunistas es una tarea imprescindible y urgente, hoy que tantas capacidades humanas nos faltan para dar respuesta a los interrogantes que nos plantea la clase trabajadora y a la necesidad de levantar de nuevo la corriente de pensamiento y acción revolucionaria marxista.

Sin cuadros políticos y militantes formados no podremos extender, hacer crecer, consolidar y dar credibilidad a nuestro propósito.

Precisamente porque los cuadros políticos no se improvisan en unos meses es tan apremiante que la formación política sea uno de los primeros objetivos a la salida de la tercera asamblea, cuestión en la que nos deberemos poner manos a la obra de manera inmediata.

Por último, y aunque hemos insistido con anterioridad en ello, es necesario que, al término de la tercera asamblea, el EEC salga con una adecuada correlación entre teoría (formación, debate) y praxis (lucha política y lucha de masas) porque

Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse con el poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas”. (“En torno a la Crítica de la Filosofía del Derecho”. K.Marx)
o, si se prefiere,

No hay teoría revolucionaria sin practica revolucionaria y viceversa” (Lenin)