28 de enero de 2016

HACIA LA TERCERA ASAMBLEA DEL ESPACIO DE ENCUENTRO COMUNISTA

Por Marat
1.-Un recorrido retrospectivo:
El 26 de Septiembre de 2015 se reunió en el CAUM (Club de Amigos de la Unesco, nacido ahora hace 55 años como centro de resistencia cultural antifranquista) un numeroso grupo de comunistas de todo el Estado, convocado bajo la idea de buscar un espacio de encuentro queenfatizase lo que nos une, tanto a comunistas sin partido como acomunistas con él. Un agrupamiento que estableciese un marco de reflexión y de trabajo político conjunto, capaz de crear un clima de confianza, complicidad, respeto y fraternidad entre nosotros y donde las diferencias políticas no significasen posturas irreconciliables sino posibilidades de un debate abierto, franco y que buscase el entendimiento y la unidad de acción.

Sabemos que hay quienes desean una rápida unidad de todos los comunistas en un sólo partido. Quienes dimos vida al proyecto de crear el Espacio de Encuentro Comunista (EEC) no rechazamos tal objetivo pero somos conscientes de que se alcance o no, no será un deseo rápido de lograr. Hay otros muchos pasos a dar y que, en la medida en que nos reúnan en la reflexión y el análisis político, la convivencia solidaria, el apoyo mutuo y la lucha política, habremos logrado metas muy importantes por las que merecerá la pena todo nuestro esfuerzo. Si esa unidad orgánica llegase algún día a producirse ha de haberse alcanzado con tales garantías de buen trabajo que no se produjera una vuelta atrás, ni desacuerdos históricos que más tarde diesen lugar a nuevas justificaciones de cisma. Hemos de recorrer aún un largo camino de complicidades, búsqueda de puntos comunes y aceptación natural de diferencias que no han de separarnos sino enriquecernos. Cualesquiera que fueran el número de etapas que el EEC en su desarrollo, y con vistas al acercamiento entre marxistas, llegue a cubrir con éxito, el trabajo merecerá la pena porque nos habrá trasladado al conjunto de comunistas que se impliquen en esta tarea a mejor lugar del que nos encontrábamos antes de intentarlo.

De aquella primera asamblea del 26 de Septiembre, el grupo promotor del EEC obtuvo el mandato de poner en marcha un proceso hacia la organización de ese espacio de encuentro entre comunistas que fuese generando una cierta articulación de este agrupamiento y una propuesta de temas sobre los que discutir a partir de las que pudiéramos ir facilitando el modo de entendernos y aproximarnos entre nosotros.

Ello nos condujo hacia la segunda asamblea, de carácter organizativo, del31 de Octubre en la Asociación de Vecinos “La amistad deCanillejas”. En ella, junto con la conveniencia de continuar la discusión abierta en la primera cita, la cuál no podíamos cerrar administrativamente porque el proyecto tiene mucho de necesario debate que vaya generando la síntesis superadora de nuestras diferencias, vimos la necesidad de proyectarla también hacia la acción y la presencia activa en las luchas de la clase trabajadora.

Así mismo tomamos conciencia de que debíamos alcanzar dos objetivos concretos:
  • La creación de un órgano coordinador de carácter eminentemente técnico y provisional, puesto que el grupo promotor del EEC aún no estaba legitimado por los demás comunistas del espacio para ser un órgano elegido y con funciones de dirección política que conectase con el conjunto de personas que se habían vinculado al proyecto en el primer encuentro.
  • La aprobación de 6 áreas de discusión que diesen lugar a otros tantos documentos
    • Programa político (no confundir con un programa electoral, como algunos hacen)
    • Movimiento Obrero
    • Internacional/Antiimperialismo
    • Mujer
    • Organización
    • Formación,
A partir del resultado de la discusión de dichos textos el EEC debería ir estableciendo puntos de coincidencia, reforzando lo que nos une, debatiendo sobre los aspectos en los que no coincidimos, sin cerrar la discusión en falso sino asumiendo que debíamos continuar trabajando sobre ello, pero con una profunda y leal voluntad de unidad en el proyecto de lucha por el socialismo y en la acción, marcando línea política común. 

De aquella asamblea salimos con una Comisión Gestora de carácter provisional cuyo cometido era el de llevar al EEC hasta su tercera asamblea en la que se debatieran los 6 documentos que deberían elaborarse antes del 15 de Enero (objetivo logrado). En estos momentos los textos han empezado a ser discutidos en grupos en distintos territorios para posteriormente volver a tratarlos en dicha asamblea, que se celebrará los días 12 y 13 de Marzo en la sede madrileña del sindicato CoBas. Dicha asamblea deberá dotar también al EEC de un órgano de coordinación estable que facilite tanto la extensión territorial y sectorial como la construcción del propio espacio y su presencia e impulso en las luchas y movilizaciones de nuestra clase, la trabajadora, con una voluntad muy clara: contribuir a la unidad de acción tanto de los comunistas “independientes” (no organizados en partido) como de los que sí lo están. Si el debate político leal y constructivo puede acercarnos, la lucha codo a codo puede ir forjando una unidad práctica solidaria entre comunistas y con nuestra clase.

En definitiva, la tercera asamblea debe deliberar sobre los primeros documentos políticos del EEC, los cuáles son materiales de arranque teórico del Espacio, con sus inevitables insuficiencias propias de la deficiente formación política y de análisis que padecemos hoy los comunistas y plantearse la forma de organización del mismo para intervenir políticamente y en lo concreto en el impulso y apoyo a la lucha de clases.

2.-Nueva etapa y nuevos desafíos
Cada paso dado por el EEC nos presenta nuevos retos. No puede ser de otro modo. Hasta ahora hemos recorrido la parte fácil del camino. Ahora viene lo complicado.

Es así porque vamos a pasar de la intención a los hechos.

El análisis en colectivo de los documentos evaluará no sólo nuestra capacidad de elaboración política, sino también y de un modo especial, el talante con el que abordamos la discusión política. Será muy distinto el resultado si la enfocamos desde posturas rígidas y dogmáticas, en forma de posición frente a posición, o como contraste de perspectivas con la voluntad de acentuar los puntos de coincidencia, si enfatizamos el continente o el contenido.


El modo en el que en el que afrontemos este reto en la tercera asamblea, nos aproximemos a las necesidades organizativas del EEC y la manera en que les demos respuesta, la forma que elijamos para organizarnos, tendrán una repercusión directa en cómo seremos percibidos, en el grado de comodidad con el que se sientan los miembros del EEC dentro del colectivo, especialmente quienes a su vez militan en organizaciones, destacamentos y partidos comunistas y en el futuro mismo de este agrupamiento de militantes.

Cuanto más fieles sean las estructuras del EEC a la filosofía de encuentro, de espacio compartido, de flexibilidad en la forma organizativa, de lugar común y acogedor para comunistas sin y con partido, dónde nadie tenga que dejarse el carné de su organización a la entrada, más posibilidades tendrá el proyecto de crecer y de convertirse en una referencia compartida, querida, deseable y de pertenencia para los comunistas en general.

Cuanto más rígidas fuesen esas estructuras, cuanto más cercanas a la forma de organizarse y de dotarse de una dirección clásica de partido, más dudas y suspicacias podrían producirse, mayores dificultades para que comunistas con partido se acercasen a lo que pudiera parecerles un esbozo de tal y más riesgos de que el proyecto del EEC se malograse. Necesitamos coordinarnos antes que dirigirnos y necesitamos agruparnos desde la base antes que crear núcleos territoriales y sectoriales al modo partido. Es obvio que el EEC no puede ser una especie de suprapartido de partidos. Ni sería democrático para los militantes de partidos que trabajasen dentro del EEC, al verse abocados a elegir entre dos lealtades/disciplinas, ni sería eficaz para los objetivos generales que pretendemos.

Pero a la vez es necesario sortear el riesgo de una visión de invitado-delegado que algunos militantes de organizaciones comunistas pudieran llegar a considerar como su aportación al EEC. Para que la idea del espacio y del encuentro funcione es necesario que los comunistas organizados en partidos lo sientan suyo, no se limiten a “enviar” a un miembro de su organización en calidad de “visitante” o de persona más o menos activa que participa en el EEC pero sin más compromiso de su organización con el debate y la unidad de acción que entre todos debemos forjar.

El ánimo fundacional del Espacio de Encuentro Comunista es el de un punto de encuentro conceptual, una propuesta de elaboración política, trabajo, formación y lucha en el que se participa no por bloques ni corrientes políticas, ni por delegación sino con un compromiso de trabajo militante puesto en común entre una amplia diversidad de comunistas sin y con partido.

Para que se contagie de forma amplia y general esa concepción de trabajo conjunto y solidario entre comunistas, para que se impregnen de esa visión tanto los que están organizados en partidos como los que no, es necesario que el proyecto no se sustente sobre todo en el trabajo de los comunistas sin partido sino que participen de él un considerable número de militantes organizados de modo más clásico. De otra forma no se romperían las inercias de los comportamientos estancos, las divisiones y recelos y los sectarismos entre nosotros. Por ese camino a lo sumo llegaríamos a la fórmula de las plataformas que históricamente no han sido capaces de superar los meros acuerdos cupulares, de compromisos mínimos ni de generar hábitos de trabajo conjunto por la base.

Esta nueva cultura de relación entre comunistas, lejos de debilitar a las organizaciones preexistentes, las reforzaría porque las dotaría de una base social de la que honestamente hemos de reconocer que apenas disponemos los comunistas actualmente.

Actuar de este modo es también un modo de compartir experiencias, conocimientos, recursos humanos, voluntades y energías conjuntas, independientemente de que en el presente las organizaciones comunistas existentes tengan sus propias tareas y objetivos.

Éste y no otro es el camino para que sea posible recuperar el prestigio y la influencia de la idea comunista dentro la clase trabajadora, algo tan necesario cuando el colapso de lo que se conoce como “la izquierda” no ha ido acompañado por un giro hacia lo que específicamente representamos los comunistas, marcados por una debilidad política y organizativa que aún no hemos superado, y nos ha afectado incluso a nosotros mismos, en ocasiones con la penetración de ideas reformistas en nuestras filas. Es cierto que lo anterior ha de ir acompañado de la capacidad de vencer otras insuficiencias políticas pero también lo es que la condición de marchar juntos se vuelve imperiosamente indispensable.

La formación política y de cuadros comunistas es una tarea imprescindible y urgente, hoy que tantas capacidades humanas nos faltan para dar respuesta a los interrogantes que nos plantea la clase trabajadora y a la necesidad de levantar de nuevo la corriente de pensamiento y acción revolucionaria marxista.

Sin cuadros políticos y militantes formados no podremos extender, hacer crecer, consolidar y dar credibilidad a nuestro propósito.

Precisamente porque los cuadros políticos no se improvisan en unos meses es tan apremiante que la formación política sea uno de los primeros objetivos a la salida de la tercera asamblea, cuestión en la que nos deberemos poner manos a la obra de manera inmediata.

Por último, y aunque hemos insistido con anterioridad en ello, es necesario que, al término de la tercera asamblea, el EEC salga con una adecuada correlación entre teoría (formación, debate) y praxis (lucha política y lucha de masas) porque

Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse con el poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas”. (“En torno a la Crítica de la Filosofía del Derecho”. K.Marx)
o, si se prefiere,

No hay teoría revolucionaria sin practica revolucionaria y viceversa” (Lenin)

27 de enero de 2016

UCRANIA: CAMISAS PARDAS Y BOTAS NEGRAS

Higinio Polo. Librered
Con el triunfo del golpe de estado en Ucrania, en febrero de 2014, los signos de la derechización extrema en el país se constataron desde el primer momento: la incorporación al gobierno de miembros del partido fascista Svoboda, la activa presencia de los nazis del Pravy Sektor en la policía, en la Guardia Nacional creada por el gobierno golpista, y en las unidades del ejército que se enviaron a aplastar las protestas contra el golpe de Estado, y el control de las calles de las principales ciudades ucranianas por los batallones paramilitares de esos grupos fascistas, fueron la señal de por dónde irían las cosas en esa “nueva Ucrania democrática” nacida con el golpe de Estado, gracias al apoyo occidental con su diplomacia, dinero, armas y grupos paramilitares de choque. En Polonia fueron entrenados los grupos de provocadores que actuaron en los días del Maidán, y los servicios secretos norteamericanos y polacos, con la benevolencia de la Unión Europea, activaron los mecanismos que llevaron al agujero negro en que Ucrania se encuentra hoy.

Las protestas fueron aplastadas sin piedad: ahí están para el recuerdo del horror las escenas dantescas del incendio del edificio de los sindicatos de Odessa, donde los nazis quemaron vivas a muchas personas que protestaban contra el golpe, y donde la masacre jamás fue investigada por las autoridades, como tampoco mostraron el menor interés por investigar la procedencia de aquellos misteriosos francotiradores que causaron en el Maidán la matanza anterior al golpe. Solamente en Crimea y en el este del país, consiguieron resistir los contrarios al golpe de estado, aunque en el Donbass se vieron atrapados en la guerra civil.

Desde entonces, el gobierno de Poroshenko y Yatseniuk se lanzó a acabar con la resistencia en Donestk y Lugansk, en una “operación antiterrorista”, como la denominaron, que ya ha causado casi diez mil muertos, decenas de miles de heridos y la destrucción de buena parte de las infraestructuras y barrios de pueblos y ciudades. Las camisas pardas y botas negras de los paramilitares fascistas asolaron el país, y no han descansado desde entonces. Son habituales en Ucrania los desfiles fascistas en las ciudades, y en los estadios de fútbol se muestran los símbolos nazis sin recato. La tortura es una práctica común en los cuarteles y las comisarías, e incluso en los centros de detención que controla la extrema derecha. Se cuentan por decenas los comunistas asesinados sin que las autoridades judiciales ni la policía investigue los delitos.

Uno de los objetivos del gobierno golpista, con el aval norteamericano, fue la destrucción de la izquierda ucraniana: los asaltos a sedes del Partido Comunista, los incendios provocados en locales comunistas y en domicilios particulares, las palizas y asesinatos cometidos en la mayor impunidad, y la caza de militantes de izquierda, fueron moneda común desde el primer día. Los diputados comunistas fueron agredidos en la propia Rada, el parlamento, como le sucedió al secretario general Simonenko, y el gobierno intentó desde el primer día ilegalizar al Partido Comunista.

El proceso impulsado por Poroshenko y Yakseniuk para conseguirlo llegó a extremos delirantes: el juez encargado del caso vio cómo sus oficinas eran asaltadas por sospechosos hombres armados; los expedientes y la documentación, robados, en un ambiente de amenazas a magistrados independientes que no podían desdeñarse porque hoy todos saben que los fascistas matan en Ucrania.

El juez se vio obligado a abandonar el caso, y tras muchas presiones y amenazas a los periodistas honestos y críticos que podían informar a la población, el gobierno golpista consiguió, a finales de diciembre de 2015, que los tribunales declararan ilegal al Partido Comunista de Ucrania, de forma que no podrá actuar, y no podrá presentarse a las elecciones ni organizarse libremente: se ha visto obligado a pasar a la clandestinidad.
La sensibilidad democrática de la Unión Europea y de Estados Unidos no ha mostrado la menor preocupación por la prohibición del Partido Comunista, ni por el sanguinario regreso del fascismo, otra vez, a Ucrania. Pero que los centros de poder del capitalismo, Bruselas y Washington, no hayan hecho la menor objeción entra dentro de la hipócrita “normalidad” a que nos tienen acostumbrados; sin embargo, es muy preocupante y revelador que buena parte de la izquierda europea, empezando por la socialdemocracia, tampoco haya hecho la menor protesta por un atropello semejante.

Malos tiempos para la libertad. El propio presidente Poroshenko se ha enriquecido gracias a la corrupción y a los negocios sucios, al tiempo que su gobierno imponía nuevos sacrificios a la población, aceptando las imposiciones del Fondo Monetario Internacional, y abría las fronteras para que lleguen las unidades de la OTAN. Mientras continúa la guerra civil en el Este del país, y los ciudadanos ucranianos soportan una vida cada día más difícil; al tiempo que el país se ahoga en una corrupción delirante, y los principales responsables del gobierno roban a manos llenas y se apoderan de los recursos de Ucrania; cuando las bandas paramilitares fascistas de camisas pardas y botas negras asolan las ciudades ucranianas, y el Partido Comunista es prohibido y se ve obligado a pasar a la clandestinidad, empiezan a echarse en falta en Europa voces que clamen por la libertad.