15 de febrero de 2014

SOCHI, DEMONIZADO

Rafael Poch. La Vanguardia

Los juegos en un “país adversario” siempre han merecido un trato propagandístico y discriminatorio en Occidente

Como ocurriera con los juegos de Pekín, los de Sochi han sido objeto de una desmesurada campaña política y mediática. Alemania ha estado a la vanguardia de ella. Su presidente dijo demostrativamente que no acudiría a los juegos, por donde tampoco aparecerá Angela Merkel, mientras que la prensa ha ofrecido la más vulgar, y a veces grotesca, diatriba antirrusa, en línea con el clima de guerra fría que el pulso por ver quien se queda con Ucrania –si los magnates corruptos prooccidentales, o sus homólogos pro rusos- está evidenciando.

Como consecuencia de esa intensa agitación, solo un 34% de los alemanes se han declarado favorables a que los juegos se celebrasen en una ciudad rusa. Otro 57% considera que,”fue un error” adjudicárselos a Rusia (en el caso de Pekín solo un 38% consideró acertado dárselos a China tras una campaña selectiva idéntica a la actual). El motivo aludido es el mismo: el suspenso en “derechos humanos”.
Para hacer memoria y situar el asunto, hay que recordar que los juegos se celebraron sin problemas en Ciudad de México en 1968, diez días después de la matanza de la Plaza de las Tres Culturas, donde murieron decenas, sino centenares de estudiantes y ciudadanos. Fueron los “juegos de la paz”. En 1984 se celebraron en Los Ángeles, pocos meses después de la invasión de Granada y en la década en los que los regímenes apoyados por Washington masacraron a 200.000 personas en América Central, el 1% de la población de los siete países de la región. En 1988 los juegos se celebraron en Seúl, cuando Corea era una dictadura, con una matanza importante reciente y una historia de 100.000 fusilados en los años cincuenta.
En su grotesca cobertura de la ceremonia de inauguración de los juegos, el segundo canal de la televisión alemana (ZDF) denunció que en las habituales alegorías nacionales escenificadas, Rusia no mencionara “los aspectos oscuros de su historia”. Se refería, naturalmente, al estalinismo. “¿Dónde está Stalin?”, se preguntó la periodista de dicho canal Anne Gellinek. Pero, ¿por qué debería mentar Rusia a Stalin? ¿Por qué debe ser Rusia diferente de otros?
“¿Dónde estaban las víctimas del Imperio británico en la inauguración de los juegos de Londres en 2012?, ¿Dónde el exterminio de los indios en la fiesta de Salt Lake City en 2002?, ¿Por qué no aparecieron los millones de víctimas de la brutalidad alemana en la inauguración de los juegos de Munich del año 1972?”, se pregunta el analista alemán Jens Berger desde el portal NachDenkSeiten. ¿Dónde estuvo el “colapso demográfico” en la conmemoración española del 500 aniversario del descubrimiento?, se puede añadir. Así que, ¿por qué se hace cuestión con Rusia?: porque se trata de un “país adversario”.
La prensa alemana le ha sacado punta a una ley contra la pederastia, sin mencionar siquiera que la homosexualidad estuvo criminalizada en Alemania Occidental hasta 1994, o que entre 1950 y 1969, 50.000 homosexuales fueron castigados por serlo. Todo vale: la explotación de la mano de obra -de la que al parecer Rusia tiene la exclusiva- la matanza de perros callejeros, el excesivo gasto y el trato a disidentes como las chicas del grupo punk “Pussy Riot”- cuyo nombre significa algo tan vulgar como “la revuelta del coño”- y cuya hazaña fue mentarle la madre al Presidente Putin en el templo ortoxodo más importante de Moscú.
Que semejante “plegaria punk” de mal gusto como la que hicieron las gamberras chicas del Pussy (paseadas en vísperas de los juegos por los escenarios de Nueva York y Berlín, con todo pagado), no habría resultado simpática si se hubiera escenificado en la basílica de San Pedro del Vaticano o en la Catedral de San Patricio de Nueva York, es algo que se pierde totalmente de vista cuando se trata de la demonizada “Rusia de Putin” con cuernos y rabo.
Afortunadamente este hipócrita festival desaparece en cuanto comienzan las competiciones y las medallas. Esa fue la experiencia de Pekín en el verano de 2008, donde la presión inicial fue extraordinaria y se está repitiendo en Sochi. Baste recordar todo lo que se dijo entonces sobre la espantosa censura china de Internet- que cualquier usuario podía eludir con programas bien simples- y compararlo con lo que hoy se conoce gracias a ese héroe olímpico llamado Eduard Snowden, refugiado en… Moscú.
El problema es que los juegos son una enorme operación de imagen y cuando los organiza un “país adversario”, hay que machacarlo como sea para contrarrestar esa formidable plataforma.
Que los de Sochi sean unos juegos seguros, depende de si hay o no atentados integristas, como el último en Volgogrado. Desde finales de los años noventa, en Rusia esos atentados son financiados y sostenidos por los “amigos del Golfo”. Esos amigos no necesitan leyes contra la pedofilia, ni merecen denuncia alguna en materia de derechos humanos, porque son la infantería y el banco (en Siria, en Libia, y antes en Afganistán) de los guardianes de la libertad.

14 de febrero de 2014

ESTANCAMIENTO CON DEFLACIÓN, EL DÉCIMO MOMENTO DE LA CRISIS

Oscar Ugarteche y Ariel Noyola Rodríguez. Alai Amlatina
Todo parece indicar que ha comenzado con fuerza el décimo momento de la crisis iniciada en agosto de 2007 que ha implicado múltiples quiebras bancarias y costos fiscales masivos en Estados Unidos. Esto ha sido seguido por ajustes de consumo que han impactado sobre el crecimiento de la economía de la Zona Euro y británica. La inyección de liquidez de la banca central para evitar una deflación llevó en un primer momento a un auge de precios en el mercado de commodities y generó una crisis de dos velocidades: los detenidos y los que crecían porque sus exportaciones tenían precios altos.

Los programas de estímulo monetario de la Reserva Federal (Fed) y el Banco de Inglaterra desde 2009, el Banco Central Europeo (BCE) desde 2012 y el Banco de Japón desde 2013, terminaron por dotar a la banca de inversión de un mayor apalancamiento y con ello, favorecieron apuestas especulativas en los mercados de renta variable (commodities, acciones, tipos de cambio y bienes raíces). De ahí se desprende que el repunte de los mercados de valores no haya arrastrado la recuperación del mercado de trabajo en ninguna parte. Lo que hizo fue sostener artificialmente un nivel de precios en leve crecimiento en un contexto de contracción del consumo en las economías maduras.

La decisión de Ben Bernanke de terminar con el programa de la Fed en mayo de 2013 puso sobre la mesa la fragilidad de la recuperación económica global y reveló el unilateralismo estadounidense en la toma decisiones para beneficio propio sin mirar los efectos sobre el resto del mundo. Durante su discurso en el Club de Prensa Nacional en Washington a mitad de enero de este nuevo año, la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, se convirtió en la primera autoridad mundial en alertar de “riesgos de deflación” en las “economías avanzadas”. Esto es cierto para Estados Unidos pero en especial para la Zona Euro, con una inflación interanual de 0.80% a diciembre de 2013, por debajo del objetivo de 2% fijado por el BCE, los datos oficiales muestran deflación para prácticamente la mitad de Europa desde mayo. Japón apenas logra salir de su deflación de larga data iniciada en los años noventa.

Con expectativas de reducción de precios a futuro, el consumo presente se contrae con un efecto multiplicador negativo sobre la demanda agregada. La inversión se reduce y la banca se muestra más renuente a prestar. De otro lado, se precipita la quiebra de bancos y empresas y aumenta la centralización de capital (Véase A. Graña, “¿El mundo en deflación?”, http://www.obela.org/node/1624). Los datos antes de la deflación muestran que durante 2013 desaparecieron 269 instituciones financieras europeas (EUbusiness, 21/01/2014) y 767 estadounidenses entre diciembre de 2010 y septiembre de 2013, según el FDIC, la agencia de seguros de depósitos de dicho país.

Por otro lado, de acuerdo con el informe Perspectivas de la economía mundial del FMI actualizado a enero de 2014, las economías emergentes crecerán 5.1% en promedio durante el año en curso arrastradas por China que crecerá 7.5 por ciento. Como ya es habitual, los estimados del Fondo están sobre valuados. Los indicadores del Metals Futures Market de enero mismo muestran una baja de precios de 11 por ciento. El descenso iniciado en el año 2011 se ha acentuado conforme se anunció el inicio del fin del programa de estímulos monetarios en mayo, se concretó en diciembre de 2013 y comenzó a implementarse en enero. Los precios de las materias primas están determinados a medias por la demanda real, la demanda financiera también juega un papel importante.

Lo que se está viendo, por tanto, es el fin del triple arbitraje de tasas de interés, tipos de cambio y precios de activos financieros, observado desde que las tasas de interés se volvieron negativas en el año 2003 y acentuaron su caída desde 2009. El fin del triple arbitraje implica la inversa con el impacto sobre los tipos de cambio de las economías emergentes, la tasa de inflación en dichas economías y las tasas de interés. La consecuencia de una contracción del consumo podría derivar río abajo en una recesión económica en el mundo emergente. En agregado significa la generalización global de la crisis. La interrogante es hasta cuándo permanecerá el continente asiático al margen de esta dinámica.

"La cooperación monetaria internacional se ha roto […] Los países industrializados tendrían que desempeñar un papel protagónico en la restauración de [la cooperación entre los bancos centrales], no pueden lavarse las manos y ajustar" sentenció Raghuram Rajan, actual gobernador del banco central de la India y ex funcionario del FMI en una entrevista a Bloomberg TV (Citado por Larry Elliot, The Guardian, 30/01/2014). La verdad es que no les interesa.  Mientras las tasas de interés en las economías maduras sigan negativas en términos reales, subirán en las economías emergentes; así aseguran el traslado de riqueza mientras intentan contener lo inevitable al menos en el corto plazo. Estamos en un escenario similar a 1934, con el optimismo de que la crisis ya pasó y el desastre “ad portas”.