12 de diciembre de 2013

LA PRECARIEDAD SE DISPARA: EL 40% DE LOS CONTRATOS DURA YA MENOS DE UN MES

Y 350.000 MENOS DE UNA SEMANA

Carlos Sánchez. El Confidencial

La crisis ha hecho estragos en el mercado laboral. Pero no sólo por la destrucción de puestos de trabajo, sino también por los elevados índices de precariedad. Un dato lo acredita: cuatro de cada diez contratos de trabajo de naturaleza temporal duran ya menos de un mes. En concreto, el 40,4% de los contratos eventuales duró menos de 31 días durante los primeros once meses del año.

Lo relevante, sin embargo, no es sólo el porcentaje, sino también la evolución. Al comenzar la crisis, en 2008, apenas el 32% de los trabajadores tenía un contrato inferior a un mes, pero desde entonces el proceso de deterioro del mercado de trabajo no ha dejado de crecer de forma imparable. En 2012, el año en que se puso en marcha la reforma laboral, la inestabilidad laboral en su grado máximo (menos de siete días) afectaba el 39,7% de los temporales. Es decir, un punto menos que ahora, pero con una trayectoria ascendente.

Los datos más recientes indican que de los 1,46 millones de contratos temporales que se firmaron en octubre de este año, nada menos que 545.344 duraron menos de un mes. Aunque es todavía más significativo que 351.646 contratos tuvieron una duración incluso menor de una semana, lo que significa que el 24% de los contratos eventuales tiene una vigencia inferior a sólo siete días. Durante ese tiempo, como es lógico, no computan como trabajadores en paro.

Otros 67.334 contratos de trabajo tienen una duración situada entre una semana y quince días, mientras que 126.364 están en vigor entre dos semanas y cuatro. Apenas 56.800 duran más de seis meses sin contar los de duración indeterminada (fundamentalmente de obra y servicio o eventuales por circunstancias de la producción).

El mapa de la precariedad
¿Y a qué sectores afecta en mayor medida la inestabilidad laboral? Los datos de los servicios públicos de empleo muestran que la duración media de los contratos temporales se sitúa en 59 días, pero en el caso de la agricultura(un sector cada vez más residual en la economía española) asciende a 27 días. En el otro extremo está la industria, donde la duración media de los contratos temporales alcanza los 102 días, mientras que en el caso del sector servicios esta es de 60 días. En la construcción, se sitúa en 82 días.






La degradación es todavía mayor si se tiene en cuenta que no todos los contratos de trabajo son de jornada completa. Prácticamente la tercera parte son parciales, lo que pone de relieve el grado de inestabilidad laboral.




Cabe destacar, igualmente, otro factor que está emergiendo con la crisis. La precariedad, que durante los años de expansión económica se cebaba en empleos no cualificados u ocupados por jóvenes, afecta ya a todos los segmentos de edad. Hasta el punto de que más de la mitad de los contratos que duran menos de siete días (el 52%) los han firmado trabajadores con 35 años o más. Es decir, están al inicio de la parte central de su carrera laboral.

Tanto las actividades relacionadas con la hostelería como las que se dedican a tareas administrativas y de servicios son las que utilizan en mayor medida los contratos de más baja duración (siete días). Incluso hay 120 directores o gerentes de empleo que han firmado un contrato inferior a una semana.

Hay que tener en cuenta, en todo caso, que de los 1,5 millones de contratos que se firmaron en octubre, apenas 119.000 fueron de naturaleza indefinida, independientemente de si están bonificados o no o son conversiones. Es decir, casi el 92% de los contratos que se firman en España son temporales. 

La contratación temporal no sólo afecta a la precariedad laboral, sino también a la productividad del país. Y eso explica la creciente diferencia entre empleo en términos de Encuesta de Población Activa (que sólo cuenta a quienes tienen un puesto de trabajo independientemente de su naturaleza) y el empleo a tiempo completo que refleja la Contabilidad Nacional. Según la EPA, hay en España 16,82 millones de ocupados, pero según la Contabilidad Nacional sólo hay 15,8 millones de trabajadores a tiempo completo.

11 de diciembre de 2013

LOS NEONAZIS ALEMANES PUDIERON CAUSAR CENTENARES DE MUERTES

Portada del semanario Der Spiegel del 22 de Diciembre de
1968: hace 45 años Alemania ya debatía si ilegalizar o no al
partido neonazi NPD. Un debate que continúa hoy.
Der Spiegel
Rafael Poch. La Vanguardia 

750 casos no resueltos desde 1990 podrían alterar pronto la estadística oficial. Muchos asesinatos o agresiones aparecen camuflados como peleas de bandas o efectos del alcohol

El uno de agosto de 2008 un vagabundo fue asesinado a golpes de contenedor de basura por dos “borrachos” en la localidad alemana de Dessau. Eran borrachos especiales. En sus móviles había esvásticas y frases como, “Los judíos son nuestra desgracia”

Un testigo declaró que uno de los implicados había calificado a la víctima de “pordiosero que no se merecía otra cosa”, informa el diario Jünge Welt. Sin embargo, el homicidio no engrosó la estadística oficial-policial como “violencia de extrema derecha”

¿Cuantas personas han muerto en Alemania desde 1990 a manos de los neonazis? Oficialmente 60. Lo dice el ministerio del interior. Según dos grandes medios nacionales, el diario Tagesspiegel y el semanario Die Zeit, la cuenta es errónea, en realidad son 152. Según la Fundación Amadeu Antonio, que lleva el nombre de una de esas víctimas, son 184, con nombres y apellidos. En cualquier caso, muchos muertos. Pero pueden ser más, muchos más, y el caso del vagabundo así lo sugiere. 

En noviembre de 2011 se destapó que las muertes de nueve emigrantes asesinados a quemarropa a lo largo de seis años, y que la policía atribuyó a “ajustes de cuentas”, “mafia”, etc, habían sido obra de un grupo neonazi llamado NSU. 

Presionado por la vergüenza del caso NSU, la serie de asesinatos racistas, atracos y atentados terroristas más importante registrada en Alemania desde 1990, destapada entre todo tipo de irregularidades policiales, el ministro del interior, Hans-Peter Friedrich, se comprometió a realizar una revisión. La Oficina Criminal Federal (BKA) ha examinado 3300 casos no resueltos de asesinatos o intentos de asesinato, por si pudieran ser obra de nazis. 

Se trata de casos en los que las víctimas fueron; mendigos, vagabundos, izquierdistas, homosexuales o extranjeros de piel oscura. Tras el examen se han localizado 746 casos de asesinato, consumado o tentativa, con indicios de entrar en la categoría de delitos de neonazis. 

Aunque el portavoz de la BKA se ha apresurado a advertir que, “no todos tienen que ser necesariamente obra de extremistas de derecha”, la pregunta de si las víctimas reales de los neonazis en Alemania entre 1990 y 2011, fueron 60, como afirma la dudosa estadística oficial, o, digamos, quinientas, flota en el aire. La respuesta, dicen, se tendrá en el segundo trimestre de 2014. 

Comentando esta situación la líder del grupo parlamentario verde en el Bundestag, Katrin Göring-Eckardt, dice que las autoridades “han errado por completo la amplitud del problema”, mientras que la presidenta de la Fundación Amadeu Antonio afirma que el gobierno ha jugado a la baja el fenómeno y le emplaza, “a afrontar el hecho de que la violencia de extrema derecha es un problema monumental”

Un artículo editorial del izquierdista Jünge Welt mencionaba ayer de un “Cártel de silencio”“Las autoridades, los políticos municipales y la policía presentan en sus informes como actos de gamberrismo bajo influencia del alcohol, o como peleas entre bandas juveniles las agresiones neonazis con lo que se niega la existencia de bandas neofascistas locales”, señalaba. Cuando los acusados de tales hechos esconden su militancia, sus delitos no figuran en la estadística como obra de neonazis. 

De esta forma se confirma la que ha sido la tesis clásica del Estado alemán durante décadas: que el principal peligro proviene de la izquierda. 

En Alemania unos 13.000 militantes neonazis agresivos protagonizan anualmente unos mil ataques, dice Hajo Funke, experto de la Universidad Libre de Berlín que colabora en el proceso de ilegalización del partido neonazi NPD emprendido por la cámara alta ante el Tribunal Constitucional. El sentido de la ilegalización sería, “dar a la policía un incentivo inequívoco para que reprima la violencia e intimidación de los nazis”, explica Funke a La Vanguardia. Aún más que la ilegalización, lo que Alemania necesita es una reforma radical de su aparato de seguridad.