27 de mayo de 2013

ASÍ SE VIVE EN UN PUEBLO NEONAZI

Iván Gil. El Confidencial
Las autoridades alemanas están cada vez más preocupadas por el auge del neonazismo. Las cifras oficiales atribuyen a la extrema derecha más de 17.000 delitos, de los cuales 842 fueron tipificados como violentos, y cada vez más políticos necesitan protección policial ante las repetidas amenazas de los grupos neonazis. La localidad alemana de Jamel, ubicada en el distrito nororiental de Nordwestmecklenburg, es el mayor exponente del escalofriante auge del neonazismo.Un fenómeno que gana fuerza en los territorios más empobrecidos del país, los de la antigua RDA.

Como si fuese un museo al aire libre del nazismo, las calles del pueblo de Jamel están repletas de simbología fascista, y el término ‘nacionalsocialismo’ se puede apreciar hasta en el rótulo de alguna empresa local. En la carretera principal que pasa por la localidad, un cartel indica tres direcciones: Viena, París y Braunau am Inn, el lugar de nacimiento de Adolf Hitler. El diario alemán Der Spiegel se refirió a Jamel como “la aldea poblada casi en su totalidad por neonazis”, mientras que la agencia de noticiasAssociated Press publicó un reportaje denominándolo “el pueblo dominado por los neonazis”.

Todos los veranos se celebran campamentos en honor al führer y los fines de semana son frecuentes las prácticas de tiro en sus alrededores, que protagonizan grupos deskinheads. Allí se encuentra también la sede del NPD, el Partido Nacionaldemócrata de Alemania. Una organización de extrema derecha con varios diputados electos y unos resultados en las últimas elecciones municipales que superaron el 6% de los votos.Los vecinos que no apoyan al NPD son amenazados y acosados hasta que se marchen

Sin embargo, lo que realmente ha hecho saltar a la primera plana informativa a esta pequeña localidad alemana es la vinculación de varios de sus habitantes con delitos de “incitación al odio racial”. Un concepto definido en el Código Penal alemán como Volksverhetzung, y que principalmente se aplica a la negación del Holocausto, pero también a otros actos raciales y discriminatorios.

El lugar de peregrinación de la extremaderecha europea
Uno de los últimos delitos cometidos en la localidad lo sufrió una pareja que se trasladó a Jamel después de comprar allí lo que intuían como la casa de sus sueños al lado de un lago. Antes de que acabasen de restaurarla ya estaban viviendo en medio de una pesadilla. Horst y Birgit Lohmeyer, ella escritora de novelas policiacas y él músico, decidieron irse a vivir a Jamel sin tener ni idea de la orientación política de sus habitantes. Lo único que sabían era que una de las casas más cercanas a la suya pertenecía a Sven Krüger, uno de los dirigentes del NPD y miembro del consejo del distrito por este partido. El mismo que pasó cuatro años en la cárcel por posesión ilícita de armas

Los Lohmeyer se mostraron reacios a acudir a los actos de exaltación neonazi organizados por sus vecinos. A la tercera negativa destrozaron parte de su casa, aunque los ataques vandálicos continúan ante su intención de no marcharse. Unos meses antes habían quemado la casa de otra pareja que tenía pensado trasladarse a Jamel. La misma estrategia que los extremistas utilizaron en los años 90 para “limpiar” el pueblo, la cual consistía en impedir la compra de casas por aquellas personas foráneas que no comulgasen con su ideología. Asimismo, emprendieron una campaña de acoso y amenazas a los vecinos que no los apoyaban. Todos acabaron trasladándose del pueblo.

Desde su “liberación total”, Jamel se ha convertido en un lugar de peregrinación para la extremaderecha de toda Europa y ya se habla de un territorio sin ley, donde la mayoría de los delitos quedan sin resolver. Stefan Koester, uno de los miembros del NPD que también reside en Jamel, defiende este peregrinaje en unas declaraciones alSunday Telegraph porque “mucha gente quiere ver con sus propios ojos cómo funciona un pueblo con una política diferente. Una política que es social y basada en la familia”.

Los servicios de seguridad teutones estiman que hay unos 22.000 neonazis en Alemania, entre los cuales más de la mitad son vigilados por su tendencia a la violencia. Las zonas rurales orientales, que coinciden con los focos de mayor pobreza del país, se están convirtiendo en el caldo de cultivo para la expansión de estas organizaciones. Las posibilidades de que Jamel deje de ser un caso aislado para reproducirse por el resto del territorio comienzan a ser reales, mientras que los representantes políticos tratan de impulsar medidas para evitarlo.

26 de mayo de 2013

NOCHES DE FURIA EN ESTOCOLMO


JÓVENES DE FAMILIAS INMIGRANTES ENCIENDEN LA PROTESTA EN SUECIA

Página/12
Los incidentes, que empezaron el domingo por la noche después de un caso de gatillo fácil policial en una barriada, se extendieron a unos quince barrios de la capital. Echan por tierra la idea de una Suecia pacífica e igualitaria.

Cinco noches de disturbios en la periferia pobre de Estocolmo a manos de jóvenes de barrios desheredados de mayoría inmigrante han echado por tierra la imagen de una Suecia pacífica e igualitaria. Los incidentes, que comenzaron el domingo por la noche tras la muerte de un habitante de la barriada de Husby, ultimado por la policía, que alegó legítima defensa, se fueron extendiendo a unos 15 barrios de la capital.

El jueves por la noche, una comisaría de policía fue atacada con piedras en el barrio de Kista y otros dos en el sur de la capital. Aunque durante estos incidentes no hubo que lamentar muchos daños personales –una persona herida en la cabeza por una pedrada en una manifestación en Husby el jueves, un policía herido el miércoles por la noche–, los daños materiales se multiplicaron.

Los bomberos dieron cuenta de 90 incendios de coches y en edificios, uno de los cuales arrasó un restaurante el barrio de Huddinge, en el sur de la capital. Estos actos de violencia provocaron un debate en Suecia sobre la integración de los inmigrantes, que representan cerca del 15 por ciento de la población y se concentran en los barrios pobres de las grandes ciudades del país, que sufren una tasa de desempleo mayor que la media del resto de la población.

Según responsables de asociaciones locales citados por la prensa, los autores de los incidentes alegan que las fuerzas del orden son racistas y acusaron a los policías de proferir insultos como “mendigos”, “monos” o “sucio negro”. La policía llamó a las eventuales víctimas a denunciar e intentaba minimizar la gravedad de los hechos. “Cualquier caso de personas heridas es una tragedia, todo coche quemado es un fracaso de la sociedad (...) pero Estocolmo no está ardiendo”, subrayó un responsable de la policía de la capital, Ulf Johansson.

Los sociólogos subrayaban que la cólera tiene raíces profundas. “Ser joven y vivir en estos lugares de segregación puede ser muy difícil, no tienen prácticamente ningún contacto con otros suecos y a menudo no entienden bien a la sociedad sueca”, estima Aje Carlbom, antropólogo social de la universidad de Malmö.

Los barrios donde estallaron los incidentes son conocidos por los habitantes de Estocolmo por su concentración de problemas sociales tales como el desempleo, fracaso escolar y la ociosidad de los jóvenes. Suecia se ha convertido en un destino muy buscado por los inmigrantes en Europa. En la última década ha recibido a cientos de miles de personas de Irak, Afganistán, Somalia, los Balcanes y recientemente Siria.

El primer ministro sueco, el conservador Fredrik Reinfeldt, ferviente partidario de recibir a inmigrantes, ha querido dar la imagen de un país unido en el Parlamento. “Querer describir a Suecia como una capital separada de sus barrios periféricos es peligroso, no creo que sea verdad”, afirmó, y se refirió a los autores de los disturbios como “un pequeño grupo de alborotadores”.

El ministro para la Integración, Erik Ullenhag, atribuyó los disturbios a un desempleo elevado –del 8,8 por ciento en Husby en 2012 frente al 3,6 por ciento en Estocolmo–, y a otras formas de exclusión de los barrios en los que la población inmigrante es mayoritaria. “Sabemos que hay una discriminación en estos lugares, y estos acontecimientos no mejoran la imagen de estos barrios, donde hay muchas cosas positivas que se producen, pero que están completamente eclipsadas actualmente”, lamentó.

Los incidentes fueron ampliamente consignados por la prensa internacional, que los comparó con países que ya han sufrido episodios violentos en las periferias de sus grandes ciudades como Francia y Reino Unido. Según Carlbom, “Suecia sufre una fuerte segregación, pero estos barrios pueden ser mucho más duros en otros países”.