10 de febrero de 2012

HOSPITAL GRIEGO BAJO CONTROL OBRERO

La ocupación se da en respuesta a la aceleración de las impopulares medidas de austeridad en Grecia

Rebelión.

Las y los trabajadores del Hospital de Kilkís en Grecia han ocupado su hospital y han declarado públicamente que a partir de ese momento el hospital se encuentra bajo control obrero.

El hospital general de Kilkís en Grecia (Macedonia central) se encuentra bajo control obrero. Las trabajadoras y trabajadores del hospital han declarado que los problemas que arrastra desde hace tiempo el sistema de salud nacional (SNS) no encuentran solución.

La ocupación se da en respuesta a la aceleración de las impopulares medidas de austeridad y el hospital se encuentra bajo control directo y total del personal del hospital. En adelante todas las decisiones serán adoptada en asambleas generales.

El hospital declaró que "El Gobierno no está exento de cumplir con sus obligaciones económicas de proveer de personal y suministros al hospital. Si no lo hace, nos dirigiremos a las autoridades locales para obtener el máximo apoyo posible a fin de garantizar un servicio público gratuito y echar abajo al gobierno y sus políticas neoliberales".

Desde el 6 de febrero, el personal del hospital sólo atiende las urgencias hasta que sus salarios y las cantidades que se les adeuda sean pagadas. También exigen que la recuperación de sus niveles salariales tenga prioridad frente a las medidas de austeridad. La próxima asamblea general tendrá lugar el 13 de febrero y la conferencia de prensa se realizará el día 15.

Declaración de los trabajadores y trabajadoras del Hospital de Kilkís:
1. Consideramos que los problemas actuales y los que arrastraba de antes el Sistema Nacional de Salud y las instituciones con las que colabora no se pueden resolver a partir de nuestras particulares demandas concretas dado que estos problemas son el fruto de una política gubernamental antipopular más general y del neoliberalismo global.
2. Consideramos, asimismo, que insistiendo en estas reivindicaciones concretas no hacemos más que el juego a unas autoridades despiadadas. Autoridades que para hacer frente a su enemigo, que no es otro que el debilitado y dividido pueblo, hacen todo lo posible para impedir la creación de un frente unido y popular que plantee a escala nacional y global exigencias comunes contra el empobrecimiento social al que conducen las políticas gubernamentales.
3. Por todo ello, enmarcamos nuestras reivindicaciones en reivindicaciones políticas y económicas planteadas por una gran parte del pueblo griego que actualmente está sometido al ataque del capitalismo más brutal. Para obtenerlas deberán ser defendidas conjuntamente por las clases medidas y populares de nuestra sociedad.
4. La única manera de obtenerlas es poniendo en cuestión, a través de la acción, no sólo la legitimidad política sino también la legalidad del poder arbitrario, autoritario, antipopular y jerárquico que avanza a pasos agigantados hacia el totalitarismo.
5. Las trabajadoras y trabajadores del hospital de Kilkís respondemos a este totalitarismo con la democracia. Hemos ocupado el hospital y lo ponemos totalmente bajo nuestro control directo. A partir de ahora, el hospital de Kilkís será auto-gestionado y el único medio legítimo para tomar decisiones será la asamblea general de trabajadores.
6. El Gobierno no está exento de cumplir con sus obligaciones económicas de proveer de personal y suministros al hospital, pero si continúa ignorando estas obligaciones, nos veremos obligados informar públicamente de la situación y pedir el apoyo de las autoridades locales y, sobre todo, de la sociedad civil, para:
a. Garantizar el futuro del hospital.
b. Defender el derecho a una sanidad y cuidados públicos y gratuitos.
c. Echar abajo, a través de la lucha popular conjunta, al actual gobierno y las políticas neoliberales que impulsa.
d. Exigir una democratización profunda y radical, es decir una democratización que permita a la sociedad, y no a terceros, tomar las decisiones sobre su futuro.

7. A partir del 6 de febrero, el sindicato del hospital de Kilkís impulsará una huelga, garantizando los servicios de urgencia, hasta que sean abonadas el total de las horas trabajadas y que los salarios sean aumentados hasta el nivel a que estaban hasta la llegada de la troika (UE-BCE-FMI). Mientras tanto, conscientes de nuestra responsabilidad social y nuestras obligaciones morales, protegeremos la salud de los ciudadanos y ciudadanas que acudan al hospital, realizaremos una atención gratuita a quienes lo necesiten y exigiremos al gobierno que se haga cargo de sus responsabilidades y, aunque sea en el último minuto, renuncie a su inmoderada crueldad social.

8. La próxima asamblea general tendrá lugar el 13 de febrero en el hall del nuevo edificio del hospital a las 11 h, con el objetivo de adoptar las medidas necesarias para poner en marcha de forma eficiente la ocupación de los servicios administrativos y realizar con éxito la auto-gestión del hospital, que comenzará a partir de ese día. Las asambleas generales tendrán lugar todos los días y serán el instrumento primordial para la toma de decisiones en lo que concierne a los empleados y al funcionamiento del hospital.

Llamamos a la solidaridad del pueblo griego y de todos los trabajadores y trabajadores del resto de los sectores, a la colaboración de todos los sindicatos obreros y las organizaciones progresistas, así como al apoyo de todos los media que optan por contar la verdad. Estamos decididos a continuar hasta que los traidores que venden nuestro país se vayan. ¡O ellos o nosotros!

Haremos públicas las decisiones adoptadas a través de una conferencia de prensa, a la que invitamos a todos los medios de comunicación, el miércoles 15/02/2012 a las 12:30 h. Las asambleas diarias comenzarán el 13 de febrero. Informaremos a la ciudadanía de cada hecho importante que acontezca en nuestro hospital a través de comunicados y conferencias de prensa. Además de eso, utilizaremos todos los medios disponibles para dar a conocer estos hechos con el fin de lograr el éxito de esta movilización.

Llamamos
a) A la ciudadanía a solidarizarse con nuestro movimiento
b) A todos los ciudadanos y ciudadanas maltratada de nuestro país a oponerse a través de acciones de protesta a sus opresores y opresoras.
c) A nuestros colegas de otros hospitales a adoptar decisiones similares.
d) A los empleados de otras áreas del sector público y privado, a la afiliación de las organizaciones sindicales y a los miembros de asociaciones progresistas, a actuar de la misma forma con el objetivo de que nuestra movilización pueda transformarse en una resistencia obrera y popular general, y levantarnos hasta la victoria final contra la elite económicas y política que oprime nuestro país y el mundo entero.

9 de febrero de 2012

CRISIS, CLASE MEDIA Y HASTA SAMPEDRO (JOSE LUIS) INDIGNADO

El blog de la sala de máquinas. Rebelión

Hay una gran ficción que se ha activado con fuerza en el entorno de la crisis económica: la vilipendiada clase media. Fíjense que, gracias a las teorías económicas humanistas a lo Sampedro, la dicotomía clásica de la modernidad (esa que nos diferenciaba según la distinción fijada en el contrato de trabajo, obrero/empresario) se ha transformado ahora, como en una deslumbrante reconcepción mágica del panorama, en la dualidad cuasi-ética super-especulador-multimillonario-hijodeputa / ciudadano normal que solo quiere vivir en paz y tranquilo. Esta dicotomía, que funciona porque es muy fácil de aprender y porque puede ilustrarse con mucho gracejo en las redes sociales, nos convoca a todos en esa clase media abocetada por el estado del bienestar. Nuestra labor, si acaso, pasa por añorar sus buenos tiempos y empeñarnos en demandar la integridad de aquellas leyes del trabajo, en general, que protegían la dignidad de los ciudadanos medios, nosotros, casi todos.

Lo que las teorías humanistas de Sampedro, el indignado, no cuentan es que el nuevo orden productivo hace tiempo que viene dejando atrás cualquier dicotomía formal en su funcionamiento, inhabilitando, así, la consiguiente trasposición cuasi-ética: por un lado Botín y por el otro nosotros, la clase media, sí, aunque... tal vez no haya que irse hasta Botín para encontrar los desajustes del sistema, porque... ¿de qué clase media hablamos? Están ustedes rodeados por una clase media que, gradualmente, imperceptiblemente, sin hacer ruido, sin grandes fallas, sin mucho lustre, acumula derechos, salarios, dividendos y otros beneficios que, de repente, la transfiguran en clase alta… altísima: asalariados exitosos, ahorradores con varios inmuebles en la cartera, personal que medra y acumula diez cargos, personal estatutario que asienta derecho subjetivo tras derecho subjetivo, jefes de servicio, de sección o de baldosa, directores generales o directores en general, responsables de esto o de eso otro aún más importante, catedráticos meritorios y eméritos como Sampedro… buena gente, en definitiva (tan buena gente que los sindicatos solo se toman en serio su causa y no la de esos otros indeterminados, el resto). Ellos son el corazón de la clase media. Visto que el resto compartimos con ellos ciertas características (el teléfono móvil, no tener un yate de más de 8 metros de eslora y no ser máximos accionistas de multinacionales), y visto que todos queremos alcanzar su estatus (algunos lo conseguirán y otros caerán desde él), consideramos que, tras oír a Sampedro, puestos a trazar dicotomías, ellos, la clase media que nos rodea –esos con los que tomamos café de vez en cuando– son de los buenos. No nos enteramos, gracias a clasemedistas como Sampedro, de que las contradicciones del capital han deshabilitado ya cualquier estructura real de economía global –en la que unos pocos príncipes maquiavélicos moverían los hilos– para habilitar tantas economías como individuos, es decir, tantas clases sociales como sujetos jurídicos.

Es en esta batalla caótica donde cada uno defiende su propia valía, cada uno construye su victoria y cada uno lucha por esos ya escasos derechos laborales como por una camiseta que lanza el futbolista estrella a la grada… Y una vez construida y asentada la victoria, todos la llaman derrota para que la despistada izquierda siga luchando por leyes formales que aboceten el utopos soñado: un lugar de trabajo común y homogéneo. Se trata de leyes que, aplicadas, garantizan el bienestar de algunos –los que ya son estables–; se trata de leyes inadaptadas e incapaces de poner freno a la colonización capitalista de otros muchos –los inclasificados–. Porque hace tiempo que las dicotomías no agotan la complejidad social y laboral. Porque hace tiempo que deberíamos luchar por un derecho social que trascienda estabilidades privilegiadas y selectas, como las de la alta clase media. Pero ni Sampedro, ni la izquierda, se quieren enterar.