13 de octubre de 2010

FRANCIA: JORNADA DE LUCHA CONTRA LA LEY DE REFORMA DE PENSIONES. 3,5 MILLONES DE MANIFESTANTES, UN RÉCORD


PARIS (AFP) - Las manifestaciones organizadas el martes 12 en Francia contra la reforma de las pensiones, por cuarta vez desde la vuelta de vacaciones, han juntado 1,2 millones de personas según el gobierno y 3,5 millones según los sindicatos, un récord desde el inicio del movimiento.
Según el ministerio del interior alrededor de 1.230.000 personas salieron a las calles de Francia el martes para manifestarse contra esta reforma crucial para el presidente Nicolas Sarkozy que incluye el retraso de la edad mínima de inicio de jubilación de los 60 a los 62 años.
Según los grandes sindicatos franceses CGT y CFDT, alrededor de 3,5 millones de persones se han manifestado contra esta ley.
Las tres jornadas cde protesta organizadas desde el inicio de setiembre habían reunido un máximo de 1,1 millones de personas (policía, 7 de setiembre) y de 3 millones (sindicatos, 23 de setiembre).
El martes, la manifestación parisina, la mayor, ha batido igualmente los récords según fuentes sindicales y policiales, con cifras respectivamente de 330.000 y 89.000 manifestantes.
Desde el inicio de la movilización del martes los sindicatos han estimado que era la jornada de lucha más fuerte -huelgas y manifestaciones. Es “la jormada más fuerte que se ha realizado desde el inicio del proceso”, ha afirmado el secretario general de la CGT Bernard Thibault.
Esta cuarta jornada de movilización desde el inicio de setiembre podría ser un punto de inflexión en el pulso establecido entre el poder y los sindicatos.

SEGUIR ADELANTE POR LA SENDA DEL 29-S. CONSTRUIR UNA ALTERNATIVA ANTICAPITALISTA



Propuestas para continuar la lucha y para construir candidaturas unitarias de la izquierda alternativa en las elecciones municipales y autonómicas de 2011

Declaración de Izquierda Anticapitalista
La Huelga General del 29-S  ha sido un notable éxito  que muestra el malestar social acumulado ante las políticas de Zapatero y los intentos de que la crisis la paguemos tod@s.
Asistimos a un verdadero ataque concertado a escala de la Unión Europea contra los derechos sociales, que busca aprovechar la crisis para provocar una derrota histórica del sindicalismo, del movimiento obrero y los movimientos sociales y pulverizar las regulaciones sociales todavía existentes. Todo ello se junta con la deriva racista que se está dando en muchos países europeos y que tiene sus expresiones más visibles en la campaña xenófoba de Sarkozy contra el pueblo gitano y en el ascenso electoral de la extrema derecha.
Organizar la resistencia social, en el conjunto del Estado español y de la Unión Europea, es la tarea primordial que tenemos por delante. La Huelga General no puede quedarse en un hecho aislado, sino que debe constituir un punto de inflexión para iniciar un nuevo ciclo de movilización social y traducir el malestar social en lucha colectiva. Ofrecer una perspectiva de continuidad es ahora mismo el objetivo prioritario.
Para ello hará falta impulsar un plan de lucha lo más unitario posible, buscando la unidad del sindicalismo alternativo, disperso en varias organizaciones, de los movimientos sociales y de los sectores combativos que están en los grandes sindicatos. Y también mantener una orientación unitaria hacia los grandes sindicatos, sobre la base de una política de movilización,  sin subordinarse a su agenda, y que presione a las direcciones sindicales mayoritarias para que opten por la movilización y eviten  recaer en el agujero del “diálogo social”, lo que supondría dilapidar la fuerza y la autoridad que han empezado a ganar el 29-S.
Es preciso reconstruir un sindicalismo combativo y de lucha, solidario y respetuoso con los movimientos sociales; hay que fortalecer también los propios movimientos sociales, revitalizar el movimiento vecinal y el conjunto del tejido asociativo e ir reconstruyendo una cultura de la solidaridad y la movilización.
Pero junto con esto necesitamos también avanzar en la construcción de una alternativa anticapitalista. La crisis actual pone de manifiesto los límites de la izquierda mayoritaria para transformar la sociedad, para garantizar una vida digna a toda la población trabajadora, una convivencia libre de mujeres y hombres  y para hacer frente a la crisis ecológica. Necesitamos una izquierda que recupere la ética política frente al descrédito generalizado de los representantes públicos fruto de los numerosos escándalos de corrupción y de la profesionalización que afecta a todos los partidos con representación institucional. Una ética de la política y una desprofesionalización de la misma que no puede llevarse a cabo sin una ruptura con el modelo del “ladrillazo”, que ha supuesto una perversión social, ambiental y urbanística, que ha tenido como eje constructor la puesta a disposición de lo público (el territorio, el uso de las arcas municipales y de las instituciones) al servicio del interés privado (políticos profesionales, cargos de confianza, promotores, constructores, grandes hoteleros...). Ésta ha sido la base material de la multiplicación de la corrupción y también de prácticas legales permitidas y consentidas pero que tienen la misma lógica. No puede haber nostalgia de un modelo insostenible que ha beneficiado a unos pocos, mientras se consolidaban sectores productivos cuyo fecha de caducidad estaba prevista y con ella el empleo de millones de trabajadores.
El PSOE, junto con la socialdemocracia europea, hace años que se convirtió en un partido social-liberal, desprovisto de cualquier voluntad de transformación social y atado de pies y manos a los intereses del mundo empresarial. El giro de la política económica de Zapatero en los últimos meses, su vasallaje respecto a los dictados de los mercados financieros internacionales, así como su cada vez más exaltado españolismo no ha hecho más que profundizar esta dinámica. Son estas políticas las que están aumentando la tendencia a la creciente abstención de amplios sectores de la izquierda, faltos de una alternativa creíble, facilitando así la victoria electoral del PP.
Izquierda Unida ha radicalizado su discurso crítico respecto a la política del PSOE, se ha implicado en campañas unitarias, como la Contracumbre frente a la presidencia española de la Unión Europa y ha tenido un compromiso real y una movilización efectiva de muchos de sus militantes en la Huelga General. Consideramos que éstos son datos positivos que nos han  permitido coincidir en la acción. Pero lamentablemente IU mantiene orientaciones y decisiones políticas con un peso determinante en su proyecto  basadas en una lógica de subordinación institucional al PSOE, a cuyas órdenes sigue “gobernando” en  muchos ayuntamientos, gobiernos autonómicos y diputaciones provinciales, aplicando y siendo corresponsable de políticas social-liberales, como demuestran sus votos favorables a los planes de ajuste en los Parlamentos catalán y asturiano. Este curso puede acentuarse si obtiene, como parece probable, algún crecimiento electoral en próximas elecciones: por ejemplo, la dirección de su Federación más importante, la andaluza, desearía un pacto de gobierno con el PSOE en la Comunidad tras las próximas elecciones. El proceso de Refundación ignora estos problemas vitales para mantener los consensos internos en la dirección. Esta política quizás dé réditos electorales, pero va en sentido contrario al nuevo ciclo de luchas que es posible y necesario y en el que sabemos que creen muchos militantes de IU.
Los nuevos proyectos para construir un partido verde aparecen ligados a Los Verdes europeos de Cohn-Bendit y con Iniciativa per Catalunya-Verds como uno de sus modelos autóctonos. A pesar de presentarse con una retórica renovadora y dinámica, teniendo en cuenta sus referentes europeos, su aspiración básica es ganarle un espacio a la socialdemocracia para, a continuación, pactar con ella. No estamos ante una corriente política nueva y podemos y debemos analizarla respecto al balance de organizaciones similares, particularmente los Verdes alemanes. Desde el punto de vista de la participación en el poder han obtenido y obtienen logros considerables, pero de su proyecto original de transformación social, pacifismo radical y alternativa ecologista al capitalismo no ha quedado ni rastro. 
En esta situación, necesitamos construir una herramienta de combate eficaz, que cimente la actividad política en la base de la sociedad y no en las instituciones, que rechace la profesionalización de la política, que aparezca en ruptura con el ultraliberalismo económico del Gobierno, opuesta a la Constitución monárquica de 1978 y favorable al derecho de autodeterminación de las naciones oprimidas del Estado español, que sea leal con las luchas y movimientos sociales y tenga una clara perspectiva de ruptura con el capitalismo. Una alternativa anticapitalista, ecologista, feminista e internacionalista.
Se trata de articular un polo de radicalidad independiente del PSOE y ligado a las luchas sociales.
Para avanzar en esta dirección no hay ni atajos ni fórmulas mágicas. Será un proceso que hay que construir sin precipitación, reflexionando, debatiendo y volviendo a reflexionar y debatir, buscando siempre la confluencia de gentes diversas, que hoy están en distintas organizaciones o que forman parte de los movimientos sociales. Pensamos que hay que buscar esa confluencia en muchos espacios, coincidiendo en unos y quizás no en otros.
Creemos que uno de esos espacios es el terreno político y electoral. Sabemos muy bien, por propia experiencia, las dificultades y los obstáculos que la izquierda radical tiene que enfrentar en este terreno. Pero pensamos que hay que afrontarlos y seguir buscando cómo disputarlo a la izquierda institucionalizada que lo monopoliza. Las elecciones municipales y autonómicas de mayo del 2011 son una buena ocasión para ello. Iniciativas como la candidatura unitaria Des de baix a las elecciones al Parlament de Catalunya van ya en esta dirección
Por ello, desde Izquierda Anticapitalista proponemos al conjunto de la izquierda social y política del Estado español organizar unitariamente listas anticapitalistas, ecologistas, feministas e internacionalistas para las próximas elecciones municipales y autonómicas de mayo del 2011, con el objetivo de juntar los máximos esfuerzos y voluntades posibles, y buscar resultados electorales significativos en aquellos lugares donde existen posibilidades razonables de lograrlos si dedicamos los esfuerzos comunes necesarios. Para ello, nos dirigiremos a las organizaciones con las que coincidimos en las luchas y las y los activistas sociales comprometidos para proponerles comenzar a dar pasos concretos en esta dirección. Unas candidaturas que sirvan también para poner frenos a la lógica del modelo judicial policial y penal del Estado de excepción en Euskal Herria y que sirvan para apoyar e impulsar un verdadero proceso de paz y reconciliación en vista de los importantes movimientos políticos que allí se están produciendo en los últimos meses.

En un reciente artículo publicado en Diagonal, Tomás Rodríguez Villasante afirmaba “sólo si hay pruebas de credibilidad prácticas, contando con la mayoría del mapa de actores transformadores de cada localidad, y haciendo las apuestas generosas, que signifiquen un cambio de rumbo claro, podemos re-encantarnos algunos, que somos muchos.” En Izquierda Anticapitalista compartimos este enfoque y queremos realizar esa “apuesta generosa”.
En nuestra opinión, esas listas unitarias deberían tener estas tres características: 
-un programa anticapitalista, ecologista, feminista, antirracista y de ruptura con el actual modelo económico y social, donde la defensa de un cambio radical del modelo urbanístico imperante y el fomento del transporte público y no contaminante, la autogestión de servicios públicos municipales o la defensa de la democracia directa en la toma de decisiones en distintos ámbitos de las ciudades sean señas de identidad claves de la candidatura, así como la ruptura con el modelo de Estado heredado de la transición política.
-Una perspectiva de independencia absoluta respecto al PSOE y a los gobiernos social-liberales en comunidades, ayuntamientos y diputaciones provinciales y de oposición frontal a la derecha y a sus políticas.
-Un rechazo de la profesionalización de la política. Las listas deben estar formadas por activistas sociales, trabajadoras y trabajadores, parad@s, que formen parte o no de organizaciones políticas, con límites de permanencia en cargos, rotaciones y techos salariales. 
Pensamos que estas ideas se comparten  ampliamente en la izquierda política y social y pueden servir de base para acuerdos políticos y organizativos que den lugar a candidaturas unitarias que agiten y limpien las aguas estancadas de la política electoral de la izquierda española.
Más allá de las cuestiones electorales, Izquierda Anticapitalista seguirá trabajando con energías renovadas para que se consolide el nuevo ciclo de movilización social y para construir en él, junto con compañeras y compañeros con quienes ya estamos codo con codo en las luchas, esa cada día más necesaria “izquierda de izquierdas”.

13 de octubre de 2010
Izquierda Anticapitalista


CÓMO HACER LUZ DE GAS SOBRE LA ROTUNDA HUELGA DEL TRANSPORTE EN FRANCIA EL 12 DE OCTUBRE. UN TRAINING RÁPIDO DEL DIARIO PÚBLICO


Por Marat
El martes 12 de Octubre se ha llevado a cabo una huelga en Francia de las de antología, de las que marcan un hito y una fuerza impresionante de lucha de los trabajadores en la calle.

Bien, pues el diario Público el martes 12 de Octubre en su edición digital (http://www.publico.es/),  siempre avanzada en tiempo en la información frente a la impresa, se ha dedicado a contarnos las pitadas antiZapatero en el puñetero y facha día de la Raza, la Hispanidad o las FFAA, como modernamente quieren ahora llamarlo. Denunciar al Partido Podrido, cómo convocaron las ¿Nuevas? Generaciones a la pitada en Twitter, o zarandajas similares fue el medio para hacer luz de gas a la huelga en el país vecino, no sea que “Formez vos bataillons/Marchons, marchons!” de la Marsellesa se nos empezase a contagiar. Críticas contra este Gobierno que aplica las políticas antisociales que ni la derecha se atrevería a poner en marcha, sí, pero cuando los acontecimientos obliguen (una huelga general del 29-S que cogió músculo, mientras Público calculaba hasta dos días antes cuánto insuflarlo, pero dentro de un orden y con sordina). Esa es la política de dicho medio. Una vez pasada la huelga, ignorancia supina al tema de la irritación social, la rabia, de momento, contenida y, si es menester, política de silencio informativo contra la conversión de una y otra en acción y combate sostenidos en el tiempo.

Los periódicos moderados han publicado estos artículos en sus ediciones digitales, en buena parte de los casos, en portada:






Y hasta la derechuza no ha podido evitar mencionar el éxito indiscutible de la Huelga en sus avances en Internet.








¿Que estábamos en un puente en España y que http://www.publico.es/ tiene una estructura de recursos humanos limitada? ¿Estarían todos en el desfile de las FFAA? ¡Coño con alrededor de 150 vuelos cancelados en España por la huelga de Francia ya habrá alguna agencia de noticias, tipo EFE, de la que tirar, vamos digo yo! El caso es que la Agencia EFE había ya facilitado la noticia a las ediciones digitales de EL PERIÓDICIO DE CATALUNYA y de EL MUNDO. Y el caso aún más llamativo es que a las 23:34 del día 12 de Octubre había información disponible de EFE para informar de que el dirigente del aparato internacional de Segi había sido detenido en Francia (http://www.publico.es/espana/341253/detenido-el-dirigente-del-aparato-internacional-de-segi) ¿Será que Pérez Rubalcaba está en la baraja de los posibles sustitutos de Zapatero en el PSOE y como posible operación recambio gubernamental?

Que el medio de intoxicación de Pedro Ojete se haya anticipado a Público me irrita sobremanera.

El miércoles la edición impresa de Público nos contará lo que la edición impresa del martes ha ocultado sobre la Huelga en Francia pero saldrá a los kioskos con dos tercios de portada centrados en la humanitaria labor del rescate de los mineros chilenos. Habrá descripciones técnicas y casos humanos en la información de páginas interiores. Es lógico. La vida de 33 mineros está en juego. Es salvajemente humano y concita la solidaridad de cualquier trabajador con un mínimo de conciencia social o simplemente de cualquier ser con un mínimo de corazón. Pero ¿debe servir esta noticia para empequeñecer a la vigésima parte de la portada a la huelga más histórica que ha vivido Francia en los últimos 30 años? “Qui prodest?”. ¿A quién –y a qué causas- beneficia?

Cuando se intenta la cuadratura del círculo consistente en soplar –empujar el progreso- y en sorber –ponerle un filtro a la realidad social que, al fin y al cabo, hay que hacer caja, y sabemos de dónde viene una parte de ésta- a la vez, puede que algún medio progresista se atragante y le dé una tos compulsiva, de esas que cierran la glotis informativa. ¿Qué otro trampantojo acompañará a la información protagonista en el medio digital (http://www.publico.es/) que tape la realidad social y económica de un país con más de cuatro millones de españoles, que ha aplicado la política más regresiva contra los trabajadores –ni en tiempos de Patxi PatasCortas era el despido tan libre y barato ni el desmantelamiento de las pensiones tan descarada- y que apuesta por unos Presupuestos Generales del Estado absolutamente regresivos, mientras protege los beneficios del gran capital y evita gravar sus rentas? ¿Una de romanos? 

12 de octubre de 2010

BRILLANTE ARTÍCULO DE JULIO ANGUITA: LA ECONOMÍA DE LAS CHAPUZAS

Deprimiendo la capacidad de consumo en muchos casos y situándola en límites propios de otras muy lejanas épocas, ¿cómo piensan los autores de esta chapuza relanzar el crecimiento?

Julio Anguita | El economista



La agencia de calificación crediticia Moody's -parte integrante del juego que ha conducido al desastre y la estafa financiera generalizados- ha afirmado recientemente que en España, pese a la reforma del mercado laboral, el lento crecimiento podría poner en peligro los esfuerzos realizados en el país para reducir agresivamente su déficit y mantener su escala de crédito.
Parece, por tanto, que la reforma del mercado laboral, abaratando el despido y potenciando los contratos temporales, no sirve para cumplir el artículo 35 de la Constitución Española, ni tampoco para el crecimiento económico.
En el mismo sentido, altos cargos de la Administración, y hasta miembros del Gobierno, confiesan sin ambages que todas las medidas de austeridad y rigor con los asalariados no son otra cosa que prendas y señales a los mercados para que éstos no desconfíen de la solvencia y capacidad gubernamentales para aplicar políticas contra los damnificados y a favor de los damnificadores.
Deprimiendo la capacidad de consumo en muchos casos y situándola en límites propios de otras muy lejanas épocas, ¿cómo piensan los autores de esta chapuza relanzar el crecimiento?
Pudiera ser que, instalados en la improvisación permanente, hayan creído encontrar en la degradación de las condiciones de vida de las clases populares y medias los mecanismos más efectivos para hacer competitiva nuestra economía. ¿Se apuesta por una mala copia del modelo chino?
Apelan a las decisiones de la Unión Europea ¿cuáles?
Y a las de los mercados ¿quiénes?
Pretenden que olvidemos que ellos en nuestro nombre, son dirección de la Unión Europea.
De emisión de deuda en emisión de deuda, recuerdan al hidalgo español que, pobre, inútil y temeroso del baldón infamante del trabajo para los de su clase social, fuera vendiendo mueble a mueble y ladrillo a ladrillo la casa solariega. Todo menos practicar la justicia fiscal.

www.kaosenlared.net/noticia/la-economia-de-las-chapuzas

ESTRENO DEL DOCUMENTAL CALLE DEL ACUERDO 8 ELPATIO EN MADRID EL 16 DE OCTUBRE

La cinta se presentará el 16 de octubre, a las 21:00 horas, en la nueva sede del Centro Social El Patio Maravillas, Calle del Pez 21. Madrid




Fuente: http://documentalcalledelacuerdo8elpatio.wordpress.com/

LOS ERRORES DEL MANIFIESTO NEOLIBERAL SOBRE LAS PENSIONES DE LOS CIEN ECONOMISTAS

Por Vicenç Navarro

Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 11 de octubre de 2010
Este artículo muestra los errores existentes en el manifiesto neoliberal (patrocinado predominantemente por la Banca, FEDEA) sobre la inviabilidad de las pensiones (proponiendo su reducción), firmado por los mismos economistas que propusieron facilitar el despido como medida para disminuir el desempleo.
Hace unos días, los mismos cien economistas que hace unos meses absorbieron la atención de los medios con sus propuestas de abaratar el coste del despido en España, han hecho otra propuesta que, reflejando la misma sensibilidad neoliberal, afectará también de una manera muy notable –empeorándola- la calidad de vida de las clases populares y, muy en especial, de los pensionistas. Bajo el argumento (que mostraré en este artículo que está equivocado) de que el sistema de pensiones públicas en España no es viable, sugieren que éstas se reduzcan, criticando al gobierno socialista por ser excesivamente moderado y cauteloso en sus recientes propuestas de reformas. Y como era de esperar, los medios escritos y orales (radio y televisión, incluidos los públicos) de mayor difusión del país (la mayoría también de persuasión neoliberal) se han movilizado ofreciéndoles todo tipo de cajas de resonancia, negadas, por cierto, a los autores con mentalidad más crítica y rigurosa que cuestionan tal sabiduría convencional neoliberal.
La mayoría de los argumentos presentados por estos economistas no son nuevos. Todo lo contrario, son la última versión de una larga lista de informes y propuestas financiadas por la banca y las cajas de ahorro y las compañías de seguros, que han ido repitiendo machaconamente la inviabilidad del sistema de pensiones públicas, anunciando su colapso para determinada fecha, que se ha ido retrasando a medida que el “predecible” colapso no se ha materializado. No es, pues, un mensaje nuevo el proveído por estos economistas, muchos de ellos con documentadas conexiones con estos grupos de presión, y muy en particular, con FEDEA, el centro intelectual del capital financiero del país, mayor motor del manifiesto . No estoy indicando con ello que cada uno de estos economistas sean portavoces de tales intereses (aunque muchos de ellos sí que lo son). Pero sí que es verdad que la mayoría –sino todos- están imbuidos de la sabiduría convencional del pensamiento económico neoliberal español que ha estado muy influenciado por la banca. De la misma manera que la industria farmacéutica influencia, en gran manera (a través de revistas, congresos, fundaciones y otras intervenciones financiadas por tal industria), a la cultura médica en nuestro país, la banca, cajas y compañías de seguros influencian a la cultura económica. La mayoría de revistas económicas y gran número de centros de investigación económicos., como FEDEA, están financiados por la banca y cajas de ahorro, que promueven el pensamiento neoliberal dentro de la comunidad económica, de manera que se ha convertido en la sabiduría convencional de la cual tales economistas son portavoces. Basta ver la discusión sobre la crisis y sus soluciones que aparece en las páginas económicas de los mayores rotativos del país o de la prensa económica, para ver la veracidad de tal observación. Los mismos economistas que fueron incapaces de predecir la crisis (ninguno de los 100 firmantes predijo la crisis financiera que hemos estado sufriendo) ahora están pontificando en cómo resolverla. Y en este proyecto, claramente propagandístico repiten una y otra vez sus argumentos, muchos de ellos de escasa o nula credibilidad científica.

¿Dónde está el problema?
Uno de los argumentos repetidos "ad nauseum" es que el número de trabajadores cotizantes por pensionista irá descendiendo haciendo inviable el sistema. Veamos dónde está el error de esta tesis. Y para ello, vayamos a una actividad económica, la agricultura, que ilustra donde se encuentra aquel error. Hace cincuenta años, el 30% de la población activa en España trabajaba en la agricultura alimentando a toda la población española. Hoy sólo el 3% trabaja en la agricultura y, como consecuencia del enorme aumento de la productividad, los trabajadores agrícolas producen más alimentos que hace cincuenta años, de manera tal que el estado incluso les subvenciona para que no produzcan más. En vista de esta situación, es fácil ver lo absurdo que hubiera sido si hace cincuenta años algunos economistas hubieran alarmado a la población, indicando que la predecible bajada del número de trabajadores en el campo significaría que dentro de cincuenta años no habría suficientes trabajadores agrícolas para alimentar a la población y, como resultado, la gente moriría de hambre. El enorme fallo de aquellos argumentos alarmistas es que sus proponentes olvidaron el crecimiento de la productividad y el impacto que tal crecimiento tendría en la producción del alimento por trabajador. Hoy un trabajador agrícola hace lo que hacían diez trabajadores hace cincuenta años. Y es probable que en cincuenta años, a partir de ahora, se produzca al menos diez veces más, pues el crecimiento de productividad históricamente ha sido muy acentuado.
Saque el lector ahora el nombre de alimentos y ponga pensiones. Y verá lo absurdo que es el argumento que se utiliza constantemente de que las pensiones son insostenibles porque dentro de cincuenta años tendremos sólo un trabajador cotizante que pague la pensión de un jubilado, cuando hoy se necesitan tres. Se dice que, puesto que ahora se necesitan tres trabajadores por pensionista, al incrementar el número de pensionistas, dentro de cincuenta años tendremos sólo un trabajador por pensionista, lo cual es insostenible, ignorando que en 2060, consecuencia del incremento de la productividad, un trabajador podrá sostener a un pensionista (e incluso a más de uno).
Otro dato alarmista que utilizan los economistas neoliberales, que antes lo habían utilizado el Banco de España y la Comisión Europea, es el cálculo de que dentro de cincuenta años España se gastará en pensiones el 15% del PIB, casi el doble de lo que se gastó en 2007, el 8% del PIB. De estas cifras se concluye que el país no puede sostener tal crecimiento del gasto, pues reduciría considerablemente los recursos para los no pensionistas. De nuevo, tal alarma es injustificada, pues también ignora el impacto del crecimiento de la productividad en el PIB. Veamos los datos. Suponga el lector que la productividad creciera un 1,5% por año, una cifra razonable. Es el promedio de crecimiento de la productividad en España de los últimos cincuenta años. Ello implica que si el PIB de España fuera 100 ahora, en el año 2060, el PIB habría crecido 2,25 veces, siendo 225 (valorado en moneda constante: en realidad el crecimiento en moneda real será incluso mucho mayor al incluir la inflación). Pues bien, si en el año 2007 nos gastamos el 8% del PIB en pensiones (es decir, 8 de 100), según aquellas predicciones alarmistas en el año 2060 nos gastaremos el 15% del PIB en pensiones (sobre 225 unidades significa 33 unidades). Pero fíjense que ello quiere decir que en el 2007 nos quedaban 100-8= 92 unidades para los no pensionistas, mientras que en el 2060 quedarán para los no pensionistas una cifra incluso mucho mayor 225-33=192, y ello a pesar de que el porcentaje del PIB en pensiones sea entonces mucho más elevado (15%) que en el 2008 (8%). De ahí que las alarmas que constantemente se dan al hecho de que el porcentaje del PIB en las pensiones se pueda doblar dentro de cincuenta años, no tiene ninguna base para preocuparnos. En realidad, hace cincuenta años, España se gastaba en pensiones el 3%. Y ya entonces había economistas que decían que el sistema de pensiones públicas era insostenible, y que a la larga el sistema colapsaría. Pues bien, ahora se gasta más del doble (8%) y no hay ninguna crisis, y la Seguridad Social tiene un superávit. No hay, pues, un problema de viabilidad de las pensiones públicas. Sí lo hay, por cierto, en las pensiones privadas. De ahí la masiva movilización de la Banca, dirigida por su Gobernador, el Sr. Miguel Angel Fernández Ordóñez, cuestionando la sostenibilidad de las pensiones públicas.

Las necesarias reformas
El hecho de que no tenga problemas estructurales de viabilidad no quiere decir que no tuvieran que hacerse reformas en el sistema público, pero en sentido opuesto al propuesto por el manifiesto neoliberal. Las pensiones son demasiado bajas en España, consecuencia, en parte, de que los salarios son demasiado bajos. Las cifras que la OCDE (institución también de clara sensibilidad neoliberal) muestra de que las pensiones en España son muy elevadas, alcanzando el 80% del salario real, está basado en una serie de supuestos altamente cuestionables. Se utilizan promedios irreales. Por ejemplo, calcula esta elevada cifra en base a 40 años ininterrumpidos de trabajo (en España es mucho menor) y confunde salario con base de cotización (el segundo es mucho más bajo que el primero). En realidad, cifras más creíbles como las publicadas por Eurostat, muestran que la pensión contributiva media es de las más bajas (con menor capacidad sustitutoria) de la UE-15. Y no hablemos de las pensiones no contributivas, que son escandalosamente bajas.
De ahí que hay que hacer reformas. Lo que debería hacerse, además de asegurarse que la productividad continúe aumentando, es facilitar la integración de la mujer al mercado de trabajo y evitar la discriminación salarial en contra de las mujeres, pagándoles igual que a los hombres, asegurándose, por cierto, que ello no se consiga bajando los salarios de los hombres. Si el porcentaje de mujeres que están en el mercado de trabajo fuera en España el mismo que en Suecia, habría 3 millones más de trabajadoras, creando riqueza, aumentando los impuestos y las cotizaciones sociales. Ello nos permitiría, no sólo mantener la Seguridad Social (cuya viabilidad, repito, no está amenazada), sino mejorar notablemente las pensiones. De ahí que facilitar la integración de la mujer al mercado de trabajo a base de establecer una extensa red de escuelas de infancia (que no sólo guarde, sino que eduque a los infantes, de cuyo desarrollo educativo dependerá más tarde el crecimiento de la productividad y el sostenimiento de las pensiones) y servicios domiciliarios de ayuda a las familias con personas dependientes sea muy importante para expandir las pensiones. Estas son alternativas raramente consideradas en los discursos innecesariamente alarmistas.
Pero además de estas medidas hacen falta varias reformas rápidas e inmediatas .Y una de ellas es eliminar el tope del salario, por encima del cual no se cotiza a la Seguridad Social. Es escandaloso que el Sr. Botín, el mayor banquero del país, cotice a la Seguridad Social una cantidad semejante a la de un trabajador cualificado en su banca, que ingresa 500 veces menos que él. El sistema de cotizaciones debiera ser progresivo y no ser regresivo como ahora. Y la otra medida es cambiar 180º las políticas de austeridad (de gasto público y de crédito) que están llevando el país a la ruina. El estado debiera seguir políticas expansivas de gasto público para crear empleo (pagando tal expansión del gasto público con la anulación de los recortes fiscales que produjeron el déficit estructural del estado) y obligando a la banca a que provea crédito, estableciendo a la vez un sistema público bancario mediante la conversión de las cajas en bancas públicas (de nuevo, unas intervenciones opuestas a las que está realizando el gobierno) que garanticen el crédito a las empresas y a los ciudadanos, tal como ha propuesto Attac. El hecho de que estas propuestas no se realicen y se escoja, en su lugar, el disminuir las pensiones, es un indicador más del enorme poder que el capital financiero (el grupo fáctico de mayor poder en España) tiene sobre la vida política del país.

INTERPRETACIONES DE LA CRISIS

Por Claudio Katz


RESUMEN: Los neoliberales objetan la osadía de los banqueros, los desaciertos de los gobiernos y la irresponsabilidad de los deudores. No explican el apoyo a un socorro estatal que desmiente todas sus doctrinas. Analizan las conductas individuales, omitiendo los condicionantes objetivos y el impacto de concurrencia sobre las finanzas. Los keynesianos cuestionan el descontrol oficial, la tolerancia de la especulación y la ausencia de regulaciones. Denuncian los fraudes, sin notar su conexión con la expansión del crédito. Las regulaciones ya son numerosas pero están socavadas por la competencia, mientras el estado protege a las clases dominantes en lugar de contribuir al bien común. El continuado poder de la elite que supervisa a los bancos desmiente las contraposiciones absolutas entre regulación keynesiana y flexibilización liberal. Ambas modalidades se reencuentran en los momentos de colapso y convalidan la especulación, como una actividad constitutiva y no opcional del capitalismo. La explicación de la crisis por el deterioro del poder adquisitivo resalta la vulnerabilidad de la demanda que ha generado el endeudamiento familiar. Pero el propio capitalismo incentiva el consumo sin permitir su disfrute. Propicia una ampliación de las ventas que contradice la reducción de los costos salariales. Todos los enfoques marxistas remarcan los desequilibrios intrínsecos del sistema, pero existen varias interpretaciones de la crisis. Quiénes subrayan las tensiones entre la producción y el consumo que genera la estratificación clasista esclarecen un conflicto central de la economía actual. Pero debe evaluarse el grado de generalidad y madurez de este desequilibrio. El énfasis en la sobreproducción permite notar el impacto de los excedentes generados con la mundialización. Pero esa fractura no es un arrastre del período pre-liberal y no anula la depuración de los capitales obsoletos. El acento en la declinación porcentual de la tasa de ganancia confirma los desajustes creados por el aumento de la inversión, en un marco de creciente desempleo. Pero hay que notar cómo el aumento de la explotación y el abaratamiento de los insumos ha preservado el nivel de los beneficios. Varias explicaciones financieras clarifican el contenido social de la moneda y el crédito. Destacan la corrosión provocada por la emisión de títulos, el giro de los bancos hacia los créditos de consumo y la gestión familiar del riesgo. Pero hay que vincular estas transformaciones con sus determinantes productivos y evitar lecturas centradas en el saqueo. Las divergencias teóricas entre economistas marxistas no tienen correlatos políticos directos y alientan una nueva síntesis del análisis científico con la práctica socialista.

Tomado del Boletín Electrónico del CADTM (Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo). Si deseas suscribirte a él: boletin-cadtm-es@cadtm.org

Ver la versión larga:
http://www.cadtm.org/IMG/pdf/INTERPRETACIONES_CRISIS_oct2010.pdf
 
 

11 de octubre de 2010

EL SINDICALISMO ANTE SU PROPIA ENCRUCIJADA

Por Marat


1.-El fin de un modelo sindical y la ausencia de otro nuevo que lo sustituya:
Las constituciones surgidas tras la II Guerra Mundial trataron de aplacar las contradicciones de clase más virulentas en las sociedades a las que dieron forma jurídico-legal. La experiencia de los viejos Estados liberales había sido demasiado dura para la burguesía –revolución soviética, revueltas en Centroeuropa, sindicalismo revolucionario de matriz libertaria en España,...el efecto de la crisis del 29 en Norteamérica, extendida luego a Europa, junto con los grandes choques sociales entre fascismo y comunismo- como para no buscar fórmulas “conciliadoras” de la paz social en el Viejo Continente. En mayor o menor medida, estos diseños constitucionales de tipo “welfarista” se extendieron, aunque con características propias, por el continente americano. En USA Harry S. Truman completaría las políticas sociales de su antecesor en el cargo de Presidente, Franklin Delano Roosevelt, padre de la “new deal” y primer converso de las doctrinas económicas keynesianas. En América Latina, las políticas de implantación del Estado del Bienestar serán mucho más contradictorias, dada la desigualdad de realidades de desarrollo económico continental. Pero los populismos  -“getulismo” (Getulio Vargas) en Brasil, peronismo en Argentina y “aprismo” (APRA) en Perú- marcarían algunas de las líneas que las políticas sociales siguieron en el subcontinente latinoamericano desde los años 40 hasta bien avanzados los 80 del pasado siglo.  Experiencias democráticas de progreso y justicia social de gobiernos de izquierda, como las de Jacobo Arbenz en Guatemala o el primer gobierno de Victor Paz Estenssoro en Bolivia, fracasarían bien por la acción de golpes “anticomunistas” apoyados por la CIA, en el primer caso, bien por presiones internacionales USA, que los harían girar a la derecha, en el segundo.

El sistema de Estados del Bienestar exigía la contrapartida de un funcionamiento de los órganos ajenos al sistema político liberal como partes de un mismo “corpus”, una suerte de organicismo social y económico de la “solidaridad interclases”. Se establecía la colaboración entre clases sociales diferentes y antagónicas en sus intereses, a partir de una doctrina superadora de dichos conflictos. Este modelo corporativo lo hemos encontrado en los fascismos y en el mundo actual en los colegios profesionales.

En lo sindical, el modelo que cabe definir como neocorporatista, significaba la entronización del pacto social roussoniano como forma macroestatal de representación de la diferencia de intereses entre sectores y clases sociales y su conciliación a través de otros “segundos parlamentos” paralelos al legislativo. Las constituciones del Estado del Bienestar debían ser legitimadas desde la participación de grupos de intereses que dieran estabilidad al orden social, económico y político. Y los sindicatos, en sus concertaciones con el Estado y las organizaciones patronales han sido piedra angular de ese modelo hasta bien avanzada la crisis sistémica del capitalismo que eclosiona en octubre de 2007 en USA con las hipotecas subprime.

Este sindicalismo “responsable”, de pacto, concertación y cogestión, de representación antes que de conflicto y reivindicación es el modelo que hasta hoy ha venido siendo hegemónico en el UE. La CES (Confederación Europea de Sindicatos) ha marcado el camino a seguir para todas sus delegaciones nacionales.

Como tal, funcionó, aunque dando signos de debilidad, hasta que se pusieron en marcha los recortes sociales, conocidos como ajustes duros en las principales economías del mundo.

La eclosión de la crisis financiera tuvo su provisional plan de choque a través del “salvataje” de las grandes corporaciones. Exhaustos los Estados por el brutal esfuerzo financiero realizado por sus políticas de rescate, los antaño desahuciados (bancos, tiburones financieros y otras entidades) invertirían ahora su relación con los Estados, en forma de prestamistas de los mismos ante los riesgos de quiebra fiscal, tras las billonarias operaciones de inyección de dinero al sistema.

Hipotecados los Estados, estos debían buscar las partidas presupuestarias que debían ser sometidas a recortes y lo hallaron en su estructura de gasto social. Suele olvidarse que la pretendida insostenibilidad del modelo de Estado Social no nace sólo de la deuda soberana de los países con sus acreedores y que la voladura definitiva del Estado del Bienestar deriva en gran medida de las políticas neoliberales de los años 80 con el thatcherismo y el reaganismo como máximos exponentes. Aquella etapa significó el inicio del desmonte del “welfarismo” pero también de la más salvaje transferencia de las rentas  del trabajo al capital. Mientras los impuestos a las rentas bajas y medias han estado creciendo de modo galopante en los últimos 40 años, los correspondientes a las rentas altas han descendido o se han mantenido prácticamente inalterados. Lo mismo cabe decir de las aportaciones a la Seguridad Social. Es una mentira burda que muchos pocos hagan más que pocos muchos, sobre todo cuando la diferencia entre capital y trabajo se ha multiplicado varias veces en este período.

Llegado este punto y establecida la situación ruinosa de los Estados de capitalismo avanzado, la debilidad de su gobernanza en el orden económico mundial era tal que la salida a tan calamitosa situación no podía ser otra que la de vender al mejor postor privado el Estado Social, sobre todo una vez mostrada, en la primera reunión del G-20 en 2009, la ausencia de voluntad política para “refundar el capitalismo”. ¿Alguien se acuerda ya de las promesas de acabar con los paraísos fiscales? El Estado capitalista ha evidenciado, una vez más, su propia naturaleza.

¿Qué podía ofrecer entonces el sindicalismo de gestión y concertación? ¿La defensa de un Estado del Bienestar que liberales y socialdemócratas están vendiendo al mejor postor? ¿Para qué mantener entonces el simulacro de pacto con un sindicalismo hipertrofiado pensaron, sin duda, los Estados y los capitalistas? Hoy el derribo de ese sindicalismo viene de sus otrora interlocutores.

La socialdemocracia y su correlato sindical se han quedado sin ubicación política y social. Lo que los gobiernos y las oposiciones socialdemócratas han aceptado como inevitable, el fin del Estado del Bienestar, sindicalmente está significando la expulsión de los centros de decisión del poder de las burocracias obreras, aunque demandando de ellas comprensión y sentido de la responsabilidad. Tras la práctica de tierra quemada ya no hay terreno al que retroceder.      

La convocatoria de Huelga General del 29-S, plagada de razones más profundas que en cualquier otro momento de la llamada democracia, ha sido sustentada desde el sindicalismo mayoritario en el “Así no”, acompañado por la llamada a la “rectificación”. Este planteamiento indica la absoluta y radical incomprensión por parte del sindicalismo oficial y de concertación respecto al cambio de escenario en el que ha quedado fuera de juego. Ya no es necesario el pacto social, más que como sometimiento al patrón y al Estado, que ahora giran hacia el liberalismo puro y duro. No hay nada que ofrecerle y nada de él que interese que no sea su definitiva claudicación y, de paso, su descrédito. Se debilitó sólo cuando se mantuvo en silencio durante los años 2008 y 2009 con limitadas excepciones. Es cierto que durante una parte de ese tiempo no se había iniciado la aplicación de las políticas de austeridad por los Estados pero ya se anunciaban por parte de los expertos al servicio de los aparatos de poder económico mundial y los despidos se producían por millones.

Han pasado casi dos semanas tras la Huelga General en España, convocada por quienes no querían dañar a una socialdemocracia en retirada. Su silencio evidencia la desorientación sobre los pasos para dar continuidad a la energía plasmada en la misma. El temor a que las intenciones expresadas hace casi dos años por el señor Herrero, vicepresidente de la CEOE, de sustituir convenios colectivos por “acuerdos” individuales empresario-empleado y a que los primeros atentados contra la representación de los trabajadores que “se cuelan” en la nueva  Ley de Reforma Laboral se hagan realidad hace que las tentaciones de volver a las mesas de negociación sean muy poderosas.

La ausencia de voluntad negociadora real del Gobierno, más allá de imponer su “trágala” ha creado una mezcla de perplejidad y parálisis en el sindicalismo mayoritario que teme tanto dañar al antiguo “gobierno amigo”, hoy punta de lanza de la reacción liberal, como la posibilidad de que el cielo se desplome sobre su cabeza. 

Frente a ese sindicalismo, ¿qué tenemos? Poco y mucho a la vez. Poco porque le define mucho más lo que no es –burocrático, de pacto, resistente a iniciar las huelgas y continuarlas, después- que lo que realmente es –asambleario, de combate, participativo, de base,... El sindicalismo alternativo tiene buenos mimbres pero estos son todavía escasos, tanto por su carácter minoritario como por cierto temor a tomar la iniciativa real, no sólo simbólica, en las luchas; al menos allí donde tiene cierta fuerza.

En su reto más inmediato está convencer a los trabajadores de que el viejo sindicalismo de servicios, al modo utilitarista de las asociaciones de consumidores y de afiliación preventiva (ante la eventualidad de necesitar una protección), ya no es válido, que toca recuperar la necesidad de pelear como único horizonte útil, que es obligado volver el sentido sindical de clase contra clase, que la huelga paga y que el sindicato, por encima de cualquier consideración de sigla, es el medio más cercano y tangible de autodefensa que tienen los trabajadores.

Y después de eso hace falta definir un nuevo modelo sindical, de relación con los trabajadores, de forma de conflicto y negociación con la empresa, de contrapoder obrero dentro de la misma, de concreción de cuándo toca combatir y cuándo, cómo y qué se negocia y qué no.

2.-La limitación de las luchas nacionales contra las políticas de ajuste duro:
Grecia ha marcado el ritmo más elevado de las huelgas generales y las movilizaciones sindicales contra los planes de austeridad del gobierno del PASOK. La primera huelga general se inició en febrero de este año. Entre ese mes y el de septiembre Grecia ha vivido 8 huelgas generales.

Francia, que sufre unos recortes de derechos sociales menos severos ha conocido en lo que va de año cinco grandes huelgas y el 12 de octubre realizará la sexta.

Por su parte, Italia ha realizado dos huelgas generales, mientras España ha llevado a cabo recientemente la primera de todo este período de crisis capitalista. Gran Bretaña conocerá un incremento de las huelgas obreras desde este mismo mes de octubre. En Alemania, la poderosa DGB y su sindicato más nutrido, IG Metall, frenan la aparición de luchas obreras, basándose en el “argumento” de un pacto con la patronal y el Estado para la conservación de los empleos, reduciendo la aportación salarial de las empresas, aportación compensada por el Estado.

Sea cual sea el nivel alcanzado por las protestas en los diferentes países de la UE, si un aprendizaje debe empezar a quedarnos claro de las mismas es el riesgo de su agotamiento si no son capaces de obtener victorias frente a los gobiernos y el capital.

En Francia se notan ya algunos signos de cansancio entre los trabajadores por el largo sostenimiento de las luchas y la moderada CFDT apunta ya sus primeros indicios de renuncias (1). Incluso la CGT parece sopesar el efecto de la convocatoria de una huelga indefinida en los transportes en cuanto al apoyo que logre en la sociedad francesa. En Grecia, el largo sostenimiento de las luchas ha mostrado altos y bajos en su seguimiento.

Hasta el momento no hemos vivido un solo triunfo suficientemente reforzador de la confianza en la victoria de las resistencias contra los planes de ajuste duro de los gobiernos europeos. Este es un elemento decisivo para el éxito de las que están por venir. Cada conquista, o terreno no perdido en este caso, apuntala futuras victorias al nutrirlas de energía y combatividad. Debiera ser el momento de replantear la utilidad de la estrategia seguida hasta ahora.

La estrategia del capital para la salida de su crisis sistémica es coordinada, tanto a nivel mundial (FMI, BM, cumbres del G-20,...), como a nivel europeo (BCE, Comisión Europea, Tratados de Maastrich, de Lisboa,...). Las grandes líneas maestras de austeridad, privatización de las pocas empresas públicas que quedan y voladura del Estado del Bienestar se diseñan desde esos órganos de poder europeos. Los gobiernos actúan como delegaciones, con mayor o menor autonomía, pero vicariamente siguiendo los dictados de dichas políticas centrales.

Encerrar las luchas dentro de los límites nacionales es una trampa. Los acontecimientos demuestran que las políticas regresivas de los Estados son consecuencia de su actuación coordinada (2), bajo la dirección estratégica de una Alemania cuyo peso en la UE  es decisivo.

Los límites locales de las reivindicaciones son insuficientes para parar estrategias combinadas de los Estados y dirigidas desde la UE. Sólo si se conjuga una larga lucha sostenida contra el capitalismo con la superación de las luchas nacionales, dándoles una dimensión europea (EuroHuelgas), forjando una unidad de hierro de los trabajadores de todo el continente, puede hacerse frente, con fuerza proporcionada, a la ofensiva del sistema y de sus servidores gubernamentales.

A ello se oponen no sólo los riesgos de repliegue nacionalista, a cuya influencia se intenta someter a los trabajadores para derrotarles, sino una visión estrecha de las direcciones del sindicalismo mayoritario europeo, que se autolimita en el alcance de la unidad estratégica de las luchas europeas, y la agenda particular de las agresiones de cada Estado a sus trabajadores. Dinámicas estatales y aplicaciones concretas de los planes de la UE en cada país tienden a desdibujar la corriente de fondo de esa estrategia capitalista, haciendo que aparezcan, por encima de la línea del horizonte común del capitalismo europeo, las particularidades nacionales. Pero poner en primer plano lo local y nacional de las respuestas sindicales, creando tantos diagnósticos y estrategias como peculiaridades de cada capitalismo nacional existen, es un error que sólo puede conducir al desastre.

Si no comprendemos la necesidad de la unidad internacionalista y de clase, y lo común que tienen esas estrategias del capital contra las clases populares, si hacemos de lo particular ley y no vemos la tendencia general, seremos derrotados y laminados por los próximos 50 años, al menos.

3.-La insuficiente conciencia de los trabajadores de la necesidad de lucha:
Más de 50 años –algo más de 30 en España- de reformismo, políticas de pacto social, desideologización de los trabajadores, machaque sobre las conciencias del capitalismo como única realidad existente y viable y aburguesamiento de los asalariados ha tenido su efecto.

El fracaso hace más de 20 años de los experimentos del llamado “socialismo real” ha dejado un poso de pesimismo que hace pensar a un importante número de trabajadores que el capitalismo ha cerrado el ciclo histórico, instalándose en un presente perenne y aparentemente atemporal.

La tesis de Fukuyama en “The End of History and the Last Man” (El fin de la Historia y el último hombre) se ha convertido en espejismo fáctico. El triunfo definitivo del liberalismo sobre la lucha ideológica a través de la Historia se acepta como verdad objetiva e indiscutible, cuando no es más que un trampantojo ideológico más. La victoria de la economía sobre la política y el sentido histórico parece ahora mucho más sólida.

Al principio de la crisis financiera del capitalismo, los estrategas del FMI y los principales expertos económicos temieron revueltas sociales de incalculable efecto, producto de las graves terapias de choque, aplicadas fundamentalmente sobre las rentas bajas y medias a las que debería someterse la economía. No ha sucedido así. Los combates de clase más poderosos llevados a cabo hasta ahora, los de los trabajadores griegos, no se han acercado siquiera a lo que el sistema considera un motivo para que se enciendan las alarmas de riesgo de su estabilidad.

El largo proceso de acomodamiento a una pseudoclase media, desde el consumo, de amplios sectores de los asalariados, que se desgajaron política y culturalmente de la conciencia de clase trabajadora y la progresiva pauperización de nuevos trabajadores (mileuristas, jóvenes y mujeres con contratos temporales, inmigrantes, estratos de clase empobrecidos, nuevos asalariados sometidos a penosas condiciones de trabajo,...), que no se han visto representados en las luchas sindicales, durante los últimos 40 años del pasado siglo, fundamentalmente salariales, han generado este efecto.

Y sin embargo el capitalismo como sistema ha fracasado (incapacidad para responder a su máximo presupuesto teórico, el de la extensión de la riqueza universal, progresivo aceleramiento de los ciclos contractivos de la economía, de los que sólo se sale a través de una nueva contracción, crisis energética, riesgo de destrucción del Planeta por efecto de un modelo de consumo insostenible,...) pero ha ganado la batalla ideológica porque se acepta resignadamente que éste es el único escenario posible –probablemente ya mucho menos deseable, al menos para sus víctimas- pero sí posible.
   
Y sin embargo, el imparable avance de la ultraderecha en toda Europa hace pensar que ese liberalismo no se siente tan seguro como aparenta y se repliega ante posiciones más duras y de combate. Prevé la extensión de unos conflictos que aún no han llamado con fuerza a su puerta.

¿Significa eso que hay un determinismo histórico por encima del papel que asuman los distintos actores del drama que lleva inevitablemente al hundimiento de este sistema? Nada más lejos de la realidad. La conversión del materialismo histórico y de su correlato, el materialismo dialéctico, en religión “laica” (que hace de los cambios históricos una necesidad ineluctable y predestinada) ha quitado al potencial emancipador del marxismo su más poderosa espoleta: el “phatos”, la pasión.

No hay lucha, ni conciencia racional, que no tengan su parte de voluntad, de deseo. La proyección de un futuro utópico, primero como escenario de fantasía anhelado, luego como ansia colectiva posible, es el componente necesario de la transformación social. No se conquista lo que no se desea.

Para crear esa pasión la labor cultural y de concienciación de los trabajadores, la conciencia de clase, sindical y de revuelta son condicionantes insoslayables. Es fundamental hacer palpable que el destino de las vidas de los trabajadores no puede seguir unido al del capital porque eso supone hacerlo en el papel de derrotada comparsa, que ya no debe esperar las migajas que caigan del mantel de sus patrones, sino que ha de saber que las últimas que aún posea le serán arrebatadas, sin que una eventual salida de la crisis les vaya a devolver al “paraíso” del que han sido expulsados. La corriente de fondo va en dirección opuesta.

Actuar sobre el mundo de los valores, recuperar una ética y una moral alternativas, supone poner en el centro de las luchas sociales ese punto de pasión hacia la lucha sindical y política y hacia la búsqueda de otro mundo posible.

4.-La necesidad de un giro a la izquierda del conjunto del movimiento obrero:
Vista desde cierta perspectiva, la conducción sindical de las huelgas de trabajadores en Europa parece tener dos únicos objetivos:
  • La prolongación de las protestas
  • Hasta lograr derribar las leyes y políticas de ajuste duro

Pero cuesta encontrar en ellas una estrategia de largo plazo sobre cómo conducirlas, de qué modo manejar sus ritmos, tiempos e intensidades y cuáles tienen que ser las grandes líneas políticas de estas huelgas, así como los objetivos que transciendan la mera resistencia contra el desmonte del Estado del Bienestar. 

Digámoslo claro: el “welfare state” será desmontado para siempre por la clase capitalista, que rapiñará sus servicios en forma de nuevo nicho de mercado de oferta exclusiva para quien pueda pagarlos, y por los gobiernos plegados a sus exigencias. Ya nada volverá a ser como antes de esta crisis sistémica. Volvemos al siglo XIX y reivindicar la vuelta a lo que hoy está siendo destruido es jugar en el campo defensivo que nos marcan a los trabajadores nuestros enemigos de clase: la burguesía y sus sirvientes naturales –liberales- o sobrevenidos- socialdemócratas- Es necesario un nuevo proyecto que repolitice el mundo sindical para llevarlo a posiciones más nítidas de defensa de los intereses de clase de los trabajadores. El horizonte socialista se convierte en probable, aunque no en inevitable necesidad histórica porque depende de la voluntad política colectiva de quienes más deben perseguir –la clase trabajadora y sus organizaciones sindicales y políticas- y sentir como propia esa perspectiva emancipatoria.

Eso no significa en modo alguno abandonar la defensa, con unas y dientes, de los derechos y conquistas que nos están siendo arrebatados. El primer objetivo de un sindicato, y lo que le hace ser lo que es, está en la promoción de las condiciones de trabajo y de vida de los asalariados y en la ampliación o mantenimiento, en tiempos de hegemonía del capital, de sus derechos. Pero aferrarse, como proyecto sindical, a la defensa de un modelo de Estado y de pacto social, como situación a mantener, cuando está volando en pedazos, es sembrar el camino del sindicalismo de derrotas.

Ello conlleva la necesidad de que el conjunto del movimiento sindical europeo, incluido el español, y mundial giren a la izquierda.

La CES y sus sindicatos adheridos, así como su casa matriz, la CSI (Confederación Sindical Internacional) son, antes que un motor, un gran freno a la elevación del tono, radicalidad y proyecto del sindicalismo mayoritario.

Reproducen en cada país, a escala europea y mundial la burocratización y el modelo, ya periclitado de sindicalismo de concertación. Y mientras este termina de fracasar ciegan cualquier otra salida a una estrategia sindical realmente combativa y con proyecto alternativo.

Es necesario incrementar el potencial de lucha y coordinación del sindicalismo de izquierda, muscular su capacidad de confrontación social y mantener el contacto con las bases sociales de los sindicatos oficiales porque estos aún suponen la inmensa mayoría de la afiliación sindical en Europa y en el mundo y en ellos se encuentran trabajadores conscientes y luchadores, que no comparten la visión ni los planes de sus sindicatos. Construir la unidad del movimiento obrero desde abajo, con un proyecto radicalmente anticapitalista pero pegado a la realidad del terreno es fundamental para abordar las luchas que vienen con una cierta perspectiva de victoria.

Si ese giro no se produce, si la dirección del movimiento sindical europeo y mundial continúa bajo la dirección de quienes se aferran al modelo neocorporatista que ya ha sido dinamitado desde el poder político y económico es, además de cómplice, un camino sin salida.



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