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18 de diciembre de 2017

¿HABLAMOS DEL PARO CON CINCUENTA Y TANTOS? A QUIEN CONMIGO VA (5)

Por Marat

Oficialmente hoy he vuelto al paro, tras unos 50 días de contrato de mierda, con un salario aún más de mierda.

Eso en una empresa que antes colaboró con la Púnica del PP, y fue implicada en tal investigación, que ahora ha trabajado en una encuesta sobre salud para el ayuntamiento de AhoraMadrid, en la que las 6 horas eran de suplicio al mando de una histérica que solo sabía gritarnos mientras encuestábamos, con 15 minutos de descanso de unas pantallas que nos quemaban los ojos y unos cascos que incrementarán nuestras deficiencias auditivas.

Eso por 693 €, que intentaron dejar en 590 € a los entrevistadores que nos habían ofrecido la primera cantidad, que no perdimos porque tuvimos la entereza de exigir lo que era nuestro. No me quejo. Hay mucha gente cobrando menos y en una situación, por el momento, peor que la mía.

Cualquiera que con más de 50 años esté trabajando en el sector que sea no dejará de saber lo que es la sobreexplotación (explotación es lo que sufre un asalariado por el hecho de serlo y dejar una plusvalía al patrón).

Sé que los que me quieren dirán con soy un imbécil por jugarme la posibilidad de encontrar de nuevo un trabajo al denunciar esto, ya que a estas alturas es muy fácil saber quién soy. Es fácil identificarme, cierto, pero en mi hambre mando yo y aún me respeto lo bastante como para callar. Al fin y al cabo tampoco daño a mi imagen pública. No soy un progre de esos que traicionarán a la clase trabajadora presentándose a las elecciones del Circo Estatal Parlamentario (cargos de representación). No es que me limite a no creer en ellos. Es que son, desde un análisis mínimamente realista, la posibilidad de elegir entre las facciones que representarán a nuestros explotadores. En todo caso, soy lo bastante mayor para saber lo que hago y para no tener una moral de esclavo.

Pero no es de mí de quien quería hablar. Según un informe del BBVA, nada sospechoso de bolchevismo marxista, “casi cuatro de cada diez desempleados del Estado español mayores de 50 años, en concreto el 39,2%, lleva buscando empleo cuatro años o más” . No me verán ustedes, como pretende la noticia, enfrentar a mayores frente a jóvenes. Unos y otros pertenecemos a la misma clase del agobio, de los desheredados, de los que no importamos más que como cifra, de los que no somos interesantes para el capital, de los que los partidos naturales de éste esperan que no votemos y de los que quieren heredar a esos representantes del poder burgués dicen que somos gente, y no clase, e intentan convertirnos en su demagogia para no cambiar nada de nada y pedirnos que sí votemos  para ponerle cataplasmas a todo esto.

En este trabajo he conocido a mujeres y hombres que me decían cosas como “ya estoy en los márgenes del mercado laboral”, “es lo que me queda”, “para la gente de mi edad no hay mas que esto” o “tengo que pagar mi alquiler o me echan. No tengo opción”. Son mi gente. Y no por viejo. Los jóvenes, si no vais de politólogos, frikis y niños rata o pijos, sois de mi banda. No hay diferencia entre vuestro futuro y el nuestro, el de los viejunos. Peleamos por sobrevivir.

Con suerte, una parte de nosotros -¡qué importa los que se queden en el camino hacia su limosna!- alcanzaremos los 400-450 € de paro para, finalmente, los que hayan completado el tiempo suficiente de cotización, tras haber enlazado muchos trabajos precarios, y demasiado tiempo desempleados, lograr los 426 € de salario mínimo de inserción.

Voy a decirles algo a los simpáticos amigos progres del capital: esa porquería que intentan vender como Renta Básica Universal es una gran mentira, basada en el toma unos 400 € y búscate la vida, ya sin coberturas sociales.

Lo que los trabajadores de cualquier edad, jóvenes y mayores, hemos de defender es la protección frente al desempleo, el empleo estable, los salarios dignos y las pensiones. Nos las hemos ganado con nuestras luchas por nuestra dignidad, nuestro futuro, el de nuestros hijos y, en muchos casos, el de nuestros nietos. No es nuestra tarea entrar al juego de la burguesía, como hacen los vendedores de crecepelo para calvos y explicar cómo cuadraríamos las cuentas sin expropiar al capital ni irritarle en exceso. Y dicho esto, saber que lo que ayer conquistamos lo perdimos hoy y que nada puede garantizar esas victorias como el gobierno de nuestra clase. Y ese no lo obtendremos por las urnas ni la aceptación de las reglas del juego parlamentario sino organizándonos para asaltar el Estado burgués, destruirlo y crear uno de nuestra clase. Sin tribunos que hablen en nuestro nombre ni representantes que pacten el nivel de explotación que vamos a continuar consintiendo.

Y mientras tanto, los pequeñoburgueses progres que digan que son revolucionarios o lo que les apetezca, que adopten gatitos, besen coles, peleen por acabar por el techo de cristal de las burguesas profesionales que explotarán a las trabajadoras, mientras les piden sororidad, o se dediquen a intentar justificar la prostitución como libertad de la mujer oprimida.

Nuestro papel como trabajadores es organizarnos, concienciarnos, formarnos y establecer solo nuestra hoja de ruta, sin atender a cantos de sirena como los anteriores o los de las patrias porque la lucha de los explotados no conoce fronteras y quienes se las ponen son nuestros opresores y sus cómplices, lleven el disfraz que lleven.