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22 de mayo de 2017

GANÓ PEDRO SÁNCHEZ. HAY JUEGO

Por Marat

Como estaba cantado, incluso para los medios que afirman que lo hizo contra todo pronóstico, ganó las primarias del PSOE Pedro Sánchez.

El 50% de los votos que ha obtenido y un 10% sobre el “susaparato” le permiten, si quiere, la limpieza de la gestora, los desleales y los barones del felipismo no tanto por necesidad para afianzar su secretaría general -no le creo tan inteligente- sino por venganza política, esa pasión de la que tanto sabemos desde Shakespeare.

El terremoto más importante que ha sucedido desde que Rajoy ganó las elecciones ha sido el triunfo de Sánchez.

Todo el espacio mediático, político y económico se había conjurado contra Sánchez. Era de esperar. Y no lo ha hecho porque sea un peligroso izquierdista. No llega ni a opositor a aspirante de ayudante de primero de socialdemocracia. Pero es un tipo que puede crear inestabilidad política, algo tan nefasto para la reproducción del capital. Ya se sabe que el dinero es cobarde y necesita de la tranquilidad que da un gobierno y un parlamento convertidos en algo tan plácido como una mesa camilla con brasero incorporado. Y esa tendencia de Sánchez a la contradicción, el arrebato Braveheart, seguido luego discursos que apuntalen la paz social, a decir una cosa hoy, otra mañana, y todo lo contrario a las dos afirmaciones anteriores al día siguiente, es sobradamente conocida por los medios de comunicación, los aparatos de los partidos del sistema -todos los parlamentarios- y por el capital.

Sánchez no es un tipo fiable. Eso es lo que me gusta de él. Es un sujeto que pasó de admirar a Valls a declararse socialista, luego socialdemócrata, que ha cambiado su programa tantas veces como ha creído conveniente, que carece de otra ideología que no sea su oportunismo y que es un tipo muy a gusto con el estado actual del capitalismo.

No voy a entrar en que Susana Díaz estaba aún más de derecha, una individua folklórica que en el PP estaría como pez en el agua ni en el papel de patético susanista bajo cuerda hecho por López para restar avales y votos a Sánchez.

¿Por qué me alegro del triunfo de Sánchez?
La sociedad española, especialmente la clase trabajadora, ha perdido la esperanza. Vota por inercia y a la contra, más que por convencimiento en los elixires que le ofrecen los vendedores de peines para calvos. Sabe que gobierne quien gobierne, seguirá padeciendo recortes, limitaciones en su nivel de vida, pobreza en amplios sectores sociales, miedo al futuro de sus pensiones. Ya hubo una Syriza en Grecia y un Hollande en Francia. A los Moises de pegote Varoufakis y Melenchon, que vagan en un desierto hacia la nada, hay que darles de comer aparte.

Pero es necesario, desde una perspectiva revolucionaria, ver cómo afecta la vuelta de Sánchez al centro del juego político del supermercado de marcas electorales.

Podemos, como la purrela de Ciudadanos, es un elemento más del sistema político de la burguesía. Eso independientemente de lo que algunos hemos dicho desde hace mucho tiempo sobre dicho partido o respecto a cómo fue aupado Pablo Iglesias por sujetos como Julio Ariza, en su televisión, Intereconomía, durante todo un año.

La realidad es que vivimos bajo la dictadura “democrática” de la burguesía. Ningún partido cuestiona el sistema económico de dominación, ni la necesidad de acabar con la Unión Europea por irreformable, ni la broma de un sistema político que jamás legisló ni legislará contra el capital, porque defenderlo está en su Constitución y en el código genético de todos los partidos parlamentarios. Todos ellos forman parte del bloque de partidos de la burguesía.

Pero el momento político actual pone en cuestión no solo al gobierno del PP y su corrupción sino la credibilidad del conjunto de los partidos parlamentarios.

Pedro Sánchez dijo no a Rajoy y a lo que su partido significa. Él o el PSOE no son mejores pero su campaña para volver a la secretaría general de su partido se basó en el “no es no”. Pedro Sánchez es cautivo de su palabra. Si la traiciona hundirá al PSOE definitivamente. Si la mantiene y hace oposición parlamentaria real, la inestabilidad de este gobierno en minoría estará asegurada.

El problema para Sánchez es que la oposición parlamentaria como partido “serio y solvente” del sistema no le será suficiente. Enfrente tiene a una partida de cómicos dirigidos por un showman de la política que empieza a flaquear (6.000 asistentes a su happening en Sol el sábado 20 de Mayo no son demasiados, por muchos autobuses a Madrid que fletes) pero que no dudará en hacerle una guerra no declarada, poniéndole ante sus propias contradicciones de oposición limitada. Y las de Sánchez son muchas. No le bastará con proponer derogar las medidas antisociales del PP sino las de Zapatero, si quiere ser creíble en su supuestas medidas antiausteridad. Y además, aunque las traiciones y puñaladas de pretendidos aliados que decían quererle como Presidente de gobierno, imponiéndole su parte ministerial en una falsa propuesta de pacto, enseñan más que las victorias, lo cierto es que El Coleta no maneja mal del todo su capacidad de condicionarle y de situarle entre la espada y la pared.

Veremos que eso acabará afectando a los sindicatos del régimen, que se verán forzados a aparentar cierta voluntad de calle, como siempre la mínima que puedan y con sordina, pero que contribuirá a generar ruido en el contexto de un gobierno que puede acabar con sus máximas cabezas encausado penalmente. Y ello podría suceder en un momento en el que las luchas de colectivos de trabajadores al margen de los dos sindicatos verticales está cogiendo velocidad y fuerza. No es el mejor escenario de paz social y estabilidad política que necesita el capital para continuar ejerciendo su vuelta de tuerca contra la clase trabajadora y para recuperar su tasa de ganancia.

Pero además, como las direcciones de CCOO, UGT, PSOE (independiente de la que se conforme a partir de ahora), Podemos e IU están compuestas, desde la cúspide hasta los comités locales, por un atajo de oportunistas prosistema sin escrúpulos, por mucho que cacareen otra cosa, el hipotético adelanto de unas elecciones que perdiera el PP y que permitiera formar gobierno al PSOE y a sus “aliados” potenciales, solo traerá más deslegitimación de la farsa democrática y del sistema de dominación burgués. El hundimiento posterior a un gobierno de progres sería un mazazo sobre los partidos que lo conformasen, una vez que continuasen con las políticas de recortes sociales y de conquistas de la clase trabajadora. Esto permitiría cierta posibilidad de construir organización propia y autónoma desde la clase trabajadora con un proyecto claro de  clase contra clase.

Un añadido positivo a la competencia de los dos partidos progres por ocupar el espacio del PSOE del 77, y colarnos una segunda transición, es que el discurso neofalangista de un Podemos al que se le llena la boca de patria, pueblo y acusaciones de vendepatrias, sería frenado en seco. A poco que Sánchez se viera obligado a parecer lo que no es, un socialista, volveremos a escuchar otra retórica política distinta a la que hace un Podemos que está alfombrando el campo semántico de un fascismo que aún no ha aparecido como amenaza organizada y potente en España pero que pugna por asomar su cabeza a través de grupúsculos cada vez más extendidos y activos por todo el país.

Sí, la victoria de Sánchez puede abrir juego para la clase trabajadora, especialmente por la contradicción entre las palabras y los hechos.