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26 de abril de 2023

TRASFONDO DEL SHOW A HOSTIA LIMPIA DE LA IZQUIERDA

 Por Marat

Y Pedro Navaja, puñal en mano le fue pa' encima

El diente de oro iba alumbrando toa la avenida, ¡hizo fácil!
Mientras reía, el puñal le hundía sin compasión

Cuando de pronto sonó un disparo como un cañón

Y Pedro Navaja cayó en la acera mientras veía, esa mujer
Que revólver en mano y de muerte herida, a él le decía

"Yo que pensaba: hoy no es mi día, estoy salá"
"Pero Pedro Navaja, tú estás peor, no estás en na'"

(…)

Pedro Navaja, matón de esquina

Quien a hierro mata, a hierro termina

Valiente pescador, pa'l anzuelo que tiraste

En vez de una sardina un tiburón enganchaste”

(“Pedro Navaja”. Rubén Blades)


Lo mínimo que cabe exigir a los guionistas de una serie de intriga política es un compromiso, no con la verdad, que es cosa de curas y profesores de ética en educación secundaria, sino con un contenido y trama lo bastante interesantes y novedosos como para que el espectador sienta que es tratado como si fuese inteligente, aunque los hechos demuestren que rara vez lo es.

No es el caso. La escenificación del enfrentamiento entre los socios minoritarios del gobierno del PSOE es de una cutrez impresionante. Está en línea con las performances del programa de telebasura “Sálvame”. En consonancia, el director de dicho programa, Jorge Javier Vázquez, fue una de las estrellas invitadas al acto público de presentación de Sumar en Magariños. Si un exnazi como Jorge Verstrynge pudo transitar desde la Alianza Popular, precursora del PP, al PSOE, luego a Izquierda Unida y, por último, recalar en Podemos, por qué un excelso representante de la casquería televisiva no iba a apadrinar a lady Díaz.

Quien opte por entrar en los dimes y diretes, en quién inició la agresión y quién se supone que se limita a defenderse, en los distintos hitos del enfrentamiento Sumar-Podemos, carecerá de toda perspectiva de lo que realmente sucede en el espacio parlamentario, o con vocación de tal, a la izquierda del PSOE y lo hará, desde una perspectiva limitada al juego reformista y a la apuesta por uno de los dos contendientes.

Conviene situarse en el contexto del conflicto y entender el trasfondo del mismo para ver lo que se juega en esta timba de tahúres políticos.

Hablemos de hechos.

El marco postpandemia, las políticas del Plan de Recuperación (fondos Next Generation) de la UE, la amenaza de una posible nueva recesión de la economía mundial y europea, los tipos de interés elevados y las tasas de crecimiento particularmente bajas, son el marco que explica la aceptación de la política económica y social del gobierno de coalición.

El PSOE tiene a gala mostrarse ufano de las coincidencias de su política económica y social con las de la Comisión Europea. Es lógico porque sus votantes son aún más acríticos y desinformados que los de Unidas Podemos de lo que representa aquella respecto a los recortes del Estado Social que tanto una como otra parte del gobierno español venden como avances sociales y mejoras en las políticas de igualdad. Ejemplos hay unos cuantos pero baste citar la la reforma de las pensiones y la tan reivindicada como gran éxito progresista, la reforma laboral.

La reforma de las pensiones responde a los requerimientos del ya viejo Pacto de Toledo de “corregir el excesivo” gasto en pensiones, se abre la puerta a su privatización, mediante un sistema dual, con la idea de los planes de pensiones paneuropeos, que supone la entrega de parte de las cotizaciones de los trabajadores al capital financiero; el período de computo pasa de 25 a 29 años y la edad de jubilación se consolida en los 67 años, lo que perjudicará especialmente a los más jóvenes por su precariedad laboral y la revisión del modelo de financiación de las pensiones cada tres años, propuesto por la AIREF (de donde proviene el ministro de la Seguridad Social, Escrivá), no necesitará pasar por el Parlamento, lo que implica una burla a la representación de la soberanía nacional.

La reforma laboral mantiene el despido fácil y barato de la reforma Rajoy, dejando como estaba en el despido improcedente los 33 días por año trabajado y un tope de 24 meses, permite, como anteriormente sucedía, que la empresa cambie sustancialmente las condiciones de trabajo de un empleado y le despida con un máximo de 20 días por año trabajado, con un tope de 12 meses, no recupera los salarios de tramitación y perpetúa la precariedad laboral, aunque con el bonito nombre de “fijos discontinuos”.

Es llamativo como el candidato de IU a la alcaldía de Oviedo, Gaspar Llamazares, trata de dar la vuelta a la subsidiariedad (Tratado de Maastrich de la UE) de las políticas económicas, de empleo y sociales del gobierno español y la orientación ideológica de las mismas respecto de la Unión Europea. Dice así este buen hombre:

“El paradigma de la izquierda está cambiando, queramos o no queramos darnos cuenta. Por ejemplo, la UE ya no es la que era, no es la misma desde el proceso de la pandemia y, probablemente, no sea la misma después de lo que va a ocurrir en la guerra y la crisis financiera que se anuncia. Digamos que está en una evolución y no una evolución negativa que explica cómo convergen ciertas políticas. Resulta que un gobierno social-comunista, protervo, que iba a desmantelar no sé qué, coincide con las políticas de la UE en estos momentos”.

El término “desmantelar” es un “lapsus linguae” en boca de quien sabe bien que en los tiempos que corren y en los venideros hay y habrá que hacer lo que haya de hacerse, lo haga el de la empanada gallega o la reedición del gobierno más progresista de la historia, como gustan decir en Unidas Podemos.

Mientras continúen fluyendo los fondos europeos se seguirá subsidiando (no confundir con la subsidiariedad antes citada) mediante ayudas temporales, raquíticas en cuantía a cada beneficiario, que no nacen de derechos conquistados sino de la voluntad del ejecutivo, las consecuencias de las reformas sociales y económicas que van desmantelando, ahora sí, los últimos flecos del Estado Social.

En lo relativo a estas políticas no hay diferencias entre los socios de gobierno, ni entre los miembros de Sumar en el Parlamento y entre los de Podemos, por lo que mal puede intentar argumentarse que Yolanda Díaz y Sumar están a la derecha de Pablo Iglesias y Podemos, cuando estos dos últimos sacan pecho por su supuesta influencia decisiva en lo que llaman la orientación progresiva de las mismas.

Los enfrentamientos entre Sumar y Podemos empezaron a cobrar un carácter de guerra pública cuando el horizonte electoral empezó a complicarse, manipulaciones del CIS aparte, tanto para el PSOE como para Unidas Podemos, especialmente para el socio minoritario que, encuesta tras encuesta, iba cayendo.

Para entonces Podemos era ya percibido por amplios sectores de la izquierda social, intelectual y, en menor medida política, porque representaban menos que Podemos, parte del problema y no de la solución. De ahí nace el camino que lleva hasta Sumar y la conciencia por parte de Podemos de que ya no podría liderar un proyecto de reconstrucción de la izquierda sino, en el mejor de los casos, ser parte del mismo, algo que tampoco tenía tan claro que le dejarán ser. Demasiada humillación para Podemos que reclamaba en base a un pasado del que carece en el presente. “Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras” (Comisión Nacional del Mercado de Valores)

No hay suficientes cargos con buen sueldo para tantos candidatos dispuestos a pillar cacho. La situación hoy de Podemos ya no es la riada que entonces parecía que iba a anegar al PSOE. Ahora apenas se mueve el riachuelo. Hoy en la enfrentada izquierda hay muchas más ambiciones personales que satisfacer y previsiblemente muchos menos asientos para acomodarlas.

Podemos, las imposiciones de un restringido aparato que en el pasado parecía todopoderoso y sus purgas internas, han generado un inmenso resentimiento en exsocios y exmiembros, dispuestos ahora a tomarse su venganza. No deben olvidarse tampoco los miembros aún activos, y pasivos, del mismo, que irán abandonando el barco, según sondeos y resultados electorales en mayo y en diciembre vayan demostrando que apenas flota. Los asaltacielos y sus restos acabarán asfaltando los suelos.

La decepción y el hastío que los podemitas han provocado entre intelectuales e “influyentes profesionales” son más poderosos en su aproximación actual o, al menos, neutralidad hacia Sumar, que el poder de atracción de éste y su reina mediática.

Las diferencias programáticas entre Podemos y Sumar son previsiblemente mínimas, como la experiencia de la participación de los distintos componentes de Unidas Podemos en el gobierno de coalición ha demostrado. Las diferencias son de matiz, tono y talante.

De ahí que las dos figuras centrales de la bronca necesiten extremar esas diferencias formales, a través sus púgiles principales: Yolanda Díaz y su sonrisa eterna y excesiva, que busca el voto por simpatía personal, antes que por ideas, y el rictus crispado y colérico de Pablo Iglesias, secundado por Irene Montero y Ione Belarra, que busca el refrendo del izquierdista que se cree rojo porque grita fuerte en twitter.

¡Qué recuerdos, aquellos del eslogan podemita de “su odio, nuestra sonrisa”! Pronto, de seguir el reparto de hostias entre los miembros de ambas facciones, a Yolanda Díaz también se le irá amargando la sonrisa, mientras los fans de uno y otro lado irán menguando, más por el aburrimiento derivado de la falta de novedad en el espectáculo que por la inteligencia necesaria para entender que donde no hay sustancia todo es irrelevancia. Bienvenidos al gran circo americano de la política como ficción.

En la política de las democracias liberales todo es percepción. Cuando el espectador y potencial votante compara tonos, estilos y expresiones, ve que, a pesar de las coincidencias programáticas, la suavidad de Sumar y de Díaz es más coherente para un mismo reformismo que no saca los pies del cesto que la nota macarra y bronca de Iglesias y Montero, por lo que llegan mejor y con más aceptación sus mensajes. Venden el mismo apósito, como si fuera un fármaco, pero mientras el primero parece paliativo, el segundo resulta simplemente irritante para la mayoría de la audiencia, incluso la potencialmente próxima.

En cualquier caso y como la política es asunto de percepción y también de información, la imagen que presenta Díaz de su gestión, y la que se está proyectando sobre Sumar con los ERTEs, la reforma laboral y las subidas salariales es mucho más fácilmente vendible que el fiasco penal del “sólo sí es sí”, la “ley trans”, que ha dividido al feminismo y la campaña de brocha gorda del “Ahora que ya nos ves”, por mucho que Montero y Podemos se empeñen en decir lo contrario.

El agotamiento de Podemos, como oferta política de peso en la combinatoria postelectoral e “ilusionante”, requiere de una metamorfosis del bucle neoreformista y postlaborista, iniciado por el PCE con la invención de Izquierda Unida; aquella de la sopa de letras del oportunismo político más burdo (Tamames, los carlistas, Izquierda Republicana y el propio PCE), se reencarna ahora en Sumar. Se trata de mantener abierta la “ilusión del cambio progresista”. Conviene que se sepa que “ilusión” viene del nominativo latín “illusio” y de su genitivo “illusionis”, que significan “engaño”, proveniendo ambos de “illusus” que, etimológicamente, ha dado en el español “iluso”. A su vez, “illusus” es el participio del verbo “illudere”, que significa “burlarse de”, “mofarse de”.

Significativamente, en castellano ilusión tiene un significado más positivo, el de “esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo”.Y, más significativamente aún, esa segunda acepción está muy conectada con el marketing, la publicidad y la política, del mismo modo que el mercado de consumo bajo el capitalismo y su formato político de la democracia representativa se investigan con las mismas herramientas de medición distributiva (encuesta) y de análisis estructural (técnicas cualitativas). Se trata de generar el deseo que mantenga al consumidor/elector integrado dentro de un único orden social, el del capitalismo y su arquitectura política.

Dentro del eje posicional derecha vs. izquierda, ésta corre el riesgo de ver su segmento muy reducido por el debilitamiento paulatino de su nicho más izquierdista, el de Unidas Podemos. La sangría de votos de la coalición, la pérdida de socios, el desgajamiento de partes del propio Podemos, las broncas internas del propio partido, la salida de miembros destacados del mismo, las purgas de muchos de sus dirigentes a niveles nacional, autonómicos y locales, las luchas de poder, la negativa imagen externa proyectada por Pablo Iglesias sobre su propio partido, la erosión producida por su participación en el gobierno, su debilidad territorial, derivada de una escasa militancia y de la desaparición de sus círculos, ha envejecido velozmente a un partido en apenas 9 años. El agotamiento de Unidas Podemos es, ante todo, la crisis de Podemos, pues Izquierda Unida es, desde 2015, un cadáver político sin enterrar.

Ahora, en la moviola del eterno retorno, Podemos se cuece en su salsa de circulitos morados y los conjurados alrededor del “significante vacío” Sumar le señalan como al “típico izquierdista tristón, aburrido, amargado” e intentan impedir que se les acerque mientras parecen decir “ven”. Dice Alberto Garzón “algo de esto ya lo he vivido antes”. El uróboro se come la cola.

La novedad, siempre hay algo nuevo en todo lo repetido (en ocasiones puede llegar a ser más sustancial de lo evidente en el decurso de los acontecimientos futuros), está en cómo se está construyendo Sumar y en cómo se creó Podemos.

Podemos tomó la forma inicial de simulado movimiento asambleario post15M aunque, como éste, tenía su propio núcleo duro que había de “orientar” sus pasos. Salvo los aventureros oportunistas de Izquierda Anticapitalista, históricamente habituados al entrismo (antes lo hicieron en Izquierda Unida como Espacio Alternativo), el Podemos original no integraba más partidos. Con el tiempo se iría configurando como tal, con su propio aparato ya jerarquizado y la salida de los “anticapis”, que se quedaron

Sumar, en cambio, se conforma antes como alianza de organizaciones y partidos (Izquierda Unida, PCE, Más Madrid/Más País, Verdes Equo, Alianza Verde, Cataluña en Común, Compromís, Galicia en Común, Coalición por Melilla, Proyecto Drago, Chunta Aragonesista, Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (Ceuta), Iniciativa del Pueblo Andaluz y Batzarre. Llamativamente una parte de ellos son escisiones de Podemos y socios y exsocios de Podemos. Ello puede tanto suavizar las tensiones entre Podemos y Sumar como excitarlas. Pero la realidad es que la inmensa mayoría de ellos los que participan con algún protagonismo en esta granizada de hostias a un lado y otro del ring son largamente conocidos como intrigantes de largo recorrido en las organizaciones por las que han pasado (en asuntos de transfuguismo son unos cuantos los que dejan a Toni Cantó a la altura de un aficionado), eficaces martillos de herejes y vividores de la política como primera y única profesión de la que sólo la biología habrá de jubilarles.

Aunque los primeros pasos de Sumar se dieron, en la fase de consulta, como “una asociación que quiere servir para impulsar un movimiento ciudadano”, según se expresa aún en su web, más allá de la presencia en las fotos del acto de Magariños, la realidad es que estamos ya en una fase del protagonismo de los partidos. La primera fase tenía por objeto vestir de aspecto participativo al títere de la “ilusión”, con un guiño a los nostálgicos del 15-M, al contar con el economista keynesiano Joseph Stiglitz entre sus asesores. No hay necesidad de alarmar al mundo de la empresa incorporando a un economista marxista.

En esto no hay originalidad alguna: Sumar sigue milimétricamente el proceso de formación de Izquierda Unida en 1986, con un PCE infinitamente más débil y una IU que busca su resurrección con otro disfraz y una líder con más aceptación social demoscópica que cualquiera de los coordinadores generales que tuvo aquella.

En cualquier caso, la desigualdad entre un Sumar formado por una coalición de siglas y encabezado por una lideresa con escasa conexión orgánica, salvo su carnet del PCE deja a ésta, por carismática que sea su proyección política, en una situación de debilidad tanto interna como externa.

En el intercambio de caricias entre Sumar y Podemos, éstas se concentran, tanto para su emisión como para su recepción, en Yolanda Díaz, que sólo puede contar como infantería más activa con opinadores mediáticos, fans de las redes sociales y un cierto entusiasmo comedido de algunos de comunicación (La Sexta, El País, El Diario, la Ser).

Pero no puede contar con la asistencia bélica de Izquierda Unida, los Comunes o Equo porque para las elecciones municipales y autonómicas próximas van integrados en las candidaturas conjuntas de Unidas Podemos y sus denominaciones locales en gran parte del territorio. Los partidos de ámbito regional no se implican abiertamente en esa guerra porque su objetivo es reforzarse dentro de las sinergias de la marca paraguas Sumar y ésta no se presentará a las elecciones del 28-M. En cuanto al errejonismo su guerra con los podemitas es de baja intensidad.

Podemos dispone de un ejército más estructurado, cohesionado y variado. Además de sus dirigentes con acogida médiática general, al menos para esta guerra (Iglesias, que dirige toda la estrategia, Montero, Belarra, Echenique, Pablo Fernández), disponen de algunos medios muy cercanos (Público, CTXT) y un medio propio (Canal Red, ahora en TDT), de impacto y audiencia limitados, pero desde los que se imparte doctrina, artillería constante contra su socio de gobierno, el PSOE y pellizcos a Yolanda Díaz. Así mismo, Podemos cuenta con un conjunto de opinadores que se encargan en sus entornos amigos de que no decaiga el enfrentamiento y de varios miles de hooligans en redes sociales, especialmente fanatizados en twitter que agitan el insulto por bandera argumental.

Así las cosas, es la propia Yolanda Díaz, salvo asistencias limitadas, la que debe responder a las invectivas podemitas, Cuando acierta en tono y contenido de la respuesta, el éxito es de todo Sumar. Cuando yerra, como en el caso del tratamiento que hizo a la figura de Iglesias en la entrevista de Évole, transmitiendo la idea del enfrentamiento Podemos-Sumar en algo personal, justo la idea que los primeros buscan que cale socialmente, el error es suyo.

Del mismo modo que la opinión de un periodista no es la suya sino la de su medio, la orientación de la entrevista no la marcó Évole sino La Sexta. No hay error de Évole. En la guerra de ésta con Podemos, Sumar es un instrumentos útil, pero no ignoran que el objetivo de su matriz mediática Atresmedia es que el PP gobierne tras las próximas elecciones generales.

¿Quién ganará esta guerra a hostia limpia? Es seguro que Podemos no. Tras las autonómicas y municipales llegará la constatación de muchos de sus todavía miembros, sobre todo de los no electos, de su fracaso histórico, al ver a donde han llegado tras su primer Vistalegre. No creo que aún sea el “sálvese quien pueda”, faltan las generales pero, para éstas, ya volarán las agujas de los relojes de sus cargos pidiendo sitio en Sumar, con la cabeza de Iglesias y Montero (el resto son 0), como busca Yolanda Díaz y casi todos sus socios, y antes le pasó a Cayo Lara, salvando la distancia en honorabilidad entre uno y otros.

Y a Sumar, ¿cómo le irá? En primera instancia depende de cómo les vaya a sus partidos coaligados en las autonómicas y municipales, por mucho que Sumar no se presente a ellas, y de cómo gestione Yolanda Díaz su participación en las campañas de sus socios.

A quienes vayan en coalición con Podemos no les irá bien porque las listas son cerradas, aunque ya se sabe que todo se matiza luego para consumo interno.

Según cómo le vaya a Colau, a Compromís y a Más Madrid, la cosa de Sumar tirará mejor o peor.

Y sobre todo a Sumar le irá según sumen sus miembros lo suficiente o no con Podemos y con el PSOE el 28-M.

4 de enero de 2017

LA ABUELA TERESA NO “MANDÓ CALLAR” LAS TONTERÍAS PODEMITAS

Por Marat

1.-Entre el hastío y la mala hostia
Confieso que me pasa con la casa de los líos de Podemos como a muchísimas personas, yo creo que a la mayoría. Me aburre y me exaspera a la vez.

Me aburre porque tiene ese aire hortera de los culebrones de pasión aparatosa, galanes con aspecto de chulopiscinas y amazonas con dramones secretos ¡Oh, ya tu sabes, María Suspiro! Me hastía esa trama machacona que entra en bucle, solo roto por espasmódicos episodios del dúo cómico Pablito -Íñiguín, en el que el primero reparte guantazos a mano abierta al segundo, al estilo caranchoa, con la diferencia de que ni tienen el mismo efecto catártico ni logran la identificación del público ajeno a la cohorte de cheerleaders podemitas de uno u otro. Cualquier fugaz reconciliación entre este dúo Pimpinela de la política tiene el déjà vu de los tahúres que juegan a la telerrealidad y es que Podemos, como producto de la casquería televisiva nació convertido en un Gran Hermano enésima edición. Sospecho que hasta tiene el mismo público.


Me enfurece porque con PoSemos pasa como con el fútbol, si no te gusta: que, o te vas a una isla desierta -ya solo las hay para los potentados que se las compran al gobierno de Tsipras, esa “esperanza de la izquierda”- o te tragas hasta la portería y la plaza de Vistalegre. No hay modo de zafarse. Si no te encuentras la coleta de Macho Alfa en un canal, ves las gafas del Milhouse podemita en otro y, si no, te cruzas con la pija de Irene Montero o la niña del colegio de monjas Rita Maestre, cogidas ambas del bracete del zampabollos Ferreras, mientras ambas defienden arrebatadamente a sus respectivos novios (compañeros, se dice en plan cursi). Da igual que de la tele no veas más que pelis y el ¿Cómo lo hacen? de Discovery Max: te repetirán las jugadas más interesantes en la prensa y las redes sociales. Y es que la telenovela podemita es es una farsa zarzuelera (son todos muy patriotas), si el género existiera, en la que no falta ningún elemento, incluidos los de entrepierna, que se exhiben gratuitamente en escaparate digital. Sobreexposición, lo llaman estos intelectuales de relumbrón complutense, que pierden el culo por un micrófono y una cámara.

La otra noche me desperté súbitamente y vi sentado en mi cama el espectro de Errejón recitándome de memoria párrafos de José Antonio Primo de Rivera (“El movimiento de hoy, que no es de partido, sino que es un movimiento, casi podríamos decir un antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de izquierdas. Porque en el fondo, la derecha es la aspiración a mantener una organización económica, aunque sea injusta, y la izquierda es, en el fondo, el deseo de subvertir una organización económica, aunque al subvertiría se arrastren muchas cosas buenas.”). A su lado, Juan Domingo Perón, Žižek, Laclau y Guattari discutían sobre la patria, el deseo, la alquimia, los significantes vacíos y la construcción de la hegemonía. Me levanté a toda leche y salí pitando a la calle en busca de un cazafantasmas que me limpiara la casa de entidades no deseadas.

Pocos días después descubrí a uno de esos podemitas, del género leal compañero disidente podemita, que me aclaró bastante el significado de Podemos. En su opinión es una cosa de “flujos deseantes” (el anuncio inserto en la cabecera de su texto rompió el velo de mi ignorancia, introduciendo la luz en mi cerebro con una clarividencia deslumbrante)


Según Victor Atobas, que así se llama el “autor”, en Podemos fueron capaces de extraer las singularidades del filum (filo) maquínico, de ese flujo-materia que devenía durante las protestas [del 15M, del que debe ser heredero el “literato”, a tenor del pedorreo]. Estratificaron dichas singularidades, haciendo oscilar el agenciamiento del deseo hasta una articulación molar, o de las grandes agrupaciones institucionales o partidistas, que produjo “fenómenos de centrado, unificación, totalización, integración, jerarquización, finalización, [y] que formaban una sobrecodificación” ¿Cómo se les ha quedado el cuerpo? A mí hecho unos zorros. 

La criaturica, un “preparao” aspirante a ayudante de aprendiz de “politólogo” de segundo curso de estulticias varias y lecturas de Deleuze, según confiesa en un comentario a su “artículo”, tras el pitorreo suscitado por su verborreica diarrea, nos aclara también lo que era el 15M del que Podemos es, en su “docta” opinión, heredero: La lógica rizomática de las asambleas del 15M, los movimientos íntimos de los manifestantes, eran pequeñas multiplicidades libidinales, inconscientes, moleculares e intensivas, que se distinguían y entraban en conflicto con los grandes conjuntos extensivos, partidistas, molares, unificados, totalizados, organizados, conscientes o preconscientes, como sería el caso de Podemos”. Entendí “asambleas”. Es que no soy politólogo. Yo soy más de "eso va a ser la junta de la trócola, que ha espilonchao el cilindro madre".  

Podría continuar desgrananado las virtudes elucidatorias -ser un pedante y decir cosas sin sentido ni concierto es muy fácil- del texto de este mancebo pero sería una pérdida de tiempo para mí y un pedo mental del 15 [Memo] para ustedes y tengo mucho respeto a mis lectores.

2.-Y en esto llegó la “abuela Teresa”, la “abuela de Podemos”
Confieso que no conocía a esta buena señora hasta que me la descubrió el Mesías de Podemos. Lo del Mesías vine porque en los navideños días de la bronca podemita con la etiqueta #ÍñigoAsíNo (es que hashtag suena a que se me agarrado a la garganta una miga de pan duro) lanzado por su escudera Irene Montero en el tonter (twitter) y seguida por la ristra de pelotilleros Echenique, Ramón Especular, perdón, Espinar y otros varios asalariados podemitas, una televisión tuvo a bien reponer dos geniales obras de los Monty Python, “La vida de Brian” (Pablo, “yo digo que eres el Mesías y de eso entiendo porque he seguido a varios”) y los “Caballeros de la mesa cuadrada” (posible guiño perverso a las querencias metafóricas de Pablito a través de Juego de Tontos). Si los podemitas no se toman en serio, ni se tienen respeto, no ya a sus compañeros sino a ellos mismos, ¿por qué iba a hacerlo el resto?

Pues bien, parece que Pablito recibió una carta de la abuela Teresa de Podemos, ex votante del PSOE (lo que explica mucho de la psicología política de muchos votantes de Podemos) la cuál, ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi señor ( “indiscutiblemente, Pablo Iglesias el líder. Que no quepa duda. Es el que tiene la fuerza”. Que la fuerza le acompañe), le hizo llorar y reflexionar por la pelea interna, que no es ideológica ni estratégica, sino de poder e inquina personal entre un grupo de amiguetes de la Cúpula del Trueno podemita, que han acabado hasta los mismos de verse las caras y de decirse cuánto se quieren. Pasa en los mejores matrimonios y, si hay poliamor, de modo múltiple, como en las quinielas.

Ni corto ni perezoso, Pablito, en un acto de contrición y humildad, más falso que un euro de Oreo, decidió hacer un vídeo -¡cómo les gusta ver su imagen por todos lados a esta pandilla de niñatos viejóvenes!- para pedir perdón, o eso decía él- por el daño hecho a Teresa y los podemitas (suena a grupo pop). Lo hizo en un relato de 8 minutos y pico en youtube en el que él aparece en las más variadas instantáneas (solo le faltó una besando al bebé de Bescansa) para mayor honra y gloria de sí mismo, en plan mensaje navideño del jefe del Estado, rezumando melaza empalagosa e indigesta, como es propia de la casa, mientras se arrean hostias a cascoporro.


Podemos, Pablito, Errejón y toda su troupe tienen la tendencia a la más impúdica exhibición de sus inconmensurables egos de niños malcriados, a sus riñas de patio de colegio, a su discurso vacío, su autobombo, a hablar de la circularidad del universo de sus ombligos y de las pelusillas que se alojan en ellos, a recrearse en sus tonterías, que solo interesan a ellos y a sus fanboys, a sustituir política por espectáculo lamentable, a dar una de cal y cien de arena. Camuflan la realidad de un mundo injusto y desigual con un lenguaje tramposo de la “gente”, en la que caben todos, hasta sus amados pequeños empresarios patriotas (como si en la pequeña empresa no se sobreexplotara también al trabajador) y sus banqueros con “sensibilidad social”. Hablan de “pobreza energética” en lugar de pobreza sin más (que nace de la falta de salario, de un salario miserable o de pensión digna) y de “soluciones habitacionales”, como en su día decía una Ministra de la Vivienda, tonta del culo, de uno de los gobiernos Zapatero, con el fin de ofrecer cuchitriles o trasteros infravivienda.

Cuando uno no es instrumento válido solo le queda hablar desde su ego, en una exhibición de narcisismo patológico y verse como un fin en sí mismo. Rellenar el silencio con palabras vacías, ser falsa bandera, al estilo del poeta frustrado Monedero que trata de ofender la memoria de Fidel, jugando con una frase de la canción de Carlos Puebla (“llegó el comandante y mandó parar”) dedicada a la abuela de Podemos: “llegó la abuela Teresa y mando callar”. Ni la abuela Teresa, dicho sea con todo el respeto a su edad, una ex votante del PSOE “a muerte”, y ahora podemita conversa, lo que no queda lejos del PSOE de los tiempos “progres”, es Fidel, ni ha logrado callar las estupideces internas, ni Monedero es el Ché, Lenin o Marx.


Monedero es un mamarracho que pretende insultar la memoria de quienes no pueden defenderse pero cuya obra les aúpa como gigantes de la historia frente a este pobre enano mental y físico. Acabo de enterarme de que el yihadista, amigo de los rebanacuellos en Siria, Libia e Irak, y ahora errejonista, Santiago Alba Rico, se refería a él elípticamente cuando escribió hace 4 días, tras polemizar en su artículo con Manuel Monereo: "de otros, más pequeños, menos listos y menos honrados, no hablo" 

Con mucha más contundencia, eficacia y sentido de la oportunidad que yo le respondió el tuitero Rubén.


3.-Pablito, “tronco”, deja la “drogaina”, que te la has metido “caducada”
Y es que cuando uno ya ha perdido del todo el respeto por sí mismo, cuando ve peligrar su incuestionabilidad e infalibidad cuasi-papal, cualquier charlotada sirve para pedir la participación y el voto camuflado (hacia él) de sus ya no tan fieles tropas. Abrazado a un tronco, con una chimenea “encendida”, que parece tener un fuego tan de pegote como él y su partido, nos habla ahora de la vuelta de Twin Peaks y la segunda asamblea de Podemos. El culo y las témporas.




En Podemos siempre han sido muy de chacras, akelarres, chemtrails, terapias naturales y cosas de ese tipo. Seguramente la ida de pinza de Pablito le haya llevado por los caminos de la arboterapia o silvoterapia de abrazarse a un árbol para reconfortarse en sus horas de tribulación política y cargarse de energías espirituales. Pero como estos días ha hecho mucho frío por las Castillas, en lugar de irse a un bosque, en plan gnomo coletero, bien podría haber ido a la gasolinera más cercana y comprarse uno de esos falsos troncos de compost que venden para encender las chimeneas e inundarse de energía positiva, abrazado a él. Y es que las cogorzas navideñas, cuando estás cerca de llegar a cuarentón, duran más que en la tierna juventud.

Este muchacho está convencido de que él es la salvación de la gente: Pablito, “todos somos contingentes pero solo tu eres necesario”. He ahí de donde nace la reciente frase de Carolina Bescansa, "todos somos sustituibles, excepto Pablo".


Mientras tanto, otros preferimos emplear aquel latinajo de Cicerón, "o tempora, o mores" , que un cachondo tradujo "libremente" como "o te emporras o te mueres"

27 de junio de 2016

ANÁLISIS POSTELECTORAL DE URGENCIA

Por Marat

Las elecciones del pasado domingo 26 de Junio tienen un claro vencedor, el PP, que remonta 14 escaños respecto a las elecciones del pasado Diciembre y gana en la gran mayoría de las provincias. Cuenta también con otro partido que, a pesar de obtener 5 escaños menos, parece salvar los muebles y la cabeza de su secretario general, a pesar incluso de su derrota en feudos como Andalucía y en otros que lo fueron históricos como Extremadura o Castilla la Mancha.

Y si hay vencedores claros y “derrotas semidulces” -en comparación con la debacle que auguraban los arúspices- también los hay que sufren derrotas contundentes. Ciudadanos, que pierde la quinta parte de sus escaños y Unidos Podemos que, pese a integrar en coalición a Podemos e IU y lograr 2 escaños más (justo los 2 que sacó IU por su cuenta el año pasado), pierde 1.200.000 votos aproximadamente.

¿Cómo se ha llegado a esto en apenas 6 meses?
Habría que recordar que aunque los potenciales dos bloques (derecha de PP y Ciudadanos y “progresistas”, eso dicen ellos, PSOE y Podemos) estaban bastante igualados, con una ligera ventaja de 4 escaños para el bloque de la derecha en los resultados de Diciembre de 2015, esa diferencia se ha hecho ahora mayor a favor de la derecha, siempre hablando en escaños. Las posibilidades de que el PP pueda ahora formar gobierno en coalición y sin que nadie pida la cabeza en bandeja de Rajoy se han acrecentado. Se ha volatilizado la posibilidad de un gobierno paella (o “a la valenciana”, que diría Pablo Iglesias) porque la suma de PSOE+ Unidos Podemos se queda a 20 escaños de la mayoría absoluta y necesitarían el apoyo de los independentistas catalanes y vascos (linea roja para el PSOE), de los regionalistas canarios, de un ujier de las cortes y de un señor, representante en lencería fina, de Murcia, que pasaba por Madrid. Preveo que la segunda hipótesis no sucederá y que Mariano Rajoy revalidará su Presidencia, quizá en segunda vuelta.

Quizá ahora entiendan algunos porqué el aventurero, esforzado y superviviente Sánchez quiso un pacto a 3 (PSOE+Podemos+ Ciudadanos). Le salía entonces una cómoda mayoría absoluta, si hubieran pactado un gobierno común. Al fin y al cabo entre ellos 3 hay más similitudes que diferencias, pese a los cacareos de formas (que no programática) de PIT (Pablo Iglesias Turrión), que no Brad. Al fin y al cabo, los 3 se entienden en lo básico: UE, OTAN, inalterabilidad de la monarquía, aceptación del capitalismo como sistema y una común crítica a la corrupción del PP. Sospecho que a Rivera, ésta última se le ha olvidado ya anoche, en medio de la bruma que surgía en su cabeza sobre causas y consecuencias de su batacazo.

Lo que está claro es que, más allá de las risas que generan los traspiés dialécticos de Rajoy, la corrupción desde los cimientos al tejado del PP, sus políticas antisociales, las más graves desde la transición, sus recortes de libertades, etc. etc., el endiablado resultado de las elecciones de Diciembre, en cuanto al objetivo de formar gobierno, sólo podían beneficiarle a él y su partido. Sólo tenía que estarse quieto (lo hace muy bien), decir unas cuántas sandeces (lo hace aún mejor) y esperar a que la situación se pudriera lo bastante como para que tuviera que irse a unas nuevas elecciones, bajo el aspecto de segunda vuelta. Sus oponentes con su incapacidad para pactar, a pesar de que ninguno de ellos tuviera, de fondo, grandes diferencias ideológicas (los tres son prosistema), le allanarían unos meses más tarde el camino hacia la Moncloa.

El PP ha vendido bien varias cosas.

La primera, lo acabó de decir, la incapacidad de sus contrincantes de ponerse de acuerdo.

La segunda, una cierta idea de recuperación económica que, aunque para los críticos a su gestión se revele falsa (el crecimiento de la pobreza se ha incrementado incluso en los últimos tiempos de su mandato), lo cierto es que la mayoría pasiva se la ha ido comprando (más empleo, aunque de mierda, incremento del consumo y sensación de que España ha salido de lo peor de su situación económica). Conviene distinguir la opinión publicada en ciertos medios de la opinión pública, que se conforma de un modo más complejo.

La larga crisis capitalista y sus consecuencias para la clase trabajadora no han acabado y previsiblemente se incrementen en los próximos tiempos pero el PP está logrando convencer a un creciente número de personas sobre ello. Hay que pensar que hay un segmento importante que no ha sufrido de forma significativa la crisis en estos años, y otro mucho menor, pero importante, que ha comprado la idea de expectativas de mejora de su situación.

Cuando el PP forme gobierno tendrá que torear con nuevos recortes que le impone Bruselas por alrededor de 12.000 millones (en los que hay que incluir la famosa multa que le impone la UE por el incremento del déficit), pero ese será ya un problema distinto para un partido que hace no tanto parecía acabado para muchos.

El tercer acierto del PP fue polarizar la campaña entre él y los anticomunistas de Unidos Podemos, a los que previamente acusó de comunistas para asustar a una sociedad tan conservadora como la española. Acabó por tener el efecto de reforzarlo a él y de descalabrar a los segundos.

El PSOE ha salvado los muebles (aunque su descuelgue del PP se ha agrandado de forma notable y ha tenido el peor resultado desde la transición), fundamentalmente porque las manipulaciones estadísticas sobre el pretendido “sorpasso” al que iba a someterle Unidos Podemos se ha demostrado falso y sospecho que más que intencionado. Eso sin contar la incapacidad de los técnicos de encuestas preelectorales de traducir una parte de los supuestos indecisos como abstencionistas reales ante una campaña-circo que sentíamos que ni los 4 muleros del IBEX35 ni sus programas tenían que ver con nosotros.

Por otro lado, además de parecer Pedro Sánchez un buen chico a una parte del electorado fiel del PSOE, ha visto recompensados sus esfuerzos para formar un gobierno al margen del PP, dentro de una sociedad muy escorada a la derecha, por mucho que las estúpidas tablas de autodefinición ideológica digan que la mayoría de la población española se sitúa en el centro-izquierda ¿Qué coño es el centro izquierda y qué coño es en medio de la más grave agresión a la clase trabajadora en una sociedad en la que hasta un peón albañil se cree que es clase media? A una sociedad conservadora un tipo como Sánchez y un partido como el PSOE no les cae tan mal como algunos creen. El problema lo tienen quienes confunden sus deseos con el análisis correcto de la realidad.

Si embargo, el PSOE tiene un gravísimo problema para convencer a la mayoría de la sociedad española de que es una alternativa de gobierno. Y no precisamente porque la sociedad española le considere a su izquierda sino porque aún está muy presente en la mente de muchos que Zapatero fue el primer recortador de derechos laborales y una especie de capitán borracho del Titanic y porque en todo este tiempo, además de aparecer más concursantes políticos que fragmentaban su suelo histórico, se ha demostrado incapaz de girar desde el social-liberalismo a la socialdemocracia. El primero está ya muy concurrido tanto por Ciudadanos como por Podemos, al que la socialdemocracia le queda a trasmano.

Ciudadanos ha envejecido en muy poco tiempo. Se ha llenado de grandes y pequeñas miserias y corrupciones que contradicen mucho la pretendida transparencia y regeneración de la que alardeaba este partido. Se le ha visto con frecuencia el pelo de la dehesa derechista y se ha rebelado como un gran granero en el que guardar parte de los votos al PP que ahora empiezan a volver.

Unidos Podemos ha descubierto que el “sorpasso” se queda en sorpresa -saludos, Anguita- donde la sopa de siglas que hace meses se rechazó y luego se aceptó, sin explicar el porqué, se ha dado un batacazo de órdago.

Cuando hace días Rajoy dijo aquello de "Pablo Iglesias cambia mucho. Incluso el otro día dijo que era socialdemócrata y enfadó a Pedro Sánchez; a mí, mientras no se haga democristiano, estoy tranquilo"-él, que aplica la máxima de “en tiempos de tribulación no hacer mudanza”, de Ignacio de Loyola- comprendí inmediatamente que gran parte de los votantes españoles debían tener esa misma imagen de Podemos.

La sociedad respeta mucho la coherencia personal y de los partidos. No digo que los vote pero sí que la aprecia. Lo que no respeta es a los políticos y los partidos veleta que pasan de afirmarse un día comunistas a otro “socialdemócratas como Marx y Engels”, hablar luego de que hay un lado peronista en Podemos o acabar admitiendo que hay un hilo entre Marine Le Pen y Podemos. Al final, los partidos todoterreno, las errejonadas de los “significantes vacíos” para hacer ensaladas ideológicas transversales e “inclusivas” acaban dando como consecuencia un sindios que produce un mosqueo del 15.

Si a ello le unes a una IU convertida en la querida de Podemos, con unos dirigentes saltimbanquis, incluido el de "Me va a costar votar, pero lo haré porque aunque vayas quinto, tú sigues siendo mi candidato" (Cayo Lara) y unas bases disciplinadas para seguir a unos dirigentes aventureros y sin escrúpulo ideológico alguno, el resultado es que los votantes tradicionales de IU no les siguen, una parte de los votantes anticomunistas (la mayoría) de Podemos no entiende el apaño y la pretendida “suma que multiplica” se convierte en una resta con vocación de división. Resultado: hostión (con HACHE. Ostia es un puerto de la antigua Roma y también una ostra) inesperado por inflación de encuesta preelectoral.

Los cuchillos se afilan en Podemos y en IU. Habrá cruce de navajas, y no por una mujer, que decía Mecano, sino porque las expectativas de los grandes “strategos” Carolina Bescansa y Errejón se han demostrado absolutamente catastróficas. Cuando la ausencia de ideología se sustituye por corazones, ilusión y sonrisas lo que ocurre es que, al primer batacazo, todo se vuelve descorazonamiento, caras largas y de circunstancias de los dirigentes y lágrimas de los cheerleaders y ciberactivistas, que no militantes, como pudimos ver anoche en los televisores.

No sé si habrá dimisiones o no en IU y en Podemos. Algunos llevan el culo pegado a sus sillones con Loctite reforzado. Pero sí sé que habrá “noche de los cuchillos largos” en esos grupos porque las ambiciones frustradas, las deudas con los bancos de IU, los callos pisados, las venganzas esperando su hora, los agravios infringidos dentro de las respectivas casas políticas, nunca encontrarán mejor momento para materializarse.

Dado que sus dirigentes y la gran mayoría de sus bases son pequeñoburgueses en lo ideológico temo que la próxima propuesta de revisión de los “significantes vacíos” les lleve a exacerbar su patriotismo y sus simpatías por el capitalismo nacional hasta pegarle una pasada por la derecha al propio PP. Eso sí, con la bendición de Bergoglio

Los comunistas y la abstención
Mi impresión es que la inmensa mayoría de los comunistas no hemos ido a votar y ello por varias razones:
  • La primera de ellas por una reacción a flor de piel: el asco físico al circo mediático y al supermercado electoral de los 4 partidos defensores del orden capitalista.
  • La segunda porque no nos hemos reconocido programáticamente en las principales opciones políticas tan ajenas a la dolorosa situación vital de gran parte de la clase trabajadora, machacada por la crisis capitalista y las recetas del PSOE primero y luego del PP. En lugar de ello hemos visto a un Unidos Podemos practicando el anticomunismo y renunciando incluso a una política socialdemócrata (sólo los ignorantes llaman socialdemócrata al PSOE, cuando la socialdemocracia era IU en su época más digna).
  • El tercero porque hemos llegado a la conclusión de que “gobierne quien gobierne” hará la política que le marque el capital europeo y sus brazos armados, la UE y el FMI.
  • El cuarto, y el más importante porque, en el momento actual en el que los gobiernos y los parlamentos han demostrado no tener la más mínima apariencia de autonomía respecto al capitalismo, hemos llegado a la conclusión de que incluso votar opciones comunistas no resuelve, sino que pospone, el principal problema que tenemos los marxistas: la necesidad de crear organización, hacer lucha ideológica inteligente y reconstruir el combate político y social que ha dejado vacías las calles y ha desplazado fuera de escena la cuestión principal, el antagonismo capital-trabajo y la lucha de clases que los capitalistas no han perdido de vista sino que han reafirmado durante este período de crisis de su sistema. En un tiempo en que las fuerzas de los comunistas son muy escasas, atomizadas y dispersas y que al sujeto político se le ha amordazado la voz, nuestras pocas fuerzas deben ir destinadas a lograr dichos objetivos. Una campaña electoral no da visibilidad alguna a una opción sin representación, o tan mínima para el esfuerzo que requiere y las tareas que pospone a cualquier organización extraparlamentaria, que es absolutamente equivocado plantear ese tipo de batalla. El paso de los 26.254 (0,11%) de las elecciones del 20D de 2015 a los 26.546 (0,11%) en las del 26J de 2016 demuestra que la estrategia del PCPE de darse impulso electoral, recogiendo el voto de los sectores comunistas de la antigua IU, es absolutamente equivocada. Tensar el músculo de la militancia para obtener tan magros resultados, en lugar de exteriorizar absolutamente a la organización e ir creando poder popular, sólo consolida la repetición de los errores, a pesar de que las propias tesis del X Congreso del PCPE inclinaban a una insuficiente pero necesaria autocrítica por la interiorización de este partido y su limitada conexión con las masas. El resultado de volcarse en una campaña, que quita energías para recuperar la calle, no ha sido dar más visibilidad a su partido sino evidenciar la debilidad de las organizaciones comunistas, lo que debiera conllevar una segunda autocrítica.
Con esa abstención, aunque su notable incremento no es sólo nuestro ni mucho menos, los comunistas hemos logrado varias cosas:
  • La primera, evidenciar que existimos y que el rey (Unidos Podemos) estaba desnudo.
  • La segunda, no caer en el “cretinismo parlamentario” del que hablaron en su día tanto Marx, como Engels y Lenin, especialmente en tiempos en los que los parlamentos y los gobiernos nacionales deciden nada que no venga de Bruselas. No se trata de caer en el antiparlamentarismo por el antiparlamentarismo sino de tener claro prioridades y momentos en los que tiene sentido compaginar este ámbito con el principal de la lucha política en las empresas y en los barrios y cuándo no lo tiene.
  • La tercera, reconocernos como un grupo que, aunque huérfano de un fuerte partido de nuestra clase, no traga con el gatopardismo de los minireformistas títeres del capital. Construir organización unitaria de comunistas con partido y sin partido donde podamos trabajar juntos, debatir, elaborar teoría marxista, formarnos y reconstruir militancia y conciencia de clase es un desafío que los militantes del Espacio de Encuentro Comunista nos hemos impuesto. Sin dogmatismos y sin exclusiones. Será una labor muy larga, dura, callada y paciente pero no hay otro camino si queremos romper la rueda del tiempo que desde hace tanto conduce a nuestra clase a la casilla de salida. 

30 de diciembre de 2015

"HACER UN VAROUFAKIS", EL REGALO POLÍTICO DE ESTAS NAVIDADES

Por Marat

A Yanis Varoufakis ya pocos le recuerdan. Entre la socialdemocracia realmente existente -parece inútil recordar al personal que la socialdemocracia ya no la representan los PPSS, puesto que se han reconvertido desde los 90 en social-liberales, sino los excomunistas, con o sin cambio de nombre, y el populismo “ni de izquierdas ni de derechas”- se ha extendido una suerte de Alzheimer selectivo que le ha llevado a olvidar a todo lo que tenga que ver con Syriza y hasta con Grecia.

Muy lejos, aunque muy cerca en el tiempo, quedan los actos conjuntos entre miembros de IU y de Podemos con su homólogo griego y los abrazos con Tsipras y otros dirigentes del partido del oxi (no) transformado en nai (sí) a los dictámenes del capital europeo. Esta amnesia es tan profunda como la desvergüenza y cinismo de dirigentes y gran parte de las bases de ambas franquicias españolas respecto al que consideraban su gran referente europeo. Pasaron del amor a la indiferencia sin autocrítica alguna respecto a porqué habían instituido a Syriza en su modelo político en un pispás (“Es tan breve el amor y tan largo el olvido”. Pablo Neruda). A Varoufakis intentaron estirarle unas semanas más como héroe resistente y rebelde con causa tras la caudicación de su partido y del gobierno del que formaba parte hasta entonces, simplemente por su postureo como “enfant terrible” para la hinchada y por haber dimitido como Ministro de Finanzas griego; dimisión que fue en realidad un cese fulminante ejecutado por su amigo Alexis Tsipras para corroborar que el orden reinaba en Berlín y mucho más en Atenas.

Pero Varoufakis no era un héroe. Sólo un bufón en manos de un monigote, Tsipras, al que el capital manejó a su antojo incluso antes de ganar las elecciones, cosa que muy pocos han querido saber en todo este tiempo.

Poco antes de sus horas amargas, tuvo cierto éxito una expresión: “hacer un Varoufakis”. Para cada uno de quienes han empleado esta expresión significa algo distinto. Y es lógico que así sea, en la medida en que uno acomoda los conceptos a su propia ideología.

Para ciertas personas de derecha, “hacer un Varoufakis” es insultar a quienes pueden prestarte el dinero que necesitas y luego pedírselo. Para cierta “progresía” es dimitir, vulgarmente “darse el piro” y hacerlo con elegancia. Para mí es puro postureo. Vestirse de Leónidas el espartano para comportarse finalmente como Arquíloco, el poeta soldado:

Un sayo ostenta hoy el brillante escudo
que abandoné a pesar mío junto a un florecido arbusto.
Pero salvé la vida. ¿Qué me interesa ese escudo?
Peor para él. Uno mejor me consigo”

Ya nadie reivindica a Varoufakis, como tampoco a Tsipras o Syriza, salvo los necios.

Pero Varoufakis se resiste a ser olvidado. Como les sucede a otros antiguos protagonistas -Aznar, González, Blair,…-, Varoufakis quiere sacar la cabeza de la ingrata losa con la que le ha cubierto la historia como, por otra parte, les sucede a casi todos los que ayer fueron alumbrados por los focos de la mercadería política, atentos ahora a otros productos y marcas personales.

Varoufakis se ha descolgado apenas hace dos semanas con una propuesta de “red o movimiento progresista europeo” que democratice Bruselas.

Afirma el ex Ministro griego que “hay que meter a la gente que desprecia la democracia bajo control de los ciudadanos”. Y en línea con las tonterías que nos suelen regalar en España Iglesias o Errejón añadió: "es mejor prender una pequeña vela que maldecir la oscuridad".

Para el gran falsario Varoufakis el mal no está en el capitalismo que se apropia de lo público, destruye las conquistas históricas de la clase trabajadora, empobrece a millones de personas y establece una nueva forma de acumulación por desposesión.

Para los charlatanes y farsantes como Varoufakis o Iglesias el origen del dolor social no tiene que ver con una formación social y económica concreta que refleja una estructura de clases profundamente desigual, la cual en las crisis capitalistas se desvela con toda su crudeza.

Para lo que están donde les han colocado sus amos -sólo los majaderos y los ignorantes creen que los políticos alcanzan un lugar concreto mediante el sufragio- es para señalar al espantajo institucional (euro, Banco Central, Troika, Eurogrupo o lo que toque en cada momento) y escamotear de la vista pública al poder real: el de las grandes corporaciones industriales y financieras capitalistas que dictan las políticas generales.

Por eso este tipo de mamarrachos hablan de déficit democrático europeo. “Odian la democracia, la tratan con menosprecio” dice el curilla Varoufakis, refiriéndose a las instituciones de la UE. Pretende este sujeto que todos ignoremos el carácter profundamente oligárquico de origen de la democracia, sí, de la ateniense, la primera. ¿Acaso votaban los ilotas (esclavos) o los metecos (extranjeros) en Atenas? ¿Acaso no eran una minoría, ciudadanos atenienses, libres y con propiedades quienes votaban y eran elegidos? La democracia desde entonces a hoy es la democracia de una clase, por mucho que ahora el derecho de sufragio sea universal (no para la mayoría de los extranjeros en un país) y para una clase. ¿Qué dicen al respecto la gran mayoría de los partidos con representación parlamentaria? Que representan el interés general, a todos los ciudadanos. Aludían Marx y Engels en “La ideología alemana” a esa tendencia a disfrazar de colectivo lo particular al señalar “la forma tergiversada bajo la que la beata e hipócrita ideología del burgués proclama sus intereses propios y específicos como intereses generales”.

Y es que, en el fondo, Varoufakis no engaña, o sólo a lo hace a los que quieren ser engañados: “Los problemas y las luchas de los europeos son tan comunes que se puede crear una identidad paneuropea. Si no lo hacemos, la UE se romperá. Somos la mejor oportunidad para que la UE sobreviva”. Lo dejó claro este autodefinido como “marxista errático”, en el fondo un neokeynesiano que pide para la UE un nuevo New Deal, cuando afirmó aquello de "La cuestión que concierne a los radicales es esta: ¿deberíamos darle la bienvenida a esta crisis del capitalismo europeo como una oportunidad para reemplazarlo por un mejor sistema? ¿o deberíamos estar preocupados respecto a como embarcarnos en una campaña para estabilizar al capitalismo europeo?". Y por si había dudas sobre el sentido de la respuesta a tal disyuntiva, se respondió a sí mismo: "Para mí, la respuesta es clara: Es menos probable que la crisis europea de a luz a una mejor alternativa al capitalismo a que desate peligrosamente fuerzas regresivas que tienen la capacidad de ocasionar un baño de sangre humanitario, al mismo tiempo que extinguen las esperanzas de movimientos progresivos para las generaciones futuras." En román paladino, para que no venga algo peor, apuntalemos a este capitalismo. Por si alguno de ustedes creen que no es esa la intención que subyace bajo sus palabras, el ex Ministro se empeña en que se le entienda de modo suficientemente claro, para que no haya duda alguna respecto a lo que quería decir: "defender a un repugnante capitalismo europeo cuya implosión, a pesar de sus muchos males, debe ser evitada a toda costa". Algo así como qué asco me da usted pero me sacrificaré y le haré todo lo que me pida y algún extra de regalito. De ahí su obsesión con salvar sus instituciones europeas: la UE, la unión de los mercaderes del capital.

Eso son hoy los Varoufakis, los Tsipras, los Iglesias, los Errejones, los cantamañanas como Monedero, títeres de refresco del capital ante otras opciones ya quemadas. Y lo mismo cabe decir de los grupos -IU/UP- que plantean la posibilidad de la salida del euro pero no de la UE, como si ambos no representasen exactamente lo mismo.

Por extensión, en nuestra realidad nacional hay muchos otros casos que ejemplifican bien lo que es “hacer un Varoufakis”.

Es “hacer un Varoufakis” reunirse en campaña de las generales, como hicieron los concejales podemitas de Ahora Madrid, con los trabajadores en lucha de Coca-Cola de Fuenlabrada, con los cuáles la marca se ha negado a cumplir las obligaciones a las que estaba obligada por resolución judicial, permitir luego el ayuntamiento podemita madrileño la colocación del obsceno árbol navideño de la misma marca y responder, ante las críticas de dichos trabajadores, de manera infame, mentirosa y desvergonzada que creían que el conflicto ya se había resuelto, cuando al visitarlos sabían que no era así.



Hacer un Varoufakis” es que la señora Carmena dijese al poco tiempo de tomar posesión como alcaldesa de Madrid que se planteaba remunicipalizar la limpieza viaria, salir luego con el globo sonda de encargar dichas tareas a diversos colectivos de mujeres, mantener después los acuerdos del PP de Ana Botella con las empresas concesionarias privadas del servicio de limpiezas, proponer un servicio social de trabajo universitario para que esos jóvenes ayuden a limpiar la ciudad, con el consiguiente ahorro de puestos de trabajo, para, finalmente, acabar sorprendiéndose ante un ERTE de OHL y Valoriza-Sacyr, dos de las empresas concesionarias de la limpieza municipal, que suspenderá temporalmente de empleo a 300 trabajadores. La firmeza de la Tierna Carmena ya la conocemos: concesiva y claudicante de manera absoluta con el capital y flexible hasta la nausea con el dolor de los trabajadores.

Hacer un Varoufakis” es presentarse como alguien que quiere hacer desde el ayuntamiento políticas de igualdad y acabar practicando la caridad de la iglesia católica invitando a cenar el día de Nochebuena a unos 200 indigentes con la ONG Mensajeros de la Paz, como ha hecho la señora Manuela Carmena, al igual que antes hacía su predecesora Ana Botella del PP. Ni a socialdemócrata llega la primera, pues son políticas socialdemócratas las que intentan disminuir las desigualdades sociales desde una cierta “justicia reparadora” frente al humillante “siente un pobre a su mesa en Navidad” o, peor aún, vaya a acompañarle un rato a cenar que, luego cuando acabe de hacerlo, ya sabe él cuál es su sitio: la fría noche de la calle o el triste y humillante albergue.

Hacer un Varoufakis” es plantear en campaña que no se cedería ante los intereses especulativos de desarrollos urbanísticos como la “Operación Chamartín” para luego ir modulando el discurso desde el “así no” hasta el “queremos trasladarle nuestra voluntad de desatascar la operación. Fomento debe trabajar de la mano con el Ayuntamiento en las cosas discutibles del proyecto, la cifra de edificabilidad total del ámbito y el coste de las infraestructuras, en el que el Ministerio tiene mucho que decir” en palabras del Concejal de Desarrollo Urbano “Sostenible” (las palabras lo aguantan todo), el señor don Ladrillo José Manuel Calvo (de Ahora Madrid).

Por en medio quedan las fotos de Manuela Carmena retratándose del bracete de Cristina Cifuentes, tras comer juntas y “acabar” con desacuerdos Comunidad de Madrid-Ayuntamiento o de la señora Carmena en el palco del Real Madrid con el gran especulador inmobiliario y del ladrillo Florentino Pérez, Presidente del Real Madrid, del grupo constructor ACS y comprador de políticos en cada temporada.


Resuelta la cuestión legal que impedía la edificabilidad de viviendas en más de tres alturas por el PP de la Comunidad de Madrid, al derogar la anterior Ley del Suelo, unos días después del amigable paseo de las dos madres de la patria madrileña, ya sólo quedan detalles menores por parte de los podemitas municipales, como la propuesta de que se construya un menor número de viviendas dentro del proyecto-pelotazo “Operación Chamartín”. Eso sí, Ramón Espinar hijo de un padre corrupto y tarjeta-black del PSOE, pudo tirarse el rollo en el Parlamento Autónomo de que “se va a mercadear en grandes operaciones como Chamartín o Mahou-Calderón porque una parcela con una edificabilidad de ocho o diez alturas vale mucho más que una de tres alturas”. En cada institución dicen una cosa opuesta para consumo de forofos del partido de los círculos y de su adorada alcaldesa. Quiero recordar que sobre la eventualidad de que la señora Carmena y su ejército de ediles saltimbanqui-podemitas se apuntaran al pelotazo de la Operación Chamartín ya escribí hace 6 meses. La evolución de los acontecimientos parece darme la razón.  

Hacer un Varoufakis” es ir de empresario de la comunicación progre-trotsko-podemita, como el señor Roures (sí, el de Público y La Sexta, las sedes oficiosas de Podemos) o como la señora Ada Colau, alcaldesa en cuya ciudad continúan los desahucios pero ahora con sordina, que decía que los derechos de las personas deben estar por encima de los intereses económicos particulares, lo que en su boca era una mentira indecente, al defender la dación en pago, y acabar siendo ambos socios circunstanciales en una operación especulativo-urbanística con el intento de venta en Noviembre pasado del edificio Imagina de Barcelona (70% del edificio es propiedad de Imagina Media Audiovisual, 30% restante es del Ayuntamiento). De haberse consumado, el pelotazo hubiera significado un montante de 30 millones de euros, a repartir como buenos socios. Habrá segundo intento.

Por cierto, “hacer un Varoufakis” por parte del señor Roures es ir de empresario progresista y ser un moroso que debe a Hacienda a través de Mediapubli, la antigua editora de Público, 1.622.516,62 euros. Eso sin contar el dinero que aún adeuda a los antiguos trabajadores del panfleto digital.

No sé si finalmente Pablo Iglesias hará un Varofakis con su propuesta de referéndum para Cataluña -¿sólo para Cataluña? ¿Por qué no también para Euskadi y Galicia? ¿Acaso no hay allí fuerzas soberanistas?- pero, de momento, ya ha anunciado que su prioridad es la Ley 25 de emergencia social, a sabiendas de que sin la derogación del artículo 135 de la Constitución y muy especialmente de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera (LOEPFS), cuyo contenido está vinculado directamente al Pacto Fiscal Europeo, es otro brindis al sol en línea con el programa económico podemita. Y esa derogación no se producirá porque Bruselas ya le ha dicho que alegrías económicas ninguna. ¿Acaso alguien es tan cínico de afirmar que Iglesias haría algo distinto a Tsipras? El propio Iglesias ya aclaró hace tiempo que Syriza hizo lo único que se podía hacer. Y remachó: "Cuando en política no tienes poder, no tienes nada, porque no cuentan las razones", y "un Estado del sur de Europa tiene muy poquito poder".

De momento Iglesias gana tiempo, pone un señuelo, que por la situación económica y social de millones de personas puede que le funcione relativamente bien, por delante del referéndum, la ley de emergencia social y juega a favor de la repetición de unas elecciones en las que sólo el PP y Podemos saldrían beneficiados. Pero para entonces estaríamos ya en Mayo y, bien podría empezar a difuminarse su propuesta de referéndum, no tanto para que le haga perder muchos votos en Cataluña, Euskadi y Galicia pero suficiente para que en la España profunda, una, grande y libre no le castiguen por separatista, como dicen los barones del PSOE. Y es que tuvo un buen maestro en aquel Felipe González del 76 que estaba a favor del derecho de autodeterminación de los pueblos de España y luego acabó por ser un puntal sólido de dicha “unidad patria”.

Por último, “hacer un Varoufakis” es proclamar, como hizo el candidato de IU-UP que Podemos se ha derechizado, que es la UCD actual y que con un partido con esa evolución IU no hubiera buscado la unidad popular, cuando lo intentó con un partido que estaba ya muy derechizado hasta el último minuto antes de iniciarse el cierre de las listas, y acabar planteando la necesidad de recuperar esa misma “unidad popular” al día siguiente de las elecciones. IU acabará integrada en dicho partido, con los dirigentes que acepte Podemos, como el que selecciona con desgana las partes apetecibles de un plato y casi todas sus bases embarcando en el populismo derechizado y sostén del capitalismo. Muchos de los “disidentes” de la actual dirección de IU subirán al barco por la pasarela, como hicieron yendo a votar a tal coalición con el carné en la boca. Pero, eso sí, muy indignados. 

Tranquilos, el día de Reyes todos los votantes giliprogres, de rojos nada, recibirán su juego de mesa “Házle un Varoufakis a la decencia política”.