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26 de abril de 2023

TRASFONDO DEL SHOW A HOSTIA LIMPIA DE LA IZQUIERDA

 Por Marat

Y Pedro Navaja, puñal en mano le fue pa' encima

El diente de oro iba alumbrando toa la avenida, ¡hizo fácil!
Mientras reía, el puñal le hundía sin compasión

Cuando de pronto sonó un disparo como un cañón

Y Pedro Navaja cayó en la acera mientras veía, esa mujer
Que revólver en mano y de muerte herida, a él le decía

"Yo que pensaba: hoy no es mi día, estoy salá"
"Pero Pedro Navaja, tú estás peor, no estás en na'"

(…)

Pedro Navaja, matón de esquina

Quien a hierro mata, a hierro termina

Valiente pescador, pa'l anzuelo que tiraste

En vez de una sardina un tiburón enganchaste”

(“Pedro Navaja”. Rubén Blades)


Lo mínimo que cabe exigir a los guionistas de una serie de intriga política es un compromiso, no con la verdad, que es cosa de curas y profesores de ética en educación secundaria, sino con un contenido y trama lo bastante interesantes y novedosos como para que el espectador sienta que es tratado como si fuese inteligente, aunque los hechos demuestren que rara vez lo es.

No es el caso. La escenificación del enfrentamiento entre los socios minoritarios del gobierno del PSOE es de una cutrez impresionante. Está en línea con las performances del programa de telebasura “Sálvame”. En consonancia, el director de dicho programa, Jorge Javier Vázquez, fue una de las estrellas invitadas al acto público de presentación de Sumar en Magariños. Si un exnazi como Jorge Verstrynge pudo transitar desde la Alianza Popular, precursora del PP, al PSOE, luego a Izquierda Unida y, por último, recalar en Podemos, por qué un excelso representante de la casquería televisiva no iba a apadrinar a lady Díaz.

Quien opte por entrar en los dimes y diretes, en quién inició la agresión y quién se supone que se limita a defenderse, en los distintos hitos del enfrentamiento Sumar-Podemos, carecerá de toda perspectiva de lo que realmente sucede en el espacio parlamentario, o con vocación de tal, a la izquierda del PSOE y lo hará, desde una perspectiva limitada al juego reformista y a la apuesta por uno de los dos contendientes.

Conviene situarse en el contexto del conflicto y entender el trasfondo del mismo para ver lo que se juega en esta timba de tahúres políticos.

Hablemos de hechos.

El marco postpandemia, las políticas del Plan de Recuperación (fondos Next Generation) de la UE, la amenaza de una posible nueva recesión de la economía mundial y europea, los tipos de interés elevados y las tasas de crecimiento particularmente bajas, son el marco que explica la aceptación de la política económica y social del gobierno de coalición.

El PSOE tiene a gala mostrarse ufano de las coincidencias de su política económica y social con las de la Comisión Europea. Es lógico porque sus votantes son aún más acríticos y desinformados que los de Unidas Podemos de lo que representa aquella respecto a los recortes del Estado Social que tanto una como otra parte del gobierno español venden como avances sociales y mejoras en las políticas de igualdad. Ejemplos hay unos cuantos pero baste citar la la reforma de las pensiones y la tan reivindicada como gran éxito progresista, la reforma laboral.

La reforma de las pensiones responde a los requerimientos del ya viejo Pacto de Toledo de “corregir el excesivo” gasto en pensiones, se abre la puerta a su privatización, mediante un sistema dual, con la idea de los planes de pensiones paneuropeos, que supone la entrega de parte de las cotizaciones de los trabajadores al capital financiero; el período de computo pasa de 25 a 29 años y la edad de jubilación se consolida en los 67 años, lo que perjudicará especialmente a los más jóvenes por su precariedad laboral y la revisión del modelo de financiación de las pensiones cada tres años, propuesto por la AIREF (de donde proviene el ministro de la Seguridad Social, Escrivá), no necesitará pasar por el Parlamento, lo que implica una burla a la representación de la soberanía nacional.

La reforma laboral mantiene el despido fácil y barato de la reforma Rajoy, dejando como estaba en el despido improcedente los 33 días por año trabajado y un tope de 24 meses, permite, como anteriormente sucedía, que la empresa cambie sustancialmente las condiciones de trabajo de un empleado y le despida con un máximo de 20 días por año trabajado, con un tope de 12 meses, no recupera los salarios de tramitación y perpetúa la precariedad laboral, aunque con el bonito nombre de “fijos discontinuos”.

Es llamativo como el candidato de IU a la alcaldía de Oviedo, Gaspar Llamazares, trata de dar la vuelta a la subsidiariedad (Tratado de Maastrich de la UE) de las políticas económicas, de empleo y sociales del gobierno español y la orientación ideológica de las mismas respecto de la Unión Europea. Dice así este buen hombre:

“El paradigma de la izquierda está cambiando, queramos o no queramos darnos cuenta. Por ejemplo, la UE ya no es la que era, no es la misma desde el proceso de la pandemia y, probablemente, no sea la misma después de lo que va a ocurrir en la guerra y la crisis financiera que se anuncia. Digamos que está en una evolución y no una evolución negativa que explica cómo convergen ciertas políticas. Resulta que un gobierno social-comunista, protervo, que iba a desmantelar no sé qué, coincide con las políticas de la UE en estos momentos”.

El término “desmantelar” es un “lapsus linguae” en boca de quien sabe bien que en los tiempos que corren y en los venideros hay y habrá que hacer lo que haya de hacerse, lo haga el de la empanada gallega o la reedición del gobierno más progresista de la historia, como gustan decir en Unidas Podemos.

Mientras continúen fluyendo los fondos europeos se seguirá subsidiando (no confundir con la subsidiariedad antes citada) mediante ayudas temporales, raquíticas en cuantía a cada beneficiario, que no nacen de derechos conquistados sino de la voluntad del ejecutivo, las consecuencias de las reformas sociales y económicas que van desmantelando, ahora sí, los últimos flecos del Estado Social.

En lo relativo a estas políticas no hay diferencias entre los socios de gobierno, ni entre los miembros de Sumar en el Parlamento y entre los de Podemos, por lo que mal puede intentar argumentarse que Yolanda Díaz y Sumar están a la derecha de Pablo Iglesias y Podemos, cuando estos dos últimos sacan pecho por su supuesta influencia decisiva en lo que llaman la orientación progresiva de las mismas.

Los enfrentamientos entre Sumar y Podemos empezaron a cobrar un carácter de guerra pública cuando el horizonte electoral empezó a complicarse, manipulaciones del CIS aparte, tanto para el PSOE como para Unidas Podemos, especialmente para el socio minoritario que, encuesta tras encuesta, iba cayendo.

Para entonces Podemos era ya percibido por amplios sectores de la izquierda social, intelectual y, en menor medida política, porque representaban menos que Podemos, parte del problema y no de la solución. De ahí nace el camino que lleva hasta Sumar y la conciencia por parte de Podemos de que ya no podría liderar un proyecto de reconstrucción de la izquierda sino, en el mejor de los casos, ser parte del mismo, algo que tampoco tenía tan claro que le dejarán ser. Demasiada humillación para Podemos que reclamaba en base a un pasado del que carece en el presente. “Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras” (Comisión Nacional del Mercado de Valores)

No hay suficientes cargos con buen sueldo para tantos candidatos dispuestos a pillar cacho. La situación hoy de Podemos ya no es la riada que entonces parecía que iba a anegar al PSOE. Ahora apenas se mueve el riachuelo. Hoy en la enfrentada izquierda hay muchas más ambiciones personales que satisfacer y previsiblemente muchos menos asientos para acomodarlas.

Podemos, las imposiciones de un restringido aparato que en el pasado parecía todopoderoso y sus purgas internas, han generado un inmenso resentimiento en exsocios y exmiembros, dispuestos ahora a tomarse su venganza. No deben olvidarse tampoco los miembros aún activos, y pasivos, del mismo, que irán abandonando el barco, según sondeos y resultados electorales en mayo y en diciembre vayan demostrando que apenas flota. Los asaltacielos y sus restos acabarán asfaltando los suelos.

La decepción y el hastío que los podemitas han provocado entre intelectuales e “influyentes profesionales” son más poderosos en su aproximación actual o, al menos, neutralidad hacia Sumar, que el poder de atracción de éste y su reina mediática.

Las diferencias programáticas entre Podemos y Sumar son previsiblemente mínimas, como la experiencia de la participación de los distintos componentes de Unidas Podemos en el gobierno de coalición ha demostrado. Las diferencias son de matiz, tono y talante.

De ahí que las dos figuras centrales de la bronca necesiten extremar esas diferencias formales, a través sus púgiles principales: Yolanda Díaz y su sonrisa eterna y excesiva, que busca el voto por simpatía personal, antes que por ideas, y el rictus crispado y colérico de Pablo Iglesias, secundado por Irene Montero y Ione Belarra, que busca el refrendo del izquierdista que se cree rojo porque grita fuerte en twitter.

¡Qué recuerdos, aquellos del eslogan podemita de “su odio, nuestra sonrisa”! Pronto, de seguir el reparto de hostias entre los miembros de ambas facciones, a Yolanda Díaz también se le irá amargando la sonrisa, mientras los fans de uno y otro lado irán menguando, más por el aburrimiento derivado de la falta de novedad en el espectáculo que por la inteligencia necesaria para entender que donde no hay sustancia todo es irrelevancia. Bienvenidos al gran circo americano de la política como ficción.

En la política de las democracias liberales todo es percepción. Cuando el espectador y potencial votante compara tonos, estilos y expresiones, ve que, a pesar de las coincidencias programáticas, la suavidad de Sumar y de Díaz es más coherente para un mismo reformismo que no saca los pies del cesto que la nota macarra y bronca de Iglesias y Montero, por lo que llegan mejor y con más aceptación sus mensajes. Venden el mismo apósito, como si fuera un fármaco, pero mientras el primero parece paliativo, el segundo resulta simplemente irritante para la mayoría de la audiencia, incluso la potencialmente próxima.

En cualquier caso y como la política es asunto de percepción y también de información, la imagen que presenta Díaz de su gestión, y la que se está proyectando sobre Sumar con los ERTEs, la reforma laboral y las subidas salariales es mucho más fácilmente vendible que el fiasco penal del “sólo sí es sí”, la “ley trans”, que ha dividido al feminismo y la campaña de brocha gorda del “Ahora que ya nos ves”, por mucho que Montero y Podemos se empeñen en decir lo contrario.

El agotamiento de Podemos, como oferta política de peso en la combinatoria postelectoral e “ilusionante”, requiere de una metamorfosis del bucle neoreformista y postlaborista, iniciado por el PCE con la invención de Izquierda Unida; aquella de la sopa de letras del oportunismo político más burdo (Tamames, los carlistas, Izquierda Republicana y el propio PCE), se reencarna ahora en Sumar. Se trata de mantener abierta la “ilusión del cambio progresista”. Conviene que se sepa que “ilusión” viene del nominativo latín “illusio” y de su genitivo “illusionis”, que significan “engaño”, proveniendo ambos de “illusus” que, etimológicamente, ha dado en el español “iluso”. A su vez, “illusus” es el participio del verbo “illudere”, que significa “burlarse de”, “mofarse de”.

Significativamente, en castellano ilusión tiene un significado más positivo, el de “esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo”.Y, más significativamente aún, esa segunda acepción está muy conectada con el marketing, la publicidad y la política, del mismo modo que el mercado de consumo bajo el capitalismo y su formato político de la democracia representativa se investigan con las mismas herramientas de medición distributiva (encuesta) y de análisis estructural (técnicas cualitativas). Se trata de generar el deseo que mantenga al consumidor/elector integrado dentro de un único orden social, el del capitalismo y su arquitectura política.

Dentro del eje posicional derecha vs. izquierda, ésta corre el riesgo de ver su segmento muy reducido por el debilitamiento paulatino de su nicho más izquierdista, el de Unidas Podemos. La sangría de votos de la coalición, la pérdida de socios, el desgajamiento de partes del propio Podemos, las broncas internas del propio partido, la salida de miembros destacados del mismo, las purgas de muchos de sus dirigentes a niveles nacional, autonómicos y locales, las luchas de poder, la negativa imagen externa proyectada por Pablo Iglesias sobre su propio partido, la erosión producida por su participación en el gobierno, su debilidad territorial, derivada de una escasa militancia y de la desaparición de sus círculos, ha envejecido velozmente a un partido en apenas 9 años. El agotamiento de Unidas Podemos es, ante todo, la crisis de Podemos, pues Izquierda Unida es, desde 2015, un cadáver político sin enterrar.

Ahora, en la moviola del eterno retorno, Podemos se cuece en su salsa de circulitos morados y los conjurados alrededor del “significante vacío” Sumar le señalan como al “típico izquierdista tristón, aburrido, amargado” e intentan impedir que se les acerque mientras parecen decir “ven”. Dice Alberto Garzón “algo de esto ya lo he vivido antes”. El uróboro se come la cola.

La novedad, siempre hay algo nuevo en todo lo repetido (en ocasiones puede llegar a ser más sustancial de lo evidente en el decurso de los acontecimientos futuros), está en cómo se está construyendo Sumar y en cómo se creó Podemos.

Podemos tomó la forma inicial de simulado movimiento asambleario post15M aunque, como éste, tenía su propio núcleo duro que había de “orientar” sus pasos. Salvo los aventureros oportunistas de Izquierda Anticapitalista, históricamente habituados al entrismo (antes lo hicieron en Izquierda Unida como Espacio Alternativo), el Podemos original no integraba más partidos. Con el tiempo se iría configurando como tal, con su propio aparato ya jerarquizado y la salida de los “anticapis”, que se quedaron

Sumar, en cambio, se conforma antes como alianza de organizaciones y partidos (Izquierda Unida, PCE, Más Madrid/Más País, Verdes Equo, Alianza Verde, Cataluña en Común, Compromís, Galicia en Común, Coalición por Melilla, Proyecto Drago, Chunta Aragonesista, Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (Ceuta), Iniciativa del Pueblo Andaluz y Batzarre. Llamativamente una parte de ellos son escisiones de Podemos y socios y exsocios de Podemos. Ello puede tanto suavizar las tensiones entre Podemos y Sumar como excitarlas. Pero la realidad es que la inmensa mayoría de ellos los que participan con algún protagonismo en esta granizada de hostias a un lado y otro del ring son largamente conocidos como intrigantes de largo recorrido en las organizaciones por las que han pasado (en asuntos de transfuguismo son unos cuantos los que dejan a Toni Cantó a la altura de un aficionado), eficaces martillos de herejes y vividores de la política como primera y única profesión de la que sólo la biología habrá de jubilarles.

Aunque los primeros pasos de Sumar se dieron, en la fase de consulta, como “una asociación que quiere servir para impulsar un movimiento ciudadano”, según se expresa aún en su web, más allá de la presencia en las fotos del acto de Magariños, la realidad es que estamos ya en una fase del protagonismo de los partidos. La primera fase tenía por objeto vestir de aspecto participativo al títere de la “ilusión”, con un guiño a los nostálgicos del 15-M, al contar con el economista keynesiano Joseph Stiglitz entre sus asesores. No hay necesidad de alarmar al mundo de la empresa incorporando a un economista marxista.

En esto no hay originalidad alguna: Sumar sigue milimétricamente el proceso de formación de Izquierda Unida en 1986, con un PCE infinitamente más débil y una IU que busca su resurrección con otro disfraz y una líder con más aceptación social demoscópica que cualquiera de los coordinadores generales que tuvo aquella.

En cualquier caso, la desigualdad entre un Sumar formado por una coalición de siglas y encabezado por una lideresa con escasa conexión orgánica, salvo su carnet del PCE deja a ésta, por carismática que sea su proyección política, en una situación de debilidad tanto interna como externa.

En el intercambio de caricias entre Sumar y Podemos, éstas se concentran, tanto para su emisión como para su recepción, en Yolanda Díaz, que sólo puede contar como infantería más activa con opinadores mediáticos, fans de las redes sociales y un cierto entusiasmo comedido de algunos de comunicación (La Sexta, El País, El Diario, la Ser).

Pero no puede contar con la asistencia bélica de Izquierda Unida, los Comunes o Equo porque para las elecciones municipales y autonómicas próximas van integrados en las candidaturas conjuntas de Unidas Podemos y sus denominaciones locales en gran parte del territorio. Los partidos de ámbito regional no se implican abiertamente en esa guerra porque su objetivo es reforzarse dentro de las sinergias de la marca paraguas Sumar y ésta no se presentará a las elecciones del 28-M. En cuanto al errejonismo su guerra con los podemitas es de baja intensidad.

Podemos dispone de un ejército más estructurado, cohesionado y variado. Además de sus dirigentes con acogida médiática general, al menos para esta guerra (Iglesias, que dirige toda la estrategia, Montero, Belarra, Echenique, Pablo Fernández), disponen de algunos medios muy cercanos (Público, CTXT) y un medio propio (Canal Red, ahora en TDT), de impacto y audiencia limitados, pero desde los que se imparte doctrina, artillería constante contra su socio de gobierno, el PSOE y pellizcos a Yolanda Díaz. Así mismo, Podemos cuenta con un conjunto de opinadores que se encargan en sus entornos amigos de que no decaiga el enfrentamiento y de varios miles de hooligans en redes sociales, especialmente fanatizados en twitter que agitan el insulto por bandera argumental.

Así las cosas, es la propia Yolanda Díaz, salvo asistencias limitadas, la que debe responder a las invectivas podemitas, Cuando acierta en tono y contenido de la respuesta, el éxito es de todo Sumar. Cuando yerra, como en el caso del tratamiento que hizo a la figura de Iglesias en la entrevista de Évole, transmitiendo la idea del enfrentamiento Podemos-Sumar en algo personal, justo la idea que los primeros buscan que cale socialmente, el error es suyo.

Del mismo modo que la opinión de un periodista no es la suya sino la de su medio, la orientación de la entrevista no la marcó Évole sino La Sexta. No hay error de Évole. En la guerra de ésta con Podemos, Sumar es un instrumentos útil, pero no ignoran que el objetivo de su matriz mediática Atresmedia es que el PP gobierne tras las próximas elecciones generales.

¿Quién ganará esta guerra a hostia limpia? Es seguro que Podemos no. Tras las autonómicas y municipales llegará la constatación de muchos de sus todavía miembros, sobre todo de los no electos, de su fracaso histórico, al ver a donde han llegado tras su primer Vistalegre. No creo que aún sea el “sálvese quien pueda”, faltan las generales pero, para éstas, ya volarán las agujas de los relojes de sus cargos pidiendo sitio en Sumar, con la cabeza de Iglesias y Montero (el resto son 0), como busca Yolanda Díaz y casi todos sus socios, y antes le pasó a Cayo Lara, salvando la distancia en honorabilidad entre uno y otros.

Y a Sumar, ¿cómo le irá? En primera instancia depende de cómo les vaya a sus partidos coaligados en las autonómicas y municipales, por mucho que Sumar no se presente a ellas, y de cómo gestione Yolanda Díaz su participación en las campañas de sus socios.

A quienes vayan en coalición con Podemos no les irá bien porque las listas son cerradas, aunque ya se sabe que todo se matiza luego para consumo interno.

Según cómo le vaya a Colau, a Compromís y a Más Madrid, la cosa de Sumar tirará mejor o peor.

Y sobre todo a Sumar le irá según sumen sus miembros lo suficiente o no con Podemos y con el PSOE el 28-M.

15 de noviembre de 2017

GATOPARDISMO Y PASTELEO EN EL REINO DE ESPAÑA Y EN LA REPÚBLICA SIMBÓLICA DE CATALUÑA.

Por Marat

El exPresident Puigdemont de la República virtual, perdón, proclamada simbólica de Catalunya, en la que no dejó de ondear ni un segundo la bandera rojigualda española, creada a partir de una bandera de señales marítimas de la antigua Corona de Aragón, ha declarado al diario belga Le Soir que “otra relación con España es posible”. De modo más concreto afirmó: "Estoy dispuesto y siempre lo he estado a aceptar la realidad de otra relación con España". En palabras propias dejó claro que él ha trabajado durante décadas para lograr otro "anclaje" de Cataluña en España.

Unos días antes, el Ministro de Asuntos Exteriores del gobierno español Alfonso Dastis había expresado la posibilidad de que el Estado modifique la Carta Magna con el fin de que en un futuro se pueda llegar a celebrar un referéndum sobre la independencia de Cataluña. "Hemos creado un comité en el parlamento para explorar las posibilidades que existen de reformar la Constitución para poder amoldarla mejor a las aspiraciones de algunos catalanes".

Las manifestaciones del gobierno español, expresando una voluntad benévola respecto a los “insurrectos” catalanes, en la semana de la declaración de los miembros del la Mesa del Parlament ante el Supremo, indicaban la voluntad del pasteleo que ahora empieza a configurarse entre los partidos de la mediana y pequeña burguesía catalana, en un bloque, y del gran capital catalán y español, en el otro.

La declaración de Carme Forcadell en su comparecencia ante un Tribunal Supremo que había manifestado sus intenciones - “Tranquilos, esto no es la Audiencia Nacional”, en palabras del magistrado de este órgano Pablo Llaneras-, allanó el camino hacia el reconocimiento de una proclamación de independencia inexistente por parte de la Presidenta de la Mesa del Parlament, Forcadell, para la cuál aquella fue puramente “simbólica”. Y era muy cierto: en ningún momento el Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya recogió que se hubiera producido dicha independencia. Y, vamos al detalle, veremos que la parte resolutiva del acuerdo del 27 de Octubre, en el que supuestamente se declaraba la independencia de Cataluña respecto al Estado español, se limitó a pedir a Puigdemont que buscase la manera de implementar la ley de transitoriedad jurídica. Es ahí donde debemos entender la carta de Puigdemont a Rajoy, tras la exigencia del segundo de retractación al primero, tan reacia a admitir sus propias limitaciones, tan poco enunciativa respecto a la declaración, y tan sobrada de soberbia.

La vía Forcadell ha sido anunciada por los voceros mediáticos del gobierno español como la idónea para la salida de la cárcel de los consellers y el vicepresident encarcelado e incluso para los “solidarios” con los presos huidos a Bélgica, Puigdemont y su cuarteto de la tocata y fuga. Tanta manga ancha presenta esta vía que ni Puigdemont ni Junqueras, ni ninguno de los consellers, encarcelados, huidos o en libertad provisional, ni ninguno de los miembros de la Mesa del Parlament han sido inhabilitados hasta el momento para presentarse a las elecciones catalanas del 21D.

Llama la atención que PP y PSOE hayan rechazado la propuesta de Ciudadanos de multar a los miembros del PDeCat y de ERC por su incomparecencia a las sesiones del Parlamento español, los cuáles por coherencia política y decencia personal debieran haber abandonado dichas instituciones, toda vez que, una vez declarada la República catalana, no tenía sentido sentarse en los escaños de representación de otro parlamento nacional distinto al suyo. Claro que, tanto a ellos como al gobierno español les cabe argumentar que dicha proclamación fue puramente simbólica y no ejecutiva. Si el partido del gobierno español y el PSOE hubiesen esgrimido este argumento habrían admitido tácitamente que tanto ellos como los independentistas jugaron a una performance, algo tan común en tiempos de política virtual, guerrillas digitales y hasta manifestaciones de hologramas. La política convertida en la cultura del simulacro muestra ya que la mentira se ha instalado en una especie de reino de Matrix.

Entre tanto, los dos “paros país”, en el que el primero fue convocado por más sindicatos que el segundo, contaron con el beneplácito de una Omnium Cultural y de una ANC, de las que algún día sabremos todas sus conexiones con la burguesía catalana, todas sus subvenciones y sus vínculos con sectores ultracatólicos, de algunas asociaciones de PyMEs y de sectores altos funcionarios de la Generalitat, junto con el pequeño y mediano comercios. Pero por más que se empeñe el diputado del PDeCat, Lluis Llach, estas dos veces no le compró la clase trabajadora catalana su “estaca”. No paró porque, en ambos casos, supo que la fiesta no iba con ella y que no tenía que nada que ganar en una lucha entre burguesías.

Llamativamente, no hubo ni un solo detenido en el llamado “paro país” porque no podían llamar huelga, ya que el ordenamiento jurídico lo limita a la reivindicación de derechos laborales, que la burguesía catalana ha destruido tanto o más que la española, ni general porque ni lo era ni tenía legalidad, por la falta de representación de los convocantes, para serlo. En las huelgas generales de los últimos años en España ha habido cargas policiales (también de mossos), heridos, detenidos, tiros de la policía, represión salvaje y más de 200 amenazados con cárcel, alguno de ellos llevado preso (Alfon, entre ellos).

Tiene sentido preguntarse por los motivos reales y no declarados del procés. Distinguir entre catalanismo, soberanismo, independentismo e identidad nacional o colectiva es académicamente sugerente pero, en el contexto de una globalización que debilita a los Estados, y que encuentra su terreno abonado en países que, como España, no han resuelto satisfactoriamente el encaje de buena parte de los territorios que integran su Estado, la lógica de las patrias, con discursos sobre naciones que exigen sus propias soberanías estatales, se irá imponiendo progresivamente con componentes identitarios cada vez más reaccionarios y excluyentes. En cualquier caso, y más allá de este análisis de urgencia, la clave de las razones por las que hoy determinados partidos nacionalistas e independentistas se han lanzado a este simulacro de independencia se me escapa por el momento y está en algún lugar que hoy por hoy nadie está en condiciones de explicar porque su complejidad tiene forma de ovillo sin un hilo suelto único que deshaga la madeja. El argumento de que pretenden tapar sus propios asuntos de corrupción o de que intentan chantajear al Estado me parece insuficiente para explicar tanto la polvareda como los lodos actuales.

Es evidente que el catalanismo necesitaba su propio clientelismo o masa social. Omnium Cultural y la ANC eran una parte de esa base pero esa base ya existía sin ellos. Estaba en la iglesia católica, la cultura popular, las tradiciones, los casals, el asociacionismo catalanista, la educación. Lo obtuvo también en la administración autonómica.

Es evidente que el catalanismo siempre ha buscado una intervención en relación al Estado español claramente interesada en lo económico y que la redistribución del poder entre una y otra burguesías era uno de sus objetivos más deseados. Pero fue el propio Govern de la Generalitat el que renunció a una forma de financiación similar al cupo vasco. No obstante, conviene no ignorar que Artur Mas lanzó en 2012, en un momento especial de la crisis económica su exigencia al gobierno del PP de un pacto fiscal para Cataluña para no sacar los pies del tiesto constitucional.

Es evidente que la corrupción de CiU (3%) y de su patriarca (Pujol) desestabilizaba su futuro pero cuesta entender que un partido aparentemente limpio como ERC aceptase unirse en su proyecto político, siquiera tácticamente, con dicho partido.

Es evidente desde la aparición de la coalición CiU que existía una competencia brutal entre una pequeña y mediana burguesías más pactistas, representadas por aquella, y la de ERC, aparentemente más radical. Y que hemos conocido el abrazo del oso de ésta sobre la heredera de la primera, el PdCat.

Es evidente que la suma de Junts x Sí (PDeCat y ERC) era insuficiente parlamentariamente para el proyecto independentista y que eso les entregó en parte a la dependencia de las CUP pero éstas se rindieron en términos de sometimiento a un proyecto burgués mucho más que al de uno rupturista en términos socializantes.

Y, sin embargo, algo me hace pensar que faltan algunas claves, que aún no se han desvelado, y que tienen que ver con la posición de determinados estratos de la pequeña y la mediana burguesías catalanas respecto a las expectativas de futuro que éstas esperaban en el juego de un órdago a la grande que, sin embargo, no era realmente independentista.

Mi tesis es la siguiente:
  • La lucha entre los diferentes intereses y estratos de las burguesías busca una permanente recomposición en la correlación de fuerzas de los sectores que la componen.
  • La afirmación de Marx y Engels en “El Manifiesto Comunista” de que Hoy, el poder público viene a ser, pura y simplemente, el consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa” nunca ha sido más cierto que en el presente. En ese sentido se entiende el uso de los mecanismos institucionales de las administraciones políticas para sus propios objetivos tanto de las burguesías que sostuvieron y pactaron después con el nuevo poder triunfante tras la guerra civil española sus hegemonías dentro del bloque del capital como de las periféricas, reforzadas al calor de las administraciones autonómicas posteriores a 1978.
  • Durante cerca de 40 años la administración de la CAV (Comunidad Autónoma Vasca) o Gobierno de Euskadi fue conformando un nuevo sujeto burgués, nacido de las oportunidades que creaba la reconversión industrial de las grandes empresas del INI, las Kutxas (Cajas de Ahorro vascas), la Universidad de Deusto y las apuestas milmillonarias del Gobierno Vasco hacia una I+D+i en proyectos de innovación y desarrollo industrial dentro de los cuáles los parques tecnológicos fueron su punta de lanza. El capital de Neguri, franquista y pactista con el franquismo fue arrollado.
  • En su lugar, la economía catalana, ha pasado por una tensión entre los intereses del antiguo INI y del modelo de supercajas de ahorro actuando como grandes bancos de empresas industriales y de servicios privatizados y convertidos en punta de lanza del capitalismo español y los de una pequeña y mediana burguesías amamantadas por el clientelismo institucional, al modo en el que sucedió en el franquismo con las grandes fortunas, y de un modo también “estufero” y dependiente pero con la diferencia de que los tiempos han cambiado. Hoy el capitalismo necesita una mundialización creciente y el catalán de la pequeña y mediana burguesías intenta su supervivencia, ya que ha llegado tarde a su consolidación. Es desde aquí desde donde quizá podríamos entender la revuelta burguesa de las clases medias catalanas, su conexión con los estratos de la burguesía que representan la ANC, Omnium Cultural y ERC antes que un PDeCat que ha dejado de ser el referente de los Brufau, los Carceller o los Vilarasau, por citar solo tres ejemplos. Es la hora de los condotieri (capitanes de mercenarios) y los aventureros, tipo Oriol Soler, hombre clave en la sombra del procés (recomiendo la lectura del artículo que enlazo) y de sujetos como Jaume Roures (Público), un personaje que haría las delicias de Marx al describir al perfil de ambiciones que entronizaron a Luis Bonaparte.
Tras la imposición por el gobierno español, sin auténtica resistencia, del artículo 155, el encarcelamiento de algunos consellers, la convocatoria electoral por parte del citado gobierno, el acatamiento de todos los partidos independentistas de dicha convocatoria (la actuación de la CUP decidiendo participar en unas elecciones que considera “ilegítimas” es digna de mención), la admisión de que Cataluña no estaba preparada para la independencia (Mas y el resto), vemos cuál es la fase actual del esperpento catalán.

La reciente rehabilitación de la propuesta de la “interdependencia”, esbozada por Puigdemont en Enero del presente año, y relanzada ahora por el mismo, no deja de ser una variante de la teoría del Estado vasco asociado al español, o plan Ibarretxe. Todos sabemos el recorrido que tuvo. No deja de ser una pose hacia el posibilismo y la retirada táctica hacia aguas menos turbulentas para el independentismo.

El intento de portavoces y del entorno social y mediático independentista de esconder que sus instituciones y los líderes del procés habían engañado al pueblo catalán, al admitir hace unas semanas que Cataluña no estaba preparada para la independencia, con la nueva teoría de que no es que no estuvieran preparados para la independencia sino que no estaban preparados para desarrollar la república catalana “haciendo frente a un Estado autoritario sin límites para aplicar la violencia”, en palabras del portavoz de ERC Sergi Sabrià, les devuelve la imagen de su indignidad y de la estupidez de sus propios argumentos. Si durante años el entorno soberanista e independentista ha estado difundiendo la idea del “déficit democrático” del Estado español, de su carácter franquista y fascista, no cabe la salida de la ingenuidad respecto al comportamiento del aparato represivo del Estado español. Y tampoco vale acudir a que esperasen que las instituciones de la UE limitasen su actuación represora, por cuanto sus demandas independentistas no tuvieron eco alguno que no fuese el de determinados sectores identitarios de algunos grupos políticos europeos ligados a la extrema derecha.


Las declaraciones del portavoz de ERC en el Congreso, Joan Tardá, admitiendo que en Cataluña no hay aún una mayoría social que quiera independizarse de España (todavía no somos independientes porque no ha existido una mayoría de catalanes que así lo hubieran querido”), cuando con un 47% quisieron imponerse a un 53% de la sociedad catalana y entonces no ser mayoría no era un problema para las aspiraciones independentistas, remachan la evidencia del engaño. Y lo ha dicho sin despeinarse ni soltar el brazo del cabestrillo, con el que seguirá en campaña hasta pasado el 21-D, cual manco de Ciutadella.


Pero lo cierto es que ha habido una rendición indigna de los promotores del procés, que estamos ante una fase de pasteleo que pronto se volverá empalagoso entre los representantes políticos de una y otra parte (el catalán y el español) de la burguesía, que ésta es que la impone los acuerdos, que vamos a conocer un quinto pacto de ambas élites políticas (la primera la de Cambó, la segunda la de Compayns, la tercera la de Tarradellas y la cuarta la de Pujol) y que la frustración catalana es sólo parangonable al comportamiento históricamente posibilista de sus élites políticas, como lo fue tras la guerra civil con un franquismo al que su burguesía se entregó, como agradecimiento al aplastamiento fascista de una revolución proletaria que temió su burguesía desde finales del siglo XIX y el primer tercio del XX.

Esto no acabará ni con las demandas de una Cataluña que 5 siglos después no ha logrado un acomodamiento satisfactorio dentro del Estado español, ni con los objetivos de su burguesía que ha dejado en pañales a los impugnadores de un “régimen del 78” pero no de un sistema capitalista al que burgueses y pseudoradicales acatan, unos por convicción, otros por incapacidad política de oponerlo.

La derrota actual y sin paliativos del independentismo puede incluso encontrarse con una vuelta a la casilla de salida tras unas elecciones que pudieran ser ganadas por los hoy derrotados pero, en ese caso, veremos, con sorpresa de muchos a un Junqueras actuar como un hombre con visión de Estado (burgués), quizá como un Íñigo Urkullu, con altura de miras y capacidad de aunar voluntades en pro del bien común...del capital catalán y español ¿Quién se lo iba a decir a él, ex Conseller d'Economia i Hisenda de la Generalitat de Catalunya? Al fin y al cabo, él es un hombre que cree necesario que haya misas por televisión. Casi estoy por llamarle Jordi...Pujol. Quien tenía el objetivo primero y fundamental, antes que cualquier otro, de sobrepasar a un partido concreto del catalanismo y de abrir camino a la burguesía pequeña y mediana era él, quien más responsabilidades tuvo en que fuera posible poner en marcha los procedimientos del día siguiente a la declaración que nunca se implementaron era él, quien siempre aparecía en las fotos del procés con cara de distancia y hasta de cierto disgusto también era él.

En el presente, esas burguesías ya no tienen nada que temer. La clase trabajadora ha vuelto a ser solo clase en sí. Sobrevive en su cotidianedad como puede, ha dejado de ser peligrosa hace mucho tiempo, se ha vuelto descreída. No tiene hacia dónde volverse, ni banderas que la representen, ni esperanza futura a la que agarrarse, ni quien eleve su voz desde dentro de ella,...ni siquiera desde fuera. Eso sí, de momento, miren ustedes donde están las esteladas y las rojiguldas en los balcones y verán que los que lo pasan mal no les compran esa película que ustedes los patriotas de cada tribu intentan imponer. Y ahí están, desde luego, muy por encima y lejos de sus supuestos voceros, hasta ahora y afortunadamente.

Pero, a pesar de todo este pasteleo, apaño y arreglo y entre las burguesías de uno y otro lado del Ebro, hay un hecho positivo que nace de su dominio del escenario político e ideológico. Se trata de la derrota de las izquierdas. Sin ella la clase trabajadora podría empezar a crear su propio relato autónomo y a generar sus propias organizaciones porque lo que hoy se llama izquierda no responde ni a sus necesidades ni a sus demandas.

Solo quien cree en la quimera de que la II República fue revolución y que una III sería socialismo, solo quien cree en que una revuelta democrático-burguesa pueda abrir camino a una revolución obrera, sin querer ver la realidad del poder absoluto que hoy tiene la burguesía, solo quien cree que democracia equivale a igualdad, cuando la primera es siempre burguesa, solo quien cree que cambiar las figuras políticas del parlamentarismo puede cambiar la realidad social de verdad, puede esperar otra cosa que la que hay.

Las “izquierdas” podemitas y las más soberanistas de los Comunes se han enredado en la miseria del catalanismo independentista.

El papel de Ada Calau, cada vez más próxima al independentismo catalán, tendrá su respuesta en un buen sector de sus votantes. No es que sea una política que ha abandonado una posición social, que nunca de clase, en beneficio del soberanismo. Es que para un demócrata burgués progresista y bienintencionado empieza a no ser demasiado confiable, tras cada uno de sus juegos que empezaron por la ambivalente equidistancia y han acabado en un discurso del gusto de ERC e incluso del PDeCat.

Su partido, En Común, con sus constantes juegos de una cosa y la contraria, ha acabado por jugar en el terreno de la burguesía catalanista, con un perfil progre cada vez menos definido y una capacidad de interlocución en España cada vez más débil. Sus alianzas con Podemos se resistirán en un futuro próximo pues sus intereses electorales van a ir difiriendo cada vez más claramente. 

Si Iglesias intenta ahora desligarse, no lo logrará sin perder pelos en la gatera y sin la consecuencia en Cataluña de las contradicciones entre lo que dejó hacer y lo que ahora intenta reconducir. En el resto del Estado, el precio que pagará Podemos, al intentar restañar las heridas catalanas, le irá conduciendo hacia la evidencia de que ni es un partido de clase ni tampoco es ya siquiera un partido democrático radical burgués sino un grupo cuyas contradicciones internas le harán saltar en pedazos o le conducirán a una IU bis pero con una base más inestable.

Su alianza con la IU actual está comprometida a medio plazo. El intento de Garzón de marcar diferencias en relación a Cataluña es un paso más en lo que ya se observa en cuestiones como la la gestión municipal en Madrid y otras cuestiones que se irán marcando con el tiempo. Los restos de IU se irán disolviendo en un piélago de miserias cada vez más contradictorio, reformista y agotado.

El PSC podría cosechar a muy corto plazo algunos réditos en el marasmo del catalanismo no radical pero, a medio plazo, generará muevas contradicciones con el PSOE, por la diferencia de intereses espuriamente electorales y tácticos dentro de la dinámica contradictoria Cataluña-España.

El resto, la llamada izquierda radical o izquierda a la izquierda de la izquierda, es nada hoy. Mañana será menos aún. Su incapacidad teórica, su sectarismo, su naftalina ideológica, su tendencia al coyunturalismo oportunista, dispuesta a encontrar crisis de legitimidad del Estado burgués desde los propios agitadores burgueses, antes que construcción de organización autónoma de clase, desde la clase y para la clase trabajadora, les ha convertido en prisioneros de Zenda del soberanismo independentista, primero del idealizado vasco, luego del catalán. Atrapados entre la teoría de un febrero que conduce a un octubre, hace ya muchos años que habían demostrado ser inoperantes desde una teoría del antiimperialismo incapaz de operar en terreno propio contra el capitalismo más inmediato y de acercarse a la realidad de la clase trabajadora realmente existente y no fantaseada en sus ritualizadas conceptualizaciones.

La izquierda reformista y la que se autodenomina revolucionaria serán un deshecho a medio plazo, por muchos más motivos, y quizá, más profundos que el hecho catalán. Desde hace decenios ni tienen función transformadora ni poseen utilidad real para una clase a la que o han sustituido por “la gente” o solo ritualizan. Son “izquierdas morralla”. Su vacío no dejará necesidad de la misma sino oportunidad de un nuevo comienzo absolutamente distinto.

Pero esa, como dijo Kipling, es otra historia.

9 de febrero de 2016

TIEMPO DE REPRESIÓN: A PROPÓSITO DE LOS 8 DE AIRBUS Y LOS 2 TITIRITEROS

Por Marat

El puño del capital y de su Estado golpea sobre la clase trabajadora organizada

«Proyecto de Ley.
El presidente del Consejo, jefe del poder ejecutivo de la república francesa, propone a la Asamblea nacional el proyecto de ley siguiente:

Artículo 1.º Todo francés que después de la promulgación de la presente ley se afilie o permanezca afiliado a la Asociación Internacional de los trabajadores o a cualquiera otra Asociación internacional, sea pública o privada, que profese las mismas doctrinas y tenga el mismo fin, será castigado con prisión de dos meses a dos años y con multa de 50 a 1.000 francos. Además será privado de todos los derechos cívicos, civiles y de familia enumerados en el art. 42 del Código penal.

Podrá ser sometido a la vigilancia de la alta policía por cinco años, sin perjuicio de las penas más graves aplicables conforme con el Código penal, a los crímenes o delitos de que los miembros de estas asociaciones se hayan hecho culpables como autores principales o como cómplices.

Art. 2.º Será castigado con las mismas penas y despojado de pleno derecho de la calidad de francés, cualquiera que por uno de los medios enunciados en el art. 1.º de la ley de 17 de mayo de 1810 haya excitado a los habitantes de una parte del territorio francés a sustraerse a la Asamblea nacional, sea anexionándose a un Estado vecino, sea constituyéndose en Estado independiente, sin perjuicio de las penas más fuertes en que hayan incurrido con arreglo a los artículos 81 y siguientes del Código penal.

Art. 3.º El art. 463 del Código penal podrá ser aplicado en cuanto a las penas de prisión y multa pronunciadas por los artículos precedentes.» (Diario “La Época”. Madrid. 19 de Agosto de 1871)

Es obvio que Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez no son precisamente peligrosos agentes de la I Internacional o Asociación Internacional de Trabajadores, ni peligrosos revolucionarios huidos tras ser aplastada la Comuna de París, motivo por el que se perseguía en 1871 a los miembros de la AIT. A lo sumo podría decirse de ellos que son agentes bien pagados de la concertación, la paz social y la perpetuación del poder del capital, lo mismo que el resto de las cúpulas de CCOO y UGT.

Pero los 300 sindicalistas sobre los que pende la amenaza de penas de prisión por participar en huelgas en defensa de los derechos de la clase trabajadora nada tienen que ver con los privilegios y la cómoda posición de ambos dirigentes sindicales.
Los 8 de Airbus son el mascarón de proa de la campaña, a la que las direcciones de CCOO y UGT han ido a regañadientes, tras mucho tiempo haciendo silencio y sordina e intentando rebajar las penas a multas por detrás de los juzgados o acogiéndose a una pseudoforma de amnistía, como si hubieran cometido delito; como si la huelga fuera delito. Sobre cada uno de ellos recae una media de más 8 años de cárcel (66 años a repartirse entre 8 trabajadores) por su participación en la Huelga General del 29-S de 2010.


Ha sido un movimiento desde las bases sindicales el que les ha reivindicado junto al resto de los casi 300 sindicalistas -cuyas direcciones sindicales han ocultado celosamente la lista completa de los mismos para dificultar ese movimiento de solidaridad y poder pastelear con el gobierno, la fiscalía y los poderes fácticos del capital su libertad-, razón por la que desconozco si hay entre esos 300 encausados militantes de otros sindicatos, que seguro que los hay.

Al conjunto de esos 300 sindicalistas se les pide más de 100 años de cárcel, lo que indica que con los 300 de Airbus, una gran empresa de plantilla combativa, se quería hacer un escarmiento especial con el fin de amedrentar al conjunto del movimiento sindical español y al conjunto de la clase trabajadora del país, como si ir a una huelga general con amenazas de cierres patronales y de despidos a los participantes en un país con casi 4.500.000 parados oficiales no fuera bastante represión y chantaje empresarial.

Cuando hablo del conjunto del movimiento sindical español no me refiero a las cúpulas sino a esos 300 sindicalistas, a los mineros, a los trabajadores de Panrico, de Coca-Cola, de la limpieza de Madrid, de Madrid Río, del Metro de Madrid y de tantas y tantas luchas que sí han representado la dignidad de la clase trabajadora y no los burócratas sindicales cuyos sentimientos de clase están más cerca de aquellos con los que negociaban -que ya no les necesitan- a mesa y mantel.

Hace tiempo que el capital y su Estado -el Estado no es neutro, de forma que obedezca a los dictados de cualquier clase social o facción política que represente distintos y hasta enfrentados intereses de clase (esa es la “ilusión democrática” con la que mercadea el reformismo procapitalista- han decretado el fin del contrato social y el inicio de una guerra de clases que gran parte de la clase trabajadora se niega a percibir o que, cuando lo percibe, espera a que el temporal escampe, creyendo que estamos ante una crisis coyuntural más y que cuando ésta pase, se recuperará lo adquirido tanto en forma de salarios, como de empleo y de derechos y condiciones de contratación y de trabajo. Vana ilusión.

Esta crisis del capital no es una crisis cíclica más. Es una crisis de sobreproducción que ha detonado en forma financiera y que los capitalistas y sus Estados no son capaces de superar por más centenares de miles de millones que hayan inyectado a bancos y entidades financieras sino que, al contrario, está entrando en una fase de próxima implosión con efectos aún más letales sobre la economía mundial y de las clases trabajadoras en general, que verán aún más recortados sus salarios, depauperadas sus condiciones de vida, incrementadas sus cifras de paro y perdidos sus derechos históricos conquistados.

Mientras tanto, la estrategia del capital es deshacerse de todo lo que signifique para él coste social, recuperar para el mercado lo que antes fue público para tratar de mantener la tasa de acumulación del capital, endurecer las legislación sobre libertades de reunión, manifestación, expresión, etc. hacia un concepto de “seguridad” pública y modernizar la dotación de sus cuerpos policiales, preparando el terreno para un incremento aún mayor de la represión porque saben que la recuperación de la lucha de clases se producirá con el desinfle de la ilusión democrática y la nueva fase de depauperación vital de clase trabajadora.

Esto lo sabíamos y denunciamos quienes en su día creamos la Coordinadora Paremos la Criminalización de la Protesta Social, boicoteada y reventada desde dentro por el PCE/IU/Izquierda Abierta y desde fuera por los convocantes de manifestaciones de hologramas de No Somos Delito, ligados a Podemos, y que tanto problema tenían en coincidir estratégicamente con quienes reivindicábamos la defensa de las libertades de un modo especial para la clase que sería más duramente reprimida, la trabajadora. Lo suyo era ya cuando aparecieron “la gente” y “los ciudadanos”.

Hoy la defensa de esas libertades sigue siendo fundamental para que la clase trabajadora no se vea aplastada; es algo que comprenden muy bien el capital, su Estado y sus partidos de turno en cada ocasión.

Por eso creo que todo trabajador con conciencia de clase o incluso sólo con instinto de ella debe de estar, aunque para ello tenga que ponerse una pinza en la nariz, en la manifestación en apoyo de los 8 de Airbus del jueves 11 de Febrero a las 6 y media de la tarde y que transcurrirá de Cibeles a Sol en Madrid porque son ellos quienes pueden comerse el marrón de la cárcel por defendernos a todos los trabajadores y no ningún “dirigente” sindical de alto nivel.



Que nadie entienda que apoyar a los sindicalistas represaliados y criminalizados es dar un voto en blanco, ni siquiera un balón de oxígeno a sus direcciones porque ya no queda en ellas ni un ápice de credibilidad. Pero pretender no ser solidarios con quienes arriesgan la cárcel por apoyar la causa de los trabajadores sería, además de miope y estúpido, indecente.

Más tarde será hora de ajustar cuentas con las claudicaciones sistemáticas de los burócratas sindicales y con sus estructuras intermedias antes llamadas de “aristocracia obrera” y que hoy sólo merecen el nombre de pancistas vendeobreros.

La doble criminalización de la libertad de expresión por los elementos fascistas y por los podemitas
La ley que incrimina las opiniones no es una ley del Estado para los ciudadanos sino la ley de un partido contra otro. Ella suprime la igualdad de los ciudadanos frente a la ley. No es una ley de unión sino una ley de separación y todas las leyes de separación son reaccionarias. No es una ley sino un privilegio. (…) en una sociedad en la cual un solo órgano se cree el único y exclusivo poseedor del Estado y en la cual un gobierno entra en una contradicción de principio con el pueblo y considera por ello su propia opinión, aunque ésta sea contraria a la naturaleza misma del Estado, como la opinión general y normal, la mala conciencia de la facción inventa leyes tendenciosas, leyes de venganza contra una opinión que sólo se encuentra entre los miembros del gobierno.” (“Observaciones sobre la reciente reglamentación de la censura prusiana”. Karl Marx. 1843)

Los expertos de la ONU señalaron que la definición de los delitos de terrorismo y las disposiciones relativas a la criminalización de los actos de "incitación y enaltecimiento" o "justificación" del terrorismo" incluidas en el proyecto de ley de Reforma del Código Penal en materia de delitos de terrorismo "son excesivamente amplias e imprecisas".

"Tal como está redactada, la ley anti-terrorista podría criminalizar conductas que no constituirían terrorismo y podría resultar entre otros en restricciones desproporcionadas al ejercicio de la libertad de expresión", recalcó Kaye.” (“La ONU critica la reforma del Código Penal y la llamada "Ley Mordaza" de España”. Agencia EFE. 23 de Febrero de 2015).

El pasado 5 de Febrero estaba prevista la representación de la obra de títeres “La Bruja y Don Cristobal” por los titiriteros de la compañía Desde Abajo en el canal de Isabel II de Madrid.

La obra, que los propios titiriteros (Alfonso Lázaro y Raúl García) se inscribe dentro de la tradición de guiñoles conocida como títeres de cachiporra, cuya existencia se remonta hasta la Edad Media y tiene su representación en distintos países de Europa.

Cualquiera que se dé un paseo un domingo por parque de El Retiro en Madrid verá representada esta tradición para todos los públicos, pues es en abierto, incluidos los niños.

Los guiñoles que, para quien no lo sepa o pretenda fingir que no lo sabe, son muñecos representan personajes variopintos, unos buenos y libres, otros malvados y opresores.

En España la tradición de los títeres de cachiporra fue recogida por primera vez en una coproducción entre Manuel de Falla, un señor nada sospechoso de ser un peligroso anarquista -ahora los criminalizan como tal desde la Brunete mediática de la ultraderecha porque uno de ellos es miembro de la CNT, como si éste no fuera un sindicato legal- y el poeta y dramaturgo Federico García Lorca en 1923 en una obra llamada La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón. La obra se llamaría mas tarde El Retablillo de don Cristóbal. A García Lorca sí que le sigue teniendo ganas la caverna ultraderechista española, esa que piensa que bien asesinado estaba por rojo y maricón. Mientras tanto los libros de texto aprobados por el Ministerio de Educación del gobierno del PP para la educación primaria de este país afirmaban hasta no hace mucho que Lorca se murió.


Si nos descuidamos y vuelven a gobernar no me sorprendería que modifiquen el “dato” afirmando que anda todavía por ahí “haciendo las Américas con su compañía”.

Al poder político, económico y eclesiástico nunca le gustaron los títeres de cachiporra porque hacían hablar y actuar a unos muñecos de guante y de madera pero no le quedaba otro remedio que tolerarlos en la mayoría de las ocasiones, por esa misma razón, so pena de hacer el ridículo porque tendrían que encarcelar no sólo al titiritero sino al títere, medio que expresa la irreverente burla.

Como afirma la periodista Marta Peirano en un interesantísimo artículo del que les he puesto el enlace más arriba

Los títeres de cachiporra son políticos de nacimiento y violentos por definición: son la proyección popular de la libertad contra la opresión. Se reconocen porque no son de cuerda sino de guante, y porque siempre pegan al poderoso, al rico, al policía, a la autoridad”

Si se afirma que los contenidos de la representación eran violentos y no para niños convendría recordar lo que la aludida obra coproducida por Lorca y Falla decía y hacía. Reproduzco literalmente un párrafo del interesante artículo que ya les ha mencionado:

"Oigan señores el programa de esta fiesta para niños, que yo pregono desde la ventanita del guiñol, ante la frente del mundo", dice Lorca. Su Don Cristobal es un viejo verde que se casa con la bella Rosita en contubernio con la codiciosa madre de la muchacha, que le pega los cuernos con cuatro amantes hasta que queda embarazada de cada uno de ellos. A medida que van saliendo los niños, Don Cristobal les sacude un porrazo porque cada uno es de un hombre distinto. Esto es sólo el comienzo de un largo relato de enredos, cachiporrazos y crueldades sin fin.”

Por cierto, aunque no es un guiñol sino un muñeco de paja de tamaño natural vestido de negro, en el festejo de Carnaval de Villanueva de la Vera (Cáceres), el Peropalo representa a un personaje malvado, un hombre de poder según algunas versiones, que es manteado, descuartizado, disparado con escopeta y finalmente quemado por la población de la localidad que participa en la festividad. Esa actividad es representada en plaza pública ante la vista y jolgorio de niños y mayores. ¿Violento? Es un muñeco.

El toro de La Vega, un animal de carne y hueso, es alanceado hasta su muerte en la localidad del mismo nombre en una fiesta que se considera una tradición y nadie ha prohibido. También hay niños entre los pobladores de la localidad. No he escuchado a muchos jueces ni padres de allí escandalizarse ni les he visto rasgarse las vestiduras.

Y ahora vayamos al fondo de la cuestión:

En el teatrito de pressing catch (recordaré que es una representación con tongo socialmente asumido) al que nos tienen acostumbrados la derecha del PP y su “oponente” de turno (durante muchos años el PSOE, hoy Podemos y sus marcas) ganar una posición, colarle un gol es un objetivo en el que ambos ponen el máximo empeño. Nada real se transforma en esa performance política.

La representación de ese teatrito de Don Cristobal que conforman PP y Podemos suele ser incruenta, salvo la dimisión de algún personaje menor. En este caso, la peleita virtual a través de los medios y de las redes sociales, en las que los hinchas de un lado y de otro participan como comparsas airadas, sí que ha tenido su consecuencia. La prisión provisional y sin fianza de Alfonso Lázaro y Raúl García por decisión de un juez fascista, con pasado como policía franquista, llamado Ismael Moreno, del que recomiendo conocer su http://canarias-semanal.org/not/17736/el-juez-de-los-titiriteros-un-ex-policia-franquista-metido-a-magistrado-de-la-audiencia-nacional/ ¿Hay razones para inhabilitarlo como incapacitado para impartir justicia? Yo creo -pero es sólo una opinión en mi ejercicio de la libertad de expresión- que SÍ.

Entrar a explicar el contexto de la obra, los significados reales de las escenas “violentas” y el papel que juega la pancarta “Alka-ETA” como explicación de tantas pruebas fabricadas por una policía de comportamiento mafioso y terrorista (recordemos el caso Alfon, en prisión FIES) es caer en la trampa de situar el derecho a la libertad de expresión y de creación intelectual a la defensiva. ¡VOSOTROS FASCISTAS SOIS LOS TERRORISTAS!

Conviene aclarar que la compañía Desde Abajo actúo contratada por el Ayuntamiento de Madrid cuando era alcaldesa Ana Botella y entonces nadie se rasgó las vestiduras, del mismo modo que esta compañía ha actuado en diversas localidades de España sin que nadie lo hiciese, quizá porque los responsables de la representación objeto de tanta ira garrula siempre han distinguido entre sus obras para niños y sus obras para adulto y dejado claro que ésta lo era para adultos. Otra cosa muy distinta es la responsabilidad de quienes contrataron su actuación.

La caverna mediático-fascista gritaba “apología de ETA, violaciones en un espectáculo con niños. ¡Crucifícalos!”. Y el “juez” Ismael Moreno sin esperar a que pasaran los carnavales y que llegase la Semana Santa, se saltó todo el período de la Cuaresma y les crucificó. A la fiesta se sumo ese engendro de la AVT, que ha secuestrado el nombre de las víctimas del terrorismo, se ha querellado contra unos cómicos que movían a unos títeres representando una función. Y de paso, ha dejado en el más lamentable ridículo a la memoria de esas víctimas y a los familiares de las mismas que no hacen bandera fascista de la sangre.

¿Pero era un espectáculo para niños?

Lo primero que convendría saber es cuántos fueron los padres escandalizados, qué conocían o no de la tradición de los títeres de cachiporra y si se rasgan igualmente las venas ante los espectáculos degradantes que en horario infantil nos dan televisiones como Tele 5 o si controlan los contenidos televisivos, así como los usos del móvil y de Internet que hacen sus hijos. Tengo la convicción de que una buena parte de los airados padres ante el teatrito de títeres no pasarían la prueba.

En segundo lugar convendría preguntarse a qué jugaron los organizadores y responsables de comunicación del Carnaval de Madrid (Ayuntamiento) cuando comunicaron a la vez que no era un espectáculo para niños sino para adultos y que era para todos los públicos:





Podemos y sus marcas blancas, Carmena y su equipo municipal se superan. Hasta ahora habían sido capaces de decir una cosa y a renglón seguido otra. Pero decir dos cosas opuestas a la vez entra dentro de la categoría de lo insuperable.

Convendría interrogarse por el carácter progresista de la Concejala de Cultura y ex okupa del Patio Maravillas (gran precursor podemita), corriente institucional de pacto con el Ayuntamiento de Madrid de la era Gallardón, doña Celia Mayer, cuando presentó denuncia a través de Madrid Destino (empresa municipal) contra los dos titiriteros por enaltecimiento del terrorismo. Actúo igual que la AVT, Ismael Moreno y la Brunete mediática fascista. Su decisión, por elevación, es como si la hubiera tomado la Alcaldesa Manuela Carmena, esa señora tan defensora de los derechos humanos que dejó morir a un preso de los GRAPO, cuando era jueza penitenciaria, que se encontraba en huelga de hambre pidiendo mejoras de las condiciones carcelarias y reagrupación de los presos.

Que ahora Celia Mayer, máxima responsable de Cultura en el Ayuntamiento y, por tanto, del Carnaval de Madrid, o al menos de su parte municipal, se plantee retirar la denuncia es sólo consecuencia oportunista, que no sensible, del cabreo popular y democrático contra el encarcelamiento de los dos titiriteros de Desde Abajo.

No basta con que cesase al director artístico municipal que programó la contratación de los títeres en un intento de soltar lastre, hacer rodar una cabeza de turco y salvar sus posaderas municipales. Debe dimitir ella misma, como máxima responsable de Cultura y, en consecuencia, de la programación del Carnaval de Madrid en la parte que compete al Ayuntamiento. Su papel como chivata de la policía, acusadora e incriminadora e inquisidora de dos pobres cómicos, lo exige y la decencia política, de la que tanto alardean los podemitas, también.

Que doña Manuela Carmena calificase de “espectáculo deleznable” la representación sólo indica que la deleznable, indigna y despreciable es ella, incapaz de asumir los errores municipales como máxima representante de un Ayuntamiento que un día sí y otro también hace el ridículo por sus idas y venidas, pseudoavances y retrocesos reales (Ley de Memoria Histórica municipal parada), desprecios a los trabajadores de limpieza municipal, Coca-Cola (arbolito navideño de la marca cuando ellos están en lucha), progresismo de cartón piedra, exhibición de orgullo porque Madrid sea con su mandato un lugar privilegiado para especuladores internacionales, reino de Taifas administrativo y casa de tócame Roque de descoordinación. 

¿Está la señora Carmena, jueza jubilada, mostrando una pauta de comportamiento corporativa con el sector más reaccionario y fascista de la judicatura, en concreto con alguien como Ismael Moreno? La pregunta creo que no es demasiado ociosa.

En su calificación de la obra, la señora Carmena no quedó muy por detrás del Ministro del Opus y violento destructor de libertades, y personaje siniestro, Jorge Fernández Díaz, para el que la representación fue “repugnante”

La explota-bebés, para su promoción personal, en el Congreso -que tiene guardería y ella misma una nany que esperaba fuera al niño- y antiabortista (“El aborto no es un tema que construya potencia política de transformación social y, por lo tanto, no es prioritario” , Carolina Bescansa, una de las máximas dirigentes de Podemos, ha declarado sobre la cuestión lo siguiente:

"El ayuntamiento de Madrid resolvió de manera inmediata y fulminante el asunto, relegando de su responsabilidad a las personas que organizaron el carnaval y denunciando a los titiriteros" (…) "Este es un asunto deplorable. Fueron unos títeres absolutamente impresentables. Aquí lo que ha pasado es que ha habido una compañía que ha hecho una cosa muy mal y ahora deben responder"

Pero si todo lo anterior indica la calaña humana de los apaleadores de titiriteros, no debemos olvidar a los relativizadores de la criminalización.

Veamos el vídeo de la intervención de la señora Bescansa con sus consideraciones sobre el asunto:



Veamos como Pablo Iglesias intentaba hacer luz de gas sobre la cuestión:


Es cierto que hay cosas muy graves en este país pero no le preocupan tanto al señor Iglesias como el intentar zafarse del comportamiento irresponsable y de chivatos de la policía de Podemos y de su marca blanca en el Ayuntamiento de Madrid, Ahora Madrid.

Ramón Espinar, senador de Podemos por Madrid, e hijo del usuario de tarjeta black de Bankia, y miembro del PSOE del mismo nombre, intentaba zanjar el asunto con una mera alusión a error.


Y los titiriteros acusados por los podemitas que se pudran en la cárcel.

El diputado de Podemos en la Comunidad de Madrid, Emilio Delgado, sube un escalón y llama "zumbados" a los dos artistas, a quienes acusa de abusar de la confianza de quien les contrata y de la atención del público. 




De paso, que nada debe ser desaprovechado, ataca a sectores de izquierda por criticar las canalladas de Ahora Madrid, títeres de Podemos. 

Tengo calificativos hacia este señor que estoy recitando mentalmente pero que no los traslado al texto por respeto a todos ustedes. 

Para Jorge Moruno, voz de su amo de Público (diario oficial de Podemos) y de Roures y dirigente podemita, el problema estaba en el comportamiento de los artistas, razón por la que echaba su palada de basura sobre ellos, sin olvidarse de atacar a quienes denunciamos la canallada de su partido.


Un sujeto realmente aborrecible este señor.

Conviene señalar que cuando ante un “error” -vulgo canallada del cobarde que evita asumir sus propias responsabilidades sin descargarlas en quienes no la tienen- se actúa mancomunadamente en una estrategia de luz de gas sobre esos “errores”, desvío del balón y colectiva actuación indigna (algún día habría que pedirles explicaciones a los cheerleaders podemitas en las redes sociales, capaces de justificar las mayores infamias de su partido, del mismo modo que sucede en otros partidos) estamos ante una asociación de canallas sin principio moral alguno.
Mención aparte están todos esos opinadores de ocasión que por motivos políticos, desinformación o mala intencón, que de todo ahí quieren quedar bien con unos y con otros, hacer casar lo justo con lo injusto, repartir culpas entre quienes la tienen y quienes no. Me refiero a los que dicen aquello de “injusticia” “barbaridad”, “salvajada”, “arbitrariedad” PERO...no era para niños.

Ese PERO está paliando lo que dice rechazar, la cárcel. “Olvida”, “ignora” o hace “abstracción” de que los titiriteros aclararon siempre que su espectáculo era para adultos y que el “error”, que no es simple “error” sino una mezlca de estupidez, inepcia, malas artes, engaño, cobardía y falta de decencia, hace que la carga de la prueba caiga del lado de políticos, administradores, creadores de envenenada opinión y forofos incondicionales de lo que diga el político de turno, sin un instante de vacilación, duda, investigación y reflexión sobre los hechos. Consecuencia: dos inocentes entrullados.

Una de las campeonas de ese PERO es la señora Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. Fíjense en la parte final de su texto en facebook



Por cierto, doña Ada Colau repite los mismos esquemas de comportamiento con los trabajadores del Metro de Barcelona que en su día tuvo Esperanza Aguirre, con los del Metro de Madrid, negándose a dialogar con ellos mientras estén en huelga. Cosas del cambio de los gobiernos de progreso.

En ese discurso de equidistancia calculada está la esencia del discurso podemita, ciudadanista, reformista y de la gente. Un proyecto que sólo consiste en defender el voto con uñas y dientes para hacer vaya usted a saber qué porque, ante el menor contratiempo o presión, se bañan en dos ríos a la vez, matizan y reculan. Lo importante es para ellos el gobierno, que no el poder. Una vez aposentados en él ya se irán improvisando y dosificando las renuncias, si no se producen todas a la vez, estilo Syriza. Y es que el capital sabe muy bien que cuando se le agotan unos caballos hay que cambiarlos por otros de refresco que mantengan la ficción gatopardiana de "cambio" en base a ilusiones de ilusionistas para ilusionados que, cuando se desilusionen, se irán a casa completamente desmovilizados porque tampoco es cosa de esforzarse mucho más allá de votar cada 4 años.

Son otro tipo de cómplices con la opresión y con la salvajada arbitraria de un juez y de una coalición de políticos sin escrúpulos de unos y otros partidos. Y son cómplices por oportunismo de salvar los votos hasta de donde nunca les llagarán.

Sólo pondré un ejemplo que me resulta particularmente triste porque proviene de alguien, hoy recién estrenada diputada, a la que conozco personalmente, con quien he tenido en el pasado un trato afable y que, por encima de las capacidades políticas de las que disponga, siempre he considerado una buena persona. Me refiero a la diputada de IU-UP, Sol Sánchez.


Uno no se equivoca nunca si ante el atropello y la arbitrariedad del poder y de la judicatura condena a ambos porque no hay matices ante lo injusto y descabellado.

La alusión al supuesto “error” o bien cargaba algo de responsabilidad en los artistas o bien suavizaba la canallada política como algo involuntario.

Es cierto que posteriomente Sol Sánchez, en una acción que la honra, matizó su tuit anterior en varios otros






Ante la dinámica de fascistización del Estado capitalista español sólo nos caben dos cosas: exigir la inmediata excarcelación de los dos titiriteros y la retirada de las iniciativas del ministerio fiscal contra los 300 sindicalistas, junto con la exigencia de las responsabilidades políticas y de otro tipo que corresponda aplicar a los criminalizadores en cada uno de sus ámbitos, y organizarnos para la pelea porque la lucha contra el neofascismo estatalizado y contra el capital que se ampara tras él será especialmente dura.

Es caro el oficio de titiritero cuando se paga con la cárcel un trabajo por el que apenas iban a cobrar 1.000 euros por las dos actuaciones cuando el encargado de programar las actuaciones iba a cobrar 5.600 y la coordinadora artística de la empresa municipal organizadora de los Carnavales, Madrid Destino, se llevará 23.000 euros.

¡Cómicos!
Duermen vestidos,
viven desnudos,
beben la vida a tragos.
Son adorados,
son calumniados
como dioses de barro.”
(Victor Manuel San José)