29 de julio de 2020

DIARIO DEL AÑO 1 DE LA PANDEMIA (1)


Por Marat

¿Se han fijado ustedes que ya no decimos coronavirus, que el término COVID-19 está en retirada y que ahora todos hablamos de “pandemia”?

El ser humano destaca por muchas cosas. Una de ellas es la estupidez gregaria de repetir los términos que se emiten desde el poder. El mediático, que es un poder eco del empresarial (los medios de comunicación y los emisores de bulos son empresas), ha fijado ya el término, al que los políticos del sistema capitalista (todos los que tienen representación electoral porque no la alcanzarían de otro modo) se han unido en Santa Alianza.  

Decir pandemia es ir normalizando la excepción que nace del nombre concreto y específico de un tipo de epidemia concreto: el coronavirus SARS-CoV-2 (COVID-19). Cuando la anomalía emerge hay una necesidad de nombrarla. Es la manera de acercarse a lo que es, a su naturaleza, de indagar en su etiología, buscando el modo de combatirla.

Cuando esto no es posible porque no se disponen de los recursos económicos, aunque hayan miles de millones dispuestos para salvar, pongamos por caso al sector del automóvil (3.750 millones), ni de los técnicos, como la Comunidad de Madrid para incorporar rastreadores de la COVID-19, cuando bastaría no más de 800 encuestadores, como siempre mal pagados, pero bien formados mediante un correcto briefing técnico para hacer el seguimiento de los contactos de un infectado pero se duda durante más de un mes si se debe imponer la obligación de llevar mascarilla, que no palía lo que no se haga en inversión preventiva en equipos y medios técnicos, para no afectar negativamente al sector de la hostelería y el ocio madrileños, es mejor hablar de pandemia que de coronavirus o de COVID-19. Son fieles seguidores de lo que se ocultaba bajo la expresión “nueva normalidad” que inventó el gobierno de la nación, sugiriendo lo que éste acabaría haciendo después: la doctrina Sinatra del “My way”  (a mi manera) para cada autonomía, sabiendo que cada una de ellas buscaría el beneficio economico de su clase empresarial (no importa quién gobierne. Todo gobierno bajo el capitalismo responde a la máxima de servir a la ganancia del capital) antes que la protección de la vida.

Hay quien pretende que la inacción del gobierno español, que tan bien respondió durante el Estado de Alarma, protegiendo antes la vida que el beneficio empresarial, es un modo de demostrar que la dirección del Estado contra “el bicho” era eficaz y que los que tanto le criticaron desde la oposición política en sus gobiernos autónomos iba a mostrarse ineficaz. Seguro que hay algo de eso pero no deja de ser un comportamiento criminal por pasividad.

Sin embargo, no es esa la razón profunda de la “nueva normalidad”, consistente en mezclar preocupación en los nuevos datos de rebrote de la COVID-19 con esta especie de “laissez faire” de la descoordinación. La real es que estamos ante la peor crisis económica, que pronto será social (ya aparecen signos de protesta de sectores de trabajadores afectados por los despidos y la nueva miseria que se les viene encima), del capitalismo que hayamos conocido desde el final la II Guerra Mundial. Y hay que levantar la economía, mueran los que mueran.

Hay que agradecer al Presidente Trump su sinceridad cuando afirmó que “hay que tomar una decisión. Perdemos miles y miles de personas todos los años por la gripe, pero no apagamos el país por eso. [Hoy, 29 de Julio de 2020, Estados Unidos suma ya 148.066 muertos por el coronavirus COVID-19]. En promedio mueren 37.000 personas al año. ¿Pueden creerlo? Perdemos muchas más personas por accidentes de tránsito, pero no llamamos a las compañías a decirles que dejen de hacer autos por eso. Tenemos que volver a trabajar”.

La derecha capitalista es siempre más cruda pero más sincera sobre los intereses que defiende que la izquierda, que siempre es capitalista desde su origen en la Revolución Francesa, cuando su marca su diferencial fue cuestionar el poder del rey de vetar las decisiones de la Asamblea Nacional, no rechazar el régimen de propiedad burgués que entonces emergía. Pero explicar que comunismo e izquierda son antagónicos es como intentar destruir un acorazado con un tenedor. Los conceptos pueden contener tal nivel de ceguera emocional que impiden cualquier reflexión histórica.

La izquierda europea se inclinará por Biden, como antes lo hizo con Obama, dejando de lado lo que ya sabe: que en el circo político del capital todos responden a su mismo credo, se llamen Trump, Biden, Obama, Casado, Abascal, Sánchez o Iglesias, que se traga una trirreme romana con los galeotes en pie y los remos en alto, con tal de seguir manteniendo su estatus de representante público del capital.

Nos están vendiendo una mentira indecente de “ayudas”, que no defensa de las necesidades vitales de la clase trabajadora ni de sus derechos, con la basura de 462 € (come, paga tu hipoteca o tu alquiler y el agua, luz y gas de tu hogar, sin hablar del resto de necesidades, con eso) del Ingreso Mínimo Vital y resulta que de los 600.000 que dice el Ministro de la Seguridad Social (SS), el que decía que había que separar las prestaciones no contributivas de las contributivas de la SS para asegurar su futuro, que lo han pedido se han quitado a la mitad de candidatos a cobrarlo de encima. Rechazos, personas que desisten por dificultad de comprender o llevar a cabo el proceso de petición de la ayuda, imposibilidad de ser atendido por el teléfono de contacto, negativa al anunciado derecho a cita previa,…. que ha dejado de ser un derecho ligado al trabajo y a las conquistas de la clase trabajadora. Sugiero, para entender lo que significa esta mentira que sustituye derechos por asistencialismo el siguiente enlace: https://encuentrocomunista.org/articles/comprender-el-ingreso-minimo-vital/

¿Les atienden en el SEPE? La oficina del paro, para entendernos. En Madrid ya están negando las citas previas para cualquier demanda, incluida la Renta Activa de Inserción (RAI) de la Comunidad de Madrid, como estará sucediendo en otras Comunidades Autónomas. Eso sí, si vuelves a pedir cita porque la negativa a tus derechos no aparece justificada en el correo electrónico que los funcionarios del SEPE te envían, te dejan claro que el medio para reclamar es pedir la cita que te impiden tener con ellos. Y son muy amables: acaban el correo con “un saludo”.

Quizá haya que seguir hablando de ello y seguramente este post no lo lea casi nadie y, si lo lee, se conforme con decir ¡qué cabrones!, en lugar de organizarse en defensa de los derechos que son pisoteados a muchos de nosotros que no queremos saber que somos parte de la clase que se traga lo que haga falta con tal de no tener problemas, la clase trabajadora.

De los trabajos que no están asegurados, no de los que son fundamentales para la continuidad de la actividad de las grandes empresas y de la administración, los que aparezcan como nuevas oportunidades, serán aún más crueles con tu necesidad de supervivencia y de respeto a tu dignidad. Entiendo por lo que pasas. Sé de ello. Pero no podría entender tu resignación.

No voy a hablar de los desgraciados, con o sin papeles, sobre los que hace una semana se cargaba la prueba de los nuevos infectados. Es gente que solo quiere sobrevivir. Lo indecente es que, atribuyendo al hacinamiento en su pernoctación, tras sus horas de sobreexplotados (sin contrato legal, mal pagados, con horas excesivas de trabajo, sin protección en sus condiciones de trabajo,…), esa gente que ha asegurado que tendríamos alimentos durante el confinamiento, sean ahora la oportunidad de abaratamiento de sus condiciones de vida para el empresario que los sobreexplota cuando se propone que ayuntamientos, comunidades autónomas , Estado y empresarios se repartan el coste de sus habitáculos. En Francia, incluso con Franco, nos trataban mejor a los españoles durante la vendimia.   

Ningún organismo les va a dar una cifra real de parados. Ya se han encargado desde el SEPE en impedir la cita para apuntarse al desempleo pero sospecho que estamos entre 4 y 5 millones parados reales, no de adscrit@s por aburrimiento. Entre ellos, muchos desesperados que tienen sus cuentas a cero.

Vivimos en un tiempo de propaganda. Quizá sea necesario que usted mire sobre su propia realidad y deje aparte sus simpatías políticas electorales, hoy tan pobres. Tal vez deba empezar a pensar por sí mismo sobre lo que se nos viene encima y sobre si ello tiene algo que ver con el sistema económico en el que vive.

Elige si prefieres ser un esclavo que llora y se queja en el bar o alguien que se da cuenta de que comparte con muchos su rabia social y cree, con ellos, que ya basta. Es hora de organizarse.

14 de julio de 2020

MEDIA HORA ANTES DEL DESASTRE


Por Marat

En dimensiones de medida histórica las horas no existen, salvo aquellas que son decisivas. Pero éstas lo son porque se han acumulado tal conjunto de acontecimientos, tan decisivos, tales correlaciones de fuerzas entre contrarios que lo que se precipita en minutos solo es consecuencia de todo lo demás.

En cualquier caso, media hora, en términos históricos pueden ser unos días, semanas, quizá meses, desde luego muy pocos años.

El rebrote del “bicho” campa ya descontrolado por el territorio de España, se reinventa con nuevos bríos allá donde los gobiernos habían pretendido dar lecciones al mundo sobre la eficacia de sus medidas preventivas y sanitarias (Suecia, Portugal Nueva Zelanda, Alemania, Singapur,…) y galopa enloquecido por Estados Unidos, Brasil, otros países de América Latina y la oficialmente inexistente África.

Oficialmente han muerto ya por la pandemia más de 600.000 personas. Dejando de lado errores “involuntarios” de los gobiernos en las declaraciones de cifras, allá donde el sistema estadístico de los Estados ha perfeccionado su mentira, y la imposibilidad de declarar algo más concreto que la indeterminada expresión “miles” en ese tercer mundo en el que la vida vale menos que el cartón con el que se confeccionan decenas de miles de ataúdes.

 Según la OMS 13 millones de personas han sido ya afectadas por el COVID-19. Según se mire, una cifra despreciable, si tenemos en cuenta que habitamos el Planeta 7.700 millones de personas, apenas, el 0,002%. Nos falta aún mucho para alcanzar la inmunidad de rebaño frente a la pandemia, de la que hablan los expertos. Para ser tan expertos no se ponen de acuerdo en si se logra dentro de una horquilla que va del ¡10 al 40%! de la población o es necesario alcanzar el 60%. Todo es cosa de sumar unos cuantos millones de muertos en términos absolutos para alcanzar la ansiada inmunidad ¡Qué asépticas son las cifras para lograr la profilaxis ideal!

Lo que ya no se viene porque ya está aquí desde hace meses, es el incremento de la pobreza de la que amplios sectores de la clase trabajadora no se habían recuperado en los últimos 4-5 años en los que nos decían que “habíamos” –¿quiénes, qué clase social?- salido de la crisis. 49 millones de nuevos pobres en el mundo se sumarán a los miles de millones ya existentes. Una cifra insignificante, si no fuera porque una parte importante de ellos pertenecerán al primer mundo, donde los mendigos, los sin techo y los que aún no lo son, pero malviven creando “colas del hambre”, sí son noticia, aunque menor y siempre políticamente utilizada por los distintos partidos del sistema para sumar votos a su causa y restarla al oponente, sin que se haga nada para, al menos, paliar su situación, salvo prometerles un Ingreso Mínimo Vital que un mes después de iniciarse el plazo de solicitud del mismo ha dejado fuera a la mitad de sus peticionarios y ha convertido prestaciones derivadas del derecho al trabajo en asistencialismo para los nuevos mendicantes que no tendrán derecho a una pensión de contributiva sino de caridad en el futuro, si para entonces existe.

Veremos en España a muchos miles de personas más de las que ya veíamos limpiando parabrisas de los coches en los semáforos, pidiendo en los metros o a la entrada de las Iglesias, niños desnutridos, hombres mayores que no pertenecen a ninguno de los colectivos protegidos, a los que l@s “periodistas” oficiales han convertido en únicos perfiles de la pobreza, engrosar las filas de los “Juan Nadie”, ignorados por todos, avergonzadamente escondidos en las filas de entrada a las sedes parroquiales de Cáritas.

Veremos cómo las distintas fracciones del capital europeo revisten de intereses y conflictos entre socios de la UE y entre naciones lo que no es otra cosa que el reparto de los restos del naufragio que dejará el paisaje tras cada episodio del COVID  y de otras posibles devastaciones que hayan de venir no demasiado tarde, en un planeta que se agota.

Veremos cómo las promesas que hicieron  los gobiernos progreliberales de España, Francia, Italia y Portugal de solidaridad europea para la reconstrucción tras la pandemia se tornan lanzas contra las clases trabajadoras de esos países, en forma de nuevos recortes sociales y privatizaciones de servicios, y como sus economías se convierten definitivamente en las de los criados empobrecidos y endeudados de la UE.

Veremos, una vez más, como tantas en la historia hasta el punto en el que la memoria ya no alcanza, que la izquierda es la quintacolumna contra la clase trabajadora, y el fascismo da un salto de gigante desde una plataforma ya muy sólida hacia la conquista de los bastiones definitivos de la gobernabilidad europea. Y veremos cómo quienes dan el golpe de gracia a la razón política hacen compatibles programas descarnadamente capitalistas y antisociales, revestidos en ocasiones de asistencialismo social, con la represión política más brutal contra la clase trabajadora y las libertades políticas.

Veremos cómo  las tres áreas del imperialismo capitalista –la UE, Estados Unidos y la entente China-Rusia- tensan las relaciones internacionales, haciendo chantaje de tambores de guerra a sus propios pueblos y sometiendo a unas clases trabajadoras, absolutamente domesticadas a los intereses de las tres fracciones del capital internacional; las cuáles se van echando paulatinamente en brazos del fascismo mientras la izquierda continúa traicionándola en nombre de sus ridículas “diversidades” que dicen anticapitalistas, sin demostrar en qué lo son. Su práctica es la de mamporreros del capital, como lo son sus amigos “diversos”.  

Media hora antes, en términos históricos, de que todo eso suceda, disfruten de la playa, echen un polvo en condiciones, de los que ya ni se acuerdan cómo eran, con o sin mascarilla, colgada del codo , de una oreja, en la frente o como antifaz, celebren la subida de su equipo a primera división a rostro descubierto y dándose abrazos –sobran en el mundo imbéciles por millones-. Total, ni el Ministerio de Sanidad, ni las autonomías se ha gastado un euro ni en recursos humanos, ni en equipos EPI, ni en rastreadores, ni en unidades de UCIs, ni en PCRs porque la consigna es consumamos y levantemos la economía hasta morir, la del capital, pero eso importa una m.   

Ustedes, mientras tanto, descubran que para cobrar un ERTE hay que sortear las de Caín, que les mienten cuando les dicen que las Oficinas de la Seguridad Social están abiertas para atender sus peticiones de que no les roben la promesa de un miserable Ingreso Mínimo Vital de 462 euros y de que los funcionarios del Sepe (las oficinas del paro) se “olvidan” de sellarles por defecto, como anunciaron mientras estaban cerradas por la pandemia, las demandas del desempleo o les niegan por correo electrónico los subsidios que por derecho les corresponden sin darles explicación alguna.

Disfruten de esta media hora antes del desastre. Total, no actúan como si les importase demasiado lo que suceda a partir del minuto 31.