31 de mayo de 2017

UN HUEVO EN LA CABEZA NO. UNA PATADA EN LOS COJONES, SÍ

El champú al huevo es muy nutritivo para el cabello
Por Marat

En tiempos de performances, posmodernos, oportunistas sin escrúpulos, postureos y selfies políticos, la indecencia del parlamentario del régimen burgués sí que tiene nombre: miserables aves de rapiña a la caza y captura de la fotografía del “periodista” de la prensa burguesa y progre y del voto desclasado del tonto de turno con cabeza de urna, que cree que sus problemas se resolverán cambiando de collar a los perros del capital.

Este comportamiento es tan viejo como la presencia de las facciones políticas progres de la burguesía con el fin de conducir las protestas de clase hacia su domesticación: la humanización del capitalismo, la basura del bien común, como si fuera posible que, en una sociedad dividida en clases, los bienes fueran comunes, la cosmetización del capital a través de reformas institucionales sin tocar la propiedad, la perpetuación del sistema. Es el papel que han hecho siempre las izquierdas dentro del capitalismo. Los reformistas bienintencionados y los que tocan de oído en la defensa del socialismo se empeñan en no entender que desde la Revolución Francesa lo que se llamó izquierda siempre estuvo dentro del sistema, con el fin de hacerlo más presentable.

En España, el PSOE lanzó el “OTAN, de entrada no” (trampa bien calculada, como su pregunta para favorecer el SÍ), luego fue al NO A LA GUERRA, para acabar metiéndonos en la de Yugoslavia, a través de Javier Solana, el pajillero de la OTAN, mantenernos en la de Afganistán y apoyar los bombardeos sobre Libia (ambos con la maravillosa Chacón, la segunda con el general podemita Julio Rodríguez).

Ahora los podemitas usan cualquier lucha de la clase trabajadora en beneficio de su único objetivo, que ya no es ni siquiera el de reformar el capitalismo porque la socialdemocracia demostró históricamente que no es posible y el muñeco del capital griego, Syriza (cada semana un canalla escribe un aberrante panfleto en una web progre limitando a la UE y Alemania los males de Grecia, callando el papel de Tsipras), han demostrado hasta dónde se llega respetando la legalidad del parlamentarismo burgués.

Esa indecente utilización lo han hecho en el caso de los trabajadores de Coca-Cola, con el permiso de sus dirigentes sindicales, que han permitido que sus manifestaciones y concentraciones fueran capitalizadas por Podemos o, más concretamente, por Pablo Iglesias, hasta el punto de que la prensa eclipsase el motivo de la protesta. ¿Culpa de los medios del capital? Sí. Pero mucha más culpa de quien se pone, para la foto, a la cabeza de una reivindicación, cuyos motivos no sufre como parlamentario blindado de penuria alguna. Y por supuesto del traidor a sus compañeros que se lo permite, sobre todo si juega con vidas y futuros ajenos.

Lo mismo han hecho con huelgas como la de telemárketing.

Curiosamente, a su concejal por Jaén, Andrés Bódalo, lo han abandonado como a un perro sarnoso, como si temieran de él algún contagio. Eso sí, con las payasadas de la famosa camiseta del indecente y oportunista Cañamero, por toda solidaridad con un dirigente de su sindicato. Sacrificarán y dejarán en el camino a quien sea, con tal de que no entorpezca de pillar cacho por parte de esa manada de aventureros.

Los podemitas intentaron destruir las Marchas de la Dignidad el año pasado, convocando su manifestación del Plan B, con el mismo recorrido de la manifestación en Madrid y a la misma hora. Pero con las reividincaciones más light que cabía imaginar. Como no pudieron lograrlo, entraron este año con sus queridas de IU a pretender rebajar sus reivindicaciones y, de no lograrlo, a vincular su payasada destituyente y su moción de censura de postureo a los objetivos de las mismas, que van mucho más allá y que apuntan a donde ellos no llegarán jamás. Dado que en las Marchas conviven posiciones sindicales combativas con las de quienes juegan a dos bandas, puede que logren destruirlas, sobre todo si cuentan con ese caballito de Troya domesticado y a su servicio que tienen, llamado SAT y su Cañamero-diputado.

Ayer, 30 de Mayo, en la manifestación de los taxistas contra la desregulación y salvaje precarización de su sector que significan las empresas de “economía colaborativa” (tomad bien común, idiotas que cacareáis como loros) Uber y Cabify, el Mesías Pablito recibió el tratamiento de champú al huevo.

En las pocas horas en las que ha transcurrido el suceso hasta el momento en que publico este artículo, ya he leido las estupideces de los “progres” de turno culpando al Hogar Social Madrid, una organización peligrosamente fascista, por inteligente, eficaz y bien dirigida, del ambiente que propició el huevazo que Público, boletín oficial giliprogre, ridículamente intentó minimizar, desviando el objetivo del proyectil. Fuera el Presidente de la Federación Profesional del Taxi de Madrid, Julio Sanz, o no el destinatario final del huevazo, lo cierto es que hubo reparto de dividendos y El Coleta, se llevó su cuota parte. Me dicen incluso que el lanzamiento del huevo partió de un miembro de dicha organización de extrema derecha. No lo sé. No lo he comprobado personalmente pero soy de los que creo que, con mucha frecuencia, cada uno cree o afirma aquello que corrobora sus posiciones. Independientemente de quién haya sido el autor, el acto puede estar expresando un hartazgo de los políticos-estrella. Y soy de los que piensa que no hace falta incluso tener una ideología definida para sentir y manifestar el cabreo que lo acompaña. 

Espero que lo del champú al huevo prospere y se extienda contra cada canalla oportunista que vaya a sacarse la foto a costa de las luchas de los trabajadores.

La causa de que en muchos países de Europa, pronto en España, la extrema derecha y el fascismo -no son los mismo, aunque se parezcan. Una es precursora del otro- ganen crecientes cotas de influencia entre la clase trabajadora no está en lo que algunos malnacidos posmodernos e identitarios de la nada proclaman: que la clase trabajadora se ha derechizado. La clase trabajadora pelea, en cada uno de los seres humanos de los que que se compone, por sobrevivir en situaciones en las que muchos de esos críticos de chichinabo no se sentirán, por desgracia. La tragedia de la clase trabajadora es que ya no cuenta ni con perspectivas de revolución social próxima que atemorice a su empresario ni con socialdemócratas honestos, tipo los años 20 del siglo anterior. La izmierda es la puta del sistema. No está para canalizar su rabia, ni siquiera para ser levadura sino para, en palabras de un tipejo llamado Varoufakis, el que le gusta a los Anticapitalistas de Podemos (¡Ojo, el que le gusta a los más avanzados de esa secta!), “estabilizar el capitalismo europeo"

El sector del taxi es muy particular. El Hogar Social Madrid ha entrado en él, dado que en ese sector hay amplios grupos de trabajadores con pensamiento de extrema derecha. Solo un cretino progre y un pseudorevolucionario se contentarían con esta explicación, sin preguntarse qué ha pasado para que, durante tantos años, haya ido creciendo este pensamiento dentro del sector del taxi, como dentro de tantos sectores de la clase trabajadora, sin que la izmierda haya hecho nada para evitarlo.

Toda batalla que ha abandonado la izmierda, convirtiéndose en progrechiruquera, en feminismo burgués, animalismo, especismo, antitaurinismo, postsexualismo del más aberrante posible, subrogacionismo, filoprostitucionalismo y mil repugantes ismos más que solo dividen la realidad frente a una amplísima clase explotada y empobrecida, o en un pseudocomunismo que jamás tuvo que ver ni con Marx ni con Lenin, sino con versiones fanatizadas de su pensamiento, la cubre ahora y cada vez más la ultraderecha, pronto el fascismo. Os lo habéis ganado a pulso.

La clase trabajadora, llevo todos los años de la crisis diciéndolo, no tiene quien la escriba. Los pequeñoburgueses hablan de ciudadanos, donde nunca se dé la lucha de clases, de gente, de personas, y de mil paridas más, que niegan la explotación y la sobreexplotación (un día os explico la diferencia de conceptos) en lo laboral, la imposibilidad, para muchos de lograr entrar en el mercado de la explotación para supervivir, la pérdida de sus viviendas, la imposibilidad de alcanzar una pensión por falta de cotización suficiente, la vejez con hambre, la falta de esperanza siendo joven,… Y vosotros os dedicáis a que no les corten el rabo a los perros o a que acaben con las corridas. Que os den por el culo, progres.

La clase trabajadora necesita volver a organizarse. Ha de hacerlo al margen de vosotros y contra vosotros, progres e “izquierda”. La clase trabajadora más pronto que tarde necesitará pensar en clave de identidad de clase, de lucha de clases, de poder para sí, de emancipación de la explotación y de una sociedad en la que pueda imponer su dictadura de clase, como la burguesía impone hoy la suya. Eso se llama socialismo. Para esto hacen falta comunistas, no izquierda, y comunistas de mente abierta y sin caspa.   

30 de mayo de 2017

EEUU. ¿OTRA BURBUJA INMOBILIARIA? ENTREVISTA CON MICHAEL HUDSON

Sharmini Peries. Kaosenlared

SHARMINI PERIES: Justo antes del colapso económico de 2007-2008 hubo varios indicadores económicos que podría dar una idea de la catástrofe inminente. Si nos fijamos en la situación económica actual en los EEUU, nos encontramos con muchos de estos mismos indicadores. Los precios de la vivienda están creciendo mucho. La deuda de las tarjetas de crédito ha comenzado a crecer de nuevo. El impago de préstamos para estudiantes ha aumentado, y los mercados de acciones y bonos han alcanzado su punto histórico más alto.

¿Estamos ante otra burbuja inmobiliaria como hace nueve años? Tengo conmigo a Michael Hudson para hablar de ello. Michael es profesor de Economía en la Universidad de Missouri, Kansas City. Y es el autor The Bubble and Beyond y Finance Capitalism and Its Discontent, Killing the Host: How Financial Parasites and Debt Bondage Destroy the Global Economy. Su libro más reciente es J is for Junk Economics.

Michael, unas 10 millones de familias perdieron sus hogares en la crisis de 2007 a 2008, y muchas de esas casas fueron comprados por los fondos buitres, como Blackstone. Los fondos buitres en realidad no revenden las viviendas que compraron, sino que las alquilan. Pero empecemos con los indicadores que me has señalado en un correo electrónico, diciendo que podríamos estar ya a en el umbral de otra crisis. Danos la esencia de esos indicadores y por qué predices eso.

MICHAEL HUDSON: Muchos de los indicadores puede ser similares, pero el carácter de la crisis es muy diferente que en 2008. Se menciona, por ejemplo, que los precios de bienes raíces superan sus niveles de 2008. Todo eso es cierto, pero como se acaba de señalar, 10 millones de personas perdieron sus hogares. Eso es lo que los economistas llaman traspasar la vivienda de manos débiles a fuertes, y lo aplauden porque en lugar de que familias pobres, minorías, afroamericanos e hispanos compren viviendas que están mucho más allá de su capacidad de pagar la hipoteca, estas casas ya han sido perdido o desahuciadas y Blackstone y otros fondos buitres las han comprado. Las compraron en efectivo.

La razón por la que lo hicieron así, en lugar de apalancar deuda, que es como la gente había comprado sus casas desde la Segunda Guerra Mundial, es que las tasas de interés son muy bajas. La Fed ha bajado los tipos de interés a cero (ZIRP) con el fin de volver a inflar una burbuja. Sin embargo, con estas bajas tasas de interés, Blackstone y otros fondos buitres, Wall Street, pueden hacer más dinero alquilando estas propiedades que vendiéndolas o especulando, o invirtiendo en el mercado de bonos.

El efecto es muy interesante. Hasta 2008, los alquileres en realidad bajaban. Cuanto más subían los precios de los bienes raíces, más caían los alquileres, porque el 17% del mercado era para “ciclistas”, especuladores que compraban una casa o un apartamento a crédito. Pensaron: vamos a comprar un condominio, una casa, vamos a esperar que el precio se infle. Todos estaban desesperados por encontrar a alguien para alquilar esos apartamentos, al menos para ayudarles a cubrir los intereses de las hipotecas.

El resultado fue que los alquileres cayeron. En este momento es todo lo contrario. Los alquileres suben, porque hay muchas menos propiedades disponibles, ya sea para comprar o para alquilar. La gente no puede permitirse el lujo de calificar para el préstamo bancario, por lo que no pueden permitirse el lujo de comprar una vivienda, y no pueden encontrar casas porque éstas han sido monopolizadas, tal vez el 20% en algunas áreas, por los fondos buitres, Blackstone y otros.

Mi amigo Gary Null, por ejemplo. Blackstone compró su edificio, rompieron la caldera, no encendía la calefacción, y le obligaron a cambiarse para vaciar la propiedad y tratar de aumentar el precio. Eso es en los bienes raíces comerciales. Estos chicos están poniendo de nuevo de moda la guerra de clases en los negocios.

Los precios de la vivienda están subiendo en Canadá y Australia, pero de nuevo: no se trata de una burbuja como antes. La estructura financiera se ha desplazado, en gran parte porque está siendo comprada por propietarios absentistas muy ricos en lugar de por la población en su conjunto. Por lo que la tasa de propiedad de la vivienda en Estados Unidos ha disminuido en alrededor de seis puntos porcentuales. Eso es alrededor del 10% de la población con vivienda, por lo que tenemos viviendas más allá de la capacidad de pago de la mayoría de los estadounidenses y más allá de lo que los bancos están dispuestos a prestar para comprar una casa.

¿Cómo beneficia esto los titulares de la propiedad, al igual que a los propietarios de fondos buitres?

Pueden hacer grandes beneficios alquilando. Pueden tener un 5, 10, 15%. Eso es mucho más dinero que en el mercado de bonos y es mucho más seguro que la bolsa, porque los precios de las acciones pueden bajar y las ventas corporativas pueden bajar cuando la economía se contrae, pero la gente está desesperada por tener alojamiento. Es la única cosa que necesitan imperiosamente, así que los alquileres ahora están aumentando como porcentaje del presupuesto estadounidense. Suponen un 40% o un 50% de los ingresos en lugares como Nueva York, San Francisco, las zonas de alta renta del país.

¿Qué son los préstamos NINJA?

Esa es la otra cosa que ha cambiado. Lo que calentaba y empujando hacia arriba los precios en 2007 y 2008 eran préstamos a prestatarios sin ingresos, falta de empleo, ni activos. Como Bill Black ha explicado, se trata de préstamos en gran medida fraudulentos. Los defraudadores fueron los bancos. Los fraudes eran las compañías hipotecarias que falseaban los ingresos de los compradores y prestaban la casi totalidad de la hipoteca.

Ahora sólo queda un tipo de NINJA, y esos son los estudiantes. Los préstamos para estudiantes han sido los préstamos de más rápido crecimiento en el país. Suponen alrededor de $ 1.3 billones de dólares, más que los préstamos de las tarjetas de crédito, más que la mayoría de otros tipos de préstamos. Todo el mundo sabe que los estudiantes no son capaces de ganar lo suficiente para pagarlos, porque las tasas de morosidad de los préstamos estudiantiles crecen. No en las hipotecas. Están cayendo en las hipotecas – hipotecas de casas – pero están subiendo en los préstamos estudiantiles.

Pero los bancos sabían que no podían pagar y el gobierno sabía que no podían pagar, por lo que el gobierno hizo un acuerdo ventajoso para los bancos: “Se pueden hacer todos los préstamos a estudiantes que se deseen. Se les puede dar el dinero que se quiera para cualquier tipo de educación, incluso para una educación basura, para Universidades de filfa, o universidades con fines de lucro, como la universidad de Trump, y sabemos que los estudiantes van a quebrar, pero vamos a garantizar sus préstamos y garantizaremos una mayor tasa de interés que en cualquier otro préstamo, porque sabemos que estos préstamos son de riesgo. Sabemos que no van a pagar, pero el gobierno va a asumir todo el riesgo y pagará como si el banco estuviera aceptando el riesgo y como si estuviera haciendo un préstamo auténtico, pensando que será devuelto“.

Todo el escándalo de los préstamos estudiantiles es pura corrupción. Esto demuestra hasta que punto se han hecho cargo de las universidades y el sistema de préstamo del gobierno los bancos que dan los préstamos a expensas de los contribuyentes.

Michael, el gobierno federal ya garantizaba los préstamos estudiantiles, así que ¿cuando quiebran estos préstamos, su cobertura sale de las arcas públicas?

Sí. No sólo el préstamo, sino el préstamo con enorme intereses, más altos que los que los bancos pueden conseguir en cualquier otro tipo de préstamo, y multas muy duras por morosidad, por lo que los bancos están básicamente librándose de los mismos. Los beneficiarios finales, si se les puede llamar beneficiarios, son las universidades, porque el principio básico en el sector inmobiliario que aprendimos en 2008 fue que una casa vale lo que un banco está dispuesto a prestar. Bueno, lo mismo es cierto para la educación.

Pero la educación vale mucho más que lo que un banco está dispuesto a prestar por ella. El banco prestará todo lo que cuesta, porque no hay riesgo, ¿Los bancos no tienen necesidad de preguntar si se trata de una educación de calidad? ¿Es este un préstamo educativo con el que el estudiante realmente va a ser capaz de obtener un trabajo después? ¿O se trata de un préstamo a la Universidad Trump o un préstamo a una universidad con fines de lucro que no está realmente preparando al estudiante para ganar el suficiente dinero? Y ¿qué alternativas tiene el estudiante?

Lo que ha sucedido es que el precio de la educación ha crecido mucho porque los bancos están básicamente financiando un enorme crecimiento del precio que las universidades pueden cobrar por una educación. Si las universidades cobran más, un pregrado de la Universidad de Nueva York puede llegar a los $40.000 dólares y $ 200.000 anuales para un estudiante de odontología … la pretensión es que cuanto más se paga, más se aprende. Pero eso no es lo que está sucediendo en absoluto.

Las universidades se han convertido en centros de lucro y no están contratando más profesores, están contratando más trabajadores a tiempo parcial, y están teniendo un enorme crecimiento en la gerencia y la alta dirección. Así que todos estos costes universitarios hinchados van al sistema de gestión, no a la enseñanza, no a los profesores, y no producen un buen producto.

El efecto de prestar a los estudiantes ha sido distorsionar el sistema educativo, convertir a las universidades como la Universidad de Nueva York en una gran empresa de bienes raíces. Están usando el dinero para comprar más bienes raíces, para construir todo tipo de cosas extrañas que no tienen nada que ver directamente con la enseñanza en clases. Así que cómo sorprendernos que los estudiantes no estén recibiendo suficiente educación para prepararlos para ganar dinero para pagar estos préstamos.

Michael, por último, quiero preguntarle, usted habla de una crisis lenta en lugar de una gran crisis como la que sufrimos en el período 2007-2008. Háblenos de eso.

El problema fue que en 2008 la economía estaba sobre-endeudada. La manera de resolver el problema fue hacer lo que las crisis suelen hacer: La mayoría de las crisis acaban con deuda, por lo que la recuperación comienza a partir de una economía con un nivel mucho más bajo de deuda, pero la administración Obama, a pesar de que se había comprometido a cancelar deudas , nunca lo hizo. Apoyó a los bancos, y mantuvo todas las deudas en los libros de contabilidad, y la economía aún tiene toda la deuda acumulada que tenía en 2008. Y la deuda está creciendo.

El pasado fin de semana, por ejemplo, el New York Times lo celebró, diciendo con optimismo que la economía crece porque la deuda aumenta. Si nos fijamos en la Oficina Nacional de Investigación Económica, sus economistas consideran con “optimismo” esa nueva deuda, porque suponen que toda deuda es voluntaria. No que la gente opta por estar tan endeudada porque son tan pobres que tienen que recurrir a endeudarse con la tarjetas de crédito y pedir más dinero prestado de los bancos.

El hecho es que las personas no se endeudan porque sean optimistas sobre la economía. Están pidiendo prestado porque no pueden permitirse el lujo de llegar a fin de mes y pagar su vivienda y pagar por su educación sin endeudarse. Y tienen que pagar tanto dinero en servicio de la deuda que no pueden permitirse el lujo de comprar bienes y servicios.

Si se da un paseo alrededor de la Universidad de Nueva York, por ejemplo, que solía ser una zona próspera, la calle 8 y las grandes calles comerciales están tapiadas. Los escaparates están cerrados. Nadie entra en ellas, porque nadie puede permitirse el lujo de ir a comer fuera o comprar libros o incluso comprar zapatos y ropa como antes en estas calles comerciales, porque tienen que pagar más por su educación como consecuencia de unos préstamos estudiantiles irresponsables.



29 de mayo de 2017

LA CAMPAÑA ANTICOMUNISTA DE VLADIMIR PUTIN Y LA NATURALEZA DEL ESTADO RUSO

Máximo Relti. Canarias Semanal

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, inauguró a principios de esta semana, acompañado de una cohorte de sacerdotes, un obispo y numerosas jerarquías de la renacida Iglesia ortodoxa de ese país, un templo dedicado, según reza el anuncio oficial, a las "víctimas del comunismo". Como sucediera en la Rusia de los zares, el jefe del Estado fue acompañado la ceremonia del acto inaugural por "su confesor" personal, el obispo Tijón Shevnukov.

No faltan quienes resultan negativamente sorprendidos por este tipo de eventos. Y es que sucede que, de forma paradójica, dentro y fuera de Rusia, hay no pocos comunistas y gentes pertenecientes a la izquierda que no ahorran sus simpatías hacia el actual presidente de Rusia, Vladimir Putin.

Sin embargo, la carrera de Vladimir Putin no difiere un solo ápice de la de cualquiera de los miles de burócratas de la antigua URSS , que integraron la casta estatal que se fue haciendo con el aparato del Estado soviético en el curso de las últimas décadas de la existencia de ese país.

Una vez que las bases socialistas sobre las que se asentaba aquel país fueron destruidas, los burócratas que detentaban la dirección de las empresas públicas u ocupaban cargos de primera importancia en el aparato del Estado se apropiaron de lo que hasta entonces había sido propiedad colectiva. Uno de esos usurpadores fue Vladimir Putin, un abogado nacido en 1952, graduado en la universidad estatal de Leningrado y que, posteriormente, pretendió hacer carrera ingresando en el servicio de inteligencia soviético de la KGB.

Hasta finales de los años 90, Vladimir Putin fue un perfecto desconocido en la Rusia postcomunista. Eso fue así hasta que, por indicaciones expresas de Boris Yeltsin, el alcohólico ex presidente que vendió a su país a los Estados Unidos como si de un fardo de retales se tratara, se convirtió en su sucesor en el marco de una estructura estatal en pleno estado de descomposición.

La implosión de la antigua Unión Soviética se produjo mientras Vladimir Putin prestaba sus servicios de espionaje en la antigua República Democrática Alemana. Putin aprovechó la ocasión para regresar a Leningrado. Allí, a través de vínculos que se desconocen, se convirtió en asesor de Anatoly Sobchak, entonces presidente de la Diputación de Leningrado. Ese fue el principio de una carrera política que se iba a caracterizar por una inmensa ambición y un vertiginoso ascenso.

Tras el triunfo de su protector Sobchak en las elecciones a la alcaldía leningradense, Putin pasó a ser jefe del Comité de Relaciones Exteriores del Ayuntamiento, y vicealcalde.

En 1996, después de la derrota de Sobchak en los comicios de turno, Putin abandonó a su protector, trasladándose a Moscú, con un puesto en la administración del dipsómano Boris Yeltsin. Pronto éste último lo convertiría en su favorito para la sucesión.

En el año 1998 fue nombrado director del Servicio Federal de Seguridad, puesto que a partir de marzo del año siguiente ocupó de forma simultánea con el de secretario del Consejo de Seguridad Nacional, un puesto clave en la turbulenta y desordenada Rusia de esa década.

En agosto de ese mismo año encabezó el Gobierno de Rusia y lanzó una exitosa segunda guerra contra el separatismo checheno. Hecho que, en un país inmerso en un caótico proceso de desmembramiento, le proporcionó una inmensa popularidad.

Cuando Boris Yeltsin, acusado de múltiples escándalos de corrupción, anunció su dimisión el 31 de diciembre de 1999, Putin, de acuerdo con la nueva Constitución rusa, se convirtió en presidente interino. La sucesión, según comentó la prensa de entonces, se realizó como resultado de un pacto suscrito entre el sucesor y el heredero, en el que este último se comprometía a blindar frente a la persecución judicial a la familia Yeltsin, acusada reiteradamente de nepotismo y de participar en gigantescos negocios resultantes de la privatización de las empresas estatales.

La participación de Vladimir Putin en actos anticomunistas como el citado ni son inusuales ni tienen nada de extraños. Coinciden plenamente con la ideología dominante entre aquellos que se hicieron con el dominio de los restos del desvencijado Estado soviético y de sus empresas estatales. Vladimir Putin no sólo ha sido un administrador de los escombros de aquel Estado, distribuyendo lo que era propiedad colectiva entre sus codiciosos colegas de la burocracia, sino que ha sido también uno de sus principales beneficiarios.

Lo que, desgraciadamente, no parecen haber entendido muchas personas pertenecientes a la izquierda política, incluidos no pocos comunistas, tanto de fuera como de dentro de Rusia, es que la naturaleza de aquel Estado ha variado sustancialmente. Rusia no es ahora un firme baluarte, como lo fue en otra época, de la defensa de los intereses de los pueblos del mundo.

El capitalismo ruso está hoy sometido al mismo tipo de tensiones generadas por las luchas interimperialistas que se producen en otras grandes superpotencias mundiales, como pueden ser Estados Unidos o China. La Rusia de Putin responde a las mismas pulsiones que se producen en cualquier otro estado capitalista desarrollado en la conquista por los mercados internacionales. Como sucede en el resto de los países capitalistas, las empresas privadas rusas dominan el aparato del Estado y hacen que este se encuentre en sintonía con los intereses de la clase social que allí detenta el poder económico. ¿Qué mágico factor, si no, podría librar a Rusia de las contradicciones de la formación social capitalista de la que hoy forma parte?

En su pugna contra sus competidores estadounidenses, determinadas actuaciones del gobierno ruso pueden coincidir de manera coyuntural con los intereses del pueblo de tal o cual país. Pero eso no cambia esencialmente lo fundamental de la cuestión. En momentos tan cruciales como los que vivimos, no tener en cuenta esa realidad equivaldría a olvidar peligrosamente cuál es la naturaleza del Estado ruso y de las contradicciones del mundo del siglo XXI.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG
Mi única diferencia con el texto de Máximo Relti es que considero que nadie que sea comunista pueda mostrar simpatía alguna por Putin del mismo modo en que nadie que sea comunista puede creer que Rusia es la heredera de la URSS.

Un comunista pondría su énfasis en el modo en el que Putin se ha apoyado en los elementos más reaccionarios de la actual sociedad rusa para avanzar hacia el capitalismo en dicho país, privatizando las empresas estatales o permitiendo que lo haga su escudero Dmitri Medvédev. Este es su perrito faldero, del mismo modo en que Putin lo fue del borracho anticomunista Yeltsin, con la diferencia de que la ambición personal de Putin, su zorrería política, su maquiavelismo y sus mejores conexiones con la oligarquía rusa le ha permitido llegar más lejos que a aquél.

Un comunista no resaltaría que Putin está apoyando al gobierno sirio porque, por muy legítimo que éste sea (para mí lo es) y progresista frente a la barbarie del yihadismo, Siria no ha podido elegir aliados, ya que el mundo de la OTAN se le echado encima para destruirla y hubo de recorrer a lo disponible. Del mismo modo que tampoco usaría dicho ejemplo con Venezuela. Simplemente Rusia y Putin juegan su baza imperialista -solo para imbéciles y analfabetos políticos el imperialismo es solo belicismo y no intereses de dominación económica- y buscan sus áreas geostratégicas de influencia y control. Si estos sujetos hubieran leído a Lenin y a su obra “El imperialismo fase superior del capitalismo” sabrían que no hay un único imperialismo sino varios, que ningún imperialismo es bueno, que un comunista ha de enfrentarse a cualquier imperialismo, si es un auténtico internacionalista y no un un vulgar títere nacionalista y cahuvinista, y que las guerras hoy en el mundo tienen sus actores principales en las contradicciones interimperialistas

Esos sujetos que se llaman a sí mismos comunistas y son devotos de Putin son, en realidad, esbirros antimarxistas, más nazbols que siquiera “progresistas”, que eligen, lacayunamente, a qué intereses imperialistas servir, apuñalando los intereses de paz de la clase trabajadora, que en las guerras es siempre la carne de cañón del capital.

Putn, ese fantoche al que le gusta presentarse con el torso desnudo en lucha, cual titan, con animales o fenómenos de la naturaleza, es el mismo que en 2016 culpó a Lenin de la destrucción de la URSS.

Para esos imbéciles, que pueden llamarse como quieran, pero debieran lavarse sus bocazas antes de ensuciar la idea comunista declarándose tales, hay una idea que no se atreven a expresar: la de que el sátrapa tiene algo que ver con Lenin más que el nombre Vladimir. Nada más lejos de la realidad. Lenin era un internacionalista, Putin un nacionalista. Lenin era un marxista, Putin un capitalista. Lenin fue antiimperialista y luchó contra todo imperialismo, Putin es un imperialista que defiende el suyo. Lenin impulsó la nacionalización de los medios de producción y el control obrero de la producción, Putin las privatizaciones a favor de la oligarquía capitalista rusa y el control de la economía por la mafia empresarial. Lenin combatió la guerra, Putin la usa a favor de su clase. Lenin favoreció la unidad fraternal de muchos pueblos bajo un Estado socialista, Putin fue lacayo del borracho Yeltsin, que terminó de destruir la URSS, después de que un tipejo anticomunista como Gorbachov le diese el tiro de gracia.

Y ahora, payasos anticomunistas, que secuestran el nombre comunista para ensuciarlo y confundirlo con el neofascismo, váyanse a la mierda y a leer el RT, el Sputnik o el Katehon.

PD: Acaba de llegarme un enlace que me ha facilitado una camarada en la que se pone en el  sitio que realmente le corresponde a Putin. Este enlace es de una organización juvenil comunista rusa


22 de mayo de 2017

GANÓ PEDRO SÁNCHEZ. HAY JUEGO

Por Marat

Como estaba cantado, incluso para los medios que afirman que lo hizo contra todo pronóstico, ganó las primarias del PSOE Pedro Sánchez.

El 50% de los votos que ha obtenido y un 10% sobre el “susaparato” le permiten, si quiere, la limpieza de la gestora, los desleales y los barones del felipismo no tanto por necesidad para afianzar su secretaría general -no le creo tan inteligente- sino por venganza política, esa pasión de la que tanto sabemos desde Shakespeare.

El terremoto más importante que ha sucedido desde que Rajoy ganó las elecciones ha sido el triunfo de Sánchez.

Todo el espacio mediático, político y económico se había conjurado contra Sánchez. Era de esperar. Y no lo ha hecho porque sea un peligroso izquierdista. No llega ni a opositor a aspirante de ayudante de primero de socialdemocracia. Pero es un tipo que puede crear inestabilidad política, algo tan nefasto para la reproducción del capital. Ya se sabe que el dinero es cobarde y necesita de la tranquilidad que da un gobierno y un parlamento convertidos en algo tan plácido como una mesa camilla con brasero incorporado. Y esa tendencia de Sánchez a la contradicción, el arrebato Braveheart, seguido luego discursos que apuntalen la paz social, a decir una cosa hoy, otra mañana, y todo lo contrario a las dos afirmaciones anteriores al día siguiente, es sobradamente conocida por los medios de comunicación, los aparatos de los partidos del sistema -todos los parlamentarios- y por el capital.

Sánchez no es un tipo fiable. Eso es lo que me gusta de él. Es un sujeto que pasó de admirar a Valls a declararse socialista, luego socialdemócrata, que ha cambiado su programa tantas veces como ha creído conveniente, que carece de otra ideología que no sea su oportunismo y que es un tipo muy a gusto con el estado actual del capitalismo.

No voy a entrar en que Susana Díaz estaba aún más de derecha, una individua folklórica que en el PP estaría como pez en el agua ni en el papel de patético susanista bajo cuerda hecho por López para restar avales y votos a Sánchez.

¿Por qué me alegro del triunfo de Sánchez?
La sociedad española, especialmente la clase trabajadora, ha perdido la esperanza. Vota por inercia y a la contra, más que por convencimiento en los elixires que le ofrecen los vendedores de peines para calvos. Sabe que gobierne quien gobierne, seguirá padeciendo recortes, limitaciones en su nivel de vida, pobreza en amplios sectores sociales, miedo al futuro de sus pensiones. Ya hubo una Syriza en Grecia y un Hollande en Francia. A los Moises de pegote Varoufakis y Melenchon, que vagan en un desierto hacia la nada, hay que darles de comer aparte.

Pero es necesario, desde una perspectiva revolucionaria, ver cómo afecta la vuelta de Sánchez al centro del juego político del supermercado de marcas electorales.

Podemos, como la purrela de Ciudadanos, es un elemento más del sistema político de la burguesía. Eso independientemente de lo que algunos hemos dicho desde hace mucho tiempo sobre dicho partido o respecto a cómo fue aupado Pablo Iglesias por sujetos como Julio Ariza, en su televisión, Intereconomía, durante todo un año.

La realidad es que vivimos bajo la dictadura “democrática” de la burguesía. Ningún partido cuestiona el sistema económico de dominación, ni la necesidad de acabar con la Unión Europea por irreformable, ni la broma de un sistema político que jamás legisló ni legislará contra el capital, porque defenderlo está en su Constitución y en el código genético de todos los partidos parlamentarios. Todos ellos forman parte del bloque de partidos de la burguesía.

Pero el momento político actual pone en cuestión no solo al gobierno del PP y su corrupción sino la credibilidad del conjunto de los partidos parlamentarios.

Pedro Sánchez dijo no a Rajoy y a lo que su partido significa. Él o el PSOE no son mejores pero su campaña para volver a la secretaría general de su partido se basó en el “no es no”. Pedro Sánchez es cautivo de su palabra. Si la traiciona hundirá al PSOE definitivamente. Si la mantiene y hace oposición parlamentaria real, la inestabilidad de este gobierno en minoría estará asegurada.

El problema para Sánchez es que la oposición parlamentaria como partido “serio y solvente” del sistema no le será suficiente. Enfrente tiene a una partida de cómicos dirigidos por un showman de la política que empieza a flaquear (6.000 asistentes a su happening en Sol el sábado 20 de Mayo no son demasiados, por muchos autobuses a Madrid que fletes) pero que no dudará en hacerle una guerra no declarada, poniéndole ante sus propias contradicciones de oposición limitada. Y las de Sánchez son muchas. No le bastará con proponer derogar las medidas antisociales del PP sino las de Zapatero, si quiere ser creíble en su supuestas medidas antiausteridad. Y además, aunque las traiciones y puñaladas de pretendidos aliados que decían quererle como Presidente de gobierno, imponiéndole su parte ministerial en una falsa propuesta de pacto, enseñan más que las victorias, lo cierto es que El Coleta no maneja mal del todo su capacidad de condicionarle y de situarle entre la espada y la pared.

Veremos que eso acabará afectando a los sindicatos del régimen, que se verán forzados a aparentar cierta voluntad de calle, como siempre la mínima que puedan y con sordina, pero que contribuirá a generar ruido en el contexto de un gobierno que puede acabar con sus máximas cabezas encausado penalmente. Y ello podría suceder en un momento en el que las luchas de colectivos de trabajadores al margen de los dos sindicatos verticales está cogiendo velocidad y fuerza. No es el mejor escenario de paz social y estabilidad política que necesita el capital para continuar ejerciendo su vuelta de tuerca contra la clase trabajadora y para recuperar su tasa de ganancia.

Pero además, como las direcciones de CCOO, UGT, PSOE (independiente de la que se conforme a partir de ahora), Podemos e IU están compuestas, desde la cúspide hasta los comités locales, por un atajo de oportunistas prosistema sin escrúpulos, por mucho que cacareen otra cosa, el hipotético adelanto de unas elecciones que perdiera el PP y que permitiera formar gobierno al PSOE y a sus “aliados” potenciales, solo traerá más deslegitimación de la farsa democrática y del sistema de dominación burgués. El hundimiento posterior a un gobierno de progres sería un mazazo sobre los partidos que lo conformasen, una vez que continuasen con las políticas de recortes sociales y de conquistas de la clase trabajadora. Esto permitiría cierta posibilidad de construir organización propia y autónoma desde la clase trabajadora con un proyecto claro de  clase contra clase.

Un añadido positivo a la competencia de los dos partidos progres por ocupar el espacio del PSOE del 77, y colarnos una segunda transición, es que el discurso neofalangista de un Podemos al que se le llena la boca de patria, pueblo y acusaciones de vendepatrias, sería frenado en seco. A poco que Sánchez se viera obligado a parecer lo que no es, un socialista, volveremos a escuchar otra retórica política distinta a la que hace un Podemos que está alfombrando el campo semántico de un fascismo que aún no ha aparecido como amenaza organizada y potente en España pero que pugna por asomar su cabeza a través de grupúsculos cada vez más extendidos y activos por todo el país.

Sí, la victoria de Sánchez puede abrir juego para la clase trabajadora, especialmente por la contradicción entre las palabras y los hechos.



17 de mayo de 2017

VENEZUELA, ENTRE EL CHAVISMO Y LA RESTAURACIÓN COLONIAL

Jorge Beinstein. contralapropagandamediatica.blogspot.com

La crisis venezolana se profundiza. El gobierno ha respondido al acoso de la derecha
local y de los Estados Unidos lanzando la iniciativa de la Asamblea Constituyente, su
intención fue producir un cambio radical de escenario convirtiendo a los acosadores
derechistas en golpistas acosados por una probable avalancha popular movilizada detrás
de la futura conformación de un nuevo modelo institucional fundado en el poder comunal, expresión directa de las mayorías populares. Las redes sociales y un número creciente de autores se refieren a la perspectiva de una “guerra civil”.

La derecha opositora aparece girando en torno de dos polos, uno extremista, que algunos califican de “uribista”, sumergido en un neofascismo rabioso que postula el derrocamiento urgente del gobierno y la instalación de un régimen de terror antichavista, y otro de aspecto más moderado que presiona buscando la concreción de una suerte de golpe blando o incluso el adelantamiento de elecciones presidenciales en las que se supone victorioso. La perspectiva de un levantamiento armado auxiliado de inmediato por una intervención externa, colombiana o multinacional piloteada por Washington, es visualizada cada vez más por todos ellos como algo altamente probable (y deseable aunque no siempre confesado).

Por su parte el gobierno busca ganar tiempo, le hace zancadillas a la derecha como la que acaba de realizar convocando a la Constituyente, busca dividirla estableciendo puentes de negociación con la supuesta oposición civilizada. Su objetivo publicitado a diario es “la paz”, algunos suponen que se trata de una estrategia hábil que debería reducir el espacio social de la derecha empujando a sus sectores “moderados” a negociar, a establecer zonas de convergencia con el chavismo. Pero en el chavismo aparecen voces críticas señalando que este pacifismo a ultranza borra las perspectivas revolucionarias bolivarianas, sepulta las banderas del socialismo del siglo XXI y que en realidad expresa la voluntad de la “boliburguesía”, la burguesía advenediza que se desarrolló en los últimos años al calor de los negocios con el Estado, y más en general de la derecha chavista que intenta establecer una suerte de acuerdo conservador, de pacto de unidad nacional donde navegarían triunfantes los exponentes de la vieja y de la nueva burguesía. Carlos Morreo por ejemplo establece la diferencia entre el “chavismo gubernamental” y el “chavismo amplio” (1) que otros identifican como “pueblo chavista” animado por la gesta de su lÍder histórico trascendiendo las jugadas tácticas de tal o cual dirigente.

Hace poco Reinaldo Iturriza Lopez, quien fuera Ministro del Poder Popular para las Comunas y más recientemente Ministro de Cultura afirmaba que “El chavismo es,para decirlo con John William Cooke, el hecho maldito de la política del país burgués”(2) Cooke se refería, claro está, al peronismo, en un texto de 1967, pero la sentencia aplica
para el caso venezolano. El chavismo es, desde su gestación, un fenómeno “maldito” para la burguesía, porque aquello que le da cohesión no es su capacidad para aglutinar el descontento, sino su decidido antagonismo contra el statu quo. Antagonismo que adquirirá matices anticapitalistas con el paso de los años, al fragor de la lucha, y como lo asumirán de viva voz tanto Chávez como sus líneas de fuerzas más avanzadas”.

Nos encontraríamos entonces ante la confrontación ineludible entre una derecha contrarrevolucionaria, afirmada ideológicamente en el capitalismo, en el elitismo colonial y un pueblo chavista desbordando con su sola presencia los límites del sistema. En ese caso la paz es una quimera porque se trata de dos fuerzas históricas avanzando en sentido contrario.

El día a día marea, la avalancha de acontecimientos, el caos económico, el incesante bombardeo mediático global sobre Venezuela dificultan mirar la realidad más allá del desorden cotidiano.

Petróleo y geopolítica
Venezuela dispone de la mayor reserva petrolera del planeta (cerca de 300 mil millones de barriles de crudo según las últimas estimaciones), casi una quinta parte del total global, superando a Arabia Saudita (unos 265 mil millones de barriles).

En 2003 cerca del 70 % de las exportaciones petroleras venezolanas iban a Estados Unidos pero hacia 2016 habían descendido al 20 %, frente a ello el 40 % iba a China y el 20 % a India. Esta inclinación asiática (principalmente china) de la mayor reserva petrolera mundial, su alejamiento de la vieja dependencia respecto del mercado imperial, constituye un casus belli de primer orden en la estrategia de Estados Unidos, la pérdida de Venezuela asociada ahora a China aparece como una situación intolerable. Más aún cuando las ilusiones estadounidenses acerca de su producción de petróleo de esquisto se han ido enfriando, según el pronóstico oficial dado por la U.S. Energy Information Administration en el año 2021 se llegaría al máximo nivel de ese tipo de producción y a partir de allí comenzaría la declinación. (3)

Las reservas petroleras imperiales se agotan y la paciencia de Washington también, el Imperio está perdiendo su gran guerra asiática y con ella su ilusión de controlar la mayor parte de las reservas de gas y petróleo del planeta, en consecuencia la reconquista de Venezuela pasa a ubicarse en el primer nivel de sus prioridades.

Además ese proyecto forma parte de la estrategia de recolonización de América Latina, retaguardia histórica del Imperio a la que la derrota en Asia otorga una importancia excepcional.

Pero la recolonización de Venezuela no resulta una tarea fácil, no se puede realizar allí un golpe blando, en sus distintas variantes, como sucedió en Honduras, Paraguay, Brasil o Argentina principalmente porque en ese país no solo existe una fuerza militar convencional fuertemente atravesada por el chavismo sino también milicias populares y todo ello apoyado en una alta capacidad de movilización de millones de chavistas.

La intervención de las fuerzas militares colombianas ha sido siempre una alternativa pero ello era difícil cuando en la retaguardia de esas fuerzas aparecían las FARC y sus miles de guerrilleros. Una compleja estrategia de desarme de la insurgencia fue desarrollada de manera paciente y sistemática, presionando a los gobiernos de Cuba, Venezuela y de varios estados progresistas de la región para que medien en las negociaciones pacificadoras, combinando ofertas atractivas, golpes bajos y un amplio espectro de acciones directas e indirectas sobre las FARC desplegando una Guerra de Cuarta Generación de alto nivel de sofisticación. El resultado fue positivo para Washington, las FARC aceptaron su desarme y la retaguardia estratégica de militares y paramilitares colombianos quedó liberada de peligros, ahora el que es considerado como el mejor aparato militar de la región tiene las manos libres para cumplir las ordenes de su amo imperial y colocarlas en el pescuezo bolivariano.(4)

Sin descartar la intervención militar, por ahora, Estados Unidos desarrolla una estrategia de desgaste: sabotaje económico, guerra de calles, ofensivas mediáticas, cerco diplomático, juego de negociaciones y otras acciones tendientes a aislar, degradar y dividir al enemigo chavista. En los cálculos de los estrategas imperiales se encuentra sin duda el escenario del salto cualitativo del desgaste pasando a una etapa de insurrección político-militar convergiendo con la intervención externa.

Esperanzas y frustraciones
Según datos del Banco Mundial en 1960 el 61 % de la población venezolana era urbana, en 1980 llegaba al 79 %, en el 2000 al 88 % y en 2015 casi al 90 %. Masas crecientes de población se fueron alojando en las grandes ciudades, principalmente en Caracas, no como resultado de la industrialización sino de la reproducción ampliada del parasitismo.

Destrucción social motorizada por una burguesía importadora y financiera dueña del Estado que desde 1976 con la nacionalización de la producción petrolera aportaba las divisas generadas por la exportaciones (que en más del 90 % provenían de las ventas de petroleo crudo y sus derivados). Heredaba, remodelaba el viejo sistema dominante basado en las exportaciones de cuero, cacao y café, afirmando la continuidad del subdesarrollo.

La economía de renta (petrolera) bloqueó las posibilidades de desarrollo industrial y destruyó el tejido agrario, las víctimas del desastre pasaron a engrosar las filas de los marginales. El modelo estalló con el Caracazo (1989) y el aluvión popular abrió el camino de la revolución bolivariana, Chavez fue su líder.

Ese despertar de masas sumergidas fue avanzando hasta la formulación de un horizonte postcapitalista: el socialismo del siglo XXI. Pero lo que sucedió fue una sucesión de trabas, dificultades, debilidades que fueron estableciendo una distancia cada vez mayor entre los objetivos socialistas proclamados y la capacidad de reproducción aunque sea degradada del país burgués que se pretendía superar. La burguesía comercial-financiera fue empujada, a veces golpeada, maltratada pero no eliminada, no fue superado el capitalismo sino que se caotizó su funcionamiento, no fue remplazado ni por el estatismo socialista (que el “socialismo del siglo XXI” chavista intentaba superar) ni por el “socialismo comunal” propuesto producto de la auto-organización de las bases populares.

En medio de ese embrollo, se reprodujo desde el Estado un élite emergente parasitaria con fachada bolivariana y prácticas corruptas: la boliburguesía. El viejo sistema decadente sobrevivía no solo en sus antiguos crápulas sino generando nuevos hombres de negocios (turbios).

Queda así planteada la tragedia con final abierto, sus actores están a la vista. La vieja burguesía parasitaria arrastrando a un vasto conjunto social multiforme donde las capas medias cumplen un rol esencial, no tienen un programa definido, solo los agrupa la furia antichavista. Frente a ella un vasto espacio chavista agrupando civiles y militares, boliburgueses y masas populares radicalizadas, conciliadores con la derecha y revolucionarios. Espacio heterogéneo que oscila entre la rendición honorable y el salto hacia el postcapitalismo. Mientras tanto el Imperio va midiendo fuerzas, ajustando dispositivos de intervención, sabe que aún desplazando al gobierno chavista nada le asegura el control del país y en consecuencia de su petróleo.

NOTAS

1 Carlos E. Morreo, “La constituyente es una decisión estratégica”, Aporrea, 06/05/2017,

www.aporrea.org/actualidad/a245486.html

2 Reinaldo Iturriza Lopez, “Chavismo y revolución¿que pasa en Venezuela”, Rebelión, 31-08-2016, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216115

3 US Energy Information Administration, AEO 2014, Early Release Overview.

4 Es muy esclarecedor el reciente artículo de Tony Lopez Rodrigues, durante muchos años destacado miembro de la diplomacia cubana: “El gobierno de Colombia ante la crisis interna venezolana”, 24.-04-2017, PIA – Periodismo Internacional Alternativo – Nac&Pop, http://nacionalypopular.com/2017/04/24/el-gobierno-de-colombia-ante-la-crisis-interna-venezolana/


16 de mayo de 2017

DE ALEXEI TOLSTOI A ZAMIATIN

Miguel Urbano Rodrigues. La Haine

En l961 leí en Conakry un novela –ya lo comenté- que cambió el rumbo de mi vida. El Camino de los Tormentos, de Alexei Tolstói fue determinante para mi adhesión al Partido Comunista.

Pedro I, la biografía del zar ruso, contribuyó a aumentar la admiración que me inspiraba el escritor.

Fue naturalmente con sorpresa que leí ya octogenario su novela La Máquina Infernal del Ingeniero Garín.

Alexei Tolstói pretendió escribir una novela de ficción científica. Algunos críticos lo han definido como obra dedicada a la juventud. No consigo incluirlo en esos géneros literarios.

La Máquina Infernal del Ingeniero Garín carece de calidad literaria mínima. Es un libro decepcionante, mal construido, en que la investigación científica está ausente. Según el prologuista y traductor brasileño, el escritor Eduardo Sucupira Filho, Alexei Tolstói «mantiene viva en el corazón de sus intérpretes -Shelgá e Iván- la llama inmortal de que hablaba Wells que, por encima de las angustias y los desencantos de circunstancia ilumina el camino de un sueño cósmico, la conquista definitiva del hombre, hasta entonces alienado en una existencia miserable».

No encontré ni la llama ni el sueño. Los personajes, incluyendo Garín (el sabio satánico), la cortesana Zoya y el millonario americano Rolling, son mal dibujados y su comportamiento es incoherente, con frecuencia grotesco o inverosímil.

El desarrollo de la historia es absurdo. Conclusión: subliteratura.

Procuré en Internet opiniones sobre la novela. Todas las que encontré son elogiosas lo que acentuó mi perplejidad.

En esa pesquisa me llamaron la atención referencias a un escritor también soviético, Evgeni Zamiatin, presentado como pionero de la ficción científica.

Interesado, algunos días después Jean Salem me envió de París la traducción francesa de una novela de Zamiatin, Nous Autres (Nosotros).*

La obra y el autor son fascinantes. Esperaba algo semejante a los libros de ficción científica de Asimoiv o Ray Bradbury. Pero Zamiatin se sitúa en otro nivel literario.

Pensé en Kafka.

Matemático e ingeniero, tenía una sólida formación científica. No sabia vivir sin escribir, como informó en una carta a Stalin, pidiéndole autorización para emigrar. Por intervención de Máximo Gorki, amigo y admirador de Zamiatin, Stalin atendió el pedido y en l931 Zamiatin viajó a Francia en donde falleció en1937, en la miseria, después de haber ejercido en París diferentes profesiones.

En la juventud fue preso y deportado por haber participado en la Revolución de1905. En 1909 adhirió al Partido Bolchevique y, como comunista, trabajó en varios proyectos después de la Revolución de Octubre.

Sus problemas empezaron cuando le negaron la publicación de la novela Nosotros. Escrita en l920/21 fue editada clandestinamente.

En 1922 en un ensayo sobre Julius von Meyer, uno de los creadores de la termodinámica moderna, Zamiatin, comentando las restricciones que condicionaban a los escritores, escribió:

El mundo avanza únicamente en función de las herejías, de los que rechazan el presente, aparentemente indestructible e infalible. Solamente los herejes abren nuevos">horizontes en la ciencia, en el arte, la vida social

Solamente los herejes rechazan el presente en nombre del futuro. Ellos son el eterno fermento de la vida y garantizan la marcha adelante de su movimiento infinito”.

Lenin todavía vivía, pero las contradicciones entre la literatura, el arte en general y el poder político ya eran identificables.

Admirador de H. G. Wells, Zamiatin hizo de su novela un arma contra la deformación del hombre en un país imaginario (sin nombre) donde sitúa una sociedad deshumanizada.

Thomas More en su Utopía ideo una isla en la cual todos, sin conflictos, concretan la suprema aspiración del hombre, la felicidad posible. Tenía en mente, por el contraste, las sociedades europeas del siglo XVI, devastadas por las guerras religiosas, podridas por la corrupción y ambición de los poderosos. Pero More limitase en Utopía a esbozar la sociedad ideal tal como la concebía. En Nosotros, una contra utopía, Zamiatin ilumina al hombre que duda primero e intenta rebelarse después contra los engranajes de la sociedad que lo transforman en robot. Esa lucha interior de los insumisos confiere al libro una dimensión diferente de las novelas de ficción científica.

Huxley y Orwell han reconocido que la fuente de A Brave New World y 1984 fue para ambos la novela de Zamiatin.

El lector es conquistado desde la primera página. En atmósfera de suspense lo introducen en un mundo temeroso de la mano del personaje principal, que registra en un diario, cada día, su cotidiano sembrado de angustia. Como matemático, es responsable de la construcción del Integral, un ingenio prodigioso concebido para un viaje espacial por el universo.

Pero permanece formateado y, pese a su inquietud interior, participa de la admiración generalizada por el Benefactor, el semidios que gobierna el Estado Único.

Es el D-503. Como todos los habitantes del país, vive en uno de los gigantescos edificios de paredes transparentes. Cada movimiento suyo puede ser acompañado por los vecinos del apartamento cercano. La intimidad tiene límites no traspasables en el Estado Único.

Las relaciones sexuales son permitidas, pero con días y horas fijos y programación de parejas.

La procreación humana es crimen punido con la pena de muerte en la Máquina del Benefactor. Shakespeare, Goethe, Cervantes, todos los clásicos de la literatura son recordados por la propaganda delo Estado Único como aberraciones de una era de barbarie anterior a la guerra de 200 años que abrió las puertas a la civilización y la felicidad humana. La nueva literatura no pasa de una monótona glorificación del Estado Único y del Benefactor.

Inesperadamente, D-503 conoce una mujer que lo fascina. La ama y la odia. Ella fuma, toma alcohol (crimines abominables), lo introduce en un sexualidad inimaginada.

I (su nombre es una letra) es una rebelde bellísima, sensual, que no desprecia la historia de los bárbaros que viven más allá de la Muralla Verde que separa el Estado Único de la tierra de la barbarie habitada por hombres antiguos.

D-503 es presumiblemente un mestizo en cuyas venas corre sangre de algún bárbaro infiltrado en el Estado Único. Pero no tiene consciencia de su excepcionalidad. Cree estar enfermo, pero acaba involucrado en la conspiración promovida por I.

El cierre de Nosotros, angustiante, es la antítesis del happy end.

La rebelión fracasa. D-503 es detenido y sometido a la Gran Operación, una cirugía indolora que robotiza aún más los ciudadanos incómodos del Estado Único, humanoides sin emociones ni ideas.

Llevado a la presencia del Benefactor le cuenta todo sobre la conspiración, todo lo que “sabía de los enemigos de la felicidad”.

I es torturada en la Cámara Neumática para confesar. Pero ella resiste. Muere ejecutada en la Máquina del Benefactor.

D-503 no sufre. Siente que venció la enfermedad; redescubrió la felicidad.

* Nous Autres (Nosotros) fue publicado por primera vez en Francia en 1929, pero pasó casi desapercibida. Reeditada por Gallimard en l971, la crítica la saludó como obra maestra. En la Unión Soviética, apareció en 1988. Hoy, traducida a muchos idiomas, es considerada por críticos de prestigio una de las novelas más importantes del siglo XX.

10 de mayo de 2017

LA CONSPIRACIÓN DE LOS ROBOTS

Paula Bach. La Izquierda Diario

Las páginas de la prensa están desde hace tiempo plagadas de información sobre las habilidades de los robots, los vehículos driverless y la “inteligencia artificial”. Autos sin conductor diseñados por Google, barcos autónomos ideados por el Pentágono, humanoides que podrían operar con escasa colaboración de médicos de carne y hueso, robots pensados por Airbus para trabajar junto a humanos en la línea de montaje o plataformas de inteligencia artificial que, según dicen, resultan capaces de manejar hasta treinta idiomas y pueden aprender a interactuar con humanos.

Pero la información –que particularmente se ocupa de destacar imágenes humanoides– no viene sola ni es gratis. Su correlato lo constituyen insistentes preguntas aviesas del tipo: “Robots: ¿amigos o enemigos del hombre?”; “¿más o menos eficaces que los humanos?”; “¿los robots son buenos o malos para la humanidad?”. O, más directamente, afirmaciones tales como: “millones de trabajadores perderán sus empleos”.

Sin embargo, preguntas como: ¿será capaz la humanidad de poner a su servicio un producto tal de la inteligencia colectiva?; ¿será capaz de reducir el tiempo de trabajo gris y cotidiano en el mediano o aún en el largo plazo?; ¿de cuántas horas sería una jornada de trabajo media teniendo en cuenta la ayuda de este eventual “ejército de robots”?; ¿de 6?; ¿de 4 horas?; ¿de 3, de 2?; ¿será capaz la humanidad de crear las máquinas que le permitan a las amplias mayorías conquistar el tiempo libre necesario para desarrollar la imaginación, la creatividad, el arte, la ciencia? Parece extraño, pero nadie –salvo muy escasas excepciones entre aquellos que tienen el poder de influenciar la opinión pública– se formula este humilde interrogante…

¿Un ejército al acecho?
La imagen de un ejército de robots en movimiento dispuesto a desplazar a los humanos de sus puestos de trabajo, exige recapacitar sobre el verdadero estado de la cuestión. En primer lugar hay que señalar que la idea de la revolución de la robótica es parte del concepto más amplio de una nueva “revolución industrial” eventualmente impulsada por el salto tecnológico en la información y las comunicaciones, que además de robots, vehículos sin conductor, “inteligencia artificial” –o big data–, involucra a las impresoras 3D entre otros grandes rubros como la genética, la nanotecnología o los avances médicos y farmacéuticos.

Como señala Robert Gordon en The rise and fall of american growth (1), la industria de la robótica fue introducida por General Motors en 1961 pero recién hacia mediados de los años ‘90 comenzaron a utilizarse robots para soldar partes de automóviles o reemplazar trabajadores en los insalubres talleres de pintura automotriz. Sin embargo –y también según Gordon– hasta hace unos pocos años los robots resultaban demasiado grandes y demasiado caros. La progresiva disminución en el costo de los componentes de las computadoras y el crecimiento exponencial en su performance, así como las mejoras en herramientas de diseño electromecánico y en almacenamiento de energía eléctrica, son algunos de los avances que dieron lugar a la producción de robots pequeños, con costos reducidos y crecientemente capaces.

Aunque existen robots que se desempeñan en los ámbitos de servicios distribuyendo suministros en hospitales, realizando entregas en las habitaciones de hoteles, alcanzando comidas a los clientes en restaurantes o en los grandes depósitos, hasta ahora las mayores inversiones en robótica se produjeron en el ámbito industrial. Pocas empresas industriales han considerado sin embargo la posibilidad de utilizar robots humanoides para sus fábricas. Suelen contar más bien con sistemas de dos brazos, porque los robots se desarrollan para realizar tareas específicas, para apoyar al trabajo humano y para ello simplemente, no se necesitan “dos piernas” (2). La mayoría de los robots tomó la forma de máquinas industriales caras, de alta precisión, que generalmente operan en jaulas de protección en las líneas de montaje de automóviles, llevando a cabo tareas preprogramadas, sin la necesidad o la posibilidad de adaptarse a condiciones cambiantes (3). No obstante a partir de 2012 comenzaron a fabricarse robots de bajo costo destinados a pequeñas empresas que imitan parcialmente la forma humana y que –como los bautizados Baxter o Sawyer– están diseñados para trabajar junto a humanos, pudiendo reprogramarse diariamente para cambiar de tarea.

En consonancia con gran cantidad de fabricantes, industriales y científicos, Gordon subraya que el nivel robótico obtenido hasta el momento sólo complementa el trabajo humano y aún está lejos de contar con la capacidad para reemplazarlo. Señala por caso que en los depósitos de Amazon, mencionados a menudo como ejemplo de frontera de la tecnología robótica, se verifica que los autómatas en realidad no manipulan mercadería. Se limitan a trasladar estantes cargados hasta los lugares donde los empleados empacan los objetos. Las habilidades táctiles para distinguir formas, tamaños y texturas están aún por fuera de las capacidades robóticas. Evaluaciones similares se reflejan en diversas notas de la prensa internacional (4) que distinguen la precisión como un reto para la robótica. Suele subrayarse, por ejemplo, que si bien los robots pueden colocar componentes electrónicos en una placa de circuito plana, tienen dificultades para montar una batería de auto que posee muchas piezas pequeñas que deben ser instaladas en ángulos de difícil acceso. A su vez, tareas de trabajo muy intensivo como la costura de prendas o la fabricación de calzado, habrían sufrido hasta el momento una automatización mínima.

Robert Gordon apunta también que –tal como afirman especialistas del MIT’s Computer Science and Artificial Intelligence Laboratory– la capacidad de razonamiento de los robots es limitada y está contenida íntegramente en el software. De modo tal que si un robot se encuentra frente a una situación para la que no está programado, entra en estado de error y deja de operar. Algo similar sucede con los vehículos sin conductor –aún en fase de experimentación– que funcionan en base a mapas y no consiguen adaptarse al terreno tal como se presenta. Cualquier cambio inesperado en el “territorio” pone al software de manejo en blanco y exige la toma de control por parte de un conductor.


Inteligencia artificial
En el caso del big data –o lo que se conoce como “inteligencia artificial”– los reconocidos especialistas Brynjolfsson y McAffe se preguntan si la tecnología de automatización está llegando cerca de un punto de inflexión en el que finalmente las máquinas dominan los rasgos que mantuvieron a los humanos irremplazables. Pero Gordon afirma que estos autores –considerados parte del ala “tecnooptimista”– mienten directamente respecto de la sofisticación y humanización de las habilidades de las computadoras. Gordon puntualiza que por ahora y en su gran mayoría, el big data está siendo utilizado por las grandes corporaciones con propósitos de marketing. Y que si las computadoras trabajan también en campos como diagnóstico médico, prevención del crimen, aprobación de créditos, agentes de seguro, entre otros, donde en algunos casos los analistas humanos son reemplazados, en realidad la velocidad de las computadoras mayormente logra acelerar el proceso y volverlo más preciso trabajando en colaboración con humanos. Gordon señala además que en todo caso los puestos que pueden ser reemplazados no resultan nada demasiado nuevo sino que siguen los pasos de las víctimas de la web de hace dos décadas como los agentes de viajes, vendedores de enciclopedias o trabajadores de videoclubs.

Aunque la prensa financiera británica (5) guste reflejar ideas tan “loables” como que los robots “No beben, no se cansan y no van a la huelga”, al menos por ahora las máquinas y los “humanoides” están muy lejos de poder sustituir a aquellos que beben, se cansan, van al paro y encima –aunque ya no se puede distinguir si para bien o para mal de los dueños del capital–… ¡piensan! Como también señala Gordon, en el formato actual de los robots que trabajan en colaboración con humanos no hay nada muy distinto a la introducción de maquinaria en la industria textil en la temprana revolución industrial en Inglaterra. El reemplazo de trabajo humano por computadoras se viene desarrollando desde hace más de cinco décadas y el reemplazo de trabajo humano por máquinas en general lleva más de dos siglos.

Por supuesto –resalta Gordon– muchas funciones de los robots van a desarrollarse en el futuro. Pero habrá que esperar a un largo y gradual proceso antes de que estos humanoides –por fuera de la manufactura y el marketing– devengan un factor significativo de reemplazo de trabajo humano en los servicios, el transporte o la construcción, es decir en los sectores que más crecen en los países centrales y donde la baja productividad se manifiesta como problema más agudo.

Debido a que en el sector de servicios, el producto –en gran parte de los casos y como resaltáramos en un ensayo (6) de hace varios años– no existe como algo separado del productor, no resulta descabellada la hipótesis según la cual pueda resultar más difícil crear los robots que efectivamente sustituyan puestos de trabajo en ese ámbito. A diferencia de la manufactura, donde pueden sustituirse trabajos parciales o tareas específicas, en los servicios y en una multitud de circunstancias, se debería suplantar directamente al trabajador y precisamente eso es lo que está muy lejos de ser alcanzado amén del gran desarrollo tecnológico. Limitación que se pone de manifiesto –no por casualidad– cuando el trabajo de servicios ocupa un lugar creciente en la economía capitalista.


El colmo del fetichismo (o gato encerrado)
Más allá de los aspectos referidos al estado actual de la tecnología, resta señalar que es necesario distinguir entre innovación y aplicación o, lo que es lo mismo, entre desarrollo tecnológico y productividad. Lo cierto es que sea cual fuere el nivel de avance tecnológico obtenido hasta el momento, un “ejército de robots” no podría “venir marchando” simplemente porque los dueños del capital –al menos en el presente estado de cosas– no están dispuestos a invertir masivamente en tecnología. Es lo que muestran los datos de inversión y productividad –fundamentalmente en los países centrales.

Es importante recordar que existe una fuerte correlación entre inversión y productividad. En términos fácticos y según constata Michael Roberts (7), en las décadas posteriores a los años ‘70 el momento “top” de la productividad se produjo en Estados Unidos como resultado del momento “top” de la inversión, entre mediados de la década del ‘90 y mediados de la década del 2000. Michel Husson (8) también expone esta correlación entre incremento de productividad e inversión en capital fijo, material informático y software, señalando que inversión y productividad en Estados Unidos se aceleraron conjuntamente durante el período 1995-2002, por comparación con su débil itinerario durante los años 1975-1995. Ambas variables vuelven a disminuir subsiguientemente y toman una senda particularmente descendente en los años posteriores al estallido de la crisis 2007/8. El incremento de la inversión productiva no residencial neta promedio se hallaba por debajo del 2 % del PBI en el año 2012 (9), lo que equivale a menos de la mitad de su nivel promedio del 4 % alcanzado en el largo período que se extiende entre la Segunda Posguerra y el año 2000. Husson (10) constata que esta situación permanecía sin cambios significativos al menos hasta 2014. En la Cumbre de Hangzhou a fines de 2016, el G-20 ratificaba su preocupación por el lento crecimiento de la inversión y la productividad en “algunos países” –léase, en los centrales. Como resultado, durante los años pos crisis 2007/8, el incremento de la productividad del trabajo alcanzó una performance muy por debajo de la ya apagada media de los años 1972-96.

De modo que innovación y aplicación no son sinónimos. Y al menos para la reflexión, vale la pena tener presente que nuevamente en The rise and fall of american growth, Gordon demuestra que aunque los años veinte del siglo pasado resultaron el período por excelencia de acumulación y desarrollo de gran parte de los inventos del siglo XIX, su aplicación efectiva y el extraordinario aumento de la productividad derivada, se produjeron recién en la década del ‘40 al calor de la Segunda Guerra primero y de la reconversión civil, luego.

En suma, y aunque la aplicación de nuevas tecnologías es un proceso en curso que se incrementa en determinados sectores y países expulsando mano de obra, no existen realmente demasiados elementos para creer en la amenaza de un ejército de robots marchando sobre el trabajo asalariado… En realidad mientras los “tecno-optimistas” prometen una nueva revolución industrial y amenazan con la destrucción de centenares de millones de empleos, los “tecno-pesimistas” –entre los que se encuentra Gordon– auguran décadas de bajo crecimiento al tiempo que alertan sobre la escasez de mano de obra asociada al bajo incremento poblacional, particularmente en los países centrales. El problema es que quizás detrás de lo que Gordon llama el “pesimismo” de los optimistas, se oculte una visión escéptica respecto de las posibilidades del capital de aplicar en gran escala los avances tecnológicos existentes, convertida en arma de amedrentamiento hacia los trabajadores. Y aún sin tener que pensar de manera maquiavélica es probable que estas dos posturas sean más complementarias que esquizofrénicas en el marco no sólo del bajo crecimiento poblacional sino –y fundamentalmente– en el contexto de la escasez relativa de mano de obra barata y ausencia de fuentes para la acumulación del capital.

Fredric Jameson recuerda en Representar El Capital (11) que Marx insistió tempranamente sobre el hecho de que

la fuerza impulsora tras la introducción de nueva maquinaria, aún cuando su posibilidad técnica haya estado disponible por mucho tiempo, no es el ingenio de los inventores, sino más bien el descontento de los trabajadores. La nueva maquinaria es la respuesta de los capitalistas a la huelga, a la exigencia de salarios más altos, a la organización –o combinación”– cada vez más efectiva de los obreros.

Parece toda una profecía que desinfla al “ejército de robots en movimiento” y lo convierte en un arma de propaganda preventiva. Su objetivo es inculcar miedo y convertir en designio de la naturaleza la intención de los ideólogos del capital. Se trata de señalar a los trabajadores que “la naturaleza” podría estar creándoles un nuevo rival… “¿enemigos?” “¿mejores que los humanos?”.

El mensaje es “no parar”, “no pedir aumentos salariales” y “trabajar con la cabeza gacha” porque se prepara un ejército –ya no sólo de inmigrantes (12)…sino también de robots– dispuestos a usurpar los puestos de trabajo. El capitalismo siempre ha personificado las cosas y cosificado a las personas. Pero los robots son el colmo de ese mecanismo. La propaganda convierte a las mercancías “robots” en enemigos con forma humana de un hombre desahuciado, “cosificado”, cuya voluntad estaría anulada no pudiendo más que contemplar como la naturaleza (capitalista) sigue desatando sobre él rayos y centellas.

Por último nos queda formular los elementos de falsedad que contiene el propio concepto de “desempleo tecnológico”. Si bien el capitalismo naturalmente utiliza la tecnología contra los trabajadores transformando –como dice Marx– el tiempo libre conquistado en plustrabajo en un polo y desempleo en el otro, este mecanismo no impide la constante creación de nuevos empleos a la par que destruye los antiguos. Esto último es lo que resaltan autores como Michel Husson (13) poniendo de relieve que …la vieja tesis del “fin del trabajo” no se corresponde con la realidad: durante la “época dorada del capitalismo” (1945-1975), en el que los incrementos de la productividad fueron muy superiores, el paro fue muy inferior.

También el inventor de los coches autoconducidos de Google, Sebastián Thrun, nos recuerda que “Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, siempre hemos creado nuevos puestos de trabajo” (14). Finalmente Gordon, refiriéndose a Estados Unidos, se ocupa de resaltar la contradicción. Apunta que el problema creado por la era de las computadoras no es el desempleo en masa sino la gradual desaparición del trabajo de calidad, estable, de nivel medio, que se ha perdido no precisamente por los robots y los algoritmos sino por la “globalización” y la deslocalización que concentró el empleo en trabajos rutinarios simples que ofrecen relativamente bajos salarios. Aunque esta última afirmación resulta particularmente sugerente, sería en apariencia más justo definir que la desaparición del trabajo de calidad es más bien el resultado combinado de la “globalización”, las deslocalizaciones y el particular uso capitalista de los avances tecnológicos.

Permítasenos agregar solamente que contra estos artilugios, el arma privilegiada de los trabajadores es nada más ni nada menos que la unidad de sus filas para exigir la reducción de la jornada y el reparto de las horas de trabajo entre todos los brazos disponibles, sin reducciones salariales, para conquistar el tiempo libre, poniendo a su servicio ese verdadero prodigio, “propiedad” de la humanidad en su conjunto, que representan los avances de la técnica y la ciencia.

Este artículo es una adaptación para Ideas de Izquierda del publicado bajo el mismo título en La Izquierda Diario el 2 de junio de 2016, como parte de una serie sobre nuevas tecnologías que incluye: “¿Revolución de la robótica o estancamiento de la productividad?”, “¿Revolución de la robótica…? (segunda entrega)”, “Robótica, productividad y geopolítica”. La serie completa puede encontrase en laizquierdadiario.com.


(1) Gordon, Robert, The rise and fall of American growth, New Jersey, Princeton University Press, 2016.
(2) Ver “Airbus plans to develop assembly line robots to work with humans”, Financial Times, 4 de mayo de 2016.
(3) Ver “Rise of the Robots in sparking and investment boom”, Financial Times, 5 de mayo de 2016.
(4) Ver “China’s robots revolution”, Financial Times, 6 de junio de 2016.
(5) Ver “Who wields the knife?”, The Economist, 7 de mayo de 2016.
(6) Bach, Paula, “El sector servicios y la circulación del capital: una hipótesis”, Lucha de clases 5, julio de 2005.
(7) Roberts, Michael, “La gran desaceleración de la productividad”, Sin Permiso, 18 de agosto de 2015.
(8) Husson, Michel, “Estancamiento secular: ¿un capitalismo empantanado?”, Viento Sur, 21 de junio de 2015.
(9) Ver “Game-Changing Investments for the U.S.”, The New York Times, 18 de octubre de 2013.
(10) Ídem.
(11) Jameson, Fredric, Representar El Capital, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2013.
(12) Ver Bach, Paula, “Contrasentidos de la inmigración y el capital”, La Izquierda Diario, 29 de septiembre de 2015.
(13) Ver nota 9.
(14) Roberts, Michael, “Robert J. Gordon y el ascenso y declive del capitalismo estadounidense”, Sin Permiso, 21 de febrero de 2016.