29 de octubre de 2015

MOVIMIENTO OBRERO: CUANDO UN MOTOR AMENAZA GRIPARSE OTRO DEBE ENTRAR EN ACCIÓN

Por Marat 

El sindicalismo ha sido una ola larga en la historia del movimiento obrero y lo seguirá siendo pero en un tiempo en el que el capitalismo ya no negocia, en el que millones de esclavos están dispuestos a sustituir a otros esclavos según sean expulsados del mercado de trabajo, una primera reflexión se impone: el sindicalismo ya no asusta al capital. En realidad no le asusta hace mucho tiempo. Las huelgas generales hace mucho tiempo que dejaron de tener un objetivo político que fuese más allá del día siguiente a su realización. 

Por su naturaleza de atender a las necesidades inmediatas de la clase trabajadora, el sindicalismo se ha ocupado de cuestiones como la jornada laboral (hace 100 años), las condiciones de trabajo (hace mucho), la defensa del empleo (siempre) y la tendencia salarista inevitable a través de cuya centralidad en los objetivos de esa forma de organización de la clase trabajadora el capital nos ha ganado siempre. 

Necesidades inmediatas, siempre subjetivas de la clase trabajadora, siempre necesarias. Entre la dialéctica reforma o revolución frente a la que nos convocó Rosa Luxemburgo siempre cupo la posibilidad de defender las condiciones de vida de nuestra clase mientras trabajábamos, calladamente -cuando empezamos a gritar, pedir luces y parlamento se jodió la cosa- en el día que vendrá. 

Pero hoy ni el sindicalismo de concertación que pretendía la cogestión en las empresas y la negociación sobre lo inmediato ni el alternativo pueden solos afrontar el enorme desprecio, ninguneo y capacidad de anulación en cada centro de trabajo de una patronal que ha dicho: ni necesitamos el pacto social, ni lo queremos, ni tememos a un sindicalismo más radical.

¿Qué nos queda?
En primer lugar la rabia y la conciencia de nuestra identidad como clase.

En segundo, la necesidad de buscar formas que puedan herir al capital en cada centro de trabajo o sector productivo, donde se da la más cruda lucha de clases, de modo que afecten no a lo que en otro tiempo pudiera haber sido negociable sino en lo que toca a su propia esencia: el poder en la empresa.

La organización del trabajo, el control de las formas productivas, el de la “comunicación interna”, el reparto de tareas y responsabilidades, la dirección, las condiciones de trabajo, el conocimiento de proveedores, de clientes y de los “libros” de la empresa son partes de la lucha por la emancipación de la clase trabajadora donde le afecta: en el núcleo primero de decisión del capital.

La cuestión del poder de los trabajadores en la empresa y del llamado (aunque viejo en su expresión) “control obrero de la producción” vuelve hoy sobre la posibilidad de buscar espacios de lucha de clases. Se trata de impedir que el capital se recomponga a partir del silencio de los trabajadores y en base al temor a la dirección. 

Éste no es es un planteamiento alternativo, ni lo busca, al sindicalismo, con todos sus contradictorios fracasos actuales. El sindicalismo sigue teniendo su razón de ser, como tiene sus zonas a explorar entre lo que debiera haber sido y lo que es. 

La propuesta, que no es otra que la de ir poniendo las bases hacia los consejos obreros, busca el modo de encontrar huecos de lucha allá donde los límites de otras posibilidades las han cerrado.

Hay un espacio que el Estado capitalista aún no ha prohibido (el sindicalismo) y otro que prohibiría (el consejismo). En medio, en lugar de oponerse entre ambos, debe complementarse la acción de clase en el lugar donde se producen todas las contradicciones básicas. Zonas bajo la luz y zonas bajo las sombras. 

El consejismo históricamente se ha correspondido con momentos revolucionarios o prerevolucionarios. Lo que no ha sido explorado hasta ahora es cómo hacerlo vivir bajo situaciones “discretas” -no las llamaremos secretas- en las que vaya fructificando el germen del “mientras tanto”. 

¿De qué estamos hablando en concreto?
En primer lugar de organizar a los comunistas en los centros de trabajo y sectores productivos y de dotarles de una tarea.

Esa tarea debe ser, como punto de arranque, la de ir contactando con los sectores más conscientes de la clase trabajadora, con los compañeros más susceptibles de unirse a una lucha en lo concreto, en sus empresas. 

En el momento presente no se trata ni de hacer heroísmos ni de jugarse el puesto de trabajo sino de ir generando conciencia, abrir espacios de estudio sobre la realidad específica en la que se encuadra el trabajador y de, una vez aprendidas ciertas enseñanzas prácticas, empezar a moverse hacia la acción.

En dicha fase no se puede pedir a los camaradas que se jueguen su supervivencia laboral cuando surjan huelgas o protestas en la empresa pero sí que es posible que otros del mismo sector o anejos asuman la protesta desde el exterior (concentraciones ante la empresa, reparto de panfletos, llamamientos al boicot,…)

Se trata de ir desarrollando una forma de lucha que, desde los núcleos de conciencias y resistencia interna, potencien la solidaridad de sector y de clase hasta el punto en el que se fortalezcan las potencialidades de organización en el centro del conflicto. 

Si este modo de lucha se generaliza y fortalece y si se produce en el contexto de la esperada agudización de la siguiente fase de la crisis capitalista, es de esperar que el siguiente paso sea el inicio de la constitución de consejos de centros productivos y/o de sectores.  

3 comentarios :

  1. "Garzón propone una renta mínima de 529 euros para personas con ingresos mínimos y revalorizar las pensiones"
    "Izquierda Unida cifra el coste de su programa de rescate ciudadano en 52.500 millones de euros, para lo que apuesta por una reforma fiscal que reportaría 64.500 millones".
    http://www.publico.es/politica/garzon-propone-renta-minima-529.html
    ***
    No me gusta nada el nenenini, pero hemos de saber que esos 52.000.000.000 de euros que cifra como coste de la Renta mínima, SE CORRESPONDE -por ejemplo- CON LO QUE LA MULTINACIONAL DE Donald Rumsfeld, GILEAD, NOS ROBA CON LOS FÁRMACOS PARA LA HEPATITIS C.
    52.000.000.000 de euros, se corresponde -por ejemplo- con el coste anual del Sistema Nacional de Salud (Seguridad Social) para toda España, 17 CC.AA, Ceuta y Melilla.
    Y ese dinero se corresponde con una pequeña parte de lo que nos roban anualmente para entregar a sus multinacionales. Es el precio que reciben por nuestra esclavitud de esclavos pero contentos.
    La Lucha de clases tiene un tercer actor: EL EJÉRCITO DE RESERVA, LOS EXCLUÍDOS hasta del sindicalismo.
    Los sindicatos, creo que tienen, precisamente, lo que han venido votando los sindicados.
    Los excluídos no tienen sindicato ni partido.
    Ni siquiera juglares que les canten.
    Y los excluídos somos la verdadera potencia revolucionaria. No los trabajadores, que creen tener mucho que perder. Ni los Propietarios, que si lo tienen.

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  2. http://www.revistarambla.com/v1/sociedad/articulos/3041-de-represion-laboral-y-otros-menesteres
    CGT, EL SINDICATO

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  3. Ahí tenemos a las cúpulas de ccoo y ugt actuando de freno ante cualquier lucha y dejando en la cuneta a los representantes de los trabajadores combativos y a l@s trabajador@s que luchan.
    La paz social, les gusta mucha la frase, como cuando te dicen que el peor acuerdo es mejor que un conflicto. El principal problema esta cuando te enfrentas con gigantes y el enemigo esta en casa...

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